Últimos temas
[Actividad Especial] Miracle
+3
Haruka1287
zafiro99
Bernkastel
7 participantes
Página 2 de 2.
Página 2 de 2. • 1, 2
Re: [Actividad Especial] Miracle
-¡Shiro! ¡Shiro! -Llamaba Miyoshi.
La pequeña peliblanca de once años corría mirando en todas direcciones, tratando de ubicar a su hermana, pero ésta había corrido tan rápido que la perdió de vista a los segundos.
-¿Miyoshi? -Preguntó una voz conocida.
-¿Eh? -Se giró- ¡Stephanie! ¿Qué haces aquí?
-Traigo las obras de Shiro, sabía que las iba a olvidar en casa.
-¿Y cómo entraste?
-Heh, bueno… -Se rascó la nuca- Shiro dejó la puerta sin asegurar.
-Uhhh, anda algo distraída hoy -Afirmó Miyoshi.
-Más de lo usual -Rió la mayor- Y… ¿Dónde está? Pensé que estaba contigo.
-Sí, estaba, pero… Ocurrieron algunas cosas y… La perdí de vista.
-Busquémosla entonces.
-¿Cómo?
-Preguntemos. Seguro que una cabellera azul no es difícil de olvidar cuando te pasa por al lado -Bromeó.
“Sí… No es el cabello lo que más habrá impactado la memoria de las personas…” Pensó Miyoshi componiendo un rostro de preocupación.
Preguntaron a varias personas si habían visto a una joven de cabellos azules, y con las vagas direcciones que les habían proporcionado se hicieron camino hasta un callejón dentro del centro comercial, un pasillo abandonado entre los locales, lo extraño es que al llegar ahí, no encontraron a una sola persona.
-¡Shi…! Ro… -La menor observó su alrededor.
-¡Ángel! ¡Ángel! -Gritaba una niña pequeña con los ojos iluminados de tierna emoción.
-¡No, no! Yo… -Se excusaba la peliazul.
-Basta de esto, tengo cosas que hacer. Ya la viste, ahora dame mi libro -Sentenció Ariel sumamente fastidiado.
-¡Aún no! -Exclamó la pequeña con falso enfado, inflando sus mejillas.
-No la trates así -Volvió a decir Esmeé, quien aún tomaba de la mano a la pequeña.
-Vamos, debe ser parte de algún mal chiste -Dijo el pelinegro rodando los ojos y enfocando su mirada en Shiro.
-¡Oye! -Se escuchó una voz tranquila- ¿Estás bien? Saliste corriendo -Era el pelirrojo, Eric, el que la había visto antes.
-Ya van dos personas que tropiezan contigo -Recordó Mio, que iba a su lado, con una pequeña sonrisa.
-Es cierto… Será que mi torpeza se les contagia al verme -Dijo él mientras se acercaban, aunque sólo Mio lo escuchó. Ambos rieron.
-Yo… Ah, demonios -La peliazul bajó la cabeza sin saber qué decir.
De pronto, Eric sintió una extraña calidez en el bolsillo derecho de su chaqueta, metió la mano en éste y sacó el llavero que había comprado momentos atrás. En el interior de la pequeña esfera, la estrella brillaba con fulgor y cierto misterio. Por alguna razón, todos se detuvieron a mirar el pequeño objeto. La niña también observaba, a la vez que tomaba con más fuerza su pequeño bolso, donde estaba el libro que le pertenecía a Ariel.
La pequeña peliblanca de once años corría mirando en todas direcciones, tratando de ubicar a su hermana, pero ésta había corrido tan rápido que la perdió de vista a los segundos.
-¿Miyoshi? -Preguntó una voz conocida.
-¿Eh? -Se giró- ¡Stephanie! ¿Qué haces aquí?
-Traigo las obras de Shiro, sabía que las iba a olvidar en casa.
-¿Y cómo entraste?
-Heh, bueno… -Se rascó la nuca- Shiro dejó la puerta sin asegurar.
-Uhhh, anda algo distraída hoy -Afirmó Miyoshi.
-Más de lo usual -Rió la mayor- Y… ¿Dónde está? Pensé que estaba contigo.
-Sí, estaba, pero… Ocurrieron algunas cosas y… La perdí de vista.
-Busquémosla entonces.
-¿Cómo?
-Preguntemos. Seguro que una cabellera azul no es difícil de olvidar cuando te pasa por al lado -Bromeó.
“Sí… No es el cabello lo que más habrá impactado la memoria de las personas…” Pensó Miyoshi componiendo un rostro de preocupación.
Preguntaron a varias personas si habían visto a una joven de cabellos azules, y con las vagas direcciones que les habían proporcionado se hicieron camino hasta un callejón dentro del centro comercial, un pasillo abandonado entre los locales, lo extraño es que al llegar ahí, no encontraron a una sola persona.
-¡Shi…! Ro… -La menor observó su alrededor.
-¡Ángel! ¡Ángel! -Gritaba una niña pequeña con los ojos iluminados de tierna emoción.
-¡No, no! Yo… -Se excusaba la peliazul.
-Basta de esto, tengo cosas que hacer. Ya la viste, ahora dame mi libro -Sentenció Ariel sumamente fastidiado.
-¡Aún no! -Exclamó la pequeña con falso enfado, inflando sus mejillas.
-No la trates así -Volvió a decir Esmeé, quien aún tomaba de la mano a la pequeña.
-Vamos, debe ser parte de algún mal chiste -Dijo el pelinegro rodando los ojos y enfocando su mirada en Shiro.
-¡Oye! -Se escuchó una voz tranquila- ¿Estás bien? Saliste corriendo -Era el pelirrojo, Eric, el que la había visto antes.
-Ya van dos personas que tropiezan contigo -Recordó Mio, que iba a su lado, con una pequeña sonrisa.
-Es cierto… Será que mi torpeza se les contagia al verme -Dijo él mientras se acercaban, aunque sólo Mio lo escuchó. Ambos rieron.
-Yo… Ah, demonios -La peliazul bajó la cabeza sin saber qué decir.
De pronto, Eric sintió una extraña calidez en el bolsillo derecho de su chaqueta, metió la mano en éste y sacó el llavero que había comprado momentos atrás. En el interior de la pequeña esfera, la estrella brillaba con fulgor y cierto misterio. Por alguna razón, todos se detuvieron a mirar el pequeño objeto. La niña también observaba, a la vez que tomaba con más fuerza su pequeño bolso, donde estaba el libro que le pertenecía a Ariel.
Cris- .::░ღAdmin~Contest.ღ░::.
-
Edad : 27
Cumpleaños!! : 09/07/1997
Mi llegada : 29/11/2009
Mis Mensajes : 2048
305 1803
Re: [Actividad Especial] Miracle
Una luz tan pura como el cielo despejado en un día soleado, destelló en aquel callejón, tan brillante y cegador que los presentes tuvieron que tapar sus ojos para que estos no ardiesen por la intensidad.
Cuando notaron que ésta había bajado dejándolos enfocar la vista un fresco del norte los hizo quedar perplejos al notar em dónde se encontraban.
El suelo no era más que cristal transparente, reluciendo en un blanco matizado con brillos celestes que no solo paseaban bajo éste sino sobre ellos; los mismos que les aportaban una luz holográmica muy tenue y agradable. Que no dejaba de ser fría, al igual que el aire del que ahora estaban rodeados; El calefactor del Centro Comercial había sido olvidado por completo.
- ¿Dónde estamos? - Preguntó Mio abrazándose a sí misma, Eric la miró igual de confundido y le señaló el frente, a lo que ella no tardó en desviar la atención. Una estrella gigante era lo que tenían en frente.
Imposible de creer.
Miró hacia atrás y solo había el infinito, si llegaba a alguna parte, sentía que debía de ser alguna pared transparente, contra la que podría chocar sin previo aviso.
- ¿Qué clase de broma es esta? - Se escuchó la voz del pianista, monótono, pero en su mirada se notaba el desagrado ante la situación en la que se encontraba.
- ¿Será un sueño? - Se atrevió a preguntar en voz alta - Esmeé, era lo más lógico, y lo que le preocupaba realmente era en qué lugar se habría podido quedar dormida. Entonces sintió un pellizco, de esos finos que a pesar de la poca piel que cogían dolían como una pinchada de aguja o más, sobre su rostro. - ¡¿Qué te pasa?! - Reclamó.
- ¿Sigues durmiendo? - Cuestionó Ariel al soltarla, se había molestado, y en realidad tenía unos minutos queriendo desquitarse con alguien por el asco de día que tenía. Y en cualquier caso, también se estaba asegurando por el mismo que de hecho no estaba soñando. Odiaba lo que estaba pasando, atrapado en un lugar desconocido con desconocidos, y muy probablemente inútiles. - ¿Alguna idea de cómo hemos llegado aquí?
Los demás negaron.
- Hubo una luz, y aquí estamos. - Explicó Eric, y después de un silencio recordó el llavero que sacó ante la sensación de calidez; mas, ya no estaba. Ni en su mano ni en sus bolsillos. ¿Se le habría caído?
- Esto es... - Shiro se levantó, estaba perpleja, pero no tanto como los demás, después de todo entendía un poco de lo que estaba pasando y cómo llegaron ahí, la pregunta era ¿Por qué? ¿Para qué?
- ¿Es? - Mio le pidió que prosiguiera. La joven alada recordó el problema en el que estaba y se abrazó a si misma. Y después de pensarlo un poco, y de notar la confusión en el rostro de los demás decidió explicarlo.
- Estamos dentro de un portal sin tiempo. - Todos quedaron en silencio.
- Si esto es una broma de esas cámaras ocultas voy a denunciar. - Dijo el pelinegro claramente harto.
- No es broma...
- ¿Cómo hemos llegado aquí? - Preguntó Eric con calma, estaba claro que aunque se sintiera confuso prefería mantener su compostura y además, si había una manera de salir necesitaba de personas centradas que no se distrajeran. Cosa que él no era.
- Eso no lo sé, pero alguien nos ha citado aquí, o eso parece. - Observó hacia el cielo, y aunque las luces reflejaban una mañana tranquila, más allá, con un poco de esfuerzo se podía notar un poco de lo oscuro de aquel callejón del Centro comercial.
- Aja... - Fue lo único que dijo el pelirrojo, no es que sintiese la necesidad de ser escéptico; o estaba viviendo, pero, de todas maneras, costaba entenderlo.
- ¡Aquí están! - La pequeña apareció detrás de Esmée, quien giró a verla y se agachó a preguntarle por su estado. - ¡Estoy bien! ¡Me mostró el camino! - Señaló un punto bajo la estrella que se fue acercando de a poco. Un hombre alto, de vestimenta alocada, y características no comunes.
Y más allá de eso, no era complicado entender que no era normal en muchos sentidos.
- ¡Oh! Así que son ellos - Expresó con alegría una vez estuvo cerca. Los demás no respondieron nada. Él quedó con la duda de porqué tanto silencio y después de recordarlo se dio una palmada en la cabeza. - ¡Cierto! Que tonto. - Movió sus manos y empezó a brillar, por tanto a disminuir de tamaño. Ahora ya no media como tres metros de más. - No me acostumbro a esto de las proporciones humanas. - Sonrió y los observó una vez más. - ¿Siguen espantados? - Rió bajo. - Mejor cambiemos la pregunta ¿Alguna duda?
- ¿Qué hacemos aquí? - Preguntó Shiro, sabía que aquel ser frente a ellos era algo cercano a ella, pero al mismo tiempo diferente.
- Buena pregunta pequeño ángel perdido. - Dijo, Shiro mostró desagrado ante las palabras. - Yo los traje, fue algo difícil coordinar todo, pero, creo que hice un buen trabajo. - Unió sus manos y comenzó a caminar observandolos de uno a uno. - ¿Ninguna otra pregunta?
- Eso engloba todas nuestras dudas. - Dijo Esmée, Joriel quedó pensante.
- Qué difícil que es hablar con ustedes, ahora entiendo porqué me mandaron a mí.
- No parece que seas el mejor entendedor.
- No - contestó seguro - Pero también es difícil hablar conmigo. Ya tenemos algo en común ¿No es genial?
- No - Dijo Ariel rodando los ojos. - Sácanos de aquí. - Ordenó.
- ¡Oh, Claro! Tengo que sacarlos de aquí, de eso no hay duda. - Notó que iba a hablar de nuevo pero lo interrumpió. - Pero no nos apuremos. - Pidió. - Hay tiempo de sobra - Expandió los brazos. - Tenemos todo el tiempo que necesitemos, desde segundos hasta milenios y mucho más, de cuánto tardémos depende de ustedes.
- Eres tú el que está hablando demasiado.
- ¿Es así? ¡Ah! Bueno, una o dos décadas aquí, nadie nota. - Le quitó importancia. - ¿Qué dicen? Será divertido.
- Creo que paso… - Eric enseguida pensó en su familia, quedarse ahí, no era opción.
-Entiendo que hay cosas que hacer. - Sonrió - Por cierto ¿Recuerdas el llavero que compraste? Estamos dentro de él. Cuando salgamos no te olvides de recogerlo, debe de estar en la esquina derecha del callejón, al lado de una caja de regalo azul, con un patrón de campanas doradas. Te recomendaría que lo conserves.
Eric, así como los demás quedaron pasmados, en definitiva, no había ninguna caja en ese callejón, y de tantas personas ahí, que nadie lo notase, era hasta inaudito. - Entonces ¿Alguna otra pregunta?
- Disculpa… - Mio tomó la palabra. - ¿Para qué nos has traído aquí?
- Otra buena pregunta, pequeña diseñadora.- Sonrió. - Por cierto ¿Qué te parece mi atuendo, traté de estar a época. - La castaña iba a contestar pero no la dejó. - Los traje para cumplir una misión.
- ¿Una qué?
- Misión - Se encogió de hombros.
- ¿Qué tipo de misión? - Preguntó Esmée, la pequeña estaba con ella abrazandose de su pierna. Ya había entendido que si no preguntaban cada cosa, no iban a tener respuestas sólidas.
- Una muy importante.
- ¿En serio no nos dirás todo a menos que preguntemos a detalle?
El peliblanco se había sentado en el aire y acomodado su espalda a un respaldor invisible, dónde quedó dudoso.
- En realidad no, es que estoy tan nervioso que se me olvidan las cosas. - Explicó relajado. - Veamos… ¡Ah, sí! La pequeña. - Señaló a la niña, quien solo ladeó la cabeza con duda. - Regresenla con sus padres.
- Eso estábamos intentando.
- Ah… ¿No se han dado cuenta? - Preguntó incrédulo.
- ¿De qué?
- Pequeña, ven. - Hizo una seña y ella se soltó de Esmée para ir hacia el extraño. - ¿Esta carita, no la reconocen? - Tocó una mejilla de la pequeña provocando así una risilla. Los demás negaron. - No ven noticias. Pero bueno, luego se han de dar cuenta. Por el momento deben de regresarla con sus padres… Pero, no crean que será fácil. - A esto la confusión de los demás creció. - Solo estarán más cerca de ellos, cada que la hagan feliz, pero también cada que actúen de manera correcta. Serán algo así como criadores temporales. ¡Cierto! Otra cosa, no sé si sepan de esto pero… cada persona posee sobre sus cabezas un halo, que ayuda a identificar que tán perdidos están en la vida. - Tronó los dedos. Y algunos de ustedes están bien perdidos. - Ante esto los demás se miraron, y pudieron observar cómo cada uno poseía esto en diferentes colores.
Ariel notó que el suyo era sin duda el más oscuro. Pero, él no se sentía perdido, al contrario, creía ser el único con los suficientes dedos de frente como para decidir las cosas.
- Esto, es una ayuda, necesito que mientras encuentran los padres de… ¿Cómo te llamas pequeña? - La niña queró pensando y negó. - ¿No recuerdas? Bien, te llamaremos… ¿Te parece Joriel? Yo me llamo Joriel, y me gusta mi nombre. Solo será temporal. - Explicó, la pequeña asintió en desconcierto. - Bien, mientras encuentran a los padres de la pequeña Joriel, deben hacer que se recobre el verdadero sentido de la navidad. - Miró a Shiro. - Sé que es una de tus misiones, pero, hasta los ángeles necesitan ayuda.
- ¿Y cómo haríamos eso? - Eric plantó sus ojos sobre cada uno de los presentes, e incluyéndose, no había mucho espíritu navideño.
- Simplemente recordar el por qué de la navidad. No a Santa Claus, no los regalos. Ustedes lo saben, yo lo sé, lo que verdaderamente importa y el mensaje que nos da su historia. Ya tienen la ayuda de los Halos que los ayudará a identificar a quienes deben ayudar, cada color identifica cómo ve cada persona la navidad y cómo la vive. No les diré que significa cada uno, ustedes irán descubriendo - Le dio unas palmaditas a la pequeña para que fuese con quien quisiera, quedándose prendida nuevamente de la campera de Ariel, quien suspiró con fastidio. - Ah… Ariel - Lo recordó. - Cuida bien de ese libro, es feo ser maltratado y arrebatado cada tanto ¿Sabes? - El nominado quedó en duda. Joriel solo sonrió por última vez y empezó a desaparecer.
- ¿Qué? Espera… - Shiro quiso preguntar algo más. - ¿Cómo hago con lo ocurrido?
- Todo estará bien, tú tranquila. - Se escuchó una vez desvanecido, solo quedaba un pequeño libro maltrecho en el suelo.
Todos se miraron entre sí, seguían en el mismo lugar.
- Genial, nos ha dejado aquí. - Masculló Ariel, la pequeña se acercó a recoger el libro que el asiático reconoció como suyo. Y a lo que hizo una mueca. Cuando la pequeña hizo afán por abrirlo él se acercó, se suponía que solo la familia podía verlo y la luz cegadora regresó, y ellos también al callejón.
- Regrésalo. - Se lo quitó de las manos, la pequeña infló las mejillas y trató de quitárselo, él la detuvo con su mano, y se guardó el libro una vez más.
Todos se volvieron a ver, los halos seguían sobre sus cabezas. No había sido una simple pesadilla, era más que claro que estaban en la realidad.
Eric buscó en sus bolsillos y no había nada.
Mio lo picó en el hombro y cuando él atendió, siguió el lugar al que señalaba con su otra mano, la esquina derecha, al lado de la caja de regalos, algo brillaba. Se agachó y sin dudan ese era el llavero.
Shiro por su lado, aprovechó que nadie miraba para esconder sus alas.
- No puedes ser… - Escucharon esto de la voz de Esmée, y todos voltearon a verla. La realidad es que, todos absolutamente todos, desde ancianos niños y hasta animales tenía aquel Halo, que dejaba en claro a todos, que aquello no era un sueño.
Para más información visite el Review ♥
Cuando notaron que ésta había bajado dejándolos enfocar la vista un fresco del norte los hizo quedar perplejos al notar em dónde se encontraban.
El suelo no era más que cristal transparente, reluciendo en un blanco matizado con brillos celestes que no solo paseaban bajo éste sino sobre ellos; los mismos que les aportaban una luz holográmica muy tenue y agradable. Que no dejaba de ser fría, al igual que el aire del que ahora estaban rodeados; El calefactor del Centro Comercial había sido olvidado por completo.
- ¿Dónde estamos? - Preguntó Mio abrazándose a sí misma, Eric la miró igual de confundido y le señaló el frente, a lo que ella no tardó en desviar la atención. Una estrella gigante era lo que tenían en frente.
Imposible de creer.
Miró hacia atrás y solo había el infinito, si llegaba a alguna parte, sentía que debía de ser alguna pared transparente, contra la que podría chocar sin previo aviso.
- ¿Qué clase de broma es esta? - Se escuchó la voz del pianista, monótono, pero en su mirada se notaba el desagrado ante la situación en la que se encontraba.
- ¿Será un sueño? - Se atrevió a preguntar en voz alta - Esmeé, era lo más lógico, y lo que le preocupaba realmente era en qué lugar se habría podido quedar dormida. Entonces sintió un pellizco, de esos finos que a pesar de la poca piel que cogían dolían como una pinchada de aguja o más, sobre su rostro. - ¡¿Qué te pasa?! - Reclamó.
- ¿Sigues durmiendo? - Cuestionó Ariel al soltarla, se había molestado, y en realidad tenía unos minutos queriendo desquitarse con alguien por el asco de día que tenía. Y en cualquier caso, también se estaba asegurando por el mismo que de hecho no estaba soñando. Odiaba lo que estaba pasando, atrapado en un lugar desconocido con desconocidos, y muy probablemente inútiles. - ¿Alguna idea de cómo hemos llegado aquí?
Los demás negaron.
- Hubo una luz, y aquí estamos. - Explicó Eric, y después de un silencio recordó el llavero que sacó ante la sensación de calidez; mas, ya no estaba. Ni en su mano ni en sus bolsillos. ¿Se le habría caído?
- Esto es... - Shiro se levantó, estaba perpleja, pero no tanto como los demás, después de todo entendía un poco de lo que estaba pasando y cómo llegaron ahí, la pregunta era ¿Por qué? ¿Para qué?
- ¿Es? - Mio le pidió que prosiguiera. La joven alada recordó el problema en el que estaba y se abrazó a si misma. Y después de pensarlo un poco, y de notar la confusión en el rostro de los demás decidió explicarlo.
- Estamos dentro de un portal sin tiempo. - Todos quedaron en silencio.
- Si esto es una broma de esas cámaras ocultas voy a denunciar. - Dijo el pelinegro claramente harto.
- No es broma...
- ¿Cómo hemos llegado aquí? - Preguntó Eric con calma, estaba claro que aunque se sintiera confuso prefería mantener su compostura y además, si había una manera de salir necesitaba de personas centradas que no se distrajeran. Cosa que él no era.
- Eso no lo sé, pero alguien nos ha citado aquí, o eso parece. - Observó hacia el cielo, y aunque las luces reflejaban una mañana tranquila, más allá, con un poco de esfuerzo se podía notar un poco de lo oscuro de aquel callejón del Centro comercial.
- Aja... - Fue lo único que dijo el pelirrojo, no es que sintiese la necesidad de ser escéptico; o estaba viviendo, pero, de todas maneras, costaba entenderlo.
- ¡Aquí están! - La pequeña apareció detrás de Esmée, quien giró a verla y se agachó a preguntarle por su estado. - ¡Estoy bien! ¡Me mostró el camino! - Señaló un punto bajo la estrella que se fue acercando de a poco. Un hombre alto, de vestimenta alocada, y características no comunes.
Y más allá de eso, no era complicado entender que no era normal en muchos sentidos.
- ¡Oh! Así que son ellos - Expresó con alegría una vez estuvo cerca. Los demás no respondieron nada. Él quedó con la duda de porqué tanto silencio y después de recordarlo se dio una palmada en la cabeza. - ¡Cierto! Que tonto. - Movió sus manos y empezó a brillar, por tanto a disminuir de tamaño. Ahora ya no media como tres metros de más. - No me acostumbro a esto de las proporciones humanas. - Sonrió y los observó una vez más. - ¿Siguen espantados? - Rió bajo. - Mejor cambiemos la pregunta ¿Alguna duda?
- ¿Qué hacemos aquí? - Preguntó Shiro, sabía que aquel ser frente a ellos era algo cercano a ella, pero al mismo tiempo diferente.
- Buena pregunta pequeño ángel perdido. - Dijo, Shiro mostró desagrado ante las palabras. - Yo los traje, fue algo difícil coordinar todo, pero, creo que hice un buen trabajo. - Unió sus manos y comenzó a caminar observandolos de uno a uno. - ¿Ninguna otra pregunta?
- Eso engloba todas nuestras dudas. - Dijo Esmée, Joriel quedó pensante.
- Qué difícil que es hablar con ustedes, ahora entiendo porqué me mandaron a mí.
- No parece que seas el mejor entendedor.
- No - contestó seguro - Pero también es difícil hablar conmigo. Ya tenemos algo en común ¿No es genial?
- No - Dijo Ariel rodando los ojos. - Sácanos de aquí. - Ordenó.
- ¡Oh, Claro! Tengo que sacarlos de aquí, de eso no hay duda. - Notó que iba a hablar de nuevo pero lo interrumpió. - Pero no nos apuremos. - Pidió. - Hay tiempo de sobra - Expandió los brazos. - Tenemos todo el tiempo que necesitemos, desde segundos hasta milenios y mucho más, de cuánto tardémos depende de ustedes.
- Eres tú el que está hablando demasiado.
- ¿Es así? ¡Ah! Bueno, una o dos décadas aquí, nadie nota. - Le quitó importancia. - ¿Qué dicen? Será divertido.
- Creo que paso… - Eric enseguida pensó en su familia, quedarse ahí, no era opción.
-Entiendo que hay cosas que hacer. - Sonrió - Por cierto ¿Recuerdas el llavero que compraste? Estamos dentro de él. Cuando salgamos no te olvides de recogerlo, debe de estar en la esquina derecha del callejón, al lado de una caja de regalo azul, con un patrón de campanas doradas. Te recomendaría que lo conserves.
Eric, así como los demás quedaron pasmados, en definitiva, no había ninguna caja en ese callejón, y de tantas personas ahí, que nadie lo notase, era hasta inaudito. - Entonces ¿Alguna otra pregunta?
- Disculpa… - Mio tomó la palabra. - ¿Para qué nos has traído aquí?
- Otra buena pregunta, pequeña diseñadora.- Sonrió. - Por cierto ¿Qué te parece mi atuendo, traté de estar a época. - La castaña iba a contestar pero no la dejó. - Los traje para cumplir una misión.
- ¿Una qué?
- Misión - Se encogió de hombros.
- ¿Qué tipo de misión? - Preguntó Esmée, la pequeña estaba con ella abrazandose de su pierna. Ya había entendido que si no preguntaban cada cosa, no iban a tener respuestas sólidas.
- Una muy importante.
- ¿En serio no nos dirás todo a menos que preguntemos a detalle?
El peliblanco se había sentado en el aire y acomodado su espalda a un respaldor invisible, dónde quedó dudoso.
- En realidad no, es que estoy tan nervioso que se me olvidan las cosas. - Explicó relajado. - Veamos… ¡Ah, sí! La pequeña. - Señaló a la niña, quien solo ladeó la cabeza con duda. - Regresenla con sus padres.
- Eso estábamos intentando.
- Ah… ¿No se han dado cuenta? - Preguntó incrédulo.
- ¿De qué?
- Pequeña, ven. - Hizo una seña y ella se soltó de Esmée para ir hacia el extraño. - ¿Esta carita, no la reconocen? - Tocó una mejilla de la pequeña provocando así una risilla. Los demás negaron. - No ven noticias. Pero bueno, luego se han de dar cuenta. Por el momento deben de regresarla con sus padres… Pero, no crean que será fácil. - A esto la confusión de los demás creció. - Solo estarán más cerca de ellos, cada que la hagan feliz, pero también cada que actúen de manera correcta. Serán algo así como criadores temporales. ¡Cierto! Otra cosa, no sé si sepan de esto pero… cada persona posee sobre sus cabezas un halo, que ayuda a identificar que tán perdidos están en la vida. - Tronó los dedos. Y algunos de ustedes están bien perdidos. - Ante esto los demás se miraron, y pudieron observar cómo cada uno poseía esto en diferentes colores.
Ariel notó que el suyo era sin duda el más oscuro. Pero, él no se sentía perdido, al contrario, creía ser el único con los suficientes dedos de frente como para decidir las cosas.
- Esto, es una ayuda, necesito que mientras encuentran los padres de… ¿Cómo te llamas pequeña? - La niña queró pensando y negó. - ¿No recuerdas? Bien, te llamaremos… ¿Te parece Joriel? Yo me llamo Joriel, y me gusta mi nombre. Solo será temporal. - Explicó, la pequeña asintió en desconcierto. - Bien, mientras encuentran a los padres de la pequeña Joriel, deben hacer que se recobre el verdadero sentido de la navidad. - Miró a Shiro. - Sé que es una de tus misiones, pero, hasta los ángeles necesitan ayuda.
- ¿Y cómo haríamos eso? - Eric plantó sus ojos sobre cada uno de los presentes, e incluyéndose, no había mucho espíritu navideño.
- Simplemente recordar el por qué de la navidad. No a Santa Claus, no los regalos. Ustedes lo saben, yo lo sé, lo que verdaderamente importa y el mensaje que nos da su historia. Ya tienen la ayuda de los Halos que los ayudará a identificar a quienes deben ayudar, cada color identifica cómo ve cada persona la navidad y cómo la vive. No les diré que significa cada uno, ustedes irán descubriendo - Le dio unas palmaditas a la pequeña para que fuese con quien quisiera, quedándose prendida nuevamente de la campera de Ariel, quien suspiró con fastidio. - Ah… Ariel - Lo recordó. - Cuida bien de ese libro, es feo ser maltratado y arrebatado cada tanto ¿Sabes? - El nominado quedó en duda. Joriel solo sonrió por última vez y empezó a desaparecer.
- ¿Qué? Espera… - Shiro quiso preguntar algo más. - ¿Cómo hago con lo ocurrido?
- Todo estará bien, tú tranquila. - Se escuchó una vez desvanecido, solo quedaba un pequeño libro maltrecho en el suelo.
Todos se miraron entre sí, seguían en el mismo lugar.
- Genial, nos ha dejado aquí. - Masculló Ariel, la pequeña se acercó a recoger el libro que el asiático reconoció como suyo. Y a lo que hizo una mueca. Cuando la pequeña hizo afán por abrirlo él se acercó, se suponía que solo la familia podía verlo y la luz cegadora regresó, y ellos también al callejón.
- Regrésalo. - Se lo quitó de las manos, la pequeña infló las mejillas y trató de quitárselo, él la detuvo con su mano, y se guardó el libro una vez más.
Todos se volvieron a ver, los halos seguían sobre sus cabezas. No había sido una simple pesadilla, era más que claro que estaban en la realidad.
Eric buscó en sus bolsillos y no había nada.
Mio lo picó en el hombro y cuando él atendió, siguió el lugar al que señalaba con su otra mano, la esquina derecha, al lado de la caja de regalos, algo brillaba. Se agachó y sin dudan ese era el llavero.
Shiro por su lado, aprovechó que nadie miraba para esconder sus alas.
- No puedes ser… - Escucharon esto de la voz de Esmée, y todos voltearon a verla. La realidad es que, todos absolutamente todos, desde ancianos niños y hasta animales tenía aquel Halo, que dejaba en claro a todos, que aquello no era un sueño.
Para más información visite el Review ♥
Shiba- .::♡.Moder*Contest.♡::.
-
Edad : 28
Cumpleaños!! : 03/08/1996
Mi llegada : 30/06/2010
Mis Mensajes : 1613
322 1255
Re: [Actividad Especial] Miracle
El pelirrojo avanzó hasta la esquina y se agachó para recoger el pequeño llavero, que ya no brillaba con fuerza como antes ni se sentía cálido, estaba tal cual lo había visto en la tienda. Se enderezó y se giró hacia los demás.
-… ¿Y ahora? -Preguntó Esmeé, con la pequeña Joriel tomando su mano.
-Supongo… Que no tenemos otra opción que llevar a cabo lo que nos han pedido -Respondió Eric mirando el llavero, los demás también miraron el objeto un instante.
-Tsk -Ariel chasqueó la lengua.
Al asiático no le hacía ni pizca de gracia estar en esa situación, no quería cooperar en algo tan ridículo como eso, y llegaba a ser hasta indignante para él. Así que se dio media vuelta y salió del pequeño callejón, con los demás saliendo después de él. Intentó alejarse del resto y seguir con sus asuntos, pero de pronto, una extraña fuerza no le permitió dar un paso más, y se vio obligado a girar su rostro. A escasos metros de ellos, en un banquito cercano, una señora bastante mayor con un halo de color gris azulado los hizo girar a todos, como si estuvieran conectados.
-Eh, ¿Primera parte de la misión, supongo? -Cuestionó Shiro, quien aún estaba algo incómoda en presencia de los demás.
El grupo se acercó a la señora, y Mio se sentó al lado de ella, los demás quedando alrededor pero dando suficiente espacio como para que la mujer no se sintiera acosada.
-¿Le sucede algo? -Preguntó con inocencia. Su mirada cristalina atrapó la atención de la anciana.
-Oh, queridita, no te preocupes por mí. No pasa nada -Respondió con voz quebrada a causa de la vejez, y quizás algo más.
-La notamos un poco… -Mio dudó al echar un vistazo al halo nuevamente- … triste, y quisimos venir a ver qué tenía.
-Oh, no es nada, supongo… Que es lo que sucede cuando han pasado muchos años, y no te queda ninguna compañía, y demasiada nostalgia en el corazón -Sonrió cálidamente.
Miró a los demás integrantes del grupo, como agradeciendo su presencia, y luego observó a las familias con los niños pequeños, que correteaban felizmente por los pasillos.
-¿Hay algo que podamos hacer? -Preguntó Eric, conmovido.
-Pues así es la vida, pero no me vendría mal un poco de compañía, gracias, jovencitos.
El halo de la señora empezaba a colorearse de tonos un poco más cálido, pero era notorio que aún faltaba un poco más para alegrar a esa persona. Ariel pretendió alejarse, pero al hacerlo de nuevo la fuerza lo llevó a caminar hacia otro caso, un adulto de unos treinta años que miraba por el pasamanos a los pisos inferiores. Su halo era de color verde claro. Junto con Ariel, Shiro también fue impulsada a ir en ese camino, mientras Eric y Mio seguían reconfortando a la señora.
-… ¿Y ahora? -Preguntó Esmeé, con la pequeña Joriel tomando su mano.
-Supongo… Que no tenemos otra opción que llevar a cabo lo que nos han pedido -Respondió Eric mirando el llavero, los demás también miraron el objeto un instante.
-Tsk -Ariel chasqueó la lengua.
Al asiático no le hacía ni pizca de gracia estar en esa situación, no quería cooperar en algo tan ridículo como eso, y llegaba a ser hasta indignante para él. Así que se dio media vuelta y salió del pequeño callejón, con los demás saliendo después de él. Intentó alejarse del resto y seguir con sus asuntos, pero de pronto, una extraña fuerza no le permitió dar un paso más, y se vio obligado a girar su rostro. A escasos metros de ellos, en un banquito cercano, una señora bastante mayor con un halo de color gris azulado los hizo girar a todos, como si estuvieran conectados.
-Eh, ¿Primera parte de la misión, supongo? -Cuestionó Shiro, quien aún estaba algo incómoda en presencia de los demás.
El grupo se acercó a la señora, y Mio se sentó al lado de ella, los demás quedando alrededor pero dando suficiente espacio como para que la mujer no se sintiera acosada.
-¿Le sucede algo? -Preguntó con inocencia. Su mirada cristalina atrapó la atención de la anciana.
-Oh, queridita, no te preocupes por mí. No pasa nada -Respondió con voz quebrada a causa de la vejez, y quizás algo más.
-La notamos un poco… -Mio dudó al echar un vistazo al halo nuevamente- … triste, y quisimos venir a ver qué tenía.
-Oh, no es nada, supongo… Que es lo que sucede cuando han pasado muchos años, y no te queda ninguna compañía, y demasiada nostalgia en el corazón -Sonrió cálidamente.
Miró a los demás integrantes del grupo, como agradeciendo su presencia, y luego observó a las familias con los niños pequeños, que correteaban felizmente por los pasillos.
-¿Hay algo que podamos hacer? -Preguntó Eric, conmovido.
-Pues así es la vida, pero no me vendría mal un poco de compañía, gracias, jovencitos.
El halo de la señora empezaba a colorearse de tonos un poco más cálido, pero era notorio que aún faltaba un poco más para alegrar a esa persona. Ariel pretendió alejarse, pero al hacerlo de nuevo la fuerza lo llevó a caminar hacia otro caso, un adulto de unos treinta años que miraba por el pasamanos a los pisos inferiores. Su halo era de color verde claro. Junto con Ariel, Shiro también fue impulsada a ir en ese camino, mientras Eric y Mio seguían reconfortando a la señora.
Cris- .::░ღAdmin~Contest.ღ░::.
-
Edad : 27
Cumpleaños!! : 09/07/1997
Mi llegada : 29/11/2009
Mis Mensajes : 2048
305 1803
Re: [Actividad Especial] Miracle
Ariel compuso rostro de amargura, no tenia paciencia para tanto.
- ¿No te agrada? - La pequeña los siguió de cerca, después de todo era con los que había pasado más tiempo hasta el momento. Y Esmeé también había sido llevada hasta ahí.
- ¿Ayudar a un desconocido? ¿No ves mi cara de emoción? - Ariel llevó los ojos al cielo. Todo se veía tan oscuro y opaco, y fácilmente podía decir que se trataba de su halo; algo que poco le importaba.
- ¿No ayudas a los demás al menos que los conozcas?
- No, no ayudo a nadie. - Contestó. - Cada persona puede ver por sí misma. Hasta una niña en busca de sus padres. - Miró para abajo, al sentir que fue halado, la niña estaba con las mejillas infladas y el ceño fruncido, la había hecho molestar, pero no le interesaba. Luego ella salió corriendo. él chasqueó la lengua, que los otros se hicieran cargo de ese pequeño dolor de cabeza.
Shiro y Esmeé la siguieron pues se dirigía al hombre sin duda alguna y si iba la pequeña el trabajo quizá se simplificaría.
Ariel se lo tomó con calma, de hecho ni siquiera quería eso, lo peor es que cada que intentaba ir a otro lado algo lo evitaba, como si le pusieran una pared ¿No había alguna clausula en las leyes... de donde sea que fuesen, dónde estipulara que obligar a alguien estaba en prohibición? Pues bien, al parecer no.
- ¡Señor! - El hombre pegó un brinco al grito agudo e infantil. Bajó la mirada y se encontró con unos profundos e interminables ojos azules.
- ¡Oh! ¿Estás perdida pequeña? - Preguntó, se lo notaba cansado, cansado de todo, hasta de estar ahí.
- ¡Sí! - Sonrió. - Pero no. - El hombre la observó confundido. - Es que estoy perdida pero ya me están ayudando, pero tengo que pedirle un favor.
- ¿Ayuda también? - Ella vaciló en su respuesta.
- Sí pero no. - Sonrió.
- No te entiendo.
- Disculpe, - Dijo Esmeé. - Anda con nosotros. - Y tomó a la niña de la mano. Quien se quedó a media palabra.
- ¿Usted cómo se encuentra? - Preguntó Shiro. El hombre levantó una ceja en duda, lo habían quedado mirando más de lo que quisiese.
- Bien, bien. - Dijo quitando importancia. - Si me disculpan tengo cosas que hacer.
- ¡Espere! - Volvió a decir la pequeña. Ariel recién se había juntado con ellos.
- ¿Qué necesitas pequeña? - Se agachó aunque su voz sonó tan cansada y apagada, que se podía decir que hacía juego con las ojeras que tenía.
- Me llamo Joriel. - Dijo, recordando su último bautizo. - Ellos... emm.. - Los señaló.
- Shiro. - Dijo la de cabellos Azules.
- Esmée... - La de cabellos castaños sintió cohibirse, dar nombre a extraños no era normal.
- y... - Miró al asiático. Él se mantuvo indiferente.
- ¿Jackie Chan? - Bromeó el mayor, al pelinegro se le crisparon los nervios.
- No, pero te podría patear igual o peor. - Otra vez sintió el halón de su brazo, esa niña no se rendía. Él deformó su rostro molesto. - Ariel... - Cedió para que lo dejase en paz. - ¿Para qué esto? - masculló a la de cabellos negros.
- Primero debes aprender a ayudar a los conocidos. - Le sonrió. Él trató de no perder los estribos. Ella regresó su atención al mayor. - Venga conmigo. Por favor.- Lo tomó de la mano y caminó, el hombre le dirigió una mirada a los otros, y estos solo se encogieron de hombros. Por lo que decidió simplemente seguir la corriente era una niña después de todo.
Llegaron con el otro grupo, junto a la anciana, le pidió permiso a Eric y le pidió al hombre que se sentara ahí.
- Señora - Sonrió a la mayor ella le regresó el gesto.
- Usted... - El hombre achinó la mirada y luego de meditar lo supo. - ¿Vecina? -
La mujer buscó en su pequeña cartera y sacó unos lentes para colocarselos, no es que su vista mejorase como cuando era joven pero al menos podía distinguir mejor.
- Oh mi, señor Farres ¿Cómo ha estado? - Preguntó dulce. El hombre suspiró cansado. Los demás se observaron nunca creyeron que una casualidad así fuese posible.
- Como ve, no muy bien, la escuela, los niños, las deudas. - Bajó la cabeza. - Estoy tan cansado que podría morir ya.
- ¿Qué dice? La única persona con derecho a decir eso aquí soy yo. - Comprensiva tomó su mano. - Todos tenemos malos momentos, y recién estás comenzando a saber lo que es vivir. Que el ajetreo del trabajo o la mala economía no te desanimen.
- Usted vivió en mejores tiempos. - La mujer rió.
- Por supuesto que eran mejores, pero eran igual o más difíciles. Por eso relájate, y no dejes que lo malo te absorba, tienes hijos preciosos y una espeosa que te espera en casa ¿No?- Su voz sonaba más cansada, y mucho más dolida, pero aún así sus ojos brillaban con una pequeña esperanza en el mañana que hicieron al hombre abrir los ojos con sorpresa, entonces, por fin sonrió, y respiró hondo.
- Tiene razón. - Se levantó con mayor ánimo, los jóvenes observaron el claro cambio en su halo, no era el más brillante pero se podía presenciar la relajación que regresaba a su persona. - ¡Ah! Hoy es noche buena... - Miró a la mujer. Y luego a los jóvenes. - ¿Sus nietos?
- Oh no, no tengo, estos son unos amables jóvenes que hicieron compañía a esta anciana. - El hombre recordó sobre lo que ya le habían contado antes, aquella mujer tuvo un hijo, el que perdió en un accidente antes de siquiera poder tener hijos. En ese momento sintió que su estrés no valía nada.
- ¿Le gustaría pasar con nosotros?
- ¿Cómo podría? Solo molestaré.
- Por supuesto que no, le agrada a mi esposa e hijos, su compañía les vendría muy bien. Ahora mismo iba a comprar los regalos. Y si me ayudase a escogerlos estaría muy agradecido. - Extendió su mano y la mujer terminó aceptando. - De hecho ¿Qué le parece si de ahora en adelante pasa un tiempo con los niños? Así quizá dejen de ser tan traviesos.
- Son buenos niños. - Le sonrió, se despidieron de los jóvenes para comenzar a alejarse hacia las tiendas; así como el halo de la mujer emanada una calidez que daba reflejo a la nostalgia.
- ¿Cómo supiste...? - Shiro miró a la pequeña quien solo miraba a los mayores alejarse con las mejillas sonrosadas en felicidad.
- ¿Ah? - La miró y luego quedó pensativa. - Eh... No sabía. - Dijo. - Solo pensé que la conversación de la señora lo podría relajar, y ¿Es lo que quieres los viejitos no?
- ¿Viejitos? - La niña asintió.
- Ser útiles para los demás.
- ¿No te agrada? - La pequeña los siguió de cerca, después de todo era con los que había pasado más tiempo hasta el momento. Y Esmeé también había sido llevada hasta ahí.
- ¿Ayudar a un desconocido? ¿No ves mi cara de emoción? - Ariel llevó los ojos al cielo. Todo se veía tan oscuro y opaco, y fácilmente podía decir que se trataba de su halo; algo que poco le importaba.
- ¿No ayudas a los demás al menos que los conozcas?
- No, no ayudo a nadie. - Contestó. - Cada persona puede ver por sí misma. Hasta una niña en busca de sus padres. - Miró para abajo, al sentir que fue halado, la niña estaba con las mejillas infladas y el ceño fruncido, la había hecho molestar, pero no le interesaba. Luego ella salió corriendo. él chasqueó la lengua, que los otros se hicieran cargo de ese pequeño dolor de cabeza.
Shiro y Esmeé la siguieron pues se dirigía al hombre sin duda alguna y si iba la pequeña el trabajo quizá se simplificaría.
Ariel se lo tomó con calma, de hecho ni siquiera quería eso, lo peor es que cada que intentaba ir a otro lado algo lo evitaba, como si le pusieran una pared ¿No había alguna clausula en las leyes... de donde sea que fuesen, dónde estipulara que obligar a alguien estaba en prohibición? Pues bien, al parecer no.
- ¡Señor! - El hombre pegó un brinco al grito agudo e infantil. Bajó la mirada y se encontró con unos profundos e interminables ojos azules.
- ¡Oh! ¿Estás perdida pequeña? - Preguntó, se lo notaba cansado, cansado de todo, hasta de estar ahí.
- ¡Sí! - Sonrió. - Pero no. - El hombre la observó confundido. - Es que estoy perdida pero ya me están ayudando, pero tengo que pedirle un favor.
- ¿Ayuda también? - Ella vaciló en su respuesta.
- Sí pero no. - Sonrió.
- No te entiendo.
- Disculpe, - Dijo Esmeé. - Anda con nosotros. - Y tomó a la niña de la mano. Quien se quedó a media palabra.
- ¿Usted cómo se encuentra? - Preguntó Shiro. El hombre levantó una ceja en duda, lo habían quedado mirando más de lo que quisiese.
- Bien, bien. - Dijo quitando importancia. - Si me disculpan tengo cosas que hacer.
- ¡Espere! - Volvió a decir la pequeña. Ariel recién se había juntado con ellos.
- ¿Qué necesitas pequeña? - Se agachó aunque su voz sonó tan cansada y apagada, que se podía decir que hacía juego con las ojeras que tenía.
- Me llamo Joriel. - Dijo, recordando su último bautizo. - Ellos... emm.. - Los señaló.
- Shiro. - Dijo la de cabellos Azules.
- Esmée... - La de cabellos castaños sintió cohibirse, dar nombre a extraños no era normal.
- y... - Miró al asiático. Él se mantuvo indiferente.
- ¿Jackie Chan? - Bromeó el mayor, al pelinegro se le crisparon los nervios.
- No, pero te podría patear igual o peor. - Otra vez sintió el halón de su brazo, esa niña no se rendía. Él deformó su rostro molesto. - Ariel... - Cedió para que lo dejase en paz. - ¿Para qué esto? - masculló a la de cabellos negros.
- Primero debes aprender a ayudar a los conocidos. - Le sonrió. Él trató de no perder los estribos. Ella regresó su atención al mayor. - Venga conmigo. Por favor.- Lo tomó de la mano y caminó, el hombre le dirigió una mirada a los otros, y estos solo se encogieron de hombros. Por lo que decidió simplemente seguir la corriente era una niña después de todo.
Llegaron con el otro grupo, junto a la anciana, le pidió permiso a Eric y le pidió al hombre que se sentara ahí.
- Señora - Sonrió a la mayor ella le regresó el gesto.
- Usted... - El hombre achinó la mirada y luego de meditar lo supo. - ¿Vecina? -
La mujer buscó en su pequeña cartera y sacó unos lentes para colocarselos, no es que su vista mejorase como cuando era joven pero al menos podía distinguir mejor.
- Oh mi, señor Farres ¿Cómo ha estado? - Preguntó dulce. El hombre suspiró cansado. Los demás se observaron nunca creyeron que una casualidad así fuese posible.
- Como ve, no muy bien, la escuela, los niños, las deudas. - Bajó la cabeza. - Estoy tan cansado que podría morir ya.
- ¿Qué dice? La única persona con derecho a decir eso aquí soy yo. - Comprensiva tomó su mano. - Todos tenemos malos momentos, y recién estás comenzando a saber lo que es vivir. Que el ajetreo del trabajo o la mala economía no te desanimen.
- Usted vivió en mejores tiempos. - La mujer rió.
- Por supuesto que eran mejores, pero eran igual o más difíciles. Por eso relájate, y no dejes que lo malo te absorba, tienes hijos preciosos y una espeosa que te espera en casa ¿No?- Su voz sonaba más cansada, y mucho más dolida, pero aún así sus ojos brillaban con una pequeña esperanza en el mañana que hicieron al hombre abrir los ojos con sorpresa, entonces, por fin sonrió, y respiró hondo.
- Tiene razón. - Se levantó con mayor ánimo, los jóvenes observaron el claro cambio en su halo, no era el más brillante pero se podía presenciar la relajación que regresaba a su persona. - ¡Ah! Hoy es noche buena... - Miró a la mujer. Y luego a los jóvenes. - ¿Sus nietos?
- Oh no, no tengo, estos son unos amables jóvenes que hicieron compañía a esta anciana. - El hombre recordó sobre lo que ya le habían contado antes, aquella mujer tuvo un hijo, el que perdió en un accidente antes de siquiera poder tener hijos. En ese momento sintió que su estrés no valía nada.
- ¿Le gustaría pasar con nosotros?
- ¿Cómo podría? Solo molestaré.
- Por supuesto que no, le agrada a mi esposa e hijos, su compañía les vendría muy bien. Ahora mismo iba a comprar los regalos. Y si me ayudase a escogerlos estaría muy agradecido. - Extendió su mano y la mujer terminó aceptando. - De hecho ¿Qué le parece si de ahora en adelante pasa un tiempo con los niños? Así quizá dejen de ser tan traviesos.
- Son buenos niños. - Le sonrió, se despidieron de los jóvenes para comenzar a alejarse hacia las tiendas; así como el halo de la mujer emanada una calidez que daba reflejo a la nostalgia.
- ¿Cómo supiste...? - Shiro miró a la pequeña quien solo miraba a los mayores alejarse con las mejillas sonrosadas en felicidad.
- ¿Ah? - La miró y luego quedó pensativa. - Eh... No sabía. - Dijo. - Solo pensé que la conversación de la señora lo podría relajar, y ¿Es lo que quieres los viejitos no?
- ¿Viejitos? - La niña asintió.
- Ser útiles para los demás.
Shiba- .::♡.Moder*Contest.♡::.
-
Edad : 28
Cumpleaños!! : 03/08/1996
Mi llegada : 30/06/2010
Mis Mensajes : 1613
322 1255
Re: [Actividad Especial] Miracle
Una vez que ambos casos estuviesen resueltos, el grupo se quedó de pie en un silencio incómodo y cruzaban miradas de “¿Ahora qué?”. De pronto, se escuchó una prueba de micrófono en otro piso del centro comercial, la pequeña corrió al centro para asomarse, los demás la siguieron con prisa.
-Ten cuidado, no te asomes sin que estés tomada por alguien -Le dijo Mio preocupada, agarrando una de las manitos de la pequeña.
-Auch, maldición -Profirió Eric mientras se acercaba, pues se había tropezado en el camino y se había golpeado el pie.
-Eh, que no te escuche -Shiro le dio un leve codazo algo indignada.
-Ay, perdón -Reaccionó rápidamente el pelirrojo, examinando a la niña quien pareció muy distraída para haberlo escuchado.
-¡Un evento, un evento! -Gritó Jori- ¡Vamos!
Y a pesar del desprecio ante la idea por parte de Ariel, y las negativas que daba Esmeé para no ir donde hubiese tanta gente, la pequeña los condujo hasta ahí.
-¿Cómo vamos a ayudar a tanta gente, Jori? Son demasiados -Eric giraba el rostro lentamente, eran incontables las auras que podía apreciar en la multitud.
Jori se llevó una manito a la barbilla, justo cuando pensaba de qué manera podían hacerlo, una voz alterada llegó a sus oídos.
-¡No, no, no! ¿Cómo que se enfermó? ¡Es un desastre! -Gritaba un hombre hablando por el celular- Ya de por sí nos falta personal, y ahora se enferma. Demonios, está bien, déjame ver si lo arreglo -Colgó- ¿Cómo rayos voy a conseguir alguien que se disfrace de Santa, y su grupo? -Decía caminando desesperado en círculos.
-¡Eso es! -La niña alzó un puño- ¡Vamos!
-¿Qué pasó? -Preguntó Esmeé, aún incómoda.
-Señor -Llamó la atención del hombre- Ellos me están ayudando con algo, pero creo que pueden echarle una manito a usted también.
-¿Eh? ¿Cómo así, pequeña?
-Serán su nuevo grupo navideño, ¡para el evento! -Dio un saltito.
-¿Qué? -Preguntó Ariel con sumo desdén desde atrás.
El señor se alegró tanto, que notaron como su aura pasaba de ser verde a un tono rosáceo en cuestión de segundos.
-¡Sí! Gracias a Dios -Comentó mirando hacia arriba, a lo que Jori sonrió emocionada- A ver… Tú, tú serás Santa -Señaló a Eric.
-¡¿Qué?!
Una extraña mezcla ocurrió en el rostro del pelirrojo: Sus mejillas adquirieron un tono carmesí muy fuerte, y el resto de su cara palideció demasiado.
-Ten cuidado, no te asomes sin que estés tomada por alguien -Le dijo Mio preocupada, agarrando una de las manitos de la pequeña.
-Auch, maldición -Profirió Eric mientras se acercaba, pues se había tropezado en el camino y se había golpeado el pie.
-Eh, que no te escuche -Shiro le dio un leve codazo algo indignada.
-Ay, perdón -Reaccionó rápidamente el pelirrojo, examinando a la niña quien pareció muy distraída para haberlo escuchado.
-¡Un evento, un evento! -Gritó Jori- ¡Vamos!
Y a pesar del desprecio ante la idea por parte de Ariel, y las negativas que daba Esmeé para no ir donde hubiese tanta gente, la pequeña los condujo hasta ahí.
-¿Cómo vamos a ayudar a tanta gente, Jori? Son demasiados -Eric giraba el rostro lentamente, eran incontables las auras que podía apreciar en la multitud.
Jori se llevó una manito a la barbilla, justo cuando pensaba de qué manera podían hacerlo, una voz alterada llegó a sus oídos.
-¡No, no, no! ¿Cómo que se enfermó? ¡Es un desastre! -Gritaba un hombre hablando por el celular- Ya de por sí nos falta personal, y ahora se enferma. Demonios, está bien, déjame ver si lo arreglo -Colgó- ¿Cómo rayos voy a conseguir alguien que se disfrace de Santa, y su grupo? -Decía caminando desesperado en círculos.
-¡Eso es! -La niña alzó un puño- ¡Vamos!
-¿Qué pasó? -Preguntó Esmeé, aún incómoda.
-Señor -Llamó la atención del hombre- Ellos me están ayudando con algo, pero creo que pueden echarle una manito a usted también.
-¿Eh? ¿Cómo así, pequeña?
-Serán su nuevo grupo navideño, ¡para el evento! -Dio un saltito.
-¿Qué? -Preguntó Ariel con sumo desdén desde atrás.
El señor se alegró tanto, que notaron como su aura pasaba de ser verde a un tono rosáceo en cuestión de segundos.
-¡Sí! Gracias a Dios -Comentó mirando hacia arriba, a lo que Jori sonrió emocionada- A ver… Tú, tú serás Santa -Señaló a Eric.
-¡¿Qué?!
Una extraña mezcla ocurrió en el rostro del pelirrojo: Sus mejillas adquirieron un tono carmesí muy fuerte, y el resto de su cara palideció demasiado.
-No puedo, es que no.
-Por fi, Eriii -Suplicaba la niña.
-N-no lo entiendes, es que… No puedo, es mucha g-g… gente -Gagueó mirando a través de la abertura de la carpa en la cual lo obligaron a cambiarse al traje de Santa.
Con la ayuda de los demás, obligaron a Eric a salir de la carpa-vestidor y sentarse en la gran silla de Santa que se encontraba al centro de toda la decoración del evento. Al muchacho no se le veía el vibrante cabello rojo a causa del gorro que lo tapaba, también tenía media cara cubierta por una gran barba blanca, y sobre sus ojos tenía unas gafas de medialuna. Los padres con sus niños rodearon el lugar y empezaron a hacer fila para que los pequeños se sentaran en el regazo de “Santa” y le dijeran sus deseos de Navidad.
Uno a uno, pasaron a hablarle. Eric perdió la cuenta de cuántos niños habían conversado con él. Y en un pequeño momento en el que nadie se le había acercado, su mente aprovechó para distraerse, como siempre, y observó a sus compañeros: Unos vestidos de renos, otros de duendes, y así. Era sin duda, uno de los momentos más extraños de su vida. Y por si fuera poco, el pánico escénico ardía en su interior aunque se mostrara tranquilo.
-Por fi, Eriii -Suplicaba la niña.
-N-no lo entiendes, es que… No puedo, es mucha g-g… gente -Gagueó mirando a través de la abertura de la carpa en la cual lo obligaron a cambiarse al traje de Santa.
Con la ayuda de los demás, obligaron a Eric a salir de la carpa-vestidor y sentarse en la gran silla de Santa que se encontraba al centro de toda la decoración del evento. Al muchacho no se le veía el vibrante cabello rojo a causa del gorro que lo tapaba, también tenía media cara cubierta por una gran barba blanca, y sobre sus ojos tenía unas gafas de medialuna. Los padres con sus niños rodearon el lugar y empezaron a hacer fila para que los pequeños se sentaran en el regazo de “Santa” y le dijeran sus deseos de Navidad.
Uno a uno, pasaron a hablarle. Eric perdió la cuenta de cuántos niños habían conversado con él. Y en un pequeño momento en el que nadie se le había acercado, su mente aprovechó para distraerse, como siempre, y observó a sus compañeros: Unos vestidos de renos, otros de duendes, y así. Era sin duda, uno de los momentos más extraños de su vida. Y por si fuera poco, el pánico escénico ardía en su interior aunque se mostrara tranquilo.
Cris- .::░ღAdmin~Contest.ღ░::.
-
Edad : 27
Cumpleaños!! : 09/07/1997
Mi llegada : 29/11/2009
Mis Mensajes : 2048
305 1803
Re: [Actividad Especial] Miracle
Una vez más había sentido el halón de la manga de su chaqueta, y gruñó, ese traje lo hacía sentir ridículo, y también se veía ridículo.
Los cuernos y la nariz roja, más esa colita amarrada a su cadera... Simplemente estaba hostigado, como para ahora ser reconocido como: Rodolfo. No podía estar más de malas.
- ¿Qué? - Masculló y miró hacia abajo, y otra vez esos profundos y grandes ojos estaban mirándolo con inocencia junto a una gran sonrisa que irradiaba felicidad. Pero no entendía ese halo transparente, era como si no estuviese, pero aún así lograba verse muy a penas, como el agua en un vaso sin color.
Ella señaló a Eric, Ariel la miró con una duda mayor.
- ¿Tú tienes más práctica en esto de estar frente al público, no?
- ¿Y? - Ella volvió a señalar al chico, y lo miró de nuevo, sin duda, notó que había una diferencia en su Halo, puesto que la recordaba azul, un azul oscuro, casi como mirar a los ojos de la pequeña pero sin hundirse, algo que ya no se mantenía sino que estaba matizándose con un turquesa tan turbio que le hacía entender que había un problema, y aun así, Ariel rodó los ojos. - No.
- Solo es un consejo.
- Después se cree que somos amigos, y no.
- No necesitas ser amigo de alguien para darle un consejo. - Ella infló las mejillas y se cruzó de brazos él volvió a suspirar pesadamente. Pero algo más pasó, su cabeza dolió; y sintió un extraño boqueo, algo se había perdido, y no sabía qué. La navidad de hace dos años ¿Cómo había sido? ¿Dónde había ido? ¿Qué piezas había tocado o creado?
Eso estaba mal, él tenía muy buena memoria como para olvidar algo que no había sucedido hace tanto. Recordaba piezas de hace cinco, no podía olvidar algo como eso.
- ¿Sabes? - La niña lo miró feliz. - Joriel me dijo, o algo así... - Dijo tratando de recordar si en algún momento realmente habían tenido una conversación así. - Que cada que no quieran ayudar a alguien perderán fragmento de algún recuerdo valioso.
Ariel abrió los ojos grandes en sorpresa, nadie más la había escuchado, ya que no había levantado tanto la voz y estaban ocupados con los niños.
- ¿Cómo? - Se agachó a la altura de la pequeña y ella hizo ademán de volver a repetirlo pero él la detuvo. - Olvídalo. - Giró el rostro con clara molestia, él no era la persona más nostálgica, pero aun así habían cosas que no quería perder, cosas que quería recordar el resto de su vida, cosas por las cuales aún seguía ahí. A veces se odiaba a sí mismo por eso, por no dejar ir. Pero... ¿Qué más podía hacer un hombre que no tiene más razón para aferrarse a ese mundo?
Se reincorporó y esperó un momento, entre jalones de niños y preguntas tontas a el pequeño descanso que se había dado, y por el cual las personas también se dispersaban hasta el anuncio de su fin. Con sigilo se acercó a la silla de papa noel. Algo que no habría hecho de no ser por lo que le dijeron, realmente odiaba esa situación.
- Estás tenso. - Eric escuchó esa voz, y aunque se sorprendió trató de mantener una expresión tranquila.
- ¿Te has dado cuenta, eh? - Dijo en una sonrisa complicada, era muy raro que fuese justamente él quien se lo estuviese diciendo y la verdad es que la cara de poker que cargaba encima no ayudaba mucho.
- Si quieres triunfar en esta vida debes olvidarte de eso. - Dijo yendo a la parte de atrás y como la silla era grande apoyó un momento la espalda ahí. Además realmente no quería ver más que la pared.
- ¿A qué te refieres?
- A todo. En toda profesión, nunca sabes cuando te va a tocar hablar en público o ser entrevistado para cualquier cosa de la televisión.
- Lo sé, pero, es algo que no puedo evitar.
- ¿Cómo te ves en el futuro?
- ¿Eh?
- ¿No sabes lo que es futuro?
- Por supuesto que sí... - Hubo un silencio incómodo, en realidad muy raro. Ninguno se había acercado a ellos, quizá porque notaron que estaban conversando o porque Jori les pidió que hicieran otra cosa.
- ¿Entonces?
- No creo que sea la mejor opción decírtelo a ti. - Y aunque no lo vio, el sonido de un suspiro hastiado le hizo entender al pelirrojo de que ese hombre había rodado los ojos.
- Bien, no lo hagas.
- Escritor. - Contestó, aunque no fuese lo mejor, estaba hablando con alguien que de hecho ya había realizado sus sueños... o eso siempre se ha creído o eso siempre se escuchaba de sus entrevistas.
- ¿Sabes que los escritores dan firma de autógrafos, No? - Eric quedó callado, Ariel continuó hablando. - Lo mejor es que te acostumbres si realmente quieres algo así.
- Ya te dije que es algo que no controlo.
- Sí puedes. Yo pude.
- ¿Qué? Tú siempre has dado conciertos y según tengo entendido nunca has tenido problema con eso. - Ariel quedó pensativo. Y luego miró a la pequeña, estaba jugando en una pequeña piscina de pelotas. cuanto maldecía todo.
- En realidad, no. - El menor giró el torso y observó a su espalda a penas podía ver un filo de la ropa del mayor. - Cuando era pequeño siempre me preocupaba y decía: "Me voy a equivocar y se van a reír de mí" - Aquello le dio risa, y una pequeña sombra de una curva se podía distinguir en sus labios, lástima que no hubiese nadie para tomar una foto o para captarlo en la memoria. - De hecho cada que salía a escena, y estaba solo, mis piernas temblaban como si realmente hiciese frío. Y mis ojos no miraban otro lugar que no fuese el suelo, me equivocaba bastante. Era todo un manojo de nervios.
- ¿Por qué me cuentas esto? - Preguntó con una leve sonrisa.
- Eso no importa. - Le restó importancia. No quería decir la verdad. - Una vez alguien me dijo: "Ariel, son solo personas, no te van a comer y no estás haciendo nada malo, que no te asuste hacer el ridículo frente a tus iguales, seguro que ellos lo han hecho también"
- ¿Y se te pasó?
- No. - Eric no supo si reír o no, de hecho le dieron ganas de reír pero como se trataba de él, de hecho la risa se bloqueaba antes de salir. - Tardé dos años o más en darme cuenta de que es verdad, no pasa nada si tienes que hacer de bufón frente a todos. Y fue recién ahí, también cuando me atreví a sacar a la luz mis composiciones. Por eso, trata de que no te incomode me está frustrando.
- ¿Eh?
- Y si quieres ser escritor... Estás muy jodido. - Se alejó de ahí regresando a su puesto. El descanso había terminado, y de hecho ninguno de los dos había descansado. Media hora había pasado cuando terminaron con el trabajo, y ya faltaba poco para navidad. ¿Cuánto tiempo tenían para encontrar a los padres de la pequeña? Y aunque no les había especificado nada, sentían que tenía el tiempo contado.
Entonces, escucharon gritos, una discusión de enamorados, y estaban rompiendo justo frente a ellos.
Jori una vez más los miró con ilusión.
Eso iba a ser muy difícil.
Los cuernos y la nariz roja, más esa colita amarrada a su cadera... Simplemente estaba hostigado, como para ahora ser reconocido como: Rodolfo. No podía estar más de malas.
- ¿Qué? - Masculló y miró hacia abajo, y otra vez esos profundos y grandes ojos estaban mirándolo con inocencia junto a una gran sonrisa que irradiaba felicidad. Pero no entendía ese halo transparente, era como si no estuviese, pero aún así lograba verse muy a penas, como el agua en un vaso sin color.
Ella señaló a Eric, Ariel la miró con una duda mayor.
- ¿Tú tienes más práctica en esto de estar frente al público, no?
- ¿Y? - Ella volvió a señalar al chico, y lo miró de nuevo, sin duda, notó que había una diferencia en su Halo, puesto que la recordaba azul, un azul oscuro, casi como mirar a los ojos de la pequeña pero sin hundirse, algo que ya no se mantenía sino que estaba matizándose con un turquesa tan turbio que le hacía entender que había un problema, y aun así, Ariel rodó los ojos. - No.
- Solo es un consejo.
- Después se cree que somos amigos, y no.
- No necesitas ser amigo de alguien para darle un consejo. - Ella infló las mejillas y se cruzó de brazos él volvió a suspirar pesadamente. Pero algo más pasó, su cabeza dolió; y sintió un extraño boqueo, algo se había perdido, y no sabía qué. La navidad de hace dos años ¿Cómo había sido? ¿Dónde había ido? ¿Qué piezas había tocado o creado?
Eso estaba mal, él tenía muy buena memoria como para olvidar algo que no había sucedido hace tanto. Recordaba piezas de hace cinco, no podía olvidar algo como eso.
- ¿Sabes? - La niña lo miró feliz. - Joriel me dijo, o algo así... - Dijo tratando de recordar si en algún momento realmente habían tenido una conversación así. - Que cada que no quieran ayudar a alguien perderán fragmento de algún recuerdo valioso.
Ariel abrió los ojos grandes en sorpresa, nadie más la había escuchado, ya que no había levantado tanto la voz y estaban ocupados con los niños.
- ¿Cómo? - Se agachó a la altura de la pequeña y ella hizo ademán de volver a repetirlo pero él la detuvo. - Olvídalo. - Giró el rostro con clara molestia, él no era la persona más nostálgica, pero aun así habían cosas que no quería perder, cosas que quería recordar el resto de su vida, cosas por las cuales aún seguía ahí. A veces se odiaba a sí mismo por eso, por no dejar ir. Pero... ¿Qué más podía hacer un hombre que no tiene más razón para aferrarse a ese mundo?
Se reincorporó y esperó un momento, entre jalones de niños y preguntas tontas a el pequeño descanso que se había dado, y por el cual las personas también se dispersaban hasta el anuncio de su fin. Con sigilo se acercó a la silla de papa noel. Algo que no habría hecho de no ser por lo que le dijeron, realmente odiaba esa situación.
- Estás tenso. - Eric escuchó esa voz, y aunque se sorprendió trató de mantener una expresión tranquila.
- ¿Te has dado cuenta, eh? - Dijo en una sonrisa complicada, era muy raro que fuese justamente él quien se lo estuviese diciendo y la verdad es que la cara de poker que cargaba encima no ayudaba mucho.
- Si quieres triunfar en esta vida debes olvidarte de eso. - Dijo yendo a la parte de atrás y como la silla era grande apoyó un momento la espalda ahí. Además realmente no quería ver más que la pared.
- ¿A qué te refieres?
- A todo. En toda profesión, nunca sabes cuando te va a tocar hablar en público o ser entrevistado para cualquier cosa de la televisión.
- Lo sé, pero, es algo que no puedo evitar.
- ¿Cómo te ves en el futuro?
- ¿Eh?
- ¿No sabes lo que es futuro?
- Por supuesto que sí... - Hubo un silencio incómodo, en realidad muy raro. Ninguno se había acercado a ellos, quizá porque notaron que estaban conversando o porque Jori les pidió que hicieran otra cosa.
- ¿Entonces?
- No creo que sea la mejor opción decírtelo a ti. - Y aunque no lo vio, el sonido de un suspiro hastiado le hizo entender al pelirrojo de que ese hombre había rodado los ojos.
- Bien, no lo hagas.
- Escritor. - Contestó, aunque no fuese lo mejor, estaba hablando con alguien que de hecho ya había realizado sus sueños... o eso siempre se ha creído o eso siempre se escuchaba de sus entrevistas.
- ¿Sabes que los escritores dan firma de autógrafos, No? - Eric quedó callado, Ariel continuó hablando. - Lo mejor es que te acostumbres si realmente quieres algo así.
- Ya te dije que es algo que no controlo.
- Sí puedes. Yo pude.
- ¿Qué? Tú siempre has dado conciertos y según tengo entendido nunca has tenido problema con eso. - Ariel quedó pensativo. Y luego miró a la pequeña, estaba jugando en una pequeña piscina de pelotas. cuanto maldecía todo.
- En realidad, no. - El menor giró el torso y observó a su espalda a penas podía ver un filo de la ropa del mayor. - Cuando era pequeño siempre me preocupaba y decía: "Me voy a equivocar y se van a reír de mí" - Aquello le dio risa, y una pequeña sombra de una curva se podía distinguir en sus labios, lástima que no hubiese nadie para tomar una foto o para captarlo en la memoria. - De hecho cada que salía a escena, y estaba solo, mis piernas temblaban como si realmente hiciese frío. Y mis ojos no miraban otro lugar que no fuese el suelo, me equivocaba bastante. Era todo un manojo de nervios.
- ¿Por qué me cuentas esto? - Preguntó con una leve sonrisa.
- Eso no importa. - Le restó importancia. No quería decir la verdad. - Una vez alguien me dijo: "Ariel, son solo personas, no te van a comer y no estás haciendo nada malo, que no te asuste hacer el ridículo frente a tus iguales, seguro que ellos lo han hecho también"
- ¿Y se te pasó?
- No. - Eric no supo si reír o no, de hecho le dieron ganas de reír pero como se trataba de él, de hecho la risa se bloqueaba antes de salir. - Tardé dos años o más en darme cuenta de que es verdad, no pasa nada si tienes que hacer de bufón frente a todos. Y fue recién ahí, también cuando me atreví a sacar a la luz mis composiciones. Por eso, trata de que no te incomode me está frustrando.
- ¿Eh?
- Y si quieres ser escritor... Estás muy jodido. - Se alejó de ahí regresando a su puesto. El descanso había terminado, y de hecho ninguno de los dos había descansado. Media hora había pasado cuando terminaron con el trabajo, y ya faltaba poco para navidad. ¿Cuánto tiempo tenían para encontrar a los padres de la pequeña? Y aunque no les había especificado nada, sentían que tenía el tiempo contado.
Entonces, escucharon gritos, una discusión de enamorados, y estaban rompiendo justo frente a ellos.
Jori una vez más los miró con ilusión.
Eso iba a ser muy difícil.
Shiba- .::♡.Moder*Contest.♡::.
-
Edad : 28
Cumpleaños!! : 03/08/1996
Mi llegada : 30/06/2010
Mis Mensajes : 1613
322 1255
Re: [Actividad Especial] Miracle
Por otra parte, Esmeé aún seguía molesta y bastante incómoda pese a que estaba acostumbrada a tratar con niños y clientela en general en la pastelería, pero en esos momentos quería que la tierra se la tragara y la desapareciera por el resto de sus días. No se conformaba con usar un vestido verde y ahora tenía que usar un abrigador de mangas largas verde y una especie de jumper rojo, los botines al menos eran negros. Su halo era de un morado un tanto oscuro y eso fue percibido por la pequeña niña, que más parecía una inspectora chequeando que todo sea un éxito.
-Ni me mires con esa sonrisita llena de cosas...raras.
-¿Por qué? ¡Te ves muy linda!
-No es necesario que me lo digas.
-En serio- le respondió la pequeña-. Solo sé como eres, déjate llevar por la magia de la navidad.
Se mantuvo en silencio, un tanto avergonzada pues tuvo que quitarse los lentes y asi sonreír para animar al público que estaba conglomerándose en el lugar.
-Ella tiene razón- Mio se acercó a animarla-, te ves muy bien.
-¿Gracias?- dijo algo incómoda.
-Si tuviera en estos momentos mi cuaderno te haria un hermoso diseño.
-¿Eres diseñadora?
-Si, lo soy.
-Interesante.
La conversación hubiera fluído pero escucho una voz masculina diciendole lo mismo que Mio y la niña. Y harta de seguir escuchando halagos prefirió alejarse un poco y dar ánimos a los demás. Sin embargo frente a ella una pareja de enamorados iban a terminar. Si no estuviera en la situación en la que estaba se hubiera reído, pero no era el momento. Una mano, ya conocida para ella la atrajo y la estaba llevando hacia ellos.
-¡Qué estas tramando!
-Tu momento ha llegado.
Eso no le sonaba nada bueno. No con la persona "más capacitada del mundo".
-Ni me mires con esa sonrisita llena de cosas...raras.
-¿Por qué? ¡Te ves muy linda!
-No es necesario que me lo digas.
-En serio- le respondió la pequeña-. Solo sé como eres, déjate llevar por la magia de la navidad.
Se mantuvo en silencio, un tanto avergonzada pues tuvo que quitarse los lentes y asi sonreír para animar al público que estaba conglomerándose en el lugar.
-Ella tiene razón- Mio se acercó a animarla-, te ves muy bien.
-¿Gracias?- dijo algo incómoda.
-Si tuviera en estos momentos mi cuaderno te haria un hermoso diseño.
-¿Eres diseñadora?
-Si, lo soy.
-Interesante.
La conversación hubiera fluído pero escucho una voz masculina diciendole lo mismo que Mio y la niña. Y harta de seguir escuchando halagos prefirió alejarse un poco y dar ánimos a los demás. Sin embargo frente a ella una pareja de enamorados iban a terminar. Si no estuviera en la situación en la que estaba se hubiera reído, pero no era el momento. Una mano, ya conocida para ella la atrajo y la estaba llevando hacia ellos.
-¡Qué estas tramando!
-Tu momento ha llegado.
Eso no le sonaba nada bueno. No con la persona "más capacitada del mundo".
Mihrimoonx- **Fan*Contest**
-
Edad : 25
Cumpleaños!! : 01/09/1999
Mi llegada : 04/03/2013
Mis Mensajes : 365
48 398
Re: [Actividad Especial] Miracle
-No. No voy a hacerlo -Sentenció Esmeé haciendo fuerza en sus pies para evitar ser arrastrada- Mándala a ella, parece ser mejor para ésto -Señaló a Mio.
-¡Buena idea! Van las dos.
-¿Qué? Ah. Rayos.
No le quedó más que resignarse pues no sólo la niña la conducía hacia la pareja, sino que también una extraña fuerza invisible la arrastraba hasta allá.
-Mimiii, vennn -Llamó Jori mirando en dirección a la diseñadora.
-¿Mimi? -La joven de larga cabellera castaña se giró sorprendida.
-Sí, de Mio. Mi-o. Mimi -Explicó la niña con una expresión sumamente dulce.
-Owww qué dulzura -Y la ojiazul cayó en el tierno encanto del rostro de la pequeña.
-Vas a ayudar a Esmeé a unir a esa pareja de nuevo -Los señaló.
Eran un par de jóvenes, un chico algo delgado de cabello rubio y una joven de baja estatura con cabellos marrón oscuro. Parecían discutir por algo en específico. Sus auras eran de un ponzoñoso verde azulado, algo no iba bien. Tenía que ser molestia.
-¡No me das ni un detalle! Y ayer, andabas con esa. Mira. Hasta aquí, se acabó.
-¡¿Por qué tienes que ser tan dramática?! Exageras y cambias las cosas, además, tú tampoco me has regalado nada, ¿De qué te quejas?
-¡Pues tu deberías hacerlo! Al menos para redimir tu error de ayer.
-¡Ya te dije! Es una conocida de mi mamá, dios santo. -Se rascó la cabeza con frustración- ¿Y no recuerdas que me despidieron? ¡Así no puedo comprarte nada!
-¡Al menos una carta!
-¡Sabes que soy malísimo con esas cosas!
-¡Agh!
Los ojos de Esmeé y Mio se deslizaban rápidamente de uno a otro, como si estuvieran viendo un partido de tenis. Esmeé rodó los ojos, tenía que intervenir pronto antes de que le hicieran explotar la cabeza.
-Eh, ustedes dos -Soltó en un hilo de voz, aún incómoda y recordando que traía puesto un disfraz, lo cual la avergonzó pero siguió hablando- ¿No creen que no es fecha para estarse peleando?
-¿Disculpa? Eso no es tu problema -Le respondió la chica, ya bastante ofuscada.
-Sólo… Pasábamos por aquí y escuchamos su discusión -Explicó Mio con voz suave- Y… Si me permiten decirles, creo que los regalos no son lo más importante.
-Sí, pero, es que él lo ha arruinado ayer y hoy ni eso me da.
-¿Y por qué están paseando juntos entonces? -Cuestionó Esmeé, confundida.
-Uh… No quería que se molestara conmigo -Esta vez habló el rubio.
-Y yo… Quería pasar la Navidad con él -La chica bajó la cabeza.
-¿Ven? Se siguen queriendo. No veo por qué una discusión tonta deba terminar con eso que tienen -Siguió la diseñadora.
-De hecho… Yo te hice esto -La joven le entregó una cajita de regalo al rubio.
-No tenías que… -La mirada del chico se suavizó y sonrió- Yo… Te hice una carta, pero no sabía si dártela… Creo que no quedó muy bien -Y le entregó un sobre- Acerca de la chica, en serio, no es nada.
-Te creo -Le respondió su novia con decisión y una sonrisa mientras aferraba el sobre contra su pecho. Él se lanzó a abrazarla.
-Con la verdad por delante, todo sale bien -Comentó Esmeé.
-Exacto -Asintió Mio enternecida por la escena.
La pareja les agradeció su intervención y se alejaron tomados de la mano, ahora sus auras tenían un resplandeciente color rosado, que coronaba sus cabezas casi románticamente. Ellas se devolvieron a donde estaban los demás.
-¡Hurra! ¡Sabía que podrían! -Jori daba saltitos. Las dos chicas le sonrieron, pues sí, las cosas habían resultado mejor de lo que esperaban.
-Eso fue inspirador -Comentó Shiro con una sonrisa, los demás asintieron.
El grupo se enfrascó en una corta conversación sobre lo tontas que podían ser algunas discusiones de pareja, cuando de pronto la chica de cabello azul se percató de algo.
-¿Y Jori?
Esto alertó a todos, haciéndoles sentir un nudo en el pecho. Se les había perdido.
-¿A dónde se fue esa condenada ahora? -Suspiró Ariel con fastidio. Justo cuando creía que las cosas avanzaban para salir de eso, todo se tornaba peor.
-¡Hay que buscarla! -Exclamó Eric mirando entre la multitud, sin éxito.
Una fuerza invisible arrastró a ambos chicos hacia el gentío, sin que ellos tuvieran opción.
-Supongo que nos toca -Dijo el pelirrojo. El pianista se encogió de hombros.
Ambos se quitaron los disfraces y se adentraron en el montón de gente. Esmeé y Mio se quedaron a explicar al encargado del evento el por qué se iban tan rápido. Por suerte, el show había terminado. También ellas se quedaron para quitarse sus disfraces, junto con Shiro, que luego avisó que la buscaría por su lado a ver si tenía suerte.
-¡Buena idea! Van las dos.
-¿Qué? Ah. Rayos.
No le quedó más que resignarse pues no sólo la niña la conducía hacia la pareja, sino que también una extraña fuerza invisible la arrastraba hasta allá.
-Mimiii, vennn -Llamó Jori mirando en dirección a la diseñadora.
-¿Mimi? -La joven de larga cabellera castaña se giró sorprendida.
-Sí, de Mio. Mi-o. Mimi -Explicó la niña con una expresión sumamente dulce.
-Owww qué dulzura -Y la ojiazul cayó en el tierno encanto del rostro de la pequeña.
-Vas a ayudar a Esmeé a unir a esa pareja de nuevo -Los señaló.
Eran un par de jóvenes, un chico algo delgado de cabello rubio y una joven de baja estatura con cabellos marrón oscuro. Parecían discutir por algo en específico. Sus auras eran de un ponzoñoso verde azulado, algo no iba bien. Tenía que ser molestia.
-¡No me das ni un detalle! Y ayer, andabas con esa. Mira. Hasta aquí, se acabó.
-¡¿Por qué tienes que ser tan dramática?! Exageras y cambias las cosas, además, tú tampoco me has regalado nada, ¿De qué te quejas?
-¡Pues tu deberías hacerlo! Al menos para redimir tu error de ayer.
-¡Ya te dije! Es una conocida de mi mamá, dios santo. -Se rascó la cabeza con frustración- ¿Y no recuerdas que me despidieron? ¡Así no puedo comprarte nada!
-¡Al menos una carta!
-¡Sabes que soy malísimo con esas cosas!
-¡Agh!
Los ojos de Esmeé y Mio se deslizaban rápidamente de uno a otro, como si estuvieran viendo un partido de tenis. Esmeé rodó los ojos, tenía que intervenir pronto antes de que le hicieran explotar la cabeza.
-Eh, ustedes dos -Soltó en un hilo de voz, aún incómoda y recordando que traía puesto un disfraz, lo cual la avergonzó pero siguió hablando- ¿No creen que no es fecha para estarse peleando?
-¿Disculpa? Eso no es tu problema -Le respondió la chica, ya bastante ofuscada.
-Sólo… Pasábamos por aquí y escuchamos su discusión -Explicó Mio con voz suave- Y… Si me permiten decirles, creo que los regalos no son lo más importante.
-Sí, pero, es que él lo ha arruinado ayer y hoy ni eso me da.
-¿Y por qué están paseando juntos entonces? -Cuestionó Esmeé, confundida.
-Uh… No quería que se molestara conmigo -Esta vez habló el rubio.
-Y yo… Quería pasar la Navidad con él -La chica bajó la cabeza.
-¿Ven? Se siguen queriendo. No veo por qué una discusión tonta deba terminar con eso que tienen -Siguió la diseñadora.
-De hecho… Yo te hice esto -La joven le entregó una cajita de regalo al rubio.
-No tenías que… -La mirada del chico se suavizó y sonrió- Yo… Te hice una carta, pero no sabía si dártela… Creo que no quedó muy bien -Y le entregó un sobre- Acerca de la chica, en serio, no es nada.
-Te creo -Le respondió su novia con decisión y una sonrisa mientras aferraba el sobre contra su pecho. Él se lanzó a abrazarla.
-Con la verdad por delante, todo sale bien -Comentó Esmeé.
-Exacto -Asintió Mio enternecida por la escena.
La pareja les agradeció su intervención y se alejaron tomados de la mano, ahora sus auras tenían un resplandeciente color rosado, que coronaba sus cabezas casi románticamente. Ellas se devolvieron a donde estaban los demás.
-¡Hurra! ¡Sabía que podrían! -Jori daba saltitos. Las dos chicas le sonrieron, pues sí, las cosas habían resultado mejor de lo que esperaban.
-Eso fue inspirador -Comentó Shiro con una sonrisa, los demás asintieron.
El grupo se enfrascó en una corta conversación sobre lo tontas que podían ser algunas discusiones de pareja, cuando de pronto la chica de cabello azul se percató de algo.
-¿Y Jori?
Esto alertó a todos, haciéndoles sentir un nudo en el pecho. Se les había perdido.
-¿A dónde se fue esa condenada ahora? -Suspiró Ariel con fastidio. Justo cuando creía que las cosas avanzaban para salir de eso, todo se tornaba peor.
-¡Hay que buscarla! -Exclamó Eric mirando entre la multitud, sin éxito.
Una fuerza invisible arrastró a ambos chicos hacia el gentío, sin que ellos tuvieran opción.
-Supongo que nos toca -Dijo el pelirrojo. El pianista se encogió de hombros.
Ambos se quitaron los disfraces y se adentraron en el montón de gente. Esmeé y Mio se quedaron a explicar al encargado del evento el por qué se iban tan rápido. Por suerte, el show había terminado. También ellas se quedaron para quitarse sus disfraces, junto con Shiro, que luego avisó que la buscaría por su lado a ver si tenía suerte.
Cris- .::░ღAdmin~Contest.ღ░::.
-
Edad : 27
Cumpleaños!! : 09/07/1997
Mi llegada : 29/11/2009
Mis Mensajes : 2048
305 1803
Re: [Actividad Especial] Miracle
Habían sido llevados (arrastrados) por aquella fuerza, a tal punto de no saber exactamente por dónde iban, no solo la rapidez, sino también toda la población de halos y sus diferentes colores hacían un efecto ondeante que ayudaban al desbalance de sus vistas.
Así, hasta encontrarse en una parte del centro, al que al menos Ariel no pensaba pisar.
Era la orilla de un pequeño lago artificial, cualquiera pensaría que eso era una locura pero la realidad es que ahí estaba desde hace ya tres años. Y continuaba ahí gracias a los pequeños paseos en bote que iniciaron como un pequeño incentivo a las parejas para que gastaran dinero en “El viaje del amor”.
Una completa ridiculez, según Ariel. Y un “Se ve entretenido”, según Eric, el que a pesar de saber de su existencia, realmente nunca había tenido la oportunidad de subir, y tampoco había leído el gran letrero en lo alto de la boletería.
- ¿Por qué aquí? - Preguntó Ariel al cielo, esperando una respuesta, sabía que Eric sabía tanto como él en ese momento, osea nada, ni siquiera el porqué ellos dos, cuando habían otras cuatro personas en ese grupo.
- Algún problema ha de haber ¿No? - Eric se llevó las manos a los bolsillos y contempló el lago, se veía limpio, y tan azul, que sin mucho esfuerzo podría ser una buena piscina… Una con botes, botes llenos de parejas y adornos navideños.
- Supongo. - Sus labios cayeron a un lado. - ¿Algo oscuro por ahí? - Preguntó, el pelirrojo lo miró.
- Tú.
- Nunca lo habría imaginado, gracias por iluminarme la vida. Lumbrera-chan. - Dijo con sarcasmo. - ¿Qué? - Lo miró con fastidio.
- Nada. - En realidad estaba sorprendido. - No pensé que fueras… emmm… ¿Cómo decirlo?
- ¿Molesto?
- Divertido.
Ariel resopló.
- No me has visto de mal humor.
- ¿No lo estás ya?
- No es la mitad.
- Eso asusta ¿Sabes?
- También tú.
Eric rió ante eso, Ariel dejó salir una pequeña sonrisa.
No es que fuese el mejor, él lo sabía. No tenía amigos y a penas se relacionaba con la gente. Pero siempre creía que era gracias a eso que se mantenía completo y sin remordimientos. Pero la realidad es que nunca estaba satisfecho con nada, a lo mucho podía sonreír cuando terminaba una nueva canción y le gustaba. Después, nunca pasaba.
Eso le hizo regresar al pasado, eso y el lugar frente al que estaban en ese momento.
Él era un pequeño de siete años, la verdad es que era feliz. Su madre y su padre casi no pasaban en casa, pero tenía a su hermana, con quien pasaba la mayoría del tiempo, ella era su refugio, y más que nada un escape a la soledad, de pequeño no le gustaba. Confiaba en ella y la quería como a nadie. Y siempre podía estar seguro de que todos los años en esa fecha, su cumpleaños, ella lo llevaría a un lugar divertido, y uno de esos era ese lago, el cual antes era un pequeño lugar de recreo, con comedores, y juegos para niños. Era divertido ir en la resbaladera, era divertido ese pequeño columpio, pero más que nada era divertido saber que ella se divertía por él.
- Mañana es tu cumpleaños ¿Qué quieres?
- Cualquier cosa está bien. - Dijo sonriente el pequeño Ariel al dar una lamida a su helado. Estaba sentado junto a su hermana en un pequeño banquito.
- Me estás complicando la decisión si me dices eso. - Ella se quejó, rogando con los ojos.
- Entonces… ¿Volvemos mañana?
- ¿Solo eso? - Él asintió. - Pequeño, eres muy poco ambicioso.
- ¿Qué es eso? ¿Ambi...eh…?
- Ambicioso. - Ella rió un poco. - Olvidalo, te lo enseñaran luego en la escuela. - Ella quedó pensativa. - Te propongo un trato.
- ¿Qué?
- Mañana no regresaremos, tengo otros planes para ti. - Le topó la Nariz con su índice con cariño.
- ¿Eh? Pero….
- Sé que tienes tus giras, y a veces estoy ocupada. Pero regresaremos ¿Sí?
- ¿Cuándo?
- El próximo año, y el que sigue, y el que sigue, y el que sigue. Así, hasta cuando te empiecen a salir canas y no puedas caminar.
Ariel había inflado sus mejillas.
- ¿Cómo el abuelo? - Ella asintió.
- Entonces puedes traerme en esa silla que carga el abuelo.
- Pero si yo tal vez estaré peor.
- No. - Él negó. - Seguirá joven.
- ¿Tu crees?
- Sí, porque me encargaré de que te mantengas sonriente, así no te saldrán arrugas. - La mayor se enterneció, y luego de sonreír ampliamente le pidió al pequeño que terminase su helado, ya que se estaba derritiendo. Y luego regresaron a casa, donde de regalo Ariel tuvo su primer piano de cola, de manos de su hermana, nunca pudo ser más feliz, y así permaneció hasta dos años después, dónde un accidente cambió su vida a tal punto, de olvidar que existe algo como eso, o de siquiera querer descubrirlo nuevamente. Pues aunque tenía a su madre y padre, nunca podría decir que realmente lo eran más allá del ámbito biológico y legal, a penas sabía que tenía sus apellidos y nada más, tampoco le importaba.
Y llegando a ese punto quizá no debía de recordar esas cosas, porque la pequeña cantidad de ánimo que pudo haber recuperado, se esfumó ahí mismo.
- ¿Sabes? - Eric lo observó un momento. - Conocía a una persona a la que le gustaban estas cosas. Navidad, religión, el nacimiento del salvador. - Rodó los ojos. - Creo que estaría más que encantada con todo esto.
- Mi familia es algo así. Estarían brincando en un pie.
- ¿Ah sí? - Se encogió de hombros. - Es una mierda ¿No crees?
- ¿Después de lo que hemos pasado crees eso? - Ariel asintió.
- No sirve de nada. - Eric por primera vez sintió que estaba de acuerdo con el hombre de cabellera negra. Aun después de todo eso… ¿Algo cambiaría? - Ah… ahí está.
- ¿Eh? - Siguió la dirección a la que guiaba el dedo de Ariel. Y sin duda, la pequeña montada en un bote, y conversando con una señora de mediana edad, era Jori.
- ¿Qué hacemos? - Eric se encogió de hombros.
- Te diría que un paseo, pero… creo que está un poco caro. - Enfocó su vista en el cartel de precios.
- Ah… eso no es problema. - Ariel le hizo señas de que lo siguiese. - Vamos.
Matenme (?
Shiba- .::♡.Moder*Contest.♡::.
-
Edad : 28
Cumpleaños!! : 03/08/1996
Mi llegada : 30/06/2010
Mis Mensajes : 1613
322 1255
Re: [Actividad Especial] Miracle
Eric siguió al pelinegro hasta la taquilla algo confundido. Tuvieron que detenerse luego de dar unos pocos pasos para formarse en la cola, el pelirrojo se distrajo en cuestión de segundos viendo a su alrededor, su rostro se asemejaba al de un niño curioso pero de muy tranquilo temperamento. Ariel se le quedó mirando por un momento, alzó una ceja. Podía decir que su expresión facial inspiraba ternura, pero… Eso no concordaba con el aura que coronaba su vibrante cabellera, ésto pensaba mientras deslizaba los ojos desde sus cabellos rojizos hasta el halo azul oscuro que contrastaba radicalmente.
Llegó su turno en la taquilla y Ariel sacó su billetera, de la cual deslizó una brillante tarjeta de crédito y pidió dos entradas para subir a un bote. Eric regresó su mirada al frente al escuchar la voz del muchacho y cuando enfocó en la tarjeta sus ojos se abrieron con sorpresa, irónicamente, en ese preciso instante uno de los tirantes de su vieja mochila hizo un sonidito que sólo él percibió: “triiic”, se había desgarrado un poco.
Un asistente los condujo a un bote libre y les dio las indicaciones, Ariel subió primero y lo siguió Eric, que se tropezó con el borde. El pianista tuvo que sostenerlo en el acto, para que no se cayera y desestabilizara el barquito.
-Uf, por poco, gracias -Le sonrió tranquilamente. Ariel le restó importancia al acto negando con la cabeza- A ver...
Se sentó en un extremo y se quitó la mochila de la espalda para posicionarla en su regazo, abrió un pequeño bolsillo delantero del que sacó un rollito de hilo negro para coser y una aguja. Insertó un extremo del hilo en la misma mientras dos empleados empujaban su bote.
-¿Qué haces? -Ariel lo miraba, una pizca de extrañeza cruzaba su rostro impasible.
-Cosiendo -Respondió simplemente mientras remendaba el tirante con varios movimientos.
-Ya sé -El pelinegro hizo una pausa- Pareces viejita.
-¿Vie… -Eric levantó la mirada hacia él, y rió un poco- Déjame -Y volvió a su trabajo.
-¿Por qué lo coses?
-Se desgarró.
-¿Cuándo?
-En la fila.
-¿Por qué?
-¿No se nota? -El pelirrojo lo volvió a mirar, sujetando la mochila. Ariel observó, y sí, se notaba que tenía sus años, pero también estaba conservada.
-¿Cuántos años la llevas usando?
-… -Eric se abstuvo de responder, primero porque no recordaba exactamente la cantidad de años, que eran… quizás siete o más, segundo, porque estaba esperando alguna especie de comentario despectivo- Bastante -Dijo suavemente y sin molestarse, concentrado en coser.
-Ah -Soltó simplemente el pianista, extrañamente no había desprecio en su voz- … ¿Por qué nos miran?
-¿Eh?
-La gente -Ariel deslizaba disimuladamente la mirada a su derecha e izquierda, Eric lo imitó.
-Mmmmm… -Se puso una mano en la barbilla, la misma que sostenía la aguja, y se pinchó el mentón- ¡Au! -Se sobó.
-Pfff -El pelinegro ahogó una pequeña risa, que el otro ni captó.
-Creo que… Ahhhhhh… Este es un evento para las parejas -Recordó lo que decía en el cartel- Y… -Miró de nuevo a sus lados- Creo que no hay muchos botes con dos chicos juntos -Analizó sin dejar su rostro tranquilo.
-Qué -Reaccionó Ariel, que por su parte abrió más los ojos- ¡Eck! -Se colocó la capucha para taparse lo que podía del rostro.
-¿Qué pasa?
-Me van a reconocer, y van a pensar cosas raras.
-Oooooh -Eric entendió por fin lo incómodo del momento, y ladeó la cabeza mirándolo incrédulo- No pensé que te importara lo que opinasen los demás.
-No me importa. Lo que me fastidia es la prensa y sus “noticias” estúpidas y falsas -Lo miró un momento- ¿No te molestaría aparecer en primera plana en esta escena? -Eric contempló la pregunta un segundo.
-¿Me pagarían?
-¿Eso qué interesa? -Y el pelirrojo se encogió de hombros.
Se quedaron en silencio unos minutos, más que todo porque Eric se concentró aún más en enmendar su mochila.
“Ella está… Ahí sentada frente a ti…
No te ha dicho nada aún, pero algo te atrae…”
Precisamente, Ariel había volteado a contemplar a su compañero de bote segundos atrás.
“Sin saber porqué, te mueres por tratar de darle un beso ya…”
-¿Oíste algo? -Preguntó. Eric alzó la mirada y negó inocentemente.
“Si la quieres, si la quieres mírala
Mírala y ya verás, no hay que preguntarle.
No hay que decir, no hay nada que decir,
Ahora bésala…”
La canción siguió avanzando y poco a poco sonaba más fuerte, pero era armoniosa con el ambiente. Eric había terminado de coser y acomodó su postura, mirando extrañado a Ariel.
-¿Qué es eso? -Preguntó Eric, ambos miraron a su alrededor mientras el bote avanzaba, las luces del lugar daban la impresión de una intensa luz nocturna, mientras pequeñas luces como luciérnagas iluminaban suave y cálidamente a los pasajeros.
“El momento es… en esta laguna azul…
Pero no esperes más, mañana no puedes
No ha dicho nada y no lo hará, si no la besas ya”
-Esta canción… ¿No es de La Sirenita? -Contempló el pelirrojo.
-Ah sí -Respondió el otro vagamente.
“Sha la la la la no hay por qué temer
No te va a comer, ahora bésala”
El bote avanzó hasta el centro, donde se detuvo junto a los otros, y unos chorritos de agua salían suavemente del lago como pequeñas fuentes.
“Sha la la la la la sin dudar
No lo evites más, ahora bésala”
-Esto es rídiculo -Habló Ariel- ¿Y dónde está la condenada?
Ambos se giraron en varias direcciones, pudieron divisar a la niña tocando con la mano uno de los chorros de agua, mientras la mujer junto a ella la cuidaba de no caer.
“Sha la la la la la por favor
Escucha la canción, ahora bésala”
-¿Cómo hacen que el agua salga así? ¿Serán tubos?
Eric se inclinó a un lado del bote para ver mejor, pero, para variar, calculó mal.
“Sha la la la la la es mejor
Que te decidas ya, ahora bésala
Bésala
Bésala
Bésala
Bésala”
-¡Eric! -Gritó el pelinegro, tirando de él por la chaqueta.
-¡Ay! Ariel -Exclamó en sorpresa el otro, que por poco se cae del bote.
Ambos quedaron sujetos de frente, sus gritos alarmaron a las personas a su alrededor, quienes reconocieron los nombres como los de la película y aplaudieron pensando que era parte del espectáculo. Ambos se quedaron en shock un momento hasta entender la situación, con lo cual Ariel hizo un gesto de molestia acompañado de un sutil sonrojo por la vergüenza, y empujó al muchacho al otro extremo del bote. Eric tenía la cara roja como su cabello y quería desaparecer, era demasiada gente mirándolo. Jori aplaudía desde su bote, que ahora estaba al lado del de ellos.
-Tú, ven acá -Ordenó Ariel secamente.
-Oki -La señora vio a la niña con preocupación- Tranquila, los conozco, ellos me están ayudando -Le sonrió, y Eric la tomó con cuidado para subirla a su nave.
-Rema -Dijo el pianista de repente.
-¿Qué?
-Rema ya -Tomó un remo al mismo tiempo que el otro y ambos se apresuraron en llegar a la orilla.
-Ow, incluso cubrieron el papel de la hija de ambos.
-¿Cómo se llamaba?
-¿Melody, no?
-Ah, sí.
Escuchaban mientras se levantaban del bote y caminaban rápido lejos del lugar.
--------------------------------------------------------
-No vuelvas a hacer eso, nos diste un susto a todos -Le decía Eric suavemente a la niña.
-Perdón -Bajó la carita con las mejillas infladas- Pero esa señora necesitaba ayuda.
-Entiendo -Le sonrió.
En ese momento, Ariel llegaba con tres helados, se quedó con uno y repartió los otros dos a ambos.
-¿Y esto? -Preguntó el pelirrojo. Él se encogió de hombros- Uuuuh, de chocolate -Probó al tiempo que sus ojos brillaban aún más.
-¡Rico! -Exclamó Jori dando pequeños lengüetazos a su helado.
-Un segundo… -Se giró hacia Ariel- Pagaste… -Hizo una pausa- Las entradas y… esto -Miró el helado- Uhm…
-Van por mi cuenta -Dijo simplemente.
-Pero…
-No te preocupes.
Eric balanceó la cabeza, no muy convencido. No es como si pudiera pagarle de vuelta todo eso, si lo hacía, gastaría parte de sus ahorros que eran únicamente para llevarlos a casa.
Caminaron hasta un banquito y se sentaron, mientras Jori se entretenía a pocos metros de ellos, viendo una tienda de juguetes.
-Oye…
-¿Eh?
-Gracias.
El pelirrojo le sonrió ampliamente mostrando los dientes, era una sonrisa cálida capaz de reconfortar a cualquiera. Ariel lo miró y parpadeó varias veces, percatándose de algo. Sentía una calidez en su pecho que creía perdida. No sólo la sonrisa del muchacho, también… El centro comercial, el banco, los helados…
“Quizás las cosas que pierdes… Vuelven a ti, sólo que no del modo que esperas. Únicamente, hay que saber reconocerlas.”
Sonrió con nostalgia, y asintió a su compañero, éste se sorprendió un tanto pero amplió su sonrisa al tiempo que el poquito de helado que le quedaba se deslizó al suelo.
-Owww, no -Hizo cara de puchero.
Ariel soltó una risa inevitablemente, Eric se giró hacia él y se contagió, riéndose también.
Llegó su turno en la taquilla y Ariel sacó su billetera, de la cual deslizó una brillante tarjeta de crédito y pidió dos entradas para subir a un bote. Eric regresó su mirada al frente al escuchar la voz del muchacho y cuando enfocó en la tarjeta sus ojos se abrieron con sorpresa, irónicamente, en ese preciso instante uno de los tirantes de su vieja mochila hizo un sonidito que sólo él percibió: “triiic”, se había desgarrado un poco.
Un asistente los condujo a un bote libre y les dio las indicaciones, Ariel subió primero y lo siguió Eric, que se tropezó con el borde. El pianista tuvo que sostenerlo en el acto, para que no se cayera y desestabilizara el barquito.
-Uf, por poco, gracias -Le sonrió tranquilamente. Ariel le restó importancia al acto negando con la cabeza- A ver...
Se sentó en un extremo y se quitó la mochila de la espalda para posicionarla en su regazo, abrió un pequeño bolsillo delantero del que sacó un rollito de hilo negro para coser y una aguja. Insertó un extremo del hilo en la misma mientras dos empleados empujaban su bote.
-¿Qué haces? -Ariel lo miraba, una pizca de extrañeza cruzaba su rostro impasible.
-Cosiendo -Respondió simplemente mientras remendaba el tirante con varios movimientos.
-Ya sé -El pelinegro hizo una pausa- Pareces viejita.
-¿Vie… -Eric levantó la mirada hacia él, y rió un poco- Déjame -Y volvió a su trabajo.
-¿Por qué lo coses?
-Se desgarró.
-¿Cuándo?
-En la fila.
-¿Por qué?
-¿No se nota? -El pelirrojo lo volvió a mirar, sujetando la mochila. Ariel observó, y sí, se notaba que tenía sus años, pero también estaba conservada.
-¿Cuántos años la llevas usando?
-… -Eric se abstuvo de responder, primero porque no recordaba exactamente la cantidad de años, que eran… quizás siete o más, segundo, porque estaba esperando alguna especie de comentario despectivo- Bastante -Dijo suavemente y sin molestarse, concentrado en coser.
-Ah -Soltó simplemente el pianista, extrañamente no había desprecio en su voz- … ¿Por qué nos miran?
-¿Eh?
-La gente -Ariel deslizaba disimuladamente la mirada a su derecha e izquierda, Eric lo imitó.
-Mmmmm… -Se puso una mano en la barbilla, la misma que sostenía la aguja, y se pinchó el mentón- ¡Au! -Se sobó.
-Pfff -El pelinegro ahogó una pequeña risa, que el otro ni captó.
-Creo que… Ahhhhhh… Este es un evento para las parejas -Recordó lo que decía en el cartel- Y… -Miró de nuevo a sus lados- Creo que no hay muchos botes con dos chicos juntos -Analizó sin dejar su rostro tranquilo.
-Qué -Reaccionó Ariel, que por su parte abrió más los ojos- ¡Eck! -Se colocó la capucha para taparse lo que podía del rostro.
-¿Qué pasa?
-Me van a reconocer, y van a pensar cosas raras.
-Oooooh -Eric entendió por fin lo incómodo del momento, y ladeó la cabeza mirándolo incrédulo- No pensé que te importara lo que opinasen los demás.
-No me importa. Lo que me fastidia es la prensa y sus “noticias” estúpidas y falsas -Lo miró un momento- ¿No te molestaría aparecer en primera plana en esta escena? -Eric contempló la pregunta un segundo.
-¿Me pagarían?
-¿Eso qué interesa? -Y el pelirrojo se encogió de hombros.
Se quedaron en silencio unos minutos, más que todo porque Eric se concentró aún más en enmendar su mochila.
“Ella está… Ahí sentada frente a ti…
No te ha dicho nada aún, pero algo te atrae…”
Precisamente, Ariel había volteado a contemplar a su compañero de bote segundos atrás.
“Sin saber porqué, te mueres por tratar de darle un beso ya…”
-¿Oíste algo? -Preguntó. Eric alzó la mirada y negó inocentemente.
“Si la quieres, si la quieres mírala
Mírala y ya verás, no hay que preguntarle.
No hay que decir, no hay nada que decir,
Ahora bésala…”
La canción siguió avanzando y poco a poco sonaba más fuerte, pero era armoniosa con el ambiente. Eric había terminado de coser y acomodó su postura, mirando extrañado a Ariel.
-¿Qué es eso? -Preguntó Eric, ambos miraron a su alrededor mientras el bote avanzaba, las luces del lugar daban la impresión de una intensa luz nocturna, mientras pequeñas luces como luciérnagas iluminaban suave y cálidamente a los pasajeros.
“El momento es… en esta laguna azul…
Pero no esperes más, mañana no puedes
No ha dicho nada y no lo hará, si no la besas ya”
-Esta canción… ¿No es de La Sirenita? -Contempló el pelirrojo.
-Ah sí -Respondió el otro vagamente.
“Sha la la la la no hay por qué temer
No te va a comer, ahora bésala”
El bote avanzó hasta el centro, donde se detuvo junto a los otros, y unos chorritos de agua salían suavemente del lago como pequeñas fuentes.
“Sha la la la la la sin dudar
No lo evites más, ahora bésala”
-Esto es rídiculo -Habló Ariel- ¿Y dónde está la condenada?
Ambos se giraron en varias direcciones, pudieron divisar a la niña tocando con la mano uno de los chorros de agua, mientras la mujer junto a ella la cuidaba de no caer.
“Sha la la la la la por favor
Escucha la canción, ahora bésala”
-¿Cómo hacen que el agua salga así? ¿Serán tubos?
Eric se inclinó a un lado del bote para ver mejor, pero, para variar, calculó mal.
“Sha la la la la la es mejor
Que te decidas ya, ahora bésala
Bésala
Bésala
Bésala
Bésala”
-¡Eric! -Gritó el pelinegro, tirando de él por la chaqueta.
-¡Ay! Ariel -Exclamó en sorpresa el otro, que por poco se cae del bote.
Ambos quedaron sujetos de frente, sus gritos alarmaron a las personas a su alrededor, quienes reconocieron los nombres como los de la película y aplaudieron pensando que era parte del espectáculo. Ambos se quedaron en shock un momento hasta entender la situación, con lo cual Ariel hizo un gesto de molestia acompañado de un sutil sonrojo por la vergüenza, y empujó al muchacho al otro extremo del bote. Eric tenía la cara roja como su cabello y quería desaparecer, era demasiada gente mirándolo. Jori aplaudía desde su bote, que ahora estaba al lado del de ellos.
-Tú, ven acá -Ordenó Ariel secamente.
-Oki -La señora vio a la niña con preocupación- Tranquila, los conozco, ellos me están ayudando -Le sonrió, y Eric la tomó con cuidado para subirla a su nave.
-Rema -Dijo el pianista de repente.
-¿Qué?
-Rema ya -Tomó un remo al mismo tiempo que el otro y ambos se apresuraron en llegar a la orilla.
-Ow, incluso cubrieron el papel de la hija de ambos.
-¿Cómo se llamaba?
-¿Melody, no?
-Ah, sí.
Escuchaban mientras se levantaban del bote y caminaban rápido lejos del lugar.
--------------------------------------------------------
-No vuelvas a hacer eso, nos diste un susto a todos -Le decía Eric suavemente a la niña.
-Perdón -Bajó la carita con las mejillas infladas- Pero esa señora necesitaba ayuda.
-Entiendo -Le sonrió.
En ese momento, Ariel llegaba con tres helados, se quedó con uno y repartió los otros dos a ambos.
-¿Y esto? -Preguntó el pelirrojo. Él se encogió de hombros- Uuuuh, de chocolate -Probó al tiempo que sus ojos brillaban aún más.
-¡Rico! -Exclamó Jori dando pequeños lengüetazos a su helado.
-Un segundo… -Se giró hacia Ariel- Pagaste… -Hizo una pausa- Las entradas y… esto -Miró el helado- Uhm…
-Van por mi cuenta -Dijo simplemente.
-Pero…
-No te preocupes.
Eric balanceó la cabeza, no muy convencido. No es como si pudiera pagarle de vuelta todo eso, si lo hacía, gastaría parte de sus ahorros que eran únicamente para llevarlos a casa.
Caminaron hasta un banquito y se sentaron, mientras Jori se entretenía a pocos metros de ellos, viendo una tienda de juguetes.
-Oye…
-¿Eh?
-Gracias.
El pelirrojo le sonrió ampliamente mostrando los dientes, era una sonrisa cálida capaz de reconfortar a cualquiera. Ariel lo miró y parpadeó varias veces, percatándose de algo. Sentía una calidez en su pecho que creía perdida. No sólo la sonrisa del muchacho, también… El centro comercial, el banco, los helados…
“Quizás las cosas que pierdes… Vuelven a ti, sólo que no del modo que esperas. Únicamente, hay que saber reconocerlas.”
Sonrió con nostalgia, y asintió a su compañero, éste se sorprendió un tanto pero amplió su sonrisa al tiempo que el poquito de helado que le quedaba se deslizó al suelo.
-Owww, no -Hizo cara de puchero.
Ariel soltó una risa inevitablemente, Eric se giró hacia él y se contagió, riéndose también.
Cris- .::░ღAdmin~Contest.ღ░::.
-
Edad : 27
Cumpleaños!! : 09/07/1997
Mi llegada : 29/11/2009
Mis Mensajes : 2048
305 1803
Re: [Actividad Especial] Miracle
Esperaron a que Jori terminase su helado mientras conversaban de diferentes cosas, trivialidades, como las personas que pasaban, el halo sobre sus cabezas, el cómo terminaron en esa situación.
- Al ver tantas personas siento que nunca vamos a terminar. - Ariel se inclinó apoyando sus codos sobre sus rodillas. Era un mar de colores, casi y hacían que su cabeza diera vueltas, casi que agradecía los halos más oscuros, a los cuales era más fácil ver directamente.
- Ahora que lo mencionas entré en la duda de hasta cuando estaremos así. - Eric se notó más bien preocupado. A lo que Ariel no sabía cómo responder.
- A este paso hasta la próxima navidad. - Ariel resopló. Realmente se lo creía. Entonces su celular sonó. Escuchó a Eric comenzar una conversación con la pequeña, la cual escuchó muy superficialmente.
- Jori ¿No recuerdas dónde viste a tus papis por última vez? - Y solo supo que la niña quedó pensativa.
En la pantalla de su celular pudo notar un mensaje, cuando lo abrió, supo que era del staff de su concierto y su manager, haciéndole preguntándole por su ubicación y por qué todavía no estaba ahí, después de todo todavía debía de cambiarse de ropa y peinarse un poco aunque sea. ¿Debería de dar el concierto? Después de todo no lo canceló como era debido, la pequeña se le había atravesado en ese momento… Pero ahora que lo pensaba… ¿Cómo una niña pequeña había podido entrar ahí? Se suponía que el área se había restringido para personal no autorizado ¿Se habría escabullido simplemente? Pero ¿Y los guardias? Hasta él tuvo un momento difícil con los mismos, pues no lo querían dejar pasar hasta que todo estuviese terminado.
- La pista de patinaje. - Sonrió. - Recuerdo que estábamos pasando por ahí cuando me separé de ellos.
- ¿Hay una pista de patinaje? - Preguntó Eric, realmente sentía sorpresa pero no la suficiente, después de todo era distraído, seguramente la habría pasado por alto, por lo que comenzó a hacer memoria de dónde podría estar, sin mucho éxito. - Ariel… ¿Tú sabes dónde está? - Lo miró y sus ojos se abrieron grandes el rostro del pianista era un poema estaba sin habla, atónito, y con muchas dudas en su cabeza. - ¿Qué ocurre?
- No, nada. - Se llevó una mano a la cabeza. - Sí, hay una pista de patinaje, bueno, había. Ahora es un espacio para armar eventos del centro. - Explicó. - De hecho, es el lugar del concierto de esta noche...
- ¿Qué? Vamos… No bromees. - Pidió el pelirrojo.
- No estoy bromeando. - Eric reconoció el rostro de seriedad real (? del asiático y después miró a la pequeña.
- Jori, tú… - La niña lo miró con aquellos ojos tan grandes y esa sonrisa de inocencia que lo hizo flaquear inmediatamente en preguntarle algo más. - Olvídalo ¿Terminaste tu helado no? Es hora de que nos reunamos con los demás.
- Claro… pero primero… ¿Me hacen un favor?
Los dos muchachos se miraron, y luego regresaron su atención a la pequeña. Ariel se encogió de hombros dando a entender que no le daba igual hacerlo, y Eric asintió. - ¿Podrían ir ahí? - Señaló una pared con dos hoyos, uno al lado del otro. Los muchachos volvieron a mirarse sin comprender.
- ¿Para? - Preguntó el menor regresando a los azules.
- Solo… quiero un recuerdo. - Sonrió. Y ellos se volvieron a mirar. La niña se levantó, echó las servilletas sucias en el bote de basura más cercano, y corrió al otro lado después de decirles que cada uno escogiera un lado.
Ellos se volvieron a mirar.
Se levantaron sin mucho pensar y colocaron sus caras en los hoyos, eran los típicos carteles de propagandas donde podías poner tu rostro al cuerpo de los personajes, y era como cualquier cosa, y si era navidad, a lo mucho podrían ser Santa Claus junto a algún ayudante.
Ambos pudieron percibir la alegría en los ojos de la niña, y después escucharon un “click” seguido del flash de la cámara. Más que sorpresivo fue incómodo, habían bastantes personas del otro lado, Eric tuvo la necesidad de salir al instante y Ariel se tomó su tiempo para no golpearse en la quijada como fue el caso del oji-rojo que ahora se estaba sobando la parte afectada, el material era bastante fuerte por si personas torpes como él estuviesen cerca.
- Chicos. - Jori se acercó a ellos con una foto en las manos y con ilusión la elevó hacia ellos para que la mirasen. Lo que dejó de piedra a ambos muchachos, era la imagen promocional de años atrás de la película de “La Sirenita”. Y al parecer pertenecía al evento de parejas en el que habían estado no hace mucho. Eric estaba en el cuerpo del príncipe, mientras que Ariel en el de la Sirena.
Sus rostros oscurecieron, más el de Ariel, y luego trataron de tomar la foto, pero Jori no los dejó guardandola en el pequeño bolsito de conejo que cargaba.
- Eso es trampa… - Dijo Eric. Ariel se sintió identificado y en un deja vú.
- ¿Qué piensas hacer con esa foto? - Preguntó el mayor.
- Solo quiero conservarla. - Respondió la pequeña con una amplia sonrisa. - Tenía mucho tiempo sin divertirme de esta manera. Gracias.
A esto los dos chicos se volvieron a mirar y simplemente la dejaron ser. Luego decidieron continuar su camino.
- Antes de reunirnos con los demás… - Dijo Ariel. - ¿Pueden acompañarme a un lugar? -
Eric y Jori asintieron y no muy después se encontraban frente a un gran escenario completamente armado. Y con un auditoria con una capacidad de… bastantes personas. (?
- ¿A qué hemos venido? - Preguntó Eric.
- Haré un cambio de programación.
- ¿Eh?- El pelirrojo se sorprendió, pues tenía entendido que el nunca cambiaba su programa a última hora, siempre tenía todo planeado y ordenado.
- Si los padres de este pequeño demonio la reconocen donde quiera que estén… - comenzó a explicar. - Ten por seguro que vendran. Eric observó meditabundo.
- ¿Qué planeas hacer?
- Bueno, como dije, es un cambio, uno radical… - Se quedó pensativo. - ¿En cuanto tiempo puedes escribir una canción?
- ¿Qué?
- El sonido es: - Comenzó a tararear, Eric lo reconoció como un intro, bastante opaco y después una melodía más reconfortante, que solo se hacía más y más alegre con el paso del tiempo. - Esto se repite, luego sigue un algo en: - Volvió a tararear. - Y debe de terminar en una frase melódica, antes del final que es. - Y volvió a tararear. Eric sintió su cabeza marear. Era demasiada información como para retenerla en tan poco tiempo, y peor si le pedía que escribiera algo con eso. Era un sonido sin duda navideño, algo nostálgico, pero con una alegría oculta que solo iba creciendo. ¿Podría guiarse con eso? Realmente no estaba seguro. - Por ahora, debo hablar con mi manager, y luego debemos de buscar a los demás. - Miró su reloj. - Hay poco tiempo. Ve pensando en algo. - Dijo apurándose hacia muchas personas a un lado del escenario, pareció tener un poco de inconvenientes con unos cuantos pero al final regresó triunfante.
- Tu equipo es testarudo ¿Eh?
- ¿De quién crees que lo sacaron? - El pelinegro sonrió, y Eric hizo lo mismo.
- Debemos de buscar a los demás. - Dijo decidido, Jori levantó los brazos con celebración como buena vibra para que alcanzaran su objetivo.
- Go go ~ - Cantó - Eh…
- Power Rangers - Dijeron los dos chicos al unísono a lo que los tres rieron y salieron en busca de los que faltaban.
- Y.. necesitamos un cantante… ¿Cantas?
- ¡No puedo ni estar tranquilo como Santa! ¿Quieres que cante?
- Entendí, debo de buscar suerte con los otros entonces. - Suspiró pesadamente.
KILL ME
- Al ver tantas personas siento que nunca vamos a terminar. - Ariel se inclinó apoyando sus codos sobre sus rodillas. Era un mar de colores, casi y hacían que su cabeza diera vueltas, casi que agradecía los halos más oscuros, a los cuales era más fácil ver directamente.
- Ahora que lo mencionas entré en la duda de hasta cuando estaremos así. - Eric se notó más bien preocupado. A lo que Ariel no sabía cómo responder.
- A este paso hasta la próxima navidad. - Ariel resopló. Realmente se lo creía. Entonces su celular sonó. Escuchó a Eric comenzar una conversación con la pequeña, la cual escuchó muy superficialmente.
- Jori ¿No recuerdas dónde viste a tus papis por última vez? - Y solo supo que la niña quedó pensativa.
En la pantalla de su celular pudo notar un mensaje, cuando lo abrió, supo que era del staff de su concierto y su manager, haciéndole preguntándole por su ubicación y por qué todavía no estaba ahí, después de todo todavía debía de cambiarse de ropa y peinarse un poco aunque sea. ¿Debería de dar el concierto? Después de todo no lo canceló como era debido, la pequeña se le había atravesado en ese momento… Pero ahora que lo pensaba… ¿Cómo una niña pequeña había podido entrar ahí? Se suponía que el área se había restringido para personal no autorizado ¿Se habría escabullido simplemente? Pero ¿Y los guardias? Hasta él tuvo un momento difícil con los mismos, pues no lo querían dejar pasar hasta que todo estuviese terminado.
- La pista de patinaje. - Sonrió. - Recuerdo que estábamos pasando por ahí cuando me separé de ellos.
- ¿Hay una pista de patinaje? - Preguntó Eric, realmente sentía sorpresa pero no la suficiente, después de todo era distraído, seguramente la habría pasado por alto, por lo que comenzó a hacer memoria de dónde podría estar, sin mucho éxito. - Ariel… ¿Tú sabes dónde está? - Lo miró y sus ojos se abrieron grandes el rostro del pianista era un poema estaba sin habla, atónito, y con muchas dudas en su cabeza. - ¿Qué ocurre?
- No, nada. - Se llevó una mano a la cabeza. - Sí, hay una pista de patinaje, bueno, había. Ahora es un espacio para armar eventos del centro. - Explicó. - De hecho, es el lugar del concierto de esta noche...
- ¿Qué? Vamos… No bromees. - Pidió el pelirrojo.
- No estoy bromeando. - Eric reconoció el rostro de seriedad real (? del asiático y después miró a la pequeña.
- Jori, tú… - La niña lo miró con aquellos ojos tan grandes y esa sonrisa de inocencia que lo hizo flaquear inmediatamente en preguntarle algo más. - Olvídalo ¿Terminaste tu helado no? Es hora de que nos reunamos con los demás.
- Claro… pero primero… ¿Me hacen un favor?
Los dos muchachos se miraron, y luego regresaron su atención a la pequeña. Ariel se encogió de hombros dando a entender que no le daba igual hacerlo, y Eric asintió. - ¿Podrían ir ahí? - Señaló una pared con dos hoyos, uno al lado del otro. Los muchachos volvieron a mirarse sin comprender.
- ¿Para? - Preguntó el menor regresando a los azules.
- Solo… quiero un recuerdo. - Sonrió. Y ellos se volvieron a mirar. La niña se levantó, echó las servilletas sucias en el bote de basura más cercano, y corrió al otro lado después de decirles que cada uno escogiera un lado.
Ellos se volvieron a mirar.
Se levantaron sin mucho pensar y colocaron sus caras en los hoyos, eran los típicos carteles de propagandas donde podías poner tu rostro al cuerpo de los personajes, y era como cualquier cosa, y si era navidad, a lo mucho podrían ser Santa Claus junto a algún ayudante.
Ambos pudieron percibir la alegría en los ojos de la niña, y después escucharon un “click” seguido del flash de la cámara. Más que sorpresivo fue incómodo, habían bastantes personas del otro lado, Eric tuvo la necesidad de salir al instante y Ariel se tomó su tiempo para no golpearse en la quijada como fue el caso del oji-rojo que ahora se estaba sobando la parte afectada, el material era bastante fuerte por si personas torpes como él estuviesen cerca.
- Chicos. - Jori se acercó a ellos con una foto en las manos y con ilusión la elevó hacia ellos para que la mirasen. Lo que dejó de piedra a ambos muchachos, era la imagen promocional de años atrás de la película de “La Sirenita”. Y al parecer pertenecía al evento de parejas en el que habían estado no hace mucho. Eric estaba en el cuerpo del príncipe, mientras que Ariel en el de la Sirena.
Sus rostros oscurecieron, más el de Ariel, y luego trataron de tomar la foto, pero Jori no los dejó guardandola en el pequeño bolsito de conejo que cargaba.
- Eso es trampa… - Dijo Eric. Ariel se sintió identificado y en un deja vú.
- ¿Qué piensas hacer con esa foto? - Preguntó el mayor.
- Solo quiero conservarla. - Respondió la pequeña con una amplia sonrisa. - Tenía mucho tiempo sin divertirme de esta manera. Gracias.
A esto los dos chicos se volvieron a mirar y simplemente la dejaron ser. Luego decidieron continuar su camino.
- Antes de reunirnos con los demás… - Dijo Ariel. - ¿Pueden acompañarme a un lugar? -
Eric y Jori asintieron y no muy después se encontraban frente a un gran escenario completamente armado. Y con un auditoria con una capacidad de… bastantes personas. (?
- ¿A qué hemos venido? - Preguntó Eric.
- Haré un cambio de programación.
- ¿Eh?- El pelirrojo se sorprendió, pues tenía entendido que el nunca cambiaba su programa a última hora, siempre tenía todo planeado y ordenado.
- Si los padres de este pequeño demonio la reconocen donde quiera que estén… - comenzó a explicar. - Ten por seguro que vendran. Eric observó meditabundo.
- ¿Qué planeas hacer?
- Bueno, como dije, es un cambio, uno radical… - Se quedó pensativo. - ¿En cuanto tiempo puedes escribir una canción?
- ¿Qué?
- El sonido es: - Comenzó a tararear, Eric lo reconoció como un intro, bastante opaco y después una melodía más reconfortante, que solo se hacía más y más alegre con el paso del tiempo. - Esto se repite, luego sigue un algo en: - Volvió a tararear. - Y debe de terminar en una frase melódica, antes del final que es. - Y volvió a tararear. Eric sintió su cabeza marear. Era demasiada información como para retenerla en tan poco tiempo, y peor si le pedía que escribiera algo con eso. Era un sonido sin duda navideño, algo nostálgico, pero con una alegría oculta que solo iba creciendo. ¿Podría guiarse con eso? Realmente no estaba seguro. - Por ahora, debo hablar con mi manager, y luego debemos de buscar a los demás. - Miró su reloj. - Hay poco tiempo. Ve pensando en algo. - Dijo apurándose hacia muchas personas a un lado del escenario, pareció tener un poco de inconvenientes con unos cuantos pero al final regresó triunfante.
- Tu equipo es testarudo ¿Eh?
- ¿De quién crees que lo sacaron? - El pelinegro sonrió, y Eric hizo lo mismo.
- Debemos de buscar a los demás. - Dijo decidido, Jori levantó los brazos con celebración como buena vibra para que alcanzaran su objetivo.
- Go go ~ - Cantó - Eh…
- Power Rangers - Dijeron los dos chicos al unísono a lo que los tres rieron y salieron en busca de los que faltaban.
- Y.. necesitamos un cantante… ¿Cantas?
- ¡No puedo ni estar tranquilo como Santa! ¿Quieres que cante?
- Entendí, debo de buscar suerte con los otros entonces. - Suspiró pesadamente.
KILL ME
Shiba- .::♡.Moder*Contest.♡::.
-
Edad : 28
Cumpleaños!! : 03/08/1996
Mi llegada : 30/06/2010
Mis Mensajes : 1613
322 1255
Re: [Actividad Especial] Miracle
-¿Crees que todos se hayan quedado en el mismo lugar? -Dijo Eric, no muy convencido.
-Habrá que averiguar -Ariel se llevó una mano a la cabeza, pasándola con suavidad sobre sus cabellos- Tendremos que separarnos para buscar.
-Oki doki -Esbozó felizmente Jori, que empezó a caminar en otra dirección hasta que alguien la tomó de la manito.
-¡Eh, eh! Nada de ir sola, ya nos hiciste buscarte una vez -Le dijo el pelirrojo con voz de falsa advertencia y una sonrisa cálida.
-Uuuuh -Hizo puchero en broma.
-Yo regresaré al mismo piso en donde estábamos antes -El asiático miró unos segundos al otro- ¿Seguro que puedes solo?
-Sí, ¿Por qué? -Preguntó inocentemente.
-Digamos que tiendes a perderte por distraído.
-Yo puedo.
-Bueh.
El pianista se estiró y tomó un camino que lo llevaba al ascensor, no pensaba caminar más ese día. Vamos, que lo divo no se le quitaba en una noche. Además, necesitaba la energía para el concierto.
Eric y Jori recorrieron el lugar buscando las escaleras mecánicas que condujeran a la feria, pero la cantidad de gente, ruido y adornos confundían aún más al chico, que de por si no era muy bueno concentrándose.
Luego de unos minutos, se dio cuenta de que los había llevado por un camino equivocado.
-Oh rayos -Se llevó una mano a la frente, la pequeña lo miró.
Analizó el lugar con sus ojos rubíes, tratando de dar con algún camino para encaminarse correctamente. Un recuerdo cruzó su mente:
“¡Eh! ¿A dónde crees que vas?” Estaban en un pequeño parque, su padre lo tomaba en brazos momentos después de que él se alejara de su familia por una distracción. Recordó la sonrisa de su papá, hace tanto tiempo…
-¿Eric? -Alguien llamó dulcemente a su lado.
-¿Uh?... -Tardó unos segundos en voltear- Jori…
Se agachó para abrazarla, ella rió con sorpresa y lo rodeó de vuelta con sus pequeños brazos. “Aunque perdamos el camino, me quedaré a tu lado cuanto sea necesario, y te protegeré…”, pensó mientras formaba una sonrisa cálida en su rostro.
-Vamos por allá -Dijo con decisión mientras se incorporaba. Ella asintió sonriente y, tras un pequeño recorrido, hallaron las escaleras mecánicas que conducían al lugar.
-Creo que vi a Mio por allí… -Comentó él vagamente cuando llegaron a la feria.
-¡Eric! Mira -Jori le señaló una bonita fuente al centro de la feria.
Sus aguas cristalinas caían con gracia, calmando del bullicio a quien la mirara, aunque Eric parecía perdido en sus pensamientos en cuanto posó la vista en ellas. Años atrás esa fuente no existía, había en su lugar unas mesitas de uno de los locales de la feria, uno bastante económico pero que ofrecía ricos platos de comida muy hogareños. Esa fue una de las pocas veces en que su familia visitó el centro comercial, comprando alguna que otra cosita además de ese almuerzo.
Allí los veía sentados, no en primera persona como debería si fuese un recuerdo, los veía desde donde estaba de pie ahora. Se veía a sí mismo riendo de un chiste que había hecho su hermana mayor. Su mamá tenía en brazos a su otra hermana, que era apenas un bebé, y su padre le hacía mimos a la pequeña. Recordó la calidez de ese momento, lo bien que todo se sentía, la sencillez, la felicidad, aunque no tuvieran todo lo que querían, si tenían lo que necesitaban.
Eric levantó el brazo como intentando alcanzarlos, su mirada llorosa y perdida. La escena se difuminaba lentamente, volviendo a mostrar la fuente. En el agua, podría jurar, se reflejó toda su familia rodeándolo, sonrientes.
Él aún tenía lo que necesitaba. Tenía a sus dos hermanas y a su mamá. Su papá, aunque se había marchado, había dejado su huella, sus recuerdos y todo lo que le enseñó… Hasta el final.
En el rostro del joven pelirrojo se formó una amplia sonrisa, con los labios cerrados, y el aura azul oscuro que adornaba su cabeza hasta el momento, hizo una armoniosa transición hasta llegar a un rosa pálido.
-¿Estás bien? -Jori amplió su sonrisa.
-Sí, pequeña, vamos a reunir a los demás -Se veía más radiante, aunque aún tranquilo como siempre.
Después de un rato, volvió al lugar del concierto con Mio acompañándolo. Le indicó que debían esperar por el resto, mientras se sentaba en uno de los asientos a escribir la canción que Ariel le había pedido. Se sentía inspirado, y debía aprovecharlo.
-Habrá que averiguar -Ariel se llevó una mano a la cabeza, pasándola con suavidad sobre sus cabellos- Tendremos que separarnos para buscar.
-Oki doki -Esbozó felizmente Jori, que empezó a caminar en otra dirección hasta que alguien la tomó de la manito.
-¡Eh, eh! Nada de ir sola, ya nos hiciste buscarte una vez -Le dijo el pelirrojo con voz de falsa advertencia y una sonrisa cálida.
-Uuuuh -Hizo puchero en broma.
-Yo regresaré al mismo piso en donde estábamos antes -El asiático miró unos segundos al otro- ¿Seguro que puedes solo?
-Sí, ¿Por qué? -Preguntó inocentemente.
-Digamos que tiendes a perderte por distraído.
-Yo puedo.
-Bueh.
El pianista se estiró y tomó un camino que lo llevaba al ascensor, no pensaba caminar más ese día. Vamos, que lo divo no se le quitaba en una noche. Además, necesitaba la energía para el concierto.
Eric y Jori recorrieron el lugar buscando las escaleras mecánicas que condujeran a la feria, pero la cantidad de gente, ruido y adornos confundían aún más al chico, que de por si no era muy bueno concentrándose.
Luego de unos minutos, se dio cuenta de que los había llevado por un camino equivocado.
-Oh rayos -Se llevó una mano a la frente, la pequeña lo miró.
Analizó el lugar con sus ojos rubíes, tratando de dar con algún camino para encaminarse correctamente. Un recuerdo cruzó su mente:
“¡Eh! ¿A dónde crees que vas?” Estaban en un pequeño parque, su padre lo tomaba en brazos momentos después de que él se alejara de su familia por una distracción. Recordó la sonrisa de su papá, hace tanto tiempo…
-¿Eric? -Alguien llamó dulcemente a su lado.
-¿Uh?... -Tardó unos segundos en voltear- Jori…
Se agachó para abrazarla, ella rió con sorpresa y lo rodeó de vuelta con sus pequeños brazos. “Aunque perdamos el camino, me quedaré a tu lado cuanto sea necesario, y te protegeré…”, pensó mientras formaba una sonrisa cálida en su rostro.
-Vamos por allá -Dijo con decisión mientras se incorporaba. Ella asintió sonriente y, tras un pequeño recorrido, hallaron las escaleras mecánicas que conducían al lugar.
-Creo que vi a Mio por allí… -Comentó él vagamente cuando llegaron a la feria.
-¡Eric! Mira -Jori le señaló una bonita fuente al centro de la feria.
Sus aguas cristalinas caían con gracia, calmando del bullicio a quien la mirara, aunque Eric parecía perdido en sus pensamientos en cuanto posó la vista en ellas. Años atrás esa fuente no existía, había en su lugar unas mesitas de uno de los locales de la feria, uno bastante económico pero que ofrecía ricos platos de comida muy hogareños. Esa fue una de las pocas veces en que su familia visitó el centro comercial, comprando alguna que otra cosita además de ese almuerzo.
Allí los veía sentados, no en primera persona como debería si fuese un recuerdo, los veía desde donde estaba de pie ahora. Se veía a sí mismo riendo de un chiste que había hecho su hermana mayor. Su mamá tenía en brazos a su otra hermana, que era apenas un bebé, y su padre le hacía mimos a la pequeña. Recordó la calidez de ese momento, lo bien que todo se sentía, la sencillez, la felicidad, aunque no tuvieran todo lo que querían, si tenían lo que necesitaban.
Eric levantó el brazo como intentando alcanzarlos, su mirada llorosa y perdida. La escena se difuminaba lentamente, volviendo a mostrar la fuente. En el agua, podría jurar, se reflejó toda su familia rodeándolo, sonrientes.
Él aún tenía lo que necesitaba. Tenía a sus dos hermanas y a su mamá. Su papá, aunque se había marchado, había dejado su huella, sus recuerdos y todo lo que le enseñó… Hasta el final.
En el rostro del joven pelirrojo se formó una amplia sonrisa, con los labios cerrados, y el aura azul oscuro que adornaba su cabeza hasta el momento, hizo una armoniosa transición hasta llegar a un rosa pálido.
-¿Estás bien? -Jori amplió su sonrisa.
-Sí, pequeña, vamos a reunir a los demás -Se veía más radiante, aunque aún tranquilo como siempre.
Después de un rato, volvió al lugar del concierto con Mio acompañándolo. Le indicó que debían esperar por el resto, mientras se sentaba en uno de los asientos a escribir la canción que Ariel le había pedido. Se sentía inspirado, y debía aprovecharlo.
Última edición por *Sab--loid09* el Sáb 23 Jun - 20:17, editado 1 vez
Cris- .::░ღAdmin~Contest.ღ░::.
-
Edad : 27
Cumpleaños!! : 09/07/1997
Mi llegada : 29/11/2009
Mis Mensajes : 2048
305 1803
Re: [Actividad Especial] Miracle
Ariel no tardó en encontrarse con las personas que necesitaba ya que se habían quedado ayudando a la empleada de una tienda a colocar nuevamente unos adornos navideños que habían sido tirados por los niños. Y a pesar de querer ir rápido estaban teniendo una conversación así que no se metió.
- Esto es una tienda de cosméticos ¿Cómo es el trabajo aquí?
- Es algo difícil, pero es bastante divertido. - Sonrió la empleada a la pregunta que Shiro había hecho, solo por evitar el ambiente silencioso entre ellas.
- ¿Divertido? - Preguntó Esmeé con curiosidad, cada que veía personas comprando cosas como esa, no veía más que consumistas perdidos en superficialidades que se creían más solo por obtener grandes marcas.
- Por supuesto. - Miró a la chica del vestido. - Es un poco común que vean estos lugares como lo más superficial que hay, o a sus propios clientes como una molestia, y aunque no niego que hay muchos que subestiman a los demás, he entendido también que a veces tienen sus razones de ser así, y me hacen agradecer el no ser como esas personas.
- ¿Ser como?
- Tu sabes, tener todo, dinero o fama no garantiza felicidad, y por muchas cosas que tengan, o por las mejores cosas que tengan, realmente siguen estando reprimidos por dentro.
Recordó al pianista, quizá era uno de esos, después de todo se le notaba como niño mimado, de hecho, no había duda de que lo era. La suerte del amargado era increíble.
Y por otro lado, ella todavía no entendía qué hacía ahí, estaba claro que perder su tiempo. Después de todo, nisiquiera quería estar ahí. O no lo estaba por voluntad propia; ni lo uno, ni lo otro. De hecho debería estar en casa disfrutando de un chocolate caliente con malvaviscos, mientras veía el capítulo especial de navidad de la serie que seguía actualmente en Netflix.
- A fin de cuentas es verdad ¿No?. - Contestó tranquila, de hecho era el discurso de siempre, nada de lo que sorprenderse o admirarse, o siquiera aprender. En las películas de superación lo decían siempre, pero solo era una manera para convencer a las personas pobres de que debían de trabajar para los magnates porque estos eran infelices con mucho dinero. Oh, sí claro, míralo sufrir en un ferrari. O en la piscina que construyó en el patio trasero de su casa, oh, qué sufrimiento.
Pero aunque fuese así, ir en contra de algunos pensamientos en ese momento no era prudente. No cuando se había metido hasta el cuello ya.
- Sí. - La muchacha sonrió ampliamente, y el halo azul pastel que estaba sobre su cabeza se había transformado en un rosa bastante esperanzador. ¿Quién dijo que solo el verde podría significar esperanza? Para ella al menos no.
- Oigan. - La voz de Ariel hizo que voltearan a verlo, su semblante tranquilo, y sin el ceño fruncido, daba mucho que dudar.
▬
- ¿Por qué tanto apuro? - Preguntó Shiro, estaban casi corriendo, o caminando rápido, pues el pelinegro las apresuró, justo después de acercarse a ellas.
- Nos estamos quedando sin tiempo, y no he çmos hecho lo que ese loco de… como se llame, nos impuso. - Explicó. -
- Nunca esperé verte tan apurado por ello. - Esmeé puso los ojos en blanco, Ariel la imitó aunque realmente no la vio hacer el gesto, sino por su tono sarcástico.
- He entendido unas que otras cosas ¿Sabes? - Respondió. - Y una es que al parecer no congeniamos muy bien, y ni lo haremos.
- Eso es rudo. - Dijo Shiro, si algo entendía es que lo peor que podían hacer en ese momento era pelear.
- No, está bien, también lo creo. - Asintió Esmeé. No es que fuesen a ser enemigos, simplemente no pegaban. No de esas maneras. - Una experiencia como esta. No hace a nadie un santo tampoco.
- Exactamente. - Asintió Ariel. Shiro se preguntó si en serio se llevaban tan mal, de hecho, si tuviese que decirlo de una manera, tenían más en común de lo que ellos creían o querían expresar. - Y muy indiferente de si nos llevamos bien o no, ¿Qué tan entrenadas están en el canto? - Las dos jóvenes se observaron ante la extraña pregunta. Al menos no se esperaban eso.
- Supongo que lo suficiente para no dejar sordo a nadie. - Dijo la castaña.
- Es un hobby. Para mí.- Contestó Shiro. Ariel quedó pensativo.
- ¿Pueden armonizar ahora?
- ¡¿Qué?!
- Cualquier cosa. Ya sé, para que no sea tan raro, canten Rodolfo, el reno.
- Oh, alguien se encariño con su disfraz. - Se burló en una pequeña venganza Esmeé.
- ¿Qué clase de mente infantil te crees que tengo?
- Nunca se sabe, regresaste como otra persona en primer lugar. - Shiro sonrió divertidal. ante ese comentario por ser tan real.
- Como sea… - Suspiró pesadamente. - Solo canten, solo necesito que sea voz de diafragma. Se volvieron a mirar entre ellas, y al encogerse de hombros comenzaron a la cuenta de tres. Que hicieron con mímicas, para poder comenzar al mismo tiempo. Ariel comprendió que no es buena idea armonizar en un momento de apuro. Pero si así sonaban al acelerar paso, le servían para el show.
Luego de ver la letra ya les repartiría las partes y les indicaría los momentos clave.
Entonces, en medio de ese pensamiento pasaron por la tienda de música en la que antes había estado.
“Solo necesita ser recordado”
…
Está bien recordar. Aunque sea solo de vez en cuando. Está bien recordar.
▬
- Déjenlo allí. - Ariel señaló el escenario una vez que llegaron con los demás. Y estos en lugar de quedar mirando al asiático como debía de ser lo normal, observaron al grupo de hombre que con esfuerzo levantaban un piano antiguo y lo llevaban hasta el escenario, justo frente al de cola.
Ariel se acercó al grupo, específicamente a Eric, quien inmediatamente le dio una hoja con una escritura, la cual podía deducir como prolija, de no ser por unos cuantos tachones entre estrofas.
- ¿Y el título? - Ariel regresó la hoja a Eric. Quien se quedó mirando el pedazo de papel consternado, en realidad, lo había olvidado por completo, y no podía ponerle nombre solo él, después de todo era una canción en conjunto ¿No?
- Todavía no he decidido un nombre.
- Ya veo… - Pidió nuevamente el papel, Eric no tardó en devolverlo.
Ariel dio otra leída a lo escrito y quedó pensativo, la verdad, es que la letra estaba muy bien hecha, indiferentemente de ya haberselo dicho, quedaba muy bien con la canción. De hecho mantenía la esencia de la canción, y cuando recordaba su melodía, y leía cada palabra, solo podía pensar en una persona.
Pasó su mirada a la pequeña, y suspiró pesadamente, de esa manera estaba aceptando que había perdido la batalla contra esos grandes y profundos ojos azules. Y con un ademán le pidió que se acercara a la niña vestida de marinerita. - ¿Quieres ponerle título?
- ¿Yo? - Preguntó dudosa, él asintió al agacharse y pasar el papel a las pequeñas manos; no se lo esperaba del pelinegro, pero a pesar del desconcierto terminó sonriendo ampliamente. Ya había leído lo escrito antes que Ariel, así que tenía claro cómo iba, además recordaba más o menos lo que había tarareado el pianista antes. - Emm… algo como lo que pasó hoy ¿No?
- ¿Y qué ha sido eso?
- No sé cómo explicarlo, pero es la sensación que me transmite, como algo imposible siendo posible. ¿Cómo era eso? Emmm…
- ¿Un milagro? - Preguntó Eric. La niña asintió animada.
- Eso, milagro, mis papás siempre me dicen que son las cosas que más apreciamos.
El pelinegro compuso un rostro serio y se levantó… ¿Un milagro, eh?
Si esa niña era algo así como el poder sentir un poco del cariño de hermanos nuevamente, entonces, estaba bien, esa palabra encajaba perfectamente.
- Milagro… milagro… - Comenzó a mascullar por lo bajo. - ¡Miracle! - Dijo en voz alta, y bastante amigable.- Ese será el título. - Concluyó. Los demás se miraron mientras procesaban lo ocurrido y cómo encajaba todo tan bien. Y entonces asintieron, nadie se oponía a algo que simplemente era lo que había, y lo que estaba ocurriendo. Un milagro, todo gracias a una pequeña niña. - Ya falta poco. - Miró su reloj de muñeca, y después a Mio. - Necesito también de tu ayuda. - La castaña solo quedó confusa, pero solo asintió tranquila, después de todo, algo le decía que era respecto a los trajes. Y quizá todos necesitarían uno.
Literal, no me pidan algo mejor, estoy fuera de práctica, y la universidad no me deja ni respirar, literal xDU
- Esto es una tienda de cosméticos ¿Cómo es el trabajo aquí?
- Es algo difícil, pero es bastante divertido. - Sonrió la empleada a la pregunta que Shiro había hecho, solo por evitar el ambiente silencioso entre ellas.
- ¿Divertido? - Preguntó Esmeé con curiosidad, cada que veía personas comprando cosas como esa, no veía más que consumistas perdidos en superficialidades que se creían más solo por obtener grandes marcas.
- Por supuesto. - Miró a la chica del vestido. - Es un poco común que vean estos lugares como lo más superficial que hay, o a sus propios clientes como una molestia, y aunque no niego que hay muchos que subestiman a los demás, he entendido también que a veces tienen sus razones de ser así, y me hacen agradecer el no ser como esas personas.
- ¿Ser como?
- Tu sabes, tener todo, dinero o fama no garantiza felicidad, y por muchas cosas que tengan, o por las mejores cosas que tengan, realmente siguen estando reprimidos por dentro.
Recordó al pianista, quizá era uno de esos, después de todo se le notaba como niño mimado, de hecho, no había duda de que lo era. La suerte del amargado era increíble.
Y por otro lado, ella todavía no entendía qué hacía ahí, estaba claro que perder su tiempo. Después de todo, nisiquiera quería estar ahí. O no lo estaba por voluntad propia; ni lo uno, ni lo otro. De hecho debería estar en casa disfrutando de un chocolate caliente con malvaviscos, mientras veía el capítulo especial de navidad de la serie que seguía actualmente en Netflix.
- A fin de cuentas es verdad ¿No?. - Contestó tranquila, de hecho era el discurso de siempre, nada de lo que sorprenderse o admirarse, o siquiera aprender. En las películas de superación lo decían siempre, pero solo era una manera para convencer a las personas pobres de que debían de trabajar para los magnates porque estos eran infelices con mucho dinero. Oh, sí claro, míralo sufrir en un ferrari. O en la piscina que construyó en el patio trasero de su casa, oh, qué sufrimiento.
Pero aunque fuese así, ir en contra de algunos pensamientos en ese momento no era prudente. No cuando se había metido hasta el cuello ya.
- Sí. - La muchacha sonrió ampliamente, y el halo azul pastel que estaba sobre su cabeza se había transformado en un rosa bastante esperanzador. ¿Quién dijo que solo el verde podría significar esperanza? Para ella al menos no.
- Oigan. - La voz de Ariel hizo que voltearan a verlo, su semblante tranquilo, y sin el ceño fruncido, daba mucho que dudar.
▬
- ¿Por qué tanto apuro? - Preguntó Shiro, estaban casi corriendo, o caminando rápido, pues el pelinegro las apresuró, justo después de acercarse a ellas.
- Nos estamos quedando sin tiempo, y no he çmos hecho lo que ese loco de… como se llame, nos impuso. - Explicó. -
- Nunca esperé verte tan apurado por ello. - Esmeé puso los ojos en blanco, Ariel la imitó aunque realmente no la vio hacer el gesto, sino por su tono sarcástico.
- He entendido unas que otras cosas ¿Sabes? - Respondió. - Y una es que al parecer no congeniamos muy bien, y ni lo haremos.
- Eso es rudo. - Dijo Shiro, si algo entendía es que lo peor que podían hacer en ese momento era pelear.
- No, está bien, también lo creo. - Asintió Esmeé. No es que fuesen a ser enemigos, simplemente no pegaban. No de esas maneras. - Una experiencia como esta. No hace a nadie un santo tampoco.
- Exactamente. - Asintió Ariel. Shiro se preguntó si en serio se llevaban tan mal, de hecho, si tuviese que decirlo de una manera, tenían más en común de lo que ellos creían o querían expresar. - Y muy indiferente de si nos llevamos bien o no, ¿Qué tan entrenadas están en el canto? - Las dos jóvenes se observaron ante la extraña pregunta. Al menos no se esperaban eso.
- Supongo que lo suficiente para no dejar sordo a nadie. - Dijo la castaña.
- Es un hobby. Para mí.- Contestó Shiro. Ariel quedó pensativo.
- ¿Pueden armonizar ahora?
- ¡¿Qué?!
- Cualquier cosa. Ya sé, para que no sea tan raro, canten Rodolfo, el reno.
- Oh, alguien se encariño con su disfraz. - Se burló en una pequeña venganza Esmeé.
- ¿Qué clase de mente infantil te crees que tengo?
- Nunca se sabe, regresaste como otra persona en primer lugar. - Shiro sonrió divertidal. ante ese comentario por ser tan real.
- Como sea… - Suspiró pesadamente. - Solo canten, solo necesito que sea voz de diafragma. Se volvieron a mirar entre ellas, y al encogerse de hombros comenzaron a la cuenta de tres. Que hicieron con mímicas, para poder comenzar al mismo tiempo. Ariel comprendió que no es buena idea armonizar en un momento de apuro. Pero si así sonaban al acelerar paso, le servían para el show.
Luego de ver la letra ya les repartiría las partes y les indicaría los momentos clave.
Entonces, en medio de ese pensamiento pasaron por la tienda de música en la que antes había estado.
“Solo necesita ser recordado”
…
Está bien recordar. Aunque sea solo de vez en cuando. Está bien recordar.
▬
- Déjenlo allí. - Ariel señaló el escenario una vez que llegaron con los demás. Y estos en lugar de quedar mirando al asiático como debía de ser lo normal, observaron al grupo de hombre que con esfuerzo levantaban un piano antiguo y lo llevaban hasta el escenario, justo frente al de cola.
Ariel se acercó al grupo, específicamente a Eric, quien inmediatamente le dio una hoja con una escritura, la cual podía deducir como prolija, de no ser por unos cuantos tachones entre estrofas.
- ¿Y el título? - Ariel regresó la hoja a Eric. Quien se quedó mirando el pedazo de papel consternado, en realidad, lo había olvidado por completo, y no podía ponerle nombre solo él, después de todo era una canción en conjunto ¿No?
- Todavía no he decidido un nombre.
- Ya veo… - Pidió nuevamente el papel, Eric no tardó en devolverlo.
Ariel dio otra leída a lo escrito y quedó pensativo, la verdad, es que la letra estaba muy bien hecha, indiferentemente de ya haberselo dicho, quedaba muy bien con la canción. De hecho mantenía la esencia de la canción, y cuando recordaba su melodía, y leía cada palabra, solo podía pensar en una persona.
Pasó su mirada a la pequeña, y suspiró pesadamente, de esa manera estaba aceptando que había perdido la batalla contra esos grandes y profundos ojos azules. Y con un ademán le pidió que se acercara a la niña vestida de marinerita. - ¿Quieres ponerle título?
- ¿Yo? - Preguntó dudosa, él asintió al agacharse y pasar el papel a las pequeñas manos; no se lo esperaba del pelinegro, pero a pesar del desconcierto terminó sonriendo ampliamente. Ya había leído lo escrito antes que Ariel, así que tenía claro cómo iba, además recordaba más o menos lo que había tarareado el pianista antes. - Emm… algo como lo que pasó hoy ¿No?
- ¿Y qué ha sido eso?
- No sé cómo explicarlo, pero es la sensación que me transmite, como algo imposible siendo posible. ¿Cómo era eso? Emmm…
- ¿Un milagro? - Preguntó Eric. La niña asintió animada.
- Eso, milagro, mis papás siempre me dicen que son las cosas que más apreciamos.
El pelinegro compuso un rostro serio y se levantó… ¿Un milagro, eh?
Si esa niña era algo así como el poder sentir un poco del cariño de hermanos nuevamente, entonces, estaba bien, esa palabra encajaba perfectamente.
- Milagro… milagro… - Comenzó a mascullar por lo bajo. - ¡Miracle! - Dijo en voz alta, y bastante amigable.- Ese será el título. - Concluyó. Los demás se miraron mientras procesaban lo ocurrido y cómo encajaba todo tan bien. Y entonces asintieron, nadie se oponía a algo que simplemente era lo que había, y lo que estaba ocurriendo. Un milagro, todo gracias a una pequeña niña. - Ya falta poco. - Miró su reloj de muñeca, y después a Mio. - Necesito también de tu ayuda. - La castaña solo quedó confusa, pero solo asintió tranquila, después de todo, algo le decía que era respecto a los trajes. Y quizá todos necesitarían uno.
Literal, no me pidan algo mejor, estoy fuera de práctica, y la universidad no me deja ni respirar, literal xDU
Shiba- .::♡.Moder*Contest.♡::.
-
Edad : 28
Cumpleaños!! : 03/08/1996
Mi llegada : 30/06/2010
Mis Mensajes : 1613
322 1255
Re: [Actividad Especial] Miracle
-¡Shiro, pásame aquella chaqueta, por favor! Eric, tú ponte esto. Esmeé, necesito que te midas esta prenda.
Todos estaban en los vestidores del evento, Mio estaba organizando, cosiendo y combinando los trajes que utilizarían en el concierto de Ariel, quien ya se había cambiado a su traje blanco y negro de pianista que destellaba con elegancia. Los otros se vistieron de modo que combinaban con él, pero diferían en algunas cosas: Eric llevaba un traje de gala sencillo con una flor roja en el bolsillo superior de la chaqueta, y las tres muchachas lucían vestidos negros, con un bonito moño rojo adornando sus cabezas.
-Bien, ya todos saben su parte, ¿no? -Se aseguró Ariel, a lo que los demás asintieron.
-Lo que no entiendo es por qué yo también debo vestirme, no voy a cantar -Interrogó Eric con inocencia, alzando una ceja.
-Porque… -El pelinegro se acercó y colocó sus manos sobre los hombros del ojirubí- Quiero que seas el presentador del concierto -Explicó con una mirada serena y una voz firme.
-¡¿Qué?! -Sus mejillas se encendieron- ¿Pero no había una persona ya designada para ello?
-Lo cambié -Se encogió de hombros.
-Pero yo…
-Tú puedes -Eric alzó la mirada y se encontró con un Ariel que le sonreía tranquilo. El pelirrojo observó a Jori, regresó su vista al otro y respiró hondo- Está bien, lo haré -Esbozó una sonrisa de confianza.
Quién diría que el muchacho arrogante que anteriormente lo había rechazado sólo al presentarse, ahora le pedía con amabilidad ser parte importante de su concierto. Eso, era otro milagro.
Todos estaban en los vestidores del evento, Mio estaba organizando, cosiendo y combinando los trajes que utilizarían en el concierto de Ariel, quien ya se había cambiado a su traje blanco y negro de pianista que destellaba con elegancia. Los otros se vistieron de modo que combinaban con él, pero diferían en algunas cosas: Eric llevaba un traje de gala sencillo con una flor roja en el bolsillo superior de la chaqueta, y las tres muchachas lucían vestidos negros, con un bonito moño rojo adornando sus cabezas.
-Bien, ya todos saben su parte, ¿no? -Se aseguró Ariel, a lo que los demás asintieron.
-Lo que no entiendo es por qué yo también debo vestirme, no voy a cantar -Interrogó Eric con inocencia, alzando una ceja.
-Porque… -El pelinegro se acercó y colocó sus manos sobre los hombros del ojirubí- Quiero que seas el presentador del concierto -Explicó con una mirada serena y una voz firme.
-¡¿Qué?! -Sus mejillas se encendieron- ¿Pero no había una persona ya designada para ello?
-Lo cambié -Se encogió de hombros.
-Pero yo…
-Tú puedes -Eric alzó la mirada y se encontró con un Ariel que le sonreía tranquilo. El pelirrojo observó a Jori, regresó su vista al otro y respiró hondo- Está bien, lo haré -Esbozó una sonrisa de confianza.
Quién diría que el muchacho arrogante que anteriormente lo había rechazado sólo al presentarse, ahora le pedía con amabilidad ser parte importante de su concierto. Eso, era otro milagro.
Los asientos estaban repletos, el bullicio de una multitud emocionada se expandía por el lugar, montones de padres y sus hijos se sentaban a esperar el comienzo del evento. De pronto, las luces se apagaron y un reflector hizo aparición en el principio de la tarima, iluminando la figura de un joven pelirrojo que observaba a la multitud con una sonrisa. Por dentro, naturalmente, aún sentía algo de nervios pero el apoyo de sus nuevas amistades y la presencia de aquella pequeña niña ese día, lo alentaban a dar lo mejor de sí. La audiencia hizo silencio para dar paso a la voz del joven, que se amplificaba gracias al micrófono integrado en su chaqueta.
-¡Damas, caballeros y niños! -Alzó sus brazos- ¡Feliz Navidad y bienvenidos al gran evento de esta noche! ¡Hoy presenciarán el magnífico talento de nuestro reconocido pianista! ¡Reciban con un gran aplauso a Ariel Brooke Lee! -Mencionó haciendo énfasis en cada nombre como un presentador profesional.
Extendió su brazo y se giró con un ademán, la luz de otro reflector se hizo presente iluminando un hermoso piano de cola que brillaba inmaculado. Todos aplaudían, Ariel estaba de pie al lado del mismo, saludó con la mano, hizo una corta y elegante reverencia y tomó asiento retirando con gracia la larga cola de su smocking de pianista.
Cuando Ariel apareció, la luz que iluminaba al otro muchacho se apagó al tiempo que el mismo se retiraba del escenario.
En una pantalla que adornaba el fondo del escenario, se proyectó el nombre de la pieza que el muchacho tocaría, la misma estaba también en unos folletos que poseía cada persona de la audiencia.
En cuanto Ariel posó sus dedos en las teclas del piano, un sinfín de hermosas melodías se extendían por el lugar, era increíble la habilidad del joven con el instrumento, y la multitud pronto se encontraba hipnotizada por el hermoso sonido.
Así, se sucedieron las variadas canciones que el joven interpretó, y llegó el final de la última sinfonía que aparecía en los folletos del público. Nuevamente, Eric caminó al centro del escenario junto con Mio, las personas que los observaban esperaban que anunciaran el fin del concierto, pero fueron tomados por sorpresa.
-Gracias a todos por acompañarnos esta noche en el maravilloso concierto brindado por nuestro talentoso pianista, Ariel Lee -Habló Mio dedicando una sonrisa al público- A continuación, presenciarán un último show exclusivo, con la temática perfecta para avivar el espíritu típico de estos días -Un murmullo de emoción e incertidumbre se hizo presente.
La castaña dio espacio a Eric, quien tomó la palabra. Al mismo tiempo, otros reflectores iluminaron a Ariel, y a dos muchachas a su lado.
-La siguiente canción está titulada “Miracle”, escrita por mi persona, Eric Reed.
Contarán con la participación de:
Nuestra estrella, Ariel Lee, pianista.
Las voces de Esmeé O'Donnel y Shiro Akito.
Y una aparición especial.
El pelirrojo señaló a cada uno con un elegante ademán, seguidamente señaló a Mio.
-Una mención especial a Mio Valentine, diseñadora de modas, creadora de los trajes que lucirán nuestros talentosos jóvenes en esta pieza musical. Sin más preámbulo, ¡Que dé inicio!
La audiencia aplaudió con fuerza. Un nuevo reflector iluminó un piano de consola con teclas amarillentas hacia el cual caminó Ariel, mientras Shiro y Esmeé se quedaban bajo el mismo reflector.
Las personas lo seguían con la mirada, muchos no entendían por qué ese piano estaba ahí, quizás era la idea de la función. Se sentó con la misma gracia que antes, y estiró sus manos frente al teclado. La enorme pantalla del evento mostró la palabra “Miracle”, y seguidamente el pianista comenzó a tocar, la introducción era una melodía bastante opaca.
“Andaba por las frías calles de la ciudad
Veo mil destellos de adornos navideños,
Mis problemas, como neblina, son mi debilidad
Adornan mi cabeza, no me dejan ver más allá”
La sinfonía se tornó reconfortante.
“Pero de pronto llegué aquí
Y te vi a ti
Tus ojos como dos profundos mares
Brillaban como diamantes
¿Podrían mis ojos brillar así?”
La música se volvió aún más alegre.
“Me enseñaste a mirar como tú,
A ayudar como tú
A sonreír como tú
Quien diría, que se resolverían mis problemas
Con un ángel como tú”
De pronto, un nuevo reflector apareció, moviéndose a la par con el suave baile de una pequeña niña de cabellos oscuros y un vestido azul marino, quien recorría el escenario con tiernas volteretas y una hermosa sonrisa adornando su rostro níveo.
"Miracle, Miracle, you're my miracle
Miracle, miracle..."
La audiencia rápidamente se hipnotizó con su presencia, las cámaras -que transmitían el evento en vivo en los canales de televisión- apuntaban hacia ella, y en la enorme pantalla se enfocaba su figura y su dulce carita, con unos ojos relucientes.
“Cuando creía mi espíritu perdido
En tanta frivolidad
Llegaste con mil risas
A devolverme la voluntad”
"Miracle, Miracle, you're my miracle"
La canción llegó a su parte más alta y alegre.
“Te mereces el cielo
Por recordarme que existe,
Te mereces, vida mía,
Una Navidad llena de amor
Porque tú le devolviste su color”
"Miracle..."
La pequeña hizo una última delicada voltereta acompañada de las voces y el desenlace del son del piano. A continuación, una lluvia de pequeñas flores rojas cayó sobre el escenario. La audiencia aplaudió con fuerza, podían verse lágrimas de emoción en el rostro de muchos.
En la tarima, se reunió el grupo completo y realizaron una reverencia en sincronía. Eric dio por finalizado el evento y poco a poco se encendieron las luces del lugar.
En algún hogar de la ciudad, una pareja salía rápidamente en dirección al centro comercial. Sus auras eran una mezcla de colores difícil de descifrar, y en sus rostros brillaban lágrimas bajo unos ojos de impresión e incredulidad.
-¡Damas, caballeros y niños! -Alzó sus brazos- ¡Feliz Navidad y bienvenidos al gran evento de esta noche! ¡Hoy presenciarán el magnífico talento de nuestro reconocido pianista! ¡Reciban con un gran aplauso a Ariel Brooke Lee! -Mencionó haciendo énfasis en cada nombre como un presentador profesional.
Extendió su brazo y se giró con un ademán, la luz de otro reflector se hizo presente iluminando un hermoso piano de cola que brillaba inmaculado. Todos aplaudían, Ariel estaba de pie al lado del mismo, saludó con la mano, hizo una corta y elegante reverencia y tomó asiento retirando con gracia la larga cola de su smocking de pianista.
Cuando Ariel apareció, la luz que iluminaba al otro muchacho se apagó al tiempo que el mismo se retiraba del escenario.
En una pantalla que adornaba el fondo del escenario, se proyectó el nombre de la pieza que el muchacho tocaría, la misma estaba también en unos folletos que poseía cada persona de la audiencia.
En cuanto Ariel posó sus dedos en las teclas del piano, un sinfín de hermosas melodías se extendían por el lugar, era increíble la habilidad del joven con el instrumento, y la multitud pronto se encontraba hipnotizada por el hermoso sonido.
Así, se sucedieron las variadas canciones que el joven interpretó, y llegó el final de la última sinfonía que aparecía en los folletos del público. Nuevamente, Eric caminó al centro del escenario junto con Mio, las personas que los observaban esperaban que anunciaran el fin del concierto, pero fueron tomados por sorpresa.
-Gracias a todos por acompañarnos esta noche en el maravilloso concierto brindado por nuestro talentoso pianista, Ariel Lee -Habló Mio dedicando una sonrisa al público- A continuación, presenciarán un último show exclusivo, con la temática perfecta para avivar el espíritu típico de estos días -Un murmullo de emoción e incertidumbre se hizo presente.
La castaña dio espacio a Eric, quien tomó la palabra. Al mismo tiempo, otros reflectores iluminaron a Ariel, y a dos muchachas a su lado.
-La siguiente canción está titulada “Miracle”, escrita por mi persona, Eric Reed.
Contarán con la participación de:
Nuestra estrella, Ariel Lee, pianista.
Las voces de Esmeé O'Donnel y Shiro Akito.
Y una aparición especial.
El pelirrojo señaló a cada uno con un elegante ademán, seguidamente señaló a Mio.
-Una mención especial a Mio Valentine, diseñadora de modas, creadora de los trajes que lucirán nuestros talentosos jóvenes en esta pieza musical. Sin más preámbulo, ¡Que dé inicio!
La audiencia aplaudió con fuerza. Un nuevo reflector iluminó un piano de consola con teclas amarillentas hacia el cual caminó Ariel, mientras Shiro y Esmeé se quedaban bajo el mismo reflector.
Las personas lo seguían con la mirada, muchos no entendían por qué ese piano estaba ahí, quizás era la idea de la función. Se sentó con la misma gracia que antes, y estiró sus manos frente al teclado. La enorme pantalla del evento mostró la palabra “Miracle”, y seguidamente el pianista comenzó a tocar, la introducción era una melodía bastante opaca.
“Andaba por las frías calles de la ciudad
Veo mil destellos de adornos navideños,
Mis problemas, como neblina, son mi debilidad
Adornan mi cabeza, no me dejan ver más allá”
La sinfonía se tornó reconfortante.
“Pero de pronto llegué aquí
Y te vi a ti
Tus ojos como dos profundos mares
Brillaban como diamantes
¿Podrían mis ojos brillar así?”
La música se volvió aún más alegre.
“Me enseñaste a mirar como tú,
A ayudar como tú
A sonreír como tú
Quien diría, que se resolverían mis problemas
Con un ángel como tú”
De pronto, un nuevo reflector apareció, moviéndose a la par con el suave baile de una pequeña niña de cabellos oscuros y un vestido azul marino, quien recorría el escenario con tiernas volteretas y una hermosa sonrisa adornando su rostro níveo.
"Miracle, Miracle, you're my miracle
Miracle, miracle..."
La audiencia rápidamente se hipnotizó con su presencia, las cámaras -que transmitían el evento en vivo en los canales de televisión- apuntaban hacia ella, y en la enorme pantalla se enfocaba su figura y su dulce carita, con unos ojos relucientes.
“Cuando creía mi espíritu perdido
En tanta frivolidad
Llegaste con mil risas
A devolverme la voluntad”
"Miracle, Miracle, you're my miracle"
La canción llegó a su parte más alta y alegre.
“Te mereces el cielo
Por recordarme que existe,
Te mereces, vida mía,
Una Navidad llena de amor
Porque tú le devolviste su color”
"Miracle..."
La pequeña hizo una última delicada voltereta acompañada de las voces y el desenlace del son del piano. A continuación, una lluvia de pequeñas flores rojas cayó sobre el escenario. La audiencia aplaudió con fuerza, podían verse lágrimas de emoción en el rostro de muchos.
En la tarima, se reunió el grupo completo y realizaron una reverencia en sincronía. Eric dio por finalizado el evento y poco a poco se encendieron las luces del lugar.
En algún hogar de la ciudad, una pareja salía rápidamente en dirección al centro comercial. Sus auras eran una mezcla de colores difícil de descifrar, y en sus rostros brillaban lágrimas bajo unos ojos de impresión e incredulidad.
Cris- .::░ღAdmin~Contest.ღ░::.
-
Edad : 27
Cumpleaños!! : 09/07/1997
Mi llegada : 29/11/2009
Mis Mensajes : 2048
305 1803
Re: [Actividad Especial] Miracle
- Buen trabajo. - Dijo Ariel, el público ya se había ido, y él había terminado su pequeña entrevista de cinco minutos. Por lo que regresó con todos los que habían sido sus compañeros esa noche. - Lo hicieron bastante bien para personas como ustedes.
Recibió un suave zarandeó en su pierna al quitarse los guantes, Era Jori. - ¿Qué? - Ella lo quedó mirando y él comprendió. - Es una broma mocosa, no lo tomes tan a pecho ni tú, ni ustedes.-Suspiró pesadamente dirigiendo su atención a los demás, se podía ver al fondo al Staff yendo de un lado a otro. - Eso mandenlo a mi casa. - Dijo en alto, alejándose de ellos nuevamente y yendo con los encargados de mover las cosas. El piano nuevo no se podía quedar con personas que no sabían utilizarlo.
- ¿Estás bien? - Le preguntó la pequeña al pelirrojo, aunque todos seguían procesando el cambio de actitud del pelinegro, ya era algo que debía de dejarse al misterio, así como aquel halo que ahora resplandecía en amarillo, y todo lo que había estado pasando hasta el momento.
- Sí, ¿Por? - Le preguntó al agacharse a su altura.
- Por nada. - Ella sonrió. - Fue lindo verte de presentador.
- Ah… eso… - Dijo y se rascó la nuca nervioso, de hecho, aún no se lo podía creer, pero había podido mantener un ritmo aceptable en un escenario repleto siendo él el centro, aunque solo fuese por unos segundos. Algo que podía haber imaginado hasta el cansancio, pero de lo que nunca se creyó capaz. - Sí, creo que estuvo bien. - Le regresó la sonrisa a la pequeña. - Por cierto… Gracias. - Ella quedó piñando en sorpresa, no se lo esperaba. Pero al final solo asintió animada. Eric se levantó, de hecho, también debía agradecerle al pianista, de alguna manera, había sido también cosa de él.
Se aseguró de ver la dirección que tomaba la pequeña Jori, que al parecer iba en la dirección de Esmeé, quien había aprovechado un poco el tiempo para cambiarse, llamar la atención de esa manera tampoco era algo agradable. Pero un empujón lo detuvo de alejarse de ahí, un empujón que hizo a la pequeña Jori caer al piso de tal manera que de hecho merecía una disculpa. Pero la persona en cuestión solo pasó de largo.
- Oye, ¿Acaso no te vas a disculpar? - Preguntó. La chica de lentes estaba ayudando a levantar a Jori, y se había acuclillado, para ello.
El culpable lo observó extrañado.
- ¿De qué debo disculparme? - Preguntó incrédulo.
- Acabas de hacerla caer. - Señaló a la pequeña.
- ¿De qué hablas? Nisiquiera la toqué, ella sola se agachó ahora. - Eric, entendió que hablaba de Esmeé.
- No ella, la niña.
- ¿Qué niña?
- ¿Cómo que qué niña? - Hasta ella se notó indignada. ¿Cómo alguien no se iba a dar cuenta de que acababa de empujar a alguien?
- Usted no parece una niña. - Le dijo. Mio se quedó mirando la escena sin comprender, al igual que Shiro, pero esta última se estaba haciendo ya a la idea. - Y no he pasado cerca. Mejor dicho.. estoy apurado. - Concluyó, y luego se marchó. Era parte del Staff que manejaba Ariel, y el mismo, estaba ocupado mandando en otra parte.
Todos se quedaron mirando entre sí ¿Qué había pasado?
- ¿Estás bien? - Preguntó Mio al acercarse donde estaban la pequeña y la otra castaña.
- Sí, estoy bien. - Ella estaba tranquila, de hecho, nisiquiera parecía sorprendida.
Solo les dedicó una sonrisa.
Luego pudieron apreciar como Shiro se acercaba a otra persona ajena a ellos.
- Disculpe, ha visto a una pequeña, como de este porte, ojos grandes azul oscuro, y cabello negro largo, está vestida de marinerita. - Explicó con señas a esa persona, él se lo pensó un rato.
- ¿La niña que subió al escenario con ustedes no? - Shiro asintió. El hombre había visto en dirección de los demás justo donde estaba también la pequeña. - Pues no, no la he visto desde hace un buen rato. ¿Se ha perdido?
- Ah… Algo así, pero ya estamos en ello. - Explicó aparentando calma. - Muchas gracias. - Regresó con los demás y solo quedaron en silencio.
Eric recordó lo que dijo Ariel.
- Había una pista de patinaje, antes.
Y era esa plaza de eventos.
Y todos recordaron lo que Joriel les había dicho.
- ¿Acaso no ven noticias?
- Creo que… tengo que explicarles algo. - La suave voz de la pequeña los hizo salir de aquella burbuja del recuerdo, pero los mantuvo en tensión. - Yo, en realidad… llevo buscando a mis padres desde hace cuatro años.
- ¿Cómo que hace cuatro años? - Mio se agachó a su altura para poder prestar mejor atención.
- Bueno, es lo que recuerdo, que tengo cuatro años sin verlos. - Explicó. - Sé que todas las navidades veníamos a este lugar por navidad, desde mi primer año de vida. Pero en la navidad se hace cuatro años, aunque mamá me dijo que no me alejara de ella, lo hice, y fui a jugar lejos. De ahí, solo recuerdo que cuando los estaba buscando a pesar de que fui de un lado a otro, no los hallé, y nadie me ayudó, así estuve hasta que ya no había nadie, luego, solo sé, que tengo que estar cada año, porque tengo que encontrarlos… - Los ojos de la niña habían comenzado a derramar lágrimas, lágrimas tan grandes que hacían que su voz ahogase con cada palabra.- Tengo que disculparme por desobedecer, tengo que disculparme por ser una mala hija. - Dijo, Mio trató de ayudar a plantar las lágrimas con un abrazo, pero no paraba, luego Esmeé y Shiro se unieron a ello ¿Qué estaba pasando? ¿Qué era esa niña? Al menos Shiro comprendía una cosa desde que la había visto, y es que no era humana. Pero tampoco un ser celestial.
Mio iba a preguntar algo pero los acelerados pasos de suelas caras, llegó a oído de todos, y entonces, una vez más pudieron ver al pianista, esta vez agitado y nada elegante, pues cargaba una expresión de espanto.
- Están aquí. - Dijo, pero en cuanto vio el rostro de todos, especialmente de la niña quedó pasmado. Los demás pidieron con la mirada que completara la frase. - Los padres de… - Quedó en silencio unos segundos y volvió a fijar sus ojos en la profundidad de la de ella, en ese momento los veía tan vacíos. - Los padres de Jori. - Aquello terminó en más bien un murmullo, ese nombre realmente… No le pegaba.
▬
Tuvieron que salir a la parte trasera del centro comercial, en el lugar de eventos era imposible con tantas personas yendo y viniendo, y en el centro entero era obstaculizar el paso de los demás, eran un grupo grande, y ya habían pasado el concierto por televisión, era como echarse la soga al cuello a proposito.
- Joven Lee… - Un hombre ojeroso al verlo siendo el primero en salir, lo llamó con angustia en su voz, se notaba que tanto él como su esposa, había salido apurados de la comodidad de su casa, solo se habían puesto los abrigos encima, y unas bufandas para contrarrestar el frío y la nieve. La cual había comenzado a caer sobre ellos con amabilidad y delicadeza. - Mi hija… - Suplicó, Ariel sintió un extraño pinchazo en su pecho. Esa preocupación y esas desesperación, era algo que dolía, algo que dolía al punto de quemar.
El pelinegro solo pudo mirar hacia dentro hasta que todos terminaron de salir, y por último estaba la pequeña Jori, quien con timidez asomó su cabeza, escondida detrás de las piernas de Eric.
La realidad era que no sabían qué tan confiados podían estar de que ellos fuesen sus padres, y aunque al final era algo que solo era decisión de Jori, el parecido que poseían la pequeña y la señora al lado del hombre era inimaginable.
- Cariño… - Dijo el hombre. Tanto él como su esposa se había agachado a una altura prudente para poder ser reconocidos. Además mantenían un semblante de fuerza ante el sentimiento del olvido, que pronto se desbastó cuando la pequeña dejó de esconderse y caminó hacia ellos con paso torpe, mejillas rojas y ojos grandes llenos de ilusión.
Los ojos de ambos se llenaron de lágrimas de desdén, tenían a su hija nuevamente entre sus brazos. Podían abrazarla, besarla y darle todo ese amor para llenar ese pequeño corazón en cuatro años de soledad.
- Mi pequeña. - La madre entre sollozos intentaba hablar aunque las sílabas se cortaban. - Charlotte. - La separó un poco para verla de la cabeza a los pies. - Sigues tan linda como siempre. - Dijo con el dolor de saber, que no había cómo crecer más, ella ya no podía.
Mas, por fin la pequeña pudo recordarlo…
“Charlotte”
...
Ese era el nombre con el que sus padres la había bautizado, y que tanto le gustaba, y tanto extrañaba escuchar.
También recordaba perfectamente lo ocurrido, y sí, ella se había alejado de sus padres ese día de navidad, y se perdió en la pista de patinaje entre tantas personas que estaban ahí, unas aprendiendo y otras solo disfrutando el momento, ella solo había entrado en zapatos, por lo que un guardia que la vio iba a entrar, según ella en su pequeña cabecita, regañarla, y por eso escapó, sin recordar el mal estado de sus pulmones, corrió tanto, que olvidó todo, olvidó que el doctor le había dicho que no debía agitarse, olvidó que sus padres le pidieron no hacer movimientos bruscos, olvidó que debía de ser una niña tranquila que apenas podía caminar unos metros sin sentir que el aire la dejaba sin compasión alguna. Hasta ella misma caer en las profundidades, en donde ahora también su mente fallaba; y solo sabía que debía de volver con mamá y papá.
“Todo estará bien” Había escuchado antes de despertar en el centro comercial sola, y solo con su bolsito favorito de conejo como acompañante. Perdiéndose entre la multitud, tratando de hablarle a los demás y siendo ignorada… No, sin ser vista, porque no la veían. No la escuchaban, no sabían que siquiera ocupaba un espacio en ese piso tan brillante.
Pero no importaba, porque, todo estaba bien, ella podía buscar a sus padres sola, ella podía sin duda alguna… O eso creía hasta que aun cuando esperó en la puerta por su llegada nunca aparecieron.
La tradición de ir al centro se había perdido ¿Había sido su culpa? La estaban castigando por haber sido una niña desobediente?. Pero sus papás no eran así, siempre fueron cariñosos y le inculcaron cosas buenas por las cuales ella era así. No encontraba la razón. Y con el paso de los años y la llegada de aquel ser mágico llamado Joriel, lo comprendió.
Gracias a que Ariel cargaba ese pequeño libro, ella pudo ser vista, y por fin podía hacer lo que quisiera, podía correr de aquí para allá y ser notada. Notada por todos, y quizá también por sus padres, padres que tardaron, pero que al final, llegaron y le dieron la calidez que el frío invernal de la navidad siempre le había robado durante todo ese tiempo.
- Lo siento. - Murmuró. Sus padres negaron.
- Nosotros somos quienes debemos disculparnos. - Su padre la tomó de las manitos. - Lo sentimos, desde lo más profundo de nuestras almas. No sabes cuánto habíamos pedido por un momento así. Solo para que entiendas, que como tus padres, te amamos y seguiremos amando siempre, y por siempre.
- Yo… También… por siempre… - La familia se volvió a abrazar de tal manera que hizo que el corazón de cada uno de los espectadores de aquella escena se presionara de tal manera, que sentían, aún debían de dar más de ellos mismos, para todo, mucho más. Y que al regresar a casa, quizá, solo quizá, intentarían demostrar todo lo que no habían podido antes.
Algo por lo que Charlotte entendía que la navidad era buena, y ese era su regalo, no solo tenía amigos ahora, sino que también pudo estar con sus padres una vez más. ¿Y todo eso gracias a?
▬
Las campanas que anunciaban las doce de la noche retumbaron en los oídos de todos. Pero retumbaban tanto que hubo la necesidad de contrarrestar el sonido con las palmas de sus manos y hasta de cerrar los ojos…
Después de la doceava, todo fue silencio, y al abrir los ojos habían regresado al inicio de todo. Lo que reconocían como el interior de la pequeña esfera de cristal. Aquella estrella gigante brillaba fuerte y cálidamente, no quemaba los ojos, ni tampoco los hacía sentir en un horno, era simplemente amable y confortable.
- ¡Son las doce! - Nuevamente Joriel apareció frente a ellos, esta vez, los que estaban sin habla eran los padres de la niña, pues no solo su hija había desaparecido de sus brazos una vez más, sino que también los demás jóvenes. - ¡Feliz Navidad!
Mientras Joriel se notaba tan alegre y jovial mientras levitaba frente a ellos, las lágrimas en los ojos de otros no auguraban una tan feliz navidad.
La pequeña corrió entonces a las piernas de él, y con la mejor sonrisa que pudo componer dijo un sincero y gran “Gracias” Joriel ante esto, solo sonrió y bajó hasta acuclillarse a su lado.
- No pequeña. - Le habló de manera dulce, y acarició su cabeza. - Gracias a ti. - Jori lo miró incrédula, los demás de hecho no dudaron en las palabras que le había dedicado aquel peliblanco. - Tus deseos de navidad, son fuertes y claros, tanto que han hecho esto posible. No te rendiste, y ahora estamos aquí.
Jori lo miró y entendía esa mirada de melancolía, sabía qué debía hacer.
- ¿Ya nos vamos? - Preguntó encogiéndose con sus manos hechas un bollo sobre su pecho, tratando de controlar todo lo que podía llorar en ese momento, después de todo, era un a niña.
Joriel asintió. Y luego miró a los demás jóvenes.
- ¿Cómo les fue? - Preguntó en general. Nadie dijo nada ¿Qué podían decir? ¿Fenomenal? Así no era como se sentían después de tal descubrimiento.
La pequeña Charlotte, era un angelito, pero no un angelito enviado del cielo, sino un angelito nacido en la tierra, que les enseñó tantas cosas, y por las cuales ahora subiría al cielo. Un angelito que muy posiblemente no volverían a ver en mucho tiempo.
Charlotte al ser consciente de esto se acercó a ellos de uno por uno, quería despedirse bien. Y decirles todo lo que no había podido a lo largo de la noche.
- Disculpen el hecho de que les estaba mintiendo sobre el paradero de mis padres. También que los involucré en esto. Pero al mismo tiempo estoy agradecida de haberme topado con personas como ustedes.
- Y nosotros de toparnos contigo. - Contestó Esmeé con una suave sonrisa.
- ¿En serio? - Recibió asentimientos y sis dispersos entre cada uno. Y con ello sintió que de alguna manera podía estar tranquila. - Shiro, ¿Me vas a ir a visitar? - Preguntó a la peliazul, quien solo asintió, entre ellos, de hecho era la única con un permiso parecido.
- En cuanto pueda me verás por ahí. - Dijo, pero era algo difícil también.
- Cuando regreses ve con tus hermanas seguro estarán preocupadas por ti. - Recibió la sonrisa de Shiro como respuesta y se acercó a abrazarla un rato. - Mio. Gracias por ser tan linda. - Se acercó a la nominada. - Tu madurez me ayudó mucho para no perder la cabeza entre tantos niños. - Dijo como broma, la castaña rió ante ello y al abrazarla le dijo:
- Gracias por ser tan buena niña. - Los ojitos profundos brillaron de emoción y con eso pasó a la siguiente persona.
- Esmeé. Me cuidaste tanto, a pesar del poco tiempo, sentí lo que es tener una hermana mayor gracias a ti. - Ella también la abrazó.
- Y fuiste una buena, aunque un poco traviesa hermanita menor. - Rió ligeramente. - Podemos seguir siéndolo.
- ¿Siempre?
- Siempre. - La menor se abrazó con más fuerza y después de unos segundos la soltó para luego dar un pequeño trote hasta Eric, a quien se le colgó en otro abrazo.
- ¡Feliz Navidad! - Dijo animada, Eric sonrió ante ello.
- ¡Feliz Navidad! Jojojo. - Contestó con la misma emoción. Ella rió ante la imitación de la risa.
- Eres el mejor Santa que he conocido. Y he conocido muchos.
- ¿Segura que no eres tu santa? - Ella negó.
- El calor familiar que recordé gracias a ti, es mejor regalo. - Eric apretujó a la pequeña con cuidado. Eso era un buen regalo.
- Seré Santa, y tú serás esa luz que guiará mi trineo. - Ella asintió sin perder el brillo en sus ojos. Y lo soltó después de unos cuantos juegos de brazos.
Finalmente, con calma se acercó a Ariel, a quien como la costumbre le había mandado, le jaló del pantalón con mucho más entusiasmo que antes, y también esa era la primera vez que en lugar de mirarla con hostigamiento, podía apreciar la calma en sus ojos.
- ¿Qué quieres? - Le dijo con tono monótono, también era la costumbre, lo diferente fue que esta vez Ariel fue quien se agachó a su altura sin necesidad de ser agresivo, o molesto, era simplemente una persona que aun no entendía del todo lo que ocurría.
Ella estiró sus bracitos, él rió ante ese gesto, pero no con desprecio, más bien con burla hacia sí mismo, era la ironía que a veces no lo dejaba proyectarse bien. Pero terminó rodeando el pequeño cuerpo con amabilidad y el cariño que le había tomado en ese corto tiempo.
- Feliz cumpleaños. - Le dijo a su oído. Ariel abrió los ojos grandes, un libro, idéntico al de
Él estaba frente a sus ojos. Solo que este no estaba maltratado, ni era entregado por el mayordomo desconocido de sus padres. Era un pequeño regalo dado por esa pequeña niña, que quién sabe cómo descubrió que justo estaba cumpliendo años ese día. Pero no tenía que ser tan inteligente o perspicaz para saberlo. Joriel tuvo que estar detrás de eso, y seguramente era el mismo libro, arreglado de alguna u otra manera.
- Feliz Navidad… Charlotte. - Dijo dulce, y la soltó luego de darle una palmadita en la espalda. Ella lo miró un momento.
- Feliz navidad, señor perdido. - Sonrió en broma, Ariel no se molestó, sino que sonrió ante ello. Recordando que cuando se conocieron, de hecho, si estaba perdido. Quizá demasiado.
Dos palmadas se escucharon.
- Tiempo. - Dijo Joriel. - Charlotte, ven. - La pequeña dio un pequeño vistazo general a todos nuevamente y con una pequeña reverencia se despidió, para ir a tomar la mano del peliplata que con una reverencia inclinada, también les agradecía. Hasta la desaparición del domo, y el regreso al mundo exterior, pudieron apreciar las hermosas alas de la que ahora era portadora la pequeña Charlotte, mismas alas gracias a las cuales y junto la ayuda de Joriel, despegaron hacia lo más alto del cielo invernal, después de pronunciar con mucha nostalgia, pero seguridad.
Y luego subir para poder formar una nueva estrella en el firmamento, la única que resplandecía y se lucía sola en esa Navidad.
Por eso, cuando te encuentres con algo que te saque de la rutina, no dudes en pensar que un angelito se está entrometiendo para hacer de tu vida un milagro. Un milagro tan hermoso, del cual nunca podrás olvidarte.
- La navidad no es tan mala, ¿No? - Dijo Eric, Ariel se había quedado contemplando el cielo casi tan distraído como el pelirrojo, cuando sintió que ya no iba a recibir respuesta. De alguna manera se había vuelto tan hermoso, que era imposible apartar la vista, aun cuando nevaba sobre ellos. Y por eso mismo, quizá no alcanzó a escuchar lo que en ese instante, era quizá algo normal en el pelinegro.
- Es un bello regalo.
FIN
Recibió un suave zarandeó en su pierna al quitarse los guantes, Era Jori. - ¿Qué? - Ella lo quedó mirando y él comprendió. - Es una broma mocosa, no lo tomes tan a pecho ni tú, ni ustedes.-Suspiró pesadamente dirigiendo su atención a los demás, se podía ver al fondo al Staff yendo de un lado a otro. - Eso mandenlo a mi casa. - Dijo en alto, alejándose de ellos nuevamente y yendo con los encargados de mover las cosas. El piano nuevo no se podía quedar con personas que no sabían utilizarlo.
- ¿Estás bien? - Le preguntó la pequeña al pelirrojo, aunque todos seguían procesando el cambio de actitud del pelinegro, ya era algo que debía de dejarse al misterio, así como aquel halo que ahora resplandecía en amarillo, y todo lo que había estado pasando hasta el momento.
- Sí, ¿Por? - Le preguntó al agacharse a su altura.
- Por nada. - Ella sonrió. - Fue lindo verte de presentador.
- Ah… eso… - Dijo y se rascó la nuca nervioso, de hecho, aún no se lo podía creer, pero había podido mantener un ritmo aceptable en un escenario repleto siendo él el centro, aunque solo fuese por unos segundos. Algo que podía haber imaginado hasta el cansancio, pero de lo que nunca se creyó capaz. - Sí, creo que estuvo bien. - Le regresó la sonrisa a la pequeña. - Por cierto… Gracias. - Ella quedó piñando en sorpresa, no se lo esperaba. Pero al final solo asintió animada. Eric se levantó, de hecho, también debía agradecerle al pianista, de alguna manera, había sido también cosa de él.
Se aseguró de ver la dirección que tomaba la pequeña Jori, que al parecer iba en la dirección de Esmeé, quien había aprovechado un poco el tiempo para cambiarse, llamar la atención de esa manera tampoco era algo agradable. Pero un empujón lo detuvo de alejarse de ahí, un empujón que hizo a la pequeña Jori caer al piso de tal manera que de hecho merecía una disculpa. Pero la persona en cuestión solo pasó de largo.
- Oye, ¿Acaso no te vas a disculpar? - Preguntó. La chica de lentes estaba ayudando a levantar a Jori, y se había acuclillado, para ello.
El culpable lo observó extrañado.
- ¿De qué debo disculparme? - Preguntó incrédulo.
- Acabas de hacerla caer. - Señaló a la pequeña.
- ¿De qué hablas? Nisiquiera la toqué, ella sola se agachó ahora. - Eric, entendió que hablaba de Esmeé.
- No ella, la niña.
- ¿Qué niña?
- ¿Cómo que qué niña? - Hasta ella se notó indignada. ¿Cómo alguien no se iba a dar cuenta de que acababa de empujar a alguien?
- Usted no parece una niña. - Le dijo. Mio se quedó mirando la escena sin comprender, al igual que Shiro, pero esta última se estaba haciendo ya a la idea. - Y no he pasado cerca. Mejor dicho.. estoy apurado. - Concluyó, y luego se marchó. Era parte del Staff que manejaba Ariel, y el mismo, estaba ocupado mandando en otra parte.
Todos se quedaron mirando entre sí ¿Qué había pasado?
- ¿Estás bien? - Preguntó Mio al acercarse donde estaban la pequeña y la otra castaña.
- Sí, estoy bien. - Ella estaba tranquila, de hecho, nisiquiera parecía sorprendida.
Solo les dedicó una sonrisa.
Luego pudieron apreciar como Shiro se acercaba a otra persona ajena a ellos.
- Disculpe, ha visto a una pequeña, como de este porte, ojos grandes azul oscuro, y cabello negro largo, está vestida de marinerita. - Explicó con señas a esa persona, él se lo pensó un rato.
- ¿La niña que subió al escenario con ustedes no? - Shiro asintió. El hombre había visto en dirección de los demás justo donde estaba también la pequeña. - Pues no, no la he visto desde hace un buen rato. ¿Se ha perdido?
- Ah… Algo así, pero ya estamos en ello. - Explicó aparentando calma. - Muchas gracias. - Regresó con los demás y solo quedaron en silencio.
Eric recordó lo que dijo Ariel.
- Había una pista de patinaje, antes.
Y era esa plaza de eventos.
Y todos recordaron lo que Joriel les había dicho.
- ¿Acaso no ven noticias?
- Creo que… tengo que explicarles algo. - La suave voz de la pequeña los hizo salir de aquella burbuja del recuerdo, pero los mantuvo en tensión. - Yo, en realidad… llevo buscando a mis padres desde hace cuatro años.
- ¿Cómo que hace cuatro años? - Mio se agachó a su altura para poder prestar mejor atención.
- Bueno, es lo que recuerdo, que tengo cuatro años sin verlos. - Explicó. - Sé que todas las navidades veníamos a este lugar por navidad, desde mi primer año de vida. Pero en la navidad se hace cuatro años, aunque mamá me dijo que no me alejara de ella, lo hice, y fui a jugar lejos. De ahí, solo recuerdo que cuando los estaba buscando a pesar de que fui de un lado a otro, no los hallé, y nadie me ayudó, así estuve hasta que ya no había nadie, luego, solo sé, que tengo que estar cada año, porque tengo que encontrarlos… - Los ojos de la niña habían comenzado a derramar lágrimas, lágrimas tan grandes que hacían que su voz ahogase con cada palabra.- Tengo que disculparme por desobedecer, tengo que disculparme por ser una mala hija. - Dijo, Mio trató de ayudar a plantar las lágrimas con un abrazo, pero no paraba, luego Esmeé y Shiro se unieron a ello ¿Qué estaba pasando? ¿Qué era esa niña? Al menos Shiro comprendía una cosa desde que la había visto, y es que no era humana. Pero tampoco un ser celestial.
Mio iba a preguntar algo pero los acelerados pasos de suelas caras, llegó a oído de todos, y entonces, una vez más pudieron ver al pianista, esta vez agitado y nada elegante, pues cargaba una expresión de espanto.
- Están aquí. - Dijo, pero en cuanto vio el rostro de todos, especialmente de la niña quedó pasmado. Los demás pidieron con la mirada que completara la frase. - Los padres de… - Quedó en silencio unos segundos y volvió a fijar sus ojos en la profundidad de la de ella, en ese momento los veía tan vacíos. - Los padres de Jori. - Aquello terminó en más bien un murmullo, ese nombre realmente… No le pegaba.
▬
Tuvieron que salir a la parte trasera del centro comercial, en el lugar de eventos era imposible con tantas personas yendo y viniendo, y en el centro entero era obstaculizar el paso de los demás, eran un grupo grande, y ya habían pasado el concierto por televisión, era como echarse la soga al cuello a proposito.
- Joven Lee… - Un hombre ojeroso al verlo siendo el primero en salir, lo llamó con angustia en su voz, se notaba que tanto él como su esposa, había salido apurados de la comodidad de su casa, solo se habían puesto los abrigos encima, y unas bufandas para contrarrestar el frío y la nieve. La cual había comenzado a caer sobre ellos con amabilidad y delicadeza. - Mi hija… - Suplicó, Ariel sintió un extraño pinchazo en su pecho. Esa preocupación y esas desesperación, era algo que dolía, algo que dolía al punto de quemar.
El pelinegro solo pudo mirar hacia dentro hasta que todos terminaron de salir, y por último estaba la pequeña Jori, quien con timidez asomó su cabeza, escondida detrás de las piernas de Eric.
La realidad era que no sabían qué tan confiados podían estar de que ellos fuesen sus padres, y aunque al final era algo que solo era decisión de Jori, el parecido que poseían la pequeña y la señora al lado del hombre era inimaginable.
- Cariño… - Dijo el hombre. Tanto él como su esposa se había agachado a una altura prudente para poder ser reconocidos. Además mantenían un semblante de fuerza ante el sentimiento del olvido, que pronto se desbastó cuando la pequeña dejó de esconderse y caminó hacia ellos con paso torpe, mejillas rojas y ojos grandes llenos de ilusión.
Los ojos de ambos se llenaron de lágrimas de desdén, tenían a su hija nuevamente entre sus brazos. Podían abrazarla, besarla y darle todo ese amor para llenar ese pequeño corazón en cuatro años de soledad.
- Mi pequeña. - La madre entre sollozos intentaba hablar aunque las sílabas se cortaban. - Charlotte. - La separó un poco para verla de la cabeza a los pies. - Sigues tan linda como siempre. - Dijo con el dolor de saber, que no había cómo crecer más, ella ya no podía.
Mas, por fin la pequeña pudo recordarlo…
“Charlotte”
...
Ese era el nombre con el que sus padres la había bautizado, y que tanto le gustaba, y tanto extrañaba escuchar.
También recordaba perfectamente lo ocurrido, y sí, ella se había alejado de sus padres ese día de navidad, y se perdió en la pista de patinaje entre tantas personas que estaban ahí, unas aprendiendo y otras solo disfrutando el momento, ella solo había entrado en zapatos, por lo que un guardia que la vio iba a entrar, según ella en su pequeña cabecita, regañarla, y por eso escapó, sin recordar el mal estado de sus pulmones, corrió tanto, que olvidó todo, olvidó que el doctor le había dicho que no debía agitarse, olvidó que sus padres le pidieron no hacer movimientos bruscos, olvidó que debía de ser una niña tranquila que apenas podía caminar unos metros sin sentir que el aire la dejaba sin compasión alguna. Hasta ella misma caer en las profundidades, en donde ahora también su mente fallaba; y solo sabía que debía de volver con mamá y papá.
“Todo estará bien” Había escuchado antes de despertar en el centro comercial sola, y solo con su bolsito favorito de conejo como acompañante. Perdiéndose entre la multitud, tratando de hablarle a los demás y siendo ignorada… No, sin ser vista, porque no la veían. No la escuchaban, no sabían que siquiera ocupaba un espacio en ese piso tan brillante.
Pero no importaba, porque, todo estaba bien, ella podía buscar a sus padres sola, ella podía sin duda alguna… O eso creía hasta que aun cuando esperó en la puerta por su llegada nunca aparecieron.
La tradición de ir al centro se había perdido ¿Había sido su culpa? La estaban castigando por haber sido una niña desobediente?. Pero sus papás no eran así, siempre fueron cariñosos y le inculcaron cosas buenas por las cuales ella era así. No encontraba la razón. Y con el paso de los años y la llegada de aquel ser mágico llamado Joriel, lo comprendió.
Gracias a que Ariel cargaba ese pequeño libro, ella pudo ser vista, y por fin podía hacer lo que quisiera, podía correr de aquí para allá y ser notada. Notada por todos, y quizá también por sus padres, padres que tardaron, pero que al final, llegaron y le dieron la calidez que el frío invernal de la navidad siempre le había robado durante todo ese tiempo.
- Lo siento. - Murmuró. Sus padres negaron.
- Nosotros somos quienes debemos disculparnos. - Su padre la tomó de las manitos. - Lo sentimos, desde lo más profundo de nuestras almas. No sabes cuánto habíamos pedido por un momento así. Solo para que entiendas, que como tus padres, te amamos y seguiremos amando siempre, y por siempre.
- Yo… También… por siempre… - La familia se volvió a abrazar de tal manera que hizo que el corazón de cada uno de los espectadores de aquella escena se presionara de tal manera, que sentían, aún debían de dar más de ellos mismos, para todo, mucho más. Y que al regresar a casa, quizá, solo quizá, intentarían demostrar todo lo que no habían podido antes.
Algo por lo que Charlotte entendía que la navidad era buena, y ese era su regalo, no solo tenía amigos ahora, sino que también pudo estar con sus padres una vez más. ¿Y todo eso gracias a?
▬
Las campanas que anunciaban las doce de la noche retumbaron en los oídos de todos. Pero retumbaban tanto que hubo la necesidad de contrarrestar el sonido con las palmas de sus manos y hasta de cerrar los ojos…
Después de la doceava, todo fue silencio, y al abrir los ojos habían regresado al inicio de todo. Lo que reconocían como el interior de la pequeña esfera de cristal. Aquella estrella gigante brillaba fuerte y cálidamente, no quemaba los ojos, ni tampoco los hacía sentir en un horno, era simplemente amable y confortable.
- ¡Son las doce! - Nuevamente Joriel apareció frente a ellos, esta vez, los que estaban sin habla eran los padres de la niña, pues no solo su hija había desaparecido de sus brazos una vez más, sino que también los demás jóvenes. - ¡Feliz Navidad!
Mientras Joriel se notaba tan alegre y jovial mientras levitaba frente a ellos, las lágrimas en los ojos de otros no auguraban una tan feliz navidad.
La pequeña corrió entonces a las piernas de él, y con la mejor sonrisa que pudo componer dijo un sincero y gran “Gracias” Joriel ante esto, solo sonrió y bajó hasta acuclillarse a su lado.
- No pequeña. - Le habló de manera dulce, y acarició su cabeza. - Gracias a ti. - Jori lo miró incrédula, los demás de hecho no dudaron en las palabras que le había dedicado aquel peliblanco. - Tus deseos de navidad, son fuertes y claros, tanto que han hecho esto posible. No te rendiste, y ahora estamos aquí.
Jori lo miró y entendía esa mirada de melancolía, sabía qué debía hacer.
- ¿Ya nos vamos? - Preguntó encogiéndose con sus manos hechas un bollo sobre su pecho, tratando de controlar todo lo que podía llorar en ese momento, después de todo, era un a niña.
Joriel asintió. Y luego miró a los demás jóvenes.
- ¿Cómo les fue? - Preguntó en general. Nadie dijo nada ¿Qué podían decir? ¿Fenomenal? Así no era como se sentían después de tal descubrimiento.
La pequeña Charlotte, era un angelito, pero no un angelito enviado del cielo, sino un angelito nacido en la tierra, que les enseñó tantas cosas, y por las cuales ahora subiría al cielo. Un angelito que muy posiblemente no volverían a ver en mucho tiempo.
Charlotte al ser consciente de esto se acercó a ellos de uno por uno, quería despedirse bien. Y decirles todo lo que no había podido a lo largo de la noche.
- Disculpen el hecho de que les estaba mintiendo sobre el paradero de mis padres. También que los involucré en esto. Pero al mismo tiempo estoy agradecida de haberme topado con personas como ustedes.
- Y nosotros de toparnos contigo. - Contestó Esmeé con una suave sonrisa.
- ¿En serio? - Recibió asentimientos y sis dispersos entre cada uno. Y con ello sintió que de alguna manera podía estar tranquila. - Shiro, ¿Me vas a ir a visitar? - Preguntó a la peliazul, quien solo asintió, entre ellos, de hecho era la única con un permiso parecido.
- En cuanto pueda me verás por ahí. - Dijo, pero era algo difícil también.
- Cuando regreses ve con tus hermanas seguro estarán preocupadas por ti. - Recibió la sonrisa de Shiro como respuesta y se acercó a abrazarla un rato. - Mio. Gracias por ser tan linda. - Se acercó a la nominada. - Tu madurez me ayudó mucho para no perder la cabeza entre tantos niños. - Dijo como broma, la castaña rió ante ello y al abrazarla le dijo:
- Gracias por ser tan buena niña. - Los ojitos profundos brillaron de emoción y con eso pasó a la siguiente persona.
- Esmeé. Me cuidaste tanto, a pesar del poco tiempo, sentí lo que es tener una hermana mayor gracias a ti. - Ella también la abrazó.
- Y fuiste una buena, aunque un poco traviesa hermanita menor. - Rió ligeramente. - Podemos seguir siéndolo.
- ¿Siempre?
- Siempre. - La menor se abrazó con más fuerza y después de unos segundos la soltó para luego dar un pequeño trote hasta Eric, a quien se le colgó en otro abrazo.
- ¡Feliz Navidad! - Dijo animada, Eric sonrió ante ello.
- ¡Feliz Navidad! Jojojo. - Contestó con la misma emoción. Ella rió ante la imitación de la risa.
- Eres el mejor Santa que he conocido. Y he conocido muchos.
- ¿Segura que no eres tu santa? - Ella negó.
- El calor familiar que recordé gracias a ti, es mejor regalo. - Eric apretujó a la pequeña con cuidado. Eso era un buen regalo.
- Seré Santa, y tú serás esa luz que guiará mi trineo. - Ella asintió sin perder el brillo en sus ojos. Y lo soltó después de unos cuantos juegos de brazos.
Finalmente, con calma se acercó a Ariel, a quien como la costumbre le había mandado, le jaló del pantalón con mucho más entusiasmo que antes, y también esa era la primera vez que en lugar de mirarla con hostigamiento, podía apreciar la calma en sus ojos.
- ¿Qué quieres? - Le dijo con tono monótono, también era la costumbre, lo diferente fue que esta vez Ariel fue quien se agachó a su altura sin necesidad de ser agresivo, o molesto, era simplemente una persona que aun no entendía del todo lo que ocurría.
Ella estiró sus bracitos, él rió ante ese gesto, pero no con desprecio, más bien con burla hacia sí mismo, era la ironía que a veces no lo dejaba proyectarse bien. Pero terminó rodeando el pequeño cuerpo con amabilidad y el cariño que le había tomado en ese corto tiempo.
- Feliz cumpleaños. - Le dijo a su oído. Ariel abrió los ojos grandes, un libro, idéntico al de
Él estaba frente a sus ojos. Solo que este no estaba maltratado, ni era entregado por el mayordomo desconocido de sus padres. Era un pequeño regalo dado por esa pequeña niña, que quién sabe cómo descubrió que justo estaba cumpliendo años ese día. Pero no tenía que ser tan inteligente o perspicaz para saberlo. Joriel tuvo que estar detrás de eso, y seguramente era el mismo libro, arreglado de alguna u otra manera.
- Feliz Navidad… Charlotte. - Dijo dulce, y la soltó luego de darle una palmadita en la espalda. Ella lo miró un momento.
- Feliz navidad, señor perdido. - Sonrió en broma, Ariel no se molestó, sino que sonrió ante ello. Recordando que cuando se conocieron, de hecho, si estaba perdido. Quizá demasiado.
Dos palmadas se escucharon.
- Tiempo. - Dijo Joriel. - Charlotte, ven. - La pequeña dio un pequeño vistazo general a todos nuevamente y con una pequeña reverencia se despidió, para ir a tomar la mano del peliplata que con una reverencia inclinada, también les agradecía. Hasta la desaparición del domo, y el regreso al mundo exterior, pudieron apreciar las hermosas alas de la que ahora era portadora la pequeña Charlotte, mismas alas gracias a las cuales y junto la ayuda de Joriel, despegaron hacia lo más alto del cielo invernal, después de pronunciar con mucha nostalgia, pero seguridad.
“Todo estará bien”
Y luego subir para poder formar una nueva estrella en el firmamento, la única que resplandecía y se lucía sola en esa Navidad.
Por eso, cuando te encuentres con algo que te saque de la rutina, no dudes en pensar que un angelito se está entrometiendo para hacer de tu vida un milagro. Un milagro tan hermoso, del cual nunca podrás olvidarte.
- La navidad no es tan mala, ¿No? - Dijo Eric, Ariel se había quedado contemplando el cielo casi tan distraído como el pelirrojo, cuando sintió que ya no iba a recibir respuesta. De alguna manera se había vuelto tan hermoso, que era imposible apartar la vista, aun cuando nevaba sobre ellos. Y por eso mismo, quizá no alcanzó a escuchar lo que en ese instante, era quizá algo normal en el pelinegro.
- Es un bello regalo.
FIN
Shiba- .::♡.Moder*Contest.♡::.
-
Edad : 28
Cumpleaños!! : 03/08/1996
Mi llegada : 30/06/2010
Mis Mensajes : 1613
322 1255
Página 2 de 2. • 1, 2
Temas similares
» CONTEST ESPECIAL! *U*
» [Review] Miracle
» El Amor- Especial de San valentin
» Mis dibujillos -w- Dibujo Especial! Actualizado! 02/10/13
» [Especial anime] Pokemón: Los origenes
» [Review] Miracle
» El Amor- Especial de San valentin
» Mis dibujillos -w- Dibujo Especial! Actualizado! 02/10/13
» [Especial anime] Pokemón: Los origenes
Página 2 de 2.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Lun 18 Nov - 21:30 por Dani
» A Poison Called Love
Dom 17 Nov - 2:49 por Mihrimoonx
» [Único] ¡Confesionario!
Mar 12 Nov - 20:14 por Dani
» Te Baneo
Mar 12 Nov - 15:55 por Dani
» Dime tus Gustos
Mar 12 Nov - 15:53 por Dani
» ¿Qué harías si...?
Mar 12 Nov - 15:50 por Dani
» [Único] ¿Qué estás escuchando ahora?
Sáb 2 Nov - 17:25 por Shiba
» ★~Pokécedario!~★
Sáb 2 Nov - 17:21 por Shiba
» [Único] Ops & Eds: Música para los oídos~
Sáb 7 Sep - 11:58 por Seira
» [Música]♥~¿Cantante favorito?~♥
Sáb 7 Sep - 11:32 por Seira
» [One-Shot] Recuérdame
Sáb 7 Sep - 10:59 por Seira
» [ONE-SHOT] Lecciones de vuelo
Sáb 7 Sep - 10:42 por Seira
» [ONE-SHOT] En pocas palabras
Sáb 7 Sep - 9:59 por Seira
» A U R I C U L A R E S
Sáb 7 Sep - 9:06 por Seira
» [One-Shot] A B A N I C O
Sáb 13 Jul - 22:11 por Xanath