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[Roll] The city of Babylonia~
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Re: [Roll] The city of Babylonia~
Era de noche, Shuu, acostado en su cama y observando el oscuro techo de su habitación, se quedó pensativo; trataba en vano de ordenar sus pensamientos, pero todo lo que lograba era confundirse más, hipnotizado ante esa imagen mental de esos ojos como el profundo y cristalino mar observándolo con fijeza, exigiendo respuestas que él no se podía dar a sí mismo siquiera. Se preguntó innumerables veces qué era lo que le pasaba y cuándo fue el momento exacto donde comenzó a sentir algo más que una mera amistad o lo que fuesen que sean ellos ...porque, a decir verdad, apenas se conocían. Hacia cuánto tiempo que la había visto? La respuesta llegó rápidamente en su mente: El funeral de su padre, donde Adelaida se encontraba considerablemente herida luego del intento de asesinato del rey. Debla reconocer que desde el principio le llamó la atención, pero más por haber enamorado a su insensible y mujeriego hermano que otro motivo en especial. Pero ahora, todo era diferente y eso le preocupaba. En cierto modo, ni siquiera sabía exactamente que le ocurría... ¿Era simplemente un cariño y agradecimiento porque ella se había preocupado pot él, porque lo había aconsejado y ayudado como amiga.? ¿Un amor de amistad? ¿ O era algo más, un sentimiento incorrecto y no correspondido que no debia estar allí? Tenía una leve idea de cual sería la respuesta correcta y le daba cierto pavor pensar en ello.
Dio un profuso y sonoro dormido, incapaz de dormir, mientras que sus pensamientos seguían confundiendolo aún más , sin poder coordinar sus deseos e impulsos con lo moral, su ética; porque, a pesar de lo que creian Judal y Lear, él era incapaz de quitarles a sus enamoradas,
Cerró los ojos, tratando de alejar esos inquietantes y confusos pensamientos cayendo en los brazos de Morfeo.
.................................................
-¿Estás bien? - le preguntó Adelaida a Kaileena, quien notó como la muchacha se movía tratando de conciliar el sueño.
-La verdad que no- admitió ella con pesar.
-¿Qué ocurrió? - le cuestiono la joven, tratando de ayudarla.
-Mi hemana - respondió la muchacha, y Ali se asombro al notar ese tono despectivo en su voz. No parecía acorde a su personalidad relajada-. Ella tiene un encanto especial y Caleb no es capaz de resistirse a eso- finalizó ella, tratando de no empezar a sollozar.
-"Ese estúpido. A veces me hace pensar que Judal tiene razón con todo lo que dice de él " - pensó Ali con molestia- . Relájate Kaileena, Caleb te ama con locura y lo sabés.
-A veces me hace dudar de eso- opinó ella con tristeza-. Caleb jamás se decide por nada, siempre duda de todo.
Adelaida suspiró, tratando de hacer quedar bien a su amiga, pero pensando en lo estúpido que era y cómo perdería a esa joven única que lo amaba. Mierda. Ninguna de sus palabras podían alegrar en lo más mínimo a Kaileena, quien se sentía sola y con falta de cariño.
La chica la abrazó, tratando de darle todos los ánimos posibles, pero sabía que eran inútiles. Ella no podía hacer nada por Kaileena, no iba a lograr que ella esbozara una sonrisa. Él único que lograría hacer eso sería Judal.
La pelinegra se levantó, sabiendo que después se arrepentiría de lo que haría.
-¿Qué hacés?- preguntó Kaileena, mirándola intrigada.
-Voy a tomar un poco de agua- le mintió con rápidez. Agradeció saber mentir y que nadie se percatara de sus engaños.
-Excepto Judal- pensó.
Observó un el bulto que sobresalía del sillón y, un poco más de cerca e iluminado por la nítida luz que se colaba de la cortina entreabierta, logró notar el rostro apacible de Judal dormido. Ella lo miró unos segundos, sabiendo que era lo más hermoso que había observado jamás en su vida.
Notó uno de los cabellos del chico que había caído sobre su ojo cerrado de manera molesta y lo corrió suavemente, al instante, notó como esas orbes carmines, la observaron fijamente. Hizo una sonrisa somnolienta y soberbia.
-Yo sé que no podés vivir sin mí, pero no es necesario que me mires dormir en las noches, es algo tétrico.
-Idiota- murmuró ella-. Quiero que vayas a dormir con Kaileena- dijo, una vez que notó que el chico se incorporaba y parecía más lúcido.
Judal abrió los ojos asombrados.
-¿Qué?
-Lo que oíste- dijo ella un tanto dubitativa. Realmente la idea no le agradaba para nada, pero sabía que era lo mejor para Kaileena. Y, como la persona malditamente altruista que era, no podía permitir verla mal-. Kaileena está triste, no puede dormir y yo no puedo hacer nada por ella. Sos su mejor amigo, sabés que decirle para que sonría y se sienta mejor.
Judal la miró fijamente a los ojos, tratando de descifrar algo más en aquellas orbes zafiros.
-¿Segura?- preguntó incrédulo.
-Segurísima- mintió ella. Y, quizás porque Judal no notó su mentira por una milagrosa vez, o porque sencillamente decidió ignorar esa respuesta y ayudar a su mejor amiga, se levantó de allí y fue hacia la habitación donde la joven descansaba.
Adelaida se dejó caer en el sillón, se tocó el pecho, sabiendo que algo le dolía, reconociendo esa angustia que le surcaba a cada momento. Se había percatado de lo mucho que Kaileena lo necesitaba a Judal y de cómo este se desvivía con tal de que ella no estuviera triste. Era una relación demasiado íntima, algo que iba más allá de una simple amistad, o al menos eso sentía.
“Amor”
La palabra retumbó dolorosamente en su mente, con un eco tintineante y espeluznante, que no dejaba de martillearle la cabeza.
Dudaba de que tanto Judal como Kaileena se dieran cuenta de ello, pero había algo en la manera en la que hablaban, en la que se necesitaban mutuamente, que daba a entender a cualquiera que esos dos se amaban de una manera especial. Quizás porque era una observadora objetiva, porque no lo confundía con gestos amistosos o confianzudos que forjaron con ahínco esos años de amistad.
Y ellos se iban a casar...
Se mordió el labio, tanto que comenzó a sangrarle, sabiendo que ambos serían una pareja perfecta, sin problemas, queriéndose mutuamente, sin ninguna discusión en lo absoluto, abalado por cualquiera. Kaileena era la mejor esposa para Judal y viceversa. No sabía si lo deducía ahora por ella misma, por la obviedad de la situación o porque las palabras manipuladoras de Marsú dejaron ciertas secuelas. Quizás ambas. Eso era indistinto ahora.
Cerró los ojos y aferró con fuerza las finas sábanas a su cuerpo, tratando de alejar cualquier pensamiento sobre lo que estarían haciendo en la habitación de al lado, arrepintiéndose de sobremanera de haberle pedido a Judal que fuera con Kaileena e, intentando, totalmente en vano, de conciliar el sueño.
---------------------------------------------
-Kaileena, ¿qué ocurrió?- le preguntó Judal a la pelirroja, entrando a la habitación.
La muchacha lo miró algo asombrada y, con la comodidad y la confianza que le brindaba Judal, dejó de resistir y las lágrimas surcaron ese bello y adónico rostro similar a la porcelana. Judal no se hizo esperar: al segundo ya estaba a su lado, abrazándola en un intento de protegerla de todo aquel mal que le ocasionaba.
Por esos momentos nacía esa aberración que tenía hacia Caleb que para su enamorada le resultaba irracional, en cambio, para él, había un motivo totalmente justificado. Desde el primer momento que lo vio supo que era un idiota que sólo traía problemas, primero con Ali, después con Kaileena; lo importante era que sólo causaba quilombos. Si tanto se esforzó en demostrar su rechazo a que estuviera con su mejor amiga, fue porque sabía que él la iba a hacer sufrir, que no era lo suficientemente capaz de poder estar con una muchacha tan sensible y delicada como lo era Kaileena. Y allí estaba, abrazando a la joven que lloraba desconsolada, sintiendo como su alma se partía al verla tan mal. Él odiaba verla llorar, era algo que no toleraba ver.
-Al final, tira toda la relación a la mierda- dijo ella, sobándose la nariz e hipando a causa del llanto- ¡Se babea mirando a mi hermana! ¡Mi propia hermana!- exclamó ella enojada-. No lo entiendo...
-No merece estar con alguien tan perfecta como vos Kaileena- le dijo el pelinegro, limpiándole las lágrimas.
-No lo sé...quizás hice algo mal- opinó la pelirroja, agachando la cabeza-. Tal vez yo no soy lo suficientemente buena para él.
-Jamás digas eso- le dijo Judal, levantándole el rostro del mentón. Sus ojos escarlatas se posaron en esas orbes azules brillantes-. Vos sos única Kaileena, sos la persona más perfecta que he conocido en mi vida, no tenés la culpa de que el pelotudo no te valore como te lo merecés. Nunca vuelvas a decir eso de vos.
Kaileena no le agradeció por esas palabras, ni siquiera sonrío. Sus ojos estaban hipnotizados esos rubíes tan magníficos de Judal, sintiendo cuánto cariño el muchacho le profesaba. Bajó la vista un poco, tratando de cortar con ese extraño trance y se quedó mirando fijamente esos carnosos labios moverse, y todo ocurrió de repente.
Fue un impulso, algo que no pensó en lo absoluto, una acción totalmente inconsciente...
Sus labios se unieron a los de Judal, cortó esa agobiante distancia que los separaba, enredó su mano en esos sedosos cabellos y se aferró con fuerza, queriendo no separarse jamás de él. Judal abrió los ojos asombrado, para después ambién dejarse llevar y rodear esa cintura como si su vida dependiése de ello.
Ninguno estaba totalmente consciente de lo que hacía. Y eso era lo peor, era ese inconsciente que salía a relucir, demostrando de una vez por todas lo que ninguno de los dos había visto...Se amaban.
------------------------------------------------
Ella le sonrío mientras acariciaba con suavidad su rostro, él percibió la calidez de ese tacto, se perdió en aquellos hermosos ojos que relucían como dos únicos zafiros.
Con una mano él le rodeó la cintura, con otra acarició esos suaves y brillosos cabellos mientras que la besaba sin siquiera para respirar, queriéndose jamás desprenderse de ella, envolviéndose en el aroma embriagante y adictivo de su cuerpo, dejando sus cabellos para después acariciar cada centímetro de su piel desnuda.
Todo su mundo era ella. Ese sentimiento que tenía a su lado, ese amor que le generaba en cada momento que la besaba era único, exquisito, transcendental.
Jamás se había sentido de esa manera, ninguna mujer con la que había estado lo había hecho sentir de esa manera, ni siquiera llegaba a asemejarse a esa explosión de emociones que su simple sonrisa o su mirada azul puesta sobre él podía causar.
Ella le mordió el labio con una sonrisa divertida y él se estrechó más contra su cuerpo, continuando el beso con locura, con una pasión que nunca había llegado a sentir a tales extremos. Estaba completamente desquiciado con sus labios, con su cuerpo, con todo ella.
---------------------------------------------------
Adelaida estaba sentada con la oreja pegada en la puerta, escuchando todo lo que Judal le había dicho a Kaileena, sintiendo su alma partirse en miles de pedazos ante esas palabras de afecto. Contuvo el sollozo, tratando de no llamar la atención, queriendo no ser descubierta por aquellos dos.
De repente dejó de escuchar que hablaran, en su lugar, hubo un ruido distinto, que en cierto modo le resultaba conocido pero no sabía identificar que era. Abrió la puerta levemente, pispeando disimuladamente para que no se percataran de su presencia.
Y ahí lo vio. Allí estaban...besándose, abrazándose, uniéndose como si fueran lo único que sabían hacer juntos.
Sintió un dolor agudo en el pecho, se metió el puño en la boca con tal de no gritar y sollozar y cerró la puerta disimuladamente.
Ni siquiera se preocupó en buscar algún abrigo, con ese vestido para dormir de color blanco, delicado y fino, salió al frío de la madrugada, sin importarle lo que podría pasarle si alguien la viera allí, sin sentir el helado viento que soplaba y revolvía sus cabellos, ni tampoco molestándose por el rocío helado que le mojaban los pies descalzos.
Corrió sin saber a dónde ir, a quién buscar, con las lágrimas empañando su rostro, dificultándole la vista, con el llanto que, una vez alejada lo suficiente de la casa de Caleb, logró sacar de una vez por todas. Cayó al suelo de rodillas, completamente desconsolada, sintiendo que nunca había sufrido tanto como en ese momento, porque ahora si estaba siendo engañada, porque no había duda alguna de ello, ya que sus ojos no mentían. Ellos se amaban, y ella ya había dejado de importar en la vida de Judal.
Jamás se había sentido tan mal, nunca un dolor le había afectado tanto como ahora, ni siquiera las torturas del rey podían compararse con ese sufrimiento que sentía en ese momento. Era una mezcla fatal de dolor, soledad y decepción, porque ella realmente apostaba por esa relación, a pesar de sus altas y bajas, siempre consideró que terminaría con Judal, porque...después de todo lo que habían pasado, era algo más que obvio que se amaban. Quizás se había equivocado. Quizás la única persona que amaba a alguien era ella, tal vez Judal siempre estuvo enamorado de Kaileena.
Se levantó una vez que el frío se apoderó de ella y sus cuerpo tembloroso rogó agónicamente para obtener algo de calor, sentía como se debilitaba cada vez más, cómo las únicas fuerzas que le quedaban desaparecían al instante por causa de la hipotermia.
Si seguía ahí, si se rendía, moriría. Aún adolorida y llorando, caminó con dificultad, tratando de poder despertar al otro día en algún lugar, no siendo encontrada después en el pasto como un cadáver congelado.
Tomó el atajo al palacio, apurando el paso como podía para que nadie la viera. El camino era horrible, pero a esa hora, tan tarde y con ese frío espeluznante, sólo había un borracho inconsciente en el suelo.
Finalmente llegó al palacio y, con un último esfuerzo, entró en la primera habitación que encontró.
--------------------------------------------------------
Besó con suavidad esa piel tan adictiva, desde el hombro hasta el cuello y escuchó el suspiro placentero de la joven. Sonrío satisfecho por esa reacción, contento de que esa hermosa muchacha sintiera el mismo éxtasis y emoción que él en ese momento.
Sus labios se unieron de nuevo, encajando a la perfección, como si hubieran sido creados para ese mismo motivo. Su lengua jugueteaba con la de ella, acompañaba el movimiento de sus labios, mientras sus manos acariciaban su piel con vehemencia. Ella tenía una agarrándose de sus cabellos negros como la noche misma, y la otra clavándose en su omóplato, sin querer despegarse de él en lo absoluto.
Esa iba a ser una buena noche...
Shuu, embriagado por el placer de ese momento, separó sus labios un momento de los de ella, para poder susurrar su nombre con todo el amor que le tenía:
-Adelaida...
-Shuu...
Y de repente él abrió los ojos, incorporándose con rápidez y agitándose los cabellos nervioso y mirando sus manos temblorosas, mientras que unas gotas de sudor surcaban su rostro. ¿Qué había sido ese sueño? ¿Por qué había soñado que besaba a Adelaida con locura? Porque era ella, era inevitable no reconocer esa belleza que irradiaba con su mera presencia.
Por dentro sentía un enojo irracional consigo mismo. Estaba molesto por no haber podido terminar ese sueño, por despertarse en medio de la madrugada.
Tardó unos segundos en darse cuenta, con el sueño tan realista que había tenido, no había duda alguna: Estaba perdidamente enamorado de Adelaida.
Recordó cómo lo besaba, como su cuerpo se amoldaba con el de él, como su piel era tan suave y su voz lo llamaba con dulzura. Estaba seguro que en la realidad eso debía ser mucho mejor aún. Mierda. Como envidiaba a su hermano.
-Shuu...
Esa voz, cuando lo había llamado, había sonado tan real. Y ahora se repetía, quizás su mente segúa afectada por ese sueño que revelaba eso que inconscientemente lo sabía, que mostraba ese deseo oculto y prohibido que tenía.
Alzó la vista. Encontrándose con la joven frente a él, con un suave y corto vestido blanco de tira, tan fino y delicado que se amoldaba a su cuerpo perfectamente, resaltando su bella figura. Su rostro tenía una expresión tan triste, tan sufrida, que le dolío el alma de ver a alguien tan hermoso y frágil sentir tanto dolor. Sus hipnotizantes ojos lo miraban fijamente, llenos de lágrimas cristalinas que recorrían sus tersas mejillas.
Se abrazaba a sí misma, tratando en vano de darse calor, mientras su cuerpo temblaba descontrolado por el frío. ¿Había caminado sola y en plena madrugada, con el frío que hacía, hacia el palacio? Al menos esas actitudes, su piel pálida y sus labios viólaceos daban esa idea.
Y aún así, en ese lamentable estado, Lear no pudo dejar de apreciar la belleza única de su rostro y su cuerpo, se quedó embobado frente a ella, hipnotizado y sin poder apartar su mirada de esos ojos azules y llorosos.
-Shuu...-suplicó Adelaida, por tercera vez consecutiva. Y él finalmente reaccionó, sintiéndose totalmente estúpido y abochornado por haberse quedado paralizado como un imbécil, mientras que la joven seguía muriéndose de frío.
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Inspiration On. Lalalala :B
Dio un profuso y sonoro dormido, incapaz de dormir, mientras que sus pensamientos seguían confundiendolo aún más , sin poder coordinar sus deseos e impulsos con lo moral, su ética; porque, a pesar de lo que creian Judal y Lear, él era incapaz de quitarles a sus enamoradas,
Cerró los ojos, tratando de alejar esos inquietantes y confusos pensamientos cayendo en los brazos de Morfeo.
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-¿Estás bien? - le preguntó Adelaida a Kaileena, quien notó como la muchacha se movía tratando de conciliar el sueño.
-La verdad que no- admitió ella con pesar.
-¿Qué ocurrió? - le cuestiono la joven, tratando de ayudarla.
-Mi hemana - respondió la muchacha, y Ali se asombro al notar ese tono despectivo en su voz. No parecía acorde a su personalidad relajada-. Ella tiene un encanto especial y Caleb no es capaz de resistirse a eso- finalizó ella, tratando de no empezar a sollozar.
-"Ese estúpido. A veces me hace pensar que Judal tiene razón con todo lo que dice de él " - pensó Ali con molestia- . Relájate Kaileena, Caleb te ama con locura y lo sabés.
-A veces me hace dudar de eso- opinó ella con tristeza-. Caleb jamás se decide por nada, siempre duda de todo.
Adelaida suspiró, tratando de hacer quedar bien a su amiga, pero pensando en lo estúpido que era y cómo perdería a esa joven única que lo amaba. Mierda. Ninguna de sus palabras podían alegrar en lo más mínimo a Kaileena, quien se sentía sola y con falta de cariño.
La chica la abrazó, tratando de darle todos los ánimos posibles, pero sabía que eran inútiles. Ella no podía hacer nada por Kaileena, no iba a lograr que ella esbozara una sonrisa. Él único que lograría hacer eso sería Judal.
La pelinegra se levantó, sabiendo que después se arrepentiría de lo que haría.
-¿Qué hacés?- preguntó Kaileena, mirándola intrigada.
-Voy a tomar un poco de agua- le mintió con rápidez. Agradeció saber mentir y que nadie se percatara de sus engaños.
-Excepto Judal- pensó.
Observó un el bulto que sobresalía del sillón y, un poco más de cerca e iluminado por la nítida luz que se colaba de la cortina entreabierta, logró notar el rostro apacible de Judal dormido. Ella lo miró unos segundos, sabiendo que era lo más hermoso que había observado jamás en su vida.
Notó uno de los cabellos del chico que había caído sobre su ojo cerrado de manera molesta y lo corrió suavemente, al instante, notó como esas orbes carmines, la observaron fijamente. Hizo una sonrisa somnolienta y soberbia.
-Yo sé que no podés vivir sin mí, pero no es necesario que me mires dormir en las noches, es algo tétrico.
-Idiota- murmuró ella-. Quiero que vayas a dormir con Kaileena- dijo, una vez que notó que el chico se incorporaba y parecía más lúcido.
Judal abrió los ojos asombrados.
-¿Qué?
-Lo que oíste- dijo ella un tanto dubitativa. Realmente la idea no le agradaba para nada, pero sabía que era lo mejor para Kaileena. Y, como la persona malditamente altruista que era, no podía permitir verla mal-. Kaileena está triste, no puede dormir y yo no puedo hacer nada por ella. Sos su mejor amigo, sabés que decirle para que sonría y se sienta mejor.
Judal la miró fijamente a los ojos, tratando de descifrar algo más en aquellas orbes zafiros.
-¿Segura?- preguntó incrédulo.
-Segurísima- mintió ella. Y, quizás porque Judal no notó su mentira por una milagrosa vez, o porque sencillamente decidió ignorar esa respuesta y ayudar a su mejor amiga, se levantó de allí y fue hacia la habitación donde la joven descansaba.
Adelaida se dejó caer en el sillón, se tocó el pecho, sabiendo que algo le dolía, reconociendo esa angustia que le surcaba a cada momento. Se había percatado de lo mucho que Kaileena lo necesitaba a Judal y de cómo este se desvivía con tal de que ella no estuviera triste. Era una relación demasiado íntima, algo que iba más allá de una simple amistad, o al menos eso sentía.
“Amor”
La palabra retumbó dolorosamente en su mente, con un eco tintineante y espeluznante, que no dejaba de martillearle la cabeza.
Dudaba de que tanto Judal como Kaileena se dieran cuenta de ello, pero había algo en la manera en la que hablaban, en la que se necesitaban mutuamente, que daba a entender a cualquiera que esos dos se amaban de una manera especial. Quizás porque era una observadora objetiva, porque no lo confundía con gestos amistosos o confianzudos que forjaron con ahínco esos años de amistad.
Y ellos se iban a casar...
Se mordió el labio, tanto que comenzó a sangrarle, sabiendo que ambos serían una pareja perfecta, sin problemas, queriéndose mutuamente, sin ninguna discusión en lo absoluto, abalado por cualquiera. Kaileena era la mejor esposa para Judal y viceversa. No sabía si lo deducía ahora por ella misma, por la obviedad de la situación o porque las palabras manipuladoras de Marsú dejaron ciertas secuelas. Quizás ambas. Eso era indistinto ahora.
Cerró los ojos y aferró con fuerza las finas sábanas a su cuerpo, tratando de alejar cualquier pensamiento sobre lo que estarían haciendo en la habitación de al lado, arrepintiéndose de sobremanera de haberle pedido a Judal que fuera con Kaileena e, intentando, totalmente en vano, de conciliar el sueño.
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-Kaileena, ¿qué ocurrió?- le preguntó Judal a la pelirroja, entrando a la habitación.
La muchacha lo miró algo asombrada y, con la comodidad y la confianza que le brindaba Judal, dejó de resistir y las lágrimas surcaron ese bello y adónico rostro similar a la porcelana. Judal no se hizo esperar: al segundo ya estaba a su lado, abrazándola en un intento de protegerla de todo aquel mal que le ocasionaba.
Por esos momentos nacía esa aberración que tenía hacia Caleb que para su enamorada le resultaba irracional, en cambio, para él, había un motivo totalmente justificado. Desde el primer momento que lo vio supo que era un idiota que sólo traía problemas, primero con Ali, después con Kaileena; lo importante era que sólo causaba quilombos. Si tanto se esforzó en demostrar su rechazo a que estuviera con su mejor amiga, fue porque sabía que él la iba a hacer sufrir, que no era lo suficientemente capaz de poder estar con una muchacha tan sensible y delicada como lo era Kaileena. Y allí estaba, abrazando a la joven que lloraba desconsolada, sintiendo como su alma se partía al verla tan mal. Él odiaba verla llorar, era algo que no toleraba ver.
-Al final, tira toda la relación a la mierda- dijo ella, sobándose la nariz e hipando a causa del llanto- ¡Se babea mirando a mi hermana! ¡Mi propia hermana!- exclamó ella enojada-. No lo entiendo...
-No merece estar con alguien tan perfecta como vos Kaileena- le dijo el pelinegro, limpiándole las lágrimas.
-No lo sé...quizás hice algo mal- opinó la pelirroja, agachando la cabeza-. Tal vez yo no soy lo suficientemente buena para él.
-Jamás digas eso- le dijo Judal, levantándole el rostro del mentón. Sus ojos escarlatas se posaron en esas orbes azules brillantes-. Vos sos única Kaileena, sos la persona más perfecta que he conocido en mi vida, no tenés la culpa de que el pelotudo no te valore como te lo merecés. Nunca vuelvas a decir eso de vos.
Kaileena no le agradeció por esas palabras, ni siquiera sonrío. Sus ojos estaban hipnotizados esos rubíes tan magníficos de Judal, sintiendo cuánto cariño el muchacho le profesaba. Bajó la vista un poco, tratando de cortar con ese extraño trance y se quedó mirando fijamente esos carnosos labios moverse, y todo ocurrió de repente.
Fue un impulso, algo que no pensó en lo absoluto, una acción totalmente inconsciente...
Sus labios se unieron a los de Judal, cortó esa agobiante distancia que los separaba, enredó su mano en esos sedosos cabellos y se aferró con fuerza, queriendo no separarse jamás de él. Judal abrió los ojos asombrado, para después ambién dejarse llevar y rodear esa cintura como si su vida dependiése de ello.
Ninguno estaba totalmente consciente de lo que hacía. Y eso era lo peor, era ese inconsciente que salía a relucir, demostrando de una vez por todas lo que ninguno de los dos había visto...Se amaban.
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Ella le sonrío mientras acariciaba con suavidad su rostro, él percibió la calidez de ese tacto, se perdió en aquellos hermosos ojos que relucían como dos únicos zafiros.
Con una mano él le rodeó la cintura, con otra acarició esos suaves y brillosos cabellos mientras que la besaba sin siquiera para respirar, queriéndose jamás desprenderse de ella, envolviéndose en el aroma embriagante y adictivo de su cuerpo, dejando sus cabellos para después acariciar cada centímetro de su piel desnuda.
Todo su mundo era ella. Ese sentimiento que tenía a su lado, ese amor que le generaba en cada momento que la besaba era único, exquisito, transcendental.
Jamás se había sentido de esa manera, ninguna mujer con la que había estado lo había hecho sentir de esa manera, ni siquiera llegaba a asemejarse a esa explosión de emociones que su simple sonrisa o su mirada azul puesta sobre él podía causar.
Ella le mordió el labio con una sonrisa divertida y él se estrechó más contra su cuerpo, continuando el beso con locura, con una pasión que nunca había llegado a sentir a tales extremos. Estaba completamente desquiciado con sus labios, con su cuerpo, con todo ella.
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Adelaida estaba sentada con la oreja pegada en la puerta, escuchando todo lo que Judal le había dicho a Kaileena, sintiendo su alma partirse en miles de pedazos ante esas palabras de afecto. Contuvo el sollozo, tratando de no llamar la atención, queriendo no ser descubierta por aquellos dos.
De repente dejó de escuchar que hablaran, en su lugar, hubo un ruido distinto, que en cierto modo le resultaba conocido pero no sabía identificar que era. Abrió la puerta levemente, pispeando disimuladamente para que no se percataran de su presencia.
Y ahí lo vio. Allí estaban...besándose, abrazándose, uniéndose como si fueran lo único que sabían hacer juntos.
Sintió un dolor agudo en el pecho, se metió el puño en la boca con tal de no gritar y sollozar y cerró la puerta disimuladamente.
Ni siquiera se preocupó en buscar algún abrigo, con ese vestido para dormir de color blanco, delicado y fino, salió al frío de la madrugada, sin importarle lo que podría pasarle si alguien la viera allí, sin sentir el helado viento que soplaba y revolvía sus cabellos, ni tampoco molestándose por el rocío helado que le mojaban los pies descalzos.
Corrió sin saber a dónde ir, a quién buscar, con las lágrimas empañando su rostro, dificultándole la vista, con el llanto que, una vez alejada lo suficiente de la casa de Caleb, logró sacar de una vez por todas. Cayó al suelo de rodillas, completamente desconsolada, sintiendo que nunca había sufrido tanto como en ese momento, porque ahora si estaba siendo engañada, porque no había duda alguna de ello, ya que sus ojos no mentían. Ellos se amaban, y ella ya había dejado de importar en la vida de Judal.
Jamás se había sentido tan mal, nunca un dolor le había afectado tanto como ahora, ni siquiera las torturas del rey podían compararse con ese sufrimiento que sentía en ese momento. Era una mezcla fatal de dolor, soledad y decepción, porque ella realmente apostaba por esa relación, a pesar de sus altas y bajas, siempre consideró que terminaría con Judal, porque...después de todo lo que habían pasado, era algo más que obvio que se amaban. Quizás se había equivocado. Quizás la única persona que amaba a alguien era ella, tal vez Judal siempre estuvo enamorado de Kaileena.
Se levantó una vez que el frío se apoderó de ella y sus cuerpo tembloroso rogó agónicamente para obtener algo de calor, sentía como se debilitaba cada vez más, cómo las únicas fuerzas que le quedaban desaparecían al instante por causa de la hipotermia.
Si seguía ahí, si se rendía, moriría. Aún adolorida y llorando, caminó con dificultad, tratando de poder despertar al otro día en algún lugar, no siendo encontrada después en el pasto como un cadáver congelado.
Tomó el atajo al palacio, apurando el paso como podía para que nadie la viera. El camino era horrible, pero a esa hora, tan tarde y con ese frío espeluznante, sólo había un borracho inconsciente en el suelo.
Finalmente llegó al palacio y, con un último esfuerzo, entró en la primera habitación que encontró.
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Besó con suavidad esa piel tan adictiva, desde el hombro hasta el cuello y escuchó el suspiro placentero de la joven. Sonrío satisfecho por esa reacción, contento de que esa hermosa muchacha sintiera el mismo éxtasis y emoción que él en ese momento.
Sus labios se unieron de nuevo, encajando a la perfección, como si hubieran sido creados para ese mismo motivo. Su lengua jugueteaba con la de ella, acompañaba el movimiento de sus labios, mientras sus manos acariciaban su piel con vehemencia. Ella tenía una agarrándose de sus cabellos negros como la noche misma, y la otra clavándose en su omóplato, sin querer despegarse de él en lo absoluto.
Esa iba a ser una buena noche...
Shuu, embriagado por el placer de ese momento, separó sus labios un momento de los de ella, para poder susurrar su nombre con todo el amor que le tenía:
-Adelaida...
-Shuu...
Y de repente él abrió los ojos, incorporándose con rápidez y agitándose los cabellos nervioso y mirando sus manos temblorosas, mientras que unas gotas de sudor surcaban su rostro. ¿Qué había sido ese sueño? ¿Por qué había soñado que besaba a Adelaida con locura? Porque era ella, era inevitable no reconocer esa belleza que irradiaba con su mera presencia.
Por dentro sentía un enojo irracional consigo mismo. Estaba molesto por no haber podido terminar ese sueño, por despertarse en medio de la madrugada.
Tardó unos segundos en darse cuenta, con el sueño tan realista que había tenido, no había duda alguna: Estaba perdidamente enamorado de Adelaida.
Recordó cómo lo besaba, como su cuerpo se amoldaba con el de él, como su piel era tan suave y su voz lo llamaba con dulzura. Estaba seguro que en la realidad eso debía ser mucho mejor aún. Mierda. Como envidiaba a su hermano.
-Shuu...
Esa voz, cuando lo había llamado, había sonado tan real. Y ahora se repetía, quizás su mente segúa afectada por ese sueño que revelaba eso que inconscientemente lo sabía, que mostraba ese deseo oculto y prohibido que tenía.
Alzó la vista. Encontrándose con la joven frente a él, con un suave y corto vestido blanco de tira, tan fino y delicado que se amoldaba a su cuerpo perfectamente, resaltando su bella figura. Su rostro tenía una expresión tan triste, tan sufrida, que le dolío el alma de ver a alguien tan hermoso y frágil sentir tanto dolor. Sus hipnotizantes ojos lo miraban fijamente, llenos de lágrimas cristalinas que recorrían sus tersas mejillas.
Se abrazaba a sí misma, tratando en vano de darse calor, mientras su cuerpo temblaba descontrolado por el frío. ¿Había caminado sola y en plena madrugada, con el frío que hacía, hacia el palacio? Al menos esas actitudes, su piel pálida y sus labios viólaceos daban esa idea.
Y aún así, en ese lamentable estado, Lear no pudo dejar de apreciar la belleza única de su rostro y su cuerpo, se quedó embobado frente a ella, hipnotizado y sin poder apartar su mirada de esos ojos azules y llorosos.
-Shuu...-suplicó Adelaida, por tercera vez consecutiva. Y él finalmente reaccionó, sintiéndose totalmente estúpido y abochornado por haberse quedado paralizado como un imbécil, mientras que la joven seguía muriéndose de frío.
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Inspiration On. Lalalala :B
Re: [Roll] The city of Babylonia~
- ... - Ese muchacho solo la miró. No sabía que responder a los planteos de la castaña. Estar a su lado le estaba confundiendo. Lo mejor era mantener la distancia pero no podía decir eso mirando los ojos desamparados de Farah -
- ¿Sabés qué? - Esa castaña le dió la espalda para comenzar a caminar. Se detubo unos segundos depsués para agregar - Deja~ - Murmuró mientras bajaba levemente la mirada - Buenas noches - Dijo para después seguir caminando. Buscar una respuesta era en vano. Caleb no iba a contestar nada porque simplemente no tenía nada que decir -
---------
- ¿Que pasó? - Preguntó mientras iba a buscar ropa para cubrir a Adelaida -
- Realmente no quiero hablar de eso - Murmuró mientras se abrazaba a si misma - ¿Puedo quedarme? - Preguntó. Ese pelinegro se agarró la cabeza con una mano -
- Si supongo - Dijo mientras caminaba a buscar unas sábanas. Podía decir adiós a la paz por lo que le quedaba de la noche. Probablemente de muchas noches - Podés usar mi cama - Dijo con tranquilidad - Estaré al lado - Dijo para después salir. Cerró suavemente para después caminar al cuarto más próximo al suyo. Entró mientras maldecía por lo bajo. Había alguien halla arriba con un sentido del humor que realmente era una mierda -
----------
La castaña regresó a su cuarto para después cerrar con brío. Realmente estaba segura de no haber dicho o hecho nada tan malo como para que Caleb quisiera alejarse de ella.
Le llenaba de rabia no saber. Se dejó caer en la cama para después suspirar largamente. Tenía ganas de dormir. Dejar de pensar tanto en e tema era lo mejor que podía hacer.
Fue al baño para poder cambiarse. Salió con un lindo camisón de gaza color manteca que admiró con una sonrisa. Se recostó nuevamente para después dejar escapar un largo suspiro. Estaba perdiendo el tiempo con Caleb.
De repente escuchó que tocaban.
Se paró rápidamente para ir a ver. Solo se encontró con la mirada carmín de Shuu.
- ¿Que hacés a esta hora? - Preguntó la castaña mientras lo miraba sorprendida -
- ¿Tenés un segundo? - Contestó mientras pasaba sin permiso de la ojiámbar -
- Seguro - Dijo mientras revoleaba los ojos para después cerrar la puerta - ¿Que pasa? -
- Creo que me enamoré de la novia de mi hermano - Dijo mientras sonreía con amargura - Irónico ¿No~? -
- ¿Eh~? - Preguntó sorprendida. No podía creer lo que estaba escuchando -
- Te lo suplico Faraha tengo que hablar con alguien - Murmuro. La castaña simplemente se quedó muda -
- Lo lamento - Murmuro mientras bajaba rápidamente la mirada - No creo ser la persona indicada para que vengas a contarle eso -
- Sos la única persona a la que puedo decirle - Dijo a lo que la castaña negó levemente -
- Perdoname - Murmuro mientras se sentaba a su lado - Ya tengo demasiado conmigo misma como para venir a escuchar problemas ajenos - Mintió. Sabía que a diferencia de su hermana ella podía engañar a la gente perfectamente -
- ¿Te pasa algo? - Preguntó preocupado - Estabas perfectamente bien cuando contestaste a mis llamados -
- Si - Dijo mientras sonreía - Es solo que no esperaba tener que venir hasta acá sola - Mintió mientras reía - Es todo~ - Shuu se le quedó mirando. Sabía que Farah estaba escondiendo algo que no parecía querer decir -
- ¿Sabés qué? - Esa castaña le dió la espalda para comenzar a caminar. Se detubo unos segundos depsués para agregar - Deja~ - Murmuró mientras bajaba levemente la mirada - Buenas noches - Dijo para después seguir caminando. Buscar una respuesta era en vano. Caleb no iba a contestar nada porque simplemente no tenía nada que decir -
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- ¿Que pasó? - Preguntó mientras iba a buscar ropa para cubrir a Adelaida -
- Realmente no quiero hablar de eso - Murmuró mientras se abrazaba a si misma - ¿Puedo quedarme? - Preguntó. Ese pelinegro se agarró la cabeza con una mano -
- Si supongo - Dijo mientras caminaba a buscar unas sábanas. Podía decir adiós a la paz por lo que le quedaba de la noche. Probablemente de muchas noches - Podés usar mi cama - Dijo con tranquilidad - Estaré al lado - Dijo para después salir. Cerró suavemente para después caminar al cuarto más próximo al suyo. Entró mientras maldecía por lo bajo. Había alguien halla arriba con un sentido del humor que realmente era una mierda -
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La castaña regresó a su cuarto para después cerrar con brío. Realmente estaba segura de no haber dicho o hecho nada tan malo como para que Caleb quisiera alejarse de ella.
Le llenaba de rabia no saber. Se dejó caer en la cama para después suspirar largamente. Tenía ganas de dormir. Dejar de pensar tanto en e tema era lo mejor que podía hacer.
Fue al baño para poder cambiarse. Salió con un lindo camisón de gaza color manteca que admiró con una sonrisa. Se recostó nuevamente para después dejar escapar un largo suspiro. Estaba perdiendo el tiempo con Caleb.
De repente escuchó que tocaban.
Se paró rápidamente para ir a ver. Solo se encontró con la mirada carmín de Shuu.
- ¿Que hacés a esta hora? - Preguntó la castaña mientras lo miraba sorprendida -
- ¿Tenés un segundo? - Contestó mientras pasaba sin permiso de la ojiámbar -
- Seguro - Dijo mientras revoleaba los ojos para después cerrar la puerta - ¿Que pasa? -
- Creo que me enamoré de la novia de mi hermano - Dijo mientras sonreía con amargura - Irónico ¿No~? -
- ¿Eh~? - Preguntó sorprendida. No podía creer lo que estaba escuchando -
- Te lo suplico Faraha tengo que hablar con alguien - Murmuro. La castaña simplemente se quedó muda -
- Lo lamento - Murmuro mientras bajaba rápidamente la mirada - No creo ser la persona indicada para que vengas a contarle eso -
- Sos la única persona a la que puedo decirle - Dijo a lo que la castaña negó levemente -
- Perdoname - Murmuro mientras se sentaba a su lado - Ya tengo demasiado conmigo misma como para venir a escuchar problemas ajenos - Mintió. Sabía que a diferencia de su hermana ella podía engañar a la gente perfectamente -
- ¿Te pasa algo? - Preguntó preocupado - Estabas perfectamente bien cuando contestaste a mis llamados -
- Si - Dijo mientras sonreía - Es solo que no esperaba tener que venir hasta acá sola - Mintió mientras reía - Es todo~ - Shuu se le quedó mirando. Sabía que Farah estaba escondiendo algo que no parecía querer decir -
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Edad : 29
Cumpleaños!! : 31/03/1995
Mi llegada : 26/03/2009
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Re: [Roll] The city of Babylonia~
Farah se sentó en su cama y se acostó directamente a dormir, con todo lo de Caleb y ahora esa revelación de Shuu no estaba de buen humor. Lamentó no haberlo consolado ni charlado con él, pero realmente sabía que, si lo hacía, sólo terminaría dándole consejos horribles a Shuu y comenzaría a constar sus problemas, invirtiendo los papeles. Se conocía lo suficientemente bien como para darse cuenta de ello, además de que el hecho de que Caleb la ignorara sin motivo aparente le molestaba. ¿Qué había hecho? ¿Por qué se alejaba de ella?
Se tapó el rostro con sus sábanas y cerró los ojos, deseando dormir de una buena vez.
-----------------------------------------------------
La luz del amanecer se colaba por la ventana de ese cuarto, escuchó los pájaros cantar y el simple hecho de saber que ya había amanecido aumentaba aún más el pésimo humor que tenía ese día. Estaba en medio de una boca de lobo, ni más ni menos y, por si fuera poco, no había dormido una mierda y dudaba de qué lo haría en los días siguientes.
Se levantó sabiendo que era inútil tratar de conciliar el sueño: el insomnio y su mente destartalada no iban a permitir que descanse.
Bostezando, salió del cuarto de huéspedes y caminó hacia la cocina, dispuesto a tomarse un buen café caliente y comer alguna que otra cosa dulce que hubiera allí. Estaba cien por ciento seguro de que, a esa hora, no encontraría a nadie con el que se viera obligado a hablar en ese momento, a las seis y media de la mañana, los únicos presentes en el palacio eran los empleados que comenzaban con su trabajo diario, o sea, sirvientes y esclavos.
-Excepto una- pensó el muchacho con cinismo. Aunque, siendo sincero consigo mismo, agradecía saber que debía seguir durmiendo relajada y que podría tener una mañana tranquila sin verla.
Se alegró al ver la cocina vacía, se preparó un café y se sentó frente a la isla, mientras mordisqueaba unos sabrosos muffins de banana y nuez que alguien había preparado el día anterior. Aún estaban buenos.
Estuvo allí un buen rato, apreciando la paz de la soledad, pensando en cualquier nimiedad para pasar el tiempo.
-¡Lear!- se quejó Nina riendo relajada y entrando a la cocina, el pelinegro la abrazaba de la cintura y al parecer le estaba haciendo cosquillas. Ambos se detuvieron al percatarse de la presencia del pelinegro- Buen día Shuu- saludó ella.
Lear lo miró, extrañado.
-Algo te pasa- le dijo.
-No empecemos, es madrugada- suplicó Shuu agotado. De cualquier manera, jamás le diría a Lear sobre aquello, ya que creía que lo posible sería que se lo contara a Judal y en cuanto a Nina, ella también era amiga del rey. No podía decírselo. Era irónico, pero a la única persona a la que le podría haber contado esas cosas, convertirla en una especia de confidente y consejera, era Adelaida; por supuesto, esa posibilidad se había disuelto rápidamente.
-En serio Shuu…últimamente no te vemos muy bien- reconoció la rubia, observándolo preocupada.
-Sólo tengo insomnio- le quitó importancia el Magi.
-¿Y pensás que vamos a creerte?- cuestionó Lear arqueando una ceja.
-Por favor, sólo dejenme tranquilo- pidió Shuu.
Lear abrió la boca para decir algo, pero un suave agarre de Nina lo hizo callar y ambos se marcharon de allí, no sin antes mirarlo con extrañeza, como si fuera un bicho raro y moribundo, que todos querían ayudar pero era reacio a eso.
Mierda. Ni una hora de paz podía tener…lo sabía, ese iba a ser un día de mierda.
-----------------------------------------------
Caleb caminó por los pasillos, una y otra vez, dándole vueltas al asunto que lo tenía de los nervios. Estaba frente a la puerta de la habitación de la castaña: necesitaba hablar con ella. Disculparse por su actitud. Ella no le había hecho nada, era él la persona que complicaba tanto las cosas.
La puerta se abrió de repente y la joven, ya cambiada, se había dispuesto a irse, sin esperarse en lo absoluto de ver al muchacho frente a su puerta.
-Esto…- comenzó a decir Caleb, olvidándose de todo lo que tenía pensado decir.
-¿Qué quieres?- le preguntó ella, mirándolo fijamente y con reproche. Estaba grande para jueguitos estúpidos ya.
-Lamento haberme comportado raro ayer, admito que te estaba evitando- reconoció el muchacho, revolviendo sus cabellos nervioso-. Es que…no sirvo para hablar y o sea, vos…
-Ya déjalo- dijo ella, con una sonrisa. ¿Para qué negarlo? Ver a Caleb nervioso le generaba ternura.
-------------------------------------------------
Conti horrible, no tengo inspiration, se me fue rápido u.u
Se tapó el rostro con sus sábanas y cerró los ojos, deseando dormir de una buena vez.
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La luz del amanecer se colaba por la ventana de ese cuarto, escuchó los pájaros cantar y el simple hecho de saber que ya había amanecido aumentaba aún más el pésimo humor que tenía ese día. Estaba en medio de una boca de lobo, ni más ni menos y, por si fuera poco, no había dormido una mierda y dudaba de qué lo haría en los días siguientes.
Se levantó sabiendo que era inútil tratar de conciliar el sueño: el insomnio y su mente destartalada no iban a permitir que descanse.
Bostezando, salió del cuarto de huéspedes y caminó hacia la cocina, dispuesto a tomarse un buen café caliente y comer alguna que otra cosa dulce que hubiera allí. Estaba cien por ciento seguro de que, a esa hora, no encontraría a nadie con el que se viera obligado a hablar en ese momento, a las seis y media de la mañana, los únicos presentes en el palacio eran los empleados que comenzaban con su trabajo diario, o sea, sirvientes y esclavos.
-Excepto una- pensó el muchacho con cinismo. Aunque, siendo sincero consigo mismo, agradecía saber que debía seguir durmiendo relajada y que podría tener una mañana tranquila sin verla.
Se alegró al ver la cocina vacía, se preparó un café y se sentó frente a la isla, mientras mordisqueaba unos sabrosos muffins de banana y nuez que alguien había preparado el día anterior. Aún estaban buenos.
Estuvo allí un buen rato, apreciando la paz de la soledad, pensando en cualquier nimiedad para pasar el tiempo.
-¡Lear!- se quejó Nina riendo relajada y entrando a la cocina, el pelinegro la abrazaba de la cintura y al parecer le estaba haciendo cosquillas. Ambos se detuvieron al percatarse de la presencia del pelinegro- Buen día Shuu- saludó ella.
Lear lo miró, extrañado.
-Algo te pasa- le dijo.
-No empecemos, es madrugada- suplicó Shuu agotado. De cualquier manera, jamás le diría a Lear sobre aquello, ya que creía que lo posible sería que se lo contara a Judal y en cuanto a Nina, ella también era amiga del rey. No podía decírselo. Era irónico, pero a la única persona a la que le podría haber contado esas cosas, convertirla en una especia de confidente y consejera, era Adelaida; por supuesto, esa posibilidad se había disuelto rápidamente.
-En serio Shuu…últimamente no te vemos muy bien- reconoció la rubia, observándolo preocupada.
-Sólo tengo insomnio- le quitó importancia el Magi.
-¿Y pensás que vamos a creerte?- cuestionó Lear arqueando una ceja.
-Por favor, sólo dejenme tranquilo- pidió Shuu.
Lear abrió la boca para decir algo, pero un suave agarre de Nina lo hizo callar y ambos se marcharon de allí, no sin antes mirarlo con extrañeza, como si fuera un bicho raro y moribundo, que todos querían ayudar pero era reacio a eso.
Mierda. Ni una hora de paz podía tener…lo sabía, ese iba a ser un día de mierda.
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Caleb caminó por los pasillos, una y otra vez, dándole vueltas al asunto que lo tenía de los nervios. Estaba frente a la puerta de la habitación de la castaña: necesitaba hablar con ella. Disculparse por su actitud. Ella no le había hecho nada, era él la persona que complicaba tanto las cosas.
La puerta se abrió de repente y la joven, ya cambiada, se había dispuesto a irse, sin esperarse en lo absoluto de ver al muchacho frente a su puerta.
-Esto…- comenzó a decir Caleb, olvidándose de todo lo que tenía pensado decir.
-¿Qué quieres?- le preguntó ella, mirándolo fijamente y con reproche. Estaba grande para jueguitos estúpidos ya.
-Lamento haberme comportado raro ayer, admito que te estaba evitando- reconoció el muchacho, revolviendo sus cabellos nervioso-. Es que…no sirvo para hablar y o sea, vos…
-Ya déjalo- dijo ella, con una sonrisa. ¿Para qué negarlo? Ver a Caleb nervioso le generaba ternura.
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Conti horrible, no tengo inspiration, se me fue rápido u.u
Re: [Roll] The city of Babylonia~
- ¿No estas molesta? - Preguntó el rubio mientras la miraba sorprendido. Esa castaña negó levemente con la cabeza -
- Seamos realistas Caleb - Murmuro mientras intentaba no reirse - Jamás podrás darme una disculpa mejor que esa -
Caleb se quedó pasmado observando a esa castaña. Estaba acostumbrado a que siempre renegaran porque no era capas de expresarse de manera "comprensible" pero Farah aceptaba aquello sin problemas.
- ¿Estas bien Caleb? - Preguntó la castaña mientras pasaba su mano delante de los ojos del rubio -
- S-Si - Respondió mientras la miraba - ¿Estas segura que no estas molesta? -
- Deja de preguntar - Suplicó la muchacha de ojos ámbar mientras sonreía - Estas perdonado -
- ... - Caleb le sonrió con cariño - Gracias -
- No~ - Dijo mientras negaba levemente para después sonreír - Gracias a vos Caleb - Susurró para después desviar la mirada levemente sonrojada -
----------
Shuu dejó escapar un suspiro. Su hermano mayor podía ser bastante molesto si se lo proponía. Tomó una golosína para automáticamente después recordar la mirada llena de preocupación de Nina. Debía hablar con ella. Inventar aunque sea una excusa para que dejara de preocuparse. Suspiro nuevamente.
También se puso a pensar en Farah. Estaba seguro de que esa castaña estaba escondiendo algo. Cosa que por supuesto no parecía querer contarle. Por un momento se sintió molesto. Dejado de lado por esa chica con la que había compartido toda una infancia. Reemplazado por..
"Caleb"
De repente esa castaña apareció en la cocina junto a ese pendejo de cabellos rubios.
La castaña simplemente lo miró para después sonreír.
- Lo lamento pensé que estaba vacío - Dijo para después mirar a Caleb - ¿Querés salir a desayunar conmigo? -
- Esto~ - Ese muchacho se rascó la nuca sin saber que responder a aquella invitación -
- Vamos Caleb - Dijo mientras le tomaba la mano - Decime que si - Suplicó. Ese ojiceleste no pudo hacer más que suspirar -
- Esta bien - Dijo mientras sonreía -
- Gracias - Dijo la muchacha para después comenzar a caminar a su lado -
Shuu observó como ambos jovenes se marchaban de allí. Esos habían sido los cinco minutos más incómodos que había tenido la desgracia de presenciar.
Jamás había sentido que sobraba tanto en una conversación como en ese momento. Frunció el ceño mientras apretaba su taza con intenciones de hacerla pedasos.
¿Quién carajos se pensaba que era ese pendejo pelotudo?
Le molestaba inmensamente que andara con Farah. Que ella le contara a Caleb lo que antes le contaba a él. Porque ese pendejo no era nadie.
Porque Farah era su mejor amiga.
----------
- Realmente me parece que estaba enojado - Murmuro Caleb mientras sonreía levemente -
- ¿Shuu? - Preguntó Farah para después sonreír - Jamás - Contestó - ¿Conocés algún lugar donde podamos ir? - Preguntó a lo que Caleb sonrió -
- Me parece que si - Contesto mientras sonreía - Vení - Susurró mientras juntaba suavemente su mano con la suya. De alguna manera esa castaña le parecía especial. Quizá era porque lo había aceptado como nadie más lo había echo; o porque se reía de manera dulce de sus imperfecciones en lugar de remacarselas como cosas que debía cambiar. Realmente no le interesaba. Estaba bien a su lado. Eso era todo lo que importaba -
- Seamos realistas Caleb - Murmuro mientras intentaba no reirse - Jamás podrás darme una disculpa mejor que esa -
Caleb se quedó pasmado observando a esa castaña. Estaba acostumbrado a que siempre renegaran porque no era capas de expresarse de manera "comprensible" pero Farah aceptaba aquello sin problemas.
- ¿Estas bien Caleb? - Preguntó la castaña mientras pasaba su mano delante de los ojos del rubio -
- S-Si - Respondió mientras la miraba - ¿Estas segura que no estas molesta? -
- Deja de preguntar - Suplicó la muchacha de ojos ámbar mientras sonreía - Estas perdonado -
- ... - Caleb le sonrió con cariño - Gracias -
- No~ - Dijo mientras negaba levemente para después sonreír - Gracias a vos Caleb - Susurró para después desviar la mirada levemente sonrojada -
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Shuu dejó escapar un suspiro. Su hermano mayor podía ser bastante molesto si se lo proponía. Tomó una golosína para automáticamente después recordar la mirada llena de preocupación de Nina. Debía hablar con ella. Inventar aunque sea una excusa para que dejara de preocuparse. Suspiro nuevamente.
También se puso a pensar en Farah. Estaba seguro de que esa castaña estaba escondiendo algo. Cosa que por supuesto no parecía querer contarle. Por un momento se sintió molesto. Dejado de lado por esa chica con la que había compartido toda una infancia. Reemplazado por..
"Caleb"
De repente esa castaña apareció en la cocina junto a ese pendejo de cabellos rubios.
La castaña simplemente lo miró para después sonreír.
- Lo lamento pensé que estaba vacío - Dijo para después mirar a Caleb - ¿Querés salir a desayunar conmigo? -
- Esto~ - Ese muchacho se rascó la nuca sin saber que responder a aquella invitación -
- Vamos Caleb - Dijo mientras le tomaba la mano - Decime que si - Suplicó. Ese ojiceleste no pudo hacer más que suspirar -
- Esta bien - Dijo mientras sonreía -
- Gracias - Dijo la muchacha para después comenzar a caminar a su lado -
Shuu observó como ambos jovenes se marchaban de allí. Esos habían sido los cinco minutos más incómodos que había tenido la desgracia de presenciar.
Jamás había sentido que sobraba tanto en una conversación como en ese momento. Frunció el ceño mientras apretaba su taza con intenciones de hacerla pedasos.
¿Quién carajos se pensaba que era ese pendejo pelotudo?
Le molestaba inmensamente que andara con Farah. Que ella le contara a Caleb lo que antes le contaba a él. Porque ese pendejo no era nadie.
Porque Farah era su mejor amiga.
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- Realmente me parece que estaba enojado - Murmuro Caleb mientras sonreía levemente -
- ¿Shuu? - Preguntó Farah para después sonreír - Jamás - Contestó - ¿Conocés algún lugar donde podamos ir? - Preguntó a lo que Caleb sonrió -
- Me parece que si - Contesto mientras sonreía - Vení - Susurró mientras juntaba suavemente su mano con la suya. De alguna manera esa castaña le parecía especial. Quizá era porque lo había aceptado como nadie más lo había echo; o porque se reía de manera dulce de sus imperfecciones en lugar de remacarselas como cosas que debía cambiar. Realmente no le interesaba. Estaba bien a su lado. Eso era todo lo que importaba -
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Re: [Roll] The city of Babylonia~
Caminaron y fueron hacia ese lago donde Caleb y Adelaida habían pasado la infancia, seguía como siempre, con el agua cristalina y calma rodeada de varias flores de colores.
-Es hermoso- dijo Farah con un suspiro- ¿Por qué jamás lo vi?
-No es tan conocido ya que está en una zona alejada- le respondió Caleb-. Lo encontré con mi amiga, cuando éramos chicos- le explicó- desde ese momento se convirtió en mi lugar favorito de Babilonia.
La castaña se sentó y se quitó las sandalias para mojarse los pies en el agua, estaba fría y refrescante, mientras que a lo lejos podía ver unos peces multicolores nadando con pereza. Los árboles, por su parte, tenían una gran variedad de nidos de aves, las cuales cantaban distintas melodías suaves y agradables al oído.
-Desde ahora también será mi lugar favorito- dijo la muchacha con total sinceridad, apreciando ese hermoso paisaje.
El muchacho sonrío, sentándose a su lado.
-Es tranquilo – opinó el muchacho-. Cuando era chico este era el lugar de encuentro con mi amiga, jugábamos a cualquier cosa, después, cuando dejé de verla, convirtió en mi espacio para pensar relajado.
-Creo que es para ambos casos- comentó la joven de ojos ámbar relajada.
-Sí…
Caleb la observó, el rostro bello de la muchacha se veía reflejado por la luz del Sol dándole un brillo especial, algo que era más que digno de ser inmortalizado en una obra de arte.
No supo cuánto tiempo estuvo así, cuando Farah desvío la vista del lago para mirarlo y le preguntó:
-¿Pasa algo?- preguntó ella.
-Absolutamente nada- le contestó el rubio- Sólo pensaba…
-¿En qué?
Se sonrojó un poco, desviando la vista.
-En nada.
-Seguro Caleb- repuso ella con sarcasmo, riéndose.
-¡Hey! – se quejó el joven, alegrándose de que la joven no indagara más y se conformara con esa respuesta tan mediocre de su parte.
-¿Sí?- dijo ella con una sonrisa, incorporándose-. Sos horrible mintiendo Caleb, es verdad- agregó ella, entretenida.
Él también se levantó.
-¡Es verdad! – comentó él nervioso, acercándose a ella. Farah dio unos pasos atrás, por el mero hecho de molestar nomás al rubio, pero de repente sintió una piedra y tropezó perdiendo el equilibrio, e, impulsivamente, tomó la mano de Caleb.
En consecuencia, ambos estaban en el lago, completamente mojados. Caleb imaginaba que la chica se enojaría y más porque se había mojado y arruinado su ropa elegante y su elaborado peinado, además del maquillaje, pero, al contrario, estaba riéndose ante su propia torpeza realmente relajada.
Y él se unió a ella, porque, por algún motivo, las risas de Farah eran contagiosas.
-------------------------------------------------------------
Había dormido mejor de lo que esperaba. Observó la hora del reloj, ya iban a ser mediodía.
Se levanto y luego de arreglarse como podía, salió en búsqueda de Caleb. Necesitaba hablar con él.
Pero…¿Qué iba a decirle?
Lo de Kaileena lo destruiría, no debía contarle aquello…aún. Primero iba a escuchar las explicaciones de Judal para ello. Pero no ahora, que sinceramente no tenía muchas ganas de pensar sobre el tema.
Quería buscar a Caleb, más que nada, para poder distraerse. Estaba decidida a tratar de deprimirse lo menos posible y sabía que, distraída, alejaba esos pensamientos que la torturaban en su mente. Nada mejor que pasarla con tu mejor amigo.
¿Dónde estaba Caleb? Lo había buscado por todos lados y no lo había encontrado, no estaba en la cocina y no se animaba a entrar a la habitación de Judal, pero dudaba que el joven estuviera durmiendo allí, de seguro que tenía una habitación de huéspedes que no encontraba.
Caminó por ese pasillo donde el rey una vez la atrapó para después capturarla, sintió un escalofrío al recordar eso.
Quizás había salido.
Siguió caminando y chocó con la espalda de alguien.
-Lo lamento…emm…- se disculpó ella- ¿Shuu?
El muchacho se dio vuelta y le fue inevitable no ponerse algo nervioso, tomó los papeles que se le habían caído en el piso.
-Buen día- dijo él con educación, tratando de no posar su mirada en sus ojos color cielo.
-¿Estás bien? Te ves raro- le preguntó, notando que el joven no tenía un buen aspecto.
-Es falta de sueño- minimizó él-. Tengo trabajo y necesito irme rápido, hablamos después.
La joven se quedó extrañada con esa actitud, pero trató de no darle importancia, aunque, en cierto modo, sintió como si el chico se quisiera marchar de allí lo más rápido posible por un motivo personal, no laboral.
Antes de que se fuera, preguntó:
-¿Viste a Caleb?
Sintió como Shuu se detenía y se dio vuelta, con una cara algo furibunda.
-No- respondió cortante, para después marcharse.
Re: [Roll] The city of Babylonia~
- Mentiroso - Le acusó para después lanzar agua a ese muchacho mientras reía enérgica -
- Jamás - Dijo mientras comenzaba a lanzar agua también - Según vos no se mentir -
- Entendés lo que quise decir - Dijo mientras lo empujaba para que callera sentado al lago - ¿Estas mojado? - Preguntó mientras intentaba no reirse -
- ¿Querés pelear conmigo? - Preguntó mientras se paraba rápidamente para esta ves empujar a Farah suavemente -
- Esta helado~ - Se quejó mientras comenzaba a reir - Que caballero que sos que empujas a las damas al agua - Dijo mientras sonreía -
- Hacés que me sienta culpable ahora - Murmuro levemente sonrojado mientras se rascaba la nuca con nerviosismo -
- Idiota - Susurro mientras caminaba hasta donde estaba para después sonreír - Estaba cargandote - Dijo para después abrazar a Caleb del cuello para besar su mejilla - Tengo que escurrir la ropa - Dijo mientras sonreía para salir del agua chorreando agua -
- ... - Caleb simplemente se le quedó mirando. Posó instintivamente una mano en su mejilla para después sonrojarse de sobremanera -
----------
Estaba molesto.
Adelaida no tenía dudas de que la mirada de Shuu era de profundo fastidio.
Pero.. ¿Por qué?
Estaba segura de que ese Magi no tenía nada con Caleb. Entonces.. ¿Que había cambiado?
Siguió caminando sin saber donde más buscar. Se le estaban acabando los lugares.
Decidió salir del palacio para comenzar a recorrer por afuera.
Estaba segura de que Caleb no podía desaparecer. Tenía que estar por algún lado.
-----------
Incómodo. Solo esa palabra podía describir el clima en la casa donde Judal estaba preparando el desayuno con Kaileena.
Ese pelinegro estaba esperando a que se calentara el agua mientras la peliroja lo observaba sin poder pronunciar palabra alguna.
Había besado a Judal.
Recordar aquello le producía una enorme vergüenza pero en aquel momento no había podido detenerse. Se había perdido en los hermosos ojos del rey de Babilonia para después besar sus labios sin siquiera pensarlo.
Bajó la mirada levemente. Realmente no podía sentirse más estúpida.
- ¿Que pasa Kaileena? - Preguntó Judal mientras se sentaba delante de ella con un par de tazas de largaban un delicioso aroma a café -
- Nada~ - Mintió ella mientras tomaba una de las tazas - Esto~ Judal - Llamó mientras bajaba la mirada con culpa -
- Decime - Suplicó mentras mordía una galleta con expresión relajada -
- Perdoname por lo de anoche - Murmuro avergonzada - Seguramente Adelaida se fue por mi culpa - Susurró. Se sentía realmente mal por esa pelinegra -
- Tranquila Kaileena - Suplicó Judal mientras sonreía - También es mi culpa - Murmuro mientras le daba un sorbo a su café - Entenderé perfectamente si Adelaida no quiere volver a hablarme puesto que esta en todo su derecho -
- ... - La peliroja comenzó a sollozar en silencio. Realmente no era capas de entender como Judal podía tomarse tan bien las cosas - Pero Judal~ - Inbtentó replicar pero ese ojirojo le extendió un pañuelo con una sonrisa -
- Tranquilizate - Suplicó mientras tomaba una golosína - Hablaré con Adelaida e intentaré todo lo que esta en mis manos para poder explicar las cosas - Le dijo mientras sonreía - Lo prometo Kaileena -
- ... - La peliroja comenzó a llorar con más intensidad -
- Pero si ella no desea perdonarme debo entender porque la cagada fue mía - Dijo mientras se paraba para rodear a su amiga en un abrazo - Te quiero Kaileena - Susurro mientras besaba suavemente su cabeza - Deja de atormentarte que no me gusta que lo hagas -
- ¡Perdoname Judal~! - Exclamó mientras lo abrazaba con fuerza. Realmente no quería que su mejor amigo le guardara ningún rencor -
- Sh~ - Susurró mientras acariciaba suavemente su cabeza - No hay nada que perdonar -
----------
Observó la pila de papeles que había terminado de firmar. La ausencia de Judal se estaba haciendo sentir.
Se pusó de pie para estirarse. Si su hermano no regresaba pronto iría a llevar todo el trabajo para la casa de ese pendejo pelotudo. Caleb. Una inexplicable sensación de ira recorrió todo su cuerpo. Solo de pensar que ese rubio con cara de idiota estaba pasando la mañana a solas con su mejor amiga le entraban unas inmensas ganas de ir a buscarlo para ubicarlo a golpes.
Pero seguramente Farah jamás se lo perdonaría.
Porque parecía haberse encariñado mucho con Caleb. Quizá más de lo que le hubiera gustado.
Maldijo en voz alta para después tomar una nueva pila de papeles para archivar. Era oficial. Caleb estaba empezando a caerle realmente mal.
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Pág 15 ♥
Cinco páginas másssssssssssssssssssssss sjkasjaksjak ♥
- Jamás - Dijo mientras comenzaba a lanzar agua también - Según vos no se mentir -
- Entendés lo que quise decir - Dijo mientras lo empujaba para que callera sentado al lago - ¿Estas mojado? - Preguntó mientras intentaba no reirse -
- ¿Querés pelear conmigo? - Preguntó mientras se paraba rápidamente para esta ves empujar a Farah suavemente -
- Esta helado~ - Se quejó mientras comenzaba a reir - Que caballero que sos que empujas a las damas al agua - Dijo mientras sonreía -
- Hacés que me sienta culpable ahora - Murmuro levemente sonrojado mientras se rascaba la nuca con nerviosismo -
- Idiota - Susurro mientras caminaba hasta donde estaba para después sonreír - Estaba cargandote - Dijo para después abrazar a Caleb del cuello para besar su mejilla - Tengo que escurrir la ropa - Dijo mientras sonreía para salir del agua chorreando agua -
- ... - Caleb simplemente se le quedó mirando. Posó instintivamente una mano en su mejilla para después sonrojarse de sobremanera -
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Estaba molesto.
Adelaida no tenía dudas de que la mirada de Shuu era de profundo fastidio.
Pero.. ¿Por qué?
Estaba segura de que ese Magi no tenía nada con Caleb. Entonces.. ¿Que había cambiado?
Siguió caminando sin saber donde más buscar. Se le estaban acabando los lugares.
Decidió salir del palacio para comenzar a recorrer por afuera.
Estaba segura de que Caleb no podía desaparecer. Tenía que estar por algún lado.
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Incómodo. Solo esa palabra podía describir el clima en la casa donde Judal estaba preparando el desayuno con Kaileena.
Ese pelinegro estaba esperando a que se calentara el agua mientras la peliroja lo observaba sin poder pronunciar palabra alguna.
Había besado a Judal.
Recordar aquello le producía una enorme vergüenza pero en aquel momento no había podido detenerse. Se había perdido en los hermosos ojos del rey de Babilonia para después besar sus labios sin siquiera pensarlo.
Bajó la mirada levemente. Realmente no podía sentirse más estúpida.
- ¿Que pasa Kaileena? - Preguntó Judal mientras se sentaba delante de ella con un par de tazas de largaban un delicioso aroma a café -
- Nada~ - Mintió ella mientras tomaba una de las tazas - Esto~ Judal - Llamó mientras bajaba la mirada con culpa -
- Decime - Suplicó mentras mordía una galleta con expresión relajada -
- Perdoname por lo de anoche - Murmuro avergonzada - Seguramente Adelaida se fue por mi culpa - Susurró. Se sentía realmente mal por esa pelinegra -
- Tranquila Kaileena - Suplicó Judal mientras sonreía - También es mi culpa - Murmuro mientras le daba un sorbo a su café - Entenderé perfectamente si Adelaida no quiere volver a hablarme puesto que esta en todo su derecho -
- ... - La peliroja comenzó a sollozar en silencio. Realmente no era capas de entender como Judal podía tomarse tan bien las cosas - Pero Judal~ - Inbtentó replicar pero ese ojirojo le extendió un pañuelo con una sonrisa -
- Tranquilizate - Suplicó mientras tomaba una golosína - Hablaré con Adelaida e intentaré todo lo que esta en mis manos para poder explicar las cosas - Le dijo mientras sonreía - Lo prometo Kaileena -
- ... - La peliroja comenzó a llorar con más intensidad -
- Pero si ella no desea perdonarme debo entender porque la cagada fue mía - Dijo mientras se paraba para rodear a su amiga en un abrazo - Te quiero Kaileena - Susurro mientras besaba suavemente su cabeza - Deja de atormentarte que no me gusta que lo hagas -
- ¡Perdoname Judal~! - Exclamó mientras lo abrazaba con fuerza. Realmente no quería que su mejor amigo le guardara ningún rencor -
- Sh~ - Susurró mientras acariciaba suavemente su cabeza - No hay nada que perdonar -
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Observó la pila de papeles que había terminado de firmar. La ausencia de Judal se estaba haciendo sentir.
Se pusó de pie para estirarse. Si su hermano no regresaba pronto iría a llevar todo el trabajo para la casa de ese pendejo pelotudo. Caleb. Una inexplicable sensación de ira recorrió todo su cuerpo. Solo de pensar que ese rubio con cara de idiota estaba pasando la mañana a solas con su mejor amiga le entraban unas inmensas ganas de ir a buscarlo para ubicarlo a golpes.
Pero seguramente Farah jamás se lo perdonaría.
Porque parecía haberse encariñado mucho con Caleb. Quizá más de lo que le hubiera gustado.
Maldijo en voz alta para después tomar una nueva pila de papeles para archivar. Era oficial. Caleb estaba empezando a caerle realmente mal.
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Cinco páginas másssssssssssssssssssssss sjkasjaksjak ♥
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Re: [Roll] The city of Babylonia~
Kaileena se sentía terriblemente mal, pero, por primera vez, trató de hacer sus mejores esfuerzos para no llorar. Se había dado cuenta que con lágrimas sólo complicaba a los demás.
Por más que Judal no se lo dijera, que aparentara estar tranquilo, sabía que ella había arruinado las cosas, que en verdad era algo serio de lo que el joven se preocupaba. Pero no quería demostrárselo abiertamente para evitar que ella se pusiera mal.
-Es mi culpa- murmuró Kaileena.
-Ya te dije que no- le contestó el heredero insistente.
La joven se levantó decidida a irse al baño y darse una ducha. Sólo quería pensar tranquila, despejarse de todos los quilombos que tenía. No era la solución perfecta, pero sí mucho mejor que llorar desconsoladamente como solía hacerlo.
-Iré a bañarme- dijo, encerrándose en el baño.
Judal por su parte cambió su expresión relajada a una de preocupación, mientras sentía que su relación con Adelaida había terminado definitivamente, algo totalmente espeluznante y de lo cual, en este momento, él era el único culpable. ¿Cómo le explicaría ello?
Ni él sabía que le había pasado por la cabeza en aquel momento, sólo se dejó llevar por la situación. Poniéndose a pensar con más claridad, había cometido un terrible error.
Porque él no estaba enamorado de Kaileena, le tenía mucho cariño, eso sí, pero se daba cuenta que amor no er.a. Era bastante sencillo darse cuenta de lo que pensaba el joven, o, mejor dicho, acerca de quien pensaba.
Tenía que hablar con ella pero no estaba seguro de que fuera el momento. Adelaida, ahora, lo más probable es que lo mandaría a la mierda, tenía que esperar un poco para hacer que la joven al menos tratara de escucharlo.
¿Qué podía hacer ahora?
Debería hablar con alguien, con Nina quizás, para que pudiera darle algún consejo.
-----------------------------------------------------
Finalmente lo encontró, volviendo empapado junto con una muchacha bella charlando animadamente.
-¡Caleb!- gritó Ali para llamar su atención.
El chico la miró y sonrío, acercándose junto a la otra joven que caminaba de manera coqueta.
-Ella es Farah- la presentó Caleb a la joven castaña-. Ella es mi mejor amiga, Adelaida.
-Encantada- dijo ella, extendiéndole una mano con una sonrisa amable. Algo, quizás su manera de hablar, o la forma en la que la saludaba o posaba, le hacía comprender las palabras que Shuu anteriormente le había dicho. Esa chica inconscientemente coqueteaba con cualquier persona, porque constantemente hacía diversas acciones para aparentar ser más joven y bonita, todos se daban cuenta de ello y la miraban embodados.
-¡Achu!- estornudó el rubio.
-Deberían cambiarse, van a resfriarse, le avisó la pelinegra.
-Tienes razón, por cierto, ¿no es temprano para que aparezcas en el palacio?
-Larga historia, no puedo ahora pero prometo decírtelo después.
-Tardaré sólo un rato, podemos hablar en mi habitación, es la 205
-Iré a buscarte a tu cuarto pero antes tengo hambre- les dijo la joven- Cámbiense- les recordó – y al rato vio a ambos jóvenes desaparecer.
En el camino a la cocina, se encontró con Shuu, el cual estaba totalmente irritante y la ignoraba.
Finalmente, harta de la situación, la muchacha preguntó:
-¿Pero qué mierda te pasa conmigo?
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Pág 15 sjhdhsak ♥.
Falta tan poquito ya, no quiero que termine u.u
Por más que Judal no se lo dijera, que aparentara estar tranquilo, sabía que ella había arruinado las cosas, que en verdad era algo serio de lo que el joven se preocupaba. Pero no quería demostrárselo abiertamente para evitar que ella se pusiera mal.
-Es mi culpa- murmuró Kaileena.
-Ya te dije que no- le contestó el heredero insistente.
La joven se levantó decidida a irse al baño y darse una ducha. Sólo quería pensar tranquila, despejarse de todos los quilombos que tenía. No era la solución perfecta, pero sí mucho mejor que llorar desconsoladamente como solía hacerlo.
-Iré a bañarme- dijo, encerrándose en el baño.
Judal por su parte cambió su expresión relajada a una de preocupación, mientras sentía que su relación con Adelaida había terminado definitivamente, algo totalmente espeluznante y de lo cual, en este momento, él era el único culpable. ¿Cómo le explicaría ello?
Ni él sabía que le había pasado por la cabeza en aquel momento, sólo se dejó llevar por la situación. Poniéndose a pensar con más claridad, había cometido un terrible error.
Porque él no estaba enamorado de Kaileena, le tenía mucho cariño, eso sí, pero se daba cuenta que amor no er.a. Era bastante sencillo darse cuenta de lo que pensaba el joven, o, mejor dicho, acerca de quien pensaba.
Tenía que hablar con ella pero no estaba seguro de que fuera el momento. Adelaida, ahora, lo más probable es que lo mandaría a la mierda, tenía que esperar un poco para hacer que la joven al menos tratara de escucharlo.
¿Qué podía hacer ahora?
Debería hablar con alguien, con Nina quizás, para que pudiera darle algún consejo.
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Finalmente lo encontró, volviendo empapado junto con una muchacha bella charlando animadamente.
-¡Caleb!- gritó Ali para llamar su atención.
El chico la miró y sonrío, acercándose junto a la otra joven que caminaba de manera coqueta.
-Ella es Farah- la presentó Caleb a la joven castaña-. Ella es mi mejor amiga, Adelaida.
-Encantada- dijo ella, extendiéndole una mano con una sonrisa amable. Algo, quizás su manera de hablar, o la forma en la que la saludaba o posaba, le hacía comprender las palabras que Shuu anteriormente le había dicho. Esa chica inconscientemente coqueteaba con cualquier persona, porque constantemente hacía diversas acciones para aparentar ser más joven y bonita, todos se daban cuenta de ello y la miraban embodados.
-¡Achu!- estornudó el rubio.
-Deberían cambiarse, van a resfriarse, le avisó la pelinegra.
-Tienes razón, por cierto, ¿no es temprano para que aparezcas en el palacio?
-Larga historia, no puedo ahora pero prometo decírtelo después.
-Tardaré sólo un rato, podemos hablar en mi habitación, es la 205
-Iré a buscarte a tu cuarto pero antes tengo hambre- les dijo la joven- Cámbiense- les recordó – y al rato vio a ambos jóvenes desaparecer.
En el camino a la cocina, se encontró con Shuu, el cual estaba totalmente irritante y la ignoraba.
Finalmente, harta de la situación, la muchacha preguntó:
-¿Pero qué mierda te pasa conmigo?
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Falta tan poquito ya, no quiero que termine u.u
Re: [Roll] The city of Babylonia~
- Sinceramente mi problema no es con vos - Respondió mientras observaba unos números que estaban en los papeles -
- Tenés un problema conmigo - Dijo mientras se paraba delante de su escritorio para después cruzarse de brazos - Quiero saber que es -
- Te dije que nada - Contestó nuevamente mientras comenzaba a firmar sin siquiera leer esos documentos -
- Mentiroso - Murmuró mientras lo miraba con enojo -
- ¡Adelaida! - Estalló mientras levantaba la mirada molesto - Estoy ocupado ¿Es que no se nota? -
- ¡Decime que carajo pasa! - Dijo mientras posaba sus manos sobre la madera que la separaba del Magi -
- ¿¡Querés saber que me pasa!? - Preguntó mientras se paraba para después imitar a la muchacha - ¡No pude dormir por culpa tuya! - Comenzó a numerar mientras se tomaba la cabeza con una de sus manos - ¡Farah esta caminando de lo más contenta con ese pelotudo de Caleb! - Dijo mientras golpeaba su escritorio con brío - ¡Conste que eso me molesta! - Dijo mientras posaba su mirada carmín sobre la pelinegra - ¡Estoy haciendo el trabajo de mi hermano porque ese pelotudo esta tomandose vacaciones por una apuesta de mierda! - Dijo mientras tomaba asiento nuevamente - ¿¡De verdad parece que no tengo motivos para estar molesto!? -
- ... - La ojiceleste se le quedó mirando si saber exactamente que decir - ¿Fue por qué te desperté de noche? - Preguntó avergonzada a lo que Shuu se paró nuevamente -
- ¡Es por que no puedo sacarte de mi cabeza! - Estalló mientras caminaba hacia los pasillos - ¡Con permiso! - Finalizó mientras comenzaba a caminar rápidamente. Adelaida se quedó mirando el lugar por donde Shuu se había ido completamente pasmada. No podía creer lo que había escuchado -
---------
- Tus camisas estan impregnadas con esa colonia que usas - Dijo la castaña mientras miraba el cuarto de Caleb con una sonrisa - Es riquisima -
- Gracias - Contestó ese rubio mientras se desabotanaba la camisa mojada - Será mejor que te cambies o te vas a enfermar -
- Lo sé - Murmuro la castaña mientras se paraba - Mira - Dijo mientras posaba su dedo sobre el pecho de Caleb - Estas bastante bien - Bromeó para después comenzar a reir -
- Eh~ - Ese muchacho bajó la mirada avergonzado mientras se rascaba la nuca con nerviosismo -
- Deja~ - Susurró mientras tomaba su chaqueta húmeda - Iré a cambiarme - Sonrió para después salir a los pasillos. Comenzó a caminar para después suspirar. Caleb era demasiado tímido - ¡Argh~! - Se quejó mientras caía al suelo sentada - ¿¡Querés mirar por donde mierda caminas!? - Preguntó enojada. Cuando levantó la mirada se encontró con Shuu lo que hiso que se callara de inmediato - S-Shuu - Susurró mientras lo miraba - Te ves nervioso ¿Qué pasa? - Preguntó suavemente -
- ¿¡Ahora te importa que me pasa!? - Preguntó enojado mientras se paraba rápidamente - ¡Falsa! - Estalló mientras comenzaba a caminar a paso rápido - ¡Mentirosa! -
- ... - La castaña se quedó mirando la espalda de su mejor amigo. Involuntariamente los ojos se le llenaron de lágrimas -
- ¿Farah? - Una voz a sus espaldas hiso que se girara en el suelo. Cuando se encontró con los celestes de Caleb las lágrimas salieron solas - ¿Estas llorando? - Preguntó preocupado mientras se agachaba delante de ella - ¿Que pasó? - Preguntó suavemente mientras la tomaba de las mejillas - Escuché a Shuu. Contame que paso -
- ... - Las lágrimas comenzaron a caer de esos hermosos ojos ámbares. La muchacha se abalanzó a los brazos de Caleb para comenzar a llorar de rabia. Estaba segura de que no le había echo nada a Shuu -
- Tranquila - Suplicó Caleb levemente sonrojado por la repentina cercanía de Farah - Sh~ Tranquilizate -
- ¿Que le hice? - Preguntó en susurros mientras apretaba entre sus manos la camisa del rubio - ¿Por qué me odia? -
- La culpa no es tuya - Dijo mientras le besaba suavemente la cabeza -
- Si lo és - Susurro mientras comenzaba a temblar levemente a causa del llanto - Seguramente la culpa de que Shuu se sienta solo es mia - Murmuro mientras se cubría el rostro con ambas manos. Caleb frunció el ceño molesto. Aquellas palabras habían sido demasiado -
---------
- Tenés que tomar una ducha - Le recomendó Kaileena mientras intentaba sonreír - Es como si el agua lavara tus problemas -
- Lo intentaré - Sonrió Judal mientras se paraba - Andá rápido a cambiarte que te vas a enfermar -
- ¿Estas mejor? - Preguntó Kaileena a lo que el rey de Babilonia asintió -
- Tranquila que esta todo bien - Dijo mientras besaba la cabeza de Kaileena - Ve a ponerte algo a tendremos un accidente - Bromeó a lo que la peliroja negó levemente con una sonrisa -
- Seguis siendo el mismo de siempre - Murmuro mientras le besaba la mejilla - Te quiero -
- También yo - Susurro mientras la veía desaparecer en el cuarto - También yo - Repitió para si -
- Tenés un problema conmigo - Dijo mientras se paraba delante de su escritorio para después cruzarse de brazos - Quiero saber que es -
- Te dije que nada - Contestó nuevamente mientras comenzaba a firmar sin siquiera leer esos documentos -
- Mentiroso - Murmuró mientras lo miraba con enojo -
- ¡Adelaida! - Estalló mientras levantaba la mirada molesto - Estoy ocupado ¿Es que no se nota? -
- ¡Decime que carajo pasa! - Dijo mientras posaba sus manos sobre la madera que la separaba del Magi -
- ¿¡Querés saber que me pasa!? - Preguntó mientras se paraba para después imitar a la muchacha - ¡No pude dormir por culpa tuya! - Comenzó a numerar mientras se tomaba la cabeza con una de sus manos - ¡Farah esta caminando de lo más contenta con ese pelotudo de Caleb! - Dijo mientras golpeaba su escritorio con brío - ¡Conste que eso me molesta! - Dijo mientras posaba su mirada carmín sobre la pelinegra - ¡Estoy haciendo el trabajo de mi hermano porque ese pelotudo esta tomandose vacaciones por una apuesta de mierda! - Dijo mientras tomaba asiento nuevamente - ¿¡De verdad parece que no tengo motivos para estar molesto!? -
- ... - La ojiceleste se le quedó mirando si saber exactamente que decir - ¿Fue por qué te desperté de noche? - Preguntó avergonzada a lo que Shuu se paró nuevamente -
- ¡Es por que no puedo sacarte de mi cabeza! - Estalló mientras caminaba hacia los pasillos - ¡Con permiso! - Finalizó mientras comenzaba a caminar rápidamente. Adelaida se quedó mirando el lugar por donde Shuu se había ido completamente pasmada. No podía creer lo que había escuchado -
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- Tus camisas estan impregnadas con esa colonia que usas - Dijo la castaña mientras miraba el cuarto de Caleb con una sonrisa - Es riquisima -
- Gracias - Contestó ese rubio mientras se desabotanaba la camisa mojada - Será mejor que te cambies o te vas a enfermar -
- Lo sé - Murmuro la castaña mientras se paraba - Mira - Dijo mientras posaba su dedo sobre el pecho de Caleb - Estas bastante bien - Bromeó para después comenzar a reir -
- Eh~ - Ese muchacho bajó la mirada avergonzado mientras se rascaba la nuca con nerviosismo -
- Deja~ - Susurró mientras tomaba su chaqueta húmeda - Iré a cambiarme - Sonrió para después salir a los pasillos. Comenzó a caminar para después suspirar. Caleb era demasiado tímido - ¡Argh~! - Se quejó mientras caía al suelo sentada - ¿¡Querés mirar por donde mierda caminas!? - Preguntó enojada. Cuando levantó la mirada se encontró con Shuu lo que hiso que se callara de inmediato - S-Shuu - Susurró mientras lo miraba - Te ves nervioso ¿Qué pasa? - Preguntó suavemente -
- ¿¡Ahora te importa que me pasa!? - Preguntó enojado mientras se paraba rápidamente - ¡Falsa! - Estalló mientras comenzaba a caminar a paso rápido - ¡Mentirosa! -
- ... - La castaña se quedó mirando la espalda de su mejor amigo. Involuntariamente los ojos se le llenaron de lágrimas -
- ¿Farah? - Una voz a sus espaldas hiso que se girara en el suelo. Cuando se encontró con los celestes de Caleb las lágrimas salieron solas - ¿Estas llorando? - Preguntó preocupado mientras se agachaba delante de ella - ¿Que pasó? - Preguntó suavemente mientras la tomaba de las mejillas - Escuché a Shuu. Contame que paso -
- ... - Las lágrimas comenzaron a caer de esos hermosos ojos ámbares. La muchacha se abalanzó a los brazos de Caleb para comenzar a llorar de rabia. Estaba segura de que no le había echo nada a Shuu -
- Tranquila - Suplicó Caleb levemente sonrojado por la repentina cercanía de Farah - Sh~ Tranquilizate -
- ¿Que le hice? - Preguntó en susurros mientras apretaba entre sus manos la camisa del rubio - ¿Por qué me odia? -
- La culpa no es tuya - Dijo mientras le besaba suavemente la cabeza -
- Si lo és - Susurro mientras comenzaba a temblar levemente a causa del llanto - Seguramente la culpa de que Shuu se sienta solo es mia - Murmuro mientras se cubría el rostro con ambas manos. Caleb frunció el ceño molesto. Aquellas palabras habían sido demasiado -
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- Tenés que tomar una ducha - Le recomendó Kaileena mientras intentaba sonreír - Es como si el agua lavara tus problemas -
- Lo intentaré - Sonrió Judal mientras se paraba - Andá rápido a cambiarte que te vas a enfermar -
- ¿Estas mejor? - Preguntó Kaileena a lo que el rey de Babilonia asintió -
- Tranquila que esta todo bien - Dijo mientras besaba la cabeza de Kaileena - Ve a ponerte algo a tendremos un accidente - Bromeó a lo que la peliroja negó levemente con una sonrisa -
- Seguis siendo el mismo de siempre - Murmuro mientras le besaba la mejilla - Te quiero -
- También yo - Susurro mientras la veía desaparecer en el cuarto - También yo - Repitió para si -
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Re: [Roll] The city of Babylonia~
Sentía las gotas de la ducha refrescante tocar su piel y surcar por sus mejillas. Kaileena tenía razón: el agua era relajante, parecía como si todas sus preocupaciones se desvanecieran, fueran limpiadas por las gotas heladas de ese líquido incoloro.
Cerró los ojos, trasnportándose a un lugar lejano, donde no hubiera problemas, en el cual Lina estuviera viva y él no tuviera la presión de ser rey de Babilonia. Siempre que podía, Judal soñaba con ese paraíso al cual jamás había podido conocer y nunca lo haría.
Porque la realidad era sencilla y cruel: Lina estaba muerta y él debía cargar con el peso de ser rey, algo que realmente no le interesaba en lo absoluto.
Y ahora, se había comportado como un estúpido al besar a Kaileena. ¿En qué mierda pensaba? Ahí estaba el tema, no había pensado. Sonrío con tristeza, trataba de no preocupar a Kaileena, de aparentar estar relajado, pero sabía que todo lo que había tenido con Adelaida estaba destruyéndose rápidamente. Y es que, ¿cómo lo iba a perdonar ella? Por si fuera poco, había sido tan idiota de besar a la pelirroja al lado de donde su enamorada descansaba. ¡Por Dios! ¡Esa estupidez era para que alguien como Caleb lo hiciera, no él!
Salió del baño de inmediato, sin importarle que debía esperar un poco, queriendo hablar con Adelaida de inmediato. No podía estar con la duda y la culpa de saber qué pasará. Debía confirmar las cosas de una vez por todas, para bien o para mal, él necesitaba saber la respuesta.
--------------------------------------------
Caleb abrazó aún más a Farah, que seguía llorando. En ese momento, cuando sus ojos ámbar con lágrimas se posaron en los suyos, recordó a Kaileena, esos momentos donde las orbes azules también lloraban y buscaban su consuelo. ¿Qué había pasado con Kaileena? Se había olvidado completamente de ella cuando vio a su hermana, pero, cuando pensó en ella, recordó la hermosa sensación que le provocaba la joven pelirroja.
¿Dónde estaba?
Tenía que encontrar a Kaileena, abrazarla y besarla. Se sentía mal de, en cierto modo, se había olvidado de ella. Era un estúpido, lo sabía, pero trataba de mejorar siempre, porque Kaileena lo impulsaba a cambiar, a ser mejor persona y es por eso que a veces se odiaba a sí mismo por boludeces como esa que hacían que podía perderla.
Se incorporó y Farah lo miró extrañada.
-¿Qué ocurre?- preguntó ella.
-Necesito irme- contestó él.
-¿A dónde?
-Tengo que hacer algo- le respondió él-. Volveré pronto, lo prometo- agregó, con una linda sonrisa.
Y se marchó de allí a paso rápido, dejando a Farah sola en los pasillos, desconcertada. Caleb era bastante predecible, pero tenía esas actitudes que jamás podía siquiera adivinar que haría.
Los pensamientos sobre Caleb rápidamente fueron reemplazados por el rostro enojado de Shuu, por esa ira tan irracional que tenía y que lo hacía sufrir. Farah sabía que no tenía la culpa, pero en cierto modo se sentía culpable y no entendía el motivo.
------------------------------------------------------
Adelaida siguió inmóvil por varios minutos, sin saber cómo reaccionar. Finalmente, aún con expresión asombrada, se sentó en el lugar donde anteriormente estaba Shuu y observó la pila de papeles con las que estaba trabajando.
Sintió pena por el muchacho, porque sabía que no estaba bien y que ella era culpable de eso. Su confesión le había agarrado con la guarida baja, no supo responderle, no logró decir unas palabras adecuadas que alguien como Shuu merecía.
Hizo una sonrisa triste, sabiendo que el joven en realidad estaba confundido, que pronto se le pasaría. Una persona como Shuu no merecía quererla, en realidad, nadie de todos los que había conocido, ni Judal, ni Caleb ni tampoco Lear, se merecían haberla querido alguna vez. Ellos eran demasiado buenos, tenían que estar con mujeres mucho mejores.
Porque ella era sólo una esclava idiota, alguien que sólo amaba a una persona, que había creído falsamente que terminaría toda su vida con él, aunque ni siquiera podían estar juntos unos días porque ya había problemas.
¿Cómo alguien como Judal iba a estar con ella?
Ahora, en la soledad de la habitación y permitiéndose a pensar de una buena vez por todas la situación, sabía que Judal no tenía la culpa de besar a Kaileena. ¡Era lo que debería hacer! ¡Ella era su prometida! ¡Viviría toda su vida junto a Kaileena, tendría hijos con ella!
Recordó las palabras de Marsú y sonrío con tristeza.
No volvería a lo mismo de antes, no trataría de rechazar a Judal para que estuviera con Kaileena, pero tampoco lo culparía por lo que hizo.
Sus puños apretaron la tela de su vestido y agachó la mirada.
Suspiró un par de veces para calmarse y alzó la vista.
Quizás algo bueno podía hacer.
--------------------------------------
Ya era de tarde, Shuu, después de dar unas vueltas y poder calmarse, volvió hacia la cocina, donde había dejado todo el trabajo que debía terminar para esa noche.
Entró y se encontró con Adelaida, leyendo y firmando papeles.
-¿Qué hacés?- preguntó desconcertado.
-Te ayudo- respondió ella- Es mi culpa que Judal no esté trabajando por lo de la apuesta, yo se la hice.
-La culpa es del otro vago, no tuya- dijo el pelinegro-. Además, esos papeles necesitan mi firma.
Ella alzó una hoja para que él la viera, notó que la firma era la suya, pero ese papel no lo había leído antes, no era algo que hubiera firmado.
-¿Falsificás?
-Tengo buen pulso, las primeras admito que me salieron más o menos- reconoció ella-. Tu firma no es difícil. Relájate, las estoy leyendo.
Shuu suspiró y se revolvió el cabello un tanto nervioso. Eran esas actitudes de Adelaida de las que debía alejarse, las que lo mantenían con insomnio.
Se sentó al lado de ella y comenzó firmar y leer otros documentos.
-Lamento haberte gritado...- empezó a decir, nervioso.
-No te disculpes- le interrumpió ella-. No tenés culpa de nada, no estoy enojada.
-No es necesario que me ayudes, anda con Judal- le comentó el pelinegro-. Debe estar esperándote...
Ella negó levemente con la cabeza.
-No lo hace- le respondió-. Y quiero ayudarte.
-¿Qué pasó?- preguntó el muchacho preocupado, mientras recordaba cómo había aparecido ayer la joven.
-Nada.
-No seas hipócrita Adelaida, no mientas- le regañó levemente Shuu-. No hagas lo que no querés que te hagan.
Ella suspiró, mientras y agachó la mirada. Unas lágrimas comenzaron a mojar los documentos.
----------------------------------
Onda que ando seca de ideas y más para Babilonia sjhdjkhdsa
Cerró los ojos, trasnportándose a un lugar lejano, donde no hubiera problemas, en el cual Lina estuviera viva y él no tuviera la presión de ser rey de Babilonia. Siempre que podía, Judal soñaba con ese paraíso al cual jamás había podido conocer y nunca lo haría.
Porque la realidad era sencilla y cruel: Lina estaba muerta y él debía cargar con el peso de ser rey, algo que realmente no le interesaba en lo absoluto.
Y ahora, se había comportado como un estúpido al besar a Kaileena. ¿En qué mierda pensaba? Ahí estaba el tema, no había pensado. Sonrío con tristeza, trataba de no preocupar a Kaileena, de aparentar estar relajado, pero sabía que todo lo que había tenido con Adelaida estaba destruyéndose rápidamente. Y es que, ¿cómo lo iba a perdonar ella? Por si fuera poco, había sido tan idiota de besar a la pelirroja al lado de donde su enamorada descansaba. ¡Por Dios! ¡Esa estupidez era para que alguien como Caleb lo hiciera, no él!
Salió del baño de inmediato, sin importarle que debía esperar un poco, queriendo hablar con Adelaida de inmediato. No podía estar con la duda y la culpa de saber qué pasará. Debía confirmar las cosas de una vez por todas, para bien o para mal, él necesitaba saber la respuesta.
--------------------------------------------
Caleb abrazó aún más a Farah, que seguía llorando. En ese momento, cuando sus ojos ámbar con lágrimas se posaron en los suyos, recordó a Kaileena, esos momentos donde las orbes azules también lloraban y buscaban su consuelo. ¿Qué había pasado con Kaileena? Se había olvidado completamente de ella cuando vio a su hermana, pero, cuando pensó en ella, recordó la hermosa sensación que le provocaba la joven pelirroja.
¿Dónde estaba?
Tenía que encontrar a Kaileena, abrazarla y besarla. Se sentía mal de, en cierto modo, se había olvidado de ella. Era un estúpido, lo sabía, pero trataba de mejorar siempre, porque Kaileena lo impulsaba a cambiar, a ser mejor persona y es por eso que a veces se odiaba a sí mismo por boludeces como esa que hacían que podía perderla.
Se incorporó y Farah lo miró extrañada.
-¿Qué ocurre?- preguntó ella.
-Necesito irme- contestó él.
-¿A dónde?
-Tengo que hacer algo- le respondió él-. Volveré pronto, lo prometo- agregó, con una linda sonrisa.
Y se marchó de allí a paso rápido, dejando a Farah sola en los pasillos, desconcertada. Caleb era bastante predecible, pero tenía esas actitudes que jamás podía siquiera adivinar que haría.
Los pensamientos sobre Caleb rápidamente fueron reemplazados por el rostro enojado de Shuu, por esa ira tan irracional que tenía y que lo hacía sufrir. Farah sabía que no tenía la culpa, pero en cierto modo se sentía culpable y no entendía el motivo.
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Adelaida siguió inmóvil por varios minutos, sin saber cómo reaccionar. Finalmente, aún con expresión asombrada, se sentó en el lugar donde anteriormente estaba Shuu y observó la pila de papeles con las que estaba trabajando.
Sintió pena por el muchacho, porque sabía que no estaba bien y que ella era culpable de eso. Su confesión le había agarrado con la guarida baja, no supo responderle, no logró decir unas palabras adecuadas que alguien como Shuu merecía.
Hizo una sonrisa triste, sabiendo que el joven en realidad estaba confundido, que pronto se le pasaría. Una persona como Shuu no merecía quererla, en realidad, nadie de todos los que había conocido, ni Judal, ni Caleb ni tampoco Lear, se merecían haberla querido alguna vez. Ellos eran demasiado buenos, tenían que estar con mujeres mucho mejores.
Porque ella era sólo una esclava idiota, alguien que sólo amaba a una persona, que había creído falsamente que terminaría toda su vida con él, aunque ni siquiera podían estar juntos unos días porque ya había problemas.
¿Cómo alguien como Judal iba a estar con ella?
Ahora, en la soledad de la habitación y permitiéndose a pensar de una buena vez por todas la situación, sabía que Judal no tenía la culpa de besar a Kaileena. ¡Era lo que debería hacer! ¡Ella era su prometida! ¡Viviría toda su vida junto a Kaileena, tendría hijos con ella!
Recordó las palabras de Marsú y sonrío con tristeza.
No volvería a lo mismo de antes, no trataría de rechazar a Judal para que estuviera con Kaileena, pero tampoco lo culparía por lo que hizo.
Sus puños apretaron la tela de su vestido y agachó la mirada.
Suspiró un par de veces para calmarse y alzó la vista.
Quizás algo bueno podía hacer.
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Ya era de tarde, Shuu, después de dar unas vueltas y poder calmarse, volvió hacia la cocina, donde había dejado todo el trabajo que debía terminar para esa noche.
Entró y se encontró con Adelaida, leyendo y firmando papeles.
-¿Qué hacés?- preguntó desconcertado.
-Te ayudo- respondió ella- Es mi culpa que Judal no esté trabajando por lo de la apuesta, yo se la hice.
-La culpa es del otro vago, no tuya- dijo el pelinegro-. Además, esos papeles necesitan mi firma.
Ella alzó una hoja para que él la viera, notó que la firma era la suya, pero ese papel no lo había leído antes, no era algo que hubiera firmado.
-¿Falsificás?
-Tengo buen pulso, las primeras admito que me salieron más o menos- reconoció ella-. Tu firma no es difícil. Relájate, las estoy leyendo.
Shuu suspiró y se revolvió el cabello un tanto nervioso. Eran esas actitudes de Adelaida de las que debía alejarse, las que lo mantenían con insomnio.
Se sentó al lado de ella y comenzó firmar y leer otros documentos.
-Lamento haberte gritado...- empezó a decir, nervioso.
-No te disculpes- le interrumpió ella-. No tenés culpa de nada, no estoy enojada.
-No es necesario que me ayudes, anda con Judal- le comentó el pelinegro-. Debe estar esperándote...
Ella negó levemente con la cabeza.
-No lo hace- le respondió-. Y quiero ayudarte.
-¿Qué pasó?- preguntó el muchacho preocupado, mientras recordaba cómo había aparecido ayer la joven.
-Nada.
-No seas hipócrita Adelaida, no mientas- le regañó levemente Shuu-. No hagas lo que no querés que te hagan.
Ella suspiró, mientras y agachó la mirada. Unas lágrimas comenzaron a mojar los documentos.
----------------------------------
Onda que ando seca de ideas y más para Babilonia sjhdjkhdsa
Re: [Roll] The city of Babylonia~
Ese pelinegro posó su mano suavemente sobre la cabeza de Adelaida mientras intentaba sonreír para que ella se animara.
Levantó lentamente la mirada para encontrarse con los carmínes de Judal que estaba observando la escena.
- Hermano - Murmuro Shuu a lo que la pelinegra levantó rápidamente la mirada. Cuando Judal observó esos ojos llorosos se le cerró el estómago -
- Quiero que hablemos - Murmuró a lo que la muchacha posó su mirada celeste en el suelo -
- Los dejaré solos - Susurró Shuu mientras se paraba. Eso era lo mejor que podía hacer. Dejar a su hermano solucionar las cosas. Hacerse a un lado -
- Escuchame - Suplicó Judal mientras le tomaba el brazo antes de que saliera - Farah estaba llorando sentada en medio de los pasillos ¿Qué pasó? - Shuu posó su mirada en el suelo. Farah estaba llorando sola probablemente por que le había dicho -
- Tengo que irme - Dijo rápidamente para después salir disparado en busca de la castaña. Tenía que dar con ella. Simplemente no podía dejar que estubiera sola -
- Escuchame - Suplicó mientras cerraba una vez estubo adentro - Adelaida Perdoname -
- ... - La pelinegra se abrazó a si misma sobre la silla sin responder a las palabras del líder de Babilonia -
- Te aseguro que no estaba pensando - Murmuró avergonzado - Me superó lo que estaba pasando - Ese pelinegro dió un paso adelante alarmando a la pelinegra que no estaba segura de querer que se acercara - Comprendo - Murmuro mientras suspiraba nostálgico - Perdoname - Susurró nuevamente para después girarse - Solo eso - Posó su mano sobre el pomo dispuesto a irse. Realmente había dado una excusa pobre. Estaba seguro de que Adelaida no iba a perdonar lo que hiso -
La muchacha se quedó observando la espalda del pelinegro sorprendida.
Realmente parecía lamentar lo que había pasado.
Esuchó como se cerraba ese pedaso de madera que la separaba de los pasillos sin poder moverse. Judal había comenzado a caminar. Cada paso que daba parecía alejar a ese muchacho de mirada carmín cada vez más de ella.
Se levantó de la silla como si no pudiera contenerse para después salir.
Los ojos se le llenaron nuevamente de lágrimas.
Observó a ese pelinegro de mirada carmín apoyado de espaldas. Seguramente esperandola.
- ¿Vas a responderme? - Preguntó mientras posaba esos hermosos ojos sobre Adelaida. La pelinegra no pudo contener más las ganas de llorar - Tranquila - Suplicó mientras rápidamente la rodeaba en un cálido abrazo - Te amo tontita - Le susurró al oido para después besar suavemente su mejilla -
- ... - Esa pelinegra simplemente correspondió ese gesto de cariño con las mejillas sonrosadas. También lo quería. Eso no iba a cambiar -
- Contestame Adelaida - Suplicó mientras le secaba las lágrimas con sus pulgares - Tenés a una persona encandilantemente hermosa esperando a que le digas algo - Dijo mientras sonreía de lado. Esa muchacha le golpeó suavemente para después sonreír -
- Estas perdonado - Susurró a lo que Judal suspiro de tranquilidad -
- Gracias - Susurró para después besar suavemente sus labios. Jamás iba a volver a engañar a Adelaida. Simplemente por que la amaba -
---------
- ¿Farah? - Llamó cuando encontró a la muchacha echa un obillo al costado de los pasillos. Ella simplemente levantó la mirada para encontrarse con los carmínes de Shuu - ¿Estabas llorando? - Preguntó mientras se agachaba a su lado -
- ¿Por qué estabas molesto conmigo? - Preguntó mientras la mirada se le llenaba nuevamente de lágrimas -
- Estaba celoso - Dijo mientras posaba sus ojos a un costado - De repente comenzaste a pasar los ratos libres con Caleb - Explicó mientras se rascaba la cabeza apenado - Llevabamos mucho sin vernos pero vos no viniste a buscarme para conversar -
- Llendo al caso vos tampoco - Murmuró mientras se abrazaba a si misma -
- Que idiota - Se dijo a si mismo mientras se golpeaba la cabeza. De repente sus mejillas se tiñieron de rosado. Esa castaña lo había rodeado suavemente con sus brazos del cuello -
- Tenía ganas de venir a ver a mi mejor amigo - Susurró mientras se sonrojada - De ver a la persona en la que estube pensando desde que abandoné Babilonia -
- F-Farah - Susurró. Tenía las mejillas cada vez más coloradas -
- Vos - Susurró mientras posaba su mirada cargada de lágrimas sobre los ojos de Shuu -
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Cualquier cosa cuando vengo de gimnacia la edito sjaksjaksjak pero me gustó como quedó ♥
Levantó lentamente la mirada para encontrarse con los carmínes de Judal que estaba observando la escena.
- Hermano - Murmuro Shuu a lo que la pelinegra levantó rápidamente la mirada. Cuando Judal observó esos ojos llorosos se le cerró el estómago -
- Quiero que hablemos - Murmuró a lo que la muchacha posó su mirada celeste en el suelo -
- Los dejaré solos - Susurró Shuu mientras se paraba. Eso era lo mejor que podía hacer. Dejar a su hermano solucionar las cosas. Hacerse a un lado -
- Escuchame - Suplicó Judal mientras le tomaba el brazo antes de que saliera - Farah estaba llorando sentada en medio de los pasillos ¿Qué pasó? - Shuu posó su mirada en el suelo. Farah estaba llorando sola probablemente por que le había dicho -
- Tengo que irme - Dijo rápidamente para después salir disparado en busca de la castaña. Tenía que dar con ella. Simplemente no podía dejar que estubiera sola -
- Escuchame - Suplicó mientras cerraba una vez estubo adentro - Adelaida Perdoname -
- ... - La pelinegra se abrazó a si misma sobre la silla sin responder a las palabras del líder de Babilonia -
- Te aseguro que no estaba pensando - Murmuró avergonzado - Me superó lo que estaba pasando - Ese pelinegro dió un paso adelante alarmando a la pelinegra que no estaba segura de querer que se acercara - Comprendo - Murmuro mientras suspiraba nostálgico - Perdoname - Susurró nuevamente para después girarse - Solo eso - Posó su mano sobre el pomo dispuesto a irse. Realmente había dado una excusa pobre. Estaba seguro de que Adelaida no iba a perdonar lo que hiso -
La muchacha se quedó observando la espalda del pelinegro sorprendida.
Realmente parecía lamentar lo que había pasado.
Esuchó como se cerraba ese pedaso de madera que la separaba de los pasillos sin poder moverse. Judal había comenzado a caminar. Cada paso que daba parecía alejar a ese muchacho de mirada carmín cada vez más de ella.
Se levantó de la silla como si no pudiera contenerse para después salir.
Los ojos se le llenaron nuevamente de lágrimas.
Observó a ese pelinegro de mirada carmín apoyado de espaldas. Seguramente esperandola.
- ¿Vas a responderme? - Preguntó mientras posaba esos hermosos ojos sobre Adelaida. La pelinegra no pudo contener más las ganas de llorar - Tranquila - Suplicó mientras rápidamente la rodeaba en un cálido abrazo - Te amo tontita - Le susurró al oido para después besar suavemente su mejilla -
- ... - Esa pelinegra simplemente correspondió ese gesto de cariño con las mejillas sonrosadas. También lo quería. Eso no iba a cambiar -
- Contestame Adelaida - Suplicó mientras le secaba las lágrimas con sus pulgares - Tenés a una persona encandilantemente hermosa esperando a que le digas algo - Dijo mientras sonreía de lado. Esa muchacha le golpeó suavemente para después sonreír -
- Estas perdonado - Susurró a lo que Judal suspiro de tranquilidad -
- Gracias - Susurró para después besar suavemente sus labios. Jamás iba a volver a engañar a Adelaida. Simplemente por que la amaba -
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- ¿Farah? - Llamó cuando encontró a la muchacha echa un obillo al costado de los pasillos. Ella simplemente levantó la mirada para encontrarse con los carmínes de Shuu - ¿Estabas llorando? - Preguntó mientras se agachaba a su lado -
- ¿Por qué estabas molesto conmigo? - Preguntó mientras la mirada se le llenaba nuevamente de lágrimas -
- Estaba celoso - Dijo mientras posaba sus ojos a un costado - De repente comenzaste a pasar los ratos libres con Caleb - Explicó mientras se rascaba la cabeza apenado - Llevabamos mucho sin vernos pero vos no viniste a buscarme para conversar -
- Llendo al caso vos tampoco - Murmuró mientras se abrazaba a si misma -
- Que idiota - Se dijo a si mismo mientras se golpeaba la cabeza. De repente sus mejillas se tiñieron de rosado. Esa castaña lo había rodeado suavemente con sus brazos del cuello -
- Tenía ganas de venir a ver a mi mejor amigo - Susurró mientras se sonrojada - De ver a la persona en la que estube pensando desde que abandoné Babilonia -
- F-Farah - Susurró. Tenía las mejillas cada vez más coloradas -
- Vos - Susurró mientras posaba su mirada cargada de lágrimas sobre los ojos de Shuu -
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Tooru- **Full*Contest**
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Edad : 29
Cumpleaños!! : 31/03/1995
Mi llegada : 26/03/2009
Mis Mensajes : 2522
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Re: [Roll] The city of Babylonia~
-Farah...- fue lo único que pudo susurrar el pelinegro- Perdoname, me comporté como un tremendo estúpido.
-Lo sé - bromeó ella con una sonrisa relajada- Tranquilízate, te quiero tal cual sos.
El muchacho se sonrojó mientras sentía como Farah le tomaba de la mano.
-Vamos, tenemos que ponernos al día - le informó la joven con una sonrisa -Quiero saber qué hiciste todo este tiempo. ¿Cuántos años fueron?
-Unos 9 años aproximadamente, me fui cuando tenía 10, poco después de la muerte de Lina.
Ella agachó la mirada, como si el recuerdo de la pequeña Magi aún le resultara doloroso. Y es que ...¿quién no había sufrido con su muerte? Era inevitable no querer a Lina, había sido una niña angelical y educada, siempre sonriente, aún incluso en sus últimos momentos de vida.
-Hablando de Lina, mañana es el aniversario número nueve de su muerte - recordó Shuu pensativo.
Ella no dijo nada, mientras sentía un lamento interno de su cuerpo que quería salir. Contuvo el llanto. Últimamente estaba muy sensible.
-Judal no va a estar muy bien...
-¿Podemos hablar de otra cosa? Por favor - suplicò la joven de ojos ámbar.
Él la miró preocupado, para después darle ánimos con una bella sonriasa.
-Por supuesto- afirmó con seguridad -. Mmm no hice gran cosa la verdad, me dediqué a estudiar en distintas partes del mundo.
-Siempre fuiste el nerd del grupo - bromeò ella relajada.
-Vos la vaga que no hacía nada -continuó el pelinegro, riéndose ante el mohín de la castaña- Simpre desaprobabas en matemática, tenía que ayudarte conrtinuanmente.
-Los números no son lo mío - reconoció ella con resignación.
-¿Vos qué hiciste durante este tiempo?- pregunto Shuu.
-Estudié danzas - le explicó ella-. Al principio , como sabías, lo hice como un hobby, pero a mis padres no les gustaba...-explicó ella-. Ya sabes, nunca les gustó que me dedicara tanto a algo artístico y tenían la esperanza de casarme con alguien digno.
-¿Qué pasó?
-Los rechacé a todos - respondió ella con naturalidad-. Y bueno...un día me cansé y me marché de casa. Viajé, estudié con mayor dedicación danzas y esuve enseñando.
-Pasarom varios años - opinó Shuu, pensativo.
-Sí, volver y ver todo tan cambiado me resulta raro -admitió la muchacha, mientras ambos salían a los hermosos jardines del palacio y se sentaban bajo la copa de un árbol enorme y antigüo.
-Confieso que me pasa lo mismo.
-Por lo que me enteré, este año fue bastante movidito, en general.
-Lo sé - contestó Shuu. Por su mente pasaban diversas imagenes, algunos eran recuerdos reales, que él había visto con sus propios ojos y, otras , eran representaciones de hechos que le habían contado sus hermanos.
-¿Quieres?- le ofreció ella un caramelo que había sacado de su bolsillo. El muchacho aceptó.
-Las cosas pasan tan rápido y cambian tanto que me asustan - confesó ella y, con un suspiro, agregó - Desearía poder quedarme más tiempo... o que éste se detuviera en este preciso momento.
-¿ A qué te refieres? -preguntó el muchacho, inquietado ante esas palabras.
-Deberé irme dentro de poco, no es seguro que esté aca -comentó ella relajada.
-¿Por qué? - cuestionó preocupado.
Ella pestañeó un poco, resaltando aún más sus bellos ojos color ámbar.
-Mis padres me van a desheredar.
.................................................
Caleb corrió y abrió la puerta de su casa mientras agradecía el gesto "considerado" que Judal tuvo al darle una copia de las llaves de su casa.
Entró y, para su sorpresa, Kaileena estaba sentasa en la mesa, con sus dos manos tomando una taza de café y rostro triste y pálido.
-¿Qué pasó? - preguntó él, preocupado. La joven , al escuchar su voz, abrió los ojos de par en par, aterrorizada.
-Kaileena...¿qué ocurrió?
Ella lo miró fijamente, mientras las lágrimas aparecieron al instante y su frágil cuerpo comenzaba a sollozar y a temblar del nerviosisno.
-Lo lamento...- susurró ella.
-¿Qué?- preguntó desconcertado
-Lo lamento tanto... -insistió la pelirroja-. Ayer...estaba enojada y celosa, vos estabas tan...hipnotizado mirando a mi hermana. Sé cómo es ella y me enojé, me sentí desplazada, abandonada.
-¿Qué más ? - preguntó. Por alguna razón, un sexto sentido quizás, él se quedó inmóvil, sereno. No se había acercado a ella para consolarla.
-Ayer a la noche, besé a Judal.Lo lamento...yo no quise...- empezó a decir ella, sollozando aún con más fuerza.
-No me des explicaciones. No las hay- dijo Caleb con frialdad. La joven se odiaba a sí misma, sabiendo que ella había sido la culpable, la causante de que ese hermoso rostro reflejara una clara expresión de dolor y decepción, que esos ojos celestes como el cielo comenzaran a llorar en silencio.
-No...Caleb..¡Esperá! -gritó desesperada y levantándose para alcanzarlo. Pero ya era demasiado tarde, el muchacho se había ido, enojado y adolorido, dando un fuerte portazo en la puerta.
Ella cayó al suelo de rodillas, sin poder sentirse peor consigo misma. Porque ella era la causante de que estuviera así, la culpable de toda tristeza del rubio.
Ella era la razón de sus lágrimas de dolor.
................................
-¡¿Qué?!- exclamó Shuu asombrado- ¡No puede ser!
-Sí- dijo ella, extrañamente tranquila-. Mis padres no tienen mucha paciencia, lo sabés. El hecho de que no aceptaba a ninguno de los prometidos que me conseguían y que me hubiera ido de casa fue como un detonante para ellos y me desheredaron. No puedo estar donde se encuentran, están buscándome. Quizás si me encuentran me maten...
-Jamás harían eso- la interrumpió Shuu de inmediato.
-Espero que no- continuó ella con una sonrisa relajada-. De cualquier manera, me están buscando y yo no quiero verlos. Tengo la sensación de que, si los encuentro, me obligarán a casarme con alguien a quien no quiero cueste lo que cueste, si aunque sea lo conociera un poco...pero ni siquiera eso- su gesto se desvaneció, mientras su mirada tenía un brillo de tristeza-. Aparte debo volver a trabajar, no gano mucho como profesora, pero es lo que tengo.
-Podés quedarte en el palacio, no tendríamos problemas- propuso el ojirrojo.
-La reina se enteraría tarde o temprano y mis padres aparecerían- le explicó Farah-. Gracias por la ayuda igualmente.
-¿Y qué harás?
-Irme, trabajar- respondió ella-. Vine acá, sabiendo que es una locura, sólo para ver a mi hermana porque me enteré de su casamiento.
-Deduzco que no estás de acuerdo- le dijo el pelinegro.
-Es obvia mi posición, pero es lo mejor para ella- respondió Farah con un suspiro-. Mis padres la obligarían de todas maneras, la desheredarían como a mí o podrían hacerle algo peor. No sé de que son capaces...tortura, muerte- sintió un escalofrío-. Me salvé de eso por suerte, pero Kaileena, ¿Qué va a hacer? Es prometida de Judal, la perseguirían con más insistencia si se escapara.
-Si te vas, ¿cómo vas a volver? Cuando Kaileena se case con Judal será reina, será más complicado verla sin que nadie se de cuenta- le recordó Shuu-. Y más aún porque tus padres y la reina estarían atentos por ese mismo motivo, creerán que, siendo ella reina, podría tratar de encontrarse con vos con su nuevo poder.
-Lo sé. Dudo que pueda volver a verla de nuevo- dijo ella, y unas lágrimas surgieron de sus ojos-. Ni siquiera sé que será cuando me vaya, hace unos meses me estuvieron buscando ¿sabías?. Logré escaparme con suerte, dudo que pueda volver a verla a menos que pase bastante tiempo. Es horrible la situación...es mi hermana, quisiera verla en estos momentos de su vida...
-Cásate conmigo- dijo, de repente, Shuu.
-¡¿Qué?!- exclamó asombrada y algo sonrojada.
-Podríamos aparentar que estamos enamorados, no es por agrandado ni nada, pero sería el mejor prometido que podrías tener, me conocés, sabés que no soy un hijo de puta. Tus padres te dejarían en paz, podrías vivir con Kaileena, dejar de trabajar- dijo de sopetón el muchacho.
-No podría hacerte eso...vos estás enamorado de otra persona- comentó ella, negando levemente la cabeza.
-Y esa persona está perdidamente enamorada de mi hermano y él también la ama- agregó Shuu con una sonrisa triste-. ¿Qué podría hacer de todos modos? No soy tan forro de cagarles la relación que les costó horrores mantener.
-No sé Shuu...- dijo ella. Porque la idea en sí le resultaba tentadora, ¿para qué negarlo? Ella quería a Shuu y el muchacho tenía razón: era el mejor prometido que podría tener. Casándose con él, podría estar cerca de su hermana, su vida estaría a salvo y podría asegurarse el hecho de que no se moriría de hambre.
La idea era mucho más que tentadora.
Pero no podía hacerlo, no por Shuu. ¿Atarlo a alguien a quien él no amaba? El joven, casado con ella, no podría encontrar jamás a alguien que se enamorara de él, que le diera una oportunidad para formar una familia.
No se sentía capaz de eso.
-Pensalo- comentó el muchacho con una sonrisa amable.
------------------------------------------------------
Nina y Lear caminaban agarrados de la mano por el mercado de Babilonia, la rubia observaba todos los frutos y alimentos, quería cocinar algo en especial y, como no encontraban los productos en la cocina, quizás ya se habían acabado, prefirieron salir al mercado y despejarse un poco de los aires del palacio.
-¿Qué te parece?- preguntó Nina, mostrándole una manzana roja y de aspecto sabroso-. Podríamos hacer una tarta de manzanas.
-No, son las favoritas de Judal, prefiero las de fresas- comentó Lear relajado-. Sólo quiero que cocines para mí- dijo el muchacho, susurrándole al oído y abrazándola de la cintura. Ella se río relajada.
-Celoso que sos- bromeó ella.
-Tengo que cuidarte- le recordó el muchacho.
-Deme un kilo de fresas, por favor- pidió la muchacha al vendedor. El hombre asintió mientras que una mujer al lado de ellos era atendida por otro empleado.
-¿Te enteraste de lo último que pasó?- le preguntó la mujer mayor al empleado. Él negó con la cabeza-. ¿Viste el chico ese, el joyero?
-¿Cuál?
-El chico bonito, que andaba con la esclava, la hija de los Debanhi. ¿Eran pareja? No sé, amigos seguro que sí- le dijo ella.
Ante ese apellido, tanto Nina como Lear escucharon atentamente la conversación.
-Ah, ¿Ameril? ¿no?- preguntó el empleado.
-Sí, ese es su apellido, Caleb se llama- le dijo la mujer-. Lo atacaron unos ladrones y lo apuñalaron, querían robarle algo pero el muchacho no tenía nada y opuso resistencia; andaba por un camino inseguro del pueblo. Parecía desconcertado me dijeron.
-Pobre muchacho. Habrá seguido el camino de la rivera del río- supuso el empleado-. Es peligroso ir por allí, los ladrones te agarran de a varios.
-Me dijeron que eran cinco contra él- dijo la mujer, que al parecer, era de esas chusmas que existían en todos los pueblos y conocían las historias de todos los que vivían allí-. Lo llevaron de Katya. Está grave, dudo que se salve.
Nina soltó la bolsa de cerezas de repente y comenzaron a correr desesperados. Debían ir al palacio, avisarle a Adelaida, a quién sea.
--------------------------------------
Me fui a cenar :B. Te dejo para que la leas :B
-Lo sé - bromeó ella con una sonrisa relajada- Tranquilízate, te quiero tal cual sos.
El muchacho se sonrojó mientras sentía como Farah le tomaba de la mano.
-Vamos, tenemos que ponernos al día - le informó la joven con una sonrisa -Quiero saber qué hiciste todo este tiempo. ¿Cuántos años fueron?
-Unos 9 años aproximadamente, me fui cuando tenía 10, poco después de la muerte de Lina.
Ella agachó la mirada, como si el recuerdo de la pequeña Magi aún le resultara doloroso. Y es que ...¿quién no había sufrido con su muerte? Era inevitable no querer a Lina, había sido una niña angelical y educada, siempre sonriente, aún incluso en sus últimos momentos de vida.
-Hablando de Lina, mañana es el aniversario número nueve de su muerte - recordó Shuu pensativo.
Ella no dijo nada, mientras sentía un lamento interno de su cuerpo que quería salir. Contuvo el llanto. Últimamente estaba muy sensible.
-Judal no va a estar muy bien...
-¿Podemos hablar de otra cosa? Por favor - suplicò la joven de ojos ámbar.
Él la miró preocupado, para después darle ánimos con una bella sonriasa.
-Por supuesto- afirmó con seguridad -. Mmm no hice gran cosa la verdad, me dediqué a estudiar en distintas partes del mundo.
-Siempre fuiste el nerd del grupo - bromeò ella relajada.
-Vos la vaga que no hacía nada -continuó el pelinegro, riéndose ante el mohín de la castaña- Simpre desaprobabas en matemática, tenía que ayudarte conrtinuanmente.
-Los números no son lo mío - reconoció ella con resignación.
-¿Vos qué hiciste durante este tiempo?- pregunto Shuu.
-Estudié danzas - le explicó ella-. Al principio , como sabías, lo hice como un hobby, pero a mis padres no les gustaba...-explicó ella-. Ya sabes, nunca les gustó que me dedicara tanto a algo artístico y tenían la esperanza de casarme con alguien digno.
-¿Qué pasó?
-Los rechacé a todos - respondió ella con naturalidad-. Y bueno...un día me cansé y me marché de casa. Viajé, estudié con mayor dedicación danzas y esuve enseñando.
-Pasarom varios años - opinó Shuu, pensativo.
-Sí, volver y ver todo tan cambiado me resulta raro -admitió la muchacha, mientras ambos salían a los hermosos jardines del palacio y se sentaban bajo la copa de un árbol enorme y antigüo.
-Confieso que me pasa lo mismo.
-Por lo que me enteré, este año fue bastante movidito, en general.
-Lo sé - contestó Shuu. Por su mente pasaban diversas imagenes, algunos eran recuerdos reales, que él había visto con sus propios ojos y, otras , eran representaciones de hechos que le habían contado sus hermanos.
-¿Quieres?- le ofreció ella un caramelo que había sacado de su bolsillo. El muchacho aceptó.
-Las cosas pasan tan rápido y cambian tanto que me asustan - confesó ella y, con un suspiro, agregó - Desearía poder quedarme más tiempo... o que éste se detuviera en este preciso momento.
-¿ A qué te refieres? -preguntó el muchacho, inquietado ante esas palabras.
-Deberé irme dentro de poco, no es seguro que esté aca -comentó ella relajada.
-¿Por qué? - cuestionó preocupado.
Ella pestañeó un poco, resaltando aún más sus bellos ojos color ámbar.
-Mis padres me van a desheredar.
.................................................
Caleb corrió y abrió la puerta de su casa mientras agradecía el gesto "considerado" que Judal tuvo al darle una copia de las llaves de su casa.
Entró y, para su sorpresa, Kaileena estaba sentasa en la mesa, con sus dos manos tomando una taza de café y rostro triste y pálido.
-¿Qué pasó? - preguntó él, preocupado. La joven , al escuchar su voz, abrió los ojos de par en par, aterrorizada.
-Kaileena...¿qué ocurrió?
Ella lo miró fijamente, mientras las lágrimas aparecieron al instante y su frágil cuerpo comenzaba a sollozar y a temblar del nerviosisno.
-Lo lamento...- susurró ella.
-¿Qué?- preguntó desconcertado
-Lo lamento tanto... -insistió la pelirroja-. Ayer...estaba enojada y celosa, vos estabas tan...hipnotizado mirando a mi hermana. Sé cómo es ella y me enojé, me sentí desplazada, abandonada.
-¿Qué más ? - preguntó. Por alguna razón, un sexto sentido quizás, él se quedó inmóvil, sereno. No se había acercado a ella para consolarla.
-Ayer a la noche, besé a Judal.Lo lamento...yo no quise...- empezó a decir ella, sollozando aún con más fuerza.
-No me des explicaciones. No las hay- dijo Caleb con frialdad. La joven se odiaba a sí misma, sabiendo que ella había sido la culpable, la causante de que ese hermoso rostro reflejara una clara expresión de dolor y decepción, que esos ojos celestes como el cielo comenzaran a llorar en silencio.
-No...Caleb..¡Esperá! -gritó desesperada y levantándose para alcanzarlo. Pero ya era demasiado tarde, el muchacho se había ido, enojado y adolorido, dando un fuerte portazo en la puerta.
Ella cayó al suelo de rodillas, sin poder sentirse peor consigo misma. Porque ella era la causante de que estuviera así, la culpable de toda tristeza del rubio.
Ella era la razón de sus lágrimas de dolor.
................................
-¡¿Qué?!- exclamó Shuu asombrado- ¡No puede ser!
-Sí- dijo ella, extrañamente tranquila-. Mis padres no tienen mucha paciencia, lo sabés. El hecho de que no aceptaba a ninguno de los prometidos que me conseguían y que me hubiera ido de casa fue como un detonante para ellos y me desheredaron. No puedo estar donde se encuentran, están buscándome. Quizás si me encuentran me maten...
-Jamás harían eso- la interrumpió Shuu de inmediato.
-Espero que no- continuó ella con una sonrisa relajada-. De cualquier manera, me están buscando y yo no quiero verlos. Tengo la sensación de que, si los encuentro, me obligarán a casarme con alguien a quien no quiero cueste lo que cueste, si aunque sea lo conociera un poco...pero ni siquiera eso- su gesto se desvaneció, mientras su mirada tenía un brillo de tristeza-. Aparte debo volver a trabajar, no gano mucho como profesora, pero es lo que tengo.
-Podés quedarte en el palacio, no tendríamos problemas- propuso el ojirrojo.
-La reina se enteraría tarde o temprano y mis padres aparecerían- le explicó Farah-. Gracias por la ayuda igualmente.
-¿Y qué harás?
-Irme, trabajar- respondió ella-. Vine acá, sabiendo que es una locura, sólo para ver a mi hermana porque me enteré de su casamiento.
-Deduzco que no estás de acuerdo- le dijo el pelinegro.
-Es obvia mi posición, pero es lo mejor para ella- respondió Farah con un suspiro-. Mis padres la obligarían de todas maneras, la desheredarían como a mí o podrían hacerle algo peor. No sé de que son capaces...tortura, muerte- sintió un escalofrío-. Me salvé de eso por suerte, pero Kaileena, ¿Qué va a hacer? Es prometida de Judal, la perseguirían con más insistencia si se escapara.
-Si te vas, ¿cómo vas a volver? Cuando Kaileena se case con Judal será reina, será más complicado verla sin que nadie se de cuenta- le recordó Shuu-. Y más aún porque tus padres y la reina estarían atentos por ese mismo motivo, creerán que, siendo ella reina, podría tratar de encontrarse con vos con su nuevo poder.
-Lo sé. Dudo que pueda volver a verla de nuevo- dijo ella, y unas lágrimas surgieron de sus ojos-. Ni siquiera sé que será cuando me vaya, hace unos meses me estuvieron buscando ¿sabías?. Logré escaparme con suerte, dudo que pueda volver a verla a menos que pase bastante tiempo. Es horrible la situación...es mi hermana, quisiera verla en estos momentos de su vida...
-Cásate conmigo- dijo, de repente, Shuu.
-¡¿Qué?!- exclamó asombrada y algo sonrojada.
-Podríamos aparentar que estamos enamorados, no es por agrandado ni nada, pero sería el mejor prometido que podrías tener, me conocés, sabés que no soy un hijo de puta. Tus padres te dejarían en paz, podrías vivir con Kaileena, dejar de trabajar- dijo de sopetón el muchacho.
-No podría hacerte eso...vos estás enamorado de otra persona- comentó ella, negando levemente la cabeza.
-Y esa persona está perdidamente enamorada de mi hermano y él también la ama- agregó Shuu con una sonrisa triste-. ¿Qué podría hacer de todos modos? No soy tan forro de cagarles la relación que les costó horrores mantener.
-No sé Shuu...- dijo ella. Porque la idea en sí le resultaba tentadora, ¿para qué negarlo? Ella quería a Shuu y el muchacho tenía razón: era el mejor prometido que podría tener. Casándose con él, podría estar cerca de su hermana, su vida estaría a salvo y podría asegurarse el hecho de que no se moriría de hambre.
La idea era mucho más que tentadora.
Pero no podía hacerlo, no por Shuu. ¿Atarlo a alguien a quien él no amaba? El joven, casado con ella, no podría encontrar jamás a alguien que se enamorara de él, que le diera una oportunidad para formar una familia.
No se sentía capaz de eso.
-Pensalo- comentó el muchacho con una sonrisa amable.
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Nina y Lear caminaban agarrados de la mano por el mercado de Babilonia, la rubia observaba todos los frutos y alimentos, quería cocinar algo en especial y, como no encontraban los productos en la cocina, quizás ya se habían acabado, prefirieron salir al mercado y despejarse un poco de los aires del palacio.
-¿Qué te parece?- preguntó Nina, mostrándole una manzana roja y de aspecto sabroso-. Podríamos hacer una tarta de manzanas.
-No, son las favoritas de Judal, prefiero las de fresas- comentó Lear relajado-. Sólo quiero que cocines para mí- dijo el muchacho, susurrándole al oído y abrazándola de la cintura. Ella se río relajada.
-Celoso que sos- bromeó ella.
-Tengo que cuidarte- le recordó el muchacho.
-Deme un kilo de fresas, por favor- pidió la muchacha al vendedor. El hombre asintió mientras que una mujer al lado de ellos era atendida por otro empleado.
-¿Te enteraste de lo último que pasó?- le preguntó la mujer mayor al empleado. Él negó con la cabeza-. ¿Viste el chico ese, el joyero?
-¿Cuál?
-El chico bonito, que andaba con la esclava, la hija de los Debanhi. ¿Eran pareja? No sé, amigos seguro que sí- le dijo ella.
Ante ese apellido, tanto Nina como Lear escucharon atentamente la conversación.
-Ah, ¿Ameril? ¿no?- preguntó el empleado.
-Sí, ese es su apellido, Caleb se llama- le dijo la mujer-. Lo atacaron unos ladrones y lo apuñalaron, querían robarle algo pero el muchacho no tenía nada y opuso resistencia; andaba por un camino inseguro del pueblo. Parecía desconcertado me dijeron.
-Pobre muchacho. Habrá seguido el camino de la rivera del río- supuso el empleado-. Es peligroso ir por allí, los ladrones te agarran de a varios.
-Me dijeron que eran cinco contra él- dijo la mujer, que al parecer, era de esas chusmas que existían en todos los pueblos y conocían las historias de todos los que vivían allí-. Lo llevaron de Katya. Está grave, dudo que se salve.
Nina soltó la bolsa de cerezas de repente y comenzaron a correr desesperados. Debían ir al palacio, avisarle a Adelaida, a quién sea.
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Me fui a cenar :B. Te dejo para que la leas :B
Re: [Roll] The city of Babylonia~
- ¡Adelaida! - Llamó con desesperación Nina mientras llegaba al palacio seguida de Lear - ¡Adelaida! - Llamó nuevamente -
- ¿Qué pasa? - Preguntó mientras salía seguida de Judal -
- Caleb - Comenzó mientras intentaba recuperar el aliento -
- ¿Qué pasa con Caleb? - Preguntó levemente preocupada. Por la cara de Nina no podía ser nada bueno -
- Caleb esta con la curandera del pueblo - Dijo. Su enamorado la tomó de los hombros para que se tranquilizara - Esta grave -
- ¿¡Qué!? - Preguntó la pelinegra. Sus mejillas se pudieron pálidas -
- Lo apuñalaron - Respondió la muchacha de ojos celestes -
- Iré a buscar a Kaileena - Murmuró Judal mientras se ponía una capa negra por ensima de los hombros - Te veo ahí - Le dijo para después salir rápidamente -
- Tengo que irme - Susurró mientras salía. Tenía que asegurarse de que su amigo estaba bien. Solo pensar que podía llegar a estar tan grave como Nina decía le daba pánico -
----------
- Kaileena - Llamó Judal mientras golpeaba con insistencia - Vamos abrime - Dijo. La peliroja se asomó por la ventana con la mirada cargada de lágrimas - ¿Seguís llorando? - Preguntó mientras arqueaba una ceja - Estas bastante sensible -
- ¿Qué pasa? - Preguntó ignorando aquel comentario -
- Bueno~ apuñalaron a Caleb - Dijo. La cara de Kaileena pasó a ser de completa sorpresa -
- ¿Qué? - Preguntó para después salir de la casa -
- Esta con la curandera del pueblo - Dijo mientras la observaba - Parece ser que grave -
- Tengo que ir - Dijo rápidamente mientras iba a buscar una capa color manteca para después ponersela del mismo modo que Judal -
- Lo sé - Suspiró mientras comenzaba a caminar junto a la peliroja -
----------
- ¿Conocés a Caleb? - Preguntó una linda mujer mayor mientras observaba a Adelaida intentar recuperar la compostura -
- ¿Como esta? - Preguntó con evidente desesperación -
- Cariño - Murmuro mientras le señalaba una silla - Esta grave - Murmuro mientras calentaba un poco de agua - Perdió mucha sangre sin contar que las puñaladas son bastante grandes -
- ¿Se va a recuperar? - Preguntó mientras observaba como la curandera preparaba lo que parecía ser té -
- Puede que si como puede que no - Contestó mientras le entragaba ese líquido humeante rodeado por una linda cerámica - Lo lamento linda -
- Permiso~ - Judal apareció seguido de Kaileena cuya expresión era de profundo pánico -
- Buenos días señorito - Saludó mientras sonreía -
- ¿Estas bien? - Preguntó Adelaida mientras se acercaba a Kaileena - Te ves bastante pálida -
- Si - Respondió mientras intentaba sonar bien. Pero la realidad era que no podía -
- Disculpe señorita - Llamó la mujer mientras observaba a la pelinegra - Voy a necesitar un donante de sangre ¿Querés ser vos? -
- Seguro~ - Respondió Adelaida pero Kaileena posó su mano sobre su hombro -
- ¿Puedo ayudar a Caleb esta vez? - Preguntó mientras intentaba sonreír -
- Si Kaileena - Respondió sorprendida para después observar a la curandera - ¿Puede? -
- Es lo mismo mis niñas - Dijo mientras se paraba - Seguime linda - Suplicó. Judal se sentó en una de las sillas para después sonreír a Kaileena -
- Si - Respondió la peliroja. Le regresó a Judal ese gésto de cariño para después seguir a la mujer -
- ¿Crees que va a estar bien? - Preguntó Adelaida con suma preocupación mientras observaba a su amigo recostado en la camilla profundamente dormido -
- Si - Respondió simplemente mientras posaba sus carmínes en Adelaida - Debe ponerse bien -
- Espero - Susurro la pelinegra mientras apoyaba su cabeza sobre el hombro de Judal -
----------
- ¿Estas lista? - Preguntó mientras le pasaba un algodón con alcohol en el lugar donde iba a pinchar -
- S-Si - Respondió con las mejillas pálidas -
- Tranquila cariño - Suplicó mientras le sonreía - Vas a ver que no duele nada -
- ... - La peliroja dejó que esa mujer le sacara sangre. Intentaba pensar en algo lindo para no desmayarse de la impresión -
- Bien~ - La curandera pasó a hacer los demás estudios. Estos demoraron alrededor de 15 minutos - Terminamos - Dijo mientras sonreía - En unos momentos te llamo -
- Gracias - Sonrió Kaileena mientras salía sobandose el pliegue del codo. La sensación que quedaba después de sacarse sangre era molesta -
- ¿Que pasó? - Preguntó Adelaida -
- Dijo que me iba a llamar - Contestó para después sentarse - ¿Como esta? -
- Dormido - Respondió Judal mientras dejaba a un lado un algodón manachado de sangre - Las puñaladas son bastante jodidas -
- ¿En serio? - Preguntó Adelaida mientras miraba como Judal se lavaba las manos -
- Si - Dijo mientras se sacaba con una toalla pequeña - Desgraciadamente - La pelinegra posó su mirada en el suelo mientras Kaileena se abrazaba a si misma deprimida - Tranquilas - Suplicó mientras se acercaba a ellas -
- La verdad es que no puedo estar tranquila - Murmuró la muchacha con la mirada del color del mar -
- Tampoco - Secundó Kaileena. Judal besó la cabeza de las dos chicas a modo de consuelo -
- Disculpen - Llamó la curandera mientras sonreía - Kaileena ¿Podés venir un momento? - Suplicó. La peliroja se puso rápidamente pie para después mirar a sus amigos - Ya regreso - Dijo para después acercarse a la mayor que pasó a su despacho seguida de ella -
- ¿Como salieron? - Preguntó Kaileena. Estaba levemente asustada porque no era capas de recordar ningún análicis clínico suyo antes de ese día -
- Escuchame linda - Comenzó mientras que con una de sus manos se acomodaba los cabellos - Vos no podés donar sangre -
- ... - Kaileena palideció - ¿Por qué? - Preguntó asustada -
- Cariño - La mayor se paró de su silla para acercarse a la peliroja. Posó sus manos en sus mejillas mientras sonreía ampliamente - Estas embarazada - Murmuró. Kaileena se agarró de la silla con la mirada perdida en un intento vago de mantenerse parada -
- ¿Q-Qué? - Preguntó en susurros. La voz no le salía a causa de la sorpresa -
- Tenés poco menos de tres meses - Siguió mientras tomaba unos papeles - Jamás dejaré que des sangre estando embarazada - Murmuró mientras le entregaba los estudios - Leelos que ahí salió - Dijo. Kaileena pasó rápidamente su mirada por cada línea. Esa señora tenía razón; allí estaba -
- N-No puede ser - Murmuró para después caer de rodillas al suelo. Estaba comenzando a sentirse mareada -
- Linda es malo que te pongas demasiado nerviosa - Suplicó la mayor mientras intentaba ayudar a Kaileena que simplemente se agarraba la cabeza incapaz de pensar - Cariño llamaré a tus amigos - Dijo levemente intranquila - Tenés que respirar. Intentar aplacar los nervios -
- No~ - Suplicó para después agarrarse la cabeza con una mano - Que venga solo Adelaida -
- Como quieras linda - Dijo la curandera mientras salía para a los pocos segundos regresar con la pelinegra -
- ¿Estas bien Kaileena? - Preguntó preocupada la muchacha mientras se agachaba delante de ella -
- ... - La nominada solo posó la mirada en la mayor buscando algo de ayuda -
- Verás linda - Dijo mientras sonreía - Kaileena no puede dar sangre ahora -
- ¿Por qué no puede? - Preguntó la muchacha preocupada -
- Porque esta embarazada - Dijo a lo que Adelaida posó su mirada llena de sorpresa en Kaileena -
- Lee - Suplicó la peliroja mientras intentaba recomponer en vano la compostura -
- Si - Susurró la pelinegra mientras leía esos papeles rápidamente - Oh~ por Dios - Murmuró mientras posaba nuevamente su mirada en Kaileena - Estas embarazada - La pelinegra rodeó a su amiga en un abrazo - Kaileena eso es maravilloso -
- Adelaida - Llamó la ojiturquesa. La nominada se separó para ver a su amiga - Tenés que prometerme - Susurró sumamente nerviosa - Jurarme - Siguió. Su respiración se hacía más rápida a cada segundo que pasaba - Que no vas a decirle ni una palabra de esto a Caleb -
- Pero Caleb es el padre Kaileena - Murmuró la pelinegra - Las dos estamos seguras de eso -
- Juramelo - Suplicó. Adelaida observó la mirada de desesperación de la peliroja lo que le hiso recordar las palabras de la curandera "Debe estar tranquila" -
- Esta bien - Dijo mientras intentaba sonreír - Nada a Caleb -
- Gracias - Suspiró de tranquilidad la peliroja. Nuevamente se tensó de pies a cabeza cuando observó al pelinegro apoyado en el marco de la puerta de brazos cruzados - J-J-Judal - Susurró. Adelaida se giró rápidamente para encontrarse con la mirada del rey que las observaba con tranquilidad -
- ¿Escuchaste? - Preguntó Adelaida mientras palidecía al igual de Kaileena -
- Si - Respondió mientras se acercaba a las muchachas - Me lo imaginaba -
- ¿Eh~? - Kaileena observó a su amigo que se agachó a su lado -
- Te conozco como para saber que no sos sensible al punto de llorar por pelotudeces - Dijo para después besar su mejilla - Felicidades -
- ... - Las muchachas se quedaron de piedra mirando a Judal que simplemente sonrió de lado -
- ¿Estas bien Judal? - Preguntó Adelaida sin dejar a Kaileena -
- Mira - Dijo mientras se paraba - La verdad no me considero tan forro como para matar a alguien en su estado - Murmuró mientras caminaba hasta la salida - Cuando se recupere yo mismo me encargaré de él - Dijo con tranquilidad - Voy a colgar sus pelotas en mi pared - Susurró mientras miraba a Caleb - Ah~ si no querés que lo sepa no le diré nada - Dijo mientras le sonreía a Kaileena de manera morbosa para después salir -
- Salió bastante bien - Murmuró la pelinegra mientras miraba a peliroja - ¿Estas bien? - Preguntó nuevamente -
- S-Supongo - Susurró mientras intentaba tranquilizarse -
- ¿Qué pasa? - Preguntó mientras salía seguida de Judal -
- Caleb - Comenzó mientras intentaba recuperar el aliento -
- ¿Qué pasa con Caleb? - Preguntó levemente preocupada. Por la cara de Nina no podía ser nada bueno -
- Caleb esta con la curandera del pueblo - Dijo. Su enamorado la tomó de los hombros para que se tranquilizara - Esta grave -
- ¿¡Qué!? - Preguntó la pelinegra. Sus mejillas se pudieron pálidas -
- Lo apuñalaron - Respondió la muchacha de ojos celestes -
- Iré a buscar a Kaileena - Murmuró Judal mientras se ponía una capa negra por ensima de los hombros - Te veo ahí - Le dijo para después salir rápidamente -
- Tengo que irme - Susurró mientras salía. Tenía que asegurarse de que su amigo estaba bien. Solo pensar que podía llegar a estar tan grave como Nina decía le daba pánico -
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- Kaileena - Llamó Judal mientras golpeaba con insistencia - Vamos abrime - Dijo. La peliroja se asomó por la ventana con la mirada cargada de lágrimas - ¿Seguís llorando? - Preguntó mientras arqueaba una ceja - Estas bastante sensible -
- ¿Qué pasa? - Preguntó ignorando aquel comentario -
- Bueno~ apuñalaron a Caleb - Dijo. La cara de Kaileena pasó a ser de completa sorpresa -
- ¿Qué? - Preguntó para después salir de la casa -
- Esta con la curandera del pueblo - Dijo mientras la observaba - Parece ser que grave -
- Tengo que ir - Dijo rápidamente mientras iba a buscar una capa color manteca para después ponersela del mismo modo que Judal -
- Lo sé - Suspiró mientras comenzaba a caminar junto a la peliroja -
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- ¿Conocés a Caleb? - Preguntó una linda mujer mayor mientras observaba a Adelaida intentar recuperar la compostura -
- ¿Como esta? - Preguntó con evidente desesperación -
- Cariño - Murmuro mientras le señalaba una silla - Esta grave - Murmuro mientras calentaba un poco de agua - Perdió mucha sangre sin contar que las puñaladas son bastante grandes -
- ¿Se va a recuperar? - Preguntó mientras observaba como la curandera preparaba lo que parecía ser té -
- Puede que si como puede que no - Contestó mientras le entragaba ese líquido humeante rodeado por una linda cerámica - Lo lamento linda -
- Permiso~ - Judal apareció seguido de Kaileena cuya expresión era de profundo pánico -
- Buenos días señorito - Saludó mientras sonreía -
- ¿Estas bien? - Preguntó Adelaida mientras se acercaba a Kaileena - Te ves bastante pálida -
- Si - Respondió mientras intentaba sonar bien. Pero la realidad era que no podía -
- Disculpe señorita - Llamó la mujer mientras observaba a la pelinegra - Voy a necesitar un donante de sangre ¿Querés ser vos? -
- Seguro~ - Respondió Adelaida pero Kaileena posó su mano sobre su hombro -
- ¿Puedo ayudar a Caleb esta vez? - Preguntó mientras intentaba sonreír -
- Si Kaileena - Respondió sorprendida para después observar a la curandera - ¿Puede? -
- Es lo mismo mis niñas - Dijo mientras se paraba - Seguime linda - Suplicó. Judal se sentó en una de las sillas para después sonreír a Kaileena -
- Si - Respondió la peliroja. Le regresó a Judal ese gésto de cariño para después seguir a la mujer -
- ¿Crees que va a estar bien? - Preguntó Adelaida con suma preocupación mientras observaba a su amigo recostado en la camilla profundamente dormido -
- Si - Respondió simplemente mientras posaba sus carmínes en Adelaida - Debe ponerse bien -
- Espero - Susurro la pelinegra mientras apoyaba su cabeza sobre el hombro de Judal -
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- ¿Estas lista? - Preguntó mientras le pasaba un algodón con alcohol en el lugar donde iba a pinchar -
- S-Si - Respondió con las mejillas pálidas -
- Tranquila cariño - Suplicó mientras le sonreía - Vas a ver que no duele nada -
- ... - La peliroja dejó que esa mujer le sacara sangre. Intentaba pensar en algo lindo para no desmayarse de la impresión -
- Bien~ - La curandera pasó a hacer los demás estudios. Estos demoraron alrededor de 15 minutos - Terminamos - Dijo mientras sonreía - En unos momentos te llamo -
- Gracias - Sonrió Kaileena mientras salía sobandose el pliegue del codo. La sensación que quedaba después de sacarse sangre era molesta -
- ¿Que pasó? - Preguntó Adelaida -
- Dijo que me iba a llamar - Contestó para después sentarse - ¿Como esta? -
- Dormido - Respondió Judal mientras dejaba a un lado un algodón manachado de sangre - Las puñaladas son bastante jodidas -
- ¿En serio? - Preguntó Adelaida mientras miraba como Judal se lavaba las manos -
- Si - Dijo mientras se sacaba con una toalla pequeña - Desgraciadamente - La pelinegra posó su mirada en el suelo mientras Kaileena se abrazaba a si misma deprimida - Tranquilas - Suplicó mientras se acercaba a ellas -
- La verdad es que no puedo estar tranquila - Murmuró la muchacha con la mirada del color del mar -
- Tampoco - Secundó Kaileena. Judal besó la cabeza de las dos chicas a modo de consuelo -
- Disculpen - Llamó la curandera mientras sonreía - Kaileena ¿Podés venir un momento? - Suplicó. La peliroja se puso rápidamente pie para después mirar a sus amigos - Ya regreso - Dijo para después acercarse a la mayor que pasó a su despacho seguida de ella -
- ¿Como salieron? - Preguntó Kaileena. Estaba levemente asustada porque no era capas de recordar ningún análicis clínico suyo antes de ese día -
- Escuchame linda - Comenzó mientras que con una de sus manos se acomodaba los cabellos - Vos no podés donar sangre -
- ... - Kaileena palideció - ¿Por qué? - Preguntó asustada -
- Cariño - La mayor se paró de su silla para acercarse a la peliroja. Posó sus manos en sus mejillas mientras sonreía ampliamente - Estas embarazada - Murmuró. Kaileena se agarró de la silla con la mirada perdida en un intento vago de mantenerse parada -
- ¿Q-Qué? - Preguntó en susurros. La voz no le salía a causa de la sorpresa -
- Tenés poco menos de tres meses - Siguió mientras tomaba unos papeles - Jamás dejaré que des sangre estando embarazada - Murmuró mientras le entregaba los estudios - Leelos que ahí salió - Dijo. Kaileena pasó rápidamente su mirada por cada línea. Esa señora tenía razón; allí estaba -
- N-No puede ser - Murmuró para después caer de rodillas al suelo. Estaba comenzando a sentirse mareada -
- Linda es malo que te pongas demasiado nerviosa - Suplicó la mayor mientras intentaba ayudar a Kaileena que simplemente se agarraba la cabeza incapaz de pensar - Cariño llamaré a tus amigos - Dijo levemente intranquila - Tenés que respirar. Intentar aplacar los nervios -
- No~ - Suplicó para después agarrarse la cabeza con una mano - Que venga solo Adelaida -
- Como quieras linda - Dijo la curandera mientras salía para a los pocos segundos regresar con la pelinegra -
- ¿Estas bien Kaileena? - Preguntó preocupada la muchacha mientras se agachaba delante de ella -
- ... - La nominada solo posó la mirada en la mayor buscando algo de ayuda -
- Verás linda - Dijo mientras sonreía - Kaileena no puede dar sangre ahora -
- ¿Por qué no puede? - Preguntó la muchacha preocupada -
- Porque esta embarazada - Dijo a lo que Adelaida posó su mirada llena de sorpresa en Kaileena -
- Lee - Suplicó la peliroja mientras intentaba recomponer en vano la compostura -
- Si - Susurró la pelinegra mientras leía esos papeles rápidamente - Oh~ por Dios - Murmuró mientras posaba nuevamente su mirada en Kaileena - Estas embarazada - La pelinegra rodeó a su amiga en un abrazo - Kaileena eso es maravilloso -
- Adelaida - Llamó la ojiturquesa. La nominada se separó para ver a su amiga - Tenés que prometerme - Susurró sumamente nerviosa - Jurarme - Siguió. Su respiración se hacía más rápida a cada segundo que pasaba - Que no vas a decirle ni una palabra de esto a Caleb -
- Pero Caleb es el padre Kaileena - Murmuró la pelinegra - Las dos estamos seguras de eso -
- Juramelo - Suplicó. Adelaida observó la mirada de desesperación de la peliroja lo que le hiso recordar las palabras de la curandera "Debe estar tranquila" -
- Esta bien - Dijo mientras intentaba sonreír - Nada a Caleb -
- Gracias - Suspiró de tranquilidad la peliroja. Nuevamente se tensó de pies a cabeza cuando observó al pelinegro apoyado en el marco de la puerta de brazos cruzados - J-J-Judal - Susurró. Adelaida se giró rápidamente para encontrarse con la mirada del rey que las observaba con tranquilidad -
- ¿Escuchaste? - Preguntó Adelaida mientras palidecía al igual de Kaileena -
- Si - Respondió mientras se acercaba a las muchachas - Me lo imaginaba -
- ¿Eh~? - Kaileena observó a su amigo que se agachó a su lado -
- Te conozco como para saber que no sos sensible al punto de llorar por pelotudeces - Dijo para después besar su mejilla - Felicidades -
- ... - Las muchachas se quedaron de piedra mirando a Judal que simplemente sonrió de lado -
- ¿Estas bien Judal? - Preguntó Adelaida sin dejar a Kaileena -
- Mira - Dijo mientras se paraba - La verdad no me considero tan forro como para matar a alguien en su estado - Murmuró mientras caminaba hasta la salida - Cuando se recupere yo mismo me encargaré de él - Dijo con tranquilidad - Voy a colgar sus pelotas en mi pared - Susurró mientras miraba a Caleb - Ah~ si no querés que lo sepa no le diré nada - Dijo mientras le sonreía a Kaileena de manera morbosa para después salir -
- Salió bastante bien - Murmuró la pelinegra mientras miraba a peliroja - ¿Estas bien? - Preguntó nuevamente -
- S-Supongo - Susurró mientras intentaba tranquilizarse -
Tooru- **Full*Contest**
-
Edad : 29
Cumpleaños!! : 31/03/1995
Mi llegada : 26/03/2009
Mis Mensajes : 2522
325 2418
Re: [Roll] The city of Babylonia~
-Linda, lamento insistir, pero será mejor que hagamos la transfusión rápido- insistió la curandera con voz amable.
-De acuerdo- dijo Adelaida, mientras acercaba su sangre para que la mujer le extrajera una pequeña cantidad para analizarla primero, pasado unos minutos, volvió y dijo:
-Podés donar.
-Perfecto- comentó Adelaida-. Hagámoslo rápido por favor, quiero que Caleb se recupere…
-Es bastante sangre y hay riesgo de que contraigas una infección- le advirtió Katya-. Este lugar no está en las condiciones para hacer una transfusión y menos de tanta cantidad, vas a desmayarte en el proceso y va a doler.
-No me importa- respondió la pelinegra-. Judal, será mejor que lleves a Kaileena al palacio.
-Estaremos bastante tiempo- comentó Katya.
-Volveré pronto- le aseguró el pelinegro mientras tomaba la mano de la joven, que aún estaba desconcertada por esa noticia.
Ambos se marcharon, por lo que la pequeña habitación pronto se sintió más espaciosa y eso era un poco más relajante, a pedido de la curandera, Adelaida se acostó en una camilla al lado de su mejor amigo, que yacía inconsciente, con las vendas sobre sus heridas sangrantes.
-Relájate y esperemos que todo salga bien- comentó la mujer en tono amistoso. Ella no respondió, mientras sentía el dolor del proceso. No sabía cuánta cantidad era necesaria, pero dedujo que Caleb necesitaba mucha sangre porque estuvo bastante tiempo así, hasta que el cansancio repentino que embargaba su cuerpo hizo que cerrara los ojos y cayera desmayada en los brazos de Morfeo.
------------------------------------------
-Judal…¿Estás enojado?- preguntó Kaileena, mientras caminaban por los pasillos de los palacios. El muchacho tenía un rostro sereno y no había dicho ninguna palabra en todo el camino.
-Sí- reconoció él-. Cada cosa que ese pelotudo hace termina en cagada. Pero más que nada, estoy preocupado.
Ella asintió. ¿Para qué negarlo? Se moría de los nervios y los problemas se planteaban en su mente uno tras otro, donde, en vano, trataba de buscarles una solución. ¿Qué harían cuando sus padres se enteraran que estaba embarazada? ¿Cómo les diría que el padre de su futuro hijo no era su prometido, sino Caleb, el simple joyero del pueblo? Y si mintieran acerca de que ese hijo era de Judal (algo que nunca haría ya que no iba a permitir que su mejor amigo cargara con un hijo que no era suyo), al momento de nacer, si el bebé o la beba nacía con cabello rubio y ojos celestes, como los de Caleb (no azules como los suyos) iba a ser muy sospechoso. ¿Cómo iba a explicar eso? Ni le darían tiempo de abrazar a la criatura que ya los estarían matando a todos, a ella, al bebé y a Caleb.
Ella suspiró, mientra trataba de ver qué hacer.
-¿Qué haremos?- preguntó Kaileena preocupada, más para sí misma que para Judal.
-No lo sé- admitió el rey-. Por ahora, aprovecharemos que no se nota y no diremos nada.
-¿Y después?- cuestionó ella.
-No tengo ni idea- reconoció Judal. La joven tragó saliva, preocupada y el rey de Babilonia le tomó la mano para relajarla-. Veremos qué hacer, no te preocupes Kaileena.
Pero para ella era inevitable no preocuparse, no tener cientos de imágenes terribles de lo que pasaría en un futuro demasiado cercano para su gusto.
-Se lo diré a Farah- dijo ella de repente. Quizás su hermana sabría acerca de alguna solución útil.
............................................
Si tuvo alguna duda antes, estas se habían disipado en el.momento en que su hermana menor le contó esa impactante noticia. Y es que, con un chico de por medio, las cosas resultaron ser más complejas.
Ella tenía que estar más cerca de su hermana ahora, en ese momento, ¿qué harían sus padres si se enteraran de que estaba embarazada del joyero?
¡Tenía que protegerla de alguna manera!
Y, lo único que podría hacer, al menos por ahora, es permanecer a su lado, darle el consuelo necesario y vigilarla para que sus padres no de atrevieran a hacerle nada.
Pero eso significaba que debía sacrificar la felicidad de otras personas por el bien de su hermana.
Corrió rápidamente, con el corazón latiendo aceleradamente, como un caballo desbocado y sintiendo esas usuales y dolorosas punzadas en las costillas cuando uno exigía su cuerpo si n respirae correctamente.
Llegó hacia su destino y abrió la puerta de un golpe, Shuu, recostado sobre su cama leyendo un libro, alzó la vista preocupado.
-¿Qué ocurrió?
-Acepto tu propuesta Shuu. Voy a casarme con vos.
...................................
Era ya bastante tarde, Judal esperó hasta que Kaileena se durmiera para marcharse del palacio.
Con grandes zancadas, su mente ideaba cualquier idea que pudiera solucionar ese problema, pero realmente no podía pensar con claridad. Hablan otras cosas que la atormentaban en ese momento.
Llegó a la pequeña casa de la curandera para encontrarse a Adelaida y a Caleb, profundamente dormidos, mientras que Katya les colocaba un paño de agua fresca a cada uno.
-¿Qué pasó? - preguntó preocupado.
-Él levantó fiebre por el dolor de sus heridas. Si se controla no pasará nada grave por lógica.
-Vayamos a lo imporrante, él no es lo que me importa- contestó Judal impaciente.
-Se enfermó, le dije que era probable que contrayera un virus- le respondió la mujer.
-¿Es grave?- preguntó preocupado.
-Depende- le dijo ella-. Si se controla y ella es fuerte podrá recuperarse, si no, empeoraría. No hay medicamento tampoco.
-Quizás losw médicos del palacio...
-No servirá de nada , Judal- le respondió Katya. El modo en que le habló le hizo observarla con más detenimiento; la recordó de repente: era una de las médicas del palacio, al parecer, también ayudaba a la gente pobre dándole sus servicios de forma gratuira. El heredero sabía que tener médicos que te atiendan era costoso y sólo la clase alta podía acceder a dichas atenciones.- Existe una vacuna, no una cura
-"Mierda. Lo que faltaba"- pensó Judal nervioso. Le dirigió una mirada envenenada al inconsciente muchacho que, si pudiera, mataría. Pelotudo, sólo se mandaba cagada tras cagada: se acostaba con Kaileena y la dejaba embarazada, recibía una transfusión de sangre de su amiga y por eso ella se enfermaba.
Pelotudo. Cuando despertara se encargaría de hacerlo mierda.
Se quedó varias horas allí, ayudando a Katya en todo lo necesario. Una vez que se hizo medianoche, se disculpó y se marchó de allí.
Ya era un nuevo día, una fecha que, hacía 9 años, le había cambiado la vida por completo. Solo había un lugar al que podía ir ...
-De acuerdo- dijo Adelaida, mientras acercaba su sangre para que la mujer le extrajera una pequeña cantidad para analizarla primero, pasado unos minutos, volvió y dijo:
-Podés donar.
-Perfecto- comentó Adelaida-. Hagámoslo rápido por favor, quiero que Caleb se recupere…
-Es bastante sangre y hay riesgo de que contraigas una infección- le advirtió Katya-. Este lugar no está en las condiciones para hacer una transfusión y menos de tanta cantidad, vas a desmayarte en el proceso y va a doler.
-No me importa- respondió la pelinegra-. Judal, será mejor que lleves a Kaileena al palacio.
-Estaremos bastante tiempo- comentó Katya.
-Volveré pronto- le aseguró el pelinegro mientras tomaba la mano de la joven, que aún estaba desconcertada por esa noticia.
Ambos se marcharon, por lo que la pequeña habitación pronto se sintió más espaciosa y eso era un poco más relajante, a pedido de la curandera, Adelaida se acostó en una camilla al lado de su mejor amigo, que yacía inconsciente, con las vendas sobre sus heridas sangrantes.
-Relájate y esperemos que todo salga bien- comentó la mujer en tono amistoso. Ella no respondió, mientras sentía el dolor del proceso. No sabía cuánta cantidad era necesaria, pero dedujo que Caleb necesitaba mucha sangre porque estuvo bastante tiempo así, hasta que el cansancio repentino que embargaba su cuerpo hizo que cerrara los ojos y cayera desmayada en los brazos de Morfeo.
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-Judal…¿Estás enojado?- preguntó Kaileena, mientras caminaban por los pasillos de los palacios. El muchacho tenía un rostro sereno y no había dicho ninguna palabra en todo el camino.
-Sí- reconoció él-. Cada cosa que ese pelotudo hace termina en cagada. Pero más que nada, estoy preocupado.
Ella asintió. ¿Para qué negarlo? Se moría de los nervios y los problemas se planteaban en su mente uno tras otro, donde, en vano, trataba de buscarles una solución. ¿Qué harían cuando sus padres se enteraran que estaba embarazada? ¿Cómo les diría que el padre de su futuro hijo no era su prometido, sino Caleb, el simple joyero del pueblo? Y si mintieran acerca de que ese hijo era de Judal (algo que nunca haría ya que no iba a permitir que su mejor amigo cargara con un hijo que no era suyo), al momento de nacer, si el bebé o la beba nacía con cabello rubio y ojos celestes, como los de Caleb (no azules como los suyos) iba a ser muy sospechoso. ¿Cómo iba a explicar eso? Ni le darían tiempo de abrazar a la criatura que ya los estarían matando a todos, a ella, al bebé y a Caleb.
Ella suspiró, mientra trataba de ver qué hacer.
-¿Qué haremos?- preguntó Kaileena preocupada, más para sí misma que para Judal.
-No lo sé- admitió el rey-. Por ahora, aprovecharemos que no se nota y no diremos nada.
-¿Y después?- cuestionó ella.
-No tengo ni idea- reconoció Judal. La joven tragó saliva, preocupada y el rey de Babilonia le tomó la mano para relajarla-. Veremos qué hacer, no te preocupes Kaileena.
Pero para ella era inevitable no preocuparse, no tener cientos de imágenes terribles de lo que pasaría en un futuro demasiado cercano para su gusto.
-Se lo diré a Farah- dijo ella de repente. Quizás su hermana sabría acerca de alguna solución útil.
............................................
Si tuvo alguna duda antes, estas se habían disipado en el.momento en que su hermana menor le contó esa impactante noticia. Y es que, con un chico de por medio, las cosas resultaron ser más complejas.
Ella tenía que estar más cerca de su hermana ahora, en ese momento, ¿qué harían sus padres si se enteraran de que estaba embarazada del joyero?
¡Tenía que protegerla de alguna manera!
Y, lo único que podría hacer, al menos por ahora, es permanecer a su lado, darle el consuelo necesario y vigilarla para que sus padres no de atrevieran a hacerle nada.
Pero eso significaba que debía sacrificar la felicidad de otras personas por el bien de su hermana.
Corrió rápidamente, con el corazón latiendo aceleradamente, como un caballo desbocado y sintiendo esas usuales y dolorosas punzadas en las costillas cuando uno exigía su cuerpo si n respirae correctamente.
Llegó hacia su destino y abrió la puerta de un golpe, Shuu, recostado sobre su cama leyendo un libro, alzó la vista preocupado.
-¿Qué ocurrió?
-Acepto tu propuesta Shuu. Voy a casarme con vos.
...................................
Era ya bastante tarde, Judal esperó hasta que Kaileena se durmiera para marcharse del palacio.
Con grandes zancadas, su mente ideaba cualquier idea que pudiera solucionar ese problema, pero realmente no podía pensar con claridad. Hablan otras cosas que la atormentaban en ese momento.
Llegó a la pequeña casa de la curandera para encontrarse a Adelaida y a Caleb, profundamente dormidos, mientras que Katya les colocaba un paño de agua fresca a cada uno.
-¿Qué pasó? - preguntó preocupado.
-Él levantó fiebre por el dolor de sus heridas. Si se controla no pasará nada grave por lógica.
-Vayamos a lo imporrante, él no es lo que me importa- contestó Judal impaciente.
-Se enfermó, le dije que era probable que contrayera un virus- le respondió la mujer.
-¿Es grave?- preguntó preocupado.
-Depende- le dijo ella-. Si se controla y ella es fuerte podrá recuperarse, si no, empeoraría. No hay medicamento tampoco.
-Quizás losw médicos del palacio...
-No servirá de nada , Judal- le respondió Katya. El modo en que le habló le hizo observarla con más detenimiento; la recordó de repente: era una de las médicas del palacio, al parecer, también ayudaba a la gente pobre dándole sus servicios de forma gratuira. El heredero sabía que tener médicos que te atiendan era costoso y sólo la clase alta podía acceder a dichas atenciones.- Existe una vacuna, no una cura
-"Mierda. Lo que faltaba"- pensó Judal nervioso. Le dirigió una mirada envenenada al inconsciente muchacho que, si pudiera, mataría. Pelotudo, sólo se mandaba cagada tras cagada: se acostaba con Kaileena y la dejaba embarazada, recibía una transfusión de sangre de su amiga y por eso ella se enfermaba.
Pelotudo. Cuando despertara se encargaría de hacerlo mierda.
Se quedó varias horas allí, ayudando a Katya en todo lo necesario. Una vez que se hizo medianoche, se disculpó y se marchó de allí.
Ya era un nuevo día, una fecha que, hacía 9 años, le había cambiado la vida por completo. Solo había un lugar al que podía ir ...
Re: [Roll] The city of Babylonia~
Caminó rápidamente hasta el cementerio. Bucó con la mirada una lápida que rezaba en cursiva el nombre de su hermana.
Se arrodillo allí para después sonreír levemente. Su hermana descansaba en ese montón de barro. Por más ordinario que sonara aquella era la verdad.
- Hola Lina - Saludó para después posar suavemente su mano sobre la tumba - Tengo algo que decirte - Dijo mientras sacaba de su capa negra una hermosa rosa blanca - Kaileena esta embarazada - Dijo mientras dejaba ese delicado objeto sobre el barro - Me gustaría que estubieras aquí para poder vernos ahora - Murmuró. Posó su mirada en el suelo para después ponerse la capucha de la capa que cubrió completamente su cara -
----------
- ¿Segura? - Preguntó Shuu mientras la miraba con una sonrisa. La mirada de Farah de repente se llenó de lágrimas dejando a Shuu pasmado - ¿Qué pasa Farah? -
- Perdoname - Susurró mientras se apoyaba en la pared con una mano tapando sus hermosos ojos - Pero no puedo -
- Sonabas convencida - Dijo para después dejar el libro a un lado - ¿Por qué cambiaste de parecer? -
- Siento como si te estubiera sacando la posibilidad de hacer una vida con alguien a quién quieras - Susurró mientras abrazaba a si misma - Shuu - Susurró mientras se agachaba hasta poder esconder su cara en sus rodillas - Perdoname pero no puedo hacer eso a la que persona que quiero - Susurró cada vez más bajo - Necesito quedarme aquí por Kaileena pero no si eso te arruina no lo haré -
---------
- Buenos días - Saludó la peliroja a la curandera que la observó mientras sonreía -
- Deberías dormir más cariño - Dijo mientras ponía a calentar agua -
- La verdad no pude descansar nada - Susurró mientras se sentaba - ¿Como esta? - Preguntó mientras miraba a Caleb -
- Bien~ - Respondió mientras pisaba unos granos de café - Esta mejorando -
- Que bueno~ - Suspiró aliviada - ¿Qué puede decirme de Adelaida? - Preguntó para después posar su mirada en la pelinegra -
- Le puse una vacuna - Comenzó mientras le entregaba una taza humeante - Gracias a eso dejó de tener temperatura. Parece que Adelaida estará bien pronto -
- Es tan lindo escuchar eso - Celebró Kaileena mientras la curandera se sentaba delante de ella -
- ¿Le dijiste a tu novio la buena nueva? - Preguntó con tranquilidad. La cara de Kaileena pasó de una feliz a una bastante deprimida -
- No~ - Respondió mientras le daba un sorbo a su café -
- Pero.. - La curandera posó sus manos en la taza para calentarselas - Vas a decirle me imagino - Preguntó. Kaileena negó levemente -
- No~ - Dijo nuevamente para sorpresa de la mayor -
- Linda es un momento maravilloso ¿Por qué no vas a decir nada? - Preguntó mientras le tomaba la mano a modo de consuelo -
- Nos peleamos antes de que supiera que estaba embarazada - Susurró mientras le daba un sorbo a su café - Le daría más problemas -
- ¿Quién es el padre? - Preguntó. Kaileena instintivamente posó su mirada de reojo en Caleb lo que hiso que la curandera se diera cuenta -
- Cariño - Susurró mientras se acercaba para abrazar a la peliroja - Debe ser complicado -
- Jamás podré decirselo - Susurró mientras comenzaba a llorar en silencio -
- Linda - Susurró mientras psaba suavemente su mano por los cabellos de Kaileena. Sinceramente no podía entender que era enterarse de un embarazo con tu pareja a punto de morirse - Tranquila cariño - Susurró mientras observaba al rubio que parecía dormir placidamente - Estará bien - Dijo mientras sonreía levemente - Todo va a estar bien -
- Va a molestarse muchicimo conmigo - Susurró la peliroja a lo que la curandera se separó de ella para darle un pañuelo -
- Escuchame cariño - Suplicó mientras la sentaba en una silla - Esto esta poniendote demasiado nerviosa - Susurró mientras pasaba su mano por el brazo de Kaileena para tranquilizarla - Primero respira hondo - Suplicó mientras veía como la muchacha lo intentaba sin muchos resultados - Pensá que puede sentir lo mismo que vos - Susurró mientras posaba su mano suavemente sobre el vientre de Kaileena - También pensá que si estas nerviosa e intranquila le hacés daño -
- Perdoname - Susurró mientras miraba su panza sin poder dejar de llorar -
- ... - La curandera suspiro. Si Kaileena seguía en ese estado era probable que el embarazo comenzara a tener un grado de riesgo. Como médica no podía permitir aquello pero no podía hacer nada -
Se arrodillo allí para después sonreír levemente. Su hermana descansaba en ese montón de barro. Por más ordinario que sonara aquella era la verdad.
- Hola Lina - Saludó para después posar suavemente su mano sobre la tumba - Tengo algo que decirte - Dijo mientras sacaba de su capa negra una hermosa rosa blanca - Kaileena esta embarazada - Dijo mientras dejaba ese delicado objeto sobre el barro - Me gustaría que estubieras aquí para poder vernos ahora - Murmuró. Posó su mirada en el suelo para después ponerse la capucha de la capa que cubrió completamente su cara -
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- ¿Segura? - Preguntó Shuu mientras la miraba con una sonrisa. La mirada de Farah de repente se llenó de lágrimas dejando a Shuu pasmado - ¿Qué pasa Farah? -
- Perdoname - Susurró mientras se apoyaba en la pared con una mano tapando sus hermosos ojos - Pero no puedo -
- Sonabas convencida - Dijo para después dejar el libro a un lado - ¿Por qué cambiaste de parecer? -
- Siento como si te estubiera sacando la posibilidad de hacer una vida con alguien a quién quieras - Susurró mientras abrazaba a si misma - Shuu - Susurró mientras se agachaba hasta poder esconder su cara en sus rodillas - Perdoname pero no puedo hacer eso a la que persona que quiero - Susurró cada vez más bajo - Necesito quedarme aquí por Kaileena pero no si eso te arruina no lo haré -
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- Buenos días - Saludó la peliroja a la curandera que la observó mientras sonreía -
- Deberías dormir más cariño - Dijo mientras ponía a calentar agua -
- La verdad no pude descansar nada - Susurró mientras se sentaba - ¿Como esta? - Preguntó mientras miraba a Caleb -
- Bien~ - Respondió mientras pisaba unos granos de café - Esta mejorando -
- Que bueno~ - Suspiró aliviada - ¿Qué puede decirme de Adelaida? - Preguntó para después posar su mirada en la pelinegra -
- Le puse una vacuna - Comenzó mientras le entregaba una taza humeante - Gracias a eso dejó de tener temperatura. Parece que Adelaida estará bien pronto -
- Es tan lindo escuchar eso - Celebró Kaileena mientras la curandera se sentaba delante de ella -
- ¿Le dijiste a tu novio la buena nueva? - Preguntó con tranquilidad. La cara de Kaileena pasó de una feliz a una bastante deprimida -
- No~ - Respondió mientras le daba un sorbo a su café -
- Pero.. - La curandera posó sus manos en la taza para calentarselas - Vas a decirle me imagino - Preguntó. Kaileena negó levemente -
- No~ - Dijo nuevamente para sorpresa de la mayor -
- Linda es un momento maravilloso ¿Por qué no vas a decir nada? - Preguntó mientras le tomaba la mano a modo de consuelo -
- Nos peleamos antes de que supiera que estaba embarazada - Susurró mientras le daba un sorbo a su café - Le daría más problemas -
- ¿Quién es el padre? - Preguntó. Kaileena instintivamente posó su mirada de reojo en Caleb lo que hiso que la curandera se diera cuenta -
- Cariño - Susurró mientras se acercaba para abrazar a la peliroja - Debe ser complicado -
- Jamás podré decirselo - Susurró mientras comenzaba a llorar en silencio -
- Linda - Susurró mientras psaba suavemente su mano por los cabellos de Kaileena. Sinceramente no podía entender que era enterarse de un embarazo con tu pareja a punto de morirse - Tranquila cariño - Susurró mientras observaba al rubio que parecía dormir placidamente - Estará bien - Dijo mientras sonreía levemente - Todo va a estar bien -
- Va a molestarse muchicimo conmigo - Susurró la peliroja a lo que la curandera se separó de ella para darle un pañuelo -
- Escuchame cariño - Suplicó mientras la sentaba en una silla - Esto esta poniendote demasiado nerviosa - Susurró mientras pasaba su mano por el brazo de Kaileena para tranquilizarla - Primero respira hondo - Suplicó mientras veía como la muchacha lo intentaba sin muchos resultados - Pensá que puede sentir lo mismo que vos - Susurró mientras posaba su mano suavemente sobre el vientre de Kaileena - También pensá que si estas nerviosa e intranquila le hacés daño -
- Perdoname - Susurró mientras miraba su panza sin poder dejar de llorar -
- ... - La curandera suspiro. Si Kaileena seguía en ese estado era probable que el embarazo comenzara a tener un grado de riesgo. Como médica no podía permitir aquello pero no podía hacer nada -
Tooru- **Full*Contest**
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Mi llegada : 26/03/2009
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Re: [Roll] The city of Babylonia~
Escucharon unos movimientos y ambas alzaron la vista, Caleb comenzó a moverse lentamente, para abrir los ojos con pereza. Parpadeó varios segundos, hasta acostumbrarse a la luminosidad del lugar, para después, instantáneamente, colocarse una mano sobre su estómago, donde había recibido las puñaladas.
-¡Caleb!- exclamó Kaileena, acercándose a él a paso rápido.
-¿Qué pasó?- preguntó desconcertado-. Recuerdo que unos hombres me quisieron robar…
-Te apuñalaron y caíste desmayado- le explicó la médica con voz dulce-. Relájate, estás bien ahora.
-Kaileena, lo lamento por haberme enojado- dijo el muchacho de repente, nervioso-. Estaba furioso, lo admito…pero…-se revolvió los cabellos, nerviosos-. Sencillamente no puedo- dijo con una sonrisa triste-. No puedo dejar de amarte Kaileena, sin importar lo que pase. Además de que, o sea- agregó, rascándose un poco la cabeza, sonrojado-, Judal es tu prometido…yo no…
La muchacha no hizo más que abrazarlo y llorar, Caleb le devolvió el abrazo, desconcertado por ese gesto tan repentino.
-Yo te amo- le dijo ella, abrazándolo aún más.
El muchacho sonrío y respondió gustoso al beso que la pelirroja le dio.
-Te amo- dijo también él.
Se separaron algo avergonzados al escuchar un leve carraspeo de la médica.
-Lo lamento, pero deberé tomarte la temperatura- dijo ella con una sonrisa-. Podrás besar a tu novia todo lo que quieras después.
-De acuerdo- asintió Caleb, y alguien detrás de la curandera le llamó la atención, acostada en la cama de al lado, profundamente dormida, se encontraba su mejor amiga- ¿Qué le pasó?- preguntó preocupado.
-Necesitabas sangre, tuvimos que hacer una transfusión y ella se ofreció- le respondió la curandera, mirando de reojo a Kaileena quien le sonrío agradecida por no revelar más detalles-. Se enfermó por eso, pero estará bien, no te preocupes.
Caleb suspiró relajado mientras se dejaba tomar la temperatura por la amable curandera, observó a Kaileena, parada al lado suyo.
-Si en algún momento te pasa algo…por favor, no me lo ocultes- pidió él con una sonrisa-. Cualquier cosa que sea, ¿sí?
Kaileena tragó saliva, nerviosa y sintió la mirada de reojo de Katya, que esperaba, con curiosidad y expectante, a ver cómo iba a reaccionar ella.
-De acuerdo- asintió ella, con una sonrisa algo tensa, pero que Caleb tomó como sincera. Comenzaba a sentirse mareada de los nervios, sería mejor irse de allí-. Iré a ver a Farah, volveré más tarde.
-De acuerdo- dijo él. La pelirroja se acercó, le dio un rápido beso en los labios y se marchó.
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Se sentó frente a la sencilla cruz de la lápida, con la capucha ocultando todo su rostro y expresión de tristeza. El dolor por la muerte de Nina jamás había desaparecido, era uno de esos momentos de su vida que jamás iba a poder olvidar, algo que se había grabado con fuego en su piel. Él había amado a su hermana como ninguna otra persona, incluso mucho más que sus otros hermanos o sus padres, cuando era pequeño, vivía sólo por ella, por esa pequeña mariposa que pronto perdió sus alas.
-Lamentablemente no estás- dijo el joven con tranquilidad-. Lamento no haberte venido a visitar antes Lina, estuve distraído últimamente. Todo está pasando demasiado rápido… En todos mis años de vida jamás las cosas cambiaron tanto como en estos últimos meses.
Y eso era verdad, el pelinegro siempre se había quejado de su vida por ser monótona, todos los días, la rutina era siempre la misma: levantarse, molestar a alguien, escaparse de Artemisa, pasear por el pueblo y volver y molestar a Artemisa. Ni más ni menos. Varios años estuvo así, donde sólo las fiestas de cumpleaños o para conseguirle una prometida eran lo único que variaban un poco su aburrida rutina.
Pero en cuestión de unos meses, en el preciso momento en que se encontró con una esclava malhumorada de ojos azules como zafiros, todo dio un giro de repente y se le fue de las manos. Porque, si había algo que su monótona vida había tenido siempre, era que él siempre podía manejarla a la perfección y solucionar cualquier inconveniente que se le presentara, que en aquella época (porque sentía que habían pasado años desde aquello) eran prácticamente nulos.
Y ahora, sencillamente sentía que no tenía respiro, que siempre andaba de problema en problema, tratando de solucionarlos a todos, de esquivar esas balas que querían incrustarse en su cuerpo.
-Me gustaría saber qué haría si estuvieras…-agregó el joven.
Sabía perfectamente como reaccionaría: primero que nada, Lina saltaría de felicidad y trataría de cuidar al bebé de Kaileena como si fuera su madre, aún incluso estando dentro del vientre. También, para su pesar, tenía que reconocer que Lina hubiera defendido a Caleb en varias situaciones y le habría caído bien, porque…era Lina. Ella defendía lo justo y le caía bien a todos. Hubiera adorado a Adelaida también y en varias situaciones la habría defendido.
Sonrío con tristeza, mirando el cielo oscuro de la medianoche, las estrellas que brillaban e iluminaban distintos puntos de aquella negrura y la luna que desprendía una luz blanquecina que alumbraba el cementerio.
Una lágrima rodó por su mejilla, mientras se incorporaba con cierto pesar.
-Te extraño Lina- murmuró el muchacho, para después marcharse de allí.
------------------------------------------
El rey entró a la casa de la curandera y sus ojos se posaron, primero, en la joven pelinegra, que aún seguía dormida pero respirando con tranquilidad en la cama. A su lado, estaba Caleb, recostado en su cama y observando la ventana con expresión serena.
Había despertado. Judal observó rápidamente en la habitación en busca de unas unas tijeras. Mierda. ¿Cómo no podía haber? De seguro que Katya las quitó a propósito.
-Pelotudo- dijo Judal para llamar la atención del rubio, quien puso mala cara al verlo.
-¿Qué hacés acá?
-Vengo a verla- dijo él, ladeando la cabeza un poco para señalar a la muchacha-. Es tu culpa de que esté así.
El rubio agachó la cabeza, un tanto abochornado, si ya de por sí se sentía culpable, que Judal se lo recalcara no le calmaba para nada.
Y todo ocurrió de repente, ni siquiera tuvo tiempo para defenderse, el rey se había abalanzado sobre él y su puño golpeó su rostro.
-¡¿Pero qué mierda te pasa?!- chilló Caleb furioso, tocándose la nariz golpeada. Había comenzado a sangrarle.
-Sos un tremendo pelotudo, todo lo que hacés son problemas- le dijo Judal con enojo-. Debería cortarte el orgullo que ni siquiera tenés así dejás de mandarte cagada tras cagada.
-¿Qué?- preguntó Caleb anonado.
Katya de repente apareció corriendo en la habitación.
-Kaileena está embarazada. Felicidades, va a nacer otro pendejo pelotudo como vos- le dijo Judal con extrema frialdad.
-¡Caleb!- exclamó Kaileena, acercándose a él a paso rápido.
-¿Qué pasó?- preguntó desconcertado-. Recuerdo que unos hombres me quisieron robar…
-Te apuñalaron y caíste desmayado- le explicó la médica con voz dulce-. Relájate, estás bien ahora.
-Kaileena, lo lamento por haberme enojado- dijo el muchacho de repente, nervioso-. Estaba furioso, lo admito…pero…-se revolvió los cabellos, nerviosos-. Sencillamente no puedo- dijo con una sonrisa triste-. No puedo dejar de amarte Kaileena, sin importar lo que pase. Además de que, o sea- agregó, rascándose un poco la cabeza, sonrojado-, Judal es tu prometido…yo no…
La muchacha no hizo más que abrazarlo y llorar, Caleb le devolvió el abrazo, desconcertado por ese gesto tan repentino.
-Yo te amo- le dijo ella, abrazándolo aún más.
El muchacho sonrío y respondió gustoso al beso que la pelirroja le dio.
-Te amo- dijo también él.
Se separaron algo avergonzados al escuchar un leve carraspeo de la médica.
-Lo lamento, pero deberé tomarte la temperatura- dijo ella con una sonrisa-. Podrás besar a tu novia todo lo que quieras después.
-De acuerdo- asintió Caleb, y alguien detrás de la curandera le llamó la atención, acostada en la cama de al lado, profundamente dormida, se encontraba su mejor amiga- ¿Qué le pasó?- preguntó preocupado.
-Necesitabas sangre, tuvimos que hacer una transfusión y ella se ofreció- le respondió la curandera, mirando de reojo a Kaileena quien le sonrío agradecida por no revelar más detalles-. Se enfermó por eso, pero estará bien, no te preocupes.
Caleb suspiró relajado mientras se dejaba tomar la temperatura por la amable curandera, observó a Kaileena, parada al lado suyo.
-Si en algún momento te pasa algo…por favor, no me lo ocultes- pidió él con una sonrisa-. Cualquier cosa que sea, ¿sí?
Kaileena tragó saliva, nerviosa y sintió la mirada de reojo de Katya, que esperaba, con curiosidad y expectante, a ver cómo iba a reaccionar ella.
-De acuerdo- asintió ella, con una sonrisa algo tensa, pero que Caleb tomó como sincera. Comenzaba a sentirse mareada de los nervios, sería mejor irse de allí-. Iré a ver a Farah, volveré más tarde.
-De acuerdo- dijo él. La pelirroja se acercó, le dio un rápido beso en los labios y se marchó.
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Se sentó frente a la sencilla cruz de la lápida, con la capucha ocultando todo su rostro y expresión de tristeza. El dolor por la muerte de Nina jamás había desaparecido, era uno de esos momentos de su vida que jamás iba a poder olvidar, algo que se había grabado con fuego en su piel. Él había amado a su hermana como ninguna otra persona, incluso mucho más que sus otros hermanos o sus padres, cuando era pequeño, vivía sólo por ella, por esa pequeña mariposa que pronto perdió sus alas.
-Lamentablemente no estás- dijo el joven con tranquilidad-. Lamento no haberte venido a visitar antes Lina, estuve distraído últimamente. Todo está pasando demasiado rápido… En todos mis años de vida jamás las cosas cambiaron tanto como en estos últimos meses.
Y eso era verdad, el pelinegro siempre se había quejado de su vida por ser monótona, todos los días, la rutina era siempre la misma: levantarse, molestar a alguien, escaparse de Artemisa, pasear por el pueblo y volver y molestar a Artemisa. Ni más ni menos. Varios años estuvo así, donde sólo las fiestas de cumpleaños o para conseguirle una prometida eran lo único que variaban un poco su aburrida rutina.
Pero en cuestión de unos meses, en el preciso momento en que se encontró con una esclava malhumorada de ojos azules como zafiros, todo dio un giro de repente y se le fue de las manos. Porque, si había algo que su monótona vida había tenido siempre, era que él siempre podía manejarla a la perfección y solucionar cualquier inconveniente que se le presentara, que en aquella época (porque sentía que habían pasado años desde aquello) eran prácticamente nulos.
Y ahora, sencillamente sentía que no tenía respiro, que siempre andaba de problema en problema, tratando de solucionarlos a todos, de esquivar esas balas que querían incrustarse en su cuerpo.
-Me gustaría saber qué haría si estuvieras…-agregó el joven.
Sabía perfectamente como reaccionaría: primero que nada, Lina saltaría de felicidad y trataría de cuidar al bebé de Kaileena como si fuera su madre, aún incluso estando dentro del vientre. También, para su pesar, tenía que reconocer que Lina hubiera defendido a Caleb en varias situaciones y le habría caído bien, porque…era Lina. Ella defendía lo justo y le caía bien a todos. Hubiera adorado a Adelaida también y en varias situaciones la habría defendido.
Sonrío con tristeza, mirando el cielo oscuro de la medianoche, las estrellas que brillaban e iluminaban distintos puntos de aquella negrura y la luna que desprendía una luz blanquecina que alumbraba el cementerio.
Una lágrima rodó por su mejilla, mientras se incorporaba con cierto pesar.
-Te extraño Lina- murmuró el muchacho, para después marcharse de allí.
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El rey entró a la casa de la curandera y sus ojos se posaron, primero, en la joven pelinegra, que aún seguía dormida pero respirando con tranquilidad en la cama. A su lado, estaba Caleb, recostado en su cama y observando la ventana con expresión serena.
Había despertado. Judal observó rápidamente en la habitación en busca de unas unas tijeras. Mierda. ¿Cómo no podía haber? De seguro que Katya las quitó a propósito.
-Pelotudo- dijo Judal para llamar la atención del rubio, quien puso mala cara al verlo.
-¿Qué hacés acá?
-Vengo a verla- dijo él, ladeando la cabeza un poco para señalar a la muchacha-. Es tu culpa de que esté así.
El rubio agachó la cabeza, un tanto abochornado, si ya de por sí se sentía culpable, que Judal se lo recalcara no le calmaba para nada.
Y todo ocurrió de repente, ni siquiera tuvo tiempo para defenderse, el rey se había abalanzado sobre él y su puño golpeó su rostro.
-¡¿Pero qué mierda te pasa?!- chilló Caleb furioso, tocándose la nariz golpeada. Había comenzado a sangrarle.
-Sos un tremendo pelotudo, todo lo que hacés son problemas- le dijo Judal con enojo-. Debería cortarte el orgullo que ni siquiera tenés así dejás de mandarte cagada tras cagada.
-¿Qué?- preguntó Caleb anonado.
Katya de repente apareció corriendo en la habitación.
-Kaileena está embarazada. Felicidades, va a nacer otro pendejo pelotudo como vos- le dijo Judal con extrema frialdad.
Re: [Roll] The city of Babylonia~
- ¿V-Voy a ser padre? - Preguntó en susurros para después posar su mirada en Judal - ¿¡Kaileena esta embarazada!? - Estalló sorprendido a lo que la curandera intentó que se quedara en la cama -
- ¿Estas sordo? - Preguntó de mala gana mientras tomaba su capa negra - Me voy - Le dijo a la mayor - Regresaré luego a ver a Adelaida - Murmuró para después salir del lugar -
- ¡Tengo que hablar con Kaileena! - Le dijo con desesperación a la curandera que negó rotundamente con la cabeza -
- Estas loco si querés salir corriendo a buscarla en ese estado - Dijo mientras lo tapaba nuevamente con las sábanas -
- Cabe la posibilidad de que valla a ser padre con la mujer que amo ¡NO PUEDO QUEDARME EMPOTRADO EN CAMA! - Estalló histérico a lo que la mayor comenzo a reir -
- Dijo que regresaría hoy - Murmuró mientras intentaba aplacar la risa - Solo tenés que esperar hasta entonces - Finalizó a lo que Caleb suspiró intranquilo -
----------
- ¿Donde estabas? - Preguntó Kaileena cuando Judal ingresó a la cocina -
- Estaba visitando la tumba de Lina - Explicó mientras tomaba una galleta que después se llevó a la boca - Después pasé por el sanatorio a ver a Adelaida -
- ¿Como esta? - Preguntó mientras dejaba la taza de té sobre la mesa -
- La verdad es que no tengo idea - Contestó con sinceridad Para después caminar para los pasillos - Estube hablando con Caleb en lugar de ver como estaba mi novia - Dijo con asco -
- ¿Hablando con Caleb? - Preguntó Kaileena sorprendida -
- Si - Dijo simplemente para después comenzar a caminar. Srgundos después regresó sobre sus pasos para agregar - Ah~ Le dije a ese pelotudo que estabas embarazada. Se me escapó -
- ¿¡Qué hiciste que!? - Preguntó desesperada -
- Perdoname - Dijo mientras se encogía de hombros -
- Por Dios - Susurró mientras respiraba de manera agitada - Lo lamento por Caleb pero no puedo regresar - Susurró mientras se sentaba en la silla - Va a preguntarme si es verdad. Va a pedirme que se lo explique - Se dijo cada vez más pálida -
- Tranquila Kaileena no es la gran cosa - Susurró Judal mientras se sentaba delante de ella - Pensá que vas a decir antes de ir a ver a ese idiota -
- S-Si - Respondió. Judal le besó la cabeza para después irse de allí -
----------
15.30 PM
- ¿¡Donde esta!? - Preguntó histerico mientras se agarraba los cabellos con ambas manos -
- Tranquilo cariño - Suplicó la mayor mientras dejaba su tejido a un lado - Te va a dar un ataque cardíaco si seguis maquinando la cabeza de ese modo -
- ¡Tengo que hablar con Kaileena urgentemente! - Estalló mientras se daba la cabeza contra la bandeja de acero que antes contenía su desayuno -
- Caleb calmate - La curandera se paró rápidamente para ir a sacarle al muchacho ese objeto de las manos - Comprendo la ansiedad que debes sentir pero te vas a matar si seguís golpeandote -
- ¿¡Donde esta Kaileena!? - Estalló para después comenzar a sacudir a la mujer -
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16.15 PM
- ¿Pensaste? - Preguntó Judal mientras salía de la cocina con una deliciosa golosína a base de manzanas recién horneada -
- Si - Contestó mientras miraba a su mejor amigo - Pero no se me ocurre una buena explicación -
- Tenés días para poder pensar - Dijo Judal mientras le extendía una porción de lo que había cocinado - Aprovechalos -
- Supongo que es verdad - Susurró mientras le daba un pequeño mordisco a la golosína - ¡Esta deliciosa! -
- Se me da excelente la cocina - Contestó presumido -
----------
17.40 PM
- Te ves intranquilo - Susurró la mayor mientras admiraba su tejido finalizado -
- ¡Eso es porque estoy intranquilo! - Dijo mientras se tapaba la cara con las manos- Quiero ir a buscar a Kaileena porque es más que obvio ahora que me esta evitando -
- Caleb estas maquinandote la cabeza - Dijo la mujer mientras reía levemente - ¿Como va a estar evitandote? -
- Te esta evitando es OBVIO - Dijo una voz a su lado. Caleb se giró a ver a su mejor amiga que se había levantado hacía poco más de una hora -
- Gracias Adelaida - Dijo con ironía -
- Cuando quieras - Respondió mientras sonreía a lo que Caleb se golpeó la cabeza con la almohada -
- Kaileena de verdad quiero que vengas - Se quejó a lo que Adelaida comenzó a reir. La desesperación de su amigo era de lo más chistosa -
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18.38 PM
- Terminé - Dijo Kaileena emocionada mientras se paraba del sillón -
- ¿De pensar que le vas a decir a Caleb? - Preguntó Judal mientras posaba sus carmínes sobre su mejor amiga -
- No~ - Respondió mientras se rascaba la mejilla - Terminé con este libro de 1200 páginas - Dijo mientras sonreía -
- Brillante Kaileena - Murmuró Judal mientras dejaba los documentos a un lado - Seguramente a Caleb le encantará escuchar el resumen del libro - Dijo irónico -
- Me distraje - Se sinceró. De solo imaginar la desesperación de Caleb a Judal le agarraban unas inmensas ganas de reir -
----------
19.17 PM
- ¿Crees que siga respirando? - Preguntó la mayor mientras observaba a Caleb que se estaba cubriendo la cara con su almohada sin moverse -
- Lo picaré con un palo - Dijo Adelaida mientras comenzaba a picar a Caleb con una escoba -
- ¿¡Qué estas haciendo!? - Preguntó histerico -
- Comprobando que seguís vivo - Dijo simplemente mientras sonreía -
- Estoy bien - Murmuró mientras dejaba escapar un suspiro -
- Tu cara no se enteró de eso - Dijo Adelaida mientras sonreía - Estas más pálido que una hoja de papel -
- Eso es porque no sé si Kaileena esta embarazada - Dijo mientras se agarraba los cabellos - ¿¡Por que no viene!? - Estalló para después ponerse nuevamente la almohada en la cabeza -
----------
20.23 PM
- Si me preguntas a mi deberías ir - Dijo Judal mientras miraba a Kaileena - Si no querés que ese pendejo se quede sin padre más vale que vallas -
- ... - La peliroja dejó escapar un largo suspiro - Esta bien - Dijo mientras se levantaba del sillón - Iré a ver a Caleb -
- También voy - Dijo mientras le daba una capa color manteca -
- ¿Por qué querés venir? - Preguntó levemente nerviosa -
- Quiero ver a Adelaida - Contestó con tranquilidad - Además quiero reirme de la cara de idiota que va a poner Caleb cuando le digas que es verdad lo de tu embarazo -
- ... - Kaileena negó levemente con la cabeza para después salir del palacio rumbo al sanatorio -
- Esperame - Suplicó Judal mientras la seguía sonriente -
- ¿Estas sordo? - Preguntó de mala gana mientras tomaba su capa negra - Me voy - Le dijo a la mayor - Regresaré luego a ver a Adelaida - Murmuró para después salir del lugar -
- ¡Tengo que hablar con Kaileena! - Le dijo con desesperación a la curandera que negó rotundamente con la cabeza -
- Estas loco si querés salir corriendo a buscarla en ese estado - Dijo mientras lo tapaba nuevamente con las sábanas -
- Cabe la posibilidad de que valla a ser padre con la mujer que amo ¡NO PUEDO QUEDARME EMPOTRADO EN CAMA! - Estalló histérico a lo que la mayor comenzo a reir -
- Dijo que regresaría hoy - Murmuró mientras intentaba aplacar la risa - Solo tenés que esperar hasta entonces - Finalizó a lo que Caleb suspiró intranquilo -
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- ¿Donde estabas? - Preguntó Kaileena cuando Judal ingresó a la cocina -
- Estaba visitando la tumba de Lina - Explicó mientras tomaba una galleta que después se llevó a la boca - Después pasé por el sanatorio a ver a Adelaida -
- ¿Como esta? - Preguntó mientras dejaba la taza de té sobre la mesa -
- La verdad es que no tengo idea - Contestó con sinceridad Para después caminar para los pasillos - Estube hablando con Caleb en lugar de ver como estaba mi novia - Dijo con asco -
- ¿Hablando con Caleb? - Preguntó Kaileena sorprendida -
- Si - Dijo simplemente para después comenzar a caminar. Srgundos después regresó sobre sus pasos para agregar - Ah~ Le dije a ese pelotudo que estabas embarazada. Se me escapó -
- ¿¡Qué hiciste que!? - Preguntó desesperada -
- Perdoname - Dijo mientras se encogía de hombros -
- Por Dios - Susurró mientras respiraba de manera agitada - Lo lamento por Caleb pero no puedo regresar - Susurró mientras se sentaba en la silla - Va a preguntarme si es verdad. Va a pedirme que se lo explique - Se dijo cada vez más pálida -
- Tranquila Kaileena no es la gran cosa - Susurró Judal mientras se sentaba delante de ella - Pensá que vas a decir antes de ir a ver a ese idiota -
- S-Si - Respondió. Judal le besó la cabeza para después irse de allí -
----------
15.30 PM
- ¿¡Donde esta!? - Preguntó histerico mientras se agarraba los cabellos con ambas manos -
- Tranquilo cariño - Suplicó la mayor mientras dejaba su tejido a un lado - Te va a dar un ataque cardíaco si seguis maquinando la cabeza de ese modo -
- ¡Tengo que hablar con Kaileena urgentemente! - Estalló mientras se daba la cabeza contra la bandeja de acero que antes contenía su desayuno -
- Caleb calmate - La curandera se paró rápidamente para ir a sacarle al muchacho ese objeto de las manos - Comprendo la ansiedad que debes sentir pero te vas a matar si seguís golpeandote -
- ¿¡Donde esta Kaileena!? - Estalló para después comenzar a sacudir a la mujer -
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16.15 PM
- ¿Pensaste? - Preguntó Judal mientras salía de la cocina con una deliciosa golosína a base de manzanas recién horneada -
- Si - Contestó mientras miraba a su mejor amigo - Pero no se me ocurre una buena explicación -
- Tenés días para poder pensar - Dijo Judal mientras le extendía una porción de lo que había cocinado - Aprovechalos -
- Supongo que es verdad - Susurró mientras le daba un pequeño mordisco a la golosína - ¡Esta deliciosa! -
- Se me da excelente la cocina - Contestó presumido -
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17.40 PM
- Te ves intranquilo - Susurró la mayor mientras admiraba su tejido finalizado -
- ¡Eso es porque estoy intranquilo! - Dijo mientras se tapaba la cara con las manos- Quiero ir a buscar a Kaileena porque es más que obvio ahora que me esta evitando -
- Caleb estas maquinandote la cabeza - Dijo la mujer mientras reía levemente - ¿Como va a estar evitandote? -
- Te esta evitando es OBVIO - Dijo una voz a su lado. Caleb se giró a ver a su mejor amiga que se había levantado hacía poco más de una hora -
- Gracias Adelaida - Dijo con ironía -
- Cuando quieras - Respondió mientras sonreía a lo que Caleb se golpeó la cabeza con la almohada -
- Kaileena de verdad quiero que vengas - Se quejó a lo que Adelaida comenzó a reir. La desesperación de su amigo era de lo más chistosa -
---------
18.38 PM
- Terminé - Dijo Kaileena emocionada mientras se paraba del sillón -
- ¿De pensar que le vas a decir a Caleb? - Preguntó Judal mientras posaba sus carmínes sobre su mejor amiga -
- No~ - Respondió mientras se rascaba la mejilla - Terminé con este libro de 1200 páginas - Dijo mientras sonreía -
- Brillante Kaileena - Murmuró Judal mientras dejaba los documentos a un lado - Seguramente a Caleb le encantará escuchar el resumen del libro - Dijo irónico -
- Me distraje - Se sinceró. De solo imaginar la desesperación de Caleb a Judal le agarraban unas inmensas ganas de reir -
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19.17 PM
- ¿Crees que siga respirando? - Preguntó la mayor mientras observaba a Caleb que se estaba cubriendo la cara con su almohada sin moverse -
- Lo picaré con un palo - Dijo Adelaida mientras comenzaba a picar a Caleb con una escoba -
- ¿¡Qué estas haciendo!? - Preguntó histerico -
- Comprobando que seguís vivo - Dijo simplemente mientras sonreía -
- Estoy bien - Murmuró mientras dejaba escapar un suspiro -
- Tu cara no se enteró de eso - Dijo Adelaida mientras sonreía - Estas más pálido que una hoja de papel -
- Eso es porque no sé si Kaileena esta embarazada - Dijo mientras se agarraba los cabellos - ¿¡Por que no viene!? - Estalló para después ponerse nuevamente la almohada en la cabeza -
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20.23 PM
- Si me preguntas a mi deberías ir - Dijo Judal mientras miraba a Kaileena - Si no querés que ese pendejo se quede sin padre más vale que vallas -
- ... - La peliroja dejó escapar un largo suspiro - Esta bien - Dijo mientras se levantaba del sillón - Iré a ver a Caleb -
- También voy - Dijo mientras le daba una capa color manteca -
- ¿Por qué querés venir? - Preguntó levemente nerviosa -
- Quiero ver a Adelaida - Contestó con tranquilidad - Además quiero reirme de la cara de idiota que va a poner Caleb cuando le digas que es verdad lo de tu embarazo -
- ... - Kaileena negó levemente con la cabeza para después salir del palacio rumbo al sanatorio -
- Esperame - Suplicó Judal mientras la seguía sonriente -
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Edad : 29
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Mi llegada : 26/03/2009
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Re: [Roll] The city of Babylonia~
-Relájate, ya llegarán- lo trató de calmar su amiga con una sonrisa. Estaba de buen humor, ya se sentía mejor y, además, estaba feliz de que Caleb ya se hubiera recuperado. Lo veía, estaba perfectamente bien si era capaz de preocuparse tanto. Además de que era divertido verlo así, tan nervioso.
-Me está evitando, me está evitando, me está evitando- repitió él una y otra vez, mientras Katya le sacaba la bandeja plateada con la comida, antes de que el joven tratara de golpearse de nuevo.
-Tranquilo…de seguro que ahora entrará por la puerta- le dijo Adelaida.
-No digas boludeces Macu, ella no…
Y de repente, la puerta se abrió y entraron por ella, primero Judal, quien sonrío y se dirigió directamente a su enamorada al verla despierta y después Kaileena, con expresión nerviosa y pasos dudosos.
-Hasta que despertaste- le dijo el heredero, besando a la pelinegra.
-Necesitaba un descanso- reconoció ella.
Ambos, instantáneamente, miraron a Caleb y Kaileena, la pareja se encontraba inmóvil, uno frente al otro, sin saber cómo reaccionar. Finalmente, Caleb habló:
-¿Lo que me dijo Judal es verdad?- preguntó el rubio.
-¿Qué cosa?- cuestionó Kaileena, con la esperanza de que su amigo sólo le hubiera hecho una mala broma y no le hubiera contado sobre su embarazo a Caleb.
-Que estás embarazada- repuso el rubio.
Mierda. Le había dicho.
Se mordió el labio y desvío la vista avergonzada. Pasaron unos segundos que a Caleb se le hicieron eternos, pero, por la actitud de la joven, el joyero pudo deducir que lo que le había dicho Judal era verdad. ¡No podía ser! Él…padre…Necesitaba oír la respuesta de Kaileena, tener esa bendita confirmación de una vez por todas.
¿Y?
La pelirroja suspiró y agachó la cabeza.
-Emm…sí…estoy embarazada Caleb- tragó saliva unos segundos, sin querer ver la expresión que debía poner el joven-. Vamos a ser padres, Caleb.
De repente se escuchó un golpe seco, acompañado de unas risas. Kaileena alzó la vista, asustada, para ver el rostro de Caleb con los ojos cerrados, durmiendo profundamente y escuchando de fondo las risas con tono de burla de Judal.
Caleb se había desmayado, ni más ni menos.
-Pelotudo- fue lo único que logró susurrar Kaileena, mientras negaba levemente con la cabeza y ocultaba su rostro avergonzada. Incluso Katya había comenzado a reírse.
---------------------------------------------
-Jamás pensé que Caleb podía alcanzar niveles de pelotudez tan altos- comentó Judal con una sonrisa. Él estaba recostado al lado de su enamorada, que aún seguía en cama, abrazándola-. Cada día me sorprende más.
-Ya callate- le suplicó Kaileena, que estaba sentada y con un aura depresiva, agarrándose la cabeza con ambas manos.
-Relájate Kaileena, lo tomó bien- la trató de tranquilizar su amiga.
-¡Se desmayó!- exclamó ella.
-No podés esperar algo mejor de Caleb- repuso la pelinegra y, al ver que lo estaba haciendo quedar demasiado mal a su amigo, agregó-. Además, estuvo todo el día nervioso y sigue algo afectado por la medicina.
-No defiendas lo indefendible Adelaida- le dijo Judal entretenido.
-Ni hablés vos- comentó ella.
-Callame entonces- la desafió el chico con una sonrisa socarrona.
-Idiota- murmuró ella sonrojada.
Se escucharon unos ruidos y todos, incluso la curandera, fijaron su vista en el joven rubio que de a poco comenzó a levantarse.
-¿Qué pasó?- preguntó él, frotándose los ojos, somnolientos. Había tenido una extraña pesadilla, donde Kaileena le decía que eran padres y Judal se reía de él. Agradeció que eso sólo hubiera sido un sueño.
-Te desmayaste- le explicó Katya con dulzura.
-¿Por qué?- preguntó extrañado.
-Porque Kaileena te dijo que está embarazada, pelotudo- le respondió Judal sumamente divertido- ¡No te desmayes!- aclaró, cuando vio que el joven comenzaba a caer en la inconciencia de nuevo, pero, al úlmo segundo, logró contenerse.
-Voy a ser….papá –dijo él con cara desconcertada-. Voy a tener un hijo…
-No, vas a tener a un bastardo como vos- le corrigió el heredero.
-¡Judal!- exclamó Adelaida, golpeándole levemente la cabeza- ¡No digas esas cosas!
-¿Qué tiene?- se defendió el rey-. Va a tener un hijo pelotudo como él, ¿qué es eso entonces?
Katya se río relajada, mientras Kaileena seguía inmóvil, mirando a Caleb expectante.
-Eehh...¿qué pasa?- preguntó el joven nervioso- Sé que no es el mejor momento para tener un hijo, pero nos arreglaremos.
-¿Estás feliz? - preguntó Kaileena.
-¿Por qué no lo estaría? -respondió el muchacho -Estoy algo desconcertado, lo admito...pero...voy a tener un hijo hermoso y...
-Pelotudo- lo interrumpió Judal, recibiendo una mirada envenenada por parte del rubio.
-Y va a ser con la mujer que amo- finalizó Caleb- No podría ser más feliz de lo que soy ahora Kaileena.
La joven comenzó a llorar de alegría y se abalanzó hacia el joven para abrazarlo y besarlo.
Katya incluso les aplaudió, provocando un fuerte sonrojo en la pareja.
-Ya ambos tienen el alta -dijo ella con una sonrisa amable, mirando tanto al rubio como a la muchacha, los cuales asintieron agradecidos- Pero Caleb deberás venir para ir haciéndote unos controles. Lo mismo para vos Kaileena.
.......................................
-Al fin de vuelta en casa- dijo Caleb, una vez que estuvo parado frente la puerta de su casa, trató de abrirla, hasta que recordó que Judal había cambiado la cerradura- Necesito la llave.
-Mmm. . . Las perdí -dijo Judal con una sonrisa, mientras se metía una mano en el bolsillo, donde sus dedos sintieron el tacto frío del metal de la llave.
-¡¿Y cómo vamos a entrar? !- exclamó Caleb irritado.
-No sé ni me importa, yo la apuesta ya la terminé - comentó el pelinegro con una sonrisa divertida.
-¡¿Qué?! -chilló Adelaida, palideciendo.
-Ya pasó una semana, gané - le respondió Judal, enfatizando la última palabra-. Puedo pedir lo que se me de la regalada gana ahora.
La pelonegra tragó saliva.
-¿Qué voy a hacer yo?- inquirió Caleb, enojado.
-Emm...¿morirte? - sugirió Judal.
-Ya déjalo Caleb - le dijo la pelirroja, tomándole de la mano -Salgamos a distraernos un poco, a festejar. Después podemos pasar por el cerrajero.
-De acuerdo - accedió el rubio, dejándose guiar por la muchacha.
-¡Esperen! ¿Y yo que? - preguntó Adelaida desesperada.
-Vos te venís conmigo- le dijo Judal -Vamos a mi habitación a que cumplas tu parte de la apuesta -comentó agarrándola - no vamos a hacerlo en un rancho asqueroso como Caleb.
-Me está evitando, me está evitando, me está evitando- repitió él una y otra vez, mientras Katya le sacaba la bandeja plateada con la comida, antes de que el joven tratara de golpearse de nuevo.
-Tranquilo…de seguro que ahora entrará por la puerta- le dijo Adelaida.
-No digas boludeces Macu, ella no…
Y de repente, la puerta se abrió y entraron por ella, primero Judal, quien sonrío y se dirigió directamente a su enamorada al verla despierta y después Kaileena, con expresión nerviosa y pasos dudosos.
-Hasta que despertaste- le dijo el heredero, besando a la pelinegra.
-Necesitaba un descanso- reconoció ella.
Ambos, instantáneamente, miraron a Caleb y Kaileena, la pareja se encontraba inmóvil, uno frente al otro, sin saber cómo reaccionar. Finalmente, Caleb habló:
-¿Lo que me dijo Judal es verdad?- preguntó el rubio.
-¿Qué cosa?- cuestionó Kaileena, con la esperanza de que su amigo sólo le hubiera hecho una mala broma y no le hubiera contado sobre su embarazo a Caleb.
-Que estás embarazada- repuso el rubio.
Mierda. Le había dicho.
Se mordió el labio y desvío la vista avergonzada. Pasaron unos segundos que a Caleb se le hicieron eternos, pero, por la actitud de la joven, el joyero pudo deducir que lo que le había dicho Judal era verdad. ¡No podía ser! Él…padre…Necesitaba oír la respuesta de Kaileena, tener esa bendita confirmación de una vez por todas.
¿Y?
La pelirroja suspiró y agachó la cabeza.
-Emm…sí…estoy embarazada Caleb- tragó saliva unos segundos, sin querer ver la expresión que debía poner el joven-. Vamos a ser padres, Caleb.
De repente se escuchó un golpe seco, acompañado de unas risas. Kaileena alzó la vista, asustada, para ver el rostro de Caleb con los ojos cerrados, durmiendo profundamente y escuchando de fondo las risas con tono de burla de Judal.
Caleb se había desmayado, ni más ni menos.
-Pelotudo- fue lo único que logró susurrar Kaileena, mientras negaba levemente con la cabeza y ocultaba su rostro avergonzada. Incluso Katya había comenzado a reírse.
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-Jamás pensé que Caleb podía alcanzar niveles de pelotudez tan altos- comentó Judal con una sonrisa. Él estaba recostado al lado de su enamorada, que aún seguía en cama, abrazándola-. Cada día me sorprende más.
-Ya callate- le suplicó Kaileena, que estaba sentada y con un aura depresiva, agarrándose la cabeza con ambas manos.
-Relájate Kaileena, lo tomó bien- la trató de tranquilizar su amiga.
-¡Se desmayó!- exclamó ella.
-No podés esperar algo mejor de Caleb- repuso la pelinegra y, al ver que lo estaba haciendo quedar demasiado mal a su amigo, agregó-. Además, estuvo todo el día nervioso y sigue algo afectado por la medicina.
-No defiendas lo indefendible Adelaida- le dijo Judal entretenido.
-Ni hablés vos- comentó ella.
-Callame entonces- la desafió el chico con una sonrisa socarrona.
-Idiota- murmuró ella sonrojada.
Se escucharon unos ruidos y todos, incluso la curandera, fijaron su vista en el joven rubio que de a poco comenzó a levantarse.
-¿Qué pasó?- preguntó él, frotándose los ojos, somnolientos. Había tenido una extraña pesadilla, donde Kaileena le decía que eran padres y Judal se reía de él. Agradeció que eso sólo hubiera sido un sueño.
-Te desmayaste- le explicó Katya con dulzura.
-¿Por qué?- preguntó extrañado.
-Porque Kaileena te dijo que está embarazada, pelotudo- le respondió Judal sumamente divertido- ¡No te desmayes!- aclaró, cuando vio que el joven comenzaba a caer en la inconciencia de nuevo, pero, al úlmo segundo, logró contenerse.
-Voy a ser….papá –dijo él con cara desconcertada-. Voy a tener un hijo…
-No, vas a tener a un bastardo como vos- le corrigió el heredero.
-¡Judal!- exclamó Adelaida, golpeándole levemente la cabeza- ¡No digas esas cosas!
-¿Qué tiene?- se defendió el rey-. Va a tener un hijo pelotudo como él, ¿qué es eso entonces?
Katya se río relajada, mientras Kaileena seguía inmóvil, mirando a Caleb expectante.
-Eehh...¿qué pasa?- preguntó el joven nervioso- Sé que no es el mejor momento para tener un hijo, pero nos arreglaremos.
-¿Estás feliz? - preguntó Kaileena.
-¿Por qué no lo estaría? -respondió el muchacho -Estoy algo desconcertado, lo admito...pero...voy a tener un hijo hermoso y...
-Pelotudo- lo interrumpió Judal, recibiendo una mirada envenenada por parte del rubio.
-Y va a ser con la mujer que amo- finalizó Caleb- No podría ser más feliz de lo que soy ahora Kaileena.
La joven comenzó a llorar de alegría y se abalanzó hacia el joven para abrazarlo y besarlo.
Katya incluso les aplaudió, provocando un fuerte sonrojo en la pareja.
-Ya ambos tienen el alta -dijo ella con una sonrisa amable, mirando tanto al rubio como a la muchacha, los cuales asintieron agradecidos- Pero Caleb deberás venir para ir haciéndote unos controles. Lo mismo para vos Kaileena.
.......................................
-Al fin de vuelta en casa- dijo Caleb, una vez que estuvo parado frente la puerta de su casa, trató de abrirla, hasta que recordó que Judal había cambiado la cerradura- Necesito la llave.
-Mmm. . . Las perdí -dijo Judal con una sonrisa, mientras se metía una mano en el bolsillo, donde sus dedos sintieron el tacto frío del metal de la llave.
-¡¿Y cómo vamos a entrar? !- exclamó Caleb irritado.
-No sé ni me importa, yo la apuesta ya la terminé - comentó el pelinegro con una sonrisa divertida.
-¡¿Qué?! -chilló Adelaida, palideciendo.
-Ya pasó una semana, gané - le respondió Judal, enfatizando la última palabra-. Puedo pedir lo que se me de la regalada gana ahora.
La pelonegra tragó saliva.
-¿Qué voy a hacer yo?- inquirió Caleb, enojado.
-Emm...¿morirte? - sugirió Judal.
-Ya déjalo Caleb - le dijo la pelirroja, tomándole de la mano -Salgamos a distraernos un poco, a festejar. Después podemos pasar por el cerrajero.
-De acuerdo - accedió el rubio, dejándose guiar por la muchacha.
-¡Esperen! ¿Y yo que? - preguntó Adelaida desesperada.
-Vos te venís conmigo- le dijo Judal -Vamos a mi habitación a que cumplas tu parte de la apuesta -comentó agarrándola - no vamos a hacerlo en un rancho asqueroso como Caleb.
Re: [Roll] The city of Babylonia~
- ¿¡Qué!? - Preguntó sonrojada a lo que Judal comenzó a reir -
- Tranquila - Dijo mientras intentaba parar de reirse - Parece que no me conocés Adelaida -
- Vos lo dijiste - Murmuró a lo que Judal se giró para poder mirar esos celestes con reproche -
- Contestame algo - Suplicó mientras se acomodaba unos cabellos con una de sus manos - ¿Hice algúna vez algo que vos hallas considerado inapropiado Adelaida? - Esa pregunta hiso sentir a la pelinegra culpable -
- No~ - Respondió para después bajar levemente la mirada -
- Entonces como puede ser que pienses todavía que te obligaré a hacer algo que no querés - Dijo para después comenzar a caminar nuevamente. La pelinegra levantó la mirada para poder ver la espalda de su enamorado. Realmente Judal respetaba sus opiniones pero aún asi ella dudaba de él -
- Esperá~ - Suplicó para después detener al pelinegro suavemente de las sedas que colgaban de sus ropajes -
- ¿Qué? - Preguntó mientras se giraba para poder ver a la pelinegra -
- Vos ganaste - Susurró avergonzada - Pedí que querés que haga -
- Nada~ - Murmuró para después suspirar - Tengo cosas que leer por lo que no puedo quedarme a ver si cumplís o no - Dijo para después comenzar a caminar nuevamente -
- Judal~ - Adelaida se le colgó para que dejara de caminar -
- Adelaida~ - Contestó mientras posaba sus carmínes en ella - ¿Qué pasa? - Preguntó mientra sonreía levemente -
- Nada - Respondió avergonzada mientras comenzaba a caminar - Hacé como que no dije nada -
---------
- ¿Te duele? - Preguntó Kaileena a lo que Caleb negó levemente -
- Solo me molesta - Dijo mientras sonreía - La verdad es que no puedo asimilar que estás embarazada Kaileena - Dijo para después levantar la mirada para poder ver el lago -
- ¿Qué pensás? - Preguntó la peliroja mientras se abrazaba a si misma - ¿Estas contento? ¿Enojado? ¿Te molesta? - Preguntó. Caleb le puso una mano en los labios para que se callara -
- Kaileena - Susurró con tranquilidad - Lo que siento en este momento no puede ser expresado con palabras - Comenzó mientras posaba su mano sobre la de la peliroja - La persona que amo esta esperando un hijo que es mio - Dijo para después levantar la mirada con una linda sonrisa pensando como expresar lo siguiente - La verdad es que no me sale con palabras -
- ... - Kaileena lo observó sorprendida para después sonreír -
- Te amo - Le dijo para después besar suavemente su mejilla -
- ... - Kaileena simplemente rodeó suavemente el cuello de Caleb para corresponder a aquellas palabras. En ese momento se dió cuenta de lo mucho que necesitaba contarselo a Caleb además de lo importante que era que ese rubio le dijera que estaba feliz con aquello -
----------
- Tranquilizate - Suplicó Judal mientras dejaba los documentos sobre su mesa de noche - Te dije que no haré nada -
- La verdad es que no sé como tomarme eso - Susurró con mala cara mientras posaba sus celestes sobre los carmínes de Judal -
- Como lo escuchás - Dijo mientras reía levemente -
- Idiota - Murmuró. Ese pelinegro se recostó en su cama para después agarrar a Adelaida -
- Yo siempre te voy a cuidar Adelaida - Murmuró mientras sonreía levemente - Conmigo nadie te hará daño - Siguió mientras comenzaba a besar suavemente el cuello de la muchacha -
- ... - La pelinegra solo pasó su mano suavemente por los cabellos del pelinegro. Los besos que Judal le daba le estaban dando cosquillas -
- Te amo - Le susurró al oido para después obligar a la pelinegra a girarse para comenzar a besar sus labios -
- ... - Ella correspondió ese beso sin pensar. También amaba a Judal más de lo que probablemente ese muchacho pudiera imaginar -
- ... - Judal siguió besando a su enamorada en cada lugar donde veía esa deliciosa piel mientras sentía como su cuerpo encajaba con el de Adelaida de manera sorprendente. Estaba enamorado de ella. Perdidamente enamorado de ella. Quería conseguir que con Adelaida dejara de existir un yo para comenzar a haber un nosotros. Respirar por ella. Vivir para ella -
- Tranquila - Dijo mientras intentaba parar de reirse - Parece que no me conocés Adelaida -
- Vos lo dijiste - Murmuró a lo que Judal se giró para poder mirar esos celestes con reproche -
- Contestame algo - Suplicó mientras se acomodaba unos cabellos con una de sus manos - ¿Hice algúna vez algo que vos hallas considerado inapropiado Adelaida? - Esa pregunta hiso sentir a la pelinegra culpable -
- No~ - Respondió para después bajar levemente la mirada -
- Entonces como puede ser que pienses todavía que te obligaré a hacer algo que no querés - Dijo para después comenzar a caminar nuevamente. La pelinegra levantó la mirada para poder ver la espalda de su enamorado. Realmente Judal respetaba sus opiniones pero aún asi ella dudaba de él -
- Esperá~ - Suplicó para después detener al pelinegro suavemente de las sedas que colgaban de sus ropajes -
- ¿Qué? - Preguntó mientras se giraba para poder ver a la pelinegra -
- Vos ganaste - Susurró avergonzada - Pedí que querés que haga -
- Nada~ - Murmuró para después suspirar - Tengo cosas que leer por lo que no puedo quedarme a ver si cumplís o no - Dijo para después comenzar a caminar nuevamente -
- Judal~ - Adelaida se le colgó para que dejara de caminar -
- Adelaida~ - Contestó mientras posaba sus carmínes en ella - ¿Qué pasa? - Preguntó mientra sonreía levemente -
- Nada - Respondió avergonzada mientras comenzaba a caminar - Hacé como que no dije nada -
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- ¿Te duele? - Preguntó Kaileena a lo que Caleb negó levemente -
- Solo me molesta - Dijo mientras sonreía - La verdad es que no puedo asimilar que estás embarazada Kaileena - Dijo para después levantar la mirada para poder ver el lago -
- ¿Qué pensás? - Preguntó la peliroja mientras se abrazaba a si misma - ¿Estas contento? ¿Enojado? ¿Te molesta? - Preguntó. Caleb le puso una mano en los labios para que se callara -
- Kaileena - Susurró con tranquilidad - Lo que siento en este momento no puede ser expresado con palabras - Comenzó mientras posaba su mano sobre la de la peliroja - La persona que amo esta esperando un hijo que es mio - Dijo para después levantar la mirada con una linda sonrisa pensando como expresar lo siguiente - La verdad es que no me sale con palabras -
- ... - Kaileena lo observó sorprendida para después sonreír -
- Te amo - Le dijo para después besar suavemente su mejilla -
- ... - Kaileena simplemente rodeó suavemente el cuello de Caleb para corresponder a aquellas palabras. En ese momento se dió cuenta de lo mucho que necesitaba contarselo a Caleb además de lo importante que era que ese rubio le dijera que estaba feliz con aquello -
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- Tranquilizate - Suplicó Judal mientras dejaba los documentos sobre su mesa de noche - Te dije que no haré nada -
- La verdad es que no sé como tomarme eso - Susurró con mala cara mientras posaba sus celestes sobre los carmínes de Judal -
- Como lo escuchás - Dijo mientras reía levemente -
- Idiota - Murmuró. Ese pelinegro se recostó en su cama para después agarrar a Adelaida -
- Yo siempre te voy a cuidar Adelaida - Murmuró mientras sonreía levemente - Conmigo nadie te hará daño - Siguió mientras comenzaba a besar suavemente el cuello de la muchacha -
- ... - La pelinegra solo pasó su mano suavemente por los cabellos del pelinegro. Los besos que Judal le daba le estaban dando cosquillas -
- Te amo - Le susurró al oido para después obligar a la pelinegra a girarse para comenzar a besar sus labios -
- ... - Ella correspondió ese beso sin pensar. También amaba a Judal más de lo que probablemente ese muchacho pudiera imaginar -
- ... - Judal siguió besando a su enamorada en cada lugar donde veía esa deliciosa piel mientras sentía como su cuerpo encajaba con el de Adelaida de manera sorprendente. Estaba enamorado de ella. Perdidamente enamorado de ella. Quería conseguir que con Adelaida dejara de existir un yo para comenzar a haber un nosotros. Respirar por ella. Vivir para ella -
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Re: [Roll] The city of Babylonia~
Cada centímetro de su piel era suave y agradable al tacto, ese aroma embriagador y adictivo lo era todo, parecía emborracharlo en ese éxtasis de felicidad en el que se encontraba. ¿Cuánto tiempo estuvieron así? No lo sabían, tampoco les importaban, vivían ese momento como si fuera el último que tendrían, como si hoy fuera su último día.
Abrazos, besos, caricias. Cada pequeña cosa, por más sutil que sea, se complementaba de tal manera que lo hacía ver perfecto. El cuerpo de ambos se complementaba, como si hubieran sido creados para estar juntos, para estar toda la eternidad unidos.
Ya no había vuelta atrás: Existía un nosotros.
La luz de los rayos cálidos de la mañana atravesó la ventana e iluminaron el lugar agradablemente. Judal observó el cuerpo que yacía a su lado, dormido profundamente, tapado con las suaves sábanas de seda, jugueteó un poco con sus cabellos, mientras veía lo bella que era esa mujer. La luz iluminaba de una manera especial su cuerpo y su rostro dormido, dándole un brillo que parecía desprenderse de ella, un aspecto transcendental, como si fuera un ángel. Y es que eso era para él.
Quería plasmar esa imagen en su mente, que ese momento se detuviese para siempre, que pudiera vivir en aquel mundo hedonista que parecía sonreírles de una buena vez por todas.
El rey sabía que nunca había visto nada más hermoso que eso, que jamás iba a poder olvidar ese momento en su cabeza, estaba perdidamente enamorado de ella y ya no tenía salida, no había manera de que pudiera olvidarla, lo intentó ya y resultó ser un tremendo fracaso.
Ese año sin lugar a dudas era el más complicado y a la vez emocionante de su vida, todo cambiaba demasiado rápido, no le daba tiempo siquiera a acostumbrarse y, esas modificaciones eran de 360 grados, para nada sutil. Sin lugar a dudas, encontrarse con esa joven esclava, un día que al principio le había resultado aburrido, dónde había desmayado a Enlil con un libro y escapado de la biblioteca para caminar por el pueblo, fue el mayor cambio que hubo en su vida.
Recordó ese momento, ese encuentro tan casual que cambió su vida. Al principio, en ese momento donde sus ojos se posaron en la joven al lado de Artemisa, de esa esclava demasiado delgada –de seguro producto del hambre- y que estaba siempre a la defensiva, no se llegó a imaginar siquiera lo que causaría después, lo que influiría en el resto de su vida.
Todos los momentos con Adelaida pasaron por su mente, las órdenes molestas que le hacía para enojarla, los sonrojos que le provocaba cada vez que se le acercaba un poco de más a lo normal, sus celos hacia Artemisa, todas las adversidades que pasaron juntos, que tendían a peligrar su relación. Arqueó la ceja, pensativo, enumerando todas las cosas que tuvieron que pasar, la gente que no quería que estuvieran juntos y les complicaban su relación, intentando que se separaran. Mierda. Eran muchísimas cosas, es más, la mayoría de todas las peleas que tuvieron fueron por hechos donde intervenían terceros, no por problemas entre ellos dos. Con todo lo que pasaron, el rey podía apostar que se podía escribir un libro dramático de mínimo mil páginas.
Escuchó un leve ruido y vio como la joven se movía lentamente y pestañeaba somnolienta hasta acostumbrarse a la luz. Finalmente abrió los ojos, esos cristales celestes como las aguas del océano, y se sonrojó al notar la cercanía que tenía con el joven, cuyos rostro estaba a pocos centímetros del de ella.
Le pareció adorable esa actitud. Ya habían hecho de todo e igual se sonrojaba por tenerlo cerca. Habían costumbres que no iban a cambiar jamás.
-Buenos días- dijo el pelinegro, besándole los labios con suavidad-. ¿Dormiste bien? Bah, ¿para qué preguntar? No logré dejarte dormir en toda la noche- agregó él con una sonrisa socarrona.
-Idiota- murmuró ella avergonzada, tapándose aún más con las sábanas.
-Parecía gustarte- le dijo él entretenido por las actitudes nerviosas de la muchacha-. No vamos a negar lo innegable Ali, te encantó. ¿Soy bueno eh?
-Agrandado- le dijo ella ahora, riendo divertida.
-Al final siempre tuve razón, ¿te diste cuenta?- prosiguió el muchacho, acariciando con suavidad la mejilla de la muchacha-. ¿Hace cuánto tiempo que te estuve diciendo que vas a ser mía? Ya perdí la cuenta de las veces que te lo dije- y, con una sonrisa, agregó enfatizando las últimas palabras-. Ahora sí: Sos mía.
Y Adelaida , sonrojada y nerviosa, se tapó todo el rostro con las sábanas, mientras escuchaba las risas de su enamorado.
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No me gustó lo que escribí, pero me echan. Veo si puedo editarlo después :B
Abrazos, besos, caricias. Cada pequeña cosa, por más sutil que sea, se complementaba de tal manera que lo hacía ver perfecto. El cuerpo de ambos se complementaba, como si hubieran sido creados para estar juntos, para estar toda la eternidad unidos.
Ya no había vuelta atrás: Existía un nosotros.
La luz de los rayos cálidos de la mañana atravesó la ventana e iluminaron el lugar agradablemente. Judal observó el cuerpo que yacía a su lado, dormido profundamente, tapado con las suaves sábanas de seda, jugueteó un poco con sus cabellos, mientras veía lo bella que era esa mujer. La luz iluminaba de una manera especial su cuerpo y su rostro dormido, dándole un brillo que parecía desprenderse de ella, un aspecto transcendental, como si fuera un ángel. Y es que eso era para él.
Quería plasmar esa imagen en su mente, que ese momento se detuviese para siempre, que pudiera vivir en aquel mundo hedonista que parecía sonreírles de una buena vez por todas.
El rey sabía que nunca había visto nada más hermoso que eso, que jamás iba a poder olvidar ese momento en su cabeza, estaba perdidamente enamorado de ella y ya no tenía salida, no había manera de que pudiera olvidarla, lo intentó ya y resultó ser un tremendo fracaso.
Ese año sin lugar a dudas era el más complicado y a la vez emocionante de su vida, todo cambiaba demasiado rápido, no le daba tiempo siquiera a acostumbrarse y, esas modificaciones eran de 360 grados, para nada sutil. Sin lugar a dudas, encontrarse con esa joven esclava, un día que al principio le había resultado aburrido, dónde había desmayado a Enlil con un libro y escapado de la biblioteca para caminar por el pueblo, fue el mayor cambio que hubo en su vida.
Recordó ese momento, ese encuentro tan casual que cambió su vida. Al principio, en ese momento donde sus ojos se posaron en la joven al lado de Artemisa, de esa esclava demasiado delgada –de seguro producto del hambre- y que estaba siempre a la defensiva, no se llegó a imaginar siquiera lo que causaría después, lo que influiría en el resto de su vida.
Todos los momentos con Adelaida pasaron por su mente, las órdenes molestas que le hacía para enojarla, los sonrojos que le provocaba cada vez que se le acercaba un poco de más a lo normal, sus celos hacia Artemisa, todas las adversidades que pasaron juntos, que tendían a peligrar su relación. Arqueó la ceja, pensativo, enumerando todas las cosas que tuvieron que pasar, la gente que no quería que estuvieran juntos y les complicaban su relación, intentando que se separaran. Mierda. Eran muchísimas cosas, es más, la mayoría de todas las peleas que tuvieron fueron por hechos donde intervenían terceros, no por problemas entre ellos dos. Con todo lo que pasaron, el rey podía apostar que se podía escribir un libro dramático de mínimo mil páginas.
Escuchó un leve ruido y vio como la joven se movía lentamente y pestañeaba somnolienta hasta acostumbrarse a la luz. Finalmente abrió los ojos, esos cristales celestes como las aguas del océano, y se sonrojó al notar la cercanía que tenía con el joven, cuyos rostro estaba a pocos centímetros del de ella.
Le pareció adorable esa actitud. Ya habían hecho de todo e igual se sonrojaba por tenerlo cerca. Habían costumbres que no iban a cambiar jamás.
-Buenos días- dijo el pelinegro, besándole los labios con suavidad-. ¿Dormiste bien? Bah, ¿para qué preguntar? No logré dejarte dormir en toda la noche- agregó él con una sonrisa socarrona.
-Idiota- murmuró ella avergonzada, tapándose aún más con las sábanas.
-Parecía gustarte- le dijo él entretenido por las actitudes nerviosas de la muchacha-. No vamos a negar lo innegable Ali, te encantó. ¿Soy bueno eh?
-Agrandado- le dijo ella ahora, riendo divertida.
-Al final siempre tuve razón, ¿te diste cuenta?- prosiguió el muchacho, acariciando con suavidad la mejilla de la muchacha-. ¿Hace cuánto tiempo que te estuve diciendo que vas a ser mía? Ya perdí la cuenta de las veces que te lo dije- y, con una sonrisa, agregó enfatizando las últimas palabras-. Ahora sí: Sos mía.
Y Adelaida , sonrojada y nerviosa, se tapó todo el rostro con las sábanas, mientras escuchaba las risas de su enamorado.
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No me gustó lo que escribí, pero me echan. Veo si puedo editarlo después :B
Re: [Roll] The city of Babylonia~
- ... - Ese pelinegro caminó hasta donde la castaña estaba parada. Le tomó suavemente las manos para que poder esos lindos ojos - Escuchame Farah - Suplicó pero la castaña negó rápidamente con la cabeza -
- Espera Shuu - Pidió mientras agarraba suavemente las telas que colgaban de los ropajes del Magi - Te conozco como para saber que vas intentar convencerme - Susurró mientras negaba levemente - Pero no quiero que lo hagas -
- Solo pido que me escuches - Dijo pero la castaña sencillamente se negaba -
- Basta~ - Suplicó mientras escondía esa linda mirada - Shuu estas enamorado de alguien más -
- ¡Escuchame Farah~! - Estalló debido a que la castaña parecía ignorar sus comentarios -
- ¿¡Qué!? - Preguntó mientras la mirada se le llenaba de lágrimas -
- ... - Shuu suspiró levemente para después secar suavemente las mejillas de la muchacha con sus dedos - Quiero conocer más de vos - Dijo mientras sonreía - Para poder enamorarme de lo que descubra -
- ... - Farah posó su mirada en la del pelinegro sumamente sorprendida. Ese cariño que desprendía su mirada hiso que sus mejillas se pusieran rosadas -
- Dejame - Suplicó para después abrazar a la muchacha que solo se quedó inmovilizada en sus brazos -
----------
- Caleb - La enamorada de Lear observó como ese muchacho de ojos similares a los suyos regresaba con Kaileena - ¿Como estas? - Preguntó mientras sonreía -
- Mejor - Respondió con amabilidad - Tengo que seguir haciendome ver pero la verdad es no me duele nada -
- ... - Lear estaba parado a pocos pasos de su enamorada esperando. Le ponía de malas que ella se preocupara por gente idiota como lo era ese Caleb -
- Diganme cualquier cosa - Suplicó la muchacha. Los saludó con la mano de manera amigable para después unirse al pelinegro -
- Lear quiere matarme - Murmuró Caleb a lo que Kaileena lo agarró suavemente de la mano -
- Por eso nos vamos - Dijo a lo que ambos comenzaron a caminar a paso rápido -
- ¿Qué pasa? - Preguntó la muchacha mientras observaba la mirada de Lear que siguió a la pareja hasta que se perdió en os pasillos - ¿Estas molesto? - Preguntó a lo que ese pelinegro regresó rápidamente su mirada a ella - Lo sabía - Dijo mientras comenzaba a caminar -
- Espera - Suplicó mientras comenzaba a seguir a Nina -
- Solo estabamos hablando - Dijo con tranquilidad - También me interesa saber de Shuu o Judal - Dijo mientras tomaba a ese muchacho de la camisa - Pero eso no quiere decir que te quiera menos -
- Disculpame por ser un idiota - Susurró mientras sonreía levemente -
- Lo pensaré - Dijo de manera socorrona mientras comenzaba a caminar -
- Nina~ - Llamó Lear - ¡Nina~! - Llamó nuevamente mientras comenzaba a seguir a su enamorada - ¡Deja de ignorarme Nina! - Estalló mientras maldecía -
----------
- Mierda - Susurró Judal mientras miraba la hora - Tengo que ir a hacer los papeles o Shuu me va a venir a buscar - Dijo mientras pasaba su manos por sus pantalones de seda negra - Si me preguntas a mi no creo que eso sea conveniente -
- Largo - Murmuró. Estaba tapada hasta el cuello con las sedas de la cama -
- ¿Disculpa? - Preguntó mientras se acostaba nuevamente -
- Nada~ - Dijo rápidamente mientras se sonrojaba de pies a cabeza -
- Eso pensé - Dijo para después besar sus labios unos momentos - Descansa si querés - Le dijo para después levantarse - Regreso en una hora o menos -
--------------------------------------------------------------------------------------------
Me rayé (?)
No me sale nada apapapa xD
- Espera Shuu - Pidió mientras agarraba suavemente las telas que colgaban de los ropajes del Magi - Te conozco como para saber que vas intentar convencerme - Susurró mientras negaba levemente - Pero no quiero que lo hagas -
- Solo pido que me escuches - Dijo pero la castaña sencillamente se negaba -
- Basta~ - Suplicó mientras escondía esa linda mirada - Shuu estas enamorado de alguien más -
- ¡Escuchame Farah~! - Estalló debido a que la castaña parecía ignorar sus comentarios -
- ¿¡Qué!? - Preguntó mientras la mirada se le llenaba de lágrimas -
- ... - Shuu suspiró levemente para después secar suavemente las mejillas de la muchacha con sus dedos - Quiero conocer más de vos - Dijo mientras sonreía - Para poder enamorarme de lo que descubra -
- ... - Farah posó su mirada en la del pelinegro sumamente sorprendida. Ese cariño que desprendía su mirada hiso que sus mejillas se pusieran rosadas -
- Dejame - Suplicó para después abrazar a la muchacha que solo se quedó inmovilizada en sus brazos -
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- Caleb - La enamorada de Lear observó como ese muchacho de ojos similares a los suyos regresaba con Kaileena - ¿Como estas? - Preguntó mientras sonreía -
- Mejor - Respondió con amabilidad - Tengo que seguir haciendome ver pero la verdad es no me duele nada -
- ... - Lear estaba parado a pocos pasos de su enamorada esperando. Le ponía de malas que ella se preocupara por gente idiota como lo era ese Caleb -
- Diganme cualquier cosa - Suplicó la muchacha. Los saludó con la mano de manera amigable para después unirse al pelinegro -
- Lear quiere matarme - Murmuró Caleb a lo que Kaileena lo agarró suavemente de la mano -
- Por eso nos vamos - Dijo a lo que ambos comenzaron a caminar a paso rápido -
- ¿Qué pasa? - Preguntó la muchacha mientras observaba la mirada de Lear que siguió a la pareja hasta que se perdió en os pasillos - ¿Estas molesto? - Preguntó a lo que ese pelinegro regresó rápidamente su mirada a ella - Lo sabía - Dijo mientras comenzaba a caminar -
- Espera - Suplicó mientras comenzaba a seguir a Nina -
- Solo estabamos hablando - Dijo con tranquilidad - También me interesa saber de Shuu o Judal - Dijo mientras tomaba a ese muchacho de la camisa - Pero eso no quiere decir que te quiera menos -
- Disculpame por ser un idiota - Susurró mientras sonreía levemente -
- Lo pensaré - Dijo de manera socorrona mientras comenzaba a caminar -
- Nina~ - Llamó Lear - ¡Nina~! - Llamó nuevamente mientras comenzaba a seguir a su enamorada - ¡Deja de ignorarme Nina! - Estalló mientras maldecía -
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- Mierda - Susurró Judal mientras miraba la hora - Tengo que ir a hacer los papeles o Shuu me va a venir a buscar - Dijo mientras pasaba su manos por sus pantalones de seda negra - Si me preguntas a mi no creo que eso sea conveniente -
- Largo - Murmuró. Estaba tapada hasta el cuello con las sedas de la cama -
- ¿Disculpa? - Preguntó mientras se acostaba nuevamente -
- Nada~ - Dijo rápidamente mientras se sonrojaba de pies a cabeza -
- Eso pensé - Dijo para después besar sus labios unos momentos - Descansa si querés - Le dijo para después levantarse - Regreso en una hora o menos -
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Me rayé (?)
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Mi llegada : 26/03/2009
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Re: [Roll] The city of Babylonia~
Ella jamás se sintió tan segura y cálida como con ese abrazo, con ese cariño que el joven le brindaba. Cerró los ojos, dejándose llevar por esa sensación tan placentera, imaginando cualquier cosa que fuera bonita, con tal de despejar los problemas de su mente.
Shuu era tan confortador.
Quizás, no sería tan mala idea casarse con él, poder disfrutar todos los días de esa calidez que el muchacho le brindaba y, así, también estar cerca de su hermana. Podría protegerla, evitar que sufriera tanto como ella lo hizo.
Shuu le ofrecía una posibilidad tan tentadora, tan buena, que se sentía mal de echarse atrás. Pero no podía hacerle eso, no era capaz de evitar que el joven encontrara a alguien a quien amara.
Pero…
“Quiero conocer más de vos para poder enamorarme de lo que descubra”
Sintió los latidos de su corazón bombear con fuerza. Nadie jamás había sido tan tierno con ella. ¿Y si se enamoraba de ella? ¿Y si ambos terminaban enamorándose? Sería la mejor opción que tendría, ambos podrían vivir felices juntos.
Pero la realidad era que él estaba enamorado de otra persona y ella no sabía a quién querer, jamás lograba decidirse por nadie, era un defecto que tenía, que la hacía alejarse de todas las personas que quería por sus malditas dudas.
¿Qué hacer?
-Tan sólo déjame- le susurró Shuu, como si pudiera adivinar los pensamientos de la joven.
Ella alzó la vista para encontrarse con esa bella mirada carmín, lo decía tan seguro de sí mismo…era tan difícil resistirse a ello- ¿Lo harás?
Sonrío a modo de respuesta recibiendo por parte del muchacho una hermosa sonrisa. Shuu le tomó la mano.
-Ven, hagamos algo- dijo él.
-¿Qué cosa?- preguntó, cuando comenzaron a caminar.
El Magi se encogió de hombros, restándole importancia.
-No sé, cualquier cosa- comentó él-. Improvisemos como cuando éramos chicos.
-De acuerdo- concedió ella, con una expresión divertida.
------------------------------------------
Lear seguía a Nina por los pasillos, exclamando su nombre nervioso.
-¡Nina! ¡Nina!- Mierda. ¿Por qué no podía controlar sus celos? ¿Por qué siempre él tenía que cagarla? Aunque le costara admitirlo, entendía a Nina, era totalmente irracional lo que hacía y por demás molesto. Pero…él tenía miedo de perderla, de que se fuera de su lado con una persona que se mereciera más, mejor que él. Porque él sabía que no era perfecto, que su persona tenía miles de defectos que eran posibles de ver en seguida, mientras que, con suerte, podía decir uno solo de Nina: que lo ignorara.
-¡Nina!
Ella se dio vuelta, riéndose divertida al ver la expresión de desconcierto del muchacho.
-¿Qué pasa?- preguntó desconcertado Lear, dudando de la cordura de la joven rubia.
-Nada, es divertido verte nervioso- comentó ella con una sonrisa-. Te engañé, no estoy enojada.
Lear suspiró, la broma no le había resultado agradable para nada, pero lo prefería cientos de veces a que en verdad ella estuviera enojada con él.
-No hagas eso, me ponés nervioso- dijo el Magi mayor, revolviéndose los cabellos-. Pensé que te habías enojado porque estaba celoso y…
-Es parte de vos, me gusta que lo seas…no tan extremista- reconoció ella con una sonrisa-, pero te amo por como sos Lear, con todos tus defectos incluidos.
-¿Todos?- preguntó el asombrado.
-Absolutamente. Los veo adorables- dijo ella.
-Después no te arrepientas de lo que dijiste eh- le dijo él, abrazándola y besándola.
-------------------------
Creo que esta es la peor conti que escribí en mi vida, y si no lo es, está entre las primeras.
Shuu era tan confortador.
Quizás, no sería tan mala idea casarse con él, poder disfrutar todos los días de esa calidez que el muchacho le brindaba y, así, también estar cerca de su hermana. Podría protegerla, evitar que sufriera tanto como ella lo hizo.
Shuu le ofrecía una posibilidad tan tentadora, tan buena, que se sentía mal de echarse atrás. Pero no podía hacerle eso, no era capaz de evitar que el joven encontrara a alguien a quien amara.
Pero…
“Quiero conocer más de vos para poder enamorarme de lo que descubra”
Sintió los latidos de su corazón bombear con fuerza. Nadie jamás había sido tan tierno con ella. ¿Y si se enamoraba de ella? ¿Y si ambos terminaban enamorándose? Sería la mejor opción que tendría, ambos podrían vivir felices juntos.
Pero la realidad era que él estaba enamorado de otra persona y ella no sabía a quién querer, jamás lograba decidirse por nadie, era un defecto que tenía, que la hacía alejarse de todas las personas que quería por sus malditas dudas.
¿Qué hacer?
-Tan sólo déjame- le susurró Shuu, como si pudiera adivinar los pensamientos de la joven.
Ella alzó la vista para encontrarse con esa bella mirada carmín, lo decía tan seguro de sí mismo…era tan difícil resistirse a ello- ¿Lo harás?
Sonrío a modo de respuesta recibiendo por parte del muchacho una hermosa sonrisa. Shuu le tomó la mano.
-Ven, hagamos algo- dijo él.
-¿Qué cosa?- preguntó, cuando comenzaron a caminar.
El Magi se encogió de hombros, restándole importancia.
-No sé, cualquier cosa- comentó él-. Improvisemos como cuando éramos chicos.
-De acuerdo- concedió ella, con una expresión divertida.
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Lear seguía a Nina por los pasillos, exclamando su nombre nervioso.
-¡Nina! ¡Nina!- Mierda. ¿Por qué no podía controlar sus celos? ¿Por qué siempre él tenía que cagarla? Aunque le costara admitirlo, entendía a Nina, era totalmente irracional lo que hacía y por demás molesto. Pero…él tenía miedo de perderla, de que se fuera de su lado con una persona que se mereciera más, mejor que él. Porque él sabía que no era perfecto, que su persona tenía miles de defectos que eran posibles de ver en seguida, mientras que, con suerte, podía decir uno solo de Nina: que lo ignorara.
-¡Nina!
Ella se dio vuelta, riéndose divertida al ver la expresión de desconcierto del muchacho.
-¿Qué pasa?- preguntó desconcertado Lear, dudando de la cordura de la joven rubia.
-Nada, es divertido verte nervioso- comentó ella con una sonrisa-. Te engañé, no estoy enojada.
Lear suspiró, la broma no le había resultado agradable para nada, pero lo prefería cientos de veces a que en verdad ella estuviera enojada con él.
-No hagas eso, me ponés nervioso- dijo el Magi mayor, revolviéndose los cabellos-. Pensé que te habías enojado porque estaba celoso y…
-Es parte de vos, me gusta que lo seas…no tan extremista- reconoció ella con una sonrisa-, pero te amo por como sos Lear, con todos tus defectos incluidos.
-¿Todos?- preguntó el asombrado.
-Absolutamente. Los veo adorables- dijo ella.
-Después no te arrepientas de lo que dijiste eh- le dijo él, abrazándola y besándola.
-------------------------
Creo que esta es la peor conti que escribí en mi vida, y si no lo es, está entre las primeras.
Re: [Roll] The city of Babylonia~
- Jamás - Susurró mientras sonreía para después cerrar sus lindos ojos unos segundos -
- Te quiero - Susurró Lear para después besar con cariño su mejilla -
- Eso se nota - Dijo mientras reía levemente -
- La verdad que no es chistoso - Susurró levemente sonrojado mientras posaba su mirada a un costado -
- Para mi es todavía más especial haber podido llegar a ser algo para vos - Susurró la muchacha mientras rozaba suavemente su mano con la suya -
- ... - Lear no pudo evitar esbosar una pequeña sonrisa - ¿Por qué pensas eso? - Preguntó mientras pasaba suavemente su mano por la mejilla de Nina -
- Porque te ignoraba - Dijo mientras sonreía levemente - Me quedó más que entendido que odias eso -
- Te vas a reír - Comenzó para después rodear a su enamorada en un abrazo - Pero creo que fue por eso que comenzaste a gustarme -
- Contame - Suplicó mientras lo miraba -
- Es vergonzoso Nina - Murmuró Lear mientras intentaba esconder el pequeño sonrojo que había aparecido en sus mejillas -
- Dime Lear - Suplicó mientras le rodeaba el cuello - Te lo suplico - Susurró mientras le dedicaba al pelinegro un puchero -
- Sabes que con con esa cara no te puedo decir no - Dijo mientras pasaba su dedo suavemente por los labios de ella -
- Por eso la pongo - Dijo mientras reía -
- Supongo que fue porque me ignorabas que comenzaste a gustarme - Dijo mientras corría la mirada - Me ponía de la cabeza que no me escucharas -
- ... - La muchacha comenzó a reír levemente -
- ¿Que es lo chistoso? - Preguntó levemente molesto -
- Te quiero - Dijo para después juntar sus labios suavemente con los suyos - Muchicimo - Susurró mientras posaba su cabeza suavemente sobre el pecho de Lear -
------------
- Seguis siendo malo - Dijo Farah mientras observaba a Shuu dejarse caer en el suelo -
- Vos ganas - Dijo mientras se acostaba - Me cansé de intentar agarrarte -
- Estas grande - Murmuró la muchacha de cabellos castaños a lo que Shuu giró la cabeza para poder ver esos lindos ojos miel -
- ¿Qué estas insinuando? - Preguntó mientras sonreía de lado -
- Nada~ - Respondió mientras se acostaba a su lado -
- Farah -
- ¿Qué? -
- Te agarré - Susurró para que segundos después su brazo la aprisionara contra el césped para que esta no pudiera levantarse -
- Tramposo~ - Susurró mientras sonreía - No estabas intentando agarrarme -
- Sabía que ibas a venir conmigo de todas maneras - Dijo mientras sonreía con los ojos cerrados. Farah apoyó su cabeza suavemente sobre el pecho de Shuu lo que hiso que este posara su mirada en el celeste cielo sonrojado -
- Es verdad~ - Susurró Farah mientras respiraba con tranquilidad - Me iba a venir a acostar con vos de todas maneras -
Podía sentir sus mejillas arder.
Por unos momentos la idea de que Farah pudiera percibir como su corazón bombeaba le asustó por completo. Si él podía escuchar como intentaba escaparse de su pecho entonces ella, que estaba apoyada sobre este, debía poder oirlo con todavía más nitidez. La observó como pudo para después suspirar de tranquilidad. Gracias a Marduk ella estaba dormida por lo que seguramente no lo había escuchado.
Esbosó una pequeña sonrisa para después apoyar suavemente su mano sobre su cabeza.
- Descansa - Le dijo mientras la rodeaba en un cálido abrazo -
---------
- ¿Que más? - Preguntó con mala cara a lo que la peliroja le entregó una nueva pila de papeles -
- Estos - Dijo mientras sonreía levemente -
- Kaileena - Chilló el pelinegro a lo que Caleb esbosó una pequeña sonrisa -
- ¿Cansado de los papeles? - Preguntó a lo que el nominado posó su mirada cargada de ironía sobre ese muchacho -
- ¿Cansado de ser un pelotudo? - Preguntó mientras terminaba con esa pequeña pila de papeles - Lo mio se puede solucionar pero lamento decir que vos no tenés cura -
- Chistoso - Murmuro Caleb mientras lo miraba con cara de pocos amigos -
- ¿Querés escuchar algo chistoso? - Preguntó Judal mientras juntaba sus manos para después sonreír de lado - Hace unos días la enamorada de un pelotudo de mierda parecido a vos - Dijo mientras miraba a Caleb - Llegó a la casa de la curandera de Babilonia para decirle que estaba embarazada - Dijo a lo que las mejillas de Caleb se pusieron levemente rosadas - ¿Querés saber que hiso? - Preguntó a lo que Caleb lo miró con el ceño fruncido -
- Hijo de puta - Susurró a lo que Judal intentaba aguantar en vano la risa -
- Se desmayó - Dijo para depsués echarse a reir a carcajadas -
- Sorete - Murmuró Caleb avergonzado de si mismo -
- Eso fue hiriente Judal - Murmuró la peliroja mientras negaba levemente -
- Kaileena - Dijo Judal mientras la tomaba suavemente del mentón - Yo no tengo ningún filtro para hablar -
- Lo sabemos - Dijo la muchacha sin mosquearse -
- Me gustan que las cosas salgan como apenas se me ocurren - Dijo mientras miraba la nueva pila de papeles que Kaileena le había puesto sobre la mesa - Putos papeles -
- Karma - Susurró Caleb para después comerse una pila de papeles que Judal le lanzó con ira -
- ¡Caleb! - Kaileena se levantó de la silla que tenía junto a Judal para poder a ver su enamorado enterrado en cientos de papeles -
- Duele - Se quejó Caleb mientras intentaba desenterrarse -
- Concecuencias de las pelotudeces que decís - Murmuró Judal mientras seguía leyendo unos papeles sin siquiera molestarse en ver como estaba Caleb -
- Te quiero - Susurró Lear para después besar con cariño su mejilla -
- Eso se nota - Dijo mientras reía levemente -
- La verdad que no es chistoso - Susurró levemente sonrojado mientras posaba su mirada a un costado -
- Para mi es todavía más especial haber podido llegar a ser algo para vos - Susurró la muchacha mientras rozaba suavemente su mano con la suya -
- ... - Lear no pudo evitar esbosar una pequeña sonrisa - ¿Por qué pensas eso? - Preguntó mientras pasaba suavemente su mano por la mejilla de Nina -
- Porque te ignoraba - Dijo mientras sonreía levemente - Me quedó más que entendido que odias eso -
- Te vas a reír - Comenzó para después rodear a su enamorada en un abrazo - Pero creo que fue por eso que comenzaste a gustarme -
- Contame - Suplicó mientras lo miraba -
- Es vergonzoso Nina - Murmuró Lear mientras intentaba esconder el pequeño sonrojo que había aparecido en sus mejillas -
- Dime Lear - Suplicó mientras le rodeaba el cuello - Te lo suplico - Susurró mientras le dedicaba al pelinegro un puchero -
- Sabes que con con esa cara no te puedo decir no - Dijo mientras pasaba su dedo suavemente por los labios de ella -
- Por eso la pongo - Dijo mientras reía -
- Supongo que fue porque me ignorabas que comenzaste a gustarme - Dijo mientras corría la mirada - Me ponía de la cabeza que no me escucharas -
- ... - La muchacha comenzó a reír levemente -
- ¿Que es lo chistoso? - Preguntó levemente molesto -
- Te quiero - Dijo para después juntar sus labios suavemente con los suyos - Muchicimo - Susurró mientras posaba su cabeza suavemente sobre el pecho de Lear -
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- Seguis siendo malo - Dijo Farah mientras observaba a Shuu dejarse caer en el suelo -
- Vos ganas - Dijo mientras se acostaba - Me cansé de intentar agarrarte -
- Estas grande - Murmuró la muchacha de cabellos castaños a lo que Shuu giró la cabeza para poder ver esos lindos ojos miel -
- ¿Qué estas insinuando? - Preguntó mientras sonreía de lado -
- Nada~ - Respondió mientras se acostaba a su lado -
- Farah -
- ¿Qué? -
- Te agarré - Susurró para que segundos después su brazo la aprisionara contra el césped para que esta no pudiera levantarse -
- Tramposo~ - Susurró mientras sonreía - No estabas intentando agarrarme -
- Sabía que ibas a venir conmigo de todas maneras - Dijo mientras sonreía con los ojos cerrados. Farah apoyó su cabeza suavemente sobre el pecho de Shuu lo que hiso que este posara su mirada en el celeste cielo sonrojado -
- Es verdad~ - Susurró Farah mientras respiraba con tranquilidad - Me iba a venir a acostar con vos de todas maneras -
Podía sentir sus mejillas arder.
Por unos momentos la idea de que Farah pudiera percibir como su corazón bombeaba le asustó por completo. Si él podía escuchar como intentaba escaparse de su pecho entonces ella, que estaba apoyada sobre este, debía poder oirlo con todavía más nitidez. La observó como pudo para después suspirar de tranquilidad. Gracias a Marduk ella estaba dormida por lo que seguramente no lo había escuchado.
Esbosó una pequeña sonrisa para después apoyar suavemente su mano sobre su cabeza.
- Descansa - Le dijo mientras la rodeaba en un cálido abrazo -
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- ¿Que más? - Preguntó con mala cara a lo que la peliroja le entregó una nueva pila de papeles -
- Estos - Dijo mientras sonreía levemente -
- Kaileena - Chilló el pelinegro a lo que Caleb esbosó una pequeña sonrisa -
- ¿Cansado de los papeles? - Preguntó a lo que el nominado posó su mirada cargada de ironía sobre ese muchacho -
- ¿Cansado de ser un pelotudo? - Preguntó mientras terminaba con esa pequeña pila de papeles - Lo mio se puede solucionar pero lamento decir que vos no tenés cura -
- Chistoso - Murmuro Caleb mientras lo miraba con cara de pocos amigos -
- ¿Querés escuchar algo chistoso? - Preguntó Judal mientras juntaba sus manos para después sonreír de lado - Hace unos días la enamorada de un pelotudo de mierda parecido a vos - Dijo mientras miraba a Caleb - Llegó a la casa de la curandera de Babilonia para decirle que estaba embarazada - Dijo a lo que las mejillas de Caleb se pusieron levemente rosadas - ¿Querés saber que hiso? - Preguntó a lo que Caleb lo miró con el ceño fruncido -
- Hijo de puta - Susurró a lo que Judal intentaba aguantar en vano la risa -
- Se desmayó - Dijo para depsués echarse a reir a carcajadas -
- Sorete - Murmuró Caleb avergonzado de si mismo -
- Eso fue hiriente Judal - Murmuró la peliroja mientras negaba levemente -
- Kaileena - Dijo Judal mientras la tomaba suavemente del mentón - Yo no tengo ningún filtro para hablar -
- Lo sabemos - Dijo la muchacha sin mosquearse -
- Me gustan que las cosas salgan como apenas se me ocurren - Dijo mientras miraba la nueva pila de papeles que Kaileena le había puesto sobre la mesa - Putos papeles -
- Karma - Susurró Caleb para después comerse una pila de papeles que Judal le lanzó con ira -
- ¡Caleb! - Kaileena se levantó de la silla que tenía junto a Judal para poder a ver su enamorado enterrado en cientos de papeles -
- Duele - Se quejó Caleb mientras intentaba desenterrarse -
- Concecuencias de las pelotudeces que decís - Murmuró Judal mientras seguía leyendo unos papeles sin siquiera molestarse en ver como estaba Caleb -
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Re: [Roll] The city of Babylonia~
Caleb, junto con ayuda de Kaileena, logró salir de esa pila de papeles que lo habían enterrado, eran muchísimos.
-¿Estás bien?- le preguntó su enamorada preocupada.
-Sí, algo- contestó él, mirando con enojo a Judal.
-Judal, no hagas eso- le reprochó la pelirroja.
-¿Qué? Caleb se lo merece- se defendió el pelinegro, mientras firmaba con rapidez y sin mirar esa pila de papeles-, y que agradezca que estoy siendo bastante condescendiente con él.
El rubio tragó saliva, preocupado. ¿Qué iba a hacerle Judal?
-Aún no me vengué por lo que hiciste- le advirtió el heredero totalmente relajado.
Caleb tragó saliva, sin saber qué carajos se le ocurriría a Judal para vengarse de él, aunque estaba seguro que sería doloroso. Recordó con una mueca todas las veces que el joven lo había molestado y todas se caracterizaban por dos cosas: lo avergonzaban y le dolían. ¿Qué haría ahora que había embarazado a su mejor amiga y prometida? Caleb ni quería imaginárselo.
Antes de que alguien pudiera decir algo, el silencio incómodo se vio interrumpido por el ruido de la puerta al abrirse. Todos miraron a la recién llegada, quién no era ni más ni menos que Adelaida, que, con un sonoro bostezo, entró a la cocina.
-¿Tenés sueño? ¿Pudiste descansar algo?- le preguntó el rey.
-La verdad que no- admitió la muchacha sirviéndose un poco de jugo-. Cuantos papeles…
-Te quedaste pensando en mí, por eso no pudiste dormir- bromeó el pelinegro.
-Idiota- murmuró ella con una sonrisa.
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Observó a la muchacha dormida con total cariño: Era totalmente hermosa. Su pecho subía y bajaba relajado, al ritmo de su respiración profusa y tranquila. Acarició con suavidad su cabellera castaño y se sintió cálido y completo a su lado, como si Farah fuera esa parte que tanto había buscado y le faltaba.
Sonrío irónico, si así fuera, había buscado demasiado y años para nada, porque había resultado ser su mejor amiga de la infancia, aquella persona con la que jugaba a las escondidas de pequeños y le leí cuentos antes de irse a dormir.
Recordó esos momentos tan bellos, donde sólo eran unos infantes, sin preocupaciones más que el no saber a qué jugar al día siguiente y deseó con todas sus fuerzas por volver a vivirlos, apreciar, al menos, una mínima parte de esos momentos tan felices de su infancia.
Farah se movió un poco y el muchacho se la quedó observando expectante, pensando que iba a despertarse. Pasaron unos largos segundos dónde la joven se acomodó un poco más en su pecho y prosiguió durmiendo.
No evitó esbozar una sonrisa por la ternura que la muchacha le inspiraba. Sencillamente era una bella y única joya, un elegante ámbar.
----------------------------------------------
Nina abrazó a Lear con cariño, sintiendo que era una persona única y que, cada vez que lo conocía más, sentía que ese cariño aumentaba aún más. Adoraba esos defectos que tenía, sus celos e inseguridades lo hacían ver absolutamente tierno. Se distraía observando cada movimiento de él, como el tic de morderse el labio o de revolverse los cabellos cuando estaba nervioso, como esa bella sonrisa que tenía y sus sonrojos mientras desviaba la vista cada vez que se decía algo que lo avergonzaba.
Estaban hablando de cualquier trivialidad, en realidad, Lear le contaba y ella sencillamente asentía, mientras se quedaba hipnotizado observando su bella apariencia. Fue un momento, donde, de tanto pensar en cuánto lo quería y lo hermoso que era, su cuerpo la delató y dijo:
-Te amo.
Los ojos escarlatas se abrieron de par en par y se posaron en los de ella. Jamás nadie le había dicho esa palabra peri aún así era tan dulce a la escucha…
-¿Estás bien?- le preguntó su enamorada preocupada.
-Sí, algo- contestó él, mirando con enojo a Judal.
-Judal, no hagas eso- le reprochó la pelirroja.
-¿Qué? Caleb se lo merece- se defendió el pelinegro, mientras firmaba con rapidez y sin mirar esa pila de papeles-, y que agradezca que estoy siendo bastante condescendiente con él.
El rubio tragó saliva, preocupado. ¿Qué iba a hacerle Judal?
-Aún no me vengué por lo que hiciste- le advirtió el heredero totalmente relajado.
Caleb tragó saliva, sin saber qué carajos se le ocurriría a Judal para vengarse de él, aunque estaba seguro que sería doloroso. Recordó con una mueca todas las veces que el joven lo había molestado y todas se caracterizaban por dos cosas: lo avergonzaban y le dolían. ¿Qué haría ahora que había embarazado a su mejor amiga y prometida? Caleb ni quería imaginárselo.
Antes de que alguien pudiera decir algo, el silencio incómodo se vio interrumpido por el ruido de la puerta al abrirse. Todos miraron a la recién llegada, quién no era ni más ni menos que Adelaida, que, con un sonoro bostezo, entró a la cocina.
-¿Tenés sueño? ¿Pudiste descansar algo?- le preguntó el rey.
-La verdad que no- admitió la muchacha sirviéndose un poco de jugo-. Cuantos papeles…
-Te quedaste pensando en mí, por eso no pudiste dormir- bromeó el pelinegro.
-Idiota- murmuró ella con una sonrisa.
------------------------------------------
Observó a la muchacha dormida con total cariño: Era totalmente hermosa. Su pecho subía y bajaba relajado, al ritmo de su respiración profusa y tranquila. Acarició con suavidad su cabellera castaño y se sintió cálido y completo a su lado, como si Farah fuera esa parte que tanto había buscado y le faltaba.
Sonrío irónico, si así fuera, había buscado demasiado y años para nada, porque había resultado ser su mejor amiga de la infancia, aquella persona con la que jugaba a las escondidas de pequeños y le leí cuentos antes de irse a dormir.
Recordó esos momentos tan bellos, donde sólo eran unos infantes, sin preocupaciones más que el no saber a qué jugar al día siguiente y deseó con todas sus fuerzas por volver a vivirlos, apreciar, al menos, una mínima parte de esos momentos tan felices de su infancia.
Farah se movió un poco y el muchacho se la quedó observando expectante, pensando que iba a despertarse. Pasaron unos largos segundos dónde la joven se acomodó un poco más en su pecho y prosiguió durmiendo.
No evitó esbozar una sonrisa por la ternura que la muchacha le inspiraba. Sencillamente era una bella y única joya, un elegante ámbar.
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Nina abrazó a Lear con cariño, sintiendo que era una persona única y que, cada vez que lo conocía más, sentía que ese cariño aumentaba aún más. Adoraba esos defectos que tenía, sus celos e inseguridades lo hacían ver absolutamente tierno. Se distraía observando cada movimiento de él, como el tic de morderse el labio o de revolverse los cabellos cuando estaba nervioso, como esa bella sonrisa que tenía y sus sonrojos mientras desviaba la vista cada vez que se decía algo que lo avergonzaba.
Estaban hablando de cualquier trivialidad, en realidad, Lear le contaba y ella sencillamente asentía, mientras se quedaba hipnotizado observando su bella apariencia. Fue un momento, donde, de tanto pensar en cuánto lo quería y lo hermoso que era, su cuerpo la delató y dijo:
-Te amo.
Los ojos escarlatas se abrieron de par en par y se posaron en los de ella. Jamás nadie le había dicho esa palabra peri aún así era tan dulce a la escucha…
Re: [Roll] The city of Babylonia~
- Terminar con esos papeles me da un momento para mi - Celebró Judal mientras caminaba por los pasillos seguido de sus compañeros -
- ¿Qué vas a hacer ahora? - Preguntó la pelinegra a lo que Judal la observó mientras sonreía de lado -
- Pasear a Andrómeda - Dijo a lo que Caleb miró a Adelaida con evidente preocupación -
- Vamos idiota - Dijo Judal mientras tomaba a Caleb del cuello de la camisa para llevarselo consigo - Vas a ayudarme a pasear a mi yegua -
- ¿¡Qué!? - Preguntó mientras intentaba en vano liberarse de aquello -
--------
- Estas demente - Murmuró Caleb mientras observaba como ese animal le miraba con cara de pocos amigos -
- Andrómeda es un ángel - Contestó Judal mientras pasaba su mano suavemente por la cabeza de la yegua -
- Jamás te ayudaré con eso - Dijo mientras se sentaba en el césped -
- ¿Seguro? - Preguntó Judal mientras tensaba una soga que había agarrado de la silla de montar de Andrómeda -
----------
- ¡Ayudenme! - Suplicó desesperado. Judal lo había amarrado a la silla de montar de Andrómeda -
- ¿¡Que pasa!? - Preguntó Adelaida cuando comenzó a escuchar los gritos de Caleb -
- Por Dios~ ¡Caleb! - Exclamó Kaileena cuando logró ver a su enamorado intentando ser derribado por la yegua de Judal -
- Tranquila - Suplicó el pelinegro mientras probaba su jugo de cereza - Es inteligente por lo que va a sacarse a Caleb de ensima sin matarlo -
- Por Dios~ - La peliroja se acostó en el césped - Me voy a desmayar -
- Tranquila Kaileena - Suplicó ese pelinegro. Segundos después Andrómeda detubo su marcha de golpe haciendo que Caleb saliera volando estampandose de cara en una roca -
- ¡Caleb! - Exclamarón a la vez las muchachas -
- ¡Argh~! - Chilló de dolor mientras se resvalaba lentamente de la roca hasta llegar al suelo -
- ¿Ven~? Si puede chillar como una nena entonces esta respirando - Dijo con tranquilidad. Kaileena se puso rápidamente de pie para ir a ver a su enamorado -
- Dios~ ¿Te duele Caleb? - Preguntó Kaileena mientras posaba suavemente su mano sobre su cabeza -
- Muchísimo - Susurró mientras se miraba las heridas para asegurarse de que no habían comenzado a sangrar nuevamente -
----------
- Tranquilo - Suplicó la peliroja mientras lo ayudaba a recostarse en la cama - Con cuidado -
- Gracias Kaileena - Susurró Caleb mientras le sonreía a la peliroja -
- Espera - Suplicó mientras se paraba - Traeré las medicinas - Susurró. Estaba por irse pero Caleb la tomó de la muñeca obligando a la muchacha a acostarse a su lado -
- Si estas conmigo nada duele Kaileena - Susurró a lo que las mejillas de la peliroja tomaron un lindo color carmín -
- B-Bueno~ Entonces me quedo - Susurró. Ese muchacho esbosó una pequeña sonrisa para después aprisionar el cuerpo de Kaileena contra el suyo para comenzar a besar sus labios con deseo -
- ¡Incendio! - Ese pelinegro había ingresado a donde estaba la pareja para lanzar a Caleb un baldaso de agua helada. Como Kaileena estaba debajo del muchacho de ojos celestes no recibió más que unas pequeñas gotas -
- ¿¡Que mierda hacés!? - Preguntó enojado mientras levantaba la mirada para ver a Judal que simplemente sonreía de lado -
- Sabía que las chicas embarazadas calientan más pero la verdad que lo de Caleb da asco - Murmuró mientras comenzaba a reir -
- Repito~ ¿Que hacés? - Preguntó mientras se levantaba dejando libre a Kaileena -
- Podemos decir que evito que hagas del bebe de Kaileena gemelos - Murmuró mientras sonreía. Ese comentario hiso que Caleb se sonrojara levemente -
- Pero a lo único que llegue es que sos un calentón de mierda - Dijo. La peliroja bajó la mirada evidentemente avergonzada -
-----------
- ¿Qué cagada te mandaste? - Preguntó Adelaida con una ceja arqueada -
- Estaba por acostarse con Kaileena - Dijo con tranquilidad - Supongo que le pinche el globo -
- Pelotudo no estaba por hacer nada - Dijo ese rubio con mala cara. Se había cambiado pero sus cabellos seguían chorreando agua -
- Seguro - Dijo irónico mientras miraba como Kaileena le sonreía a Caleb para que después este juntara suavemente su frente con la suya. Eso no le gustó para nada a Judal que puso su pie en la espalda de Caleb haciendolo caer de cara al suelo - Seguí que un día de estos una de mis jodas te va a matar -
- Que asco - Murmuro Caleb mientras levantaba la cabeza del suelo -
- Seguí besando el suelo - Dijo Judal mientras ponía su pie sobre la cabeza del muchacho haciendo que este se estampara con el suelo nuevamente - Se sabe que el piso adora tus besos - Dijo mientras se reía -
- Caleb - Susurró Kaileena mientras se agachaba a su lado - ¿Estas bien? - Preguntó a lo que Caleb se se sentó con mala cara -
- NO~ - Respondió mientras se sacudía los cabellos - Que asco - Murmuro mientras se tocaba la mejilla para después esbosar una mueca de dolor -
- ¿Me acompañás de la curandera? - Dijo con tranquilidad Kaileena mientras lo ayudaba a ponerse de pie - Tengo que ir -
- S-Si - Susurró Caleb mientras comenzaba a caminar ayudado de Kaileena -
- Idiota~ - Llamó Judal mientras le lanzaba su sandalía a la cabeza -
- ¡Argh~! - Chilló para después girarse a ver a Judal con mala cara -
- Pensaré más cosas - Dijo mientras abrazaba a Adelaida de la cintura - Solo estoy comenzando -
- Mierda - Murmuró Caleb. Kaileena lo agarró de la muñeca para llevarselo consigo. Si Judal seguía haciendole esas bromas pesadas probablemente Caleb se largaría de Babilonia sin pensar -
- ¿Qué vas a hacer ahora? - Preguntó la pelinegra a lo que Judal la observó mientras sonreía de lado -
- Pasear a Andrómeda - Dijo a lo que Caleb miró a Adelaida con evidente preocupación -
- Vamos idiota - Dijo Judal mientras tomaba a Caleb del cuello de la camisa para llevarselo consigo - Vas a ayudarme a pasear a mi yegua -
- ¿¡Qué!? - Preguntó mientras intentaba en vano liberarse de aquello -
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- Estas demente - Murmuró Caleb mientras observaba como ese animal le miraba con cara de pocos amigos -
- Andrómeda es un ángel - Contestó Judal mientras pasaba su mano suavemente por la cabeza de la yegua -
- Jamás te ayudaré con eso - Dijo mientras se sentaba en el césped -
- ¿Seguro? - Preguntó Judal mientras tensaba una soga que había agarrado de la silla de montar de Andrómeda -
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- ¡Ayudenme! - Suplicó desesperado. Judal lo había amarrado a la silla de montar de Andrómeda -
- ¿¡Que pasa!? - Preguntó Adelaida cuando comenzó a escuchar los gritos de Caleb -
- Por Dios~ ¡Caleb! - Exclamó Kaileena cuando logró ver a su enamorado intentando ser derribado por la yegua de Judal -
- Tranquila - Suplicó el pelinegro mientras probaba su jugo de cereza - Es inteligente por lo que va a sacarse a Caleb de ensima sin matarlo -
- Por Dios~ - La peliroja se acostó en el césped - Me voy a desmayar -
- Tranquila Kaileena - Suplicó ese pelinegro. Segundos después Andrómeda detubo su marcha de golpe haciendo que Caleb saliera volando estampandose de cara en una roca -
- ¡Caleb! - Exclamarón a la vez las muchachas -
- ¡Argh~! - Chilló de dolor mientras se resvalaba lentamente de la roca hasta llegar al suelo -
- ¿Ven~? Si puede chillar como una nena entonces esta respirando - Dijo con tranquilidad. Kaileena se puso rápidamente de pie para ir a ver a su enamorado -
- Dios~ ¿Te duele Caleb? - Preguntó Kaileena mientras posaba suavemente su mano sobre su cabeza -
- Muchísimo - Susurró mientras se miraba las heridas para asegurarse de que no habían comenzado a sangrar nuevamente -
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- Tranquilo - Suplicó la peliroja mientras lo ayudaba a recostarse en la cama - Con cuidado -
- Gracias Kaileena - Susurró Caleb mientras le sonreía a la peliroja -
- Espera - Suplicó mientras se paraba - Traeré las medicinas - Susurró. Estaba por irse pero Caleb la tomó de la muñeca obligando a la muchacha a acostarse a su lado -
- Si estas conmigo nada duele Kaileena - Susurró a lo que las mejillas de la peliroja tomaron un lindo color carmín -
- B-Bueno~ Entonces me quedo - Susurró. Ese muchacho esbosó una pequeña sonrisa para después aprisionar el cuerpo de Kaileena contra el suyo para comenzar a besar sus labios con deseo -
- ¡Incendio! - Ese pelinegro había ingresado a donde estaba la pareja para lanzar a Caleb un baldaso de agua helada. Como Kaileena estaba debajo del muchacho de ojos celestes no recibió más que unas pequeñas gotas -
- ¿¡Que mierda hacés!? - Preguntó enojado mientras levantaba la mirada para ver a Judal que simplemente sonreía de lado -
- Sabía que las chicas embarazadas calientan más pero la verdad que lo de Caleb da asco - Murmuró mientras comenzaba a reir -
- Repito~ ¿Que hacés? - Preguntó mientras se levantaba dejando libre a Kaileena -
- Podemos decir que evito que hagas del bebe de Kaileena gemelos - Murmuró mientras sonreía. Ese comentario hiso que Caleb se sonrojara levemente -
- Pero a lo único que llegue es que sos un calentón de mierda - Dijo. La peliroja bajó la mirada evidentemente avergonzada -
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- ¿Qué cagada te mandaste? - Preguntó Adelaida con una ceja arqueada -
- Estaba por acostarse con Kaileena - Dijo con tranquilidad - Supongo que le pinche el globo -
- Pelotudo no estaba por hacer nada - Dijo ese rubio con mala cara. Se había cambiado pero sus cabellos seguían chorreando agua -
- Seguro - Dijo irónico mientras miraba como Kaileena le sonreía a Caleb para que después este juntara suavemente su frente con la suya. Eso no le gustó para nada a Judal que puso su pie en la espalda de Caleb haciendolo caer de cara al suelo - Seguí que un día de estos una de mis jodas te va a matar -
- Que asco - Murmuro Caleb mientras levantaba la cabeza del suelo -
- Seguí besando el suelo - Dijo Judal mientras ponía su pie sobre la cabeza del muchacho haciendo que este se estampara con el suelo nuevamente - Se sabe que el piso adora tus besos - Dijo mientras se reía -
- Caleb - Susurró Kaileena mientras se agachaba a su lado - ¿Estas bien? - Preguntó a lo que Caleb se se sentó con mala cara -
- NO~ - Respondió mientras se sacudía los cabellos - Que asco - Murmuro mientras se tocaba la mejilla para después esbosar una mueca de dolor -
- ¿Me acompañás de la curandera? - Dijo con tranquilidad Kaileena mientras lo ayudaba a ponerse de pie - Tengo que ir -
- S-Si - Susurró Caleb mientras comenzaba a caminar ayudado de Kaileena -
- Idiota~ - Llamó Judal mientras le lanzaba su sandalía a la cabeza -
- ¡Argh~! - Chilló para después girarse a ver a Judal con mala cara -
- Pensaré más cosas - Dijo mientras abrazaba a Adelaida de la cintura - Solo estoy comenzando -
- Mierda - Murmuró Caleb. Kaileena lo agarró de la muñeca para llevarselo consigo. Si Judal seguía haciendole esas bromas pesadas probablemente Caleb se largaría de Babilonia sin pensar -
Tooru- **Full*Contest**
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Re: [Roll] The city of Babylonia~
Estaban en la pequeña casa de la curandera, donde la amable mujer inspeccionaba a Kaileena y su futuro hijo. Caleb estaba sentado en una silla, completamente nervioso viendo aquel estudio. Sentía su corazón bombear con fuerza por la emoción de saber que dentro de esa hermosa mujer había un pequeño ser del cual él era el padre.
¿Cómo sería su hijo? ¿O sería niña? ¿Sería parecida a Kaileena o a él? Caleb deseaba que fuera como ella, tan perfecto y hermoso, idéntico a su madre. Con esa sonrisa y esa mirada única que te transportaba a otro mundo.
-Parece estar todo en orden- dijo ella con una sonrisa dulce-. Ven cariño- le pidió a Caleb, llamándolo con un ademán en la mano desinteresado.
-¿Qué pasó?- preguntó desconcertado.
La curandera tomó la mano del rubio y la colocó sobre el vientre de la joven.
-¿Lo sentís?- preguntó.
Al principio el muchacho no percibía nada y eso le resultaba preocupante. ¿Algo había pasado mal? De repente lo sintió: un leve golpe que apenas se percibía, como si la piel se hubiera contraído y relajado rápidamente. Abrió los ojos de par en par y acercó sus oídos emocionado al vientre de Kaileena, lo podía oír y sentir con claridad. Su hijo se movía, estaba allí, quizás sintiendo esas presencias que no reconocía aún y pateando por ello.
No lo pudo evitar, unas lágrimas inundaron sus ojos y comenzaron a caer por sus mejillas. Jamás creyó que sería padre tan joven y eso le resultaba aún una preocupación porque, en cierto modo, no se creía lo suficientemente maduro para criar a un hijo. Pero, en esos momentos, donde podía escucharlo, sólo deseaba tenerlo ya entre sus brazos y amarlo con todo su ser, al igual que a esa hermosa mujer que era su madre, y cuidarlo y tratar de ser el mejor padre que pudiera tener.
-¿Caleb estás llorando? – preguntó Kaileena asombrada- ¿Qué ocurrió?
-De felicidad- explicó él-. Soy tan feliz de que voy a ser padre…
Kaileena lo miró con extremada ternura, sencillamente Caleb no podía ser tan bueno. Sabía que sería un excelente padre, a pesar de que no estaban ambos en una buena posición para tener un hijo, ya que ella aún era prometida de Judal, verlo tan alegre le inspiraba la fuerza y la emoción que necesitaba para seguir adelante.
-Un padre pelotudo vas a ser- le dijo Judal, sonriendo con soberbia, apoyado en el marco de la puerta.
-No seas forro- le retó su enamorada, golpeándole levemente la cabeza-. Serás un excelente padre Caleb.
-Si ni siquiera se sabe cuidar él sólo el estúpido- prosiguió el rey.
-No lo es, cuando yo me enfermaba de pequeña él me cuidaba- lo defendió la pelinegra.
-Ya dejen de pelearse, el bebé puede oírlos- insistió la curandera, relajada y terminando de escribir unas cosas en sus papeles-. Querida, ¿tiene antojos?
-Emmm…sí- susurró ella algo sonrojada.
-¿Los estás cumpliendo?- preguntó.
-Esto…no, es que considero que a veces son inoportunos y no quiero molestar…-comenzó a decir la muchacha.
-¡Tenés que hacerlos! ¡Si querés comer frutillas por más que no sea temporada deberás hacerlo! Querida, los antojos están por algo, si no los satisfaces, puede que tu lindo bebé salga con manchas- le explicó ella con dulzura-. No veo que tengan problemas para conseguir cualquier cosa, no seas tímida y pídele a este muchachito que te consiga lo que necesites.
-De acuerdo- asintió ella, avergonzada.
-¿Escuchaste querido?- le dijo la curandera a Caleb.
-Sí…- respondió él.
-Espero que te des todos esos gustos que se te ocurran- le dijo la mujer con cariño, pellizcándole con suavidad la mejilla a la pelirroja.
-----------------------------------------------------------------
Ya era de noche, Caleb volvía de haberle comprado a Kaileena unos dulces lujosos cerca del palacio. Estaba dispuesto a satisfacer cualquier antojo que a ella se le ocurriera, no importara cuando.
Tocó la puerta de la habitación de Judal y el pelinegro se la abrió, poniendo mala cara.
-¿Qué querés?
-Vine a dejarle esto a Kaileena- dijo, frunciendo el ceño-. Además voy a quedarme donde esté ella.
El rey miró la caja de dulces rápidamente.
-Se está bañando. ¡Ah! Dijo que quería pastel- comentó con una sonrisa.
-¿Dónde consigo a esta hora?- preguntó Caleb palideciendo. Ya debían ser medianoche.
-En el pueblo está una de las pastelerías favoritas de Kaileena, está abierta hasta tarde- le explicó el rey-. Comprá una tarta de manzanas, tiene antojo de eso.
-El pueblo queda lejísimos de acá- se quejó el rubio-. ¿No podría prepararla en el palacio?
-Dijo específicamente de esa pastelería, la hacen distinto y sabroso- comentó Judal, arqueando una ceja- ¿Vas a ser buen padre o no pendejo?
El muchacho suspiró resignado.
-De acuerdo.
--------------------------------------------------------
-Judal, abrime la puerta…¡Judal! ¡Judal! – exclamó el rubio enojado, golpeando la puerta una y otra vez. Maldijo por lo bajo. El rey no parecía abrirle- ¡JUDAL!- exclamó, golpeando la puerta de una patada.
Finalmente, el rey le abrió y le dirigió una mirada totalmente envenenada.
-¿Qué mierda quéres interrumpiendo pelotudo homosexual?- preguntó enojado.
-¡¿Qué le hacías a Macu?!- exclamó él de repente nervioso.
-Nada que no le haya hecho ya- respondió él con una media sonrisa de superioridad.
-Que mierda le estás haciendo desgraciado…-farfulló Caleb, tratando de entrar. El rey se lo impidió.
-Trajiste la tarta de manzanas- dijo él, tomando el paquete-. Kaileena también quiere bombones de chocolates y champagne.
-¿Champagne? ¡¿Qué clase de antojo es ese?!- exclamó Caleb.
-El antojo de gente rica como nosotros- le contestó el pelinegro con una sonrisa divertida-. Ya vete y consigue eso- finalizó, cerrándole la puerta en la cara, golpeándole la nariz por ello.
El rubio se sobó la nariz adolorido y se fijó en su mano. Mierda. Estaba sangrando.
Caminó a grandes zancadas limpiándose rápidamente la sangre con la manga. Tenía que conseguir esas cosas que quería Kaileena, no importara que fuera tardísimo.
-----------------------------------------------------
-¿Qué le hiciste?- preguntó Adelaida con curiosidad mientras comía uno de los dulces que había comprado Caleb, sentada en la cama del rey.
-Nada, le dije que Kaileena tenía otro antojo- respondió él con sencillez, dejando la tarta de manzanas en una mesa.
-Kaileena está dormida hace horas, sólo quería estos dulces- dijo la pelinegra con un suspiro.
-Bah, que mueva el culo el vago- dijo el muchacho, acercándose a ella y abrazándola.
-Házme el favor y no le insinúes cosas que no son- dijo ella sonrojada-. Escuché lo que le dijiste.
-¿Qué? Dije que no haría nada que no te haya hecho ya- comentó el pelinegro con tono inocente-. Cualquiera sabe que me refiero a esto...- comentó, besándola a los labios durante unos segundos-, si él es un malpensado sexista de mierda no es mi culpa.
-Tarado- murmuró ella con una sonrisa.
-Aún así estás enamorada de mí- dijo él, robándole un beso.
-No es mi culpa que seas demasiado atrayente Judal- comentó la pelinegra, besándolo esta vez ella, mientras el heredero lo abrazaba. Los dulces se cayeron de la cama y se desparramaron del suelo, pero ellos ni siquiera se percataron.
-------------------------------------------------------
-¡Judal! ¡Judal! Mierda- murmuró Caleb. Miró su reloj de bolsillo, eran más de las cuatro y media de la madrugada. Golpeó de nuevo la puerta. Nadie abría –¡Judal! – exclamó de nuevo.
Estuvo así una media hora aproximadamente, preguntándose que mierda pasaba ahí adentro que el rey no lo escuchaba, cuando estaba a punto de derribar la puerta a la fuerza, el pelinegro le abrió con cara de pocos amigos.
-¿Qué mierda querés ahora pelotudo?
-Traje el champagne y los chocolates que quería Kaileena- dijo el rubio.
-Ah, tenía ganas de comer- comentó el heredero, tomando las cosas.
-¿Tenía?- preguntó el rubio, arqueando una ceja.
-Sí, me gusta este champagne y tenía ganas de comer algo dulce, aunque la tarta de manzana estaba deliciosa- dijo el rey con una sonrisa.
-¡Era para Kaileena! – exclamó el muchacho, furioso.
-Habrás escuchado mal Caleb, eran para mí- respondió el muchacho con tono inocente.
-¿Dónde está ella ahora?- dijo el rubio, empujando al Magi y entrando al cuarto que estaba completamente oscuro, iluminado solamente por la luz lunar que se colaba a través de la ventana. Notó a Adelaida durmiendo totalmente relajada en la cama de Judal, con una sonrisa relajada y tomando fuertemente las suaves sábanas de seda como si fuera lo más perfecto que alguna vez hubiera tocado.
-Kaileena está durmiendo en el cuarto de al lado. Nosotros dormíamos acá pero me despertaste. Agradecé que no molestaste a Ali…- le explicó Judal, empujándolo para que abandonara al cuarto.
-¡Desgraciado! ¡Me tuviste de mulo para comprarte y conseguirte todas las pelotudeces que quería!- se quejó el muchacho cuando Judal lo empujó al pasillo.
-Jodete por pelotudo- le dijo él con una sonrisa, cerrando la puerta de un golpe. Caleb escuchó el ruido de la llave al cerrarse.
Lo sabía, Judal no le iba a abrir la puerta.
¿Cómo sería su hijo? ¿O sería niña? ¿Sería parecida a Kaileena o a él? Caleb deseaba que fuera como ella, tan perfecto y hermoso, idéntico a su madre. Con esa sonrisa y esa mirada única que te transportaba a otro mundo.
-Parece estar todo en orden- dijo ella con una sonrisa dulce-. Ven cariño- le pidió a Caleb, llamándolo con un ademán en la mano desinteresado.
-¿Qué pasó?- preguntó desconcertado.
La curandera tomó la mano del rubio y la colocó sobre el vientre de la joven.
-¿Lo sentís?- preguntó.
Al principio el muchacho no percibía nada y eso le resultaba preocupante. ¿Algo había pasado mal? De repente lo sintió: un leve golpe que apenas se percibía, como si la piel se hubiera contraído y relajado rápidamente. Abrió los ojos de par en par y acercó sus oídos emocionado al vientre de Kaileena, lo podía oír y sentir con claridad. Su hijo se movía, estaba allí, quizás sintiendo esas presencias que no reconocía aún y pateando por ello.
No lo pudo evitar, unas lágrimas inundaron sus ojos y comenzaron a caer por sus mejillas. Jamás creyó que sería padre tan joven y eso le resultaba aún una preocupación porque, en cierto modo, no se creía lo suficientemente maduro para criar a un hijo. Pero, en esos momentos, donde podía escucharlo, sólo deseaba tenerlo ya entre sus brazos y amarlo con todo su ser, al igual que a esa hermosa mujer que era su madre, y cuidarlo y tratar de ser el mejor padre que pudiera tener.
-¿Caleb estás llorando? – preguntó Kaileena asombrada- ¿Qué ocurrió?
-De felicidad- explicó él-. Soy tan feliz de que voy a ser padre…
Kaileena lo miró con extremada ternura, sencillamente Caleb no podía ser tan bueno. Sabía que sería un excelente padre, a pesar de que no estaban ambos en una buena posición para tener un hijo, ya que ella aún era prometida de Judal, verlo tan alegre le inspiraba la fuerza y la emoción que necesitaba para seguir adelante.
-Un padre pelotudo vas a ser- le dijo Judal, sonriendo con soberbia, apoyado en el marco de la puerta.
-No seas forro- le retó su enamorada, golpeándole levemente la cabeza-. Serás un excelente padre Caleb.
-Si ni siquiera se sabe cuidar él sólo el estúpido- prosiguió el rey.
-No lo es, cuando yo me enfermaba de pequeña él me cuidaba- lo defendió la pelinegra.
-Ya dejen de pelearse, el bebé puede oírlos- insistió la curandera, relajada y terminando de escribir unas cosas en sus papeles-. Querida, ¿tiene antojos?
-Emmm…sí- susurró ella algo sonrojada.
-¿Los estás cumpliendo?- preguntó.
-Esto…no, es que considero que a veces son inoportunos y no quiero molestar…-comenzó a decir la muchacha.
-¡Tenés que hacerlos! ¡Si querés comer frutillas por más que no sea temporada deberás hacerlo! Querida, los antojos están por algo, si no los satisfaces, puede que tu lindo bebé salga con manchas- le explicó ella con dulzura-. No veo que tengan problemas para conseguir cualquier cosa, no seas tímida y pídele a este muchachito que te consiga lo que necesites.
-De acuerdo- asintió ella, avergonzada.
-¿Escuchaste querido?- le dijo la curandera a Caleb.
-Sí…- respondió él.
-Espero que te des todos esos gustos que se te ocurran- le dijo la mujer con cariño, pellizcándole con suavidad la mejilla a la pelirroja.
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Ya era de noche, Caleb volvía de haberle comprado a Kaileena unos dulces lujosos cerca del palacio. Estaba dispuesto a satisfacer cualquier antojo que a ella se le ocurriera, no importara cuando.
Tocó la puerta de la habitación de Judal y el pelinegro se la abrió, poniendo mala cara.
-¿Qué querés?
-Vine a dejarle esto a Kaileena- dijo, frunciendo el ceño-. Además voy a quedarme donde esté ella.
El rey miró la caja de dulces rápidamente.
-Se está bañando. ¡Ah! Dijo que quería pastel- comentó con una sonrisa.
-¿Dónde consigo a esta hora?- preguntó Caleb palideciendo. Ya debían ser medianoche.
-En el pueblo está una de las pastelerías favoritas de Kaileena, está abierta hasta tarde- le explicó el rey-. Comprá una tarta de manzanas, tiene antojo de eso.
-El pueblo queda lejísimos de acá- se quejó el rubio-. ¿No podría prepararla en el palacio?
-Dijo específicamente de esa pastelería, la hacen distinto y sabroso- comentó Judal, arqueando una ceja- ¿Vas a ser buen padre o no pendejo?
El muchacho suspiró resignado.
-De acuerdo.
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-Judal, abrime la puerta…¡Judal! ¡Judal! – exclamó el rubio enojado, golpeando la puerta una y otra vez. Maldijo por lo bajo. El rey no parecía abrirle- ¡JUDAL!- exclamó, golpeando la puerta de una patada.
Finalmente, el rey le abrió y le dirigió una mirada totalmente envenenada.
-¿Qué mierda quéres interrumpiendo pelotudo homosexual?- preguntó enojado.
-¡¿Qué le hacías a Macu?!- exclamó él de repente nervioso.
-Nada que no le haya hecho ya- respondió él con una media sonrisa de superioridad.
-Que mierda le estás haciendo desgraciado…-farfulló Caleb, tratando de entrar. El rey se lo impidió.
-Trajiste la tarta de manzanas- dijo él, tomando el paquete-. Kaileena también quiere bombones de chocolates y champagne.
-¿Champagne? ¡¿Qué clase de antojo es ese?!- exclamó Caleb.
-El antojo de gente rica como nosotros- le contestó el pelinegro con una sonrisa divertida-. Ya vete y consigue eso- finalizó, cerrándole la puerta en la cara, golpeándole la nariz por ello.
El rubio se sobó la nariz adolorido y se fijó en su mano. Mierda. Estaba sangrando.
Caminó a grandes zancadas limpiándose rápidamente la sangre con la manga. Tenía que conseguir esas cosas que quería Kaileena, no importara que fuera tardísimo.
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-¿Qué le hiciste?- preguntó Adelaida con curiosidad mientras comía uno de los dulces que había comprado Caleb, sentada en la cama del rey.
-Nada, le dije que Kaileena tenía otro antojo- respondió él con sencillez, dejando la tarta de manzanas en una mesa.
-Kaileena está dormida hace horas, sólo quería estos dulces- dijo la pelinegra con un suspiro.
-Bah, que mueva el culo el vago- dijo el muchacho, acercándose a ella y abrazándola.
-Házme el favor y no le insinúes cosas que no son- dijo ella sonrojada-. Escuché lo que le dijiste.
-¿Qué? Dije que no haría nada que no te haya hecho ya- comentó el pelinegro con tono inocente-. Cualquiera sabe que me refiero a esto...- comentó, besándola a los labios durante unos segundos-, si él es un malpensado sexista de mierda no es mi culpa.
-Tarado- murmuró ella con una sonrisa.
-Aún así estás enamorada de mí- dijo él, robándole un beso.
-No es mi culpa que seas demasiado atrayente Judal- comentó la pelinegra, besándolo esta vez ella, mientras el heredero lo abrazaba. Los dulces se cayeron de la cama y se desparramaron del suelo, pero ellos ni siquiera se percataron.
-------------------------------------------------------
-¡Judal! ¡Judal! Mierda- murmuró Caleb. Miró su reloj de bolsillo, eran más de las cuatro y media de la madrugada. Golpeó de nuevo la puerta. Nadie abría –¡Judal! – exclamó de nuevo.
Estuvo así una media hora aproximadamente, preguntándose que mierda pasaba ahí adentro que el rey no lo escuchaba, cuando estaba a punto de derribar la puerta a la fuerza, el pelinegro le abrió con cara de pocos amigos.
-¿Qué mierda querés ahora pelotudo?
-Traje el champagne y los chocolates que quería Kaileena- dijo el rubio.
-Ah, tenía ganas de comer- comentó el heredero, tomando las cosas.
-¿Tenía?- preguntó el rubio, arqueando una ceja.
-Sí, me gusta este champagne y tenía ganas de comer algo dulce, aunque la tarta de manzana estaba deliciosa- dijo el rey con una sonrisa.
-¡Era para Kaileena! – exclamó el muchacho, furioso.
-Habrás escuchado mal Caleb, eran para mí- respondió el muchacho con tono inocente.
-¿Dónde está ella ahora?- dijo el rubio, empujando al Magi y entrando al cuarto que estaba completamente oscuro, iluminado solamente por la luz lunar que se colaba a través de la ventana. Notó a Adelaida durmiendo totalmente relajada en la cama de Judal, con una sonrisa relajada y tomando fuertemente las suaves sábanas de seda como si fuera lo más perfecto que alguna vez hubiera tocado.
-Kaileena está durmiendo en el cuarto de al lado. Nosotros dormíamos acá pero me despertaste. Agradecé que no molestaste a Ali…- le explicó Judal, empujándolo para que abandonara al cuarto.
-¡Desgraciado! ¡Me tuviste de mulo para comprarte y conseguirte todas las pelotudeces que quería!- se quejó el muchacho cuando Judal lo empujó al pasillo.
-Jodete por pelotudo- le dijo él con una sonrisa, cerrando la puerta de un golpe. Caleb escuchó el ruido de la llave al cerrarse.
Lo sabía, Judal no le iba a abrir la puerta.
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