Bajo la lluvia de pétalos de cerezo las rosas resaltan.

Capitulo 1: Soy guapo, es inevitable.

Parecía una mañana común y corriente, y claro que si lo era, el sol brillaba y el viento soplaba por las cortinas rojas que enmarcaban la enorme ventana de una habitación amarilla, donde, en una cama de sabanas marrones bastante finas, un chico de cabellos verdes dormía plácidamente, su cabeza sostenida por la almohada de plumas suaves, y sus cabellos un poco despeinados por eso, con sus ojos cerrados como dos puertas protegidas con candado para evitar ver el alma de aquel cuerpo en reposo.
De repente, interrumpiendo el sueño de aquella persona, un pétalo de cerezo entro sin permiso por la ventana, volando delicadamente por las ráfagas de aire dentro del cuarto, hasta que, cuidadosamente, se poso en la nariz del chico.

Este, aun dormido, arrugo la nariz al sentir el contacto con el pedazo de flor, para luego dejar ver sus ojos color esmeralda, que resplandecían con la luz que lograba entrar; llevo su mano hasta el delicado pétalo rosado, lo tomo entre sus dedos, lo vio por unos minutos, y volteo hacia la ventana, asombrado de que mas y mas pétalos seguían entrando; se levanto de su cama para dejar ver la camisa blanca y shorts negros que utilizaba como pijama durante la noche, se dirigió a paso lento hacia la fuente del aire y de los molestos objetos voladores, los cuales no lo dejaban dormir en paz. Cerró la ventana rápidamente, haciendo que la danza de las cortinas se detuviera al instante.

Seguramente los arboles de ciudad Cherrygrove ya habían florecido, esa era la única explicación.

De repente alguien llamo a la puerta.
-Señor De Larousse, ya es hora de levantarse, su padre quiere hablar con usted- dijo la voz del mayordomo, quien sonaba un poco preocupado.
-Sí, sí, sí, ya estoy despierto Winfry- dijo con tono arrogante.- Dile que voy en un momento- finalizo el peli verde, mientras buscaba algo de ropa en su armario.
- Como desee- concluyo la conversación para dejar escuchar sus pasos lentos que se iban alejando.

¿De que querría hablarle su padre? ¿Acaso de la gira mundial? ¿De algún escándalo inventado por los paparazzi que lo acosaban? ¿O alguna chica obsesionada a él se había vuelto a infiltrar en su mansión ubicada en esta ciudad? Así es, Drew De Larousse, era un joven millonario, estrella de rock, actor de cine, y un galán muy codiciado. Su vida era perfecta, tenía dinero, un buen físico, fama, y todas las chicas del planeta suspiraban por él, y si su padre quería hablar con su persona, era porque: Uno, le tenía una mala noticia, o dos, le tenía una buena sorpresa.

Salió de su habitación luciendo una camisa negra de manga corta, unos jeans de mezclilla y unos zapatos lustrados de color negro.

Camino por los pasillos pintados elegantemente, con columnas inmensas que los hacían parecer castillo de un cuento de hadas.
Llego hasta el despacho de su papá; apenas iba tocar la puerta de madera fina, cuando…

-Adelante Drew- dijo audazmente una voz del otro lado.
El chico giro la perilla y entro como si nada a esa habitación de paredes color escarlata, con varios libros alrededor de los muros, puestos ordenadamente en estantes de madera, también había una silla de cuero café, volteada, dándole la espalda al chico, en la cual, el padre de Drew, Derek De Larousse, se encontraba sentado, frente a su escritorio como cualquier otro inversionista adinerado. Cerró la puerta despacio, para evitar azotarla.
-¿Y?- pronuncio el oji verde encogiéndose de hombros mientras caminaba hacia la silla desocupada situada al frente de su progenitor.
- Drew… tengo que hablar seriamente contigo- Respondió una voz grave.
-¿De qué?
-¿Es cierto que invitaste…- hizo una pausa para respirar profundo-… ¡a cinco chicas a cenar al mismo restaurante?!- elevo su tono de voz mientras se daba la vuelta y le daba la cara a su hijo, con el ceño fruncido.
-Oye, puedo explicarlo...- respondió tratando de defenderse.
-¡¿Explicar qué?! ¡¿Que las chicas te secuestraron y te llevaron ahí en contra de tu voluntad?!
-¿Cómo supiste?- pregunto incrédulo.
-Drew…- dijo severamente- esto no es un juego, los paparazzi te vieron, ¿sabes siquiera con quien saliste? ¡¿Tienes idea?!- se altero una vez mas y azoto su mano contra el escritorio que tenía en frente.
- No- respondo fríamente el peli verde.
-¡Exacto! ¡Saliste con nada más y nada menos que con Brianna Burton! ¡La hija de nuestro inversor más grande! ¡Zack Burton! ¡Está muy molesto contigo! ¡Dice que solo eres otro adolescente arrogante que le gusta jugar con el corazón de sus fans y que no gastara un centavo más en eso!- comenzó a dar vueltas por el lugar.- ¡Las revistas te tienen en su portada por famoso y rico! ¡No por andar de cara bonita con todas las chicas!- y con ese discurso terminado volteo a verlo penetrantemente a los ojos.
-Es que soy guapo, es inevitable- dijo arrogantemente mientras sacudía su flequillo de cabellos verdes, su padre le envió una mirada asesina.- Bueno, ¿y qué tengo que hacer para que vea que todo lo que cree de mi es mentira?- pregunto preocupado.
- Eso ya lo planee- esbozo una sonrisa.
Continuara...

Capitulo 2: Pero hoy es el primer día…

Esa mañana, se sentía fatal, la vista se le nublaba, y no se podía parar de la cama, consecuencia de la fiebre que la atacaba.

-¡Mamá!- llamo débilmente la chica de hermosos ojos azules y cabellos castaños.
-¿Si May?- dijo entrando por la puerta blanca de la habitación rosada, con una bandeja de comida en las manos, una señora joven de cabellos castaños al igual que su hija y a diferencia de ella, portaba unos bellos ojos violetas, su nombre era Caroline.
-¿Podre ir a la escuela?- pregunto la enferma con ilusión en sus palabras.
-Déjame ver- respondió acercándose a la cama donde la chica se encontraba recostada, dejo la bandeja en el buro de al lado y llevo su mano derecha hacia su frente.-Me temo que no, con la temperatura que tienes no será posible- concluyo.
-Pero quiero ir, hoy es el primer día de escuela y quiero ver a mis amigos- replico, mientras se cambiaba de posición para quedar sentada sobre la cama.
-No señorita, tu salud es más importante.
-Pero…
-Nada de peros.

May hizo mala cara, en forma de berrinche.

-Mejor comienza a comer tu desayuno- finalizo Caroline mientras tomaba la bandeja y se la acomodaba en las rodillas.-Hice tu pay favorito, de moras cheri.

Los ojos de May se iluminaron al ver lo delicioso que se veía el postre casero de su mamá. Agarro los cubiertos que estaban situados al lado del exquisito manjar y rápidamente lo devoro.

-Mmm… estaba… muy sabroso- decía aun masticando un poco de lo que tenía en la boca. – De hecho, hizo que me sintiera mucho mejor- dijo mientras miraba a su mama con una sonrisa en el rostro. –Tanto que siento que si puedo ir a la escuela- Y con este comentario se puso de pie, en pose triunfadora.
-¿Segura?- cuestiono la mujer que le había dado la vida.
- Al cien por ciento- afirmo la joven, pero en sus adentros sabía que era mentira.
La oji violeta suspiro resignada.- Bien, si es así, supongo que si puedes ir, pero si te sientes mal en la escuela, no dudes en llamar a la casa.
-¡Sí!- grito entusiasmada.-Ahora sal, necesito arreglarme- dijo empujándola hacia la salida.
- Esta bien, está bien, te estaré esperando en el auto.
- Si- y tras esta sencilla palabra, cerró la puerta y comenzó a ponerse su uniforme: una falda roja tableada, una blusa blanca, una corbata escarlata, un suéter negro, calcetas blancas hasta el muslo y unos zapatos negros bien lustrados. Tomo su mochila amarilla y se la abrocho en la cintura.

Salió rápidamente de su cuarto, azotando la puerta blanca con rudeza para salir disparada, corrió por el pasillo de paredes durazno, adornadas por cuadros de pinturas hermosas y uno que otro jarrón con flores. Paso por enfrente de la habitación verde perteneciente a su hermano, y lo vio, aquel peli azul de ojos marrones cubiertos por dos anteojos, poniendo libros en su mochila, preparándose para ir a su sexto año de primaria, aunque entraba a las 8:00 y eran las 6:54, era muy precavido, a diferencia de May, Max si sabia como organizarse.

-Adiós Max- dijo la castaña con una gran sonrisa desde la puerta.-Que te vaya bien.
-Gracias, Suerte en tu primer día…- May ya estaba preparando un gracias en su boca pero el miope agrego…- La necesitaras si planeas llegar a tiempo.- apunto con su dedo índice hacia un reloj que colgaba de su pared.-Si no me equivoco tienes seis minutos.- Se acomodo los lentes, los cuales brillaban eficazmente.
-¡Aaah! ¡No puede ser!, ¡ya me voy!- y continuo su camino más apresuradamente.
-¡Cinco!- grito Max para apurar cruelmente a su hermana.

La castaña bajo rápidamente por las escaleras, sin tropezarse. Llego al piso de abajo, y se encontró con Norman, su papá, el cual tomaba un café tranquilamente en el comedor, mientras leía el periódico antes de irse a trabajar.

-Adiós papá- pronuncio rápidamente para pasar corriendo rumbo a la cochera.
-Adiós hija, suerte en tu primer día, la necesitaras si planeas llegar a tiempo- repitió lo mismo que su hijo, sin apartar la vista del trozo de papel con noticias del día.
-Sí, sí, sí, ¿acaso te pusiste de acuerdo con Max?- pregunto la chica tras notar el deja vu por parte de su papá.

Con su mano derecha, a toda velocidad, abrio la puerta que conectaba con el garaje, donde su mamá ya estaba lista con el auto encendido, ya que la secundara en la que asistía no estaba cerca.
-Listo- dijo una vez que había abierto la puerta del copiloto para poder adentrarse al transporte y acomodarse en su asiento.
-Bien, hora de irnos- añadió Caroline para pisar el acelerador.