[OS]Nunca combines el invierno con caramelos

“Ahh… ¡Quiero algo dulce!” Fue el pensamiento de May ese instante.
Nevaba, la nieve cubría cada centímetro de suelo de la ciudad como una gran manta. Sus ropas rojas y negras, así como su cabello castaño (Que ahora llegaba a su cintura) eran envueltos en capas de escarcha blanca y helada.

“Tan blanca…Como las sábanas de la cama de mis padres… Hace que me sienta un ácaro”

Hacía tanto frío que se abrazó a sí misma, a pesar de llevar tres abrigos sobre ella la temperatura era demasiado baja para su gusto, apresuró su paso, si se apuraba podría prender la calefacción y prepararse un chocolate caliente, se daría dos gustos después del día tan cansado que tuvo.

- ¡Casa! – Dio un portazo más alto que su grito y corrió a acurrucarse en el sillón principal de la sala (No sin antes tirar los abrigos a la entrada), frente a éste había una mesita estilo japonés, a sus costados los sillones individuales y por último pegado a la pared y en el centro un plasma de cincuenta pulgadas sostenido por su respectivo mueble con gavetas y puertas de vidrio cuadradas – Ah… Más blanco… - Cayó en la cuenta de que a sus padres realmente les gustaba ese color.

Ese día había salido con su familia, compraron todo lo que necesitaban y lo que no. Sus tres familiares: Madre, padre y hermano, se habían ido de vacaciones para esquiar en las montañas, así que los acompañó hasta la estación para despedirse, sería una semana sin verlos. Por desgracia para ella no los pudo acompañar ya que aún tenía proyectos escolares por culminar y no es que fueran unas vacaciones prolongadas, justo la semana siguiente debía de regresar a la cárcel donde corrompían almas y pensamientos inocentes: El colegio. Aún a la edad de dieciséis prefería aventuras fantásticas al estudio.

Escuchó el ruido del timbre, se levantó perezosamente y miró por la mirilla para saber de quién se trataba. Bufó al reconocer a su compañero de clases y amigo de la infancia, aquel cabello esmeralda era inconfundible, peormente cuando llevaba sus colores favoritos en su ropa: Lila, verde y negro.

- ¿Qué ocurre Drew? ¿Cómo así por aquí? – Preguntó al abrir la puerta. Como le había prometido a aquella persona que tenía enfrente nunca iba a recibirlo en su casa con una sonrisa ¡Nunca!

El muchacho pasó sin pedir permiso, se quitó la campera lila, descubriendo su polo negro; dejó una funda en el mesón de la cocina para finalmente terminar en frente del televisor.
Miró a los zafiros de su amiga y preguntó con una sonrisa:

- ¿Puedo pasar?

- Ya estás adentro – May se dirigió hacia la funda - ¿Qué es esto?

- Son unos dulces nuevos que han salido, mis hermanas me los pidieron y no tuve más opción que comprarlos.

- Entonces ¿Qué haces aquí?

- Empezó una tormenta, no pienso ir a casa en esas condiciones – May frunció el ceño y echó un vistazo por la ventana, antes no había visto nada pero ahora por arte de magia, allí estaba cayendo una tormenta; como si un deseo se hubiera cumplido en mal momento. Suspiró y lo dejó estar – Veo que no hay nadie en casa – Drew miró de un lado a otro hasta siguió las escaleras, pero nada, tampoco había algún otro ruido que no fuera de él, el televisor o May preparando algo en la cocina.

- Se fueron de vacaciones – May se sentó a su lado dejando dos tazas con chocolate caliente en la mesita, ella no esperó mucho para empezar a disgustar de lo que mejor sabía hacer.

Drew se levantó y regresó con la funda, sacó unas cuantas golosinas envueltas todas llenas de colores y con figuras de pokémon en ellas, volvió a su lugar y solo siguió con un: “Puedes comer”
May sonrió.

- Me recuerda a cuando veía esto en la tele ¿Aún lo transmiten? – Comió el que tenía a un pequeño Skitty – Fresa…

- Eso dicen, no estoy seguro – Él en cambio prefirió el de Roselia - ¿Qué mezcla es ésta? – Había degustado tres sabores en uno, sus hermanas le habían contado que eran sabores exóticos la mayoría de estos dulces, pero nunca pensó que tanto.

- Sabor… - Pidió May mirándolo detenidamente.

- Limón, chicle y ¿Tomate? – La chica al lado de él empezó a reír a carcajadas – No es gracioso – Le dio un pequeño jalón de orejas. Eso le hizo recordar que de pequeños se peleaban más, no quiere decir que en la actualidad no fuera el caso, pero había momentos como ese cuando podían disfrutar de la compañía del otro.

- Eso duele – Se quejó con pucheros y luego rió – Veamos a qué sabe el siguiente – Esta vez fue el de Blaziken, pensó que como tenía rojo tal vez también le tocaría un sabor estilo tomate pero no fue nada como lo pensó. Se llevó su mano a la boca y cerró los ojos con fuerza.

- ¿Qué pasa?

- Pica… - Sus ojos zafiro empezaron a lagrimear; su compañero lo sabía, ella podía comer mucho pero si había algo que no soportaba era la comida picante, pero ésta vez se estaba esforzando por comerlo, seguramente no lo quería desperdiciar.

- Parece que no hay otro Blaziken por aquí – La miró burlón. Ella negó tratando al menos de masticar sin éxito. Drew suspiró, le iba a decir que lo botara, pero se arrepintió sabiendo que no lo haría, siempre era tan terca. La vez pasada fue lo mismo... por intentar soportar algo picante cayó enferma – Entonces… - Acercó su rostro al de ella de manera rápida, la obligó a abrir la boca usando sus manos y luego le arrebató aquel caramelo haciendo uso de su lengua. Se separó de ella y quedó pensativo – Es verdad, pica… - Lo masticó sin mayor problema. Volvió su mirada a la castaña, estaba toda ida y roja; gracioso, no hace mucho había probado algo con sabor a tomate – Me quedaré hasta que pase la tormenta, descuida no haré nada raro desde ahora.

May solo cogió otro caramelo y se lo llevó a la boca sin dejar el tono carmesí en su rostro.

“Ya no hay más de Blaziken… ¿Eh?”