Deseo de año nuevo

Los fuegos artificiales, la comida, las fiestas, vestir tu menor ropa. Todo eso sólo para despedir un año como cualquier otro. Ridículo.

El balcón del salón le daba total visión del manto oscuro y estrellado de la noche, había salido en un intento por alejarse del ruido de adentro. A él no le gustaban las fiestas, no sabía que hacía ahí, pudo haber inventado alguna excusa para no asistir.

La fiesta era de la empresa donde trabajaba su padre, era obvio que como vicepresidente su padre tenía que asistir, ¿pero era necesario que él también fuera? No le cabía en la cabeza. Era una fiesta para recibir el año, él ya se encontraba fastidiado y apenas eran las nueve.

Estaba hastiado de fingir sonrisas amables y aceptar halagos de desconocidos a quienes sus padres habían presumido sus logros en los concursos pokemon. Para empezar a sus padres no terminaba de agradarles que fuera un coordinador pokemon, ellos querían que él también fuera un "hombre de negocios".

Patrañas, la gente con dinero era hipócrita.

Bebió desinteresado de su vaso de refresco, aún era menor de edad y no quería jugar al papel de adulto tomando cualquier bebida alcohólica que le ofrecieran en aquella maldita fiesta.

El bullicio de adentro le causaba jaqueca, no quería saber más de música de ambiente y conversaciones sobre bolsas de valores y vinos caros. Ni siquiera podía irse a casa porque no estaban en LaRousse. Al presidente se le había hecho buena idea hacer la dichosa fiesta de Año Nuevo en la calurosa playa de Slateport.

Lo único que quería era desaparecer.

Su Navidad había sido de las mejores, conviviendo con lo más cercano que tenía a unos amigos. Solidad, el rarito Harley y May; esos tres habían hecho de su noche algo inolvidable, pero no podía pensar en tener a algo cercano a eso estando en una estúpida fiesta en Slateport.

De cierto modo esta vez también estaba solo, sus padres se habían mezclado con la aristocracia y lo habían dejado de lado, por suerte había llevado a dos de sus pokemon consigo en contra de la autoridad de su padre.

Flygon volaba en círculos por el fresco cielo y Roserade estaba junto a él observando el firmamento. Le quitaban algo de soledad, sin embargo, seguía necesitando el afecto de personas importantes, personas con quienes tuviera qué compartir para cerrar un año más lleno de recuerdos o alegría. Lo que fuera que quitara la monotonía a esas últimas horas del año.

Drew no sentía nada. No nostalgia, ni tristeza, felicidad o emoción... nada.

Quería sentir algo, lo que fuera.

Una estrella fugaz captó su atención y la de Rosrade, quien emocionada había apuntado al cielo. Drew asintió hacia su compañera y sonrió levemente levantando de nuevo la mirada al cielo estrellado.

Suspiró al sentirse un tonto pidiendo un deseo silencioso a la estrella aunque supiera era imposible de cumplir, principalmente porque estaba pidiéndoselo a un meteoro que rodeaba la atmósfera de la tierra.

Sólo había una chica que lo orillaba a hacer ese tipo de cosas, una torpe coordinadora que era su mejor rival y una gran amiga. Ella siempre aparecía en el momento justo, incluso desde el principio. No podían culparlo si la extrañaba ahora, pues ese era otro momento en donde su compañía en serio sería maravillosa.

Tal vez era cómo nunca se quedaba sin conversación, o cómo ponía tanto entusiasmo en todo. Quizás eran sus ojos tan expresivos y brillantes que lograban contagiarte lo que ella sentía, o era su aura siempre tan alegre. No sabía que era, pero ella siempre lograba alegrar su día y hacerlo un recuerdo inolvidable.

Nunca lo admitía en voz alta, tal vez a veces tampoco lo admitía en su mente, pero el sentimiento estaba ahí y era imposible de ignorar.

―¿Qué rayos estas haciéndome, May? ―cerró los ojos y dejó caer su cabeza hacia atrás recargando sus codos en la baranda del balcón.

―Pues nada de lo que yo este enterada.

Sus ojos se abrieron de golpe.

Un Salamance volaba sobre él y en su lomo aquella castaña torpe en quien antes pensaba estaba mirándolo con una gran sonrisa.

Parpadeó un par de veces intentando saber si era una alucinación o de verdad estaba viendo a May montada sobre un Salamance.

―¿Qué haces aquí? ―preguntó al no saber cómo reaccionar, su voz era entre tranquila y anonadada.

―Pues estaba en una fiesta cerca de aquí, pero mi papá se aburrió y decidió que sería mejor venir a la playa un rato. Harley también está aquí.

Una mirada para nada sorprendida se asomó por sus orbes esmeraldas.

―¿Y eso es porque...?

―No tenía con quien pasar este día y decidió hacerme una visita cuando supo que andaba por aquí, dijo que Solidad estaba con su madre en Kanto y que se sentía solo. Mamá lo invitó ―la castaña se llevó el índice a los labios mirando hacia arriba pensativa―. No sabía que él vivía por aquí.

Él colocó su mejor expresión desilusionada.

«Sí lo sabías, es sólo que lo olvidaste» pensó, aunque eso ciertamente ya no le sorprendía. May era así, distraída y olvidadiza.

Miró al cielo con una mirada recelosa, él había pedido la presencia de la chica ahí, sí, pero tampoco había sido tan literal. Y… ¿Harley? ¿En serio? ¿Qué era eso, el precio a pagar por su deseo?

El maldito karma hacía su aparición, qué oportuno.

―También me sorprendió verte aquí ―bueno, en eso estaba de acuerdo con ella, la miró mientras que el Salamance descendía a la altura del balcón. Era una verdadera suerte que hubiera elegido un lugar lejos de los ojos curiosos de todos, un enorme Salamance seguro que haría conmoción en aquella estúpida fiesta―. Por lo que recuerdo a ti no te gustan las fiestas, ¿qué haces en una tan elegante?

Bueno, al menos ella recordaba ese detalle.

―Es una fiesta de la empresa de mi padre, él me obligó a venir ―respondió bufando.

―¿Tu padre maneja una empresa? ―preguntó ella sorprendida, él dejó su expresión neutral.

―No.

May frunció el ceño confusa, sin embargo, decidió dejar el tema estar, notando que él en realidad no quería hablar de eso. Entonces volvió a mirarlo, con sus zafiros brillando con alegría.

―Entonces… ¿quieres unirte a nuestra pequeña reunión en la playa? Yo no veo muy lindo recibir el año solo en el balcón de una fiesta en la que visiblemente no estás cómodo ―la coordinadora le sonrió persuasiva. Él ya tenía su respuesta a eso, pero decidió hacerse un poco del rogar desviando sus ojos a otro lado como si dudara―. Vamos Drew, será divertido, ¿qué dices?

Ante la expresión expectante de la chica dejó salir una minúscula sonrisa, May extendió la suya y alzó sus cejas.

Él silbó llamando a su Flygon, quien tardó sólo unos segundos en llegar hasta donde estaba.

―Tú ganas ―metió a Roserade en su pokebola y la guardó en el bolsillo de su saco, se subió a la baranda del balcón y montó a Flygon.

―¡Genial, sígueme! ―el Salamance en el que la castaña iba montada soltó una exclamación y se volvió a elevar con fuertes aleteos.

―Vamos compañero ―alentó él a Flygon, quién después de un ligero asentimiento siguió al pokemon dragón y a la entusiasta coordinadora que iba como jinete.

El viento hacía revolotear su saco, revolvía su cabello y refrescaba su cuerpo. Slateport se mantenía siempre cálido, aun en temporadas tan frías como el invierno. La verdad él estaba más acostumbrado al frío, en LaRousse siempre helaba y aun en verano soplaba una brisa fresca, por esa razón siempre llevaba una camisa de manga larga y un chaleco.

Escuchó la risa de May y miró hacia ella, quien se aferraba al cuello del Salamance que hacía piruetas y soltaba alaridos que indicaban que le alegraba hacer reír a la chica con sus travesuras aéreas.

Drew esbozó una sonrisa.

Estaba siendo ridículo en pensar en pasar sus próximos años junto a esa torpe y distraída coordinadora, sólo con la idea de hacer lindos recuerdos y estrechar su relación con ella… y tal vez con los demás. Aunque no quisiera admitirlo Harley a veces no era tan malo, era raro y demasiado molesto cuando quería, pero cuando hablaba en serio o cuando dejaba sus excentricidades de lado era una buena compañía. Hacía el ambiente divertido. Y Solidad siempre fue su amiga, tal vez no una cercana y más bien era como una hermana mayor a quien pensaba que no podría superar.

―¡Drew! ―él alzó la mirada y se encontró con los ojos de May―. ¡Es allí!

Ella señaló hacia abajo, un pequeño grupo de personas los saludaban desde abajo.

Salamance y Flygon descendieron hasta la playa, donde él pudo ver a los padres de May, a su hermano menor y a Harley.

Bajó del pokemon al igual que May, dejando que ambos volvieran a los cielos para jugar juntos.

―¡Pelos verdes! ―Harley se acercó vistiendo extrañamente decente, con un pantalón de vestir negro y una camisa blanca de botones, su cabello estaba atado en una cola baja en su nuca y dos mechones estaban a los costados de su rostro.

A sus ojos, Harley se veía extraño.

―¿Pero qué me ves tanto? No es como si fuera un bicho raro ―Harley refunfuñó por la mirada extrañada que le dirigía―. Puedo verme mejor que otros días si me lo propongo ¿saben? No tienen por qué poner cara de sorprendidos cada vez que me ven ―esta vez se dirigió a May, Max y él.

―Pero nosotros no dijimos nada ―May alzó sus manos a la altura de su mentón mostrándose inocente, sin embargo, el pelimorado siguió en su rabieta decidiendo ir hacia la costa donde Octilery jugaba junto a Cacturne―. ¿Qué mosco le picó ahora?

―Tal vez se siente demasiado solo ―comentó Max encogiéndose de hombros, May rió por el sobrio comentario.

Y él también lo pensaba, al sentirse en exceso solitario uno tiende a estar susceptible ante todo.

Max, el pequeño hermano de May, se giró en su dirección sonriente.

―Cuánto tiempo, Drew ―saludó jovial.

―Bastante, ¿cómo has estado? ―preguntó con cortesía recibiendo un simple "no me quejo" de parte del niño.

Caroline, la madre de May, y Norman, el padre de May, se acercaron para saludarlo también mientras recibían una breve explicación de cómo la castaña lo había visto por casualidad en el balcón de un hotel bastante lujoso.

«¿Casualidad?» pensó con ironía. Quizás con May Balance no existía algo tal como una casualidad, porque siempre estaba ella en el momento indicado, siempre oportuna. Eso no podía ser siempre una casualidad, estaba seguro de ello, pero decir la otra palabra era simplemente demasiado. No estaba listo para afrontar algo así como el destino.

Con los breves saludos ya en el olvido, Norman sugirió darse un chapusón en el mar. Cosa a lo que él negó en rotundo, iba a arruinar el traje y si lo hacía su madre iba a matarlo.

May insistió muchas veces y a todas él dijo que no, se quedó en la orilla viendo como incluso Harley se divertía con la familia Balance arrojándose agua salada en la cara, los pokemon se habían incluido y de hecho todo se veía muy divertido.

Miró al cielo inseguro.

«Si no te arriesgas, no ganas» ese era su lema de vida.

Supuso que un regaño de su madre no sería nada comparado a una noche de diversión que quedaría grabada en su memoria.

―¡Roserade, rose!

Roserade empujó su pierna con sus dos manos, alentándolo a caminar.

―Lo sé, lo sé ―Drew se quitó el saco y lo dejó caer en la arena, también quitó sus zapatos y lo siguiente que supo fue que el agua estaba fría.

Se unió en la diversión, un poco pasmado por la familiaridad con la que todos lo trataban. No estaba en su personalidad hacer y disfrutar ese tipo de actividades, pero las risas y las miradas de May no tardaron en contagiarlo de toda esa energía suya.

Fueron unos momentos agradables, increíbles, inolvidables. Cuando May estornudó todos decidieron que era hora de salir antes de que alguien pescara un resfriado, los pokemon ayudaron a que sus ropas se secaran creando ventiscas que los dejaron sin una gota de agua, y después Blaziken ayudó a encender una fogata para poder entrar en calor más rápido.

Se sentaron alrededor y contaron historias, chistes y platicaron amenamente. Harley hacía observaciones graciosos acerca de todo, y curiosamente había dejado de lado sus comentarios inapropiados, quizás por la presencia de los mayores.

Llegadas las doce, entre tanto ellos platicaban y la noche seguía su curso sin piedad a su maravillosa diversión, todos se levantaron para desearse un feliz y prospero año nuevo abrazándose. Los pokemon de nuevo embistieron a todos con cariñosos afectos, levantándose a los segundos para seguir conviviendo con los demás.

Drew, de nuevo, dejó el último abrazo para May, quien ya estaba buscándolo con la mirada. Lo encontró un tanto apartado de todos los demás, con las manos en los bolsillos de su pantalón y con el cabello algo despeinado. Se acercó a él y le ofreció una de sus sonrisas más brillantes.

―Feliz año nue… ―fue él quien la abrazó esta vez, tomando su mano y acercándola a él. Tal vez fue tan rápido que cortó las palabras de la castaña, pero aún así ella lo correspondió.

―Gracias ―susurró Drew en el oído de ella.

May sintió sus mejillas un poco calientes.

―¿P-Por qué? ―preguntó sintiéndose algo nerviosa.

―Por cumplir el deseo de un solitario ―la separó de él y le regaló la mejor sonrisa que pudo dibujar.

May se sintió confundida, no sabiendo a qué se refería, al final solo le regresó la sonrisa, lo miró tiernamente y volvió a abrazarlo, sin saber el verdadero trasfondo de las palabras del coordinador pero sabiendo que Drew estaba realmente feliz.

Después de eso todos volvieron a sentarse alrededor de la fogata, admirando los fuegos artificiales que nadie había notado. Venían de todos lados y ellos simplemente se dedicaban a observarlos en silencio, con una gran satisfacción en sus corazones y grandes sonrisas.

Para celebrar algo no era necesario una fiesta ostentosa, tampoco mucha gente que solamente estaba ahí para rellenar un vacío material con regalos, palabras huecas y expresiones frías, solamente se necesitaba un puñado de gente que estaba dispuesta a hacer de tu día algo apacible, acogedor y convertirlo en un recuerdo inmortal.

Para Drew ese era un buen inicio de año, definitivamente.