[One-Shot] Pokémon Go: ¡el gimnasio es mío!

Hacia un tiempo maravilloso, brillaba el sol, las calles aún no estaban atestadas y la temperatura era agradable. Sí, un buen día y buen momento para colonizar  gimnasios en el Pokémon Go.

Aura es bastante nueva en el tema, el juego se había popularizado mucho desde su salida, pero ya no se oía hablar tanto de él. La joven lo había probado cuando salió, mas su teléfono era demasiado patatófono como para soportarlo… Así que se quedó sin él.

Ahora, año y poco después de su salida, tenía móvil nuevo. ¿Adivináis lo primero que hizo? Exacto, encenderlo y configurarlo. Más tarde bajarse el juego, evidentemente.

Siguiendo con lo que estábamos, la joven Aura, castaña, ojos azules, dieciocho años, había salido a capturar Pokémons. Pertenecía al equipo Amarillo, porque casi todo lo que ella hacía era por puro instinto. Aunque mucha gente la asociaba más con el equipo rojo ya que, pese a ser una miedica en algunas cosas, siempre le echaba valor a todo… Pero ella tenía la última palabra y el Amarillo mola.

Total, que a un par de manzanas del centro de la ciudad, en una esquina no muy popular aunque si transitada, se topa con un gimnasio rojo que solo defiende un Pokémon, un Surskit con ochocientos cinco Puntos de Combate. Decidió que su Venasaur, con mil ochocientos PC es suficiente para traérselo al lado amarillo.

Una vez conquistado, sigue su camino, dejando a Skitty de guardián. Confía en que sus casi mil PC aguanten hasta que se le una más gente de su equipo. Y ella tiene que seguir reclutando Pokémons y ganando Polvo Estelar.

Lo que sí que no se esperaba era que al cabo de hora y media, cuando estaba planteándose volver a casa pues el tiempo había dejado de ser benevolente y el calor empieza a abrasar, le saltase la notificación de que Skitty había vuelto tras ser derrotada. El gimnasio no parecía de los que tenían más movimiento así que, escamada, decide volver a pasar por allí antes de ir a casa. Ella había conseguido ese gimnasio y Skitty tenía una revancha por delante.

Al llegar observó que es el equipo Azul, con un Masquerain de novecientos PC, quién la ha desbancado. Eso sí que era algo de “valientes”. ¿Habían derrotado a un Pokémon de casi mil puntos y dejaban a uno con menos? Ni de broma, colega.

Apoyada contra la pared de un edificio, revivió a Skitty y entró en combate de nuevo. No le costó mucho recuperar el lugar, por seguridad puso a su Eevee, de mil novecientos PC y esperó. Se olía que la gente de Azul podía seguir por allí.

Y acertó, a los diez minutos el mismo sujeto de antes había derrotado a Eevee y colocado un nuevo Pokémon; un Absol de dos mil PC. El personaje en cuestión se hacía llamar Drew y tenía nivel treinta y uno. Bufó, solo le sacaba tres niveles y debía seguir por allí. Eso no quedaría así, se negaba rotundamente a ello.

Al otro lado de la calle, justo donde estaba el punto del gimnasio, había un bar con terraza. Un dos por uno, decidió. Entró al local y se encontró con una ambientación hawaiana insuperable, todo decorado como si fuese una playa, con arena, palmeras, antorchas (falsas, gracias a dios) y cocos. Incluso los uniformes de los trabajadores consistían en la típica y ridícula camisa hawaiana rosa de flores de turista en película, pantalones verdes que intentaban ser faldas de hojas y sandalias. Parecía que los novatos tenían que llevar corona de flores. Aura no pudo evitar acordarse del clásico de Disney: Lilo & Stitch.

En fin, pidió un zumo tropical con piña, mango, papaya y plátano que servían en un coco cortado por la mitad, con sombrillita y pajita de colorines. Le indico que se sentaría fuera y él señor asintió, serio. ¿Por qué el uniforme le quedaba bien pese a ser una persona tan sería? No lo entendía.

La terraza estaba medio vacía, no como el local, que se ganaba a la gente gracias al aire acondicionado. Siendo sinceros, Aura también se habría quedado dentro, pero la señal era pésima y ella tenía una misión, tocaba apechugar. Al menos había sombrillas de paja y tanto las mesas como las sillas eran de mimbre y no de metal, como era costumbre.

Se sentó en una de las alejadas, móvil en mano y echó al tal Drew de nuevo. Había demasiadas posibilidades de que aquel contrincante siguiese por la zona, pensaba tomarse su tiempo para asegurar aquel lugar para su equipo. Total, tampoco tenía mucho que hacer en casa… No tenía Pokémons que superasen los dos mil puntos, pero tampoco los necesitaba, con derrotarlo era suficiente y podía retarle cuantas veces quisiese. A terca no le ganaba nadie. Beautifly, con mil novecientos noventa y ocho puntos era una apuesta segura.

Se equivocó. Cuando llevaba la mitad de la bebida, estaba siendo lenta a propósito, fue derrotada y un Butterfree con sus mismos puntos ocupaba su lugar. Evidentemente, del tal Drew. Respiró hondo y volvió a la carga, esta vez dejando a Wartortle, que aunque tenía menos PC, tenía más vida y mejor defensa que los demás. ¿Sería suficiente?

Al parecer, no lo era. El muy desgraciado se había guardado un as en la manga: un maldito Flygon. ¿Se podía ser peor? Seguro que sí. En fin, la cosa quedaba en manos de su Pokémon con más ataque y vida que el resto: Munchlax.

—¡Ajá! —No pudo evitar saltar de alegría, levantándose de la silla, al ganar el combate. —A ver con que sales ahora Drew…

No sé dio cuenta de que había hablado en voz alta hasta que escucho una risa a su espalda. Se giró rápidamente, con las mejillas encendidas de vergüenza, y se encontró de cara a un chico peliverde que la miraba con superioridad y una sonrisa engreída en la cara. Tras unos segundos de espera arqueó las cejas, haciendo inevitable que se fijase en sus ojos esmeraldas. Haciendo un mohín, pillada en falta, volviendo a sentarse, esperando por si aquel extraño decidía hablar.

—¿Deduzco entonces que tú eres Aura?

Entonces fue su turno para mirarle con las cejas alzadas, sorprendida, ¿cómo es que conocía su nombre? Su cara debía de ser un poema, porque él volvió a reírse con descaro.

—No es que seas una lumbrera ¿eh? —Eso la molestó, mucho. Estaba cogiendo aire para echarle la bronca con tono airado cuando él señaló su teléfono y exhibió su iPhone como si eso fuese toda la explicación que necesitase hacer.

Y, en realidad, lo era. En su pantalla se veía un mapa simple de la ciudad con un personaje masculino en 3D en él, al lado de un gimnasio vacío. Con la tontería aún no había puesto a un nuevo Pokémon. Se le desencajó la mandíbula.

—¿Tú eres Drew? —la voz le salió algo chillona y le señaló con el dedo.

—Eso es de mala educación —apuntó mientras se cambiaba a su mesa y se sentaba frente a ella.

—¡Reírse de alguien en su cara sí que es no tener modales! —cruzó los brazos para dejar de armar alboroto y le miró con el ceño fruncido. —¿Por qué te has sentado?

—Porque sí. —Se sacudió el cabello como un divo del pop. Aura no entendía nada. —Solo tengo curiosidad, es la primera vez que coincido con alguien del equipo Amarillo. Y eso que se supone que es el más popular… Aunque el Azul es mejor.

—¿Perdona? —Estaba perpleja. ¿De dónde diablos había salido aquel tipo y por qué se metía con su equipo? «Las rarezas de una en una, por favor.»

—Solo digo, ¿qué tiene de bueno lanzarse de cabeza a hacer las cosas sin pensar? Es estúpido.

—¡Mi equipo no es así! —Golpeó la mesa con las manos, levantándose airada y atrayendo, sin querer, las miradas de algunos transeúntes. Además de aumentar su sonrisa ladeada e irónica, estaba actuando justo como los había descrito. ¡Qué rabia! Se dejó caer en la silla, fulminándole. —No lo somos.

—Puede ser —Encogió los hombros, dándole un sorbo a su té helado, sin darle la razón y sin quitársela, a pesar de que sabía que la descripción hacía más referencia al equipo Rojo que al Amarillo. Quería ver cómo reaccionaba, aquella chica era interesante y hacerla rabiar era divertido. Mentiría si dijese que no se había fijado en ella cuando estaba parada frente al bar recuperando el gimnasio. Pero nadie tenía por qué saber aquello, sobre todo ella. Al parecer, ella decidió probar un enfoque distinto al de defenderse. Eso era un punto a su favor, sabía moverse.

—Pensarlo todo es aburrido. —Farfulló, consiguiendo su atención y otra ceja alzada levemente. —Es decir, si no pasas a la acción… Pierdes tu oportunidad. —Acabo con una pequeña sonrisa.

Entrecerraron los ojos y pasaron a un duelo de miradas. No tenía pinta de que fuesen a llevarse bien. Aun así, las apariencias engañan y hay un dicho muy conocido: el enemigo de mi enemigo es mi amigo.

—¿Qué estás haciendo Ash? —la voz femenina sonó de fondo en su duelo y no le prestaron atención hasta que llego la respuesta.

—Recuperar mi gimnasio.

Automáticamente ambos bajaron la vista y vieron que el gimnasio era rojo y gobernaba en él un Pikachu de diez mil PC con un jugador de nivel noventa. Gruñendo, se mirarón y extendieron la mano a la vez:

—¿Tregua? —El apretón dio paso a un nuevo estado, una alianza contra el equipo Rojo, porque aquel lugar era de ellos y de nadie más. Y todo lo que conllevase aquello… Bueno, eso es otra historia.