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Spin-off Rollers!
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Re: Spin-off Rollers!
Título: [Multi-Roll] OC Project 2020
Género: Variado.
Personaje o Parejas: Zoe, Ryan, Bryce, Selene, Emma, Matt, Zack, Cris, Fawn, Eric, Knight.
Sinopsis: Todo inició con un simple "Vamos a dibujar bocetos de mis personajes utilizando esta plantilla" y evolucionó a un "¡VAMOS A CONVERTIR ÉSTO EN UN PROYECTO GIGANTE, YAY!".
Género: Variado.
Personaje o Parejas: Zoe, Ryan, Bryce, Selene, Emma, Matt, Zack, Cris, Fawn, Eric, Knight.
Sinopsis: Todo inició con un simple "Vamos a dibujar bocetos de mis personajes utilizando esta plantilla" y evolucionó a un "¡VAMOS A CONVERTIR ÉSTO EN UN PROYECTO GIGANTE, YAY!".
Última edición por Cris el Lun 26 Ago - 18:35, editado 1 vez
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Cumpleaños!! : 09/07/1997
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Re: Spin-off Rollers!
Título:[Lumina] Nada concreto.
Género: Romance.
Personaje o Parejas: Rayphie.
Sinopsis: ¿Qué ocurrió después de los acontecimientos de Lumina? Este es un día normal, de personas que aun siendo salvadores, prefieren pasar inadvertidos.
Creo que como final cerrado… Queda (????
PD: Corregido porque tengo diarrea verbal (?
Género: Romance.
Personaje o Parejas: Rayphie.
Sinopsis: ¿Qué ocurrió después de los acontecimientos de Lumina? Este es un día normal, de personas que aun siendo salvadores, prefieren pasar inadvertidos.
- Spoiler:
- Nada concreto.
Sophie, aun contra el tiempo, pudo llegar al lugar acordado con media hora de retraso, que no la hacía la más puntual pero al menos la responsabilidad de llegar, estaba. Se había distraído con un manga curioso, descubierto la noche anterior, que hasta últimas horas relajantes del día presente la hicieron entrar en un ciclo de: "El último y ya". Al observar su reloj de muñeca, pudo comprobar la hora, y así mismo hizo con su escenario, comprobando que su acompañante era más impuntual que ella.
Sabía que como persona responsable y adulta, el haber llegado tan tarde era una completa falta de respeto, razón por la que podía empezar a practicar en su cabeza el cómo le reclamará después. Típicamente era al revés, por lo que estar de ese lado del charco era mucho más satisfactorio. Aunque aceptaba muy a su pesar que agradecía su retraso.
Dentro del mall encontró un lugar frente a la entrada y tomó asiento en un banco metálico mientras su pensamiento volaba fuera de esa realidad, tiempo de calidad interrumpido a los cinco minutos, cuando algo ligero y frío se instalaba sobre su coronilla, era claramente un fondo de vaso, de material tan bajo que la condensación no había tardado ni un segundo en hacer paso a su castaña cabellera.
Observó a un costado y se encontró con la mirada juzgadora de Rayne, como si hubiese hecho algo malo y que debía de creérselo o le iría mal. Regresó a la realidad y antes de poder decirle palabra, él se adelantó al regaño que tanto había preparado arruinándolo por completo.
- Tardaste mucho. - Escuchó una voz tan aburrida que contagiaba su expresión y postura, haciéndolo ver como una pobre alma sin retorno de lo que era la zona de espera. El chico tomó asiento a su lado, mientras que ella, como si no hubiese entendido el mensaje en los primero segundos, pensó en lo extraño que era verlo sin la típica chaqueta negra que le otorgaban sus pintas de desempleado; en su lugar, había una simple camisa azul remangada acompañada por unos jeans, pareciendo lo que nunca fue en la vida: alguien normal. Para ella que lo conocía era casi una revelación y al mismo tiempo le irritaba, no porque se viese mal, sino porque se tomó la molestia de vestirse acorde para no pasar como desconocidos, con una blusa negra de motivos musicales en conjunto a una chaqueta jean y vaqueros del mismo material, mas, ya arruinada la intención, lo único referenciable a ser amigos era que ninguno de los dos había puesto algún esfuerzo real en su cabello, se notaba que solo había sido pasar el peine.
- Lo siento. Cuando me di cuenta era tarde. - Dijo y observó hacia arriba donde todavía estaba el helado de moccachino, por fuera parecería que intentaba molestarla, pero no era el caso cuando su adoración por el frío era un nivel completamente diferente al de cualquiera. Tomó el vaso con una mano, él lo soltó en ese momento, aún quedaba más de la mitad, por lo que lo empezó a beber sin intenciones de soltarlo, dejando en claro que el calor de afuera no era nada agradable.
- Es mío. - Le jaló la mejilla con resentimiento en su rostro, ella apenas y se quejó sin hacer caso.
- Lo siento por dos. - Sonrió aguantando la risa que le dio su expresión de simio con rabia, Rayne la soltó y suspiró al saber de primera mano que era un mocaccino perdido. - Está rico. - Le dio un giro al vaso buscando por la marca tatuada, encontrándose con una desconocida.
- Es nueva. - Explicó, y señaló hacia el piso superior, al que le había dado una vuelta completa, había tenido tiempo para hacer una lista mental de lo que compraría en un futuro. - Parece que no lleva ni una semana.
- Ya veo.
Antes de terminar el helado, Sophie recordó que en el viaje con sus compañeros, Rayne les contó que eso de encontrar lugares de calidad era casi hereditario; mientras su madre era excelente al buscar ropa y maquillaje, su hermano mayor, Naín, encontraba sin esfuerzo alguno los lugares con los químicos más raros y peligrosos que pudiesen existir en media ciudad, y algo había dicho del menor pero no quiso dar más detalles además de que era un inútil. Por otro lado, él era bueno encontrando comida, y eso lo hacía quedar como un glotón, a pesar de no serlo.
- Que sepas que me debes uno. - Se levantó al imitarla, necesitaba un bote de basura, por el que tuvieron que caminar pocos metros. Era una pena deshacerse del vaso por su diseño, pero tampoco era como si se tratase de algo tan relevante para llevarlo a casa y terminase ocupando el espacio que necesitaba.
- Me muestras el lugar y me lo pienso. - Le dijo antes de llegar a las escaleras. Él le empezó a poner condiciones por simple fastidio que fueron desechadas casi al instante.
Tres días antes, Sophie había regresado de un campeonato de patinaje sobre hielo, todos se reunieron para celebrarlo, pero Rayne no pudo asistir, pues coincidió con el aniversario de fallecimiento de su padre, cosa que él excusó como el día en que su madre lo llevó a recorrer la ciudad como burro de carga para las bolsas debido a un viaje de último momento, algo que no era mentira, pero tampoco tan radical.
Razón por la que la estaba compensando al llevarla a ver el pre-estreno de la tercera entrega de una de sus sagas favoritas; Al principio, Sophie se había negado al no creerlo necesario, peormente si lo veía como una mera compensación, pero cuando se lo presentó como un regalo por su logro, no pudo oponerse.
Al principio, la mayor duda fue si el plan incluía a Iori y Emma, quienes nunca fueron mencionados en el chat privado.
En una lógica típica, le hubiese preguntado a Emma si los quería acompañar, teniendo un plan base para los cuatro Alma Lumen, sin embargo, Sophie se lo meditó tanto que llegó el día de ayer y ya no quiso decir nada. Se excusó a sí misma con el pensamiento de que era demasiado tarde como para hacer caer en cuenta a Rayne de ello, y si él no tenía razones para quejarse, ella tampoco para importunar su invitación, a pesar, de saber que el mencionar a Iori lo haría más que feliz, y aunque no quería sentirse culpable por lo uno o lo otro, lo hacía de manera inconsciente, algo que no salía a relucir gracias a que hasta ese momento donde estaban comprando otro batido (del que robó una parte como lo justo) él no mencionó nada de nadie, ni tampoco parecía esperar por nadie más, afirmando que no estaba tan equivocada.
La hora propuesta por el cine era tan tarde que la mayoría de locales se habrían cerrado para ese momento, siendo el por qué decidieron estar horas antes y divertirse, más que nada, platicando sobre cualquier cosa, especialmente la participación de Sophie; y en los juegos de arcade ubicados en el tercer piso.
El ambiente del arcade era ruidoso, pero lo suficiente ameno para compartir una charla estando a un metro de distancia. Probaron varios juegos, monopolizando los competitivos, y dando oportunidad a pocos grupales al querer ganar puntos para reclamar algún premio después.
Al salir victorioso del juego de shooting, ya sea por experiencia o por pura suerte, Rayne, necesitaba usar el baño, y dejó sola a Sophie después de decir: "Voy a polvear mi nariz".
Cuando regresó la encontró rodeada de un pequeño grupo de personas que la reconocieron y le pidieron fotos y autógrafos, así pasó más de media hora en la que él tuvo que esperar más. Se quedó recostado a una pared cerca de los juegos de carreras, a una distancia que lo importunara al grupo ni a sí mismo y que le permitiese ver sobre las cabezas del mismo. Un momento perdió el foco y se distrajo con cualquier cosa que cruzase su mirada, hasta que escuchó, muy cerca, cierta conversación indebida sobre su amiga. Normalmente no haría nada por ello, no había porqué y hacer un escándalo inútil no era su estilo. Mas, por coincidencia, unas jóvenes se acercaron a preguntarle prácticamente cualquier cosa, algo que lo absolvió de cualquier culpa sobre lo que ocurrió después: Los jóvenes charlatanes poseían latas de bebidas carbonizadas recién compradas, mismas que se destaparon de la nada junto a un salto del contenido que reventó en sus caras y ropas, terminando en manifestaciones de molestia y agravios del uno contra el otro.
Luego de despedirse de las jóvenes, el rubio se acercó a Sophie, su sesión de dar y recibir amor de famoso había acabado, y le tomó la mano antes de ir a las escaleras para subir al salón de bolos. Pero ella no estaba sorda, y sabía cosas que las personas alrededor, quienes se asustaron, no tenían idea.
- ¿Por qué hiciste eso? - Preguntó al inicio de las escaleras sin detener el paso, estaba claramente confundida.
- Diversión. - Respondió encogiéndose de hombros y recibiendo una mirada de sospecha. - ¿Qué? Los monjes no lo sabrán. - Le quitó importancia. - ¿O se lo vas a decir? - Ella negó, y miró hacia abajo haciendo consciencia de las manos, parecían una pareja, si es que antes no era el caso. Después de todo las personas acostumbraban a malinterpretar las cosas porque suponer algo era más sencillo que encontrar la verdad; lo que en ese momento, a una perspectiva ajena, ambos parecían estar en una cita dejándola con la intriga de si alguna vez en el pasado le había ocurrido algo similar con el chico. Haciendo memoria la respuesta era un simple no, ya que los malentendidos siempre eran con Iori al ser la persona más cercana al chico.
- No deberías de hacer eso.
- Solo sácalo de tu cabeza. - Ella lo codeó molesta y él se rió. - ¿Sabes que así nunca me voy a retractar?
- Sabes que no te voy a pegar de verdad.
- Sí, eso te hace fácil de molestar. - Le sonrió ampliamente, y un mohín apareció en la cara de ella provocando que lo deformara con un jalón del que ella se quejó por puro drama sobreesforzado.
Después de varias partidas de uno versus uno (?, compitieron contra una pareja que prácticamente los venció al dejarlos muy atrás en puntuación. Lo triste del caso fue tener que pagar los snacks, aprendiendo así a dejar de apostar con extraños.
- No puedo creer que esté comiendo con la ganadora de la última competición de patinaje y su novio. - La mujer de la pareja ganadora sonreía a más no poder, casi tétricamente, según Rayne, cosa que empeoró el comentario sacándolo tanto de lugar que se atoró con un nacho. Sophie tuvo que ayudarlo dando golpecitos en su espalda, y cuando dejó de toser se llevó otro bocado a la boca sin refutar nada, ni agradecer tampoco. Sophie no supo si ese silencio debía de tomarlo como un halago, o muy por el contrario sentirse ofendida.
- No somos novios, somos amigos de la infancia. - Sacó del error a la nueva conocida, quien se disculpó por su imprudencia varias veces, aun cuando Sophie lo seguía tomando como una pequeñez. Una vez dejaron ese tema en el olvido, continuaron con una agradable plática, concluida cuando notaron que pronto sería la hora del pre-estreno.
Compraron un combo con motivo promocional de la misma, era más caro que los normales pero valía la pena por los detalles extras y el “regalo” compuesto por un par de anillos que tenían símbolos al azar. Sophie tuvo que explicarle a Rayne cada uno ya que él no tenía idea alguna.
El anillo de ella poseía en su cabeza un óvalo con el diseño de dos espadas cruzadas en color verde, y el de él, aparte de ser igual por fuera, el diseño cambiaba a un tipo de lanza en blanco. De todo lo que ella le explicó, sólo comprendió que representaban a diferentes personajes, cosa que le interesaba de muy poco a nada.
Una vez en la sala y con el filme avanzado, Rayne se atrevió a compararla con una de las criaturas más raras aparecidas, y Sophie se la devolvió por pura competencia, hablando en susurros para no perturbar a nadie.
Al término de la cinta, necesitaron estirarse exageradamente antes de salir de la sala con un Rayne que se quejaba de la baja temperatura utilizada, según él, no era una necesidad poner el ambiente a todo lo que daba, pero parecía ser algo que solo le molestaba a él. Hasta llegados al parqueadero, aún sentía que sus manos seguían heladas, provocando un grado de burla silenciosa en su acompañante al presenciarlo encogido, convirtiéndose en algo que no estalló porque la tomó de sorpresa ubicando las manos sobre su cuello.
- No puedo creer que siendo el calefactor que eres, seas tan friolento. - Sophie levantó las manos hacia los brazos de él, comparó ambas temperaturas y como siempre, eran muy diferentes. Sus habilidades eran las culpables de tal fenómeno, pero daba más pie a que el frío que proclamaba tener era completamente injustificado.
- No puedo creer que aun así tú estés más fría que yo. - Se lo devolvió sin conseguir ofensa alguna. - Culpo a mi familia y su baja resistencia a nada. - Dijo y luego miró sus manos. - Enserio, estás más fría que yo. - Ella se encogió de hombros y él la soltó para luego pasarle un casco y pedirle que suba, ella se puso el casco, comprobando como siempre que era más incómodo de lo que aparentaba, y luego subió apoyando las manos en los hombros de su amigo, quien deshizo su posición de arranque para acomodar los brazos de ella alrededor de su cintura, para finalmente encender la motocicleta y dar rumbo a casa de la joven.
Era madrugada, por lo que cuando llegaron, Sophie se despidió rápido y Rayne esperó a que abriese la puerta. Se hubiese ido en cuanto notó que ella había medio ingresado a su casa pero el arrebato de la madre de Sophie le llamó la atención, notó que le hizo señas a él para que ingrese y se vio obligado a prestar un espacio del garaje. Y una vez dentro de la sala de estar, escuchar varias cosas que ninguno de los dos jóvenes esperaba una vez se sentaron.
- Quién diría - Dijo Rayne sin dejar de revisar su celular. Así mismo, Sophie también leía las noticias sin dejar de pensar en el hecho de que su nombre ya no solo salía en las noticias deportivas, sino que se había convertido en parte del chismorreo matutino; todo porque Rayne tenía un comportamiento particular, del que no podía culpar, pues ella misma no hizo nada por detenerlo. Un gran suspiro pesaroso salió de ella, llamando la atención del rubio que dejó su celular a un lado y escuchó lo que quería decir.
- Lo siento. - Salió de ella en tono opaco y apenado, ni siquiera lo miró decidiendo silenciar su celular nuevamente. Las notificaciones de sus redes sociales le estaban comenzando a dar jaqueca. - Olvidé por completo que soy figura pública. - Volvió a suspirar. El problema no era lo que estaba haciendo, el problema era que si la reconocían, ya sabían lo que estaba haciendo y lo mostraban sin consentimiento.
- No pasa nada. - Le dijo él, aguantando la risa por su ridícula disculpa, pero a cierto nivel, era capaz de comprender. - No es como que me moleste que me censuren la cara o algo parecido. - Se encogió de hombros y ella levantó la mirada para verlo, parecía quitado de la pena, pero ella misma solo se quería reír de esa realidad al recordar todas las fotos con el rostro distorsionado del joven, pero no quería hacerlo, era un tema serio, por lo que aguantó hasta que el no respirar apropiadamente se volvió un problema prolongado aparentando ganas de llorar. - Si te vas a reír hazlo ya, pareces un minion infectado de lo morada que estás. - Ella hizo caso y contagió a Rayne, quien no se carcajeó como ella, pero tampoco era menos ruidoso.
- No, lo siento. - Se secó una pequeña lágrima que alcanzó a salir en cuanto abrió bien los ojos. - Nunca salimos solos, y cuando lo hacemos es noticia. - Resopló con una tentativa risa a flor de piel, que aún gesticulaba su desánimo. Pues, no había olvidado su dilema de no haber dicho nada a nadie, cosa por la que, al parecer, el karma le estaba golpeando fuerte y la hacía mirar su celular una y otra vez. No había revisado si alguno de sus amigos le había escrito en todo el dia. - Es molesto. Debe de ser incómodo para ti.
- No te niego que es extraño. - Le aclaró despeinando sus cabellos un poco, quería, o más bien, necesitaba responder de manera propicia. No podía sacar cualquier cosa al saber que la madre de ella los escuchaba, desde la cocina. Por lo que se dio el tiempo de pensar antes de hablar. - Pero dudo que me sigan a todas partes por ello. Así que no importa. - Dijo distraído con el retrato en el costado del mueble bajo el gigante televisor plasma. Era la tercera foto en que salían los cuatro Alma Lumen. Sophie, había ganado el segundo lugar en su primer competición oficial; sonreía ampliamente de felicidad al no creer llegar tan lejos, y mucho menos que sus amigos del templo la hayan ido a apoyar en tan importante día, sin importar los demás deberes que estaban obligados a atender.
Todos recibían clases en instituciones a parte y de diferentes maneras, ninguna de las cuáles podría ser considerada típica en un medio social actual y normal, pero era la educación necesaria, que les daba base estudiantil para la universidad y una vida de laboración profesional si eso era lo que deseaban. Pero ninguno siguió ese camino, a pesar de ser profesionales en sus diferentes Hobbie, no podían dejar en negación que esto podía afectarlos de una manera u otra a futuro. Pero, al final ¿Qué importaba? - Este año no pudimos ir a tu premiación. - Dijo de la nada después de un tortuoso silencio, Sophie trató de no sobresaltarse, pero si se remeció de la sorpresa antes de que su madre dejara unos sándwiches en la mesa central para que se sirvan, gesto que ellos agradecieron, y que la mayor tomó como suficiente para culminar su día y anunciar a su hija que iría a dormir, a lo que Sophie asintió y junto a Rayne le desearon las buenas noches, aunque ella lo acompañó con un beso cariñoso en la mejilla de su madre.
- Todos tenemos nuestras ocupaciones, además son muchas horas de vuelo. - Le respondió a su comentario anterior, no era su primera vez sola en un campeonato. No negaría que tenía su sensación de tristeza por ello, pero al tratarse de su actual profesión y pasión, así era como debían de ser las cosas. - Además conocí a muchas personas ahí. - Sonrió, perdida en memorias cercanas. Eso le recordó algo a Rayne.
- ¡Cierto! ¿Conociste a Lira Miyamura? - Sophie quedó en silencio los primeros segundos, él había roto los buenos recuerdos. Sí, la había conocido, fue su competencia por el primer lugar; una no tan grata, hay que aclarar, tenía el ego por los cielos, algo que era soportable cuando estaban con otros, que por suerte, era la mayoría del tiempo.
- Tuve que. - Sonrió levemente y escuchó lo siguiente sintiéndose casi indignada.
- ¿Y no le pediste un autógrafo?
- ¿Por qué lo haría?
- ¿Por qué no lo harías? Es perfecta, de pies a cabeza. - Asintió repetidas veces, y terminó por decepcionar a Sophie, quien decidió no decirle nada sobre su actitud, o quería romper sus ilusiones.
- ¿Ese es el tipo de chica que te gusta? - Preguntó, Rayne se encogió de hombros. - Bueno, si alguna vez la vuelvo a ver, le pediré un autógrafo para ti. - Lo vio sonreír de más y entendió que, con un rumor como el que había salido, debía de estar molesto, ya que le robaba oportunidades con otras personas, especialmente si empezaban a acusarlo de mentiroso y adúltero. - Por favor, no babees en mi mueble.
- No lo hago. - Él resopló y tomó uno de los sándwiches. - No es que sea mi tipo, simplemente… - Buscó las palabras correctas. - Me gusta verla. - La joven pareció quedarse extrañada. - Tu sabes, como cuando ves las foto de un actor que te gusta, pero solo porque te gusta su cara, físico o ambas. No porque querrías estar pegado de por vida a él. - Ella asintió en entendimiento.
- ¿Entonces cuál es tu tipo? - Preguntó sin pensar y esperó la respuesta del joven, quien se tomó poco tiempo en meditarlo.
- Supongo que… ¿Bonito?
- Que simple…
- No soy exigente. Mientras tenga ho… - Recordó que estaba con Sophie y no con el grupo de sus amigos del equipo de motocross, así que se aclaró la garganta para arreglar su frase. - Mientras tenga honor y sea soportable, bonito y cocine bien, estoy bien.
- Iori… - Dijo en tono malvado, Rayne dejó salir aire con fuerza y de la misma manera lo inspiró, complicado por ello.
- Creo que ese tema ya está cerrado. - Volvió a aclararse la garganta. Era la primera vez que Sophie podía verlo con las mejillas ligeramente rosadas y, debía agregar para sí misma, que esa faceta de él era bastante extraña y tenía su pizca de ternura, aun con sus cejas fruncida que daban la ilusión de molestia.
- Lo sé, pero es gracioso como te pones. - Se rió en su cara, Rayne no pudo cambiar mucho su expresión y con rendición esperó a que terminase de reír, mientras, él se preocupó por tomar otro Sandwich en la otra mano y comer de ambos al intercalar cada mordisco. Eran de pollo y atún, estaban buenos, demasiado, tanto que en algún momento de su vida debería decirle a Sophie que se quería casar con su mamá. Pero sería en otro momento, en ese, prefirió devolverle la pregunta.
- ¿Y tú? - Ella lo miró, su sándwich se trabó a medio camino. - ¿Cuál es tu tipo? - Le aclaró, ella bajó la mano con su comida y se quedó pensando sin dejar de observar el televisor apagado.
- Amable. Si, debe ser amable. - Miró al rubio y se convenció a sí misma de lo que decía. - Simpático, divertido, y romántico. - Asintió con fuerza. - Además, debe llevarse bien con mis padres, es requisito número uno. - Rayne levantó una ceja.
- Vaya, tengo un requisito asegurado. - Al escuchar esto ella quedó muda y luego se rió comprendiendolo como la broma que era.
- ¿Cuál es? - Le sonrió. Él miró al techo.
- Me llevo bien con tus padres. - Aseguró terminando el último bocado de sándwich. - Por lo demás, estás describiendo a Dylan. - Sophie casi se atora por ello, y en su esfuerzo por pasarlo, su cara terminó levemente roja. Rayne la ayudó un poco con golpecitos en la espalda. Ella inspiró hondo cuando se notó librada. - ¿Ya sabe Flare que tienes un crush en su novio? Sabes que no es mucho de compartir que digamos… - Sophie negó ante las burlas de su amigo.
- No, no. - Negó rápidamente. - Además, eso es algo que ya cerró su ciclo. - Suspiró, él se rió de eso.
No estaban acostumbrados a hablar de temas sentimentales y que consideraban de más, cursis. sabían que habían tenido sus enamoramientos fugaces y como toda persona normal, y con eso bastaba.
- Bien, estamos a mano. - Sonrió antes de estirarse y acomodarse en el mueble con los brazos abiertos, recostado al respaldar.
- Solo lo hiciste para molestar. - Sophie infló una mejilla y decidió ignorarlo hasta terminar su segundo sándwich. Él tampoco le dijo nada, por lo que, nte el silencio, ella prendió la televisión.
Estaba dando una serie vieja que no calificaba como infantil por la violencia, podía cambiar de canal, pero realmente no había mucho más que ver. Excepto por Netflix pero eso era entrar a un vicio sin retorno.
- ¿Te gustan estas cosas?
- ¿A ti no?
- Con lo otaku que eres, lo dudaba. - Él tenía una versión equivocada de la palabra, demás decir que la usaba como le venía en gana, pero eso, no lo hacía a él menos raro cuando poseía ese fanatismo por Sherlock Holmes y casos policiales que nadie le podría quitar nunca.
- No sé si ofenderme. - Lo miró intentando verse amenazante, él resopló con gracia y ella lo hizo en decepción.
- No intento eso. - Palmoteó la castaña cabellera recibiendo la atención que quería, ella hizo un mohín y él aprovechó su poca atención para acercarse y recostarla en su costado. Ella lo dejó ser y acomodó su cabeza en el hombro de su amigo. - Solo me gusta molestarte.
- Eso no me anima. - Murmuró, realmente desde que se conocieron, hasta ese punto de sus vidas, nunca entendió qué era lo que ese chico quería de ella, i de nadie. Es verdad que molestaba a todos casi que por igual, era como una mala costumbre arraigada que nunca podría corregir, y no es como que lo odiase, era divertido, pero de vez en cuando podía llegar a ser tedioso, especialmente, cuando era el turno de otros, siendo lo peor del caso que él no se medía en cuanto a vocabulario, ni acercamientos mientras pudiese obtener su objetivo.
- ¿Ah no? - Ella negó, parecía concentrada en la televisión, aunque en realidad estaba pensando en otras cosas, como el hecho de cuántas veces ese playboy había usado esa maniobra en otras personas, que quizá si era mejor para su caso tener una novia falsa y famosa. - ¿Te molesta la noticia? - Ella levantó la cabeza para mirarlo encontrando sus rubíes de frente.
- No, estoy acostumbrada.
- No eso. Me refiero a que sea conmigo y no con quien realmente quieres.
- No es como que ahora tenga alguien mejor en mente. - Le dijo al recostarse nuevamente con un suave sonrojo brillando en sus mejillas. Rayne se quedó observando esto un segundo, provocando que por inercia se acercara a ella; momentos tortuosos en los que la patinadora se preguntó, de dos a tres veces, qué estaba pasando por su cabeza.
Cuando se alejó quiso hacerle un comentario, cualquiera, pero fue interrumpida por una manifestada carcajada del rubio, que tuvo lugar gracias a una escena en la televisión, la misma por la que ella regresó su vista a la pantalla, sin prestar la mínima atención a lo que ocurría o a lo que decía el rubio sobre cualquier estupidez.
Se concentró en lo que había dicho, porque quizá ya había descubierto lo que él buscaba."¿Y si lo hacemos oficial?"
Algo que tuvo que esperar hasta que terminase el capítulo de la serie para poder amagar el contestar, pero fue el mismo momento que él decidió irse, que ella tomó como un mini arrebato en cuanto se levantaron.
- Cinco citas más. - Mostró sus dedos con la cantidad. Rayne quedó confundido. - Solo los dos. Después, lo hago oficial. - Él se rió en su cara y ella avergonzada por ello, no supo dónde esconderse. ¿Estaba bien contar eso como cita? Quizá estaba siendo muy ilusoria.
- Está bien. - Posó la mano sobre su cabeza para despeinarla. - Cinco más. - Ella sonrió aliviada, aunque su corazón estaba a mil por hora del simple pensamiento que estaba procesando, sabía que no estaba mal, había podido escuchar también a Rayne en su nerviosismo cuando se lo preguntó.
Lo acompañó para abrir el garaje, y antes de ponerse el casco él robó a penas un rápido y tonto beso de sus labios, ella quedó espectante mientras él se colocaba el casco, y si no estaba equivocada, no era la primera vez que lo hacía, darle sustos de la nada, solo esperaba que fuese la última vez que la tomaba por sorpresa. Y después de que se fuera, respiró hondo y corrió a su habitación a anotar el día en su calendario, alistarse para dormir y rodar en la cama hasta despeinarse de lo consciente que ahora iba a ser con el rubio cerca.
Creo que como final cerrado… Queda (????
PD: Corregido porque tengo diarrea verbal (?
(1/5)
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[New] Pesadillas
Título: [New] Pesadillas
Género: Romance
Personaje o Parejas: Luthara (Luca x Thara) ft. Jolyne
Sinopsis: Un viejo recuerdo atormenta a Luca por la noche y Thara está allí para recordarle que juntos superarán cualquier cosa.
Cortito pero bonito(?
No sé ni como se dio, apareció en mi cabeza y había que plasmarlo.
Género: Romance
Personaje o Parejas: Luthara (Luca x Thara) ft. Jolyne
Sinopsis: Un viejo recuerdo atormenta a Luca por la noche y Thara está allí para recordarle que juntos superarán cualquier cosa.
- Pesadilla:
PESADILLA
-¡Luca! – el grito desesperado de su mejor amiga, cubierto de miedo y alerta. Corrió por la cubierta, luchando contra las gotas de lluvia que azotaban su rostro y el viento helado que agitaba el barco como si este fuera de papel. Todos centrados en sus respectivas batallas.
-¡Luca!- por fin la localizó. Peleaba contra un grandulón al otro lado de la cubierta. Estaba usando su rapier. -¡Cuidado!
Él peliblanco se dio la vuelta demasiado tarde, un golpe directo en su cabeza lo atontó. Veía borroso y escuchaba un pitido. Vio como Thara era desarmada, intentó levantarse para ir donde ella. Sentía el dolor agudo en su nuca. Luchó contra sí y logró correr hacia ella, pero aquel hombre la tomó de la cintura y saltó del barco arrastrándola. Oyó un disparo. Corrió hacia la borda, pero el mar estaba demasiado agitado.
-¡Thara! ¡THARA!- gritaba, pronto todo se volvió negro. Estaba solo, la buscaba desesperado -¡Thara! – el mar se silenció. -¡Thara!- gritó pero su voz se ahogó en la oscuridad.
.
.
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Despertó agitado. Se incorporó en su camarote e intentó calmar su respiración. Miró sus manos, estaba temblando. Siempre lo mismo, el mismo sueño y la horrible culpa de haberla perdido.
Toc. Toc – la puerta del camarote se abrió dejando ver a la castaña entrar con una bandeja de desayuno y una sonrisa. – Ahoy capitán -saludó animada. Él la quedó observando y controló las ganas de llorar. La joven pareció comprender su gesto y su semblante se enserió. Dejó las cosas en la mesa cerca a la cama y se sentó al lado del peliblanco.
- ¿Otra vez la pesadilla?
-Lo siento…-el joven bajó la mirada. Ella tomó sus manos entre las suyas.
-Luca, mírame. Estoy bien. Estoy aquí ahora.
-Pero si no hubiera sido por mi culpa…
-Fue un accidente, que haya caído al mar y todo lo demás, no fue culpa de nadie-
-Pero yo pude…
- ¿Haberlo evitado? – Ella buscó su mirada - Luca, estábamos en batallas. Las cosas son así. No tienes que culparte…-hizo una pausa. Sus ojos caramelos se encontraban con los ámbares de él. -Además…sino fuera por aquel accidente, no hubiera conocido a mis antepasados y no sería lo que soy ahora – dijo con una sonrisa.
-Pasaste cosas horribles…
-Pero también buenas, y gracias a Lyon no estuve sola- Y justo allí es dónde no quería llegar. Él peliblanco soltó un resoplido.
- ¿Qué pasa Martínez? ¿Celoso? – dijo ella pícara soltando una sonrisa. Él esquivó la mirada y ella solo se hecho a reír.
-Tonto…- ella golpeó suavemente el pecho de él -Desde que te conozco, eres al único que veo -dijo mientras sus mejillas se sonrojaban. Él la miró de reojo y en un rápido movimiento, la envolvió entre sus brazos.
-No volveré a dejarte – prometió. Ella, con el corazón a mil por la cercanía, le correspondió el abrazo y solo pudo asentir.
-No lo hagas, yo no lo haré -Se separaron del abrazo, pero permanecieron juntos, sus ojos se encontraron y él se aproximó con la intensión de robarle un beso.
-Lamento interrumpir tan hermosa escena, pero… Ha desembarcar tórtolos – La voz de Jolyne, hizo que ella se apartase casi de un salto de Luca, este solo soltó un bufido y le dedicó una mirada de odio a su vieja amiga de pie en la puerta, ella por su parte, sonreía victoriosa.
-Nos vemos – Thara se acercó y depositó rápidamente un beso en la mejilla del joven antes de marcharse a toda prisa del camarote. Jolyne, se quedó de brazos cruzados mirando divertida a su amigo.
-Sigues siendo muy lento. Así nunca se te va a dar –
- ¡Oh cállate! -y le arrojó la almohada improvisada que tenía detrás suyo, pero esta la atrapó.
-Apúrate, es hora – le devolvió la almohada dándole justo en el rostro. Y luego se retiró de la habitación, dejando al joven tumbado en su cama y pensando en sus resientes palabras:
-No volveré a dejarte –repitió para sí, y así lo iba a hacer. Se colocó de pie y se alistó para salir hacia su nueva aventura.
FIN
Cortito pero bonito(?
No sé ni como se dio, apareció en mi cabeza y había que plasmarlo.
Mar.- .::░ღAdmin~Contest.ღ░::.
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Edad : 29
Cumpleaños!! : 30/05/1995
Mi llegada : 27/12/2009
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Re: Spin-off Rollers!
Título: [Miracle] Sueños por escribir.
Título alternativo: “El Chófer y la diva.”
Género: Slice of life, Romance (BL).
Personaje o Parejas: Ariel Brooke Lee X Eric Reed (Aric - Eriel )
Sinopsis:
Por culpa de su berrinche Ariel se ha quedado sin su chófer personal, pero recordando a un amigo y aprovechando su necesidad le invita a tomar el puesto por el tiempo en que consigue a alguien más.
Primera parte
Título alternativo: “El Chófer y la diva.”
Género: Slice of life, Romance (BL).
Personaje o Parejas: Ariel Brooke Lee X Eric Reed (Aric - Eriel )
Sinopsis:
Por culpa de su berrinche Ariel se ha quedado sin su chófer personal, pero recordando a un amigo y aprovechando su necesidad le invita a tomar el puesto por el tiempo en que consigue a alguien más.
Primera parte
- Spoiler:
Cuando su padre llamó a la puerta de su nuevo hogar había quedado tan desorbitado como cuando vio a Joriel por primera vez, así mismo terminó molesto con la explicación de su presencia como cuando Joriel hablaba sin ton ni son acerca de cualquier cosa incomprensible, pero en este caso no había magia sin sentido ni una niña perdida, solo la realidad golpeando a su puerta y a su vida una vez más.
Su vida y su carrera seguían dependiendo de terceros, porque claro, aunque tenía un manager todos sus proyectos terminaban en las manos de sus padres, quienes al parecer solo podían pensar en el beneficio económico y no en lo que él quería, ni para su vida, ni carrera.
Una vez el mayor dejó la casa él tiró los papeles al suelo con furia, estos se dispersaron por toda la sala de estar dejando así todo su departamento en un silencio sepulcral hasta el sonar de su celular que solo logró irritarlo más.
Era su chofer, explicándole que el señor Lee le había pedido la gran hazaña de llevarlo a su casa porque el chófer de este no podría estar ahí a tiempo.
- Si te atreves a dejar subir a ese hombre a mi auto, olvídate de tu trabajo. - Áspero y crudo masculló estas palabras, haciendo que el hombre al otro lado de la línea tragara aire envuelto de aroma a gasolina, descubriéndose así su teatro. - ¿Dónde están? - Preguntó con rabia. El hombre no pudo contestar en su nerviosismo. - ¡Te estoy preguntando algo, contesta!
- Cálmate Ariel. - La voz carrasposa y humeante de su padre sonó y retumbó en sus oídos. - No tienes porqué hacer algo como eso, solo le pedí un favor a… - La comunicación se cortó y el hombre supo que su hijo sin más había colgado y abandonado a su empleado y a su propio auto.
Indignación era poco para lo que estaba sintiendo en ese momento, su propio chófer lo había traicionado solo por querer servir a su padre “El importante” Lee. Claro que eran favores que el hombre no sabía debía rechazar, él mismo nunca se lo advirtió, y es que nunca había tenido la necesidad de ello hasta ese momento.
Volvió su vista al suelo y a los papeles que ahora, dispersados, lo adornaban. Para él en ese momento tenía cierto encanto verlos en el suelo, por lo que no se molestaría en recogerlos y solo caminó sobre ellos hasta la cocina donde un desayuno servido y frío lo esperaban, ni siquiera pudo terminar la mitad cuando sintió nauseas y lo tiró antes de ir al baño a darse una ducha, donde ya con la cabeza fría recapacitó en lo que había hecho y que se había quedado sin chofer, cuando el directamente no podía manejar. Tendría que pensar qué haría después, ya que no es que siempre esté ocupado, pero había días en los que sí estaba de un lugar para otro, por lo que sí o sí necesitaría uno, el problema era conseguirlo rápido, pero para su suerte poco a poco se hizo a la idea de la persona perfecta para el puesto: Honesto, con buena presencia, poco hablador, tonto (Según él), por tanto, alguien de confianza, y con la necesidad suficiente como para no rechazar la oferta.
- No. - Dijo el muchacho de cabellos rojos al entregar un cono de helado a la mujer frente al mostrador. - Gracias por su compra, vuelva pronto. - Le dijo con una sonrisa calmada pero amigable, la mujer de la misma manera agradeció y se fue degustando de su helado de chocolate hasta una de las mesas donde la esperaba un hombre que aparentaba ser su pareja.
- ¿Por qué no? Es mejor que vender helados todo el día y aguantar la hipocresía de gente desconocida. - Se explicó Ariel recostado a un lado de la caja registradora, la que para su desgracia estaba cerrada con llave y no le podía echar en cara la poca cantidad diaria que estaba obteniendo.
- Porque es muy arriesgado, acabo de terminar el semestre, tengo que ahorrar lo suficiente para el que sigue, ya que es el último y solo podré venir a medio tiempo, y quizá ni eso, tengo que empezar la tesis sí o sí, y eso hará que mis idas a la universidad aumenten esporádicamente y no podré ir a verte cada que lo necesites, y según sé… - Se quedó mirando al techo, el ascensor pasaba para el piso de arriba con calma y solo pudo suspirar en resignación al reconocer todo el esfuerzo que le debía poner a los estudios en tan poco tiempo. - Es imposible. - Lo miró de vuelta y Ariel no mostraba ninguna clase de comprensión en su rostro, en su lugar parecía asqueado de la vida que le tocaba vivir a otra persona que no poseía sus beneficios de niño mimado. Si Eric era sincero consigo mismo si le hincó el autoestima, pero más que nada, con pesar notaba que ese hombre sin importar por cuantas cosas pasase seguía siendo como el primer día que lo conoció, menos amargado y más generoso, pero fuera de eso, era igual de altanero y nada humilde.
- ¿Cuánto tienes de vacaciones? - Preguntó simplemente mientras sacaba un lapicero y lo que parecía ser una billetera, pero luego de enfocarse bien notó que era una chequera.
- ¿Para qué quieres saber eso? - Intentó ver lo que escribía sin éxito los brazos y espalda de Ariel eran impedimento cuando tenía la costumbre de prácticamente casi tumbarse sobre lo que escribe. Pero Eric ya estaba viendo las intenciones que tenía de comprarlo, por lo que se preparómentalmente para no dejarse sobornar, tenía que demostrar a ese hombre que no todo era el dinero.
- Te pagaré tus vacaciones, cuando regreses a esa cosa de los estudios inútiles
- Universidad…
- Lo que sea, ya he de haber encontrado a alguien más, y tú te podrás dedicar a esa cosa tuya. - Le señaló moviendo la mano con poco interés en su corrección.
El pelirrojo suspiró pesadamente dándose cuenta de que seguiría insistiendo hasta que él no le diese una negativa rotunda, así que le seguiría el juego hasta que notase que de verdad no tenía intenciones de aceptarlo.
- Un mes. - Respondió con poca gana, y Ariel compuso mueca de: Me sirve. A Eric esto le dio gracia, pero evitó reírse fuera de una pequeña carcajada obstruida.
- Ten. - Le pasó dos papelitos que Eric miró con extrañeza pero al que no prestó atención porque Ariel le siguió hablando. - Por hoy, te dejaré terminar tu trabajo aquí, pero mañana debes de llegar a la dirección que te anoté a la hora exacta que dice ahí, también está mi número si algo ocurre y no puedes llegar. En el otro está tu pago por el mes de servicio, y una cosa más… - Sacó su celular y sin darle tiempo a decirle nada, le mostró la pantalla, habían dos autos demasiado modernos, pero grandes y algo toscos en esta; ambos de color negro, si había alguna difenrecia entre estos eran los detalles de forma, uno más redondeado y el otro más afilado. - ¿Cuál te gusta más?
- Eh… Este. - Le señaló el primero, Ariel se quedó un momento en silencio y luego solo se fue de ahí como si estuviera cuestionando sus elecciones en la vida sin quitar la mirada del celular.
Eric solo lo observó marchar sin comprender bien lo que había ocurrido en el último momento. Sabía que Ariel no era una mala persona, y lo último que se imaginó cuando lo vio sentado frente a él en una de las mesas del local tan concentrado en él como si estuviese de caza o jugando: Al que pestañea pierde; lo que menos imaginó es que le diese una oferta de trabajo, y mucho menos de chófer, porque según él, Ariel ya tenía uno, o eso aparentaba, y él no tenía tanto tiempo de haber terminado la escuela de conducción, lugar al que asistió solo porque se le dio la oportunidad y porque en la actualidad en casi cualquier empleo era requisito aun cuando no poseía auto propio.
Unos clientes lo sacaron de sus divagaciones y después de atenderlos recordó los papeles que fue a revisar, no entendía como Ariel podía ser tan confianzudo, no solo no había aceptado su rechazo, sino que también le había dado un cheque como si hubiera aceptado, pero la realidad es que no quería, por mucho que el hombre le insistiera el pago de un chófer nunca iba a poder solventar todo, no por nada tenía más de un empleo aun cuando estaba en la universidad. O peso pensó, hasta que revisó la cantidad escrita elegantemente en ese cheque que como benefactor solo decía “Eric” ni se molestó en preguntarle su apellido, y aunque quisiera que esto fuese una razón para molestarse en ir hasta el hogar del hombre a tirarle el cheque a su cara, era una cantidad demasiado alta, no como para decir que se había sacado la lotería, pero sí una parte. Realmente era la primera vez que se ponía a pensar consciente de ello ¿Cuánto dinero tenía ese hombre?
A la mañana siguiente, eran las ocho y cuarenta y cinco de la mañana, y ya estaba en la dirección que el pianista le había indicado. Frente a él se alzaba un edificio departamental de màs pisos de los que podía contar mirando hacía arriba.
Sacó su celular y llamó, solo por si acaso.
- Ya llegué. - dijo, recibiendo silencio del otro lado los primeros segundos. - ¿Aló?
- Si, sí, ya te oí, sube antes de que me arrepienta.
- Pero…
- Es el 8 - 6. ¿No lo anoté en el papel?
- Sí. Pero…
- Entonces no gastes una llamada en tonterías. Pensé que eras pobre como para andar gastando saldo a lo tonto. - Y colgó.
- Aaaagh.
Eric sí que se estaba empezando a arrepentir, pero también era verdad que la paga era demasiado buena para dejarlo pasar, era el triple de lo que ganaba en un mes en todos sus empleos esporádicos, mismos que después de esas vacaciones no iba a poder retomar por razones de tiempo.
Ingresó al lugar donde lo recibió unas puertas automáticas, una amplia recepción, un guardia de seguridad que parecía la mole en traje y una señorita de rasgos claramente causcasicos que lo recibió amablemente con una sonrisa, y le preguntó sobre su presencia en el lugar, y luego de explicarle hizo una llamada en la que al final terminó con el ceño fruncido intentando reprimir su malestar, él ya se suponía la razón pero no tardó en decirle que podía continuar y le deseó suerte, porque el señor del piso 8 departamento 6 era un verdadero maníaco y dolor de cabeza. Un Grinch en pocas palabras.
Claro que Eric no sabía cómo tomarse aquello, si bien conocía a Ariel, no pasaban de unas platicas cortas y cosas banales que no llegaban a intimar en una relación en la que siquiera lo pudiese catalogar como un “Amigo cercano”. De hecho, si llegaba a pasar que alguien le preguntara sobre su relación con alguien como él, contestaría que eran conocidos que intentaban llevarse bien.
Subió por el ascensor, la misma muchacha se encargó de darle las indicaciones de como encontrar el departamento, por lo que no tardó en estar frente a la puerta con el número 6 en la parte superior, y tocó el timbre que poseía a un lado.
Era un lugar extrañamente moderno, puesto que la cerradura era de las que usaban tarjetas.
- ¿Es amigo de él que vive ahí? - Escuchó a sus espaldas, una voz femenina, mayor y de extraña elongación en su acento, recordandole a la manera de hablar de las mujeres ricas de las películas.
- ¿Hola? Ehh… ¿Algo así? - lo cuestionó y la mujer lo observó con sospecha.
- Desde que está aquí nunca he visto a nadie venir a visitarlo, bueno, a parte de su padre que lo habré visto unas dos veces, persona muy seria si me lo preguntas, nisiquiera se digna en mirar a nadie que no sea él mismo en un reflejo, y eso que yo fui asesora de la mujer cuando comenzó con su capricho de cosmética, aunque claro, uno debe de guardarse algunas cosas….
- Pasa. - La puerta se había abierto sin el más mínimo sonido que los alertase de aquello, y dejó a la vista a un Ariel tranquilo y con ropa de calle, Eric no se lo pensó dos veces antes de obedecer e ingresar al departamento, no sin antes desearle un buen día a la mujer. Por su lado Ariel solo necesito verlo dentro para cerrar la puerta en silencio.
- Vaya…. Tienes una vecina muy…
- ¿Molesta? Sí
- Platicadora, iba a decir platicadora. - Corrigió, más por amabilidad, porque creía lo mismo.
- No intentes justificar a esa mujer, ya ha intentado entrar aquí sin éxito alguno.
- ¿Por qué querría hacer algo así?
- Chisme. - Se encogió de hombros y le invitó a seguirlo a la sala de estar con un gesto de mano mientras avanzaba él primero. Eric lo siguió y pudo notar que a pesar de ser un departamento con espacio suficiente para una familia de cuatro personas la verdad es que no tenía muchas cosas, No había ni una sola pared de división, La sala de estar, prácticamente, se llevaba mitad del lugar con muebles notablemente cómodos pero que claramente no aspiraban a recibir a más de cinco personas a la vez, y si es que alguna vez haya ocurrido tal hazaña. Mientras tanto, a un costado se encontraba un mesón isla de marmol negro que hacía de separación entre esta sala y la cocina que a penas ocupaba una pared y absolutamente todos sus electrodomésticos relucían en empotramientos con acabados también negros, pero agarraderas discretas de las cuales podía percibir los espacios plateados haciendo un contraste aunque perceptible complicado de adivinar de primera mano, y no existía ninguna mesa o espacio al que pudiese atribuirle la razón de comedor, solo a los dos taburetes en un lado del meson que resplandecían en plateado con un asiento verde oscuro. Pero de ahí, no había nada más, a lo mucho unas escaleras metálicas con acabados de primera mano, seguridad de vidrio reforzado y escalones de apariencia flotante, que llevaban a un segundo piso que solo existía en mitad de ese departamento y con una sola puerta de destino.
- Entonces… Eh… - Intentó entender por qué lo había hecho subir mientras caminaba chocando contra la mesa central y dándose un golpe justo debajo de la rodilla, quiso sobarse ahí mismo pero no quería tampoco quedar en ridículo y eso que ya sabía que el golpe había sido tal que Ariel tuvo que haberlo escuchado. - ¿Dónde te tengo que llevar hoy? - Se atrevió a preguntar sin dejar de mirar al gran candelabro que iluminaba esa enorme habitación sin problema alguno, se notaba que era moderno en luces led blancas formando varias circunferencias que brillaban en todo su esplendor sin nada que las bloqueara, siendo la más grande la más cercana a la pared, y la más pequeña la más cercana a ellos, y aun esa estaba varios metros de alto, no era posible de alcanzar con una escalera normal, eso seguro.
- A muchas partes, pero primero. - Se acercó al mesón donde una pila de papeles se erguía en rectitud, como si así hubieran llegado de una fábrica de papel; y tomó las primeras que reposaban sobre todas las demás, estaban acopladas gracias a un clip de mariposa. - Este es mi itinerario del mes, nada cambia, y si lo hace te lo haré saber veinticuatro horas antes, y si en algún momento te llamo diciendo que tengo “X” compromiso en una hora porque lo cambiaron a última hora es muy probable que haya sido secuestrado así que llama a la policía. - Sé quedó pensando. - No, mejor llama al fbi. Son menos torpes.
Eric dio una rápida ojeada a los papeles, sentía que hubiese sido más sencillo que simplemente se lo mandase al teléfono, aunque claro, la ventaja de tenerlo en físico es que si lo cargabas siempre nunca te olvidarías de ello; y supuso muy correctamente que ese era el pensamiento con el que trabajaba Ariel.
- No aceptes nunca nada de nadie que no sea yo mientras andes conmigo, no aparques en el área de discapacitados porque no quiero pagar multas, ahora si eres discapacitado de algo sería bueno saberlo porque siempre hay espacios libres de eso.
- No tengo nada a lo que se le pueda llamar discapacidad. - Le dio a conocer, Ariel pareció decepcionado. - Oye, deberías de alegrarte.
- No entiendes, quita privilegios. - Suspiró con un pequeño resoplido al final. Eric no sabía si reir o llorar y prefirió reír.
- Es solo un estacionamiento, siempre se encuentran lugares mientras se llegue a hora correcta, o eso me han dicho.
- Lo que digas… - Lo miró de arriba a abajo, un pantalón jean y camisa blanca, la verdad algo muy semiformal, se lo daba como visto bueno ya que no le había mencionado nada sobre la vestimenta. - Tenemos que ir a comprar ropa.
- Vaya, no sabía que te gustaba eso. - Mencionó con curiosidad, en ninguna de las pláticas que recordaba había la mención de ir de compras de su parte. Pero al menos ya se enteraba de que tampoco era tan raro como aparentaba.
- No para mí, para ti.
- ¿Para mí? - Se señaló extrañado.
- No es que te veas mal, de hecho, acepto que tienes buena presencia, pero hay cierto estándar de vestimenta cuando trabajas para mí.
- Gracias, pero solo es un mes.
- Y eso es treinta días, demasiado tiempo si me lo preguntas a mí. - Lo volvió a mirar de pies a cabeza. - Sí, otra ropa.
- ¿Vas a descontarlo de mi sueldo? - Aunque no lo sonó eso sí le preocupaba.
- ¿Te estoy descontando el auto de tu sueldo?
- El auto no es mío.
- El traje tampoco así que no, esas cosas van a parte, tomalo como: Gasto de la empresa.
- ¿Qué empresa?
- Ariel Brooke Lee, sin asociados ¿Te vale eso? - Eric asintió, aunque su rostro denotaba claro desconcierto de que él solo se sintiese una empresa. Ninguno de sus otros conocidos podría alguna vez referirse a sí mismos de esa manera. Ni él tampoco. - Ah, y lo más importante. - Recordó. - Está prohibido, hacerle favores a mis padres, nada de que: llévame a tal parte, es rápido, te pago, bla bla. ¡Nunca! - Remarcó. Erc solo asintió sin preguntar más, sabía que tendría sus razones. - Bien, entonces nos vamos. Apurate que no tengo todo el día. - Le dijo antes de ir por una mochila en camuflaje oscuro y dirigirse a la puerta, Eric lo siguió de cerca. Y tuvo que cerrar la puerta porque Ariel no esperó a que saliese y solo avanzó. Él notó el sonido de otra puerta cerrándose en cuanto dio la espalda, y le dio cierto escalofrío. Ahora sabía que Ariel tenía unos vecinos algo tétricos.
Fueron al ascensor y descendieron hasta el subterráneo, cada auto que se miraba ahí era de reconocimiento al ser obtenidos sólo por personas con salarios estúpidamente elevados, excepto el que fueron a buscar ellos. Era el mismo que había elegido él el día anterior en lugar del asiático.
- No entiendo… ¿No tenías uno ya? - Preguntó curioso, de hecho recordaba que más que alto como aquel que miraba ahora, era más bien largo y angosto.
- Sí… Esa cosa poco práctica… Bueno, está en la casa de mis padres a la que no pienso ir por esa cosa. - Concluyó y le pasó las llaves del auto. - Puedes llevártelo a tu casa cuando termines la jornada o dejarlo aquí, como prefieras, pero si llegas tarde porque se te pasó el transporte público entonces si te descuento.- Eric se quedó mirando las llaves mientras pensaba si tenía espacio suficiente en su casa para un auto así. Se quedó pensando tanto en ello que no fue sino hasta el cuarto carraspeo de Ariel que lo observó y prestó atención. Él hizo un movimiento de cabeza para que desbloqueara el auto, Eric lo hizo y subió al asiento del piloto, Ariel por su parte al del copiloto y empezó a explicar cada detalle y manejo dentro de este. El auto era un automático normal hasta que te encontrabas con las pantallas, cámaras y botones tanto de seguridad como de entretenimiento que poseía en su interior, tanto en el frente como en el techo podía desplegar una pantalla táctil para cualquier cosa: desde contestar un celular vinculado, poder ver las grabaciones de cámaras frontales y traseras, hasta películas y activar o desactivar el internet móvil.
Y no es que Eric no estuviese prestando atención a lo que hacía pero en algún momento se perdió en el futuro de lo que pasaría si algo le ocurriese a ese monstruo de lata, aunque hasta eso era muy poco decir, se notaba que no era cualquier hojalata una vez estabas en su interior, básicamente a un volcamiento sobrevive y continúa intacto, pero y si realmente le ocurría algo… ¿Adiós a su sueldo? Quizá quedaba endeudado. Aunque el mismo Ariel dijo claramente que nada de eso era descontable.
- ¿Me estás prestando atención?
- Sí. Solo estaba pensando un poco.
- ¿En la deuda que te quedaría si le ocurre algo a esta cosa? - Eric abrió los ojos grandes, Ariel le sonrió en burla. - Eres un libro abierto. - Explicó sin que él dijese nada ya lo sabía. - No pasa nada, es solo un auto, mientras no sea apropósito no entiendo por qué te haría pasar un mal rato. Además se ve muy simple de exterior, dudo que alguien quiera siquiera acercarse a ver que hay dentro.
- De hecho eso me sorprende, no es nada tú, al menos no por fuera.
- Sigue haciendo el trabajo de transportar, no es como que quiera otra limusina imposible de tomar curvas otra vez en la vida. - Explicó antes de activar el mapa integrado y decirle a Eric que siguiera ese camino, el pelirrojo no le dijo nada, para alguien como él era hasta útil una herramientas así. Encendió el auto y con la mayor destreza que pudo y que le dio el lugar salió sin un rasguño hacia lo que era una sastre. Donde Ariel lo obligó a tomarse medidas y por consiguiente a corregir su postura en un momento en que no estaba seguro si realmente no se lo descontarán, después de todo sería a medida, y no es que Ariel fuese de su altura ni contextura, pues a pesar de ser más bajo, estaba más rellenito que él.
Luego de hablar de ciertos detalles con la mujer que se notaba de mediana edad, volvieron al auto y ahora terminaron en un museo de arte. Ariel no le había dicho nada pero después de estacionar el auto lo siguió.
En la recepción les dieron indicaciones y preguntaron por la necesidad de algún guía, Ariel lo rechazó friamente y luego de anotar su visita, avanzaron hasta un cuadro en particular en el que Ariel se quedó plantado observando de más y hasta le hizo una seña al pelirrojo de que podía irse a ver todo lo que quisiera. Él así lo hizo por la curiosidad de haber ingresado en un museo tan grande, lo reconocía por su exterior pero hasta la fecha no había tenido la oportunidad de entrar. Habían obras antiguas que a ese tiempo debían de costar millones, y así mismo obras más actuales, que no era que su precio fuese bajo tampoco; pero era conocimiento público que ninguna estaba a la venta, lo que caló aún más en su curiosidad el por qué Ariel querría ir a ese lugar, después de todo no es como si tuviese algún tipo de interés en el arte gráfico, o no que él lo hubiese dicho nunca.
Eric se quedó encantado con una pintura que reconocía como antigua, sus detalles y personajes eran tan bien detallados que podía imaginarse la historia tras esta con mucha facilidad, tanta, que sacó su celular y comenzó a escribir su pequeña interpretación de la misma, sabía que le serviría de práctica para mejorar su escritura, más cuando sentía que no había tocado. Ciertos temas que sí había en esta.
Había pasado media hora más cuando ya había terminado de hacer un ràpido esquema, y Ariel seguía enfrascado en el mismo cuadro cuando regresó de haber recorrido prácticamente todo el museo por sí mismo, hasta sintió perderse una vez pero habían tantos carteles con indicaciones que se le facilitó su travesía, si tuviese que resaltar algo era la poca cantidad de gente que había visto a lo largo de su recorrido, pues la verdad era que solo los muy curiosos o las escuelas en convenio eran los que iban.
Después de otra media hora de un Ariel escrutando la pintura de principio a fin, por fin le hizo una seña de que lo siguiera, y sin prestar atención a nada más regresaron al auto.
- Es la primera vez que un chófer entra conmigo a un lugar. - Le dio a conocer el pelinegro una vez embarcados y en camino de regreso a la casa.
- ¡Ah! Disculpa ¿No tenía que haber entrado? - Preguntó confundido, él no sabía mucho de eso, pero nunca le prohibió seguirlo o siquiera le había dicho que lo esperase fuera.
- Está bien, simplemente nunca había pasado, solo se me hizo nuevo. - Le explicó con calma, a pesar de que le hablaba a él estaba muy concentrado en un cuaderno que había sacado de la guantera del auto y escribía con rapidez lo que parecían ser notas en partituras. Eric aprovechó un rojo para fisgonear solo un poquito y la realidad es que por la rapidez que lo hacía y el movimiento del auto, casi todas o su gran mayoría estaban quedando chuecas. Aunque sobre la posición de las mismas no podía decir nada puesto que desconocía realmente lo que él intentaba hacer.
No tardaron en llegar a la afueras del edificio cuando Ariel le dijo que se podía ir a casa, que se llevara el auto y que cualquier cosa lo llamaría, pero así mismo que al día siguiente debía de volver a estar a la misma hora que ese día.
Y así fue, al siguiente día llegó y Ariel ya lo estaba esperando abajo con ojeras tan oscuras como su humor. Eric solo lo observó subir seguido de un “Buenos días” que apenas fue contestado con un adormilado gesto. Después de esto; Ariel solo tocó la pantalla de control y apuntando le indicó el lugar al que debía de llegar, aunque eso estuvo de más ya que el auto ya había comenzado a dar las indicaciones.
Llegaron a una compañía de entretenimiento muy conocida por sus soundtracks de películas y series. Poseía unas instalaciones enormes sin duda, había visto varios de sus trabajos y poco era decir que uno de sus sueños era algún día poder escribir historias para ese lugar y llegar al buen ojo de la crítica.
Ingresaron sin mayor problema porque Ariel solo miró feo a los de la entrada, con un cansancio tal que lo hacía ver tan tétrico que nadie dudaría en cederle lo que pidiese. Algo que al mundo asustaba pero que Eric pensó era una buena habilidad, hasta quería poder lograr usar algo así alguna vez.
Se detuvieron en el extenso parqueadero lleno de más autos estúpidamente costosos, al menos a ojos del pelirrojo, y fueron hasta las instalaciones principales de grabación, dónde todos saludaban a Ariel con una extraña emoción, pero éste parecía más bien pasar de ello pues solo le interesaba llegar a la oficina principal, donde un hombre extrañado lo quedó mirando incrédulo.
Ariel le dejó un cuaderno de partituras con una portada de nombre “Alas para uno”, nombre que sin duda le recordaban a la pintura a la que tanto observó el chico el día anterior. Junto a un disco no regrabable, todo esto lleno de su firma.
- ¿Ya? - Fue lo único que alcanzó a preguntar antes de que el pelinegro sin mucho ánimo empezase a hablar.
- Todavía estoy esperando el adelanto, ayer hablé con mi abogado y si me da la gana saco la composición antes, así que más les vale pensar bien lo que harán, especialmente tú… nuevo. - Siguió señalando al hombre. - ¿Por qué se tuvo que retirar el Señor Stuart? Hasta para una conversación era más simpático. - Se llevó una mano a la cabeza en desagrado. - No importa, no malogres el trabajo de él ni el mío. - Le advirtió y salió de ahí, Eric solo lo siguió en silencio mientras Ariel conversó un poco con el equipo que se reunió a su alrededor. Y lo que había logrado entender, no por curioso o metiche, sino porque simplemente hablaban así de alto, es que el anterior director de la banda sonora se había retirado por cuestiones médicas, él de la oficina era un reemplazo que había hecho de menos a todos los presentes y que prácticamente a nadie le caía bien, hasta sorprendía que a ariel le tuviesen más estima, aunque según entendía casi que le debían el sueldo.
Regresaron al auto y en su regreso al edificio vio como Ariel se cabeceaba del sueño en ciertos momentos aunque peleaba por mantenerse despierto al intentar hacerse el digno.
- Si tienes sueño deberías dormir. - Le aconsejó, el asiático respiró profundo para recuperar energías y contestó con voz cansada.
- Si duermo ahora no lo haré en la noche. - Se restregó los ojos. Eric lo miró de soslayo.
- ¿Tienes algo que hacer? - Preguntó con calma. Ariel quedó pensativo.
- Pues ahora que regresaba a casa solo iba a esperar a que me llamase el sastre, me dijo que tendría tu traje para hoy en la tarde, y como ya lo pagué es mejor retirarlo en cuanto esté antes de que le ocurra algún percance. - Dio un gran bostezo, pronto Eric se desvió del camino. - Oye, oye… ¿Qué haces?
- Si vamos a tu casa lo más probable es que te duermas, es mejor que te distraigas. - Le dijo, Ariel solo suspiró y no le dijo nada más.
- ¿Qué es esto? - Preguntó Ariel observando alrededor, la recepción era solo un pequeño espacio lleno de perchas para guardar objetos grandes, de ahí había una línea de muebles coloridos que no se veían nada cómodos, con pantallas sobre estos para culminar en pistas de boliche.
- Un centro de Bowling. - Le explicó antes de acercarse al encargado de turno este le dio dos pares zapatos especiales, guantes y muñequeras y le indicó cuál pista podían utilizar. - Ten. - Le pasó los pares para el pelinegro, este los tomó sin mucho ánimo y se los colocó.
- No me refiero a eso ¿Por qué aquí? - Le entregó los zapatos de él y el pelirrojo se los dio al encargado junto con los suyos.
- Porque… Estuve trabajando un tiempo aquí y tengo pase gratis por un tiempo, gracias a esto. - Levantó el pulgar de una mano y una tarjeta de paso en la otra con orgullo, Ariel solo dejó salir un: “Ja” opaco, dando a entender que así todo cuadraba.
Fueron al puesto indicado, era asombrosa la cantidad de adolescentes que se encontraban en ese lugar, tan despreocupados del futuro y divirtiéndose como se debía.
- Tu turno. - Le dijo Eric al terminar el suyo, Ariel se había quedado mirando lo que hacía con curiosidad desde el principio, e intentando imitarlo tomó la bola que seguía, pero pronto lo miró serio y le dijo:
- No sé jugar a esto.
- ¿Qué?
- Desconozco esto. - Repitió.
- ¿Cómo?
- No estoy familiarizado con esto…
- Ya, ya entendí. - Le dijo con una mano levantada pidiendo que parase con los sinónimos sin sentido. - Pero… Es extraño que no sepas jugar a esto. - Ariel se encogió de hombros.
- Esto hace que me duelan los dedos ¿No me voy a fracturar, verdad? - Preguntó con cierta preocupación levantando lo que tenía en las manos y viendo como la tenía agarrada. Para un pianista como él quizá era normal nunca haber pensado en siquiera acercarse a un lugar así.
- No creo… - Se quedó pensativo un momento. - Es más posible que te fractures la muñeca. - Ariel estuvo a punto de soltar la bola ahí mismo pero Eric lo detuvo. - Eso no quiere decir que ocurrirá, por algo son las muñequeras especiales. - Le dijo alarmado, el otro solo quedó en silencio expectante. - Mira y repite. - Pidió y le demostró simulando el movimiento él, Ariel lo siguió hasta cierto punto, pues lo último que dijo fue que debía soltar la bola de boliche y esta solo cayó al suelo rodando hacia el canalón, representando su primer fallo.
- Ya entendí. - Dijo asintiendo, Eric sintió que ese no era el caso y lo supo cuando el chico lo volvió a repetir de la misma pobre y triste manera.
- Se supone que debes derribar los pinos. - Se rascó la cabeza confundido de lo que veía.
- Ah… - Dijo simplemente, y Eric tuvo que volverle a explicar.
Siguieron jugando hasta que el hambre les recordó que debían de alimentarse.
- Deberíamos irnos a un lugar a comer… - Dijo Eric, intentando persuadir al pelinegro, después de todo la comida ahí era demasiado cara. Ariel lo miró confundido.
- Allí hay un bar. - Le señaló el lugar. - Aunque es verdad que se ve de mala calidad y solo he visto salir comida chatarra. - Se quedó pensando. - Deberíamos ir al rare treasure, tienes razón, no vale la pena comer mal. - Asintió, Eric por su parte palideció, lo había logrado pero a qué costo.
- No, no. - Se apresuró a detenerlo. - No es por eso. - Intentó explicarse, no le daba ninguna ilusión ir a aquel lugar mencionado por su ahora jefe, ese lugar costaba una fortuna solo el vaso de agua, o así tenía entendido según los rumores que había escuchado. - Estamos muy lejos de ese lugar ¿No te parece?
- ¿Y? Tenemos auto por algo. - Dijo empezando a avanzar a la recepción para entregar las cosas.
- ¿Y si vamos a un lugar más cercano? Conozco buenos sitios. - Dijo intentando alcanzar la velocidad del pelinegro.
- Disculpame si desconfío de ello. - Ya se había puesto sus zapatos, Eric ya solo le faltaba anudarse uno. - Si tanto odias la comida de allí, solo dímelo, podemos ir a otro lugar.
- ¿En serio? - Preguntó con ilusión.
- Le Bateau, por ejemplo, sus mariscos son muy buenos. - Eric se quedó de piedra e intentó buscar otra excusa.
- Soy alérgico. - Ariel suspiró y se cruzó de brazos.
- Ya sé. - Fue lo último que escuchó Eric antes de que saliese del lugar hacia el auto y él detrás de él fue con todo el dolor de su alma.
Terminaron en un sitio demasiado elegante para su percepción, de paso contaba con buffet, y aunque debía de aceptar que todo estaba exquisito, su billetera estaba llorando cuando llegó el momento de pagar y empezó a contar en silencio y disimulado lo que cargaba; pronto Ariel simplemente solo dio una tarjeta y le dijo que era hora de irse en cuanto se la regresaron. Eric nunca supo cuánto pagó, pero tampoco quiso saber.
- ¿Dónde debemos de ir ahora? - Preguntó al subir al tomar el volante. Ariel observaba su celular.
- Al sastre.
- ¿Ya está?
- Bueno, me dice que solo falta planchar, así que mientras llegamos ya estaría.
- ¿No es demasiado pronto para un traje? - Preguntó iniciando el direccionador y arrancando.
- Bueno, cuando eres alguien ocupado con varias personas a tu cargo por la gran demanda, es algo posible.
- Pero hay tantos artesanos que trabajan de lo mismo y nunca parece que ganen como para ese tipo de negocio. - Se explicó, Ariel suspiró.
- Eso… Tiene mucho que ver con la suerte. - Le explicó. - Esta mujer tiene eso gracias a que su marido lo de heredó de sus padres, y ella y sus hijos ahora están a cargo de ello, ya que son tan conocidos es más probable que la mayoría de personas vayan a hacer sus trabajos ahí por la rapidez y calidad que a un artesano por un acabado parecido y mayor tiempo de espera. Si la gente supiese esperar un poco por algo mejor no andaría buscando simplemente marcas que no traen ningún tipo de esfuerzo o sacrificio a sus espaldas por parte de sus dueños.
- ¿Es por eso que te desvelaste para entregar la composición? - Tenía esa curiosidad y diferente a lo que pensaba recibiría, fue un apagado:
- Es… Algo diferente en realidad. - Se apoyó en la ventana del auto. - Yo siempre la he tenido fácil en realidad, soy como esas grandes marcas, esa composición no fue un gran esfuerzo de mi parte, puesto que la hice con el resentimiento y odio que se necesitaba para la misma; lo único que tuve que hacer fuera de lo común fue plasmarlos concorde a una pintura, lo complicado ahí es no dejar que se escape ningún detalle por eso me tardé tanto ayer.
- Pero el señor al que se lo entregaste parecía algo abrumado.
- Bueno, me había dado plazo de una semana, yo la hice en un día, y se lo entregué en el tercero, es normal.
- ¿Por qué? - Seguía preguntando, había cosas en su accionar que parecían no tener sentido con lo que decía, porque no lo tenían.
- Es un tipo como yo que la ha tenido fácil, así que cree que por eso puede mandar a los demás a su antojo - Eric asintió afirmando eso. - Normalmente estas composiciones tienen de plazo más de seis a más semanas, porque se hacen arreglos y cambios de un momento a otro y hay que estar probando para saber si van o no van junto con lo que quieren mostrar. Esta es para una película que se supone estrena a inicios del próximo año, un libro algo extraño llamado: “Alas para uno” - Eric hizo un sonido de entendimiento, conocía el libro y ya tenía sentido el nombre de la composición. - Mismo que está inspirado también en esa pintura, yo ya lo había leído antes porque Stuart me había hablado del proyecto y quería que hiciera nuevamente la composición de la banda sonora. Antes de su retiro leí el libro le hablé de una base y luego simplemente se salió porque enfermó, y bueno ahora está ese bueno para nada que quiso meter presión como esperando a que yo pidiera más tiempo. ¿Puedes creerlo? ¿Yo pidiendo una prórroga? ¡Jamás! - Se estaba enojando él solito. - Así que a primera hora fui a ver el cuadro para tener una imagen más gráfica de lo que debía ser la música y así salió todo un soundtrack brillante. - Asintió orgulloso. - Cuando la veas, si la ves ya te darás cuenta de ello. - Seguro de sí mismo se mantuvo erguido y parecía que nunca hubiese estado agotado del desvelo. - Aunque estoy algo preocupado debo de aceptar, los que viste ahí son parte de la producción, no son tontos y sé que sabrán adaptarlo a lo gráfico, pero Stuart es una víbora, por eso le entregué otra copia a uno de ellos por cualquier inconveniente.
- ¿Solo por no pedir prórroga te desvelaste? - Le sonrió extrañamente feliz de escuchar lo que decía.
- Obviamente ¿Por qué?
- Es que suena a algo que haría un niño por puro resentimiento.
- Quizá, pero logré mi objetivo, dejarlo sin días de descanso.
- ¿Cómo?
- En cuanto está la composición, debe de ponerse a trabajar en el momento o es probable que lo reemplacen también.
- Es ruda la rama del entretenimiento ¿No? - Ariel se encogió de hombros.
- Quizá, yo solo doy composiciones ellos ven que hacen con ellas.
- ¿Cómo se puede lograr escribir para esa compañía? -
- ¿Quieres escribir para ellos?
- No he dicho eso… Es solo curiosidad. - Se aclaró la garganta.
- Si eres ya un famoso escritor realmente no es complicado, ellos mismos te contactaran, de no ser el caso… Es algo muy difícil; o haces un best Seller o sacas de tu propio bolsillo.
Eric asintió en comprensión, pero ya se esperaba la respuesta, ese tipo de cosas también dependían mucho de la suerte.
Llegaron al sastre, quien inmediatamente les entregó el traje para que se lo probaran y una vez comprobaron que estaba a medida dieron el visto bueno y salieron de ahí para dejar nuevamente a Ariel en su hogar y Eric regresar al suyo. Para su suerte su madre no le había cuestionado aquel repentino cambio de trabajo, aunque sí se había sorprendido del auto que ahora los vecinos pensaban que habían comprado por haberse sacado la lotería.
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Re: Spin-off Rollers!
Segunda Parte
Tercera Parte
Bye, me voy a llorar a la llorería.
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- Spoiler:
Los días transcurrieron sin problemas, a veces de un lado a otro y otros simplemente era a un lugar, y de vez en cuando Eric debía de quedarse esperando en casa de Ariel porque simplemente ir y regresar no era lo más conveniente, especialmente cuando tenía un horario específico un ejemplo de ello fue un día a las dos semanas, en la mañana estuvo yendo a muchos lugares, algunos importantes y otros porque sí, mientras que en la noche se suponía tenía una reunión importante justo después de la cena. Pero para inconveniente de ello su madre le marcó temprano en la noche ese día que debía de quedarse un poco más en su trabajo por un inconveniente y que su hermanita no tenía cena preparada, El problema era que sunjermana mayor normalmente nunca llegaba temprano por sus horarios de trabajo y aunque Eric sabía que su hermanita no era una niña tonta, tampoco era bueno dejarla sola junto a la cocina.
Se lo comunicó a Ariel y este al ser desconfiado de la hora y como un favor le permitió ir, pero él también iría. Eric no muy convencido aceptó porque no le quedaba opción y pasaron por un puesto de comida al que Ariel no bajó, cuando regresó su conversación fue de como se le ocurría alimentar a su hermanita con esa cosa y el pelirrojo lo intentó convencer de que de hecho era algo que comían de vez en cuando pero que estaba muy rico, y aunque el aroma era bueno Ariel seguía en su cochina duda, por lo que Eric decidió bajar del auto nuevamente y comprar dos raciones más.
Una vez llegaron a la casa del chico Ariel se quedó mirando esta como lo más triste que había visto en su vida, no solo esa, sino desde el comienzo del barrio ya se había horrorizado.
La hermanita de Eric salió alegre a recibirlo con un abrazo, poseía rasgos muy parecidos a su hermano mayor, pero ella se veía mucho más feliz y enérgica que él.
- Hermanito, hola .- Dijo él la cargó en brazos mientras entraba con todo y las compras. - ¿Quién es el señor con cara de calamardo? - Preguntó inocente, Eric se aguantó la risa.
- Es un amigo, pequeña. - Le dijo al darle un pequeño beso en la mejilla. - Tratarlo con amabilidad. - Ella asintió, y se bajó de los brazos de su hermano y fue corriendo hasta Ariel.
- Hola señor, me llamo Deysi. - Sonrió ampliamente estirando la mano en forma de saludo. Ariel quedó mirando este gesto por un largo y tortuoso segundo para Eric, pero se alivió al ver que lo correspondió de buena manera.
- Hola, yo me llamo Ariel. - Dijo antes de soltar la mano de la pequeña quien volteó a ver a su hermano con brillos en los ojos.
- ¡Se llama igual que Ariel! - Le dijo corriendo a la mesa donde su hermano ya había dejado las compras, para ir a buscar platos para poder servir.
- Estás diciendo lo mismo, pequeña. - Le corrigió su hermano ubicando los platos para todos, la niña se subió a una de las sillas que tenía una almohada para ayudarle a llegar. Era una mesa pequeña para cuatro personas y redonda. Si quitaba las fundas de comida que posaban sobre esta , gozaba de mucha limpieza.
- ¡Pero entiendes a lo que me refiero! - Rechistó, - Como la sirenita que vimos el otro día. - Se quedó pensativa, - ¡Y de hecho tú te llamas como el príncipe! - Recordó. - ¿Le va a salir cola señor? - Preguntó a un Ariel perdido en la distribución y decoración de aquel hogar, todo era pequeño pero acogedor y tenía un gusto un tanto extravagante según él, nunca antes había visto un mueble con dos peluches o una lámpara de juguete junto a una real.
- Si dejo de estar tanto tiempo sentado puede que sí. -Dijo al aceptar su sedentarismo, Eric no le había dicho nada porque no creía ser el indicado para decirle pero lo bueno es que sí se daba cuenta.
- ¿Estar mucho tiempo sentado te saca cola? - Preguntó curiosa.
- Depende. - Ariel se encogió de hombros,
- ¿De qué?
- De si tienes ascendencia o no.
- ¿Asce… as….. asnverndencia? - Preguntó, Ariel se tapó los labios para tapar su sonrisa, mientras que Eric ya había terminado de servir el delicioso pollo frito acompañado de papas fritas y con vasos llenos de soda.
- Ascendencia - Le corrigió el pelirrojo, - Y no le creas, es malo estar mucho tiempo sentado, en lugar de salirte cola es más probable que se esconda.
- ¿Me mintió el señor?
- No es eso, solo está jugando contigo. - Le explicó calmado, la niña asintió sin perder su sonrisa. - Ven a sentarte, vamos a comer. - Le dijo al mayor, Ariel lo miró con sospecha.
- Es solo pollo frito. - Se explicó..
- Y me va a atascar las arterias.
- No exageres una vez al año no hace daño. - Le dijo cuál abuela.
- Sí señor, el pollo frito de la señora Katty es el mejor que existe, - Dijo Deysi emocionada y luego dio una mordida a una de las papas quedando encantada. - Aún está caliente.
- Obviamente llegamos en auto. - Explicó Ariel sentándose a la mesa, en el puesto que le indicó Eric a él lo tenía a un lado y a la niña de frente.
- ¡Cierto! Mi hermano Eric ahora tiene auto, pero no nos deja subir a este, dice que es de su jefe y luego lo regaña o despide, y de paso es medio ogro…. - Contó con inocencia infantil mientras seguía disfrutando de su comida, Eric por su parte intentaba hacer señas de que se callara sin conseguirlo, y solo pudo sonreír nervioso a Ariel.
- Así que te dijo eso…. - Miró a la niña asentir y luego a Eric que mantenía rostro de inocencia. - Bueno, es verdad que hay jefes que son ogros. - Se decidió a comer con ellos, y en realidad si estaba muy rico.
- Aunque no lo entiendo.
- ¿Qué cosa no entiendes? - Preguntó Ariel, de por sí era raro que hablase con un menor, pero desde Charlotte podía mantener una conversación tranquila casi con cualquiera en la actualidad, excepto con sus padres.
- ¿Por qué un jefe necesitaría alguien que lo lleve de un lado a otro? ¿No tiene manos y pies? Mamá dice que mientras tengas tus extremidades completas puedes hacer casi cualquier cosa, Además, Eric me ha contado que si que tiene, ya que es pia… piarrista y para eso necesita pies y manos
- Hablas bastante bien para verte tan chiquita. - Le dijo Ariel con una pequeña sonrisa.
- Gracias. - Contestó orgullosa.
- Disculpa eso, - Le dijo Eric, Ariel le restó importancia. Y procedió a responderle a Deysi.
- No a todo el mundo le gusta manejar.
- ¿Ah no? - Ariel asintió.
- No todos tienen licencia, y no todos quieren aprender y prefieren pagarle a alguien más para que lo haga…
- Pero los adultos deben de saber manejar, por cualquier emergencia, o eso me han dicho.
- Si es una emergencia pides uber.
- ¿Y si no llega a tiempo?
- Supongo… pues .. eh… - Ariel dudó mucho en cómo contestar eso.
- En ese momento es cuando dependiendo de la emergencia llamas a la ambulancia, a la policía, o los bomberos. - Tuvo que rescatar Eric aquello, la niña dejó salir un largo y asombrado: "Ooh" y continuó comiendo.
Continuaron disfrutando de la comida tranquilos acompañados de una conversación trivial tras otra, Eric de vez en cuando limpiaba la cara de su hermana de las migajas que le quedaban pegadas cerca de la boca.
- ¿Ustedes son novios? - Preguntó para sorpresa de los dos hombres quienes la miraron con sorpresa.
- No. - Contestaron al unísono.
- ¿Por qué creerías eso? - Le preguntó Eric, ella normalmente no preguntaba ese tipo de cosas.
- Bueno. Si fueran novios podría decirle a mis amigos que mi hermano es el novio de Ariel. Y sería muy envidiada. - Contestó sonriendo imaginando aquel momento.
- ¡Ja! Con que tus amigos sepan que yo he pisado tu casa, serás la envidia de toda Inglaterra. - Asintió Ariel convencido. Eric pareció dudarlo.- ¿No lo crees así?
- Sus amigos son niños que lo único que les interesa es jugar o preguntar mucho, no creo que sepan de ti.
Ariel se ofendió y miró a la pequeña.
- Cuando vayas a tus clases les dices: El gran Ariel Brooke Lee estuvo en mi casa y es cercano a mi hermano. Verás como se vuelven locos. - Se cruzó de brazos con soberbia. La niña asintió, Eric le murmuró con disimulo que no le hiciera caso porque estaba loco, y Ariel recordó algo. - Cierto ¿Dónde me lavo las manos? - Preguntó, Eric le señaló una puerta y él se apresuró a esta
Llegada la hora de la reunión se despidieron de la niña, para suerte de ambos la madre de Eric ya le había escrito que ya estaba llegando a casa, por lo que cuando salieron con el auto la madre ya estaba abriendo la puerta, Eric aprovechó para hacerle un saludo con la mano y luego arrancó. Ariel lo había imitado al sentirse raro de no hacer lo mismo ya que sintió que la mujer también lo había saludado a él, y era lo más probable puesto que desde su perspectiva él era el primero en el foco de visión.
Lo que quedó de noche fue tranquilo para el pelirrojo pues esta vez le tocó esperar afuera ya que era una reunión a la que solo podía entrar el asiático, luego lo dejó en su casa y regresó a la suya. Una vez llegó su madre le preguntó por el otro joven, pues Deysi le había contado que Eric tenía novio y era Ariel, dejándola perpleja al desconocer tal detalle. Eric tuvo que explicarle lo ocurrido durante la cena mientras su madre reía de cada palabra que escuchaba. Historia que tuvo que repetir cuando llegó su hermana, con el mismo resultado.
Cuando terminó con ello no evitó recordar que su ahora jefe vivía completamente solo en un piso demasiado grande, en algún momento se preguntó si no sentiría el peso de la soledad diariamente en ese ambiente, pues solo se rodeaba de personas cuando estaban interesados por su talento y muchas veces le llegaban mensajes, dicho por el mismo Ariel, para que invirtiera en casi cualquier cosa ajena a su afición.
Al día siguiente cuando Eric llegó al edificio vio a un hombre muy parecido a Ariel salir de este, tenía rasgos mucho más maduros y el cabello levemente canoso; se había acercado a él y le preguntó si era el nuevo chófer de su hijo, hasta dio una suave patada al auto como comprobando el esperpento que había conseguido su propio hijo. Luego le preguntó si podía llevarlo de regreso a su empresa, que le pagaría bien, pero recordando las palabras de Ariel rechazó la oferta unas diez veces por la insistencia del hombre, hasta que decidió que era mejor salir de ahí y subir hasta el departamento del pelinegro, quien se tardó en salir, aun sabiendo que lo estaba esperando afuera.
- Disculpa. - Dijo el pelinegro y se apartó a un costado para que pasara, en cuanto lo hizo la cerró.
- ¿Estás bien? - Preguntó.
- ¿Por?
- Te ves un poco agitado. - Le contestó con la verdad al señalarlo. Ariel le puso mala cara.
- No señales a la gente. - Le dijo dándole un golpecito en la mano. Luego lo invitó a sentarse en el mueble, Eric aceptó y Ariel lo imitó a un lado.
- ¿Lo viste? - Preguntó, pero sonaba más a afirmación, Eric asintió. - ¿Te dijo que lo lleves a algún lado?
- Algo así.
Ariel rodó los ojos en hastío.
- Que maldita costumbre. - Se llevó las manos a la cabeza molesto.
- Pero no entiendo ¿Cuál es el problema de pedir un aventón? Fuera de su actitud claro.
- Lo hace para arrinconarme. - Suspiró pesadamente. - Al principio no me importaba pero al segundo conductor me di cuenta que simplemente se los quería llevar para que yo no tuviese como transportarme. Se los llevaba y no volvían, porque tenían un sueldo y libertades de ganar extra. Ratas que traicionan por dinero. - Se encogió de hombros.
- Osea que si aceptaba ahorita me iban a dar más dinero y un sueldo fijo ¿No? - Preguntó en broma.
- Ni se te ocurra. - Abrió los ojos tan grandes que Eric sintió el verdadero terror.
- No es en serio.
- Lo sé, disculpa. - Volvió a suspirar pero esta vez tomó aire por más tiempo. - Con mi manager fue lo mismo, por eso tengo que andar hasta en reuniones que no me importan ahora. Si va a ser la misma historia prefiero no contratar a nadie más.
- ¿Entonces por qué un chófer? - Pronto Eric notó que eso era un tema que no tenía que tocar, Ariel se había quedado mudo, quizá por demasiado tiempo. Y cambió de tema. - ¿Hoy no tenemos que ir a ningún lugar?
- Tengo una razón para no querer conducir, se puede decir que me da miedo. - Aceptó observando al vacío. - Mi hermana murió mientras conducía, yo iba con ella, estaba pequeño, regresábamos de haber cerrado un trato con un teatro para un concierto, como estaba cansado me quedé en la parte trasera dormido, solo recuerdo el golpe y tengo borrosas todo lo prosiguiente hasta el funeral… Desde ese momento tuve miedo de subir a un auto, luego ya lo superé, ahora no es que me de miedo morir o algo así, realmente no tengo mucho tampoco por lo cuál vivir, pero… simplemente no puedo manejar por mi propia debilidad, siento que todo se recrea. - Lo observó un segundo. - Has de pensar que es ridículo.
- No, para nada. - Negó empatizando con su relato. - Sé lo que es perder a un ser querido y quedar con las secuelas. - Rememoró su propia historia y recordó a su padre. - Pero supongo solo se puede seguir adelante cuando la gente depende de ti.
- Tú que tienes por quien. - Ariel le sonrió. - Tienes una linda familia. Anoche de hecho sentí algo de envidia.
- ¿Tú, envidia de mi? - Preguntó con sorpresa. Ariel asintió.
- Deysi te adora y tu mamá es muy responsable, tienes un ambiente muy animado cuando llegas a tu casa. - Expresó antes de volver a suspirar. Eric no sabía que decir ante esto, y lo hacía preguntarse cómo sería el pelinegro si hubiese tenido una familia más normal. - Anteriormente intenté llevarme bien con mis padres, pero no funcionó, de hecho a mi madre no la he visto desde entonces.
- Si quieres… - Comenzó a decir dubitativo por la posible respuesta que creía obtendría. - Podemos ir a cenar a mi casa todos los días. Digo, a Deysi le caíste en gracia y a mi madre no le molestaría.
- Eso sería una molestia para tu familia, pero gracias. - Le rechazó, respuesta que Eric ya se suponía. - Pero los días que vayan a comer los pollos fritos de Katty, avisame. - Le dijo, Eric le sonrió. Al menos no había sido un rechazo rotundo. - Hoy no tengo nada que hacer hasta la tarde que necesito ir a conversar con una productora ya que necesitan una pieza para una serie.
- Vaya que eres un artista solicitado. - Le dijo. Ariel se encogió de hombros.
- ¿Qué puedo decir? Soy como una marca cara.
- ¿Ah si?
- Muy demandado pero sólo pocos pueden acceder a mis servicios. Y también tengo mis copias baratas, hay un artista nuevo, no sé si lo conozcas, ha estado utilizando varias de mis bases antiguas para algunas partes de su música, ya que la compra no digo nada pero es un poco molesto cuando reconocen al que no hace nada. - Siguió parloteando hasta que luego de un rato lo invitó a ir a su propio y pequeño estudio, dijo que prefería tener los instrumentos afinados antes de su llegada en la tarde para comenzar con las bases.
Era una habitación secreta tras las paredes de la cocina, era del mismo tamaño que la sala ahí tenía su piano de cola principal, el que había comprado hace meses en el centro comercial, uno eléctrico, y varios instrumentos más.
- No sabía que tocases tantos instrumentos.
- Cuando empiezas a componer para compañías te toca aprender aunque sea cosas básicas de varios. - Se explicó. - Aunque no me gustan, la guitarra me deja doliendo los dedos, y los de viento siento que me estiran la piel del rostro. Así que los uso lo menos posible, o si ya no hay otra opción.
Continuaron conversando mientras Eric ayudó un poco en la labor a Ariel con lo que le indicaba el músico, y en el tiempo le fue contando por qué su padre lo molestaba tanto y tenía que ver con las acciones de su hermana mayor, quien las dejó a su nombre y su padre las quería de vuelta, pero Ariel no las quería soltar aunque no hiciera nada por las empresas realmente, la excusa del pelinegro es que eran lo único que le quedaban de recuerdo pero en realidad era porque si se las daba tendría el poder de hacer y deshacer lo que quisiera y con eso los dempas accionistas no tendrían ni voz ni voto, y habían cosas en esa empresa que quería conservar como el verdadero recuerdo de su hermana que desde joven había trabajado duro para la misma.
Cuando regresaron de la junta de Ariel en la tarde Eric lo notó más pensativo de lo normal, pero se le pasó en cuanto le hizo la pregunta más extraña que alguna vez sintió recibir de su parte.
- ¿Alguna vez te has enamorado? - Preguntó el pelinegro, estaban en camino de regreso a casa del mayor
- ¿Por qué el repentino interés? -
- Bueno, es la primera vez que me piden la composición para un romance. - Se explicó, - No estoy seguro de qué hacer.
- Bueno, he tenido alguna que otra atracción por alguien pero de enamorarme…. - Se lo pensó bien. - No tengo idea.
- Somos dos. - Volvió a quedarse pensativo. - ¿Y si busco en internet? - Eric se rio. - ¿Qué?
- No sé, pero cuando se trata de amor, sea de lo que sea, no vas a encontrar la respuesta en palabras de otros…. O eso creo. - Se encogió de hombros.
- Puede ser. - De todas formas buscó. - Vaya…
- ¿Encontraste algo que funcione?
- No, porque el enamoramiento es una simple idea. - Su rostro se mostró complicado.
- ¿Ah sí?
- Eso dice. - Continuaron su camino hasta la casa del pelinegro, donde lo dejó a pies del edificio y el pelirrojo se fue a su casa por pedido del pelinegro ya que decía que debía de investigar mejor sobre esas cosas.
No es que Ariel nunca hubiera escuchado canciones dedicadas al romance o cosas así, pero al desconocer el sentimiento se le complicaba a él interpretarlo y plasmarlo. Luego de un tiempo, se dio cuenta que no era que lo desconociera, es que nunca nadie le había explicado cómo se sentía.
Al día siguiente le pidió a Eric que lo llevase nuevamente al boliche, y así pasó las siguientes dos semanas que quedaban, pidiéndole que lo llevara a lugares que conocía para pasar el rato y cada dos o tres noches comían en casa de Eric, no solo pollo frito, variaron porque era mucha grasa según la madre del pelirrojo. Esta rutina solo veía su excepción cuando Ariel tenía algo agendado, o cuando se metía a su estudio a seguir componiendo.
- ¿Encontrarte chofer? - Preguntó Eric en sincera preocupación. Ariel quedó mudo unos segundos.
- Sí. - Dijo sin más.
- Ya veo…
- Es… el chófer de mi madre. - Le dijo para sorpresa del pelirrojo. A quien por suerte el semáforo ayudó poniéndose en rojo para poder observar al pelinegro.
- ¿Cómo así?
- Hace unos días contactó conmigo, quería que la acompañe a la tumba de Alice. Le conté sobre mi falta de personal y me dijo que podía contar con el de ella, me puse en contacto con él y parece alguien respetable. - Con el celular en las manos parecía que las manos le temblaban, y se escuchaba nervioso contando aquello. Eric comprendió que se estaba conteniendo.
- Es una buena noticia. - Le sonrió antes de que cambiase a verde y tuviese que regresar la vista a la carretera.
- Eso parece. - Su acompañante no pudo percatarse pero Ariel estaba sonriendo cual niño pequeño que lloraba de alegría.
Ese era el último día de Eric como su conductor, pero decidieron mantenerse en contacto y Ariel le permitió quedarse con el traje porque a él en primera no le quedaba y estaba usado. Eric se lo agradeció con una sonrisa, sonrisa con la que le deseaba suerte y que también escondía una leve nostalgia.
Después de ahí solo te tocaba continuar con ese último semestre de universidad antes de poder avanzar para cumplir sus sueños.
Tercera Parte
- Spoiler:
Había pasado un mes desde que había comenzado la universidad, los trabajos eran tan variados que pasaba mucho tiempo fuera de casa y más de los días debía de quedarse en alguna cafetería para poder estudiar o trabajar con calma. Mientras que en algunas noches tomaba algún que otro trabajo de tiempo parcial para poder continuar manteniendo una economía estable en todo el gastadero de papel y tiempo que le hacían hacer en ese lugar.
Si había algo bueno, eran las materias online que le ahorraban mucho más dinero y solo tenía que estar pendiente de las fechas de entrega y de las reuniones en foros y salas.
En ese tiempo supo que compartía algunos cursos con un compañero con quien había hecho muy buenas migas desde el principio de la carrera, como él era una persona calmada y de fácil conversación, diría que era más calmado que él mismo pero más sonriente y buena persona. Se llamaba Ryan Dawson y había formado algunos grupos con él para trabajos cortos.
Entre esos días se reunieron para continuar con un trabajo de poesía que les había sido encargado, debía de aceptar que su compañero tenía una facilidad de palabra para aquella materia, él aunque gustaba de ello no le era tan sencillo como la fluidez con la que Ryan trabajaba, y sabía eso, así que era normal que tardase un poco más modificando y cambiando sus partes, aunque sentía que le estaba tomando más tiempo de lo normal, quizá demasiado para algo que era menos de tres versos que no tenían la necesidad de ser tan elaborados.
El fuerte suspiro de frustración de su parte llamó la atención de su compañero.
- ¿Ocurre algo?
- No lo sé, siento que no avanzo a ninguna parte. Por ejemplo aquí, aquí y aquí, rima, pero no es lo que quiero.
- La verdad, si te noto más distraído de lo normal. Pero está bien así hay días.
- Distracción es mi segundo nombre. - Bromeó. Ryan le sonrió.
- Quizá no estás pensando lo suficiente en lo que quieres plasmar.
- ¿Tu crees? - Su amigo asintió.
- Oh bueno, cuando escribo siempre intento pensar en aquello que necesito para darme la inspiración para ello, aunque acepto que a veces es complejo, especialmente cuando te piden un tema específico y no es lo que tienes en la mente.
- He escuchado algo parecido antes. - Sonrió recordando. - Pero estoy centrándome y lo intento, pero siento que sale algo completamente diferente.
- Así analizando, diría que tu escrito de guerra, tiene mucho de Romeo y Julieta en la misma.
- ¿Eh?
- ¿Estás enamorado? - Preguntó de la nada. Eric se quedó pensando y se rascó la cabeza, no es como que sintiese eso, más bien sentía que extrañaba algo.
- ¿Puede? - Dijo poco seguro. - Más bien creo que me acostumbré a una extraña rutina.
- Una muy amorosa. - Le molestó un poquito. Eric sintió sus mejillas enrojecer suavemente y luego carraspeó.
- Solo tengo que concentrarme.
- El trabajo es para la próxima semana intenta no presionarte tanto. - Le dijo, y no es que el chico se notase intranquilo, siempre tenía esa calma encima que parecía no le importaba nada o casi nada, pero notaba la frustración en el cambio de palabras del mismo escrito que le había mostrado.
Ese mismo fin de semana, pudo quedarse en casa junto a su familia y aprovechó a escribir nuevamente desde cero, para su suerte o desgracia hubo una discusión muy fuerte entre sus vecinos en la mañana que lo ayudaron a terminar aquello solo de recordar como fue. Y es que aunque no hubiese querido escuchar nada en un principio era imposible no hacerlo. En cuanto acabó le envió su parte a Ryan y pasó la tarde con su familia como su merecido descanso.
Cuando empezó a atardecer, el timbre sonó sorprendiendo a todos, Eric fue a abrir quedando con los ojos abiertos en sorpresa, era Ariel con algunas fundas de compras, que si de por sí eso a era extraño, el auto que Eric acostumbraba a manejar estaba aparcado frente a la casa sin nadie dentro.
- Buenas tardes. - Le dijo nervioso. Eric contestó aun en trance.
- ¿Hola…?
- Bueno… eh… yo…. - Se intentaba explicar. En la cabeza de Eric solo existía la conversación que tuvo con Ryan días antes, lo que le hizo sentir los colores subirle al rostro. - Traje un poco de comida… ¿No es molestia? - Preguntó. Eric apenas atinó a negar.
- ¡Oh, Ariel! ¿Pero por qué siguen ahí? Pasa. - La madre del joven se asomó y rápidamente se apresuró para hacer pasar al músico. Eric cerró la puerta tras de sí y observó como su hermana mayor y su amigo se presentaban.
Tuvieron una cena llena de palabrería y sin percances, a parte de Deysi preguntando cosas a cada rato y un momento en el que casi se cae con los vasos por querer ayudar en la mesa, pero nunca tocó el piso gracias a que Ariel la rescató.
Cuando se hizo un poco tarde la pequeña necesitó irse a dormir y su madre la fue a acunar con ayuda de la hermana mayor, los dos amigos subieron a una pequeña terraza que tenían en el techo de la casa y se sentaron en el suelo.
- ¿Ya manejas solo? - Preguntó Eric, Ariel asintió dubitativo.
- He estado aprendiendo, normalmente el chofer está ahí guiandome pero recién hoy me decidí a ello. - Confesó. Eric asintió en entendimiento. - Aunque me dijo que debo de sacar una estúpida licencia antes de hacerlo pero no tengo tiempo para eso…
- ¿Andas sin licencia? - Le reclamó horrorizado, Ariel asintió encogiéndose en su lugar. - Te podrían haber multado.
- Pero es solo una tarjetita. - Se excusó.
- Ser tú no te librará de algo como eso, que lo sepas.
- ¿Qué tal la universidad? - Le cambió de tema, odiaba ser regañado.
- Un poco ocupada, aunque este periodo lo siento más relajado que anteriores, hasta he podido coger un trabajo a medio tiempo en las noches.
- ¿Lo que te pagué no fue suficiente? - Ariel lo quedó mirando confundido y luego se llevó una mano a la barbilla pensativo. - La vida de la media está más cara de lo que creí.
- No es eso. Simplemente que nunca está de más tener un poco de resguardo por cualquier cosa. - Le explicó.
- Puedes pedirme.
- ¿Por qué haría eso?
Ariel no le supo contestar.
- Porque sí, porque eres tú.
- No soy tu hijo… y no quiero ser mantenido por mi amigo.
- Bueno, allá tú, te lo pierdes. - Se ofendió, Eric no evitó reír.
- De hecho, gracias a que me diste esa oportunidad hemos estado bastante balanceados con la economía este mes. Creo que nunca te lo dije, pero gracias. - Confesó como en murmullo. Ariel solo asintió, no es que lo tomase como algo tan relevante,
- Yo… Terminé parte de la composición para la serie. - Comenzó a decir, Eric escuchó atento y lo quedó mirando, Ariel parecía más bien perdido en el cielo oscuro pero despejado de esa noche.. - Me dijeron que tenía demasiada tristeza en ella, porque es una serie de comedia también. - Lanzó una carcajada al aire. - Aunque igual la dejaron porque según es tan melancólica que le romperá el corazón a cualquiera que la escuche. - Desvió el rostro y se quedó observando los rubíes de Eric, perdió un momento el aliento y tuvo que tomar aire. - Yo, en realidad… vine porque… - Sintió de alguna manera que la distancia entre ambos se había acortado y a esa misma velocidad sus palabras iban disminuyendo su tono. - Quería verte. - Confesó antes de sentir los labios de Eric apenas rozando los suyos. Y justo después la voz de la madre de Eric llamando para un favor hizo al pelirrojo levantarse apresurado y salir de ahí a paso apurado. Ambos sentían como les hervía la cara en ese momento.
- ¿Qué pasa cariño tienes fiebre? - Preguntó la mujer a su hijo tocando su frente para comprobar la temperatura. - Estás un poco caliente.
- No es nada mamá. Es que hace calor en la terraza. - Se aclaró la garganta y se llevó una mano a la boca con cierta timidez. - ¿Qué necesitabas?
- ¿Me haces el favor de ir al convi? Ayer hice compras, pero olvidé por completo la pasta dental y si hay para hoy no hay para mañana en la mañana.
- De tal palo tal astilla. - Fue el comentario de Ariel a espaldas de los familiares. Eric lo miró e intentó encontrar alguna excusa para ello pero no la encontró.
- Ay, ya que estás ahí, acompáñalo para que no vaya solito y no se olvide. - Le dijo la mujer a Ariel quien resopló en burla al pelirrojo y solo asintió a las palabras de la mujer.
- Bueno, yo lo recuerdo. -
- Mamá… - El pelirrojo miró a su progenitora escéptico de lo que escuchaba.
- Bueno cariño, tienes que aceptar que si somos un poco distraídos. - Le empujó suavemente para que saliera. - Apúrense antes de que se haga más tarde.
Eric tomó su chaqueta y ambos salieron de la casa aunque incómodos por lo sucedido antes intentaron mantener una conversación tranquila.
En el convi compraron lo pedido y de paso unos cuantos chuches por parte de Ariel, cuando salieron Ariel le había ofrecido unos de maní dulce al pelirrojo quien los aceptó, pero pronto se detuvo en media acera. No había nadie cerca a parte de ellos una máquina expendedora de sodas y el silbido del viento contra los árboles y objetos del pequeño parque del barrio.
- Lo que dijiste ¿Fue en serio? - Preguntó. Ariel también se detuvo y se giró para verlo de frente, aunque mantenía cierta timidez en su cabeza cabizbaja.
- ¿Por qué mentiría? - Salió apresurado pero seguro.
- No sé… Es que… - Se rascó la cabeza frustrado. - Nunca me había pasado algo así. Desde que comencé la universidad no he dejado de pensar en cómo estás si has comido o si te sientes cómodo con tu nuevo chófer…. Yo… - Inhaló todo el aire que pudo. - Simplemente siento que si es mentira… Sería muy doloroso. - Ariel se quedó mudo ante tal confesión, pero sentía como su estómago se llenaba de revoloteos extraños y agradables, casi que sentía poder componer cualquier romance que le pidieran.
- Es la verdad. - Se acercó a él y le sonrió ofreciéndole otro maní dulce. - No he estado componiendo de manera normal este último mes, todo sale mal, y me termino frustrando. Y solo he pensado en lo mucho que quería verte, por eso cogí el auto y manejé hasta acá.... Por lo que puedes decir estamos en el mismo barco. - Eric no evitó abrazarlo con fuerza y Ariel correspondió, aunque luego pidió tiempo, pues recordó que no era un desconocido para la prensa realmente.
Ambos regresaron a casa del pelirrojo, Ariel dejó varios chuches ahí y luego se fue a casa, puesto que ya era tarde y no quería ser una molestia mayor.
Para el veinticinco de diciembre (El cumpleaños de Ariel) a la noche le esperaba la sorpresa de Eric y su familia organizando un pequeño festejo cuando abrió su departamento, fue la primera vez en muchos años que sintió serpentinas caer en su cara, y los aplausos de alguien más deseandole feliz cumpleaños.
Habían llevado una torta con velas que mostraban el número “26” en este, antes de poder tomar aire para apagarlas se escuchó el timbre; todos quedaron extrañados pues Ariel no había invitado a nadie y Eric, el único humano existente con copias de las llaves de ese departamento tampoco.
Para sorpresa de Ariel una mujer mayor de cabellos negros, más baja que él, de buen porte y con ojos rasgados y cansados estaba detrás de esta, era su madre a quien tardó en procesar su presencia en ese lugar. Habían ido juntos al cementerio un par de veces y así pudo saber como había estado y todo lo que había ocurrido con su vida después de la muerte de Alice. Pero nunca espero en tenerla ese día frente a él.
Al principio parecía reacia a ingresar pero pronto con la ayuda de los visitantes, especialmente Deysi quien dijo que: Es de mala educación no hacer pasar a las personas. Pudieron continuar aquella noche, disfrutando de pollo frito y de torta.
Como el primer cumpleaños que el músico recordaría como muy aglomerado y cálido.
Había pasado un año desde la graduación del pelirrojo, y de vez en cuando se quedaba en casa de su novio para hacerle compañía.
Una mañana sentados al mesón Eric se preguntaba qué era lo que tenía en mente Ariel, pues a pesar de ser una persona seria, aparentaba más seriedad de la que normalmente portaba, y eso era muy extraño sumado al hecho de que parecía no parar de pensar cada que lo miraba, como si estuviera decidiendo qué hacer con sus restos una vez haya sido vendido a la trata de órganos.
- ¿Ocurre algo? - Finalmente se atrevió a preguntar, no era normal verlo divagar tanto.
- No, nada. - Contestó regresando a su comida, la que luego de tragar aquella cucharada continuó diciendo. - Simplemente estaba pensando en si debería o no hacer pública nuestra relación.
Eric sintió que la comida que tragó estaba raspando todo su paladar y necesitó toser y tomar su jugo de naranja al sentir que se atoraba.
- ¡¿Qué?! - Con calma pero clara sorpresa lo quedó mirando interrogante, de todo lo que podía haber estado pensando ese hombre esa era la última cosa que se esperaba escuchar de él.
- Veo que no te agrada la idea. - Lo observó con sospecha y claro recelo, a tal punto de que se cruzó de brazos. Porque a quien no le gustaría presumir que era la pareja del conocido y respetado Ariel Brooke Lee.
- No es eso. - Se apresuró a contestar Eric al no querer malentendidos. - Es que me sorprende que quieras hacer pública una relación conmigo. -
- ¿Por qué no? - Levantó una ceja más molesto que antes.
- Porque… Pues… Tú eres tú y yo… pues… - Se rascó la cabeza intentando encontrar las palabras correctas. - No soy la persona más conocida que exista tampoco, además… Acaba de salir mi libro ¿Sabes? Y si se conoce esto… La verdad es que no me agradaría que las ventas del mismo subieran solo por un escándalo.
- ¿En serio eso es lo que te preocupa? - La incredulidad en su rostro era tal que pudo ofender a Eric.
- Oye, tengo mis principios muy marcados ¿Bien? Si algo que yo hago tiene el potencial de crecer bajo su propio contenido… eso realmente… Me haría mucho más feliz. - Se explicó con clara vergüenza en su rostro, y es que eran cosas de las que no hablaba abiertamente como para darse cuenta del impacto que era para él mismo ese pequeño rincón que le pertenecía a él como persona individual. Dudaba mucho que Ariel lo comprendiera al fin de cuentas puesto que desconocía su ascendencia a la fama, mas, teniendo en cuenta toda conexión de sus alrededores y el dinero involucrado, no era la más humilde existida.
- Bueno, entonces se hace público cuando seas famoso. - Dijo tranquilo y continuó comiendo, Eric trató de explicarse la docilidad con la que aceptó aquello a diferencia de su anterior reacción. - ¿Qué? - Preguntó al notar que no dejaba de mirarlo.
- Nada, simplemente que… se me hace extraño todavía que aceptes lo que digo, antes no era así.
- Bueno, obviamente debo de aceptar las cosas que quieres para tu vida, no soy tu progenitor para estarte obligando a nada, ni mucho menos alguien que quiera verte triste solo por “Ascender de la manera incorrecta” a donde sea que quieras llegar. - Le dijo rodando los ojos, por lo que Eric comprendió que aun le parecía ridícula su manera de pensar, y aun así lo estaba dejando ser. Y si se lo pensaba bien, realmente su ascenso a la fama era indefinido, hasta podía ser que nunca se diese realmente pero él estaba ahí parloteando como si nada de que una vez ocurriese le tenía que comprar cosas bonitas porque él lo valía y un montón de cosas sin sentido que le hicieron reír. - Por lo que si es mucho, estás en la obligación de invitarme al rare treasure a comer, y comprarme un traje para uno de mis recitales, porque lo valgo…
- Oye, tú ya tienes el dinero para eso. - Se excusó. Ariel lo volvió a mirar mal.
- ¿Y eso qué? No soy tu amigo, y que yo sepa el que hizo el primer desliz fuiste tú no yo, y si quieres conservarlo, más te vale llegar más allá que yo. Porque ya decidiste que hasta ese punto no quieres que te involucren conmigo, como si fuese la gran cosa que descubran que estamos saliendo - Volvió a rodar los ojos, y aunque Ariel vivía en su propia burbuja, a Eric no terminaba de molestarle lo poca preocupación que le daba la respuesta general de la gente y es que era como él mismo le había dicho una vez: "No me interesa lo que piense la gente, yo hago lo que quiero hacer, si no les gusta mi actitud y se retuercen por lo mismo, es muy su problema, yo solo existo." Y la realidad es que era muy presumido de su parte decir que esa diva interna que tenía, era una parte encantadora de él.
Y es que él hablaba así, pero sabía que aun había muchas cosas que quería cumplir, después de que Deysi le dijese que nadie de sus amigos sabía quién era, había puesto levemente los pies en la tierra, y pasó a meterse en composiciones infantiles en su tiempo libre solo por capricho.
Mientras que él había logrado publicar su primer libro corto para probar suerte, y aunque fue complicado encontrar una editorial que aceptase a un “sin nombre” como se atrevieron a decirle algunas, estaba satisfecho con haber logrado el primer y pequeño paso a sus sueños.
Pero por el momento prefería que las cosas se mantuvieran calmadas en su relación, después de todo aún tenían mucho tiempo y muchos sueños por escribir juntos.
(2/5)
Bye, me voy a llorar a la llorería.
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Re: Spin-off Rollers!
Título: [Siniestra] A la espera.
Género: Romance, Drama, “Horror”, Suspenso, R-16(Violencia). (No hay comedia, me siento orgullosa de mí misma por haber logrado algo así)
Personajes: Skyria (Curioso que sea mi primer escrito de ellos por aquí), una señora y un señor (?, la abuela Erina, cameo de Matt (???
Sinopsis: Esto fue escrito en el año 2020 o 2021, recién lo he medio arreglado y medio corregido por tanto sí, estoy bien pendeja.
PRIMERA PARTE
Género: Romance, Drama, “Horror”, Suspenso, R-16(Violencia). (No hay comedia, me siento orgullosa de mí misma por haber logrado algo así)
Personajes: Skyria (Curioso que sea mi primer escrito de ellos por aquí), una señora y un señor (?, la abuela Erina, cameo de Matt (???
Sinopsis: Esto fue escrito en el año 2020 o 2021, recién lo he medio arreglado y medio corregido por tanto sí, estoy bien pendeja.
PRIMERA PARTE
- Spoiler:
Han pasado dos años desde que terminaron el instituto, cada uno tomó su camino en la vida para convertirse en los profesionales que querían ser, todos tenían tantas ideas diferentes sobre lo que era para ellos la vida que sin duda hicieron que Aria se mantuviese más alejada de lo normal por ello.
Ella no sabía que quería de la vida realmente y tampoco le importaba mucho y solo aplicó para la carrera que le indujeron sus padres: Derecho.
No tenía todavía el impulso para decir que eso era lo que realmente necesitaba en su vida para no sentir que trabajaba, pero tenía su parte buena: y es que se leía bastante, por lo que no tenía problemas recalcables con la misma tampoco.
Tomaba el metro a casa en horas poco traficadas de personas, siempre terminaba quedándose más tiempo del que requería en la biblioteca de la universidad, y de vez en cuando lograba saludar a alguno de sus amigos de instituto.
Ninguno siguió la misma carrera que el otro, pero sabía que se mantenían en contacto por un grupo que dejó en silencio porque algunos podrían ser muy intensos respecto a ello.
Cerca a su casa esperaba no encontrar a nadie para simplemente pasar a su habitación, ducharse y dormir, pero fue una sorpresa que a su llegada, alguien estaba a punto de tocar el timbre aun cuando a esas horas todas las luces estaban apagadas.
Sabía quién era, de todas formas era poco probable no saber de quién se trataba. Hasta la vecina de la esquina sabía quién era y ni necesitaba recordárselo: Skyler Hawk, actual campeón de la medalla de oro en natación en las últimas olimpiadas internacionales.
- No hay nadie. - Dijo, el hombre se volteó al escucharla justo antes de presionar el botón.
- Ya estás tú. - Contestó, ella se acercó hasta la puerta, él se apartó y la dejó abrir.
- Entra, si alguien te ve no quiero saber el alboroto que se formaría. - Le ofreció antes de ella ingresar. Él hizo caso cerrando la puerta tras de sí y después de que le dejará indicado un asiento vio como ella se perdía por el pasillo hacia las escaleras.
Él se quedó observando a penas la mini mesa de madera con protección de cristal, habían cambiado el macetero y las flores del centro de la misma, antes eran claveles con rosas, en la actualidad eran lirios de los valles blancos y rosados, un detalle que sin duda le recordaban a ella; elegante y bonito, su estilo sin duda.
Un suave olor a vainilla aligeró el ambiente de la habitación, era Aria que volvía, recién bañada y con un atuendo más cómodo por su simpleza que el anterior.
- Disculpa la espera. - Dijo haciendo uso de la toalla para secarse su largo cabello.
- No, disculpame, no te avisé que vendría. - Sky la miró un momento, apenas y había cambiado un poco, como un ligero cambio de altura. - Debes estar cansada.
- Está bien, no importa, mañana es día libre. - Explicó Aria, Sky solo asintió. Ella por su parte parecía no querer mirarlo. Desde que decidió aceptar la beca deportiva, y se había ido en un difícil recuerdo hace dos años, no era lo mismo tenerlo tras una pantalla muy de vez en cuando en ratos libres en los que solo pudieron coincidir par de veces, aunque sus conversaciones escritas eran un poco más movidas y tenían la costumbre de enviar aunque sea un mensaje diario, se sentía extraño para ella aquel encuentro inesperado y abrupto, no le había dado tiempo de hacerse a la idea de que lo volvería a ver.
Estaba más delgado y eso lo hacía aparentar más altura, como una pared con ojos ámbar. Una a la que conocía y le tenía confianza, pero que así mismo parecía haber salido de algún tipo de enredo de camino a ese lugar; estaba despeinado, y su chaqueta escondía a medias el desastre de su camisa medio salida y arrugada.
- ¿Pasó algo? - Preguntó ella sin dejar de usar su cabello como una excusa.
- Quería verte. - Dijo simplemente, ella se arrepintió inmediatamente por haber preguntado. El problema con Sky, era justamente que siempre era demasiado directo para su gusto.
- Lo dices como si no hablásemos.
- No es lo mismo.
- ¿Y por eso pareces haber estado corriendo?
- Ah… No. - Aceptó, ella le prestó atención y dejó la toalla sobre una de las silla. - Llegando tuve un problema en el aeropuerto. - Miró hacia arriba para comprobar su cabello, y sin duda, veía un desastre que intentó arreglar pasando su mano como peine, lo que no sirvió de mucho.
Aria no necesitaba preguntar, ya se lo imaginaba, fue algo rutinario en el instituto, y fuera del mismo. A pesar de los años, al parecer, era algo que no cambiaba y que si era sincera era lo que más le fastidiaba del hombre sentado a la mesa: Esa extraña e incomprensible popularidad.
- Deberías de llegar con guardaespaldas.
- No soy mi madre.
- ¿Siempre llega con protección? - Él asintió.
- Mientras menos la toquen mejor.
- Ya veo. - Ella se levantó y con paso tranquilo se dirigió a la otra habitación, Sky solo la vio desaparecer tras la puerta antes de regresar su vista a los lirios y se empezó a preguntar si los padres de Aria lo seguirán viendo como una mala influencia para su perfecta hija.
Es verdad que él tampoco se creía la mejor opción, pero tenía el problema de que mientras no fuese ella quien lo rechace, algo en él no podía darse por vencido.
Pasaron unos minutos y Aria regresó con una taza de té junto a un platillo con galletas caseras, dejando todo en la mesita frente al moreno.
- ¿Viniste comiendo? - Preguntó, Sky negó y aceptó lo que ella le había servido.
- Gracias. ¿Tú ya comiste? - Ella asintió.
- La cafetería de la universidad atiende casi todo el periodo. - Él hizo un sonido de entendimiento y se centró en el plato.
- ¿Las hiciste tú? - Preguntó al tomar una y morder. Ella asintió.
- Puedo asegurar que quedaron bien. - Sonrió, se sentía orgullosa de ello, hasta sus padres las comían sin dejar migas cada que las preparaba.
- Lo están. - Le sonrió, Aria lo imitó y se sentó . - Pero pudiste poner más chocolate… y menos harina...
- Cállate. - Exigió al darle una palmada en el hombro. Sky resopló en gracia.
- Es mentira. Me gustan. - Se excusó, ella solo suspiró, no había dejado de ser fastidioso con ella, a veces parecía que simplemente vivía por ello, y a veces hasta se lo podía llegar a creer. - Serás una buena esposa. - La chica le dedicó una mirada de desagrado. Sky volvió a resoplar de la misma manera que antes.
- Cállate. - Pidió nuevamente pero esta vez con un sentimiento de vergüenza, él obedeció para terminar lo que ella le había servido. - ¿Matt sabe que estás aquí? - Preguntó recogiendo los platos vacíos.
- Algo así. - Sky se levantó con ella y la acompañó hasta la cocina mientras explicaba su respuesta. - Sabe que vendría, pero no cuando.
- ¿No hubiese sido mejor darle la sorpresa a él? - Se alistó con unos guantes para limpiar, Sky se quedó a un lado del lavabo junto a ella, y la ayudó secando y acomodando los utensilios en la platera.
- ¿Soy una sorpresa? - Aria rodó los ojos. - Lo veré mañana. - Ahora la chica lo miró con clara duda. - Sé que visita a la abuela Erina los Domingos en la mañana. - Concluyó. La chica dejó salir un sonido de entendimiento y se deshizo de los guantes al haber terminado con su labor, Sky se volvió a bajar las mangas y se quedó arrinconado al mesón, si hubiese crecido un poco más podría haberlo usado de asiento.
- ¿Al menos tu abuela lo sabe? - Él asintió.
- No puedo darle sustos como ese.
- Sí, eres un susto.
- Lo soy. - Aceptó, luego sintió algo en su pierna arrimándose a él. - ¿Y él? - Preguntó al agacharse y recoger al gato. Era pequeño pero peludo, angora, si no se equivocaba, con un pelaje gris con pocas manchas más oscuras, y unos grandes e impresionantes ojos ámbar.
- Ella. - Corrigió Aria. Sky comprobó aquello elevándola un poco más. - Oye… - Se acercó a él para intentar quitarle la gata de las manos, lo que consiguió pronto gracias a que el chico no se negó. - No deberías de ser así, es una dama. - La cogió en un brazo y acarició con la mano libre el lomo y cabeza de la minina que recibió el gesto gustosa.
- ¿Cómo se llama?
- Lotty.
- ¿Por qué ese nombre? - Preguntó al acercarse y querer jugar también con el animal
- Porque… - La razón de Aria en realidad era muy simple, pero al mismo tiempo decirlo en alto resultaba embarazoso, por lo que decidió no decirlo. - Porque sí.
- Que simple. - Había tomado una pata de la gata y simplemente hizo como si la saludara. - Disculpa por lo anterior Lotty. - La nominada no parecía ni siquiera consciente de ello. Aria suspiró.
- Mientras suene bonito, está bien.
- Si lo dices. – Volvió a mirar a la gata y se concentró en la mano que acariciaba su lomo, si antes lo pasó desapercibido en ese momento no fue el caso. – Veo que aún la tienes. – Señaló la pulsera en la muñeca de la joven, quien se petrificó ahí mismo, antes de agacharse para soltar a la gata y que fuese libre. La misma dio una última vuelta pegada a su dueña y salió de ahí con camino a la sala.
- Teniendo en cuenta lo que nos pasó en el viaje ese… - Dijo alargando todo de más, como recordando la excusa perfecta para explicarse con lo que podía ser la verdad.
- ¿Te hiciste viajera astral?
- ¡No! Que horror. – Dijo rápidamente negando con las manos.
- Entonces no te sirve de nada.
- Tú abuela me dijo de hecho que… - Se tapó la boca al darse cuenta de lo que decía. Sky intentó no burlarse.
- Has ido con la abuela Erina…
- El caso es que… Mientras menos recuerde o vea esas cosas, mejor. - Aseguró. Sky balanceaba la cabeza con duda. - Tú… Desde que te la quitaste…
- Está bien… Aprendí a controlarlo.
- ¿Ah sí? - Aclaró y lo miró con sospecha. - Porque… ¿Eres Skyler no? - Entrecerró los ojos y con su índice hincó en el hueco de su estómago, mientras que el nominado no pareció tener algún gesto en particular, pero para ella era obvia la sorpresa.
- De ser el caso… - Se quedó un momento mudo y luego de escuchar el “humm” exagerado de la chica pensó que había hecho algo mal. - No me habrías dejado entrar. - Dijo, ella abrió los ojos como platos.
- En ese momento solo confié.
- ¿Tú? - Ante la pregunta ella asintió con fuerza. - Aja…
- También puede ser que simplemente me haya olvidado de ti. - Esas palabras hicieron un clic en la cabeza de Sky quien levantó una ceja nada convencido. Aria lo notó, miró a otro lado y terminó por resoplar con su propia mentira.- ¿Quieres dar un paseo? La obra del parque fue terminada a mediados del año.- Cambió de tema, Sky se acercó a ella y con las manos en los bolsillos se inclinó hasta encontrarse de frente con sus ojos, y cuando ella lo encaró solo para comprobar su cercanía él aprovechó unos segundos para besarla. - ¿Eso se supone que es un sí? - Preguntó Aria al tomarlo de las mejillas para alejarlo un poco más de lo que él hubiese preferido. Sky se encogió de hombros.
- Es un recordatorio. - Dijo y se irguió. - Vamos. -
Dieron vuelta en la primer esquina, Aria no perdía su delicadeza ni para caminar, lo único que Sky sentía cambiado era el leve esfuerzo en arreglarse de otra manera, el estilo de jovencita con colores pasteles se había vuelto más sofisticado, añadiendo unos pequeños pendientes de plata rosada combinando con un collar y una pulsera que se notaba pertenecía al mismo conjunto y un peinado aunque rápido visiblemente estético para ella. Suponía que era una costumbre al abandonar su hogar, pues cambió todo su vestuario y solo se había quedado con la pulsera que él le regaló antes de irse a entrenar con profesionales gracias a la beca deportiva y con el cabello suelto por el baño que tomó.
- ¿Cómo va la universidad? - Preguntó Sky, Aria pareció dudar en responder, sentía que era algo que él debería saber.
- Normal, un día tienes tarea y al siguiente te encuentras rodeado de exámenes para tirar a reciclaje.
- Pero siempre sales bien.
- No quita el hecho de que me acumulan papel.
- Yo pegaría esas notas en la pared del cuarto de la abuela.
- Que dramático. - Se llevó una mano a la boca para evitar reírse fuerte. Era de noche, ese barrio era tranquilo, por lo que una risa por muy delicada que fuese iba a perturbar aquello. - Pero tienes algo mejor ¿No es así? - Sky ladeó la cabeza pensativo y luego negó.
- Medallas de oro, pero nada más que eso. -
- No todos tienen esa oportunidad.
- Lo sé… y la aproveché… Supongo.
- ¿Aprovechaste? - Se detuvo en seco para mirarlo extrañada. Eso no se lo esperaba, Sky la imitó, y pronto la puso a caminar con él al tomarla de la mano.
- No sé si regrese a las competencias…
- Pero… Sky…
- Solo por ahora. - Le aclaró. - Todavía no me decido.
- ¿Qué harías entonces? - Él se quedó callado, no estaba seguro para nada, su madre ya le había ofrecido el paso fácil al mundo del modelaje en cuanto se hizo un poco conocido entre los admiradores del deporte. Siendo algo muy irrelevante para él.
- No lo sé ¿Me ves como modelo?
- ¿Tienes idea de lo acosado que estarás si es así? - Le sonrió aunque comprensivas sus palabras poseían claro desagrado.
- Entonces no.
- No tienes que hacer lo que yo diga. - Él negó.
- Por ti haría cualquier cosa. - Le coqueteó, ella hizo una mueca de desagrado, Sky le sonrió satisfecho. - Realmente no es porque lo digas, es porque tampoco me gusta. - Ahora él se detuvo. - Solo una cosa tengo segura. - La miró, ella esperó a que respondiese. - Quiero estar contigo. - Aria perdió el aliento ante eso, no era algo que ignorase, ninguno que los conociese lo negaría tampoco. Sus mejillas rojas de vergüenza ardieron con más fuerza al recordar que no eran los únicos en esa calle, y que muy probablemente él había sido escuchado.
- Eres insoportable. - Dijo simplemente. Sabía que a Skyler eso no le importaba y solo fue reafirmada cuando él la besó por segunda vez en la noche. Como si no fuera suficiente decir ese tipo de cosas en voz alta, ahora sus vecinos tendrían el chisme de la semana. - Solo por curiosidad… - Continuaron caminando. - ¿No se te vino a la cabeza que quizá tengo otro novio?
- Nunca cortaste conmigo.
- Podría haberlo ignorado.
- Imposible. - Le quitó importancia con un gesto de su mano libre, mientras ella levantó las que tenían juntas solo para notar que seguían igual, no que le molestase, de hecho era reconfortante y cálido. Algo que se perdió pronto cuando al tomar la siguiente ruta el frío caló por todos sus huesos, y así mismo los de Sky, lo supo porque sintió su mano estrechar la suya con fuerza, pero no detuvieron su paso en ningún momento.
- ¿Pasa algo? - Él negó, aunque de todas maneras observó de un lado a otro, hasta que el sonido de unos pasos apurados los alertó a ambos y vieron hacia el frente.
Era un hombre que sin duda regresaba de un trote nocturno alrededor del parque. Los saludó amigable y ellos correspondieron muy a su manera y continuaron su camino hasta que lo escucharon hablar nuevamente y se voltearon solo para asegurarse de que no estaban oyendo cosas.
Frente al hombre vieron a un niño bajo la luz del poste parecía jugar agachado simulando unos carros de juguete.
- Niño ¿Estás perdido? - Preguntó agachándose a la altura del menor, él dejó de jugar.
- Mamá me dijo que esperase aquí. - Fue su contestación. El hombre dudoso, solo por comprobar levantó la mirada y buscó por alguien, pero solo estaban los jóvenes observando lo que ocurría, que aunque quisiese pensar que eran por alguna casualidad los padres del niño, era imposible saberlo al no haberle visto el rostro y poder identificar si tenían un parecido.
- ¿Dónde está? - Estiró la mano hacia él. - Te llevaré con ella. - El niño giró el rostro hacia él y con una amplia y negra sonrisa, lo observó con sus ojos de pozo, haciendo estremecer todos los nervios del hombre hasta el punto de caer de espaldas al suelo..
- ¡Salga de ahí! - Gritó Skyler, pero el hombre no se movía y había comenzado a ser arrastrado por una masa negra.
Gritando, asustado y aturdido el hombre intentaba arrastrarse al contrario de la vacía calle, encontrándose interrumpido por el joven que había saludado antes que lo ayudó jalandolo de los brazos sin conseguir mucho, luego notó a la joven llegar a un lado, y al tomarlo de un brazo y ayudar al otro pudo salir de esa situación. Observó hacia atrás, donde antes estaba el niño, ya no se encontraba nadie.
- ¿Qué fue eso? - Preguntó la pelinegra ayudando a Skyler a colocar al hombre de pie. Este se quejó, llamando la atención de ambos jóvenes, quienes tuvieron que ayudarlo a buscar un lugar donde sentarse, para su suerte, la calle aledaña contaba con bancas públicas gracias a que por la construcción del parque decidieron colocar estas como solidaridad para adultos mayores.
- ¿Ustedes también lo vieron, verdad? - Dijo el hombre una vez sentado, mirando a los dos jóvenes frente a él quienes asintieron. - Entonces no me he vuelto loco. - Comenzó a respirar con más calma tras entender que no era una ilusión. - ¿Qué clase de cosa era esa? Hay que avisar a la policía. - Sacó su celular, Aria y Sky se miraron cuestionando el uno al otro con la mirada hasta llegar a un acuerdo.
- No creo que sea una buena idea. - Manifestó Aria con clara complicación.
- Pero ustedes lo vieron…
- Por eso, la policía no hará nada. - Explicó Sky, el mayor iba a preguntar la razón, pero al darse cuenta de lo que tenía que explicar comprendió que era verdad.
- No me van a creer. - Suspiró pesadamente. Los dos jóvenes volvieron a intercambiar miradas.
- ¿Sabe de alguien que haya muerto en esta calle?
- ¿Qué clase de pregunta es esa muchacho? - Se llevó la mano a la cabeza con pesadez, pero intentó hacer memoria. - Hace unos días, el hijo de la dueña de la lavandería de la esquina. - Señaló hasta el fondo de la calle, donde se veía el comienzo de un edificio. - Tuvo un accidente, el anterior transformador cayó mientras el niño jugaba, dicen que el aparatajo ya era muy viejo, y tenía un tiempo flojo, nadie andaba por ahí por lo mismo. - Los miró aun creyendo que contarles eso no les serviría de nada. - ¿No me digan que ustedes creen que esa cosa es… ? - Ellos solo lo observaron sin decir nada, pero eso fue suficiente. - Por favor, era un niño, los niños no podrían transformarse en algo así. - Casi quiso burlarse de ellos pero la tranquila voz de la chica lo detuvo.
- Señor… - Señaló al piso. - Su pie.
El hombre observó lo mencionado, su zapato blanco de tela de baja categoría había pasado a rojo de un momento a otro en todo el arco fronal, dejándo a todos ain habla.
Apurado, el hombre se quitó el zapato y lo inesperado se abrió frente a los ojos de los tres presentes. Habían desaparecido el segundo y tercer dedo de ese pie como un corte limpio que dejó la abertura a un desangramiento rápido.
Aria se tapó la boca con impresión y Sky abrió los ojos con claro horror, pero no tardó en pedirle los cordones del zapato al hombre que sin saber cómo reaccionar, empezó a hacer muecas de dolor en cuanto sintió el aire tocando la herida, y la falta de compresión hozo lo suyo también al apresurar el desangrado.
Sky amarró con fuerza lo que a penas quedaba de ambas aberturas evitando un paso de sangre mayor.
- Hay que llamar a una ambulancia, rápido. - Le dijo a su novia, quien ya había marcado desde antes de que siquiera pronunciara palabra, pero estaba batallando con el servicio, estaban tardando en contestar, hasta que por fin alguien respondió del otro lado y exasperada pero con la mayor claridad que pudo explicó la situación de una manera que ni ella misma se creería (Tuvo que mentir sobre lo ocurrido) pero, logró hacer que el encargado le dijese que la ambulancia iba en camino.
Por benevolencia se quedaron junto al hombre hasta la llegada de la ambulancia y cuando la vieron acercarse se alejaron camino donde el hombre les había indicado con sus últimos sentidos antes de comenzar a delirar por la pérdida de sangre, la cuál fue controlada con mayor precisión por los paramédicos antes de subirlo al auto y salir de ahí, no sin antes haber preguntado a los jóvenes como rutina sobre los hechos y cómo ellos se vieron involucrados, en lo cual, nuevamente tuvieron que mentir, y solo se salvaron gracias a la colaboración del hombre en mantener aún en su mal estado la extraña mentira,
- ¿Esto está bien? - La pregunta solo salió porque sí, la respuesta era obvia, pero analizando a profundidad ese tipo de cosas no era algo que hubiesen practicado fuera de aquella mansión de locos en la que terminaron prisioneros cuando apenas eran adolescentes.
- Si quieres lo dejamos ahí. - Skyler se encogió de hombros. Para ellos era tan simple como recordar que no debían de pasar por ahí, y si lo hacían, no acercarse.
- No es correcto. - Decidió, Skyler estiró el brazo como si mostrase el camino. Aria avanzó mientras lo observaba y al notar que la estaba dejando sola, lo tiró del brazo para que avanzara con ella al mismo paso, él aguantó una risa, y continuaron en silencio hasta llegar a la puerta principal de la lavandería.
Era un edificio de cuatro pisos con más vidrio de protección que cemento. Para nadie del barrio era un secreto que los dos primeros pertenecían a todos los asuntos relacionados con el negocio y los últimos eran el hogar de los dueños. Claro que para Aria y Skyler esto era desconocido, por lo que se les hizo una eternidad esperar a que les atendieran, y solo se hizo peor cuando la persona del otro lado solo les hablaba por el parlante del timbre, haciendo que su poder de convencimiento descendiese en un cincuenta por ciento.
- Buenas noches. - Saludaron ambos al escuchar una voz femenina al otro lado.
- Está cerrado, jóvenes.
- Sí, lo sabemos. - Se apresuró a contestar Aria, las personas así, era el tipo que decía lo que tenía que decir y se iba.
- ¿Entonces? ¿Qué quieren? - Un fulgor de molestia mezclado con pereza se hizo presente, ambos jóvenes se miraron antes de respirar hondo al saber cómo tenían que proceder.
- Somos del periódico, estamos interesados en la historia del menor que falleció unas calles atrás.- Aria intentó sonar lo más profesional posible, al menos mínimo sabía qué mejor actuación que Skyler si podía hacer. - Nos dijeron que aquí podíamos conseguir información. - Se volvieron a mirar disimuladamente, no había respuesta, pero luego de unos minutos esperando, la puerta sonó con claro trajín de giro de llave, y la persona por quien buscaban, apareció ante ellos, ridículamente más arreglada de lo que esperaban, pero al menos lo habían logrado.
Caminaban en la calle aledaña al lugar de los hechos, la mujer les platicó un poco sobre lo ocurrido, remarcando a cada paso lo triste que se sentía con su partida, y todo lo que lo extrañaba, siendo así una buena madre a los ojos de cualquiera que la escuchara.
Todo comenzaba con la mañana más tranquila de madre soltera con negocio estresante y su hijo travieso y alegre, por quien decidió cerrar el lugar temprano en la mañana para salir a pasear al nuevo parque de la ciudad. De camino, el niño se distrajo un momento con un auto de juguete que encontró abandonado a los pies de un poste, ella lo dejó porque se encontró con una amiga de tiempo atrás con quien necesitaba intercambiar algunas palabras de la vida, y en ese momento, escuchó al niño llamarla, ella le había hecho un gesto con la mano para que esperase por ella, pero, tres segundos después un chirrido llamó la atención de los presentes, y al levantar la vista el transformador cayó directamente al niño, destrozando su cráneo y dejando su cuerpo aplastado bajo este por el mismo. Ella había intentado correr hacia él y rescatarlo pero fue muy tarde cuando con su mano estirada quedó frente al aparato y partió en llanto frente al mismo.
Al término de su conversación, ya habían llegado al punto en que había ocurrido el accidente, la mujer se quedó observando el espacio entre ella y la fisurada calle donde en algún momento estuvo jugando su hijo.
Skyler simuló tomar una foto, y la mujer regresó la vista a ellos.
- Disculpen, ver este lugar me llena de conmoción, es como si lo viese ahí, jugando.
- Se sorprendería. - Comentó Sky y Aria lo codeó suavemente, él desvió el rostro a otro lado para disimular.
- ¿A qué se refiere? - Preguntó la mujer, Aria negó.
- Nada, es que recibimos la noticia por extraños acontecimientos que nos habían dicho ocurrieron aquí después de eso.
- ¿Está insinuando que mi hijo muerto es culpable de eso? - La mujer frunció el entrecejo.
- Solo es una sospecha. - Se excusó ella, la mujer comenzó a relatar sobre cómo la estaban haciendo perder el tiempo con algo tan burdo como eso. Aria solo la escuchó, echando por la borda todo el teatro de buena madre que había estado haciendo hasta ahora. Si se lo preguntaban, se habia vuelto insufrible. Sintió un tirón del codo de su abrigo, y miró a Skyler, quien señaló disimuladamente al pequeño niño jugando bajo la parpadeante luz del farol. Aria tragó saliva e ignoró completamente a la mujer. Que con el amuleto fuese capaz de ver algo como eso, requería de un resentimiento con el mundo tan fuerte, que nada podía retenerlo.
- ¿Me está escuchando? - La mujer perdió los estribos, ambos la miraron. - No son más que bromistas ¿No es así? - Aunque quisieron decir algo ella no se los permitió y continuó hablando. - Sin duda, yo te he visto en alguna parte. - Miró con sospecha a Skyler, él mantuvo su expresión, aunque sí estaba nervioso, entre ellos la única que lo entendió fue su novia. - ¡Eres ese nadador! ¿Que acaso no les dan suficiente dinero como para empezar a hacer este tipo de cosas? ¿Les están pagando? - Los miró esperando respuestas. Aria y Sky se miraron, pero al final solo le pidieron que volteara. La mujer lo hizo pero con la intención de irse de ahí, hasta que notó lo que ellos habían visto: Jugando, de la misma manera que ese trágico día, Con el cochecito que había encontrado, como si fuese el mejor juguete que alguna vez haya tenido.
- Esto debe ser una broma… - Con un tic en su ojo se empezó a restregar la cara pensando que imaginaba cosas, pero no era así, no se iba, ni la primera, ni segunda, ni tercera que repitió lo mismo como intentando convencerse a sí misma.
- ¿Mamá? - Se escuchó como eco, el aire se heló y la neblina hizo pesado el observar bien. Skyler buscó por Aria y la encontró pronto abrazándose a él a un costado, estaba viendo todo, por lo que no se lo impidió, pero le brindó protección con su brazo. Era difícil respirar, pero la visión del niño y la madre eran tan claras como la luna en una noche despejada.
- No, tú estás muerto. - Dio unos pasos hacia atrás, pero en lugar de retroceder se había acercado a la pequeña figura de un niño, un niño de sonrisa triste y ojos tan malignos que le recordaban a un pozo sin fondo. tan hondo, tan negro, tan vacío.
- Mamá, volviste por mí. - Él estiró su mano intentando alcanzar a la de su madre que fue rechazada.
- No, yo te dejé ahí ¡Nunca quise volver! - Confesó con un fuerte grito que alarmó lo que ahora era el rostro del espíritu, mismo que desapareció, llevándo consigo un infinito dolor junto al espeso ambiente.
Aria y Sky no entendieron lo ocurrido, el espíritu sólo parecía haber desaparecido, y no haberse llevado nada. Cosa que nunca ocurría, peormente después de un rechazo como aquel, uno que cualquiera odiaría y resentirá en sus primeros años.
Se consolaron a sí mismos pensando que por lo menos lograron hacer que aquel peligro desapareciera, aún cuando la mujer parecía aterrada de lo vivido, después de lo que dijo fue lo que menos les preocupó. Pero, la victoria fue cantada muy pronto, Un golpe tan fuerte simulando a piedras enormes cayendo y rompiéndose, los obligó a taparse los oídos más cuando fue acompañado por el desgarrador grito y llanto de dolor de la mujer. El farol había caído llevándose consigo el brazo diestro de la misma, dejando a la vista parte de la fibra muscular colgando, algo imposible de recobrar ante el daño del vidrio roto que había saltado hacia ella, tanto su rostro como lo que le restaba de extremidad poseían rasguños imposibles de descifrar su causa.
Ambos jóvenes sintieron el shock de ver aquello tan de cerca, Aria tuvo que coger el celular de Sky para hacer otra llamada y le pidió a él que hablase (Se volvía sospechoso cuando volvía a ser ella misma la que contactaba) Skyler hizo caso y pidió ayuda a Aria para detener el sangrado de la mujer con ayuda de su cinturón, algo que parecía imposible ante la desesperación e insultos, cuando escucharon la ambulancia cerca prefirieron salir de ahí para no meterse en más problemas, dejando a los patrulleros en duda de quién había hecho la llamada. Lo que aunque parecía una escena del crimen, no terminaba de cuadrar cuando el claro culpable de ello había sido un farol. Pero si había algo curioso acerca de eso, para los camilleros, y fue que aun cuando movieron el objeto, no había nada más que vidrio roto, la otra mitad de la extremidad había desaparecido completamente y solo había quedado una sombra de lo que había podido ser esta marcada en el suelo con ceniza.
Aria y Sky tuvieron su momento de silencio para intentar procesar lo sucedido mientras tomaban el camino a casa de Aria, pero ante toda la presión que habían tenido en cuestión de segundos, sus pasos se habían vuelto pesados y sin rumbo fijo a pesar de conocer el camino.
- ¿Hicimos bien? - Aria tenía sentimientos encontrados, un brazo menos no se comparaba a la pérdida completa de muchas otras personas, pero seguía siendo un hecho que ellos provocaron. - Quizá, hubiese sido mejor llamar a la policía. - Empezó a cuestionarse cuando se abrazó a sí misma contemplando el frío de la noche y que regresar a casa se estaba haciendo cada vez más lejano ante su perspectiva intranquila.
- No harían nada. - La observó de reojo, no la quiso asustar así que no la molestó.
- Lo sé. - Miró al suelo, y quiso olvidarse de todo cambiando de tema, pero no podía formular nada realmente.
- ¿Has pensado en hacerte reportera? - La chica se sintió rara con esa pregunta.
- ¿Por qué lo haría?
- Eres linda y eres buena haciendo las preguntas correctas. - Se explicó asintiendo suavemente. - Ella se encogió de hombros. A ese tipo de elogios de parte de Sky ya se había acostumbrado por lo que solo le quedó sonreír con un leve sonrojo.
- Nunca lo había pensado ¿No crees que es mucho peligro?
- Mientras sean reportajes desde el estudio, no veo por qué.
- Nunca se sabe. -Se quedó en silencio recordando que de hecho, eso era algo que nunca se le pasó por la cabeza y que no estaba como carrera aspiracional por ninguna parte, ni ppr sus padres, ni maestros.
- ¿Y qué piensas si decido ir a la universidad? - Ella levantó la mirada solo lo suficiente para ver su cara, que seguía siendo bastante, teniendo en cuenta la diferencia de altura.
- ¿Qué carrera, periodismo? - Preguntó intentando bromear, él negó y se rascó la cabeza nervioso, ella nisiquiera había intentado empezar a buscar las llaves aun cuando ya estaban a una calle de su hogar.
- Medicina Quirúrgica. - Aria no le dijo nada y en su lugar empezó a buscar en su bolso, por si acaso fuera una buena excusa para evitar el tema, pero no lo era, y tampoco lo podía evitar por siempre.
Dos años ya habían sido mucho tiempo, y la idea de no verlo porque estuviese lejos le reconfortaba más que la idea de que la terminara ignorando por no tener tiempo.
- Ya veo. - Dijo antes de llegar a la puerta de su casa y abrir para ingresar.
- ¿Solo eso?
- ¿Es lo que quieres? - Su novio asintió. y ella le sonrió con cariño. - Entonces no veo el problema, nisiquiera entiendo por qué me pides opinión.
- Porque no quiero molestarte, ni decepcionarte.
- ¿A qué te refieres? - Ella levantó una ceja confundida, él miró a un costado y se peinó con una mano nervioso.
- Es que… Sentía que me dirías que estoy tonto para eso. - Se excusó con la vergüenza adornando su cara. Aria se rió en su cara por primera vez en la noche.
- Eres algo extraño Skyler, pero nunca te he dicho que seas tonto… Bueno, no fuera de broma. - Se explicó, él pudo sonreír tranquilo.
- ¿Te acuerdas de la vez que apliqué para probar suerte si no salía la beca?
- ¿Antes de irte? - se cruzó de brazos por un poco de calor, el frío había aumentado haciendo que su propio suéter no sirviese de mucho contra ello.
- Bueno, me llamaron para dar el examen.
- Así que por eso volviste. - Lo atrapó en sus antiguas mentiras, él ademanó con indecisión.
- Cuarta parte, la otra cuarta por mis abuelos y la mitad por ti.
- No quieras arreglarlo. - Puso los ojos en blanco, él se acercó a darle un beso de despedida.
Ella lo miró, estaba fuera, y regresó la mirada al interior de su casa, sus padres no regresaban sino hasta la siguiente semana.
- Ten cuidado. - Dijo Sky, ella pareció meditar su respuesta cuando lo notó en su camino para voltear, y lo detuvo del brazo. Él la miró interrogante, ella se quedó estática un momento pensando en su excusa.
- ¿No quieres ver una película? - Preguntó de golpe, Los ojos ámbar se quedaron inspeccionando el rostro de ella, y entendió que la anterior experiencia no la iba a dejar tranquila por un tiempo. Él se volvió a ella y antes de cerrar la puerta tras de sí le hizo una petición.
- Que no sea de terror.
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-
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Re: Spin-off Rollers!
SEGUNDA PARTE
Y esto solo confirma que me gusta sufrir (?
¿En serio foro? ¿En serio? Primero no aguantas 28 pag y ahora no aguantas 22? hhbdsdh necesitamos hablar seriamente (???
- Spoiler:
La quedó mirando desde el marco de la puerta, sus hombros caídos y los brazos cruzados, Aria empezó a sentir que era demasiado hasta para él, por lo que se volteó para mirarlo, aun cepillándose los dientes Skyler había entendido perfectamente lo que preguntaba con la mirada.
- No, nada. - Se acercó a un lado de ella a mirar su cara de recién despierto, y luego miró la de ella, y se quedó nuevamente pensativo, era ridículo que la quedase mirando más así que cuando estaba arreglada y eso terminaba siendo irritante para quien pasaba la vergüenza. Él espabiló antes de ser regañado y fue hasta sus cosas para regresar con un cepillo, ambos se terminaron de limpiar los dientes, y Aria comenzó con su rutina facial, Skyler solo se lavó la cara y le prestó una toalla para secarse, Aria se mantuvo concentrada en lo suyo, pero no evitó sacar a relucir su inconformidad.
- ¿Solo eso? - Preguntó, Sky la miró dudoso. - Ven. - Él se acercó, ella lo tomó de la cara y empezó a untar crema por casi todo su rostro, además de embadurnar sus labios con bálsamo. - Mejor. - Dijo al terminar, Sky se miró al espejo y se sintió extraño, él también usaba productos para la piel por exigencia de su abuela, aunque debía de aceptar que llevaba un tiempo descuidado de ello gracias a su tiempo en el exterior, y por eso la sensación se le terminaba tornando extraña, más que nada por no ser lo mismo a lo que acostumbraba
- ¿Fue molesto? - Preguntó simplemente. Aria había terminado su rutina y quedó estática, pensando a qué se refería el joven, pero luego de procesarlo entendió claramente y desvió el rostro sonrosado.
- No es eso. - Respondió casi ofendida. - Tu rostro de muerto al despertar es bastante extraño. - Se excusó. Skyler solo hizo un sonido de entendimiento. Y ella lo miró. - Por cierto ¿Te importa acompañarme a la tienda de mascotas? - Preguntó al darse aire con las manos esperando a que secase el tónico recién puesto, Skyler la rodeó por la espalda y acomodó su mentón en el hueco de su clavícula, ella lo observó por el rabillo del ojo con incertidumbre, temía que le fuese a hacer algún tipo de mala broma como acostumbraba, algo que nunca llegó. Skyler no era la persona más expresiva, y muchos debían de esforzarse para comprender sus emociones, algo que extrañamente a ella se le hacía tan fácil como leer sus libros favoritos una y otra vez. Por eso sabía que esa línea había salido con la mayor seriedad y esperanza que alguna vez había puesto en algo.
- ¿Deberíamos casarnos? - Dijo, la observaba directamente al espejo, cosa que ella imitó ante la impresión. El silencio reinó en ese pequeño cuarto, compartido a penas por el fuerte latido de ambos mezclado con el ruido sordo del exterior.
- Dime algo. - Bajó las manos hasta encontrar los brazos de Skyler y su rostro buscó por el de él, quien solo sacó un sonido seco expectante. - Realmente nunca lo entendí y aun no lo entiendo… ¿Por qué vas tan seriamente conmigo? - Él se quedó callado, ella sonrió con melancolía. - Haces que crea que nunca piensas las cosas.
- ¿Tú no vas en serio conmigo?
- No dije eso. - Aria suspiró pesadamente.
- Entonces no hay nada que pensar. - Hubo silencio nuevamente, Aria desvió el rostro nuevamente, y se quedó observando el reflejo de ambos con claro bochorno. Pensar rápidamente en ello, era agradable, tanto como salir al sol después del congelado invierno, Pero así mismo era extraño, era demasiado extraño. No él, no su pregunta, sino su sola presencia. Siempre había tenido problemas de soledad, antes, durante y después del instituto, con unas pocas palabras dichas era suficiente para que nadie la molestase, en cambio Skyler… Él era la criatura más insistente que alguna vez haya conocido. Hasta el hecho de dejarlo acercarse tanto a ella ya era un mérito del que solo pocos, o solo él podía presumir, pues el contacto nunca fue su fuerte, y aun era complicado con cualquiera, pero Skyler estaba ahí, como si nada, y no era incómodo.
Fue sacada de sus pensamientos nulos por la voz del moreno, ella le prestó atención aun cuando no quería escucharlo completamente.
- Creo que no lo sabes, pero antes del club no me caías bien. - Ella lo volvió a mirar sin inmutarse, aunque era verdad que no lo sabía, tampoco era algo de lo que se sorprendía, aún viniendo de él. - Luego, creí que estaba bien conocerte, me gustaba molestarte, y aquí estoy.
- Ahora te entiendo menos. - Se burló de él. Sky solo se encogió de hombros.
- Yo tampoco me entiendo. Pero está bien. - La soltó para ayudarla a alcanzar el último producto de su rutina, y la dejó tranquila al salir del cuarto de baño. Aria lo quedó observando hasta que cruzó el umbral de la puerta y terminó lo que tenía que hacer. Para cuando salió, él ya estaba vestido y con una señal de la mano le indicó que la esperaba afuera antes de cerrar la puerta de la habitación.
Ella se quedó observando su cama, era tentador solo echarse y olvidarse de que el joven estaba ahí, pero no podía hacerlo, después de lo anterior era prácticamente imposible y se odiaba por eso. Cualquiera diría que era tonta al no poder contestar una pregunta tan sencilla como la que había recibido, eran solo dos letras.
Cuando salió, no estaba en el pasillo, al contrario lo encontró al bajar las escaleras en la sala de estar centrado en su celular hasta que la escuchó llamarlo y lo dejó a un lado para prestarle atención.
- Cuando seas admitido en la Universidad, te contestaré. - Aria lo miró más determinada, él solo le sonrió apacible.
- Tres semanas. - Le adelantó. Ella asintió comprendiendo y apretando la manigueta de su bolso con fuerza.
- Vamos. - Dijo finalmente, Skyler la siguió de cerca.
En la tienda de mascotas compraron chuches para Lotty, un juguetito de ratón y los desparasitantes que eran la verdadera razón por la que estaban ahí; regresaron a casa de Aria sin ninguna distracción a parte de pasar por una cafetería para pedir dos desayunos para llevar.
Una vez llegaron lo primero que hizo la pelinegra fue poner el desparasitante en los chuches y ofrecerlos a Lotty, que los recibió gustosa y no tardó en ponerse a jugar con su nuevo juguete.
Se sentaron a la mesa a comer y por pura costumbre de Aria, ya que sus padres siempre veían la noticias mientras desayunaban, prendió el televisor de la pared. No hubo nada destacable hasta la mención de los extraños hechos de la noche pasada y que dos personas mayores habían sido hospitalizadas y no poseían recuerdos de lo ocurrido, aún así la policía decía estar en la búsqueda de una extremidad perdida y dos dedos del pie.
Aria y Sky se miraron extrañados, no era normal que estas personas no tuvieran ni un recuerdo cuando ellos sí que recordaban todo; pero decidieron al final no prestarle tanta atención, pues mientras menos entrometidos, menos problemas y así estaba bien para ambos.
Como la chica tenía clases a las diez de la mañana Skyler se fue antes a la casa de sus abuelos porque le habían escrito y por petición de ella para poder estar más tranquila en su camino, y desde ahí comenzó una pequeña rutina.
La primera semana antes del examen, Skyler pasó la tarde con sus abuelos y la noche y mañana en la casa de Aria, excepto en los días que ella tenía clases vespertinas. Ambos se dieron la comprensión de estudio que necesitaban, Aria para poder mantener sus notas y Skyler tenía que aprender mucho en un tiempo récord. De paso, los temas previstos no tenían nada que ver con el área en el que él estaba interesado, por lo que su concentración tuvo que ser mayor.
A mediados de la primer semana, en medio de la noche, Aria se despertó con una extraña sensación en su cuerpo, un tipo de peso muerto que la hizo sudar frío cuando comprobó que no se trataba de Sky, él ni siquiera estaba en la cama. No quiso hacerse drama por ello, por lo que se acomodó nuevamente para intentar dormir sin resultado alguno.
La ventana sonó con el viento y ella se sentó al entender que no se podía relajar. Observó la periferia de su habitación, y no había nada, pero el peso en su pecho no se iba, por un momento creyó que podía ser un ataque de ansiedad, pero aunque lo fuese, algo no se sentí igual Luego creyó que bien podía ser cosa de la pulsera, pero tampoco era algo que quisiese comprobar.
Escuchó como algo se quebraba lejos de ahí, y luego al pomo de la puerta girando con una lentitud tortuosa que la hizo temblar y tragar saliva, ella no pensaba gritar, se seguía convenciendo de que eran solo paranoias, y cuando la puerta por fin se abrió dejando ver a Skyler lo comprobó. Pudo inhalar aire como quería desde el principio y se sintió más tranquila. Pero tuvo la peor sensación de ceguera, cuando él prendió el foco de la habitación.
- ¿Cuál era la necesidad? - Preguntó ella al taparse los ojos y dejando poco a poco que se acostumbren una vez más a las luz, al destaparlos con cuidado.
Él se acercó a sentarse a su lado. El verla con los ojos entrecerrados por lo reciente, le causaba gracia, razón por la que la tomó de las mejillas y comenzó a balancear su cabeza de un lado a otro.
- Para. - él obedeció y ella por fin abrió los ojos en totalidad. - ¿Terminaste de estudiar? - él apenas asintió. Se había fijado en algo, desde que la tocó, y es que estaba envuelta en sudor frío, por lo que la llevó hacia sí en un abrazo. Ella no se quejó, lo necesitaba, pero era inesperado.
- ¿Ocurrió algo?
- Solo paranoias mías. - Le explicó. - ¿Por? - Levantó la cabeza para verlo bien, él negó.
"Había alguien a tu lado" Revoloteaba en la cabeza de Skyler, haciendo de ello un extraño y aterrador recuerdo.
- No estás durmiendo, es extraño. - Dijo antes de levantarse a apagar la luz, aunque pronto la volvió a prender para ir hacia la lámpara de un costado y encenderla, y por último regresó a apagar la luz.
Aria no le dijo nada, era fácil entender que fue un gesto al verla en ese estado de ansiedad, algo que pasó luego de que haya llegado el joven, y terminó culpando a la repentina soledad que había olvidado hace unos días.
Mientras tanto Sky se había reservado la respuesta real a su antigua pregunta, creyendo que así todo pasaría como si nada, y aún así se quedó despierto más tiempo del que hubiese querido, pero no se quejó tampoco, Aria estaba a su lado y con eso bastaba, el problema es que si le hubiese dicho la verdad en ese momento, probablemente, la historia sería diferente.
El penúltimo día de esa semana, y el último en que Sky se quedaría a pasar la noche, Aria estaba muy cansada para esperarlo, y solo lo dejó con un té verde para que soportara la noche y ella subió a su habitación a dormir.
Nuevamente despertó con una extraña sensación, estaba tranquila a pesar de tener una preocupación rodando su mente llevándola a mediados de semana y su autoproclamada paranoia. Miró su celular, eran las tres de la mañana y Sky no estaba ahí todavía, ella sabía que se estaba esforzando, pero esa hora era mucho más tiempo estudiando del que sabía tenía programado.
Se levantó con la intención de ir a buscarlo pero en cuanto se colocó su salto de cama, la puerta se abrió revelando a un Skyler que muy diferente a lo que esperaba se notaba muy despierto, culpó en su mente al té verde, y agradeció que ese día no fuese el examen y que ella tampoco tuviese clases.
- Pensé que ya te ibas a quedar sin dormir. - Le dijo, él no le contestó, y en su posición pareció observar la habitación como si hubiese entrado en un tipo de trance. - ¿Skyler? ¿Ocurre algo?
- No, nada, estoy cansado. - Dijo al acercarse, apenas tocó el brazo de Aria cuando ella sintió un escalofrío recorrerle, haciéndola apartarse de golpe.- ¿Ocurre algo? - Preguntó levantándose nuevamente y observándola confundido. Ella se aclaró la garganta, y apartándose de la vista unos cabellos que se rebelaron en su arranque, respiró profundo mientras con calma disimulada se dirigía a la puerta siendo seguida por Sky con la mirada.
- No, simplemente… - Abrió la puerta. - La paranoia de la otra noche me ha golpeado otra vez, creo que voy por un poco de agua. - Se excusó, y salió cerrando la puerta tras de sí.
Bajó como pudo las escaleras; las piernas le temblaban y aunque la puerta estaba cerrada sentía que la observaban desde su propia habitación. La pesadez se hizo tan grande que necesitó avanzar casi corriendo hasta entrar a la cocina, solo buscar por un vaso fue un tortuoso tiempo que la tenía, aunque mínimo, con un tiemble incesante, el cual esperaba que desvaneciera en cuanto terminase de tomar el agua. Pero no funcionó. Solo se quiso engañar unos minutos para no tener que lidiar con esa realidad, para hacer la vista gorda de una situación que no estaba segura de poder llevar sola.
Y es que esa persona que había entrado a su cuarto aunque tuviese su cuerpo, y su voz, no tenía sus mismas expresiones o mirada, era otra cosa; no estaba segura de qué, pero no era él.
El simple hecho de haberlo notado al instante que atravesó la puerta era lo suficiente para rememorar cosas del pasado que prefería dejar enterradas ahí, en el pasado.
Dejó el vaso en la mesada y respiró hondo, aunque no quisiera tener que recordar, debía hacerlo, y ya no solo por su malestar.
Abrió los ojos con susto al notar una presencia a sus espaldas que la hizo tiritar en frío, se volteó reconociendo la silueta de su novio, y aunque él buscase acercarse la inercia la hacía apartarse sin tregua alguna.
- ¿Ocurre algo malo? - Se notó molesto. Ella negó. - Entonces…
- ¿No deberías de descansar? - Lo interrumpió. - Estas no son horas para estar despierto. - Le sonrió con nerviosismo consciente, él frunció el ceño y ella perdió por completo su expresión anterior. - ¿Dónde está Skyler? - Le salió preguntar en voz baja ante el golpe de estrés que le estaba causando el amenazante terror con la que la miraba.
- Tu… - Fue lo último que alcanzó a escuchar en una tonalidad desconocida, tétrica y fría, antes de lanzar el vaso de agua al pecho del hombre y salir corriendo de ahí.
No tenía necesidad de verlo mover un solo músculo, lo sabía, si no encontraba pronto como defenderse lo más probable es que de ahí saliese de cualquier manera, menos viva. Lo sabía y aun así no podía dejarlo solo, No porque le importase cmo sus padres fueran a encontrar la casa al día siguiente, pero ya mucho le había contado el mismo Skyler lo preocupados que eran sus abuelos, y lo extraño que veían que esa semana haya decidido quedarse con ella.
Había vuelto al cuarto con todo lo que le dieron las piernas, mismas que una vez dentro le fallaron y cayó al suelo aterrada de lo que estaba volviendo a vivir. Creía que esa parte de la vida de ambos era algo tan enterrado como los restos de la mansión que deseaba olvidar con todas sus fuerzas.
Pero no, ahí estaba una vez más, llamando a su puerta con golpes fuertes e histéricos, tanto que sentía que la rompería a limpia y dura fuerza bruta. Le quedaban pocas opciones para decir que podía salir viva de eso, y tuvo que procesar todo de manera muy rápida para llegar a algo que fuese pertinente para ambos.
El ruido había parado y todo quedó en silencio antes de escuchar pasos acelerados, se levantó rápido giro la perilla, abrió la puerta y el cuerpo de Sky había pasado al cuarto dándose un fuerte golpe contra el pie de la cama, haciendo que cayese al suelo aturdido y ella aprovechó para sacarse la pulsera que él mismo le había regalado, acercarse, acuclillarse a un lado y ponerla en la muñeca de Skyler lo más rápido que pudo.
El hombre frente a ella parecía haber perdido la consciencia completamente hasta pasados diez segundos en que poco a poco regresó a sus sentidos con la calma y monotoneidad que caracterizaba al chico. Sintió como su mano rozó su mejilla para acomodar un mechón de cabello que se coló en el ajetreo, y sus lágrimas rodaron sorprendiendo a Sky que aún mareado y sin entender nada tomó impulso para sentarse y abrazarla.
- Lo siento. - Le dijo en murmullos dolorosos, no sabía en realidad por qué se disculpaba, pero sin duda sabía que era su culpa, ella no supo responder y solo lo abrazó de vuelta. - Yo…
- Está bien. - No quiso escuchar una excusa inexistente, era su responsabilidad y aun así perdió ante el estrés. - Mejor vamos a dormir… no te la quites. - le señalo la pulsera, y Skyler la quedó mirando con claro disgusto, una vez más estaba atado a algo que no tenía sentido, pero que era necesario.
El siguiente día Skyler le pidió a Aria que lo acompañase a la casa de sus abuelos, esta era pequeña y sencilla, de apenas un ambiente entre sala comedor y cocina, dos baños principales, uno en el cuarto de sus abuelos, otro compartido entre otras dos habitaciones y un tercero de invitados. Pero el patio poseía un terreno tan amplio que si no se lo conocía cualquier niño podría terminar perdido entre las plantas ornamentales, otras de cosechas y frutales que poseían, sin contar el peculiar aroma a incienso, manzanilla y avena envuelto con un dulzor bastante especial que se apreciaba en cuanto ingresabas a ese hogar.
- Abuela, ya llegué. - Dijo como si acostumbrado saludo. Una mujer de tez morena y gráciles arrugas salió de la cocina mientras secaba sus manos con una toalla colorida.
- Oh, Sky. - Pareció sorprendida. - Creí que no llegarías sino hasta la noche… Oh, vienes con Aria. - Dijo al percatarse de la joven, quien hizo un ademán de saludo al sentirse nerviosa por haber llegado sin avisar.
- Buenos días, Señora Erina. Un gusto verla, disculpe lo inesperado. - Expresó educada, Sky la quedó mirando como si no la reconociera y ella le pellizcó el brazo para que no la moleste.
- No te preocupes, hijita, eres la novia de mi Sky, eres bienvenida cuando quieras y necesites. le recordó con su voz de persona mayor cansada.
- Abuela… - Quiso decir Sky, pero fue interrumpido.
- Sky, hijo, ve a ayudar a tu abuelo que está recogiendo unos tomates para la comida, recuerda que su vista no es la mejor ahora, y muchas veces me ha traído unos muy verdes, apura. - Le hizo fuchi sacándolo con movimiento con la toalla como si lo empujara, Skyler no dijo nada y obedeció de inmediato saliendo por una puerta hasta el fondo de ese ambiente.
Aria no supo realmente qué decir, pero pronto se pudo despreocupar de eso puesto que la mujer mayor la miró con una sonrisa de compresión y le pidió que tomase asiento, ella lo hizo en el mueble individual, la mujer, quien ya tenía esta costumbre porque para ella era más cómodo, tomó una de madera y la puso a un lado de donde ella se había sentado y comenzó a platicar con ella.
- ¿Qué te hizo? - Preguntó. Ella negó.
- No me ha hecho nada. - Negó con las manos, y no se sintió muy preparada para ello, pues siempre creyó que quien iba a hablar del asunto era él y no ella.
- No me refiero a Skyler. Ese primero se suicida antes de hacerte algo a ti. - Dijo tan segura que Aria solo pudo inhalar con fuerza reconociendo esa verdad y terminó contándole todo lo ocurrido la noche anterior, y aunque no le resultó relevante, también añadió el incidente de la semana anterior con el extraño fantasma..
- ¡Hay mis niños! - Exclamó espantada la mujer, eso ya le explicaba a Aria que Skyler no le había dicho nada, muy seguramente para no preocuparla. - Ustedes no aprenden de una cosa para entrometerse donde no deben, pensaba que el único que hacía esas cosas es el imprudente de Mattheus.
- Lo siento. - Sintió que debía de decir eso, pero la mujer pronto la calmó.
- No digo que sea culpa de ustedes, de no ser así hubiera seguido pasando y nadie sabría que es. Pero parece que al estar tan cerca de esto la condición de Skyler ha atraído algo de lo más espantoso, y se ha obsesionado contigo. - La señaló, haciendo que a la joven se le erizara la piel de pies a cabeza.
- ¿Y ahora? ¿Qué podemos hacer? - Preguntó aunque con un exterior calmado, estaba llena de incertidumbre.
- Para suerte de ustedes, yo sé que hacer. - Asintió dejándola más tranquila, pero vas a tener que quedarte más tiempo del que seguramente planeabas.
- No me diga que una semana… - Se adelantó, sus padres llegaban a casa esa misma noche.
- No, nada que ver, para después de la cena ya estará todo bien. - Aria suspiró aliviada, aunque aún le quedaba una duda en su mente.
- Sky… Me había dicho que ya lo tenía controlado ¿Qué pasó? - La mayor se quedó pensativa, no porque no supiera la razón, sino por encontrar las palabras para explicarlo.
- Sky es un muchacho fuerte, un exterior impoluto y un interior muy reservado, pero también se estresa, duda, y su mente se debilita ¿Sabes de algo que lo tenga preocupado? - Le preguntó prestando especial atención a la joven quien se quedó rememorando.
- El examen de admisión.
- ¿Nada más? - Volvió a cuestionar, Aria entonces recordó una propuesta demasiado floja para creersela demasiado, y sintió los nervios golpeándola
- No… nada más… - Dijo con temblor en la voz.
- Entonces ha de ser todo el esfuerzo en ese examen de admisión. - Suspiró resignada, - Si te soy sincera no estoy de acuerdo con que estudie eso, ruego que no lo admitan. - Aria se interesó en ello, no era normal que alguien no quisiera un doctor en la familia. - Es un oficio muy sacrificado, con tiempos libres limitados y poco descanso, eso solo hará que a la larga solo le vuelva a ocurrir lo mismo, esta vez, alguien que conocía de esto estaba con él pero y cuando no sea el caso? - Miró a Aria, quien parecía tener una disputa interna en ese momento. - A ti te escucha… Si le dijeses, seguramente lo dejaría. - Habló un poco más bajo, y aunque Aria sabía que podía hacer oídos sordos porque solo era palabrería al aire, no pudo evitar hacer una mueca de confusión junto a una disensión con la cabeza. No sentía que fuese lo correcto después de todo él parecía muy convencido de eso, a diferencia de ella que aun estaba pensando que era lo que quería hacer con su vida.
A pesar de que la abuela de Skyler era una persona un tanto extraña a ojos externos por sus extrañas costumbres, era en definitiva la persona más empática que cualquiera podría conocer, razón por la cuál muy pocas cosas le caían en sorpresa y el porqué Sky era tan callado; la mujer era tan platicadora que en cuanto se le decía una palabra ella ya tenía una respuesta de veinte páginas. Para Aria algo poco común pero no era desagradable, además tenía una manera tan tradicional y orgánica de hacer té que siempre era bueno quedarse para la merienda y esperar paciente por el sabor de éste. Aunque en esa ocasión le echó encima media huerta de flores aclarada en agua. Y realmente la peor parte no fue esa, sino ver a Skyler burlarse de su apariencia de gato mojado vestido con la bata de seda fucsia de la abuela del joven, aún cuando él era el culpable mayor de todo eso, pero al menos combinaba con la de él, a quien sin aviso su abuela sentó en la misma silla del patio mientras decía las mismas cosas inentendibles que había dicho con ella, o eso creía, de todas maneras no lo entendía porque eran puros murmullos sacados al apuro y sin parar.
En cuanto ella regresó a su ropa propia y Sky a una seca, cenaron y Skyler se encargó de acompañar a su enamorada de regreso a su casa, y cosa que ninguno de los dos cayó en sorpresa fue ver las luces prendidas de la misma.
Los padres de Aria habían llegado a casa y teniendo en cuenta que aun no la habían llamado al celular, es que no tenían ni un minuto de ello.
- ¿Me tengo que ir? - Preguntó a la joven, ella le sonrió intentando no reírse de él, a sus ojos se veía tan decepcionado que no le causaba empatía.
- Bueno, definitivamente no te puedes quedar a dormir. - Le recordó, él resopló. - Pero… Podemos ir y saludar…
- Te van a regañar. - Se plantó en seco para mirarla. Ella hizo lo mismo y lanzó un largo suspiro.
- Quizá… Pero… - Se quedó pensando. - Sky yo ya… Bueno, soy adulta y… - Miró a otro lado, realmente se preguntaba a sí misma si todo iba a estar bien, porque ella podía estar muy segura en ese momento pero en el momento de la verdad era más probable que se acobardara.
- Está bien, puedes decir que estabas en la universidad…
- ¿Y regreso oliendo a plantas extrañas de la universidad con una bata mojada que no me pertenece? Sí, muy lógico - Le replicó en sarcasmo, Skyler se quedó meditando.
- Te pudieron asaltar con agua de rosas y te regalaron una bata.
- Es peor. - Se rió de ello, y en ese momento su celular sonó, era su padre, por lo que contestó en el momento. - Hola… Sí, estoy cerca de la casa… Solo salí un momento… Estoy con… Skyler… - Decidió decir la verdad y el cansado suspiro del otro lado le pareció de lo más curioso, especialmente cuando en lugar de recibir algún regaño lo que escuchó fue un: No se queden tan tarde.
- ¿Y? ¿Dijo que viene a pegarme un tiro? - preguntó Sky tratando de bromear, pero Aria le respondió con un suave golpe en el brazo.
- Estaba muy tranquilo en realidad. - Le comentó ante la expresión monótona del moreno, a la que solo ella descifró como la duda que realmente le había embargado. - Tampoco lo entiendo. - Negó, Skyler solo tomó su mano y le volvió a poner su pulsera.
- ¡Oye, oye! No te la quites. - Lo miró casi suplicando, no quería pasar por ese susto de muerte otra vez en su vida.
- No pasa nada, voy camino a casa, no voy a quedarme dormido de aquí a allá.
- ¿Y después? - Le recordó aún preocupada.
- Solo… No me volverá a ocurrir ¿Bien? - No la sintió convencida así que pensó en otra cosa. - Le diré a la abuela. - Ella asintió simplemente y volvieron a caminar hasta dejarla en la puerta de su casa, donde Skyler apenas y pudo saludar a los adultos cuando tuvo que regresar a su casa por lo tarde que se había hecho.
Aria tuvo una pequeña plática con sus padres acerca de su viaje y del cómo les había ido, recibió unos cuantos regalos y después de ayudarlos a desempacar, ayudarlos con varias tareas y de jugar un rato con Lotty, por fin fue a su habitación y se alistó para dormir no sin antes colocar de decoración en su velador una vela aromática que le regaló la abuela de Skyler, la cual no necesitaba ni de prenderla para que ya el aroma se esparciera en el ambiente.
Y la verdad es que quería convencerse de que así todo estaría bien, de que no tenía por qué pasar nada malo, después de todo, no era la primera vez que pasaba… y justamente ese fue el problema que esa noche no la dejó dormir. No era la primera y sabía que no sería la última, y tampoco sabía cuantas más vendrían a futuro, estaba claro que para alguien que ha vivido con ese tipo de cosas toda su vida como era la abuela de Skyler, o Mattheus o la misma Nylah, ninguno de ellos iba a tener problema alguno, estaban acostumbrados, ella no.
Sus pensamientos la hicieron sentir sedienta en medio de la madrugada y tuvo que bajar a la cocina, donde no se sentía en ningún sentido tranquila, en un momento el trasteo de Lotty la puso nerviosa y de paso su madre le dio un susto que la espantó al solo pasar a sus espaldas sin decirle que estaba ahí, es verdad que tenía la excusa de que era algo reciente, sus padres no sabían nada, pero se sentía tan ansiosa que en cuanto su madre regresó a su habitación ella no sabía cómo respirar con normalidad, algo que sintió pesado hasta el regreso de su habitación donde intentando olvidarse de todo, volvía a un ciclo vicioso de mal augurio en su cabeza.
¿Qué se supone que iba a ocurrir de allí en adelante?
El día del examen llegó y no es que Skyler estuviera especialmente emocionado, como cualquiera quizá había memorizado medio libro, de lo cual solo una cuarta parte entraría en la prueba y sería justamente lo que no alcanzó a revisar con mayor dedicación o que le pareció poco importante.
Ese día lo pasó con Mattheus, pues lo esperó afuera de las instalaciones y luego del examen para aliviar el estrés del moreno lo llevó a pasear por ahí y finalmente a una piscina, donde mínimo se olvidaba de que había estado bajo tanto estrés. Si era sincero tampoco terminaba de comprender la motivación de Skyler de tomar tal carrera puesto que la natación siempre había sido su pasión y aun a esas alturas, lo seguía siendo, lo notaba. Pero así mismo comprendía que podía tornarse complicado cuando alguien como él, que solo quería nadar por disfrutar el deporte más que por la competencia se sintiera abrumado cuando tenía la presión de representar un pueblo completo que para él no eran nada más que desconocidos o gente sin importancia. Y es que por mucho que creciera Skyler no cambiaba, mientras él no se interese en esa persona específica no haría nada por esta, nisiquiera recordar su nombre o cara.
Al día siguiente Sky quedó de verse con Aria, a quien la fue a esperar en la universidad causando un extraño revuelo en cuanto lo reconocieron, y por pura suerte lograron escapar de ahí luego de un pequeño truco de distracción, por el cual pudieron desaparecer de la vista de estas personas y salir de la universidad; habían quedado de ir al centro comercial para distraerse, él del pensamiento de los resultados y ella de las responsabilidades de la universidad.
Cuando llegaron a las puertas de este y antes de cruzarlas Sky acercó su mano a la oreja de Aria y ella se encogió quedando estática por un momento. Al notar esto él bajó su mano y la guardó en el bolsillo de su pantalón.
- Tienes algo… - Le dijo, ella buscó por sí misma, y al tomarlo se lo quedó observando, era un pedazo de hoja que seguramente se había pegado en el aparatoso escape que tuvieron de la universidad, se quedó así un tiempo hasta que decidió dejarla ir y luego observó a Skyler, parecía complicado, lo que la hizo sentir mal, sabía que fue por como reaccionó.
- ¿Cuándo te dan los resultados? - Preguntó, habían regresado a caminar hacia el interior del centro comercial
- Dijeron que tarda una semana pero que llaman de acuerdo a la calificación. - Hizo memoria del día anterior. - Así que puede ser desde que amanece o nunca. - Se encogió de hombros, ella se quedó mirándolo curiosa.
- ¿Y cómo crees que te fue? - Le preguntó solo por no matar la conversación, pero a Skyler le costó procesar una respuesta para ello.
- No soy un genio pero tampoco creo que me haya ido tan mal.
- Bueno, si no te llaman nunca te espera el modelaje. - Se burló, él resopló.
- Que asco. - Dijo y ella se rió. Continuaron conversando hasta la heladería donde sus maneras eran más disimuladas por no llamar la atención y poder tener una tarde tranquila, algo que no ocurrió completamente. Hubo unos cuantos que se acercaron a Skyler al reconocerlo y Aria decidió salir para no importunar y que no la molestaran a ella. Ese tipo de aglomeración no era lo suyo. Pero luego Sky salió como alma que se lleva el diablo y la llevó consigo de la mano aun cargando el vaso con su helado en peligro de caída.
- Lo siento, le dijo una vez que terminaron en frente de las puertas de un almacén de ropa. Aria solo lo miró e intentó ser comprensiva. Buscó entre sus cosas y encontró una mascarilla quirúrgica que acostumbraba a cargar por cualquier alergia o resfrío, y unos lentes meramente anti reflejos que solo usaba para el uso de elementos con pantallas brillantes; eran delicadas y elegantes, delataba que eran de ella a kilómetros. Con una seña le pidió a Skyler que acerque su rostro y cuando lo hizo, le colocó ambos implementos.
- No es mucho, pero al menos creo que será un poco más tranquilo.
- ¿Crees? - Ella asintió y le dio un golpecito bajo su barbilla con los dedos para que se reincorpore.
- No sé si el morado sea mi color. - Ella lo quedó mirando pensativa y continuando con la plática añadió:
- De hecho sí lo es, resalta tu color de ojos. - Explicó asintiendo orgullosa de su propio gusto. - Deberías usarlo más. Hasta en la ropa.
- Cambiaré todo mi guardarropa entonces. - Expresó decidido, Aria se espantó.
- Espera, no debes de ser tan extremo, solo digo que bien puedes comprar más ropa en esos tonos, no cambiar todo.
- Pero me acabas de decir que me visto mal.
- No te vistes mal, solo digo que… - suspiró. - Olvidalo. - Concluyó, sabía que solo la estaba fastidiando. - Vamos a ver que hay ahí, me dio curiosidad hace un momento que pasamos.
- Vamos. - Le dijo al tomarla de la mano, aunque antes de entrar terminaron sus helados. Luego dieron un pequeño paseo afuera de las tiendas solo curioseando para saber qué cosas nuevas habían llegado. Y aunque Aria trató de ignorarlo, pudo notar la nueva pulsera en la muñeca de Skyler, prefirió no referir nada sobre ello, y aunque entendía perfectamente la razón, era como un ataque de la realidad: Él no debería vivir solo, y mucho menos con personas que desconocían lo que ocurría a su alrededor.
La semana pasó y el día de los resultados había llegado, toda la mañana y tarde fue ascuas para Skyler y sus abuelos; pues había decidido quedarse en casa ya que quería que fuesen los primeros en saberlo. En un momento de media tarde lo había llamado Mattheus desde su trabajo para preguntar por ello y hablar un poco con él y la abuela Erina, y así mismo había recibido uno que otro mensaje de Aria, quien estaba ocupada con un proyecto importante para final del ciclo.
La noche había llegado, Aria por fin pudo terminar su proyecto y después de estirarse para quitarse el estrés de su espalda y hombros, guardó una última vez y apagó la laptop antes de bajar a la cocina por unos bocadillos, era muy tarde, más de las diez de la noche, y Skyler no le había escrito nada sobre los resultados, por lo que supuso muy probablemente el resultado no haya sido lo esperado. Estuvo a punto de hacer una llamada en cuanto escuchó el timbre de su casa, su padre atendió y pronto la llamó diciéndole que era su enamorado, quien con parsimonia esperaba detrás de la puerta a pesar de que el hombre mayor lo había invitado a pasar por cortesía, pero él había dicho que era demasiado tarde para entrar a importunar.
Ella fue hasta antes del umbral y sin comprender le hizo una mueca de duda al moreno, él respiró de más y dijo:
- Pasé. - Con tal simpleza e inexpresividad no parecía que hubiese hecho la hazaña de su vida como lo que realmente era aquello. Ella se lanzó a abrazarlo en felicitación, sabiendo como nadie todo lo que se había esforzado, pero pronto recordó lo que eso implicaba para ella y se separó de él, quien parecía esperar una respuesta, o una mención, algo que le diera la pauta para saber que ella no se había olvidado, y no es que fuese una ilusa, pero se había quedado muda sin poder dejar de mirar en trance los ámbares del joven en frente suyo.
- Deberías dejar de esperar tanto por mí Sky. - Le dijo con la mayor calma que pudo, pero pronto su rostro se deformó en dolor y su voz se quebró. - No puedo Sky…- Dijo como pudo, Sky se veía tan serio como siempre, pero tan aturdido como ella misma, la verdad es que hablar no era el fuerte de ninguno de los dos pero en ese momento ella se sentía obligada a ello, porque sino podría ser que él no quisiera entenderla. - Si cada que estemos juntos van a pasar cosas como esta… No puedo. - Bajó sus brazos rendida, sabía lo que eso significaba para ambos, por lo que sentía que se quedaba sin habla en momentos. - Skyler… Eres… Popular, y seguramente alguien tendrá la paciencia para soportar todas esas cosas… Pero, yo... solo quiero una vida normal. No soy como tu abuela, o Matt o Nylah yo… Solo soy yo… Simplemente no puedo. - Observó su expresión, y aunque otros viesen al mismo Skyler de siempre, ella podía notarlo, la única vez que lo había visto tan triste fue cuando tuvieron aquella tonta charla en un vestidor de esa mansión que solo le traía malos recuerdos. Lo vio bajando la mirada asintiendo dando el visto bueno a su decisión.
Su corazón se quemaba, y sus párpados se arrugaron al contener las lágrimas. El final para ellos había llegado antes de lo que hubiesen querido.
Ella cerró la puerta una vez se despidieron con gestos, él nunca levantó la mirada, al contrario las gotas de su dolor fueron a la acera antes de alejarse de la puerta hacia la calle en regreso a su camino a casa. Y toda la trayectoria, solo podía pensar algo que ella ya sabía."También… Quiero una vida normal."
Y esto solo confirma que me gusta sufrir (?
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