Lo siento...

Nunca sabrás cuanto lo siento, nunca…


Nunca sabrás cuán especial eras para mí, nunca, porque no fui capaz de decírtelo y si quiera de saber demostrártelo. Por todo eso y muchas cosas más, lo siento.

Siempre que te veía me sacabas una sonrisa, incluso hoy en día sigo sonriendo aunque tú no me mires, una sonrisa, a veces, un tanto amarga al recordar aquellos tiempos que pasamos juntas y que sólo se han quedado en un bonito recuerdo.

Siempre estabas conmigo, te tuve más confianza de la que le llegue a tener a nadie, y sólo hoy puedo ver el daño que puede hacerte alguien tan especial. Solo tú conocías mis secretos. Ojala pudiera cambiar todo aquello que hice mal, enmendar gran parte de mis errores.

Tú siempre me aceptaste tal cual era, aún no teniendo más que defectos.

Tres años, fueron tres años en los que pensé que seguirías siendo igual de especial para mí. Debí de darme cuenta mucho antes de todo lo que debí haber cambiado.

No fue culpa tuya, cada vez que miro atrás, le doy vueltas al asunto, no puedo evitar percatarme de todos mis errores, que en su tiempo fueron fáciles de arreglar, y que por estar tan ciega deje pasar.

Nunca sabrás cuanto me gustaría tener el valor suficiente para al menos intentar arreglarlo, decirte lo que pienso, la de veces que te he necesitado, las que he echado en falta nuestras conversaciones…

Te consideré mi mejor amiga durante tanto tiempo que aún me parece mentira haberte perdido…

Recuerdo aquel momento, sigue tan vivo en mi interior, aquella punzada y esas ganas de llorar tan solo al leer aquel mensaje: “Nos hemos distanciado”. En el fondo ya lo sospechaba, pero yo rechazaba esa idea por miedo. Cuando lo vi tan claro, se me partió el corazón. Cada vez que te veo intento imaginar como habría sido de diferente este último año si lo hubiera pasado contigo a mi lado.

Te respondí, todo ese miedo se extendió rápidamente, esperé paciente: pero no hubo respuesta. Volví a preguntar, me froté los ojos, limpiándolos parcialmente. Tampoco recibí respuesta. No quería aceptar que lo que tanto había temido se hiciera realidad, notaba como poco a poco nos fuimos alejando sin quererlo, y yo no hice nada.

Hoy día, cuando te veo con ellas, no siento odio o envidia, siendo sincera, me alegro mucho por ti, compartís gustos, tenéis más cosas en común, sé que son simpáticas, agradables. Espero que ellas sean mucho mejores compañeras y te cuiden mejor que yo, porque aunque no lo sepan han ganado una gran amiga.

Incluso ahora, que para ti soy sólo una simple conocida, cuando hablan a tus espaldas, lo desmiento, pues quiero pensar que ellos no te conocen de verdad, ni la mitad de lo que yo llegué a hacerlo, y quiero seguir quedándome con lo mejor de ti.

Sé que hice muchas cosas mal, y espero, aunque haya sido a un precio tan alto, al menos haber aprendido a cuidar de las personas que están a mi lado y de verdad merezcan la pena.

Por todas esas cosas y más, lo siento…
Andrea


La amistad es un tesoro que todos nosotros debemos cuidar.
Porque no se sabe lo que se tiene hasta que se pierde.