[ONE-SHOT] Lecciones de vuelo

―C-Creo que no estoy haciéndolo bien…

Drew estaba encontrando muy difícil mantener una cara seria. Esto definitivamente no estaba en sus planes cuando decidió hacer una pequeña parada en Ciudad Fortree, pero definitivamente estaba valiendo la pena haber arruinado su itinerario.

Se suponía que Fortree iba a ser solo una parada rápida en su camino al concurso de Ciudad Lilycove para reabastecerse de pociones y bayas para sus pokeblocks, no le tomaría más de una hora hacer sus compras y seguiría con su camino a Lilycove, manteniendo el paso llegaría al anochecer. O ese era el plan, hasta que cierta chica de bandana roja se cruzó en su camino.

Drew empezaba a preguntarse si alguna vez tendría un encuentro normal con ella, May parecía cargar con un imán para lo bizarro, un mal hábito que adquirió de viajar con Ash sin duda.

Drew notó la bandana roja por el rabillo del ojo ni bien puso un pie en la ruta 119. May estaba junto al lago de las afueras de la ciudad tratando —y fallando miserablemente— de montar un hermoso Altaria. Su sorpresa inicial rápidamente se convirtió en diversión cuando la vio perder el equilibrio y caer del Pokémon. ¿Qué estaba haciendo?

La observó tratar de mantenerse sentada sobre el lomo del Pokémon sin éxito por varios minutos, tratando de contener una sonrisa cuando su frustración la llevó a tirarse al suelo y patalear como una niña pequeña. Cuando le dijeron que Fortree tenía vistas increíbles por estas épocas del año, Drew no creía que se referían a esto, pero él estaba disfrutando de la vista de igual modo.

Pero Drew era un alma piadosa, por lo que después de sentirse satisfecho con el espectáculo decidió tocarse el corazón y darle una mano. Por supuesto, May no tomó bien saber que Drew la estuvo observando hacer el ridículo.

—¿Necesitas una mano? —había dicho él, separándose del árbol que había usado como apoyo para disfrutar del show.

—¡D-Drew! ¿Cuándo… cuánto tiempo llevas ahí? —había sido la respuesta de ella, sus mejillas sonrojándose furiosamente.

—El suficiente —Drew se encogió de hombros casualmente y May se cubrió la cara, mortificada. Esta vez una pequeña risa consiguió escapar de sus labios antes de que Drew pudiera detenerla, luego señaló:—Lo estás haciendo mal.

—¡Si te vas a burlar- —May empezó, pero Drew alzó una mano para interrumpirla.

—Si sigues tratando de subirte en Altaria de esa manera terminarás lastimándola.

—O-Oh, ¿en… en serio? —la ferocidad abandonó el tono de May y dirigió una mirada preocupada a su Pokémon. Altaria agitó las alas, negando con determinación, como diciéndole a su entrenadora que no se preocupara por ella, pero por supuesto que eso no iba a detener a May de hacerlo—. ¿Qué estoy haciendo mal? ¿Cómo puedo subir en ella sin lastimarla?

Y así fue como terminaron en esta situación. En retrospectiva, Drew debió haber previsto que enseñarle a May a volar no iba a ser fácil.

Después de mostrarle la forma debida de montarse en el dragón, el siguiente problema era que se quedara ahí.

—Drew, no sé si esto me sigue pareciendo una buena idea... —May le dirigió una mirada insegura y su sonrisa se tornó temblorosa. Drew se mordió el interior de la mejilla para evitar reírse mientras la veía pelear por mantener el equilibrio en el lomo de Altaria —quien volaba apenas a un metro del suelo, si le permitían señalar.

Drew prácticamente podía ver la energía nerviosa que May liberaba, su miedo a caerse del Pokemon era la principal razón por la que le estaba costando tanto mantener el equilibrio. Altaria podía sentir el nerviosismo de su entrenadora e intentaba mantenerse lo más estable posible para tratar de calmarla, pero May parecía no poder quedarse quieta.

—Estás demasiado tensa May, tienes que relajarte.

—¡Si supiera cómo hacer eso ya lo habría hecho!

Drew suspiró y se llevó una mano a la frente. Esto no estaba funcionado, tal vez lo que May necesitaba era una demostración. Demonios, si tan solo Flygon estuviera aquí y no en casa con su padre. Qué remedio, tendría que improvisar.

—De acuerdo, Altaria bájala por favor —el Pokemon regresó a la tierra y May por fin dejó de moverse. Drew se acercó a ellos y colocó una mano en el costado del Pokemon, dando un par de palmaditas gentiles mostrando un poco de apoyo. Altaria respondió con un suspiro agradecido—. Volar es como pelear, May. Tienes que estar en sintonía con tu Pokemon o jamás podrás mantener el equilibrio, debes confiar en que Altaria no va a dejarte caer. No dejarás que eso pase ¿cierto, Altaria?

El Pokemon giró su cuello para enfrentar a su entrenadora y negó con la cabeza con determinación. May observó a su Pokemon y atrapó su labio inferior entre sus dientes, todavía un poco insegura.

—¿Pero y si me equivoco?

Drew la miró a los ojos con confianza y permitió que una pequeña sonrisa alentadora se formara en sus labios.

—No lo harás, solo respira profundo y confía en Altaria.

May tragó y dejó salir un suspiro tembloroso, pero asintió decidida. Cerró sus ojos, inhaló profundo y dejó salir el aire lentamente, cuando los abrió de nuevo Drew pudo ver esa determinación característica de ella asomarse. Ah, ahí estaba la verdadera May.

—Okay, podemos hacer esto. Confío en ti, Altaria —May acarició el cuello del dragón con afecto y el Pokemon respondió agitando las alas, contenta. Drew sonrió y dio varios pasos hacia atrás, satisfecho.

—Bien, ahora inclínate un poco hacia adelante y sostente de la base del cuello de Altaria, pero no pongas demasiada presión en tus manos, de ese modo no le harás daño —instruyó. May asintió e hizo exactamente eso, su agarre en Altaria firme pero gentil—. Genial. Ahora elévala un poco, Altaria.

El Pokemon comenzó a agitar sus alas despacio, elevándose apenas un poco del suelo. May apretó su agarre en Altaria, pero repitió en voz baja que confiaba en su Pokemon y lentamente liberó la tensión de su cuerpo.

Drew, viendo que May ya no estaba teniendo problemas con su equilibrio, decidió que podían pasar al siguiente paso.

—Llévala un poco más alto, Altaria.

El Pokemon así lo hizo, batió sus alas un poco más rápido y dejó atrás la zona segura, elevándose varios metros del suelo a un ritmo estable y constante.

—¡Woah, woah, espera! —May entró en pánico y se inclinó más, casi abrazando el cuello del Pokemon. Esta vez Drew no pudo contener la risa, el pánico en el rostro de May era demasiado divertido—. ¡No es gracioso, Drew!

—Sí, lo es un poco —May resopló y Drew se permitió reírse un poco más. Incluso desde donde estaba Drew podía ver que May había cerrado los ojos con fuerza y se aferraba al dragón como si la vida se le fuera en ello—. Confía en Altaria, May. Nada va a sucederte.

—¡Lo sé! Lo sé, confío en ella, es solo que... —su voz se apagó, insegura. Drew rodó sus ojos y con un gesto de su mano le pidió a Altaria ir más alto. El Pokemon lució un poco dudoso, pero al final cedió y voló más alto. Pronto, May y Altaria habían dejado atrás el bosque.

Desde el suelo, Drew podía ver que el sol ya había comenzado a ponerse y las nubes habían tomado un color arrebol. Desde esa altura probablemente tenían una gran vista de la ciudad entera e incluso más allá, hacia la cascada que estaba más adelante en la ruta 119 y el Instituto Meteorológico. Estaba seguro de que a May le encantaría ver eso.

—Abre tus ojos, May —gritó, sin darse cuenta de la media sonrisa tirando de sus comisuras. Drew la observó despegarse lentamente del cuello de Altaria y podía imaginarla abriendo un ojo con precaución, luego el otro, y lo siguiente era...

—¡Wow! Esto es... ¡Drew, esto es hermoso!

Drew rio por lo bajo, sabía que May iba a amarlo. Ella era fácil de impresionar.

—¿Lo ves? Te dije que no hay nada que temer —se movió el flequillo con solo un poco de autosuficiencia, e incluso con la distancia entre ellos pudo escuchar el bufido de May. Para esconder su sonrisa, Drew dio su última orden—. Da unas cuantas vueltas, Altaria, después regresen a tierra.

Y tras esas palabras, el Pokemon soltó un rugido y aceleró, arrancando un pequeño grito de sorpresa de May, el cual fue inmediatamente seguido de una risa alegre. Al parecer el miedo había quedado atrás y May de verdad había empezado a disfrutar de la experiencia.

Desde abajo, Drew las observó divertirse dando vueltas en el aire y entre las nubes, disfrutando del viento en sus rostros. La risa de May era contagiosa y él se encontró sonriendo también. Observó cómo el cabello de May se mecía con la brisa, cómo los colores del atardecer iluminaban su perfil y hacían brillar su silueta. Se preguntó cómo esa bandana se mantenía en su sitio.

May lo atrapó mirándola y le sonrió, una sonrisa grande y sincera, sus ojos se arrugaron en las esquinas y su nariz se frunció ligeramente. Drew de pronto sintió que le faltó el aire.

¿Huh?

Frunció el ceño y se llevó una mano al pecho, pero no sintió nada extraño.
¿Qué había sido eso?

―Oye, Drew ―May lo llamó. Él parpadeó un par de veces y alzó la mirada, ojos azules lo miraron desde la altura, cálidos y brillantes. Drew tuvo que aclararse la garganta antes de poder hablar.

—¿Qué sucede, May?

―Gracias —May dijo, sus mejillas sonrojadas por el viento y la adrenalina, sus ojos atrapando la luz del atardecer. Drew sintió algo curioso removerse en su estómago y sus orejas de pronto se sentían calientes. May dio unas palmaditas en el lomo de Altaria, indicándole que regresara a la tierra para deslizarse por su lomo—. No puedo creer que estuve a punto de darme por vencida, esto es asombroso. Así que… gracias, Drew, por no dejarme rendirme y por sacrificar tu tiempo para enseñarme.

De vuelta en el suelo, ella volvió a sonreír, incluso más brillantemente que antes, y Drew encontró difícil seguir sosteniendo su mirada y respirar al mismo tiempo. En respuesta, Drew resopló levemente y se removió el flequillo, pero no como usualmente lo haría. El gesto le resultó ajeno, incluso... tímido. Se alejó la mano del pelo y decidió ponerla en su bolsillo. ¿Qué le pasaba hoy?

―Ah… No - No tienes nada que agradecer —Drew tuvo que aclararse la garganta a media oración porque su voz había subido una octava de la nada. Un ligero calor le subió a las mejillas por el desliz—, fue tu esfuerzo el que…

—¡Oh, por favor! Ambos sabemos que la modestia no es tu estilo —May lo interrumpió, golpeándolo ligeramente en el hombro. Drew murmuró un «auch» que May ignoró y se sostuvo el área golpeada. May tenía más fuerza de la que ella misma era consciente—.¡Ya sé! Como agradecimiento te pagaré la cena, leí que en el centro hay un restaurante de pasta increíble. Te prometo que no te arrepentirás, ¡vamos! ―May sonrió por tercera vez y lo tomó del brazo, comenzando a arrastrarlo con ella.

Drew sintió una especie de corriente eléctrica recorrer su brazo en cuanto May lo tomó y casi lo hizo saltar. Miró confundido hacia la unión de sus brazos y tragó saliva con dificultad. ¿Estática, tal vez? ¿Entonces por qué sentía de nuevo ese extraño revoloteo en su estómago? ¿De dónde venía el calor que estaba sintiendo en su cara?

May seguía parloteando sobre pasta y restaurantes mientras lo arrastraba por el bosque, pero Drew no estaba realmente escuchando. Lo único que veía eran sus labios moviéndose, su cabello meciéndose con la brisa, sus ojos brillando a la luz del atardecer, el calor de su brazo rodeando el de él…

Oh.


Oh.

Oh, no.

Esto definitivamente no estaba en su itinerario.