[T] ~Invierno... [Contestshipping]

Capitulo II: Brisa…

Las reacciones encontradas en ese momento tal vez no hacían pensar con coherencia a aquellos dos jóvenes que se dejaron guiar por el corazón, en aquel jardín verde que blanco se volvía mientras la nieve caía lentamente sobre este, luchando contra el frio que sacudía a la ciudad estando uno junto al otro, abrazados, mirándose tiernamente a los ojos por largos periodos de tiempo, no existían mas seres o personas aparte de ellos, solo ellos dos en su mundo… un mundo de amor…

— Te espere tanto tiempo – decía Drew mirándola fijamente a los ojos, acariciando su mejilla con sus dedos.
— Por favor, nunca me dejes – le imploró la castaña, aferrándose mas a él de su cintura, de donde lo tenia abrazado, no lo quería soltar por nada.
— No quiero – le respondió, sonriéndole tiernamente, uniendo sus labios con los de ella nuevamente…

Y seguían con el mismo juego una y otra vez, mas de 3 horas en aquel jardín, la nieve ceso; pero el frio no. Todas esas ansias de amar serian desquitadas en ese momento, en aquel invernadero al final del jardín…

— ¿Estas segura de esto? – preguntó el peliverde, quizá seria muy pronto; pero tampoco negaría que no quería.
— Drew – se acerco lentamente hacia él – te espere demasiado – dijo tapándole los labios con su dedo índice – no soy una niña, se lo que hago…
— Esta bien – cedió Drew ante la castaña.

Se encontraban en el salón de rosas de aquel invernadero, pues en esa habitación solo había rosas de distintos colores, una de color azul claro especialmente apartada del resto por alguna razón, aunque había otras iguales a esa en una sección.

Drew tomó a May de la cintura, besándola una vez mas, su mano daba a entender que no la quería soltar, al igual que la castaña, con un brazo sosteniendo su espalda y otra su cabeza no quería soltarlo, ninguno se quería apartar del otro, no solo el amor que tenían guardado seria por fin liberados, sin no aquella pasión que durante tiempo se habían reservado, ¿quizá se la reservaba el uno para el otro?, ya no importaba nada mas, al fin podrían amarse.

— Drew – susurró la castaña el nombre de él en su oído – te amo, desde niña te he amado – le confesó.
— Yo igual – le susurró también al oído – solo he pensado en ti.

No querían perder el tiempo con palabras, no, esa vez no, aunque tenían mucho que contarse el uno al otro las palabras en ese tipo de situaciones sobran, solo quedaba amarse…

— May – dijo delicadamente el nombre de la castaña.
— ¿Qué? – preguntó mientras su cabeza aun procesaba toda clase de emociones encontradas.
— No lo note al principio, ahora eres una mujer muy hermosa – dijo el peliverde, haciendo sonrojar a la castaña quien abrazó mas fuerte a Drew.

Era mucho esperar, May se recostó en el suelo, Drew entendió perfectamente el mensaje y por suerte el invernadero estaba regulado con una cálida temperatura que evitaba que el frio dañara a las plantas.

— Drew – suspiró el nombre del peliverde May, extendiendo sus brazos.

Drew comenzó a besar el cuello de May, la cual no podía evitar estremecerse, aunque para ella era una nueva y extraña sensación, sabia que no podía evitarlo, siempre sola, aislada del mundo y contacto físico exterior hoy experimentaría lo que siempre se imagino y que tanto tiempo soñó…

Había pasado un rato en el que Drew y May solo se besaban ya apasionadamente, toda esa tensión contenida era descargada en cada beso y caricia que se daban mutuamente, habían llegado a un punto en el que ya no se podía pensar en retroceder, las caricias recibidas por parte del peliverde prácticamente en todo su cuerpo hacían gemir en mas de una ocasión a la castaña…

— Te amo May – dijo Drew, acariciando la pierna de esta – quiero estar siempre contigo.
— Yo también – expresó el mismo deseo del peliverde…

La pasión iba aumentando, el calor corporal aumento y ambos querían ir más allá, ya no se conformarían con caricias y besos simples, ya no, su pasión y deseos de amar no se conformaría con eso, Drew privó de la blusa turquesa que la castaña vestía, dejando a la vista sus pechos tapados con un fino sostén de encaje color azul cielo, Drew la observo al rostro por un momento, quería recordarlo por mucho tiempo, pronto también la privaría del sostén y May retiró el sacó y la camisa blanca de Drew, dejándolo expuesto de la parte de arriba, descubriendo un trabajado abdomen al igual que sus pectorales, una figura envidiable sin duda, Drew parecía que iba a decir algo…

— Shh… – lo detuvo la castaña, tapándole los labios nuevamente con sus dedos – no digas nada…

Drew prosiguió a besar a May intensamente, mientras ahora la despojaba de sus prendas inferiores, una falta blanca con un cinturón amarillo y de su ropa interior, completamente desnuda, su bien formado cuerpo estaba al descubierto, el cual era admirado de arriba hasta abajo por el peliverde, quien la miraba con ternura, Drew también retiró el resto de sus ropas, quedando al desnudo igual que May, de pronto sintieron una brisa fría que se infiltró en el invernadero, haciendo que se abrazaran una vez mas para poder protegerse del intenso frio.

— Drew – pronuncio por enésima vez el nombre del joven.
— May – susurró al oído el nombre de la castaña.

Luego de recorrer con sus labios prácticamente todo el cuerpo de May, esta ya estaba lista para entregársele a su amado, aquel que de niño jugaba y correteaba con ella, la haría mujer por primera vez. El peliverde fue gentil y amable durante un tiempo con May, la cual se aferraba rasgando la espalda de este, May sabia que ahora era de Drew, el cual pronto llevaría al éxtasis a la castaña, terminando ambos sudados y jadeando, terminando Drew con las manos sobre su cabeza mientras May se encontraba abrazada de su pecho.

— Creo que debemos volver a la mansión – le sugirió May al peliverde, el cual meditaba.
— De acuerdo – aceptó.

May y Drew se levantaron, tomaron su ropa y tras vestirse salieron rumbo a la mansión, en la entrada los recibió el mayordomo.

— Señorita – se dirigió a su patrona – la he estado buscando por todas partes, la cena ya va a comenzar.
— Gracias Andrés – le agradeció a su mayordomo, después May y Drew pasaron al comedor donde todos los esperaban.
— ¿Dónde estaban ustedes dos? – les preguntó Norman – la cena ya esta, tomen asiento por favor.
— Déjalos cariño – le dijo Caroline al líder de gimnasio – tenían mucho que no verse, seguro tenían mucho que contarse.
— Oh hacer – dijo burlonamente Max.
— Maldito Max – pensó molesta May, quizá Max se imaginó la situación, pues presumía de una buena intuición.
— Sea lo que sea – continuó Norman – olvidémoslo y procedamos a comer.

Una vez dichas las palabras de Norman, ahora si que el “patrón” las sirvientas y camareros comenzaron a revelar los platillos en aquellas bandejas de plata, había una gran variedad de comida entre ensaladas, ensaladas de fruta, platillos de carne, sushi y curry, May fue una de las primeras que comenzó a degustar, el modo en el que comía hacia que a Drew se le saliera una que otra sonrisa de alegría…

La cena fue un momento de alegrías y risas, May había reído como nunca en varios años al igual que los familiares e invitados, hasta que la hora de despedirse llegó.

— Bueno Norman, es hora de irnos, tengo unos negocios que atender y me iré a descansar – le dijo aquel hombre al líder de gimnasio, estrechando su mano.
— Hombre, quédate un rato más – le sugirió Norman.
— Disculpa, negocios son negocios – le recordó, pues Norman usaba siempre esa frase.
— Pues efectivamente, negocios son negocios – enfatizó – como te quedaras un tiempo en la ciudad, ¿qué te parece venir el fin de semana a jugar una partida de Poker?
— Ahí estaré Norman, y prepárate a perder tu fortuna – bromeó el padrastro de Drew.

Ambos adultos rieron al unisonó y posteriormente se despidieron con un apretón de manos y un abrazo al igual que Caroline y Laura, ya al irse Norman detuvo un momento a Drew, quien le pidió hablar en privado en el despacho de este.

— ¿Qué sucede señor? – preguntó el peliverde algo extrañado.
— Mira hijo, toma asiento – le pidió amablemente.
— De acuerdo – aceptó sentándose.

Norman lucia muy serio, lo cual no era usual ya que siempre era enérgico y alegre.

— Escucha atento – le ordenó al peliverde – cuando me asomé al jardín a revisar unas plantas, vi que May y tu entraron al invernadero – le comentó, poniendo nervioso al peliverde – puedo imaginarme lo que haya pasado.
— Señor, yo, lo siento – se disculpó Drew, sabia que tal vez no fue correcto lo que hizo.
— Lo cierto es que no había visto a May así de feliz en mucho tiempo – le comentó – tener una hija no es nada sencillo y probablemente no la crie como debí…

Drew solo se limitaba a escuchar, no sabia realmente a donde quería llegar Norman…


— Entiendo que ya dejo de ser una niña, también vi cuando se besaron en el jardín – le confesó, haciéndose que se pusiera rojo Drew – tranquilo hijo, yo también me ponía así – decía bromeando, bromear era una característica del líder – solo te pido que hagas feliz a mi hija, ya es mayor y aunque sea difícil, no estará todo el tiempo retenida aquí…

Drew al oir eso salió del despacho, y al escuchar las palabras de Norman podría estar tranquilo, no tenía problemas con los Balance ya que Norman sabía pensar muy bien las cosas y entendía perfectamente este tipo de situaciones, aunque no le dijo nada que no quería hacer, desde que había abandonado la mansión de los Balance todo el tiempo se la pasó pensando en May, la cual estaba sentada en las escaleras de la entrada principal, mientras una nevada en menor intensidad caía.

— ¿Qué te dijo mi papá? – le preguntó May curiosa, volteando su cabeza para verlo.
— Cosa de hombres – respondió Drew.
— Dime – exigió molesta.
— Nos vemos mañana May – le dijo tocando su mejilla.

Drew salió de la mansión de los Balance, dirigiéndose al lugar de residencia temporal de su familia donde se encontraban su madre y su padrastro, May solo miraba a Drew alejarse cada vez mas, mientras la brisa invernal corría por todo Petalburgo, haciendo temblar a May quien decidió entrar a su casa, donde subió a su habitación en la cual llego apretando su almohada de felicidad, mientras que Drew en la habitación donde se encontraba solo miraba hacia afuera dibujando el rostro de May en el cielo.

Todos los videos deben de ir en spoiler
Atte:

Capitulo III: Aoi Tori (Pájaro Azul)

El helado manto blanco seguía cubriendo Petalburgo como nunca en su historia, los días nevados seguidos ya se habían convertido en algo habitual para estas fechas invernales en la ciudad que hoy lucia una mañana muy tranquila, los ciudadanos y algunos Pokémon correteaban, paseaban y jugaban alegres, un Noctowl dormido se podía ver en una de las ramas de un árbol cubierto totalmente de nieve.

De entre tantas personas se podía ver a un chico peli verde pasear junto a una chica de cabellos color castaño, lucían muy felices uno al lado de otro hasta que decidieron parar y tomar asiento en una de las bancas de aquel bello parque, removieron algo de la nieve que aun se contaba ahí, el peli verde abrazó a la chica y esta apoyo su cabeza en el hombro de este.

— ¿Y que has hecho en todo este tiempo? – le preguntó Drew a May, tenían 5 minutos sin decir nada y este fue el primero que decidió romper el silencio.
— Encerrada – respondió algo triste después cambiara esa expresión – hasta que volviste.

Drew solo sonrió ante la respuesta, la abrazó mas fuerte así como estaban y sin darse cuenta se habían quedados dormidos, los despertó un oficial de transito. Ambos partieron hacia una nueva dirección: Bosque Petalburgo.

— ¿Por qué nos dirigimos ahí? – preguntó Drew, May fue quien lo había propuesto.
— Es una sorpresa tontito – dijo tapándole la boca con dos de sus dedos.

May llevaba a Drew la mano, lo dirigía por la ruta que llevaba al mar por una dirección y por el otro conducía al Bosque Petalia, en el camino al verlos el Capitán Arenque los saludo desde lejos. Habían corrido por al menos 15 minutos…

— Esta todo blanco – dijo Drew con asombro al ver que la nieve cubría en su totalidad el Bosque Petalburgo.

May tomó nuevamente de la mano y volvió a correr junto con él hacia una dirección que por alguna razón May parecía conocer. Tras uso minutos May guio a Drew hacia una cueva lo que extrañó al peli verde, pues se pregunta dentro de su mente para que May lo traería hacia una cueva…

— Quiero mostrarte un secreto – le reveló May al Drew.

Drew se mostró curioso y acepto, lo tomó nuevamente de la mano solo que ahora estaban caminando, la cueva era de roca casi en su totalidad y tras ir avanzando se podía sentir mas frio a medida que avanzaban, por lo que May se acurrucó en el brazo de Drew hasta que llegaron a una parte de la cueva, cubierta en su mayor parte por cristales hermosos lo cual creía Drew, hasta que se dio cuenta que lo que estaba ahí no era nada mas que hielo.

— Increíble – se expresó Drew con un gesto de admiración, el hielo lucia muy hermoso.

Drew y May siguieron avanzando hasta que llegaron a una parte cubierta ya de nieve, ahí, había una especie de nido.

— ¿Un nido? – se extrañó Drew, pues que clase de ave viviría en un clima tan helado.

May no le dijo nada al peli verde, de repente comenzó a silbar, cosa que le pareció muy extraña a Drew el cual se preguntaba por que razón silbaría.

— Tu solo espera señor impaciente – le sugirió a Drew, el cual no tuvo opción mas que hacer caso.

De la nada, una tormenta de nieve comenzó a sentirse en aquella cueva, era tan intensa que Drew tomo a May la rodeo en el suelo para protegerla, un fuerte aleteo se dejo sentir hasta que apaciguó, para la sorpresa de Drew, había una majestuosa e imponente ave azul, su cola era larga y elegante, nada más que una de las 3 aves legendarias de Kanto: Articuno.

— Hola Articuno – saludó May feliz al legendario pájaro.
— Artic – se mostró igual de feliz el ave de hielo.
— ¿Cómo es posible? – le preguntó Drew quien aun seguía incrédulo ante la presencia del Pokémon Legendario.
— Hace mucho – comenzó a relatarle – me escape de mi casa debido a que nunca me dejaban salir y siempre me la pasaba encerrada me perdí y me escondí en esta cueva.
— Entiendo, ¿y que pasó después? – preguntó curioso el peli verde.
— Termine aquí y encontré un Articuno y 3 huevos – continuo – venia a jugar a escondidas con ellos; pero con el tiempo se fueron, y al parecer el esta causando todos los días nevados en Petalburgo y aéreas cercanas.
— Pero son bonitos nevados – dijo Drew abrazando por detrás a May – igual que tu.
— Que lindo eres – le dijo ante el alago – y me alegra ver a Articuno, no supe que le paso a su madre y a sus hermanos; pero este fue el que nació diferente – refiriéndose a su condición de Pokémon Variocolor ya que este era mas claro.
— Nunca había visto uno – le comentó a May – es un ave muy hermosa y parece que te recuerda.

May y Drew se quedaron junto a Articuno un rato, solo que la cercanía con el Pokémon los hacia sentir mas frio debido a la temperatura corporal del pájaro que era de 0 celcius, se encontraban descansando en el nido de este, Articuno dormía a unos metros de la cueva.

— Dicen – comenzó a relatar Drew – que el ave de color representa amor y tranquilidad.
— Eso he oído…

Se volvieron a quedar en silencio, Drew mostró algo de molestia en su rostro, hasta que decidió hablar…

— Partimos mañana – dijo Drew de repente.
— ¿¡QUE!? – se sorprendió May, pensó que era una broma.
— No May – comenzó a contarle – mi padrastro solo tenia un negocio temporal aquí, y ya termino sus asuntos.
— ¿Por qué no me dijiste Drew? – le preguntó con tristeza y molestia, sus ojos se encontraban llorosos después de oír eso.
— Perdóname – le pidió – es que cada momento a tu lado era tan maravilloso.
— ¿Y que hare ahora? – las lagrimas de May comenzaron a brotar.
— No llores – le pidió Drew.
— ¿Cómo no llorar Drew?, me encontraba muy feliz en este momento, y de repente dices eso, ¿qué pasa contigo? – le preguntó ya sin alzar la voz, con un tono quebradizo.

Drew fue y la abrazo, May no correspondió el abrazo, solo lloraba en el hombro del chico.

— May escúchame – la tomó de las hombres y la puso para que lo viera a los ojos – yo en 1 año terminó el instituto.
— ¿Y que pretendes? – preguntó un poco más calmada – un año es mucho tiempo.
— Si May, ¿y cuantos años soportaste la soledad? – le recordó, May había estado prácticamente sola cerca de 10 años y aislada del mundo.
— Lo se; pero ya me había olvidado de ella…
— May, solo espera por mi un año mas – le pidió a May, abrazándola muy fuerte, ella no tenia reacción.

Hubo otro silencio; pero más intenso, Articuno solo miraba a ambos, May no decía nada y Drew tampoco, para May era muy difícil, tanto tiempo en soledad y tristeza y cuando aparece aquella chispa de luz de esperanza se desvanece así de la nada.

— May, escúchame, aquí, ante Articuno, te juro que, en un año, volveré por ti y que nunca más te voy a volver a dejar sola…

Drew había hecho un juramento, May no decía nada, estaba en un estado de mucha confusión, muchas cosas pasaban por su mente, cuando por fin pudo reaccionar…

— ¿Y juras no volverme a dejar después? – preguntó ya calmada.
— Lo jura, nunca estarás sola otra vez – juro nuevamente, besándola.

Aquel fue un tierno beso que ellos hicieron durar mucho, en ese momento ambos sentían una sensación agradable y pacifica, la calma era tan pura que hasta hacia que nadie se quería ir de ahí a pesar del frio que había dentro de aquella congelada cueva.

Horas mas tarde…

— Nos vemos May – le dijo desde adentro del Taxi que los conduciría al aeropuerto de la ciudad.
— En un año Drew…

May se acercó un poco y beso nuevamente a Drew, ese, seria su último beso de aquí a un año, lo que significaría, que lo volvería a ver hasta el próximo invierno.

El frio silencio se apodero de May luego de ver partir aquel joven quien le hizo sentir por primera vez lo que realmente era amor. Miro como el taxi se perdía en las lejanías de aquellas calles cubiertas por aquella gran manta blanca, mientras los lagrimales de tristeza y a la vez de alegría, brotaban de sus hermosos ojos mientras su madre la abrazaba para consolarla.

— “Adiós Drew” – se despidió en un suspiro, viéndolo partir.

El taxi en el que viajaba la familia de Drew ya no pudo ser visible para nadie, por lo que los Balance decidieron entrar a su hogar y alistarse para la navidad próxima, May decidió quedarse afuera, mirando hacia el horizonte y acariciando a su Glaceon, al tiempo que una tranquila y hermosa nevada cubría la ciudad y viendo, como hacia aquel horizonte el majestuoso y legendario Articuno se iba alejando mas y mas…

Meses después…

Universidad de Ciudad Malvalona. Un gran numero de estudiantes se reunían para buscar sus nombres en las listas donde venían los aprobados para ingresar a la máxima casa educativa de todo Hoenn, la leyenda dice que varios Campeones del Alto Mando se han graduado allí. Entre los estudiantes una joven de cabellos castaños, largos hasta sus muslos y ojos zafiro, se buscaba y rebuscaba con la ilusión de verse entre la lista de aprobados.

— “¿Dónde estaré? – se preguntaba a si misma, mientras con su dedo iba buscándose nombre por nombre.

Y así estuvo unos 10 minutos, buscándose entre una larga lista de estudiantes, además había cientos de alumnos provenientes de cientos de institutos de toda la región y de algunas otras, hasta que por suerte dio consigo misma: “May Balance, No. De alumna 00012378964. Carrera Biología Pokémon, Aula: ABX39”. No pudo dar un gran salto y un grito de emoción, lo cual para nada era sorpresa pues varios estudiantes reaccionaron así al encontrarse en la lista de aceptados, así que tomó su ficha y se dirigió de inmediato hacia el Aula, donde recibirían una especia de curso durante 1 semana antes de ingresar a las clases regulares.

El salón de May poco a poco fue llenándose, ella eligió ir mas hacia el frente pues quería escuchar con mas atención para aprender mejor y ser la mejor en clase, ya que ella siempre había tomado clases particulares y ahora tendría con quien competir en eso y no sentirse tan solitaria, el grupo lo conformaron al final 50 alumnos acomodados en gradas. Como en cada escuela había mucho “ruido”, gente platicando, unos haciendo una siesta rápida y unos solo mirando indiferente, como era el caso de un chico peliblanco.

— ¡SILENCIIO JOVENES! – gritó un hombre con voz gruesa, era un adulto ya algo mayor, lucia un traje café muy elegante y un sombrero, tenia largos bigotes blancos.

Muchos supieron rápidamente quien era el que impartiría aquella clase y se impresionaron, era nada mas y nada menos que el Líder de Gimnasio de Isla Canela Blaine y un reconocido científico en la región de Kanto, donde según se reunían los entrenadores mas poderosos del orbe. No hizo falta mucha presentación pues casi todos conocían a quien ahora les impartiría una de las clases que llevarían.

— Bien, como hoy es el primer día ya saben, presentaciones y bla bla bla – dijo, comenzando a ver que orden llevaría para las presentaciones – comencemos con usted, la de la esquina inferior derecha – señaló a May, quien al estar distraída dijo “¿quien yo?” provocando una que otra risa.
— Ah perdón – se disculpó riendo – mi nombre es May Balance, tengo 19 años y vengo de la región Hoenn; pero mi padre es Norman, líder de Petalburgo.

Como era de esperarse el hecho de saber quien era su padre llamó la atención; pero no había tiempo para platicar con nadie, por lo que las presentaciones poco a poco se fueron dando, hasta que llegó el turno de aquel chico peliblanco, quien lucia indiferente hacia lo que sucediese en la clase.

— Brendan Birch – se presentó secó, sin mucho interés.

Al igual que con May, Brendan era el hijo de una de las figuras mas reconocidas en Hoenn, era el mismo hijo del Prof. Birch, aunque lucia muy diferente a su padre, el cual se caracterizaba por poseer una personalidad alegre y Brendan, parecía ser un poco serio o incluso algo frio.

— Vaya, el hijo de mi colega el Prof. Birch, ¿y que le gusta joven? – preguntó por sus aficiones.
— Mmm – Brendan pensaba en su respuesta, a pesar de su personalidad tenia varios gustos – digamos que soy fanático de la literatura, me gusta leer libros y sobre todo poesías góticas y románticas, mi música favorita es el Thrash Metal y la música folclórica europea, tengo un Swampert que crie desde el Mudkip.

Brendan llamó algo la atención, especialmente la de algunas chicas que estaban esperando que la clase acabara para ir a saber más sobre él. Después Blaine los reacomodo quedando Brendan precisamente a un lado de May.

— Ahm… hola – le saludo May con educación, aunque algo nerviosa.
— Hola – la saludo aunque un poco indiferente.

Blaine dio por terminada la hora, varios alumnos se agruparon con varios conocidos y en donde Brendan y May había varias estudiantes.

— Hola Brendan – llegaron a saludarlo varias chicas.
— Hola – las saludo algo indiferentes,

Una que otra chica su puso nerviosa, pues pensaron que Brendan se molestaría o algo, hasta que una decidió hablarle.

— ¿Cuántos años tienes? – preguntó nerviosa.
— Tengo 20 – respondió, ahora mirándola de frente.
— Interesante, yo 19 – dijo la chica, entrando en confianza.
— Sera mejor que te vayas – le advirtió Brendan, muy serio.
— ¿Te molesto? – preguntó algo desanimada, pensó que Brendan la estaba corriendo de su lugar.
— No; pero a él si – le dijo señalando al otro profesor en turno.

Rápidamente la chica fue corriendo hacia su lugar, el otro profesor era otro adulto, quien parecía tener entre 35 y 37 años, de complexión gruesa. Su hora, y la de las demás profesores fue exactamente igual, puras presentaciones como era típico en el primer día de casi todas las escuelas.

— ¿Así que eres la hija de Norman Balance? – le preguntó Brendan interesado.
— Si, aunque quiere que yo o mi hermano heredemos su gimnasio – le contesto, desanimada.
— Pues si no quieres, no hay motivo para que lo hagas – comentó Brendan – yo jamás he ido en contra de mis sueños, y por eso estoy aquí.
— ¿Tienes sueños? – le preguntó May impresionada, no esperaba que alguien con la personalidad de Brendan tuviese sueños.´
— Mira, te contare, entre aquí por un amor de infancia que tuve – le confesó algo nervioso – suena estúpido, ella se mudo aquí y le prometí que vendría a esta ciudad algún día, y jamás la he encontrado.
— Vaya, no imagine algo así.
— Lo se – dijo Brendan algo decepcionado – la verdad ya no tengo ni idea de a quien busco; pero esta banda – le señaló una banda verde con una pokébola en medio – me la regaló, me la puesto durante meses y nada.
— Bueno, ¿y crees que a ella le ha dado por buscarte?
— No lo se – respondió algo entristecido – pero yo fui el imbécil que prometió eso y bueno, tengo un estúpido código de honor que defender y no puedo romper ninguna promesa que halla hecho.

Brendan decidió no tocar mas el tema, May se dirigió a su casa y al perecer no podía sacarse la situación de Brendan en la cabeza, aunque no era las mismas circunstancias sabia mas o menos por lo que pasaba y sentía algo de pena por él.

Ya en su casa, sus padres la recibieron, le preguntaron como le había ido en su primer día, cuanta gente conoció, como eran los profesores, etc. Pasaron toda la tarde con ella, cosa que de niña no hacían, pues se la pasaban todo el día ocupados entre negocios y negocios, por lo que May lucia muy feliz.

Y… en alguna otra parte del mundo…

— Que atareado es esto – se quejaba un joven peli verde, paseando entre la multitud.
— Tranquilo hermano, aun podemos tomar el siguiente vuelo – decía aquella chica tratando de tranquilizarlo.
— Maldición, odio venir a visitar a Papá, esta ciudad es horrible – continuaba Drew quejándose.
— Bueno hermanito, al menos me alegra que ya hallan hecho las pases – decía contenta y sonriente la chica también peli verde.
— Como sea, en fin, ¿y que hacemos ahora? – preguntó Drew, desesperado.

La chica no respondía, cuando vio la guía turística se quedo callada; pero con un sonrisa pacifica mirando aquella fotografía.

— ¿Y tú que tienes? – preguntó Drew al ver a su hermana así.
— Yo nada, mejor sigamos esperando – sugirió, sintió que contarle “aquello” seria algo tonto”.
— Como sea, me muero por llegar a Ciudad Jubileo, será estupendo – decía entusiasmado.

De vuelta en Petalburgo, May escribía parte de su día en su diario, necesitaba expresar algunas ideas; pero no quería compartirlas con la gente. Y así, luego llamó a su Glaceon para que durmiera junto a ella, mientras algunos Pokémon nocturnos entonaban cantos que por alguna razón “arrullaban” a May.

A la mañana siguiente, a May le llegó un mail:

“May, mañana ire a un concurso Pokémon en Ciudad Jubileo, y sinceramente me haría mucha ilusión que lo vieras, en Hoenn lo transmitirán a las 7 de la tarde, para ese entonces ya habrás salido de la escuela, y lamento no poder conectarme ni al mugre Messenger; pero tanto viaje me tiene jodido, y puede que regresa antes de invierno, te quiere, Drew.”

May dio un suspiro y se llenó el rostro con una gran sonrisa, al parecer Drew tenía la posibilidad de regresar antes de lo previsto; aunque por lo pronto se encuentra rumbo a Ciudad Jubileo desde un punto hasta ahora desconocido, ¿qué pasara de ahora en adelante?