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[Roll]A Puppet world
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Re: [Roll]A Puppet world
La cena fue lo mejor que habían tenido en mucho tiempo. Quizá no era un cinco estrellas en la época a la que estaban acostumbrados, pero era un cinco estrellas en esas deplorables condiciones en las que andaban.
En medio de la cena recordaron los boletos para el circo. Esto abrió la posibilidad de que se tratase de una trampa, en la cual a pesar de lo riesgoso se vieron en la necesidad de caer.
Al terminar, agradecieron a Alex por la comida, y luego recogieron sus cosas y se pusieron en camino al lugar especificado en el boleto.
A pie habría sido un calvario, pues se encontraba al otro lado de la ciudad, pero con el carruaje y el otro caballo todo se arreglaba.
La carpa del circo destacaba entre todo ese vacío que había a sus espaldas, pues a penas y un granero podía ser visto a unos cuantos kilómetros de ahí. Como dando a entender que la ciudad continuaba hacia allá, o era el inicio de una nueva, y esa la oscura frontera.
El la entrada se veía un gran letrero en un idioma desconocido, pero que era fácil de traducir a "bienvenidos". Y los colores a pesar de ser llamativos y cálidos, tenían ese tono opaco de la suciedad y los años de desgaste no le hacían ver de lo más amigable. Pero entre todo eso, las luces amarillentas por el querosín, que lo rodeaban daba la suficiente luminosidad como para que nadie se tropezase con alguna roca, o cayese en algún hoyo por accidente; lo mejor para los padres con niños traviesos que corrían frente ellos gritando emocionados por el lugar, mientras dejaban sus globos viajar con el viento. Todo aquello parecía una novedad para todas las personas, como si nunca antes hubiese llegado algo como eso a esa ciudad, y se notaba en la curiosidad de la mirada de los mayores desde jóvenes hasta ancianos.
El bufón que les había dado las entradas iba de un lado a otro recibiendo a grandes y pequeños con alegría y diversión. Y cuando los vio a ellos no se molestó nisiquiera en pedirles las entradas para dejarlos entrar y darles asientos especiales, cerca de todo. Dentro no se podían jactar de mucha luz, pero al menos era la suficiente para distinguir los asientos largos de madera.
No tardaron en tomar asiento, y tuvieron que esperar un rato mientras más gente llegaba y se llenaba todo.
Conversaron entre ellos mientras tanto, si realmente había sido una buena idea ir ahí, o si estaban preparados realmente para enfrentarse a algo como lo era el titiritero.
Y aunque estuvieron a punto de levantarse para buscar su objetivo, todo se volvió oscuridad. Sorprendiéndolos, no solo a ellos, sino también a toda la audiencia, pues más de una exclamación de susto y angustia se pudo escuchar.
Pero segundos pasaron y las luces en el escenario central aparecieron sin un tipo de combustible conocido o que se pudiese siquiera apreciar por los ojos.
A eso, los niños pudieron bautizar como: "Magia" Algo que a veces leían en cierto tipos de libros un poco más divertidos que los que mandaban a leer sus tutores.
La Magia del circo había comenzado.
Lo dejo ahí, si para cuando tenga tiempo no hay conti le sigo xDD
En medio de la cena recordaron los boletos para el circo. Esto abrió la posibilidad de que se tratase de una trampa, en la cual a pesar de lo riesgoso se vieron en la necesidad de caer.
Al terminar, agradecieron a Alex por la comida, y luego recogieron sus cosas y se pusieron en camino al lugar especificado en el boleto.
A pie habría sido un calvario, pues se encontraba al otro lado de la ciudad, pero con el carruaje y el otro caballo todo se arreglaba.
La carpa del circo destacaba entre todo ese vacío que había a sus espaldas, pues a penas y un granero podía ser visto a unos cuantos kilómetros de ahí. Como dando a entender que la ciudad continuaba hacia allá, o era el inicio de una nueva, y esa la oscura frontera.
El la entrada se veía un gran letrero en un idioma desconocido, pero que era fácil de traducir a "bienvenidos". Y los colores a pesar de ser llamativos y cálidos, tenían ese tono opaco de la suciedad y los años de desgaste no le hacían ver de lo más amigable. Pero entre todo eso, las luces amarillentas por el querosín, que lo rodeaban daba la suficiente luminosidad como para que nadie se tropezase con alguna roca, o cayese en algún hoyo por accidente; lo mejor para los padres con niños traviesos que corrían frente ellos gritando emocionados por el lugar, mientras dejaban sus globos viajar con el viento. Todo aquello parecía una novedad para todas las personas, como si nunca antes hubiese llegado algo como eso a esa ciudad, y se notaba en la curiosidad de la mirada de los mayores desde jóvenes hasta ancianos.
El bufón que les había dado las entradas iba de un lado a otro recibiendo a grandes y pequeños con alegría y diversión. Y cuando los vio a ellos no se molestó nisiquiera en pedirles las entradas para dejarlos entrar y darles asientos especiales, cerca de todo. Dentro no se podían jactar de mucha luz, pero al menos era la suficiente para distinguir los asientos largos de madera.
No tardaron en tomar asiento, y tuvieron que esperar un rato mientras más gente llegaba y se llenaba todo.
Conversaron entre ellos mientras tanto, si realmente había sido una buena idea ir ahí, o si estaban preparados realmente para enfrentarse a algo como lo era el titiritero.
Y aunque estuvieron a punto de levantarse para buscar su objetivo, todo se volvió oscuridad. Sorprendiéndolos, no solo a ellos, sino también a toda la audiencia, pues más de una exclamación de susto y angustia se pudo escuchar.
Pero segundos pasaron y las luces en el escenario central aparecieron sin un tipo de combustible conocido o que se pudiese siquiera apreciar por los ojos.
A eso, los niños pudieron bautizar como: "Magia" Algo que a veces leían en cierto tipos de libros un poco más divertidos que los que mandaban a leer sus tutores.
La Magia del circo había comenzado.
Lo dejo ahí, si para cuando tenga tiempo no hay conti le sigo xDD
Shiba- .::♡.Moder*Contest.♡::.
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Re: [Roll]A Puppet world
De momento el espectáculo avanzaba sin problemas, quizás un poco triste comparado con su tiempo, sin luces láseres que parpadeantes, sin música dramática, sin comentarista y sobretodo sin humo misterioso.
Dudó por varios segundos que hacer, tanteando planes armándolos y deshaciendolos conforme veía lo absurdo que eran. Así que simplemente hizo lo que mejor le pareció: tomar la mano de Ángel. No es que le avergonzase pero al último segundo se retractó y esquivó la mirada pasmada de la pelirroja.
Aunque no la mirase, estaba de seguro de que clavaba su mirada en él y se esforzó en hacerse el distraído o como quien tiene alzheimer. Ya tenía sus años y aun así parecía un tortolito de dieciseis años adolescente. Y todo eso mientras mantenía su rostro insondable, "atento" por si sucediera algo.
- Te pasas. - Dijo acercándose a él para no tener que elevar la voz y para no interrumpir la función.
- ¿Hm? - Angel se libró de sus zarpas y con ambas manos en sus mejillas, lo obligó a que la mirase sí o sí.
- Creí que habíamos solucionado el problema. -
- Es que... -
Es que estaba demasiado cerca. Apenas podía mantener contacto visual y sus ojos se delataban saltando a sus rostro, a su cabello, a sus labios... Tuvo que invocar recuerdos de entramiento de cadete para traer algo de voluntad.
- Déjame, estoy cansado. -
- Siempre estás cansado. -
- Uh... Al menos déjame libre... - Angel le soltó y volvió a sentarse bien en su lugar.
- Y eso que tu empezaste. - Angel no pudo evitar sonreír, era hasta fácil molestarlo y verlo entre una mezcla de pensativo y en pánico. Al final cedió y volvió a tomarlo de la mano, incluso hasta se atrevió a posar su cabeza en su hombro. - Es tu castigo, sé mi almohada. -
- Soy todo hueso. -
- Aun así, no mas duro que la silla de roble. -
- Pero no es de... -
- Volviste a hablar, ya perdiste puntos. - Suspiró incorporandose.
La función era tan triste que hasta los chistes malos del payaso eran mas insoportables que olerle los pies a un muerto por no decir que sus boberías eran hasta un talento innato de subnormalidad. A pesar de todo, el público parecía disfrutar entre carcajadas.
Después le siguió el cantar de un juglar, dedicado su vida a pasar de generación en generación las grandes historias de héroes y leyendas pero todo eso no tenía comparación con la sorpresa del final.
Nya- **Alma*Contest**
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Re: [Roll]A Puppet world
https://www.youtube.com/watch?v=dUNOfNad59Q
Porque con musiquita todo es más bonito (?
La música comenzó a sonar, no era la elegancia ni conjunción a la que los cuatro jóvenes viajeros estaban acostumbrados, era más bien un sonido pausado, y demasiado marcado. Prolongando los sonidos de viento, y dejando a la resonación de los de percusión. Dejando el tétrico escenario y su rededor en tan silencio, que podría estarse tratando de un funeral, uno en el que el despedirse era más divertido.
Claro que a falta de un ampliador de sonido, debían de ser más forzados a que el sonido inundase toda la carpa, pudiendo dejar aturdido a más de uno que se encontrase en la primer fila. Pero al ser instrumentos tan poco profesionales, aunque lograsen el encerramiento, lograban no ensordecer.
Una persona con hilos negros en sus dedos fue avistada en una parte del escenario. Tenía una ropa parecida a la de un bufón colores amarillos, y azules, como si hubiesen cortado cuadros de tela, y los hayan unido después, y un gigantesco sombrero amplio azul en el que una pluma blanca relucía como mayor atractivo.
- Buenas noches. - Saludó con una reverencia, su voz siseante, aguda y llena de misterio se abría paso entre los oídos de todos los espectadores. - En esta ocasión, me complace presentar, la lírica, de una pequeña historia actual. No sobre dragones, ni hadas, como es la costumbre... - La música se detuvo un momento. - Sino sobre unos viajeros de tierras lejanas, que buscan sus sueños.. De manera inútil. - El silencio reinó un momentos, los cuatro jóvenes aun sin necesidad de quitar la mirada de él, podían saber que todos estaban igual de confundidos. - A…- La música comenzó entonces y el presentador comenzó lo que parecía un cántico, a ritmo de los instrumentos, un poco triste, aunque su voz lo denotaba más animado, y brillante. - lo lejos de estas tierras, nacen niños, nacen fieras ¿Qué pasó con estos entes? Que a penas los resuelven. Van viajando, grupo de cuatro. El flojo, la uva, el hamster y el pozo. - A la mención de cada uno desde el público se podía ver cómo cuatro personalidades salían dependiendo de su definición, dejando a la vista que de hecho eran controlados por hilos, pero cuatro personas que estaban en el público podían reconocerlos, eran las misma personas con las que se habían topado en error. Y hacían o se movían según el hombre movía las manos y la acción que recitaba. - Todos de la mano como buenos ¿Hermanos? Ja - JA.
Si bien comenzaron a mirarse entre ellos, entendieron quién los había llevado ahí, y que la persona que ahora estaba enfrente de ellos era el titiritero por el que buscaban.
- Que mal, ¿No es así? La muerte los trajo, y la muerte les aguarda, y aun así portan ilusión desesperada. Está bien, esta es una oportunidad, pero busquemos más que solo felicidad. Decimos que juntos, y unidos todo es posible, pero seamos sinceros, este mundo no es tan intrigante, vidas van y vidas vienen ¿Por qué no deshacerse de la más insignificante? Pensarlo siquiera no es una opción, es amistad y que hay de mejor. El amor por supuesto, siempre es mal aliado, mientras unos coquetean otros lo aceptan, y se esfuerzan soportando. Juguemos un momento, la diversión de lo complejo, decisiones que se hicieron y abusaron de ellos. Su amistad, sí ¿Y la familia? ¿No era lo primero? No nos apuremos, esto recién empieza, las salidas con reencuentros son las más sinceras. No se trata de verdad, sino de intromisión. ¿Cuánto dejaron ver? ¿Cuánto mantuvieron al revés? ¿Por qué no buscar la respuesta en el circo por Dios? Pero para qué buscar a un Dios todopoderoso, cuando tienen a un titiritero más glamouroso.
Las luces se perdieron y así mismo el escenario y sus actores. Las demás marionetas, se habían vuelto eso. Simples marionetas. No importaba dónde mirasen, hilos por aquí, hilos por allá. Ellos también podían sentir cómo esos hilos los envolvían. La magia de un titiritero era más que solo llevar marionetas a una obra, era hacerte una marioneta y atraparte en la misma.
Intentando zafarse fueron levantados en el aire por los hilos, yendo de un lado a otro, como una danza del aire, sin luz, y con olor a polvo.
- Se les dio el tiempo de decidir, y nunca lo hicieron. - La voz resonaba,en el lugar y en sus oídos, como el eco vacío del valle. - ¿Así que por qué no lo hago por ustedes? ¿Un deseo? Ustedes no lo necesitan. Si no pueden contra esto, menos contra el verdadero.
Y esas palabras la hicieron revivir algunas veces la escena que vivió en el lago anteriormente. En ese momento lo entendía. Eso no era el titiritero, pero tampoco era una marioneta normal.
- ¿Qué eres? - Preguntó de repente. Sabía que había tenido una charla con esa persona antes. Y luego se sintió empujada, aquellos hilos la habían llevado hasta quedar en frente de esa persona. Y aunque quisiese moverse no podía, le era lo suficientemente difícil ya con uno atravesándole el cuello.
- Oh, pequeña niña... - Levantó la cabeza hacia ella, y pudo entonces reconocer que se trataba sin duda de una mujer. Cabellos castaños y hermosos ojos almendra. Levantó su mentón, ante esa atención al suelo de la pelirroja. - Tu no te preocupes, en un momento, alguno será historia, o puede que más... Y entonces el viaje continuará. - Los ojos de Angel se abrieron en espanto ¿De qué hablaba?
Entonces un empuje hizo caer a la mujer. Había sido Alex que había conseguido mecerse lo suficiente para alcanzarla. Pero ellos continuaban flotando como si no fuese en realidad la persona que movía los hilos.
- Alguien ya cantó sentencia. - Con molestia se volvió a levantar. Y quedó mirando a Alex, los hilos comenzaron a apretar más al joven, el que se aguantaba el dolor de aquello, y no se lo creía pero había comenzado a sangrar. Eso iba a dejar marca; si es que no lo desaparecía ahí mismo, pues hasta en su cuello sentía apretar, y tuvo que llevar sus manos para aflojar como podía.
Hunter; aprovechando la distracción y que los había dejado de mover de un lado a otro, desenvainó su espada, necesitando elevar el cuerpo hasta sus brazos. Y entonces con un par de movimientos aunque no eran los más delicados pudo cortarlos a pesar de sentir un poco de presión en ello.
Si iba uno por uno, lo más seguro es que se diese cuenta, por lo que una vez en el suelo, no se lo pensó dos veces y atravesó el pecho de aquella marioneta desde la espalda. Ya le había dicho que eso no servía contra las marionetas, pero mientras pudiese ganar un poco de tiempo, estarían bien.
Su sorpresa, además de que pudo liberar a sus amigos, y de que Alex tosía en el piso al sentirse asfixiado. Fue el cuerpo que aun de pie, giró su cabeza hacia él con una sonrisa tan retorcida como la del bufón que les había entregado las entradas. El espanto fue tal, que quitó su espada de inmediato. Y en lugar de guardarla salió corriendo hacia Alex y ayudó a levantar. Así mismo Angel y Eli; solo pensaron en que debían de salir de aquel lugar a como diese lugar. Esa carpa, era un lugar peligroso si se mantenían dentro. No importaba qué, los hilos los alcanzarían.
Tomaron sus caballos y se apresuraron lejos de la ciudad. Debían encontrar donde esconderse, topándose con lo que era un granero abandonado. Dónde pudieron dejar a los caballos y la carroza fuera de la vista de aquella cosa. Y solo unos agujeros iluminaban el interior con el resplandor de la luna y las estrellas.
- Hunter... - Eli lo llamó. Él la miró aun con una mirada de preocupación. Ya habían visto muchas cosas en ese mundo, pero aquella imagen era algo que no se podría quitar de su cabeza con facilidad. - Tu espada... - Le dijo al señalarla. Todos entonces voltearon al objeto. No era normal. Pues tenía sangre en esta.
- ¿Cómo es posible? - No sabía si era mejor limpiarla o dejarla así. Pero mientras decidía todos se acomodaron sobre un poco de paja seca, y mirándose pensativos.
- ¿Viste alguna marca? - Preguntó Alex. Angel negó, y se sintió impotente. - ¿Ustedes? - Miró a Eli y Hunter quienes también negaron.
- Era diferente... - Se explicó. - No había el vacío y mecanismo que había en las otras.
- No tiene sentido alguno... - Alex miró su ropa, algunas partes ya rotas por los hilos filosos.
- Era como si pensara por sí misma. - Dijo Eli los demás estuvieron de acuerdo.
- Parecía humano. - Hunter volvió a mirar su espada ¿Qué había hecho? Sabía que no lo mató porque no era posible en ese mundo pero la sensación se mantenía de alguna manera.
- Podemos usar eso. De esa manera se le hará difícil encontrarnos. O eso creo. - dijo Alex acomodándose después de un largo suspiro. Definitivamente aquello dejaría marca, y debería buscarse un cambio de ropa.
Se levantó sin avisar y se fue hasta el carruaje, los únicos con comida buffet eran los caballos. Una vez dentro empezó a buscar en los cofres.
- ¿Te ayudo? - Angelique también había subido, Eli le dijo que seguramente estaría buscando con qué curarse las heridas. Alex solo la miró un momento, estaba tan oscuro, que no la distinguía bien en realidad. Y por casualidad o no, pudo encontrar algo que no buscaba pero que ayudaba. una lámpara de queroseno.
- Solo está muy oscuro. - Dijo Y la sacó, prendió la mecha con ayuda de aquel metal que hacía de encendedor, y entonces ya la veía. Demasiado cerca para lo que estaba antes.
- Ya. - Ella se ayudó con la luz, y sabiendo ya dónde estaban las cosas se acercó a una bolsa, en donde aunque no fuese el de su tiempo, seguía siendo alcohol, y del mismo pudo sacar retazos de tela.
- No es necesario... - Dijo al quitarle importancia. Ella dejó todo en el piso del carruaje, y se acercó un poco solo para tocar su muñeca, pero terminó tocando el suelo.
- Oye... - Le reclamó. Él se encogió de hombros.
- Te dije que no es necesario. - Ella volvió a intentarlo y él a esquivarlo, y así en una pequeña batalla que cansaba más a la pelirroja que al mismo herido. Hasta que se cansó, infló las mejillas y le dio la espalda cruzándose de brazos. - No es para que te enojes... - No recibió respuesta. - Oye... - Topó su hombro y ella tomó su mano logrando su cometido. El sonido de dolor que salió de él fue levemente opacado ya que apretó los dientes. - Arde. - Le reclamó. Ella entonces le volvió a dar la cara.
- Se puede infectar.
- Me tocaste con las manos sucias, cómo no. - Y entonces solo recibió otra mirada con desprecio. Y una vez más rozó la herida. Y él quejándose, al final prefirió no decirle nada. Ella había empezado a curarlo como si no hubiese pasado ya suficiente vergüenza. Había bajado la guardia. Y eso no era algo que alguien con su entrenamiento tuviese permitido hacer, y aun así solo la quedó mirando en silencio y con algunos quejambres mientras ella lo curaba y de vez en cuando se reía de sus caras.
De aquí no me ven hasta el próximo año, bay bay (?
Porque con musiquita todo es más bonito (?
La música comenzó a sonar, no era la elegancia ni conjunción a la que los cuatro jóvenes viajeros estaban acostumbrados, era más bien un sonido pausado, y demasiado marcado. Prolongando los sonidos de viento, y dejando a la resonación de los de percusión. Dejando el tétrico escenario y su rededor en tan silencio, que podría estarse tratando de un funeral, uno en el que el despedirse era más divertido.
Claro que a falta de un ampliador de sonido, debían de ser más forzados a que el sonido inundase toda la carpa, pudiendo dejar aturdido a más de uno que se encontrase en la primer fila. Pero al ser instrumentos tan poco profesionales, aunque lograsen el encerramiento, lograban no ensordecer.
Una persona con hilos negros en sus dedos fue avistada en una parte del escenario. Tenía una ropa parecida a la de un bufón colores amarillos, y azules, como si hubiesen cortado cuadros de tela, y los hayan unido después, y un gigantesco sombrero amplio azul en el que una pluma blanca relucía como mayor atractivo.
- Buenas noches. - Saludó con una reverencia, su voz siseante, aguda y llena de misterio se abría paso entre los oídos de todos los espectadores. - En esta ocasión, me complace presentar, la lírica, de una pequeña historia actual. No sobre dragones, ni hadas, como es la costumbre... - La música se detuvo un momento. - Sino sobre unos viajeros de tierras lejanas, que buscan sus sueños.. De manera inútil. - El silencio reinó un momentos, los cuatro jóvenes aun sin necesidad de quitar la mirada de él, podían saber que todos estaban igual de confundidos. - A…- La música comenzó entonces y el presentador comenzó lo que parecía un cántico, a ritmo de los instrumentos, un poco triste, aunque su voz lo denotaba más animado, y brillante. - lo lejos de estas tierras, nacen niños, nacen fieras ¿Qué pasó con estos entes? Que a penas los resuelven. Van viajando, grupo de cuatro. El flojo, la uva, el hamster y el pozo. - A la mención de cada uno desde el público se podía ver cómo cuatro personalidades salían dependiendo de su definición, dejando a la vista que de hecho eran controlados por hilos, pero cuatro personas que estaban en el público podían reconocerlos, eran las misma personas con las que se habían topado en error. Y hacían o se movían según el hombre movía las manos y la acción que recitaba. - Todos de la mano como buenos ¿Hermanos? Ja - JA.
Si bien comenzaron a mirarse entre ellos, entendieron quién los había llevado ahí, y que la persona que ahora estaba enfrente de ellos era el titiritero por el que buscaban.
- Que mal, ¿No es así? La muerte los trajo, y la muerte les aguarda, y aun así portan ilusión desesperada. Está bien, esta es una oportunidad, pero busquemos más que solo felicidad. Decimos que juntos, y unidos todo es posible, pero seamos sinceros, este mundo no es tan intrigante, vidas van y vidas vienen ¿Por qué no deshacerse de la más insignificante? Pensarlo siquiera no es una opción, es amistad y que hay de mejor. El amor por supuesto, siempre es mal aliado, mientras unos coquetean otros lo aceptan, y se esfuerzan soportando. Juguemos un momento, la diversión de lo complejo, decisiones que se hicieron y abusaron de ellos. Su amistad, sí ¿Y la familia? ¿No era lo primero? No nos apuremos, esto recién empieza, las salidas con reencuentros son las más sinceras. No se trata de verdad, sino de intromisión. ¿Cuánto dejaron ver? ¿Cuánto mantuvieron al revés? ¿Por qué no buscar la respuesta en el circo por Dios? Pero para qué buscar a un Dios todopoderoso, cuando tienen a un titiritero más glamouroso.
Las luces se perdieron y así mismo el escenario y sus actores. Las demás marionetas, se habían vuelto eso. Simples marionetas. No importaba dónde mirasen, hilos por aquí, hilos por allá. Ellos también podían sentir cómo esos hilos los envolvían. La magia de un titiritero era más que solo llevar marionetas a una obra, era hacerte una marioneta y atraparte en la misma.
Intentando zafarse fueron levantados en el aire por los hilos, yendo de un lado a otro, como una danza del aire, sin luz, y con olor a polvo.
- Se les dio el tiempo de decidir, y nunca lo hicieron. - La voz resonaba,en el lugar y en sus oídos, como el eco vacío del valle. - ¿Así que por qué no lo hago por ustedes? ¿Un deseo? Ustedes no lo necesitan. Si no pueden contra esto, menos contra el verdadero.
Y esas palabras la hicieron revivir algunas veces la escena que vivió en el lago anteriormente. En ese momento lo entendía. Eso no era el titiritero, pero tampoco era una marioneta normal.
- ¿Qué eres? - Preguntó de repente. Sabía que había tenido una charla con esa persona antes. Y luego se sintió empujada, aquellos hilos la habían llevado hasta quedar en frente de esa persona. Y aunque quisiese moverse no podía, le era lo suficientemente difícil ya con uno atravesándole el cuello.
- Oh, pequeña niña... - Levantó la cabeza hacia ella, y pudo entonces reconocer que se trataba sin duda de una mujer. Cabellos castaños y hermosos ojos almendra. Levantó su mentón, ante esa atención al suelo de la pelirroja. - Tu no te preocupes, en un momento, alguno será historia, o puede que más... Y entonces el viaje continuará. - Los ojos de Angel se abrieron en espanto ¿De qué hablaba?
Entonces un empuje hizo caer a la mujer. Había sido Alex que había conseguido mecerse lo suficiente para alcanzarla. Pero ellos continuaban flotando como si no fuese en realidad la persona que movía los hilos.
- Alguien ya cantó sentencia. - Con molestia se volvió a levantar. Y quedó mirando a Alex, los hilos comenzaron a apretar más al joven, el que se aguantaba el dolor de aquello, y no se lo creía pero había comenzado a sangrar. Eso iba a dejar marca; si es que no lo desaparecía ahí mismo, pues hasta en su cuello sentía apretar, y tuvo que llevar sus manos para aflojar como podía.
Hunter; aprovechando la distracción y que los había dejado de mover de un lado a otro, desenvainó su espada, necesitando elevar el cuerpo hasta sus brazos. Y entonces con un par de movimientos aunque no eran los más delicados pudo cortarlos a pesar de sentir un poco de presión en ello.
Si iba uno por uno, lo más seguro es que se diese cuenta, por lo que una vez en el suelo, no se lo pensó dos veces y atravesó el pecho de aquella marioneta desde la espalda. Ya le había dicho que eso no servía contra las marionetas, pero mientras pudiese ganar un poco de tiempo, estarían bien.
Su sorpresa, además de que pudo liberar a sus amigos, y de que Alex tosía en el piso al sentirse asfixiado. Fue el cuerpo que aun de pie, giró su cabeza hacia él con una sonrisa tan retorcida como la del bufón que les había entregado las entradas. El espanto fue tal, que quitó su espada de inmediato. Y en lugar de guardarla salió corriendo hacia Alex y ayudó a levantar. Así mismo Angel y Eli; solo pensaron en que debían de salir de aquel lugar a como diese lugar. Esa carpa, era un lugar peligroso si se mantenían dentro. No importaba qué, los hilos los alcanzarían.
Tomaron sus caballos y se apresuraron lejos de la ciudad. Debían encontrar donde esconderse, topándose con lo que era un granero abandonado. Dónde pudieron dejar a los caballos y la carroza fuera de la vista de aquella cosa. Y solo unos agujeros iluminaban el interior con el resplandor de la luna y las estrellas.
- Hunter... - Eli lo llamó. Él la miró aun con una mirada de preocupación. Ya habían visto muchas cosas en ese mundo, pero aquella imagen era algo que no se podría quitar de su cabeza con facilidad. - Tu espada... - Le dijo al señalarla. Todos entonces voltearon al objeto. No era normal. Pues tenía sangre en esta.
- ¿Cómo es posible? - No sabía si era mejor limpiarla o dejarla así. Pero mientras decidía todos se acomodaron sobre un poco de paja seca, y mirándose pensativos.
- ¿Viste alguna marca? - Preguntó Alex. Angel negó, y se sintió impotente. - ¿Ustedes? - Miró a Eli y Hunter quienes también negaron.
- Era diferente... - Se explicó. - No había el vacío y mecanismo que había en las otras.
- No tiene sentido alguno... - Alex miró su ropa, algunas partes ya rotas por los hilos filosos.
- Era como si pensara por sí misma. - Dijo Eli los demás estuvieron de acuerdo.
- Parecía humano. - Hunter volvió a mirar su espada ¿Qué había hecho? Sabía que no lo mató porque no era posible en ese mundo pero la sensación se mantenía de alguna manera.
- Podemos usar eso. De esa manera se le hará difícil encontrarnos. O eso creo. - dijo Alex acomodándose después de un largo suspiro. Definitivamente aquello dejaría marca, y debería buscarse un cambio de ropa.
Se levantó sin avisar y se fue hasta el carruaje, los únicos con comida buffet eran los caballos. Una vez dentro empezó a buscar en los cofres.
- ¿Te ayudo? - Angelique también había subido, Eli le dijo que seguramente estaría buscando con qué curarse las heridas. Alex solo la miró un momento, estaba tan oscuro, que no la distinguía bien en realidad. Y por casualidad o no, pudo encontrar algo que no buscaba pero que ayudaba. una lámpara de queroseno.
- Solo está muy oscuro. - Dijo Y la sacó, prendió la mecha con ayuda de aquel metal que hacía de encendedor, y entonces ya la veía. Demasiado cerca para lo que estaba antes.
- Ya. - Ella se ayudó con la luz, y sabiendo ya dónde estaban las cosas se acercó a una bolsa, en donde aunque no fuese el de su tiempo, seguía siendo alcohol, y del mismo pudo sacar retazos de tela.
- No es necesario... - Dijo al quitarle importancia. Ella dejó todo en el piso del carruaje, y se acercó un poco solo para tocar su muñeca, pero terminó tocando el suelo.
- Oye... - Le reclamó. Él se encogió de hombros.
- Te dije que no es necesario. - Ella volvió a intentarlo y él a esquivarlo, y así en una pequeña batalla que cansaba más a la pelirroja que al mismo herido. Hasta que se cansó, infló las mejillas y le dio la espalda cruzándose de brazos. - No es para que te enojes... - No recibió respuesta. - Oye... - Topó su hombro y ella tomó su mano logrando su cometido. El sonido de dolor que salió de él fue levemente opacado ya que apretó los dientes. - Arde. - Le reclamó. Ella entonces le volvió a dar la cara.
- Se puede infectar.
- Me tocaste con las manos sucias, cómo no. - Y entonces solo recibió otra mirada con desprecio. Y una vez más rozó la herida. Y él quejándose, al final prefirió no decirle nada. Ella había empezado a curarlo como si no hubiese pasado ya suficiente vergüenza. Había bajado la guardia. Y eso no era algo que alguien con su entrenamiento tuviese permitido hacer, y aun así solo la quedó mirando en silencio y con algunos quejambres mientras ella lo curaba y de vez en cuando se reía de sus caras.
De aquí no me ven hasta el próximo año, bay bay (?
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Re: [Roll]A Puppet world
-¡Hey!- un grito en el viento.
-¡Hey!- un grito a lo lejos. El sonido de las hojas balanceándose de un lado a otro. Los rayos del sol pintando luces en sus párpados a través de las copas de los árboles. Sentía la humedad del césped a través de su ropa. El olor a pino y el cantar de los pájaros. Se sentía en el mismo paraíso. ¿Pero quién venía a interrumpir?
-¡Despierta holgazán!- su voz no sonaba disgustada, sonaba casi risueña. Abrió los ojos lentamente y observó a su compañera frente a él con una bolsa de lona. Se despertó y tomó asiento sobre el césped mientras se acomodaba las gafas. Ella se aproximó a él.
-Ha pasado un tiempo –Ella asintió, sacó una manzana de la bolsa y se la arrojó a él. La atrapó en el acto y le dedicó una mirada sentida.
-Promesa es promesa – sonrió ella, sentándose a su lado. Una brisa pasó alborotando un poco sus cabellos rebeldes. –Y unos días no es mucho tiempo.
-Lo sé. ¿Qué tal les ha ido?
-Sin novedades. No pudimos encontrar más información.
-Ya veo, entonces ¿fue viaje en vano?
-No lo diría así. Nos dijeron que en el este hay una ciudad llamada Algade, en dónde han ocurrido sucesos similares. Pero no sé si valga la pena ir hasta allá – El viento volvió a soltar una brisa sobre ellos y Eli aprovechó para respirar.
---------
Habían pasado más de cuatro meses, según lo que ellos podían contar. Luego del enfrentamiento con aquella marioneta titiritera, todo se había complicado. Esa misma noche, un grupo de marionetas con hordas de fuego atacaron el granero en dónde se habían ocultado. Los tomaron por sorpresa pero lograron huir llevándose algunas cosas necesarias. Eli y Cris, les habían comentado que durante el tiempo que estuvieron separados, habían escuchado hablar sobre una ciudad: Aarun. Dicen que se encontraba sobre una colina elevada y rodeada por un bosque de frondosos árboles, protegida por una cadena de montañas que se extendían por el norte, este y oeste. Contaba la leyenda que en esa ciudad solo reinaba la paz, jamás hubo ningún accidente o algún delito. Era tan perfecta, que el dios del universo no podía controlarlos o castigarlos, pues ellos jamás habían pecado y no le debían obediencia. Eran mitos, pero era su única esperanza. Anduvieron por casi siete días hasta que por fin lo encontraron. Una bella ciudad, que parecía brillar. Los pobladores eran amables y nobles, y los aceptaron con gusto. Les ofrecieron alojamiento y comida, y ellos a cambio se ofrecieron a ayudar a las actividades del pueblo. Ayudar con los niños del orfanato, que luego de una peste, quedaron solos y bajo la tutela del cura y la hermana de la iglesia. O talar árboles o ayudar en plantaciones. Los trabajos eran variados pero ninguno se quejó. Poco a poco, fueron adaptándose a ese pueblo y ya empezaba a ser parte de ellos, y eso los alertó. Hablaron entre los cuatro y decidieron que era hora de empezar a buscar información sobre el titiritero y sobre esas marionetas humanas, así que decidieron turnarse. Se unieron a algunas misiones junto a caballeros del orden, de aquella ciudad, y los acompañaban en viajes hacia otras ciudades. Ellos viajaban en pares y se ausentaban por días, al volver repartían información y planificaban. Era el tercer viaje para Eli y Hunter. Durante su exploración, encontraron más ciudades y pequeños pueblos, pero nada relevante.
----------
-¿Dónde está él?
-En la iglesia con Ángel.
-Pues supongo que debemos de ir.
-Sí – Alex se colocó de pie. Pero Eli se quedó pensativa.
-¿Sucedió algo durante el viaje?
-Nada de otro mundo. Los estragos siguen…
------
Después de dejar el granero, en el tercer día del viaje hacia Aarun, una marioneta disfrazada de pordiosero los atacó. Pronto se transformó de una silueta humana a un ciempiés, con cuchillas en vez de patas y múltiples ojos, pero mantenía el rostro del pordiosero en medio del rostro, sonriente y tenebroso. A primera vista, no se podía ver la marca y fue una batalla audaz y difícil. Se encontraban cerca de un valle, por lo que era difícil escapar.
-¡Hunter, ataca!- gritó Eli, pero él no parecía moverse. Estaba cara a cara con ese rostro y en su mente volvió la imagen de la titiritera y la sangre en su espada. Le tomó un segundo recobrarse, pero para ese momento, Alex y Eli ya habían entrado. Alex lo distrajo y Eli sacó a Hunter de allí. Finalmente, Angel logró captar la marca en su espalda y con un movimiento rápido, lograron derrotarlo.
-Lo siento…- había dicho el rubio. Pero en sus ojos se notaba la verdad. Aquella última batalla con la titiritera del circo, los había dejado mal. A todos.
-----
-Pero ¿sabes? Ya recuperó su sonrisa –dijo satisfecha la peli morada.
-Eso es algo bueno, supongo.
-Sí, lo es- sonrió ella. Y ambos compañeros caminaron hacia la ciudad.
-------------------------------------------------------------------------------------
Bueno, lo siento... pero literalmente iba a pasar un año entero sin continuación y no podía dejar morir así a este roll Ojalá lo siga alguien!
Les dejo la canción inspiradora: https://www.youtube.com/watch?v=G_BrbhRrP6g
Nota: Los nombres del pueblo y la descripción de la ciudad, fue sacada del anime SAO, porque no tengo creatividad a esta hora de la madrugada.
Gracias.
-¡Hey!- un grito a lo lejos. El sonido de las hojas balanceándose de un lado a otro. Los rayos del sol pintando luces en sus párpados a través de las copas de los árboles. Sentía la humedad del césped a través de su ropa. El olor a pino y el cantar de los pájaros. Se sentía en el mismo paraíso. ¿Pero quién venía a interrumpir?
-¡Despierta holgazán!- su voz no sonaba disgustada, sonaba casi risueña. Abrió los ojos lentamente y observó a su compañera frente a él con una bolsa de lona. Se despertó y tomó asiento sobre el césped mientras se acomodaba las gafas. Ella se aproximó a él.
-Ha pasado un tiempo –Ella asintió, sacó una manzana de la bolsa y se la arrojó a él. La atrapó en el acto y le dedicó una mirada sentida.
-Promesa es promesa – sonrió ella, sentándose a su lado. Una brisa pasó alborotando un poco sus cabellos rebeldes. –Y unos días no es mucho tiempo.
-Lo sé. ¿Qué tal les ha ido?
-Sin novedades. No pudimos encontrar más información.
-Ya veo, entonces ¿fue viaje en vano?
-No lo diría así. Nos dijeron que en el este hay una ciudad llamada Algade, en dónde han ocurrido sucesos similares. Pero no sé si valga la pena ir hasta allá – El viento volvió a soltar una brisa sobre ellos y Eli aprovechó para respirar.
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Habían pasado más de cuatro meses, según lo que ellos podían contar. Luego del enfrentamiento con aquella marioneta titiritera, todo se había complicado. Esa misma noche, un grupo de marionetas con hordas de fuego atacaron el granero en dónde se habían ocultado. Los tomaron por sorpresa pero lograron huir llevándose algunas cosas necesarias. Eli y Cris, les habían comentado que durante el tiempo que estuvieron separados, habían escuchado hablar sobre una ciudad: Aarun. Dicen que se encontraba sobre una colina elevada y rodeada por un bosque de frondosos árboles, protegida por una cadena de montañas que se extendían por el norte, este y oeste. Contaba la leyenda que en esa ciudad solo reinaba la paz, jamás hubo ningún accidente o algún delito. Era tan perfecta, que el dios del universo no podía controlarlos o castigarlos, pues ellos jamás habían pecado y no le debían obediencia. Eran mitos, pero era su única esperanza. Anduvieron por casi siete días hasta que por fin lo encontraron. Una bella ciudad, que parecía brillar. Los pobladores eran amables y nobles, y los aceptaron con gusto. Les ofrecieron alojamiento y comida, y ellos a cambio se ofrecieron a ayudar a las actividades del pueblo. Ayudar con los niños del orfanato, que luego de una peste, quedaron solos y bajo la tutela del cura y la hermana de la iglesia. O talar árboles o ayudar en plantaciones. Los trabajos eran variados pero ninguno se quejó. Poco a poco, fueron adaptándose a ese pueblo y ya empezaba a ser parte de ellos, y eso los alertó. Hablaron entre los cuatro y decidieron que era hora de empezar a buscar información sobre el titiritero y sobre esas marionetas humanas, así que decidieron turnarse. Se unieron a algunas misiones junto a caballeros del orden, de aquella ciudad, y los acompañaban en viajes hacia otras ciudades. Ellos viajaban en pares y se ausentaban por días, al volver repartían información y planificaban. Era el tercer viaje para Eli y Hunter. Durante su exploración, encontraron más ciudades y pequeños pueblos, pero nada relevante.
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-¿Dónde está él?
-En la iglesia con Ángel.
-Pues supongo que debemos de ir.
-Sí – Alex se colocó de pie. Pero Eli se quedó pensativa.
-¿Sucedió algo durante el viaje?
-Nada de otro mundo. Los estragos siguen…
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Después de dejar el granero, en el tercer día del viaje hacia Aarun, una marioneta disfrazada de pordiosero los atacó. Pronto se transformó de una silueta humana a un ciempiés, con cuchillas en vez de patas y múltiples ojos, pero mantenía el rostro del pordiosero en medio del rostro, sonriente y tenebroso. A primera vista, no se podía ver la marca y fue una batalla audaz y difícil. Se encontraban cerca de un valle, por lo que era difícil escapar.
-¡Hunter, ataca!- gritó Eli, pero él no parecía moverse. Estaba cara a cara con ese rostro y en su mente volvió la imagen de la titiritera y la sangre en su espada. Le tomó un segundo recobrarse, pero para ese momento, Alex y Eli ya habían entrado. Alex lo distrajo y Eli sacó a Hunter de allí. Finalmente, Angel logró captar la marca en su espalda y con un movimiento rápido, lograron derrotarlo.
-Lo siento…- había dicho el rubio. Pero en sus ojos se notaba la verdad. Aquella última batalla con la titiritera del circo, los había dejado mal. A todos.
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-Pero ¿sabes? Ya recuperó su sonrisa –dijo satisfecha la peli morada.
-Eso es algo bueno, supongo.
-Sí, lo es- sonrió ella. Y ambos compañeros caminaron hacia la ciudad.
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Bueno, lo siento... pero literalmente iba a pasar un año entero sin continuación y no podía dejar morir así a este roll Ojalá lo siga alguien!
Les dejo la canción inspiradora: https://www.youtube.com/watch?v=G_BrbhRrP6g
Nota: Los nombres del pueblo y la descripción de la ciudad, fue sacada del anime SAO, porque no tengo creatividad a esta hora de la madrugada.
Gracias.
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Edad : 29
Cumpleaños!! : 30/05/1995
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Re: [Roll]A Puppet world
Caminaban al son del eco provocado en el gran espacio de esa iglesia vacía, todo estaba tallado en piedra, hasta sus paredes, a excepción de las diferentes luces de colores que resplandecían en las ventanas cada que el sol filtraba por las mismas, como en ese mismo momento, El suelo y muchos asientos se dibujaban en un pequeño espectáculo de distintivos, vívidos y movibles colores.
- No importa cuántas veces recorra este lugar, se me hace inmenso. - Hunter tenía sus manos detrás de su cabeza mientras observaba descuidadamente el rededor, si tuviese que decirlo se llevaba muy seguramente mitad del terreno del pueblo, sin contar los hogares más alejados de esa pequeña villa y el resto de la ciudad.
- A mí tenebroso. - Aceptó la joven de cabellos rojos abrazándose a sí misma, no solo porque desde que despertó había hecho un frío del infierno, lo cual justificaba el uso del manto que cargaba hasta sobre la cabeza ocultando casi hasta su sombra, y es que aun así, se vio obligada a volver a utilizar un vestido de la época, realmente no combinaba con ella, o eso así lo sentía, se sentía muy pueblerina, y después de una vida de tantos lujos, antes de su muerte, sentirse así no era una opción, que si bien la vestimenta no hace a la persona, la comodidad era importante. Para su suerte había encontrado unas calzas por lo que no tuvo reparo en ponérselas evitando así que se filtrase el frío por el halda del vestido. - Esta vez han tardado más, ¿Que han visto esta vez? - Cambió de tema, no era como que quisiese explicar lo tétrico que se le hacía ese elemento estructural. Su vida había sido tan apartada de cosas como esa, que pensar en ese momento que de hecho existían le hacían dar repelús. Además, ella no salía de la ciudad, era una pérdida de tiempo llevarla si de todas maneras iban a regresar, hasta los guardias y el mismo padre de esa ciudad la clasificaron de inútil para las misiones que debían llevar a cabo, y es que lo era. Por tanto, su única utilidad era ayudar a los enfermos, dando una que otra idea innovadora por su poca experiencia. Mas, nunca la dejaron sola, en todos los turnos siempre uno de los demás se quedaba con ella por cualquier imprevisto.
- ¿En serio? - Preguntó el chico pensativo, luego sonrió radiante. - El reino al otro lado de las montañas vecinas. -
Explicó. - Es mucho más grande que este lugar, y un poco raro, he de añadir.
- ¿En qué sentido? - Preguntó curiosa. Aun no tenían tanta confianza, al menos no de parte de Angelique, pero, poco a poco habían comenzado a comunicarse mejor.
- La gente se ve mucho más sucia allá que aquí en primer lugar. - Angel hizo una expresión de incomprensión mezclada con asco. - Supongo será culpa de su gobernador. - Se encogió de hombros. - Cuando las personas tienen poder poco les importa que ocurra con los demás, existen muy pocas excepciones. - Y un gran resoplido salió de los labios de Angel. - ¿No lo ves de ese modo? - Preguntó con una sonrisa, le había dado gracia aquel sonido, nunca esperó escucharla hacer algo así.
- No. - Negó con un movimiento de la cabeza, poco notable gracias a la capa. Hunter le preguntó con una seña el porqué, Angelique aunque tardó comprendió. - No me parece que existan excepciones. - Sabía que aquella había sido la frase menos optimista del chico, y aun así, ella lo transformó en algo mucho menos optimista. Y es que alguien tan pesimista como ella, era muy capaz. El rubio al tener los ojos rojos en él, no evitó reírse. Ella estaba esperando a que al menos no se quedase callado, pues sentía que había matado la conversación y aquello la hizo ruborizar de vergüenza al sentir que dijo algo mal.
- Vamos no puede ser así siempre. - Dijo animado, ella desvió la mirada y se encogió de hombros.
- Puede. - Dijo simplemente y se quedó pasmada una vez llegaron a un lado del altar, ahí se alzaba un enorme órgano empotrado a la pared; era doble teclado y los tubos que se alzaban sobre éste en diferentes alturas, y posiciones resaltaban una impresionante imponencia.
- ¿Te llama la atención? - La pregunta hizo sobresaltar a la muchacha, algo que se notó al leve levantamiento de su capa. - Disculpa. - Ella negó regresando su cabeza.
- Está bien. - Hizo un movimiento con la mano de que no pasaba nada. - Un poco. - Contestó. - De pequeña mi hermano me enseñó, por lo que más que nada me trae recuerdos. - Confesó sin problemas. Pero, aquello la hizo sonreír levemente.
- ¿En una iglesia? - Aquella duda hizo reír levemente a la menor. Y para sorpresa de Hunter, ella asintió. - Vaya...
- Mi papá y mi hermano son personas un tanto especiales... - Se explicó. - A pesar de las cosas que han hecho, estas cosas... - No sabía bien cómo nombrarlo. Hunter quedó con duda sobre lo que habrían hecho los familiares de Angel, los originales. - Dios y esas cosas, son creyentes de eso... - Hizo una pequeña mueca. - Antes... Yo realmente... No creía... Y aun se me hace difícil asimilarlo. - Él la miró con una sonrisa comprensiva y apoyó una mano en su hombro como apoyo.
- Aunque no creas, también tengo problemas asimilando todo esto. - Aceptó, aquello había aliviado a la muchacha quien simplemente sonrió, continuaron una pequeña charla acerca de qué más cosas habían visto en la última misión mientras continuaron caminando, así mismo la iglesia de a poco fue recibiendo personas, algunos llegaban a orar y otros solo a dejar su aporte a aquella casa divina.
Angel y Hunter hicieron una reverencia (Por respeto a las personas y no buscar problemas al ser calificados como herejes); y Alex con Eli se acercaban a su encuentro, justo giraron y los vieron por lo que no tardaron en dar un saludo a la lejanía con la mano, Angel con un suave movimiento de muñeca, mientras que Hunter levantó todo el brazo y sonrió tan animosa y brillantemente como siempre.
- Pronto va a comenzar la misa. - Hizo acuerdo Hunter, señalando hacia la iglesia ahora detrás de ellos.
- No quiero ir otra vez. - Se quejó Alex, con Angel habían ido en cuanto levantaron, y no le hacía gracia escuchar lo mismo otra vez. Para su suerte no era una obligación ir a todas las del mismo día, solo los más fanáticos y/u ociosos hacían algo como eso.
- Ustedes se han salvado, pero nosotros no... - Eli suspiró divertida y luego miró a Hunter.
- ¿Nos harán ir tres veces, una por cada día? - Preguntó en modo de broma, recordaron que las veces pasadas mínimo tuvieron que ir dos veces al menos en un día. Lo que nunca fue el caso de Angel, por lo que no entendía realmente por lo que pasaban y solo ladeó la cabeza.
Antes que nada, decidieron pasar por un poco de comida al mercado, y conversar entre los cuatro, y como era desde que llegaron a ese lugar todo pasó de manera amena y agradable.
De tal manera que sin problema se confundían como simples habitantes del lugar. Al ratito Eli y Hunter los tuvieron que dejar, para ir a escuchar los sermones del Padre Richard para ese día, los que más que ser culpabilidades eran consejos que salían como buen discurso aprendido, a veces movía las cosas del lugar y a veces quedaba igual, dependía de la hora y cuánto hubiese practicado, mas, normalmente era una plática perfecta que removía la mente de los escuchantes y hacía que pidiesen perdón con sinceridad.
- ¿Vamos a seguir aquí? - Preguntó Angel. Se había quedado junto a Alex sentados en una pequeña canoa, a un lado del lugar donde se hospedaban, pertenecía a un señor de avanzada edad que a veces como distracción la utilizaba para ir a pescar al río que se formaba a pie de la montaña cercana, les permitía de vez en cuando usarla de asiento en las noches frescas para que se relajasen, gracias a que muchas veces lo ayudaron a llevarla hasta el río y regresarla en una pieza.
- ¿Qué quieres que te diga? - La miró, parecía que cada vez se encogía más entre esa manta y la misma ropa.
- Que ya nos vamos... - Dijo y después respiró hondo. - No me malentiendas. - Dijo antes de que Alex siquiera abriese la boca. - Simplemente... No le veo la necesidad a seguir aquí.
- ¿Te los recuerda mucho?
- ¿Mh?
- A ellos, este lugar.
- Un poco... Aunque sé que no solo me pasa a mí. - Lo miró, sabía que la estaba mirando y realmente no le importó en ese momento. Se miraba tan cansado como siempre. - ¿Has pensado en ponerte lentes de contacto alguna vez? - aquella pregunta salió de la nada o al menos eso le decía el rostro de Alex.
- No, y te recuerdo que aquí no existen, nisiquiera existen buenas graduaciones. - Angel sonrió. - ¿Qué es tan divertido?
- Nada, simplemente pensé en si te verías más o menos muerto con ellos.
- Te tengo noticias... Estamos muertos.
- Lo sé. - No dejó de sonreír, aunque aquello aun ocasionaba que en su pecho se formase una masa que quemaba como si fuese ácido dentro de ella. – Por eso te digo que creo que es mejor que nos vayamos.
- Es… Peligroso todavía.
- Algo así me contó Hunter. – Recostó la cabeza al hombro del mayor e infló las mejillas en descontento. – Pero ya me sé defender un poco. – Se excusó.
- Deja de creer que el mundo gira alrededor tuyo. – Le dio un suave zape que la obligó a cerrar los ojos con fuerza. Desde que llegaron ahí y cada que tenían tiempo, Alex se encargó de enseñarle un poco de defensa personal, pero la chica era lenta, y no solo para aprender, se notaba que en su vida había hecho, aunque sea, ejercicio fuera de lo que eran las actividades de las que hayan sido sus escuelas. La única razón por la que se mantenía tan delgada era muy seguramente su metabolismo. Esa mujer era terriblemente inútil en un combate fuerza, quizá en uno de palabras y acertijos se le hiciese más fácil las cosas, pero en ese mundo no era el caso.
- No creo eso. – Frunció el ceño, no era como si pudiese notar el rostro de estreñida que puso, pero creía que estaba exagerando. – Solo no quiero ser una carga.
- ¿Podrías dejar de creer eso? – Se llevó una mano al puente de la nariz, desacomodándose de tal modo que Angel tuvo que sentarse bien y dejar el hombro del joven. Ya sabía ella que lo había vuelto a hacer enojar, por lo que solo miró al suelo y apretó los labios. No eran nervios, simplemente era algo de expectación, algo que siempre se arruinaba, cada que regresaba a ver el rostro del chico, por lo que después de dos segundos de no escuchar nada, solo rodó los ojos y lo miró para explicarle.
- No es que lo crea, simplemente es que… si no es siempre, es la mayoría de los casos… - Y se fijó en que esta vez, si estaba enojado, hasta podría decir sin ningún orgullo que aquello a esa hora y con la poca luz, la asustó. – Lo siento. – Se apresuró a decir moviendo las manos rápido, cosa que aprovechó Alex, para tomar una de sus manos para que dejase de hacer ese movimiento más que nada, podría marear si continuaba por más rato.
- Ya hemos hablado de esto. – Suspiró cansado.
- Lo sé…
- Angelique. – Aquel tono de autoridad la hizo sentir en el ejército y prestar atención, y después sintió como sus mejillas eran maltratadas por las manos de Alex, y eso quedaría doliendo, lo sabía. – Eres parte de nosotros, aunque nos ruegues una estupidez, no haremos caso.
- Efo ef poque fon unof brts.
- Y tú no eres nuestra jefa. – Y la soltó. Ella se sobó las mejillas sabiendo que nunca más se atrevería a traer aquello a tema.
- A veces eres insoportable.
- Lo sé. –
Pasaron unos minutos y Eli y Hunter salieron al fin de la iglesia, hasta se estiraron de todo el rato que estuvieron sentados, al llegar al lugar de hospedaje esperaron por la llegada de los otros dos jóvenes los habían visto conversando en la pequeña canoa, pero la realidad es que después de verlos llegar no tardaron en ir con ellos, además andaban con unos platos, lo cuales fueron obsequios de la una señora, persona a la que ayudaron con tala de árboles, y normalmente una vez a la semana les mandaba la cena, no importaba con cuál de los cuatro de encontrase.
Luego de reposar, y hacer una larga sobremesa, los primeros en irse a dormir fueron Eli y Hunter, habían tenido tres largos días, aunque los otros dos no tardaron en seguirlos.
Lo único que seguía en el aire, y que nadie sabía nada y por lo cual no había preguntado nada, era sobre aquella titiritera del circo.
- No importa cuántas veces recorra este lugar, se me hace inmenso. - Hunter tenía sus manos detrás de su cabeza mientras observaba descuidadamente el rededor, si tuviese que decirlo se llevaba muy seguramente mitad del terreno del pueblo, sin contar los hogares más alejados de esa pequeña villa y el resto de la ciudad.
- A mí tenebroso. - Aceptó la joven de cabellos rojos abrazándose a sí misma, no solo porque desde que despertó había hecho un frío del infierno, lo cual justificaba el uso del manto que cargaba hasta sobre la cabeza ocultando casi hasta su sombra, y es que aun así, se vio obligada a volver a utilizar un vestido de la época, realmente no combinaba con ella, o eso así lo sentía, se sentía muy pueblerina, y después de una vida de tantos lujos, antes de su muerte, sentirse así no era una opción, que si bien la vestimenta no hace a la persona, la comodidad era importante. Para su suerte había encontrado unas calzas por lo que no tuvo reparo en ponérselas evitando así que se filtrase el frío por el halda del vestido. - Esta vez han tardado más, ¿Que han visto esta vez? - Cambió de tema, no era como que quisiese explicar lo tétrico que se le hacía ese elemento estructural. Su vida había sido tan apartada de cosas como esa, que pensar en ese momento que de hecho existían le hacían dar repelús. Además, ella no salía de la ciudad, era una pérdida de tiempo llevarla si de todas maneras iban a regresar, hasta los guardias y el mismo padre de esa ciudad la clasificaron de inútil para las misiones que debían llevar a cabo, y es que lo era. Por tanto, su única utilidad era ayudar a los enfermos, dando una que otra idea innovadora por su poca experiencia. Mas, nunca la dejaron sola, en todos los turnos siempre uno de los demás se quedaba con ella por cualquier imprevisto.
- ¿En serio? - Preguntó el chico pensativo, luego sonrió radiante. - El reino al otro lado de las montañas vecinas. -
Explicó. - Es mucho más grande que este lugar, y un poco raro, he de añadir.
- ¿En qué sentido? - Preguntó curiosa. Aun no tenían tanta confianza, al menos no de parte de Angelique, pero, poco a poco habían comenzado a comunicarse mejor.
- La gente se ve mucho más sucia allá que aquí en primer lugar. - Angel hizo una expresión de incomprensión mezclada con asco. - Supongo será culpa de su gobernador. - Se encogió de hombros. - Cuando las personas tienen poder poco les importa que ocurra con los demás, existen muy pocas excepciones. - Y un gran resoplido salió de los labios de Angel. - ¿No lo ves de ese modo? - Preguntó con una sonrisa, le había dado gracia aquel sonido, nunca esperó escucharla hacer algo así.
- No. - Negó con un movimiento de la cabeza, poco notable gracias a la capa. Hunter le preguntó con una seña el porqué, Angelique aunque tardó comprendió. - No me parece que existan excepciones. - Sabía que aquella había sido la frase menos optimista del chico, y aun así, ella lo transformó en algo mucho menos optimista. Y es que alguien tan pesimista como ella, era muy capaz. El rubio al tener los ojos rojos en él, no evitó reírse. Ella estaba esperando a que al menos no se quedase callado, pues sentía que había matado la conversación y aquello la hizo ruborizar de vergüenza al sentir que dijo algo mal.
- Vamos no puede ser así siempre. - Dijo animado, ella desvió la mirada y se encogió de hombros.
- Puede. - Dijo simplemente y se quedó pasmada una vez llegaron a un lado del altar, ahí se alzaba un enorme órgano empotrado a la pared; era doble teclado y los tubos que se alzaban sobre éste en diferentes alturas, y posiciones resaltaban una impresionante imponencia.
- ¿Te llama la atención? - La pregunta hizo sobresaltar a la muchacha, algo que se notó al leve levantamiento de su capa. - Disculpa. - Ella negó regresando su cabeza.
- Está bien. - Hizo un movimiento con la mano de que no pasaba nada. - Un poco. - Contestó. - De pequeña mi hermano me enseñó, por lo que más que nada me trae recuerdos. - Confesó sin problemas. Pero, aquello la hizo sonreír levemente.
- ¿En una iglesia? - Aquella duda hizo reír levemente a la menor. Y para sorpresa de Hunter, ella asintió. - Vaya...
- Mi papá y mi hermano son personas un tanto especiales... - Se explicó. - A pesar de las cosas que han hecho, estas cosas... - No sabía bien cómo nombrarlo. Hunter quedó con duda sobre lo que habrían hecho los familiares de Angel, los originales. - Dios y esas cosas, son creyentes de eso... - Hizo una pequeña mueca. - Antes... Yo realmente... No creía... Y aun se me hace difícil asimilarlo. - Él la miró con una sonrisa comprensiva y apoyó una mano en su hombro como apoyo.
- Aunque no creas, también tengo problemas asimilando todo esto. - Aceptó, aquello había aliviado a la muchacha quien simplemente sonrió, continuaron una pequeña charla acerca de qué más cosas habían visto en la última misión mientras continuaron caminando, así mismo la iglesia de a poco fue recibiendo personas, algunos llegaban a orar y otros solo a dejar su aporte a aquella casa divina.
Angel y Hunter hicieron una reverencia (Por respeto a las personas y no buscar problemas al ser calificados como herejes); y Alex con Eli se acercaban a su encuentro, justo giraron y los vieron por lo que no tardaron en dar un saludo a la lejanía con la mano, Angel con un suave movimiento de muñeca, mientras que Hunter levantó todo el brazo y sonrió tan animosa y brillantemente como siempre.
- Pronto va a comenzar la misa. - Hizo acuerdo Hunter, señalando hacia la iglesia ahora detrás de ellos.
- No quiero ir otra vez. - Se quejó Alex, con Angel habían ido en cuanto levantaron, y no le hacía gracia escuchar lo mismo otra vez. Para su suerte no era una obligación ir a todas las del mismo día, solo los más fanáticos y/u ociosos hacían algo como eso.
- Ustedes se han salvado, pero nosotros no... - Eli suspiró divertida y luego miró a Hunter.
- ¿Nos harán ir tres veces, una por cada día? - Preguntó en modo de broma, recordaron que las veces pasadas mínimo tuvieron que ir dos veces al menos en un día. Lo que nunca fue el caso de Angel, por lo que no entendía realmente por lo que pasaban y solo ladeó la cabeza.
Antes que nada, decidieron pasar por un poco de comida al mercado, y conversar entre los cuatro, y como era desde que llegaron a ese lugar todo pasó de manera amena y agradable.
De tal manera que sin problema se confundían como simples habitantes del lugar. Al ratito Eli y Hunter los tuvieron que dejar, para ir a escuchar los sermones del Padre Richard para ese día, los que más que ser culpabilidades eran consejos que salían como buen discurso aprendido, a veces movía las cosas del lugar y a veces quedaba igual, dependía de la hora y cuánto hubiese practicado, mas, normalmente era una plática perfecta que removía la mente de los escuchantes y hacía que pidiesen perdón con sinceridad.
- ¿Vamos a seguir aquí? - Preguntó Angel. Se había quedado junto a Alex sentados en una pequeña canoa, a un lado del lugar donde se hospedaban, pertenecía a un señor de avanzada edad que a veces como distracción la utilizaba para ir a pescar al río que se formaba a pie de la montaña cercana, les permitía de vez en cuando usarla de asiento en las noches frescas para que se relajasen, gracias a que muchas veces lo ayudaron a llevarla hasta el río y regresarla en una pieza.
- ¿Qué quieres que te diga? - La miró, parecía que cada vez se encogía más entre esa manta y la misma ropa.
- Que ya nos vamos... - Dijo y después respiró hondo. - No me malentiendas. - Dijo antes de que Alex siquiera abriese la boca. - Simplemente... No le veo la necesidad a seguir aquí.
- ¿Te los recuerda mucho?
- ¿Mh?
- A ellos, este lugar.
- Un poco... Aunque sé que no solo me pasa a mí. - Lo miró, sabía que la estaba mirando y realmente no le importó en ese momento. Se miraba tan cansado como siempre. - ¿Has pensado en ponerte lentes de contacto alguna vez? - aquella pregunta salió de la nada o al menos eso le decía el rostro de Alex.
- No, y te recuerdo que aquí no existen, nisiquiera existen buenas graduaciones. - Angel sonrió. - ¿Qué es tan divertido?
- Nada, simplemente pensé en si te verías más o menos muerto con ellos.
- Te tengo noticias... Estamos muertos.
- Lo sé. - No dejó de sonreír, aunque aquello aun ocasionaba que en su pecho se formase una masa que quemaba como si fuese ácido dentro de ella. – Por eso te digo que creo que es mejor que nos vayamos.
- Es… Peligroso todavía.
- Algo así me contó Hunter. – Recostó la cabeza al hombro del mayor e infló las mejillas en descontento. – Pero ya me sé defender un poco. – Se excusó.
- Deja de creer que el mundo gira alrededor tuyo. – Le dio un suave zape que la obligó a cerrar los ojos con fuerza. Desde que llegaron ahí y cada que tenían tiempo, Alex se encargó de enseñarle un poco de defensa personal, pero la chica era lenta, y no solo para aprender, se notaba que en su vida había hecho, aunque sea, ejercicio fuera de lo que eran las actividades de las que hayan sido sus escuelas. La única razón por la que se mantenía tan delgada era muy seguramente su metabolismo. Esa mujer era terriblemente inútil en un combate fuerza, quizá en uno de palabras y acertijos se le hiciese más fácil las cosas, pero en ese mundo no era el caso.
- No creo eso. – Frunció el ceño, no era como si pudiese notar el rostro de estreñida que puso, pero creía que estaba exagerando. – Solo no quiero ser una carga.
- ¿Podrías dejar de creer eso? – Se llevó una mano al puente de la nariz, desacomodándose de tal modo que Angel tuvo que sentarse bien y dejar el hombro del joven. Ya sabía ella que lo había vuelto a hacer enojar, por lo que solo miró al suelo y apretó los labios. No eran nervios, simplemente era algo de expectación, algo que siempre se arruinaba, cada que regresaba a ver el rostro del chico, por lo que después de dos segundos de no escuchar nada, solo rodó los ojos y lo miró para explicarle.
- No es que lo crea, simplemente es que… si no es siempre, es la mayoría de los casos… - Y se fijó en que esta vez, si estaba enojado, hasta podría decir sin ningún orgullo que aquello a esa hora y con la poca luz, la asustó. – Lo siento. – Se apresuró a decir moviendo las manos rápido, cosa que aprovechó Alex, para tomar una de sus manos para que dejase de hacer ese movimiento más que nada, podría marear si continuaba por más rato.
- Ya hemos hablado de esto. – Suspiró cansado.
- Lo sé…
- Angelique. – Aquel tono de autoridad la hizo sentir en el ejército y prestar atención, y después sintió como sus mejillas eran maltratadas por las manos de Alex, y eso quedaría doliendo, lo sabía. – Eres parte de nosotros, aunque nos ruegues una estupidez, no haremos caso.
- Efo ef poque fon unof brts.
- Y tú no eres nuestra jefa. – Y la soltó. Ella se sobó las mejillas sabiendo que nunca más se atrevería a traer aquello a tema.
- A veces eres insoportable.
- Lo sé. –
Pasaron unos minutos y Eli y Hunter salieron al fin de la iglesia, hasta se estiraron de todo el rato que estuvieron sentados, al llegar al lugar de hospedaje esperaron por la llegada de los otros dos jóvenes los habían visto conversando en la pequeña canoa, pero la realidad es que después de verlos llegar no tardaron en ir con ellos, además andaban con unos platos, lo cuales fueron obsequios de la una señora, persona a la que ayudaron con tala de árboles, y normalmente una vez a la semana les mandaba la cena, no importaba con cuál de los cuatro de encontrase.
Luego de reposar, y hacer una larga sobremesa, los primeros en irse a dormir fueron Eli y Hunter, habían tenido tres largos días, aunque los otros dos no tardaron en seguirlos.
Lo único que seguía en el aire, y que nadie sabía nada y por lo cual no había preguntado nada, era sobre aquella titiritera del circo.
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Re: [Roll]A Puppet world
No le gustaba nada despertarse temprano y menos aún sin un motivo de peso pero ahí estaba, desayunando demasiado temprano porque su cuerpo lo había decidido así. Por lo menos lo mínimo que podían haber eso era un voto consensual sobre si despertar temprano o no, pero en su lugar lo que reinaba era dictadura a mano de hierro.
Por ende, estaba de mal humor, comía a regañadientes y con una mirada asesina que hacía desviar a todo incauto que iba directo hacia él. Solo su acompañante, Eliary, se atrevía a estar sentada delante de él sin problema alguno.
- Tu mirada esta petrificando a la gente. -
- ¿Crees que me divierto? Podría estar durmiendo. -
- Como no. - Puso los ojos en blanco. Se le ocurrió de que tal vez podía permitirse el lujo de molestarlo un poco. - ¿Y ya son novios? -
- ¿Como dices? - Dijo mientras clavaba su tenedor en una salchicha para luego llevárselo a la boca, por supuesto, con desgana.
- Que digo que si ustedes dos ya dieron el paso. - Sonrió con maldad.
- ¿Que paso? -
- No te hagas el loco anciano, se ve desde lejos lo cariñosos que sois el uno con el otro. - Simuló darse un abrazo a sí misma. - "Oh Angel." -
- Ya estás desvirtuando la realidad. No es así en absoluto. -
- Osea que sí hay algo. - Rió.
- Ya me acuerdo porque a veces te ignoraba. - Puso una sonrisa bondadosa con una mano en el pecho como gesto de burla e ironía hacia ella.
- Eso ya es maldad. -
- Ojo por ojo. - Sonrió Alex satisfecho a lo que Eliary suspiró.
- Pero ahora en serio anciano. - Él se encogió de hombros.
- Que quieres que te diga. - No tenía ganas de pensar. Peor aún, no iba a conseguir nada tratando de engañar a su amiga, ella era demasiado perspicaz como para ser engañada por él por lo que sobrepesó cual sería la ruta mas rápida. - No es fácil. -
- Wow, entonces sí que es verdad. - Al escuchar aquello se arrepintió de haber dicho algo. - Igual, Angel es buena elección. - De pronto todo se volvió negro como la noche y su visión se apagó por completo por fuerza ajena.
- ¿Quien soy? - Canturreó una voz.
- La única a la que se le ocurriría un juego tan pasado de moda. - Dijo Alex apartando las manos que interrumpían su visión. - Ya estoy bastante mal de la vista para que me la quites por completo.
- Ustedes me mencionaron y yo acudí. - Sonrió.
- Como si no hubieras oído. Siéntate, iré a por mas comida. - Antes de que la pelirroja pudiera tan siquiera interrumpirlo, Alex ya se había marchado dejándola de pie con una mano en el aire.
- Te trata mejor a ti que a mi. - Dijo Eliary.
- No es cierto. - Intentó excusarse.
Por ende, estaba de mal humor, comía a regañadientes y con una mirada asesina que hacía desviar a todo incauto que iba directo hacia él. Solo su acompañante, Eliary, se atrevía a estar sentada delante de él sin problema alguno.
- Tu mirada esta petrificando a la gente. -
- ¿Crees que me divierto? Podría estar durmiendo. -
- Como no. - Puso los ojos en blanco. Se le ocurrió de que tal vez podía permitirse el lujo de molestarlo un poco. - ¿Y ya son novios? -
- ¿Como dices? - Dijo mientras clavaba su tenedor en una salchicha para luego llevárselo a la boca, por supuesto, con desgana.
- Que digo que si ustedes dos ya dieron el paso. - Sonrió con maldad.
- ¿Que paso? -
- No te hagas el loco anciano, se ve desde lejos lo cariñosos que sois el uno con el otro. - Simuló darse un abrazo a sí misma. - "Oh Angel." -
- Ya estás desvirtuando la realidad. No es así en absoluto. -
- Osea que sí hay algo. - Rió.
- Ya me acuerdo porque a veces te ignoraba. - Puso una sonrisa bondadosa con una mano en el pecho como gesto de burla e ironía hacia ella.
- Eso ya es maldad. -
- Ojo por ojo. - Sonrió Alex satisfecho a lo que Eliary suspiró.
- Pero ahora en serio anciano. - Él se encogió de hombros.
- Que quieres que te diga. - No tenía ganas de pensar. Peor aún, no iba a conseguir nada tratando de engañar a su amiga, ella era demasiado perspicaz como para ser engañada por él por lo que sobrepesó cual sería la ruta mas rápida. - No es fácil. -
- Wow, entonces sí que es verdad. - Al escuchar aquello se arrepintió de haber dicho algo. - Igual, Angel es buena elección. - De pronto todo se volvió negro como la noche y su visión se apagó por completo por fuerza ajena.
- ¿Quien soy? - Canturreó una voz.
- La única a la que se le ocurriría un juego tan pasado de moda. - Dijo Alex apartando las manos que interrumpían su visión. - Ya estoy bastante mal de la vista para que me la quites por completo.
- Ustedes me mencionaron y yo acudí. - Sonrió.
- Como si no hubieras oído. Siéntate, iré a por mas comida. - Antes de que la pelirroja pudiera tan siquiera interrumpirlo, Alex ya se había marchado dejándola de pie con una mano en el aire.
- Te trata mejor a ti que a mi. - Dijo Eliary.
- No es cierto. - Intentó excusarse.
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Re: [Roll]A Puppet world
Angelique en ningún momento se sentó, solo se quedó mirando como Alex se alejaba, algo ya común; hasta que el carraspeo de Eli la regresó a ese mundo y decidió que debía tomar asiento.
- Te veo distraída - Eli sonrió ante el sobresalto de la pelirroja.
- No es eso... - Movió las manos asegurando con su expresión de incertidumbre. - Es solo que… Creo que me lo pienso demasiado. - Confesó, sus manos estaban en la mesa y jugaban en un intento de mantener la calma. Eli abrió los ojos grandes, iba a preguntarle que cuánto había escuchado de lo anterior, pero el plato con el desayuno para Angelique se plantó interrumpiendo la conversación de ambas. - Deberías de ser más delicado. - Le reclamó a Alex, este ya se estaba sentando nuevamente.
- Soy lo que debo ser. - Espetó, aunque más parecía estar jugando con ella. Angelique quedó en silencio viéndolos conversar, y en unas distracciones de Alex le robaba pedacitos de fruta del plato, de todas maneras él le había quitado una de sus salchichas, conociendo que de hecho ella no era muy fan de las mismas.
- ¿Y Hunter? - Preguntó en cuanto ambos dejaron de lanzarse indirectas que ella no entendía.
- Engulló hasta el plato y se fue. - Le dijo Alex, quien miró su plato, ya sabía que la chica le había estado robando, pero no esperó que tanto, tomó su mano con sigilo y la apretó solo como para hacerla mostrar una mueca horrorosa de molestia.
- Dijo que tenía algo que hacer. - Explicó Eli. - Los guardias dijeron que desde hoy comenzaba el descanso, así que iban a guardar todo hasta la siguiente misión, imagino que fue a ayudarles.
- ¿Acaso no se cansa? Deberías de decirle que deje de ser un bonachón.
- ¿Por qué no le dices tú?
- No me hace caso. - Se encogió de hombros
- No veo porqué debería en cualquier caso, está bien.
- Si usted lo dice… - Canturreó el pelinegro. Eli compuso rostro de hastio y él se hizo el tonto, recibiendo el golpe de una ciruela en la frente. - Oye…
- No fui yo. - Eli levantó las manos en forma de rendición, Alex miró a Angel y esta solo negó, en primer lugar él nisiquiera puso ciruelas en su plato. Después uno de los niños del pequeño orfanato de la ciudad se acercó a pedirle disculpas, al parecer era una pelea de niños que pasó en cuanto hubo un mal tieo. Él ya con resignación hizo un ademán de que no pasaba nada, y las dos chicas en silencio se aguantaron la risa hacia el mayor. Este solo resopló, y tuvo que soportar una plática infantil de los niños. No es que fuese malo, pero no acostumbraba a tratar tanto tiempo con pequeños.
El desayuno pasó tranquilo y decidieron que ya que era un día completamente libre, podían ir a ayudar a Hunter, y si al final no les daba la gana, solo a verlo trabajar.
Llegaron al campo de entrenamiento de los guardias, se trataba de un coliseo y todos estaban ocupados llevando y trayendo cosas, al parecer el objetivo era dejar el lugar despejado.
Entraron con permiso de los cuidadores, a quienes costó convencer de que los dejaran ingresar con Angel, puesto que no era participante de la guardia ni de manera parcial, mas al final cedieron.
Hunter los distinguió y en cuanto dejó unos baldes en la bodega corrió hasta ellos, parecía que había estado ocupado, pues el sudor había empezado a recorrer su rostro.
- Chicos. - Llamó la atención de los demás quienes lo saludaron con gestos de mano. - ¿Qué hacen por aquí? - Preguntó una vez llegó hasta ellos con una amplia sonrisa.
- Vinimos a ver en qué te podemos ayudar pero parece que están a punto de terminar. - Eli miró alrededor, estaba casi vacío si no contaba a las personas y las gradas de piedra.
- Sí, bueno, nadie ha descansado.
- ¿Qué piensan hacer? - Esta vez preguntó Alex, a pesar de estar guardando las cosas, también sacaban otras, más pequeñas y maleables.
- Yo también tenía la misma duda. - Confesó el rubio con una suave risa. - Me contaron que pasado mañana empiezan las fiestas de la ciudad. - Se notó animado. - Hoy empiezan con el Coliseo, y una vez arreglado la ciudad sabrá que es momento de decorar sus hogares. - Explicó. - Algo me dijeron también de que por los próximos tres días habrá pruebas de fortaleza entre los guardias, para entretenimiento, y el cuarto día una fiesta con banquete en la plaza central para conmemorar el esfuerzo de todos por mantener la ciudad segura.
- Wow. - Fue lo único que pudo pronunciar Angel ante eso. No se esperaba algo así.
- Sonaste como perro. - Se burló Alex, ella infló las mejillas, Eli y Hunter solo sonrieron ante ello.
- ¿Deberíamos de ayudar con los adornos? - Ofreció Eli, Alex resopló enseguida. Hunter se encogió de hombros.
- Creo que está bien, voy a preguntar. - Se alejó a paso rápido acercándose al jefe supervisor de ahí. No mucho después regresó. - Me dijeron que ustedes dos sí. - Señaló a Alex y a Eli. - Pero Angel es otro tema. - La miró resignado, le había insistido al hombre pero este se notó rotundamente negado al simple hecho de que ella no pertenecía ahí, además de que solo los retrasaría.
- No importa. - Ella negó inmediatamente, no quería que se sintiese mal por ello. - Estoy bien con ello, no es algo que me veo haciendo la verdad. - Se explicó, pronto miró de un lado a otro y mucho no sabía que hacer, si los tres se quedaban ahí, ella realmente no sabía con quien ir a ningún lado. - Yo puedo esperar y ayudar en la ciudad después. - Le quitó importancia.
Decidieron ponerse manos a la obra, Angel obtuvo el permiso de quedarse en las gradas viendo todo. Desde esa perspectiva pudo reafirmar lo difícil que era que sus compañeros se cansarán rápido, Nisiquiera Alex, que aunque parecía el menos a gusto, más que cansado físicamente parecía acostumbrado y aburrido. Su típico ser.
Luego de un rato recordó que no habían pasado por los potreros, y que no sería mala idea darle una visita a sus caballos.
Se levantó y pasó por donde estaban sus amigos a avisarles al lugar al que se dirigía.
No tardó mucho en llegar, puesto que los potreros siempre debían de quedar cerca de la guardia. Y corrió hasta su caballo, Spirit, quizá era estúpido que le haya colocado ese nombre, pero le gustaba, además combinaba con sus recuerdos de pequeña. Sabía que estaban bien alimentados y de paso simples marionetas, pero se acordaba de los que tenía en casa, y no podía evitarlo.
Acarició el hocico del caballo y le dio una manzana, también alimentó al otro caballo.
Y luego solo suspiró pesadamente y se dejó caer al suelo era tierra llena de pasto seco y restos de vegetales y frutas que los caballos dejaban caer, no era el mejor lugar, pero estaba más tranquila ahí, al menos ya lo habían limpiado un poco, aunque el mal olor a estiércol y desperdicio no desapareciese del todo. ¿Debería de inventar los aromatizantes? No sería mala idea tampoco.
- De todos los lugares este es en el que menos creía te sentirías a gusto. - Angel levantó la mirada, la figura de Alexander se acercaba con pasos ligeros, si no le hablaba ni se enteraba que estaba ahí, también por el hecho de que estaba más distraída de lo que quisiese. Aunque no pudo evitar dejar salir una sonrisa al notar que en un momento se tapó la nariz, estaba exagerando sí, o bien podía ser que no y en serio le costase estar ahí. - No es un lugar para una riquilla. - La miró. Parecía más vulnerable de lo normal ahí sentada como si no le importase que en un momento algún animal se acercara a picotearle la cabeza. Ella suspiró.
- Estaba aburrida. - Dijo. - Al menos aquí tengo de qué quejarme. - Se encogió de hombros, parecía querer reírse de lo triste que sonó eso.
- Hay mejores lugares donde hay muchas cosas de qué quejarse.
- ¿Cómo?
- El exterior. - Ella se rió.
- Pero es difícil quejarte cuando los demás te están oyendo.
- Puedes quejarte murmurando, igual, no es que hables tan alto. - Ella se levantó, e hizo un ademán para que salieran, sentía que si seguían ahí Alex iba a vomitar o algo. - Gracias. - Podía respirar con normalidad, y avanzaron hasta el pequeño riachuelo con agua de manantial que se había formado por un deslizamiento de tierra más arriba, en esa época no estaba tan lleno pero al menos era el suficiente para que los habitantes tuviesen una reserva. Y daba vida a las plantas y animales del rededor.
- Parece que sera divertido. - Comentó, caminaban a una distancia prudente de la orilla.
- ¿El qué?
- La fiesta. Nunca había asistido a una así.
- Ah… - La miró de soslayo realmente no le sorprendía. - Nunca habíamos estado en la edad media hasta ahora, es normal que no. Ella le dio un suave golpe en el brazo. - Me estas mataaando. - Sobreactuó. Angel rodó los ojos con una sonrisa.
- ¿Deberemos de conseguir ropas para ello? - Él se encogió de hombros ella nuevamente infló las mejillas. - Deberé de preguntarle a Eli, tú no ayudas.
- Soy el mejor asesor, de nada. - Bromeó con monotonía. Y después de unas risas quedaron en silencio parecían estar pensando demasiado todo.
- Sobre enante… - Angel cortó el silencio, no se atrevía a mirarlo.
- ¿Qué enante? - Se hizo el tonto pero sabía sin duda a qué se refería.
- Sobre… ya sabes, enante…
- Hay muchos enantes.
- Aaaaaahgg. - Se desesperó y terminó por detenerse y sostenerse la cabeza. ¿Qué quería de ella? Ya se estaba preguntando hasta si debía o no debía de decirle algo, y la segunda opción la estaba tentando mucho. - Olvídalo… - Resopló.
- Es verdad… - También se había detenido y la estaba mirando, ella no tardó en levantar la mirada para encontrarse con la cruel realidad, que le provocó el mayor vuelco en su no existencia.
- ¿Qué? - Fue lo único que logró articular. Él suspiró rendido.
- ¿No tienes una mejor reacción? - Ella negó, y llevó las manos hasta su rostro. - ¿Y ahora que te pasa?
- No lo sé. - Aceptó con el tono opaco. Alex pensó en el dolor de cabeza que era aquello, por esto era difícil, eso y que estaban muertos. - Nisiquiera sé qué quieres que te diga… - Sacó las manos de su rostro y lo miró, tenía hasta las orejas rojas. Estaba comprobado hasta de manera científica que ambos eran malos para expresarse, y esa no era la excepción.
- Mejor nada. - Desvió el rostro antes de alguna barbaridad.
- Pues eso, no te voy a decir nada. - Bajó la mirada, y ambos comenzaron a caminar nuevamente con camino al coliseo. - En cualquier caso… - Murmuró cerca de la entrada, Alex a penas y escuchó pero si fue suficiente para que le prestara atención. - A mi hermano no le hará mucha gracia… - Dijo, Alex como nunca, entendió, y antes de que Angel pudiese reaccionar vio su mano y la de él juntas, nuevamente su cara se confundía con su cabello. Y sin saber qué decir bajó la mirada mientras todo a su alrededor no era más que un escenario blanco. Y sintió que el coliseo estaba más lejos de lo que alguna vez pensó.
Auxilio (???
- Te veo distraída - Eli sonrió ante el sobresalto de la pelirroja.
- No es eso... - Movió las manos asegurando con su expresión de incertidumbre. - Es solo que… Creo que me lo pienso demasiado. - Confesó, sus manos estaban en la mesa y jugaban en un intento de mantener la calma. Eli abrió los ojos grandes, iba a preguntarle que cuánto había escuchado de lo anterior, pero el plato con el desayuno para Angelique se plantó interrumpiendo la conversación de ambas. - Deberías de ser más delicado. - Le reclamó a Alex, este ya se estaba sentando nuevamente.
- Soy lo que debo ser. - Espetó, aunque más parecía estar jugando con ella. Angelique quedó en silencio viéndolos conversar, y en unas distracciones de Alex le robaba pedacitos de fruta del plato, de todas maneras él le había quitado una de sus salchichas, conociendo que de hecho ella no era muy fan de las mismas.
- ¿Y Hunter? - Preguntó en cuanto ambos dejaron de lanzarse indirectas que ella no entendía.
- Engulló hasta el plato y se fue. - Le dijo Alex, quien miró su plato, ya sabía que la chica le había estado robando, pero no esperó que tanto, tomó su mano con sigilo y la apretó solo como para hacerla mostrar una mueca horrorosa de molestia.
- Dijo que tenía algo que hacer. - Explicó Eli. - Los guardias dijeron que desde hoy comenzaba el descanso, así que iban a guardar todo hasta la siguiente misión, imagino que fue a ayudarles.
- ¿Acaso no se cansa? Deberías de decirle que deje de ser un bonachón.
- ¿Por qué no le dices tú?
- No me hace caso. - Se encogió de hombros
- No veo porqué debería en cualquier caso, está bien.
- Si usted lo dice… - Canturreó el pelinegro. Eli compuso rostro de hastio y él se hizo el tonto, recibiendo el golpe de una ciruela en la frente. - Oye…
- No fui yo. - Eli levantó las manos en forma de rendición, Alex miró a Angel y esta solo negó, en primer lugar él nisiquiera puso ciruelas en su plato. Después uno de los niños del pequeño orfanato de la ciudad se acercó a pedirle disculpas, al parecer era una pelea de niños que pasó en cuanto hubo un mal tieo. Él ya con resignación hizo un ademán de que no pasaba nada, y las dos chicas en silencio se aguantaron la risa hacia el mayor. Este solo resopló, y tuvo que soportar una plática infantil de los niños. No es que fuese malo, pero no acostumbraba a tratar tanto tiempo con pequeños.
El desayuno pasó tranquilo y decidieron que ya que era un día completamente libre, podían ir a ayudar a Hunter, y si al final no les daba la gana, solo a verlo trabajar.
Llegaron al campo de entrenamiento de los guardias, se trataba de un coliseo y todos estaban ocupados llevando y trayendo cosas, al parecer el objetivo era dejar el lugar despejado.
Entraron con permiso de los cuidadores, a quienes costó convencer de que los dejaran ingresar con Angel, puesto que no era participante de la guardia ni de manera parcial, mas al final cedieron.
Hunter los distinguió y en cuanto dejó unos baldes en la bodega corrió hasta ellos, parecía que había estado ocupado, pues el sudor había empezado a recorrer su rostro.
- Chicos. - Llamó la atención de los demás quienes lo saludaron con gestos de mano. - ¿Qué hacen por aquí? - Preguntó una vez llegó hasta ellos con una amplia sonrisa.
- Vinimos a ver en qué te podemos ayudar pero parece que están a punto de terminar. - Eli miró alrededor, estaba casi vacío si no contaba a las personas y las gradas de piedra.
- Sí, bueno, nadie ha descansado.
- ¿Qué piensan hacer? - Esta vez preguntó Alex, a pesar de estar guardando las cosas, también sacaban otras, más pequeñas y maleables.
- Yo también tenía la misma duda. - Confesó el rubio con una suave risa. - Me contaron que pasado mañana empiezan las fiestas de la ciudad. - Se notó animado. - Hoy empiezan con el Coliseo, y una vez arreglado la ciudad sabrá que es momento de decorar sus hogares. - Explicó. - Algo me dijeron también de que por los próximos tres días habrá pruebas de fortaleza entre los guardias, para entretenimiento, y el cuarto día una fiesta con banquete en la plaza central para conmemorar el esfuerzo de todos por mantener la ciudad segura.
- Wow. - Fue lo único que pudo pronunciar Angel ante eso. No se esperaba algo así.
- Sonaste como perro. - Se burló Alex, ella infló las mejillas, Eli y Hunter solo sonrieron ante ello.
- ¿Deberíamos de ayudar con los adornos? - Ofreció Eli, Alex resopló enseguida. Hunter se encogió de hombros.
- Creo que está bien, voy a preguntar. - Se alejó a paso rápido acercándose al jefe supervisor de ahí. No mucho después regresó. - Me dijeron que ustedes dos sí. - Señaló a Alex y a Eli. - Pero Angel es otro tema. - La miró resignado, le había insistido al hombre pero este se notó rotundamente negado al simple hecho de que ella no pertenecía ahí, además de que solo los retrasaría.
- No importa. - Ella negó inmediatamente, no quería que se sintiese mal por ello. - Estoy bien con ello, no es algo que me veo haciendo la verdad. - Se explicó, pronto miró de un lado a otro y mucho no sabía que hacer, si los tres se quedaban ahí, ella realmente no sabía con quien ir a ningún lado. - Yo puedo esperar y ayudar en la ciudad después. - Le quitó importancia.
Decidieron ponerse manos a la obra, Angel obtuvo el permiso de quedarse en las gradas viendo todo. Desde esa perspectiva pudo reafirmar lo difícil que era que sus compañeros se cansarán rápido, Nisiquiera Alex, que aunque parecía el menos a gusto, más que cansado físicamente parecía acostumbrado y aburrido. Su típico ser.
Luego de un rato recordó que no habían pasado por los potreros, y que no sería mala idea darle una visita a sus caballos.
Se levantó y pasó por donde estaban sus amigos a avisarles al lugar al que se dirigía.
No tardó mucho en llegar, puesto que los potreros siempre debían de quedar cerca de la guardia. Y corrió hasta su caballo, Spirit, quizá era estúpido que le haya colocado ese nombre, pero le gustaba, además combinaba con sus recuerdos de pequeña. Sabía que estaban bien alimentados y de paso simples marionetas, pero se acordaba de los que tenía en casa, y no podía evitarlo.
Acarició el hocico del caballo y le dio una manzana, también alimentó al otro caballo.
Y luego solo suspiró pesadamente y se dejó caer al suelo era tierra llena de pasto seco y restos de vegetales y frutas que los caballos dejaban caer, no era el mejor lugar, pero estaba más tranquila ahí, al menos ya lo habían limpiado un poco, aunque el mal olor a estiércol y desperdicio no desapareciese del todo. ¿Debería de inventar los aromatizantes? No sería mala idea tampoco.
- De todos los lugares este es en el que menos creía te sentirías a gusto. - Angel levantó la mirada, la figura de Alexander se acercaba con pasos ligeros, si no le hablaba ni se enteraba que estaba ahí, también por el hecho de que estaba más distraída de lo que quisiese. Aunque no pudo evitar dejar salir una sonrisa al notar que en un momento se tapó la nariz, estaba exagerando sí, o bien podía ser que no y en serio le costase estar ahí. - No es un lugar para una riquilla. - La miró. Parecía más vulnerable de lo normal ahí sentada como si no le importase que en un momento algún animal se acercara a picotearle la cabeza. Ella suspiró.
- Estaba aburrida. - Dijo. - Al menos aquí tengo de qué quejarme. - Se encogió de hombros, parecía querer reírse de lo triste que sonó eso.
- Hay mejores lugares donde hay muchas cosas de qué quejarse.
- ¿Cómo?
- El exterior. - Ella se rió.
- Pero es difícil quejarte cuando los demás te están oyendo.
- Puedes quejarte murmurando, igual, no es que hables tan alto. - Ella se levantó, e hizo un ademán para que salieran, sentía que si seguían ahí Alex iba a vomitar o algo. - Gracias. - Podía respirar con normalidad, y avanzaron hasta el pequeño riachuelo con agua de manantial que se había formado por un deslizamiento de tierra más arriba, en esa época no estaba tan lleno pero al menos era el suficiente para que los habitantes tuviesen una reserva. Y daba vida a las plantas y animales del rededor.
- Parece que sera divertido. - Comentó, caminaban a una distancia prudente de la orilla.
- ¿El qué?
- La fiesta. Nunca había asistido a una así.
- Ah… - La miró de soslayo realmente no le sorprendía. - Nunca habíamos estado en la edad media hasta ahora, es normal que no. Ella le dio un suave golpe en el brazo. - Me estas mataaando. - Sobreactuó. Angel rodó los ojos con una sonrisa.
- ¿Deberemos de conseguir ropas para ello? - Él se encogió de hombros ella nuevamente infló las mejillas. - Deberé de preguntarle a Eli, tú no ayudas.
- Soy el mejor asesor, de nada. - Bromeó con monotonía. Y después de unas risas quedaron en silencio parecían estar pensando demasiado todo.
- Sobre enante… - Angel cortó el silencio, no se atrevía a mirarlo.
- ¿Qué enante? - Se hizo el tonto pero sabía sin duda a qué se refería.
- Sobre… ya sabes, enante…
- Hay muchos enantes.
- Aaaaaahgg. - Se desesperó y terminó por detenerse y sostenerse la cabeza. ¿Qué quería de ella? Ya se estaba preguntando hasta si debía o no debía de decirle algo, y la segunda opción la estaba tentando mucho. - Olvídalo… - Resopló.
- Es verdad… - También se había detenido y la estaba mirando, ella no tardó en levantar la mirada para encontrarse con la cruel realidad, que le provocó el mayor vuelco en su no existencia.
- ¿Qué? - Fue lo único que logró articular. Él suspiró rendido.
- ¿No tienes una mejor reacción? - Ella negó, y llevó las manos hasta su rostro. - ¿Y ahora que te pasa?
- No lo sé. - Aceptó con el tono opaco. Alex pensó en el dolor de cabeza que era aquello, por esto era difícil, eso y que estaban muertos. - Nisiquiera sé qué quieres que te diga… - Sacó las manos de su rostro y lo miró, tenía hasta las orejas rojas. Estaba comprobado hasta de manera científica que ambos eran malos para expresarse, y esa no era la excepción.
- Mejor nada. - Desvió el rostro antes de alguna barbaridad.
- Pues eso, no te voy a decir nada. - Bajó la mirada, y ambos comenzaron a caminar nuevamente con camino al coliseo. - En cualquier caso… - Murmuró cerca de la entrada, Alex a penas y escuchó pero si fue suficiente para que le prestara atención. - A mi hermano no le hará mucha gracia… - Dijo, Alex como nunca, entendió, y antes de que Angel pudiese reaccionar vio su mano y la de él juntas, nuevamente su cara se confundía con su cabello. Y sin saber qué decir bajó la mirada mientras todo a su alrededor no era más que un escenario blanco. Y sintió que el coliseo estaba más lejos de lo que alguna vez pensó.
Auxilio (???
Shiba- .::♡.Moder*Contest.♡::.
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Edad : 28
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Re: [Roll]A Puppet world
- ¿Te apetece ir mañana por el pueblo? - Preguntó de la nada. Como respuesta recibió el típico silencio de Angel que ni siquiera se dignaba a verlo. - Ver cosas... dar un paseo... no sé, quizás hasta ir al bar a por algo fuera de la rutina... o a la panadería a por dulces... - Del esfuerzo que el pelinegro estaba haciendo por sugerir algo, le había dado gracia y hasta que no pudo aguantar, dejó escapar un bufido junto con alguna que otra risilla acompañada.
- Pfff. - Intentó aguantar la risa. - No se te da nada bien. -
- Si lo sabes, no me hagas sufrir. -
La pelirroja lo miró y quizás era la primera vez que lo viese nervioso, una nueva faceta suya que pocas veces por, no decir nunca, había visto: él que siempre había sido el que la molestaba, ahora tímidamente se rascaba el cuello para disimular su estrés.
- Ya hemos ido muchas veces. - Se excusó en busca de con qué fastidiarle mas el momento. - ¿No es lo mismo? -
- Pero como un día libre. -
- Siempre es un día libre. - Él suspiro, ya cansado de intentarlo.
- ¿Quieres o no? - Y ella rió, eufórica de haberlo incordiado.
No es como si tuviera algo mejor que hacer el día de mañana e incluso si le decían algo, ¿que le iban a decir? ¿Que limpiase los establos? Imposible. ¿El baño? No para una señorita como ella.
- Está bien. - Cedió, a lo que él compuso una sonrisa de alivio y suavemente apretó su mano contra la de ella.
- Quizás hasta podamos ir allí. -
- ¿Allí donde? -
- Lo sabrás mañana. -
Momentos como aquellos le hacían pensar de que valía la pena estar allí o si no lo lograban, de que por lo menos la situación fuera mas llevadera. A veces se preguntaba si prefería que las cosas continuasen como estaba o de si preferiría que cambiasen. La rutina era ciertamente agradable, tenía cosas que hacer, tenía cómo vivir y mas importante aún tenía a sus amigos... amigos que temía perder si cambiaba algo y no pudo evitar si Alexander cambiaría si ella cambiaba o de que si pasara "aquello", Eliary y Hunter seguían tratándolos como siempre. Y así recordó que tal como pasaba el día inexorablemente hacia las noches mas oscuras, también daban paso a las mañanas mas brillantes, al igual que las personas. La rutina cambiante que ella quería, era imposible.
De pronto un eco interrumpió los pensamientos Angel y la mirada perdida de Alex en el horizonte. Podrían haberlo ignorado de no ser de que conocían a la dueña de aquella voz, alguien reconfortante a la vista y amiga desde siempre.
- ¡Hey! - Llamó Eliary
- Hai. - Saludó Alex. Eliary quedó muda por un momento antes de continuar.
- El mayor quiere pedirte un favor. -
- No. -
- Todavía no he dicho que es. -
- Pero me imagino lo que es, así que no. - Eliary suspiró.
- Al menos deja que la gente termine de hablar. - Alex tan solo puso cara de no importarle nada. Sabía que no era de muy buena educación hacia su amiga pero de algún modo ya se imaginaba el favor y de que hubiera una mínima posibilidad de que se hiciese realidad ya le molestaba.
- Sé breve al menos. - Pidió.
- Quiere que participes en el coliseo. - Y su temor se hizo realidad, lo que mas odiaba era ejercitar y justo eso le pedían. Tenía mejores cosas que hacer y justo como una lluvia sorpresa de verano, se le había aguado los planes.
- No quiero. -
- Vamos, no es para tanto. -
- Primero, me cansa. Segundo, es un favor, no es imperativo. Tercero, tengo mejores cosas que hacer mañana. Y cuarto, me cansa. -
- Vamos anciano, le debemos a esta gente donde estamos. -
- Pero es que mañana... - Al ver la cara de Eliary, se le quitó las ganas de discutir, no volvería a repetir lo mismo con ella y en busca de ayuda, inconscientemente miró hacia Angel quien al darse cuenta tan solo asintió suavemente. Quizás era también la primera vez que había notado un suspiro tan pesado del pelinegro.
- Solo esta vez. - Soltó la mano de la pelirroja y con la espalda algo encorvada, echó a andar.
- I-Iré a ver. - Logró decir en el último instante. Alex tan solo respondió con un saludo.
- De nuevo esta como el anciano que es. - Dijo Eliary cruzándose de brazos. - Hasta lo echaba de menos pero acabo de recordar lo insoportable que era. - Bromeó. - He de buscar a Hunter. ¿Quieres venir? - Le preguntó a la pelirroja.
Tenía ideas para hacer algo entre Hunter y Eliary... pero no me atrevo a tocar personajes por ahora xDU
- Pfff. - Intentó aguantar la risa. - No se te da nada bien. -
- Si lo sabes, no me hagas sufrir. -
La pelirroja lo miró y quizás era la primera vez que lo viese nervioso, una nueva faceta suya que pocas veces por, no decir nunca, había visto: él que siempre había sido el que la molestaba, ahora tímidamente se rascaba el cuello para disimular su estrés.
- Ya hemos ido muchas veces. - Se excusó en busca de con qué fastidiarle mas el momento. - ¿No es lo mismo? -
- Pero como un día libre. -
- Siempre es un día libre. - Él suspiro, ya cansado de intentarlo.
- ¿Quieres o no? - Y ella rió, eufórica de haberlo incordiado.
No es como si tuviera algo mejor que hacer el día de mañana e incluso si le decían algo, ¿que le iban a decir? ¿Que limpiase los establos? Imposible. ¿El baño? No para una señorita como ella.
- Está bien. - Cedió, a lo que él compuso una sonrisa de alivio y suavemente apretó su mano contra la de ella.
- Quizás hasta podamos ir allí. -
- ¿Allí donde? -
- Lo sabrás mañana. -
Momentos como aquellos le hacían pensar de que valía la pena estar allí o si no lo lograban, de que por lo menos la situación fuera mas llevadera. A veces se preguntaba si prefería que las cosas continuasen como estaba o de si preferiría que cambiasen. La rutina era ciertamente agradable, tenía cosas que hacer, tenía cómo vivir y mas importante aún tenía a sus amigos... amigos que temía perder si cambiaba algo y no pudo evitar si Alexander cambiaría si ella cambiaba o de que si pasara "aquello", Eliary y Hunter seguían tratándolos como siempre. Y así recordó que tal como pasaba el día inexorablemente hacia las noches mas oscuras, también daban paso a las mañanas mas brillantes, al igual que las personas. La rutina cambiante que ella quería, era imposible.
De pronto un eco interrumpió los pensamientos Angel y la mirada perdida de Alex en el horizonte. Podrían haberlo ignorado de no ser de que conocían a la dueña de aquella voz, alguien reconfortante a la vista y amiga desde siempre.
- ¡Hey! - Llamó Eliary
- Hai. - Saludó Alex. Eliary quedó muda por un momento antes de continuar.
- El mayor quiere pedirte un favor. -
- No. -
- Todavía no he dicho que es. -
- Pero me imagino lo que es, así que no. - Eliary suspiró.
- Al menos deja que la gente termine de hablar. - Alex tan solo puso cara de no importarle nada. Sabía que no era de muy buena educación hacia su amiga pero de algún modo ya se imaginaba el favor y de que hubiera una mínima posibilidad de que se hiciese realidad ya le molestaba.
- Sé breve al menos. - Pidió.
- Quiere que participes en el coliseo. - Y su temor se hizo realidad, lo que mas odiaba era ejercitar y justo eso le pedían. Tenía mejores cosas que hacer y justo como una lluvia sorpresa de verano, se le había aguado los planes.
- No quiero. -
- Vamos, no es para tanto. -
- Primero, me cansa. Segundo, es un favor, no es imperativo. Tercero, tengo mejores cosas que hacer mañana. Y cuarto, me cansa. -
- Vamos anciano, le debemos a esta gente donde estamos. -
- Pero es que mañana... - Al ver la cara de Eliary, se le quitó las ganas de discutir, no volvería a repetir lo mismo con ella y en busca de ayuda, inconscientemente miró hacia Angel quien al darse cuenta tan solo asintió suavemente. Quizás era también la primera vez que había notado un suspiro tan pesado del pelinegro.
- Solo esta vez. - Soltó la mano de la pelirroja y con la espalda algo encorvada, echó a andar.
- I-Iré a ver. - Logró decir en el último instante. Alex tan solo respondió con un saludo.
- De nuevo esta como el anciano que es. - Dijo Eliary cruzándose de brazos. - Hasta lo echaba de menos pero acabo de recordar lo insoportable que era. - Bromeó. - He de buscar a Hunter. ¿Quieres venir? - Le preguntó a la pelirroja.
Tenía ideas para hacer algo entre Hunter y Eliary... pero no me atrevo a tocar personajes por ahora xDU
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Cumpleaños!! : 12/09/1995
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Re: [Roll]A Puppet world
Angelique aceptó ir con Eliary. La realidad es que no tenía nada mejor que hacer, aunque al mismo tiempo se preguntaba si ya habían terminado con todo.
- Entonces… - Miró a la pelirroja, parecía más perdida que antes, hasta que ésta se detuvo, la imitó, y así mismo quedó en el aire su plática acerca de cómo estaban las cosas hasta el momento con el coliseo. - ¿Ocurre algo? - Preguntó. Angelique solo miraba al frente como si hubiese descubierto algo y eso la incitó a mirar al mismo lugar sin encontrar realmente nada más que el horizonte de suelo y más suelo (?.
La pelirroja reaccionó y en seguida miró a Eliary, y aunque la miraba, aun parecía perdida.
- Aaaangeeeeeel… - La zarandeó a tal punto que el cabello suelto de Angel terminó bailando en leves roces entre los hombros de la propia dueña y las manos de la ojiazul.
La nominada, como nunca aprovechó lo que le llevaba de altura para poder detener aquello, no era que le molestase, era que ya había despertado de su trance absurdo y se lo quiso dar a saber.
- Estoy bien. - Sonrió levemente, Eli solo torció el labio en un claro: "No te creo." Angel que poco a poco había aprendido a leer las expresiones de sus compañeros, comprendió. - Es en serio. - Insistió al tomarla de las manos como si suplicase que le creyese, aunque era más bien la confianza que tenía a ese tiempo con ella como para hacer eso. - Simplemente que ya me paso la conmoción y el nervio. - Sonrió con más ganas. Eli le regresó el gesto, sin necesidad de que le contase algo, el gesto que habían tenido ambos jóvenes cuando ella llegó eran de simple vista para la comprensión más tonta. Aunque esto ya lo pareciese hasta cuando no había aclaración de nada.
Regresaron a caminar, según parecía ya estaba bastante avanzado todo el coliseo, tanto que seguramente a la tarde después de la comida, la algarabía en las calles y los adornos no faltarían.
- ¡Hey! Chicas. - Saludó Hunter, había terminado su parte y ayudando a otro, aunque en ese momento lo dejó, solo le faltaba el último toque y no era tan necesario cuatro manos para ello.- ¿Saben si ya está la comida? - Preguntó dramatizando un desmayo exagerado. - Siento que muero.
- No lo parece. - Bromeó Angel, Hunter suspiró y empeoró su expresión abatida. Eli rió de esto, Angel tardó un poco pero alcanzó a dar una sonrisa..
- A eso venía. - La pelimorada tomó la palabra. - Se me olvidó decirle a Alex, pero no importa. - Restó importancia a su recuerdo. - Cuando estaba terminando mi parte una de las cocineras se me acercó, me dijo que hoy no almorzaremos en el lugar de siempre ya que lo están arreglando, por lo que será fuera. Y aquí la mala noticia, la ración no será como siempre, sino un poco menos. - Hunter resopló, pero no con mala intención, había sido una simple broma. - No hubo tiempo de preparar lo acostumbrado.
- Yo que esperaba darme un banquete. - No se notaba diferente además del drama exagerado, siempre comprendía las cosas.
- En la noche creo que lo compensarán. - Aclaró.
- Eso es mucho tiempo.
- Se puede ir a la panadería. - Suspiró en rendimiento, Hunter sonrió divertido, y Angel pareció pensarlo. ¿La panadería? No era mala idea, había un nuevo postre que quería comprar desde días antes cuando pasaba con Eli de unas compras que les habían pedido. Además al frente de la panadería quedaba lo más parecido a una tienda de ropa, el modista del pueblo, el único lugar en donde se podía comprar y hacer pedidos de ropa en toda la ciudad, no tenía sentido, y puede que existieran quienes tuviesen un trabajo parecido más disimulado, pero la realidad es que no habían estado tanto tiempo allí como para averiguarlo, y solo sabía que desde un tiempo quería entrar ahí, pues hasta las ropas que cargaban eran prestadas.
- Me parece buena idea. - Asintió sonriente. Los dos mayores parecieron estar de acuerdo.
Se volvieron a reunir con Alex y le contaron los planes de ir por algo después de la comida, no pareció emocionado, pero tampoco le desagradaba, expresiones muy comunes en él, que sin duda le llevarían a preguntarse más de una vez, cómo logró que Angel terminase aceptándolo. Y si lo pensaba bien… ¿Realmente lo había hecho? No es como si hubiese habido una pregunta de por medio, pero tampoco sentía que la necesitara, ella misma lo pareció tomar bastante bien, de hecho era como si ella hubiese desencadenado aquello aunque no tuviese real intención… No, si la había tenido, tuvo toda la intención, pero como siempre era demasiado disimulada hasta con eso, que mujer tan manipuladora que era, a veces podía asustar eso. Mas, al final no salió como hubiese querido ninguno de los dos, pero era un avance.
Al término del almuerzo se encaminaron al lugar dicho, y después de disfrutar de los postres que más le llamó la atención a cada uno, Hunter decidió que ayudaría en el lugar para la decoración, pero esta vez sí tenía una razón, los dueños eran muy amables, y había recompensa de pan para la siguiente comida, suficiente para una buena cena para los cuatro. Eli y Alex en cambio decidieron cumplirle el pequeño capricho a Angel de entrar a la tienda del modista. Varios vestidos y trajes elegantes se notaban que habían sido hechos con telas que habían visto ya a lo largo de su viaje, por lo que se les hacía fácil diferenciar cuáles eran realmente de calidad y cuáles no.
- Le puedo recomendar este a la señorita. - El modista se acercó am notar que de hecho la más interesada en aquello era la joven de cabellos rojos. El vestido era largo, elegante, y mezclaba en rojo, dorado y blanco de una manera excepcional sólo tenía un problema.
Angel solo sonrió demostrando su inseguridad.
- Pues… si lo da al precio justo podríamos estar hablando. - Dijo Ely, esa tela no era de tan buena calidad como para el precio que tenía. Si era verdad que la mano de obra merecía su parte, pero, en primera ellos eran pobres, el modista bastante zorro, y en tercera… Ellos eran pobres.
- Me parece un precio justo. - Refutó, que si es verdad que la calidad no es la mejor, tiene la suficiente para crear la ilusión de que sí, será la envidia de todos. Entonces Angel tomó la palabra.
- Ese es el problema… yo… no me gusta llamar la atención. - Explicó, si bien la calidad no era el problema, ese escote sí que lo era, además los colores llamativos solo la llevarían a no poder pasar desapercibida, algo a lo que ya estaba acostumbrada y esperaba así se quedara. No estuvieron mucho tiempo más, además de que no encontraron nada del gusto de ninguno, realmente hablar con esa persona era una pérdida de tiempo.
-Vaya, eres todo un actor. - Dejó el vino a un lado, sus ojos ámbar resplandecían a la luz del candelabro justo al lado de la copa de vino en la pequeña mesa de madera.
- ¿De qué hablas? Solo hacía mi trabajo.
- Es de lo mismo que te hablo, esto no es tu trabajo. - Negó con clara diversión.
- Bueno, es mejor atraerlos de manera amable, a engañarlos para ir a ver un espectáculo tan pobre.
- Oye… se gana bien. - La mujer se encogió de hombros y acomodó su sombrero.
- Como digas…. En serio no entiendo que te pasa con esa niña, no parece tan especial además de lo introvertida que es. Y que le gusta lo que no puede comprar.
- ¿Qué esperabas de una consentida? ¿Que escogiese lo más barato? - Resopló escupiendo en el proceso. - No me hagas reír. Y como te dije, simplemente me recuerda mucho a mi hija, igual de introvertida pero con buen gusto. Y te aseguro que si no era millonaria en su antigua vida, mínimo era demasiado avara, pero como dudo de lo segundo con su actual comportamiento, la razón es la primera.
- Analizas demasiado a lo que pronto será cenizas. - Tomó unas telas y las rodó por su brazo, pronto las acomodó en un estante para mostrario.
- Es parte de mi habilidad. Lo sabes. ¿Crees que hacer títeres o réplicas es solo cosa de hacer la apariencia igual? Debe mínimo de poseer un poco de la esencia de la persona, o será como colgarte la soga al cuello
- Si tu dices, pero la simple apariencia despista s cualquiera, ya sabes, nunca nadie reaccionaría de inmediato. Es como la ropa, si vistes caro te creeran de alta alcurnia aunque te pongas la misma cosa todos los días. Si vistes barato te creerán pobre aunque tengas una muda de ropa para cada día del año. Así es como funciona esto, a menos que seas ciego o seas un perro. - Se encogió de hombros, la mujer titiritera, puso los ojos en blanco, no sabía si aliarse con aquel modista era una real oportunidad para salir de ese lugar, solo sabía que terminaría más muerto al final de esa aventura.
-¿Nos quedan pendientes? - Preguntó Alex, estaban agotados, después de regresar de la panadería, ayudaron con la iglesia y la posada, además al dueño de la canoa con los adornos, ya era lo suficientemente tarde para no ver nada si apagaban la última lámpara de querosín que les quedaba, al menos solo sería para regresar a su alojamiento.
- Mañana, el pueblo en general estará ocupado con esto. - Pensó Hunter.
- Tengo entendido que las familias realmente no piden ayuda. - Eli lo miró, ya veía sus intenciones, el muchacho también necesitaba descansar. - Es como una navidad y adornar el árbol.
- Será menos trabajo entonces. - Sonrió ampliamente. - María - una de las cocineras del lugar. - Me contó que desde medio día comienzan la preparaciones de varios de los aperitivos que servirán al día siguiente.
- No te los puedes comer. - Intervino Alex.
- No lo haré, simplemente digo, sería interesante ver cómo preparan las cosas aquí, podríamos si lo necesitan ayudar y conseguir gran parte de ello. - Dijo, los demás se miraron entre sí, y la verdad, es que no era una mala idea, para nada.
- Creo que de todas las ideas que has tenido, es lo mejor que has sacado. - Halagó Alex, su rostro no es que cambiase mucho, pero escuchar algo así de su persona ya era bastante.
Regresaron a la posada y, aunque había sido un largo día, tomaron un refrigerio antes de ir a dormir.
-¿Piensas en algo? - La voz a sus espaldas lo hizo apenas mover la cabeza solo para comprobar que era la persona que escuchaba. Aunque pronto habría podido haber quedado como piedra ese día no era el caso.
- Nada en especial. - Giró nuevamente la vista hacia el cielo, era el mismo de siempre. Era aburrido verlo. De hecho tan aburrido como él. Y si se lo ponía a pensar ella tampoco estaba encasillada en la clasificación de "diversión" al contrario, el mundo era su obra de teatro para reír. No al revés. - Voy a participar en esa cosa.
- Ya veo. - Quedó muda por varios segundos y en lugar de mirar arriba clavó su mirada abajo, desde esa ventana, quien se tirase sería difícil fracturarse algo, especiammente por la tierra húmeda y el pasto verde justo abajo. La construcción al ser de madera se preguntó si no era algo peligroso mantener en esas circunstancias ese elemento. - Y no será… Tu sabes… ¿Peligroso? - Lo miró de soslayo, notando que de hecho regresó a mirarla.
- ¿Preocupada?
- No. - Se tardó un poco en contestar, pero sentía haber caído en una trampa propia. El largó un suave entendimiento.
- Ya veo.
Ella suspiró pesadamente.
-Estarás bien, es decir, eres policía.
- Era.
- Nunca es tarde para regresar a su empleo oficial.
- La palabra jubilado parece que todavía no te entra en la cabeza.
- Pues cuando regresemos deberías de dedicarte a algo. No ser un vago solo porque sí. - Se hizo hacia atrás. La verdad tenía sueño pero había sentido sed, por lo que se levantó y justo encontró al joven ahí, dejó el vaso del que habia tomado sobre la mesa y regresó a su habitación después de un: "buenas noches" él le regresó un:
- Es de madrugada. - y ella solo se quejó con un bufido de ofensa.
Es un desastre pero debía terminarlo :'v
- Entonces… - Miró a la pelirroja, parecía más perdida que antes, hasta que ésta se detuvo, la imitó, y así mismo quedó en el aire su plática acerca de cómo estaban las cosas hasta el momento con el coliseo. - ¿Ocurre algo? - Preguntó. Angelique solo miraba al frente como si hubiese descubierto algo y eso la incitó a mirar al mismo lugar sin encontrar realmente nada más que el horizonte de suelo y más suelo (?.
La pelirroja reaccionó y en seguida miró a Eliary, y aunque la miraba, aun parecía perdida.
- Aaaangeeeeeel… - La zarandeó a tal punto que el cabello suelto de Angel terminó bailando en leves roces entre los hombros de la propia dueña y las manos de la ojiazul.
La nominada, como nunca aprovechó lo que le llevaba de altura para poder detener aquello, no era que le molestase, era que ya había despertado de su trance absurdo y se lo quiso dar a saber.
- Estoy bien. - Sonrió levemente, Eli solo torció el labio en un claro: "No te creo." Angel que poco a poco había aprendido a leer las expresiones de sus compañeros, comprendió. - Es en serio. - Insistió al tomarla de las manos como si suplicase que le creyese, aunque era más bien la confianza que tenía a ese tiempo con ella como para hacer eso. - Simplemente que ya me paso la conmoción y el nervio. - Sonrió con más ganas. Eli le regresó el gesto, sin necesidad de que le contase algo, el gesto que habían tenido ambos jóvenes cuando ella llegó eran de simple vista para la comprensión más tonta. Aunque esto ya lo pareciese hasta cuando no había aclaración de nada.
Regresaron a caminar, según parecía ya estaba bastante avanzado todo el coliseo, tanto que seguramente a la tarde después de la comida, la algarabía en las calles y los adornos no faltarían.
- ¡Hey! Chicas. - Saludó Hunter, había terminado su parte y ayudando a otro, aunque en ese momento lo dejó, solo le faltaba el último toque y no era tan necesario cuatro manos para ello.- ¿Saben si ya está la comida? - Preguntó dramatizando un desmayo exagerado. - Siento que muero.
- No lo parece. - Bromeó Angel, Hunter suspiró y empeoró su expresión abatida. Eli rió de esto, Angel tardó un poco pero alcanzó a dar una sonrisa..
- A eso venía. - La pelimorada tomó la palabra. - Se me olvidó decirle a Alex, pero no importa. - Restó importancia a su recuerdo. - Cuando estaba terminando mi parte una de las cocineras se me acercó, me dijo que hoy no almorzaremos en el lugar de siempre ya que lo están arreglando, por lo que será fuera. Y aquí la mala noticia, la ración no será como siempre, sino un poco menos. - Hunter resopló, pero no con mala intención, había sido una simple broma. - No hubo tiempo de preparar lo acostumbrado.
- Yo que esperaba darme un banquete. - No se notaba diferente además del drama exagerado, siempre comprendía las cosas.
- En la noche creo que lo compensarán. - Aclaró.
- Eso es mucho tiempo.
- Se puede ir a la panadería. - Suspiró en rendimiento, Hunter sonrió divertido, y Angel pareció pensarlo. ¿La panadería? No era mala idea, había un nuevo postre que quería comprar desde días antes cuando pasaba con Eli de unas compras que les habían pedido. Además al frente de la panadería quedaba lo más parecido a una tienda de ropa, el modista del pueblo, el único lugar en donde se podía comprar y hacer pedidos de ropa en toda la ciudad, no tenía sentido, y puede que existieran quienes tuviesen un trabajo parecido más disimulado, pero la realidad es que no habían estado tanto tiempo allí como para averiguarlo, y solo sabía que desde un tiempo quería entrar ahí, pues hasta las ropas que cargaban eran prestadas.
- Me parece buena idea. - Asintió sonriente. Los dos mayores parecieron estar de acuerdo.
Se volvieron a reunir con Alex y le contaron los planes de ir por algo después de la comida, no pareció emocionado, pero tampoco le desagradaba, expresiones muy comunes en él, que sin duda le llevarían a preguntarse más de una vez, cómo logró que Angel terminase aceptándolo. Y si lo pensaba bien… ¿Realmente lo había hecho? No es como si hubiese habido una pregunta de por medio, pero tampoco sentía que la necesitara, ella misma lo pareció tomar bastante bien, de hecho era como si ella hubiese desencadenado aquello aunque no tuviese real intención… No, si la había tenido, tuvo toda la intención, pero como siempre era demasiado disimulada hasta con eso, que mujer tan manipuladora que era, a veces podía asustar eso. Mas, al final no salió como hubiese querido ninguno de los dos, pero era un avance.
Al término del almuerzo se encaminaron al lugar dicho, y después de disfrutar de los postres que más le llamó la atención a cada uno, Hunter decidió que ayudaría en el lugar para la decoración, pero esta vez sí tenía una razón, los dueños eran muy amables, y había recompensa de pan para la siguiente comida, suficiente para una buena cena para los cuatro. Eli y Alex en cambio decidieron cumplirle el pequeño capricho a Angel de entrar a la tienda del modista. Varios vestidos y trajes elegantes se notaban que habían sido hechos con telas que habían visto ya a lo largo de su viaje, por lo que se les hacía fácil diferenciar cuáles eran realmente de calidad y cuáles no.
- Le puedo recomendar este a la señorita. - El modista se acercó am notar que de hecho la más interesada en aquello era la joven de cabellos rojos. El vestido era largo, elegante, y mezclaba en rojo, dorado y blanco de una manera excepcional sólo tenía un problema.
Angel solo sonrió demostrando su inseguridad.
- Pues… si lo da al precio justo podríamos estar hablando. - Dijo Ely, esa tela no era de tan buena calidad como para el precio que tenía. Si era verdad que la mano de obra merecía su parte, pero, en primera ellos eran pobres, el modista bastante zorro, y en tercera… Ellos eran pobres.
- Me parece un precio justo. - Refutó, que si es verdad que la calidad no es la mejor, tiene la suficiente para crear la ilusión de que sí, será la envidia de todos. Entonces Angel tomó la palabra.
- Ese es el problema… yo… no me gusta llamar la atención. - Explicó, si bien la calidad no era el problema, ese escote sí que lo era, además los colores llamativos solo la llevarían a no poder pasar desapercibida, algo a lo que ya estaba acostumbrada y esperaba así se quedara. No estuvieron mucho tiempo más, además de que no encontraron nada del gusto de ninguno, realmente hablar con esa persona era una pérdida de tiempo.
-Vaya, eres todo un actor. - Dejó el vino a un lado, sus ojos ámbar resplandecían a la luz del candelabro justo al lado de la copa de vino en la pequeña mesa de madera.
- ¿De qué hablas? Solo hacía mi trabajo.
- Es de lo mismo que te hablo, esto no es tu trabajo. - Negó con clara diversión.
- Bueno, es mejor atraerlos de manera amable, a engañarlos para ir a ver un espectáculo tan pobre.
- Oye… se gana bien. - La mujer se encogió de hombros y acomodó su sombrero.
- Como digas…. En serio no entiendo que te pasa con esa niña, no parece tan especial además de lo introvertida que es. Y que le gusta lo que no puede comprar.
- ¿Qué esperabas de una consentida? ¿Que escogiese lo más barato? - Resopló escupiendo en el proceso. - No me hagas reír. Y como te dije, simplemente me recuerda mucho a mi hija, igual de introvertida pero con buen gusto. Y te aseguro que si no era millonaria en su antigua vida, mínimo era demasiado avara, pero como dudo de lo segundo con su actual comportamiento, la razón es la primera.
- Analizas demasiado a lo que pronto será cenizas. - Tomó unas telas y las rodó por su brazo, pronto las acomodó en un estante para mostrario.
- Es parte de mi habilidad. Lo sabes. ¿Crees que hacer títeres o réplicas es solo cosa de hacer la apariencia igual? Debe mínimo de poseer un poco de la esencia de la persona, o será como colgarte la soga al cuello
- Si tu dices, pero la simple apariencia despista s cualquiera, ya sabes, nunca nadie reaccionaría de inmediato. Es como la ropa, si vistes caro te creeran de alta alcurnia aunque te pongas la misma cosa todos los días. Si vistes barato te creerán pobre aunque tengas una muda de ropa para cada día del año. Así es como funciona esto, a menos que seas ciego o seas un perro. - Se encogió de hombros, la mujer titiritera, puso los ojos en blanco, no sabía si aliarse con aquel modista era una real oportunidad para salir de ese lugar, solo sabía que terminaría más muerto al final de esa aventura.
-¿Nos quedan pendientes? - Preguntó Alex, estaban agotados, después de regresar de la panadería, ayudaron con la iglesia y la posada, además al dueño de la canoa con los adornos, ya era lo suficientemente tarde para no ver nada si apagaban la última lámpara de querosín que les quedaba, al menos solo sería para regresar a su alojamiento.
- Mañana, el pueblo en general estará ocupado con esto. - Pensó Hunter.
- Tengo entendido que las familias realmente no piden ayuda. - Eli lo miró, ya veía sus intenciones, el muchacho también necesitaba descansar. - Es como una navidad y adornar el árbol.
- Será menos trabajo entonces. - Sonrió ampliamente. - María - una de las cocineras del lugar. - Me contó que desde medio día comienzan la preparaciones de varios de los aperitivos que servirán al día siguiente.
- No te los puedes comer. - Intervino Alex.
- No lo haré, simplemente digo, sería interesante ver cómo preparan las cosas aquí, podríamos si lo necesitan ayudar y conseguir gran parte de ello. - Dijo, los demás se miraron entre sí, y la verdad, es que no era una mala idea, para nada.
- Creo que de todas las ideas que has tenido, es lo mejor que has sacado. - Halagó Alex, su rostro no es que cambiase mucho, pero escuchar algo así de su persona ya era bastante.
Regresaron a la posada y, aunque había sido un largo día, tomaron un refrigerio antes de ir a dormir.
-¿Piensas en algo? - La voz a sus espaldas lo hizo apenas mover la cabeza solo para comprobar que era la persona que escuchaba. Aunque pronto habría podido haber quedado como piedra ese día no era el caso.
- Nada en especial. - Giró nuevamente la vista hacia el cielo, era el mismo de siempre. Era aburrido verlo. De hecho tan aburrido como él. Y si se lo ponía a pensar ella tampoco estaba encasillada en la clasificación de "diversión" al contrario, el mundo era su obra de teatro para reír. No al revés. - Voy a participar en esa cosa.
- Ya veo. - Quedó muda por varios segundos y en lugar de mirar arriba clavó su mirada abajo, desde esa ventana, quien se tirase sería difícil fracturarse algo, especiammente por la tierra húmeda y el pasto verde justo abajo. La construcción al ser de madera se preguntó si no era algo peligroso mantener en esas circunstancias ese elemento. - Y no será… Tu sabes… ¿Peligroso? - Lo miró de soslayo, notando que de hecho regresó a mirarla.
- ¿Preocupada?
- No. - Se tardó un poco en contestar, pero sentía haber caído en una trampa propia. El largó un suave entendimiento.
- Ya veo.
Ella suspiró pesadamente.
-Estarás bien, es decir, eres policía.
- Era.
- Nunca es tarde para regresar a su empleo oficial.
- La palabra jubilado parece que todavía no te entra en la cabeza.
- Pues cuando regresemos deberías de dedicarte a algo. No ser un vago solo porque sí. - Se hizo hacia atrás. La verdad tenía sueño pero había sentido sed, por lo que se levantó y justo encontró al joven ahí, dejó el vaso del que habia tomado sobre la mesa y regresó a su habitación después de un: "buenas noches" él le regresó un:
- Es de madrugada. - y ella solo se quejó con un bufido de ofensa.
Es un desastre pero debía terminarlo :'v
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Re: [Roll]A Puppet world
El sol todavía no asomaba por el horizonte pero aun así el cielo ya anunciaba su llegada con tonos celestes propios del amanecer, casi rojos y anaranjados pero aún faltaba para eso. Suspiró profundo con la esperanza de que la bocanada de aire le despejase la mente pero no tuvo el efecto que esperaba.
En lugar de su mañana tranquila en la que esperaba a su Angelique como siempre, apareció una figura irrumpiendo en el horizonte que para nada concordaba con la figura de la pelirroja. Cuando estaba casi delante de él, le vio con la espalda ligeramente encorvada y falto de aire. No sabía si eso era normal, ningún jóven debería estar tan atrofiado muscularmente pero sin duda cargar con una armadura de hierro de la época tenía su mérito, no eran muy ligeros precisamente.
Decidió divertirse un poco y ahí se quedó parado erguido de brazos cruzados, esperando a que el caballero de brillante armadura quedase enfrente suya. Respiraba con profundidad, apoyando sus manos en sus rodillas.
- ¿No vas a preguntar cómo estoy? - Dijo con claro esfuerzo entre cada respiración.
- Puedo ver claramente que muy bien no estás. - Dedujo que por su atuendo, no parecía alguien noble o con dinero si no que un don nadie de alguna parte, un guardia de la ciudad o parecido. De ser un noble, su armadura habría brillado tan reluciente como el mismísimo Sol.
- Eres una mala persona. - Acusó.
- Algunos lo ven así. - Respondió recordando la cantidad de veces en que se había enfrentado a los antisistemas en su vida pasada; peores insultos había recibido sin ningún motivo. Por su forma de hablar confirmó definitivamente que no era un noble. - ¿Necesitas algo? -
- Maese Nicolás desea verlo en el coliseo antes de la ceremonia de mañana. -
- ¿Puedo no ir? - Se quedó firme sin responder. - Ya veo. -
Miró un momento hacia la posada pensando si debería llevarse algo más y por mas que repasaba en su cabeza, todo estaba en orden. Pero se le hacía incómodo apartarse del grupo, como solía repetirse el mismo, si algo podía salir mal, siempre saldrá mal. Cuanto antes acabara el recado, antes podría volver.
Se puso en marcha hacia el coliseo a paso ligero con la intención de llegar antes. Además, hacía frío mañanero así que moverse un poco le calentaría el cuerpo pero definitivamente preferiría estar tumbado en la cama bostezando haciendo lo mismo que los ancianos, mirar al vacío.
Por cada paso que daba, escuchaba un tintineo irritante a sus espaldas, una sombra que no despegaba de su lado. Aquel guardia lo estaba siguiendo y tenía una mala sensación, algo no encajaba.
- No tienes por qué venir conmigo. - Le dijo. Prefería soledad.
- Insisto. -
- Te vas a cansar. -
- No importa. -
- Bueno. - Dijo empezando a trotar en una marcha que ya no se podía denominar "andando rápido". - Espero que puedas seguir el ritmo. - Vió como puso una mueca de terror. Por lo menos se entreteniría en el camino.
Había muy poca gente en la calle, no habían muchos oficios que necesitasen madrugar para funcionar. Salvo guardias y algún que otro madrugador ansioso por el festival, no había razones para levantarse tan temprano. Sin embargo, la gente no tardaría en aparecer pues con los primeros rayos del Sol, ya era momento de preparar el festival.
A lo lejos junto a la entrada del coliseo, un hombre bastante corpulento discutía con otro mientras señalaba a diferentes partes. Cuando reparó en la presencia de Alexander, hizo un ademán con la mano y se acercó al chico. Era amenazante de apariencia pues era alto y voluminoso con proturberantes músculos que apenas cabían en su uniforme dejando al descubierto partes de su cuerpo; muy vitales a juicio del azabache. Un cuchillazo en aquel codo descubierto y no volvería a escribir en su vida.
- Maese Alexander. - Saludó. Alex enseguida negó con la mano.
- No hace falta ser formal. - El hombre soltó una risa poco fina.
- No entre nosotros quizás, pero siempre es bueno practicar. -
- ¿Que necesitas? - Nicolás sonrió.
- Siempre al grano. Solo informarte del programa de mañana. Hoy no haremos nada especial porque solo se concentrará el mercadillo. -
- Ajá... -
- Mañana se empezará con un desfile de la guardia. - Se acarició el mentón. Nicolás no era especialmente listo pero su experiencia en toda su vida lo hacía el mejor en su trabajo... al menos en ese lugar sin contar Alexander. - Empezará en la plaza y terminará en el coliseo. Después habrá una pausa, la gente tendrá tiempo para sentarse y entonces comenzará un torneo de fuerza. -
- ¿A muerte? -
- Amistoso. - Matizó. - Al principio serán demostraciones de habilidades pero al final será un combate de uno a uno. El ganador obtendrá un regalo en monedas de oro y fama. Tú participarás. - Alex suspiró.
- ¿Es necesario? -
- Vamos, la gente aclama tu nombre. - Le dio tal palmada en la espalda que sentía que se le había roto alguna costilla si acaso. - Todos conocen tu valentía y quieren verte, no solo el pueblo, los guardias también quieren la revancha. -
Alex solo puso cara de interrogante. ¿Que había hecho para ganarse la enemistad de los soldados? Si acaso había momentos espontáneos en los que le enseñaba alguna que otra cosa a los guardias fruto de su incompetencia en su trabajo, pequeños consejos a su juicio. Era inevitable pues cuando estaban juntos, los veía cumplir algunas órdenes con torpeza. Su política de vagueza le impedía intervenir, sin embargo había momentos en que le involucraban indirectamente como por ejemplo, esperar a que encendiesen una maldita hoguera.
Inevitablemente fue labrándose una fama entre la vulgar soldadesca y desde que un día uno se atrevió a retarle a un duelo de práctica y salido victorioso en menos de treinta segundos, notaba cierto recelo hacia él. Ni siquiera era un duelo entre públicos, no había honor que mancillar porque habían quedado en "práctica".
- No te confundas. Quieren demostrarte lo mucho que han mejorado. Yo mismo participaré y espero que hagas nombre a los rumores que te traes muchacho. -
- ¿Que? - Miró incrédulo. - ¿Rumores? -
- Se dice que duermes con los ojos abiertos. O que ves el futuro. -
- Si viese el futuro, no estaría aquí. - Nicolás rió.
- Pues bueno, será mejor que me prepare para mañana. - Dijo Alex en un intento de despedirse y volver corriendo a la posada, listo para desayunar.
- Un momento. -
Alex esperó a que hablase pero en lugar permaneció de brazos cruzados con los ojos cerrados y una cara pensativa. A veces llegaba a ser tan expresivo que no era difícil adivinar cuando tenía un mal día.
- ¿Puedo irme? - Entonces abrió los ojos de repente y miró a la lejanía, detrás de Alexander. El expolicía se giró para encontrarse todavía a aquel guardia detrás suya, bastante emocionado si cabe añadir. Fue entonces cuando al ver el rostro del guardia, cierto puzzle encajó en su cabeza. - ¿Que pasa con ella? -
- Dile tú. -
- ¡Enseñame a combatir! ¡Quiero participar mañana! - Dijo con entusiasmo. Al poco rato puso cara sorprendida. - Espera... "¿ella?" -
- Es obvio. Eres mas baja que yo, no tienes suficiente constitución y por eso te cansas de esa forma y tampoco tienes silueta de hombre. ¿Quieres que siga? -
- ¿Ves? - Dijo Nicolás suspirando. - Se lo dije que no engañaría a nadie.... La terca de mi hija. - Dijo a regañadientes.
- Padre e hija. - Pensó Alex. - Creía que las mujeres no participaban en este tipo de "tareas". -
- No lo hacen. -
- ¡Puedo hacerlo! ¡Nadie ha descubierto mi identidad hasta ahora! -
- Nadie hasta ahora. - Volvió a pensar Alex.
- ¡Sé manejar una espada! Te he visto cientos de veces padre y he practicado. -
- ¿Con que tutela? - El silencio le dió la respuesta. - Haz que entre en razón Alexander. -
De pronto, Alex se encontró con un gran dilema. Nicolás lo miraba impasible con la esperanza de que la persona a la que idolatraba su hija le diera la razón. Mientras, la hija lo miraba enérgica con la esperanza de que accediese su tutela. No tenía ganas de ninguna de las dos opciones. Para empezar, cuando estaba en el cuerpo, nunca había tenido el liderazgo, el simplemente era un mandado que no tenía permiso para instruir, sino ejecutar órdenes a sangre fría y con precisión.
- Está bien que quieras honrar a tu padre. - Dijo intentando reunir las palabras mas profundas que conocía, intentando marcarse un Sócrates. - Pero el arte de la espada es un arte de guerra, no es para defender a nadie si no para matar. -
- Los guardias no matan. - Rechistó. La voz tan neutra que tenía empezaba a sonar mas femenina que antes. No se iba a mentir, tenía mérito haber logrado cambiar el tono de su voz a algo mas camuflable.
- Al igual que las abejas, no matan, pero lo harán lo si las molestas. El día en que se acerquen bandidos, tendrás que hacerlo. El camino de la espada no es fácil. - Honestamente, no sabía que estaba diciendo pero se preguntaba una y otra vez si con eso era suficiente.
- Sabias palabras. - Dijo Nicolás. Escuchó además un "sniff" añadido.
- Yo no te detendré si quieres continuar, pero el arte de la guerra requiere sacrificio. - Alex se dio mentalmente una auto palmada en la espalda satisfecho con lo que había dicho. Había quedado cual Platón hacia Aristóteles y con una nariz mas larga que Pinocho con la trola que se estaba inventando.
- ¡Estoy lista para afrontarlo! - Gritó, con una semilágrima en cada ojo.
- ¿Que? -
- Haré lo que sea Maese Alexander. ¡Por favor enséñeme! -
- Chica, aunque te enseñe no puedes aprender en un día a combatir en la arena. -
- Entonces la próxima vez será. -
Miró hacia Nicolás en busca de ayuda y este se encogió de hombros con resignación. De algún modo tendría que librarse de ella. Si lo conseguía, podría pasar tiempo con Angelique como había previsto inicialmente. Tendría que obligarla a desaparecer antes de volver a la posada.
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Mi llegada : 13/03/2011
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Re: [Roll]A Puppet world
Normalmente ella no era muy activa, de hecho era cualquier cosa menos activa, por lo que verla salir del cuarto por quinta vez en menos de un minuto y eso ya era mucho tratándose de ella.
- ¿Angel? - Eli se levantó del cómodo asiento con almohadón que la casera les había prestado para improvisar una sala. ¿Sinceramente? El asiento más cómodo en esa maldita época que había tenido hasta ahora. Por lo que hacerla levantar podría considerarse delito.
La vio entrar nuevamente a la habitación que compartían, y antes de que saliese nuevamente se arrecostó al marco y esperó por su regreso de a penas unos cinco pasos.
- ¡Oh, Eli! - Se sobresaltó al casi chocar con ella por su continua mirada al techo. - ¿Ocurre algo? - La otra joven se cruzó de brazos y ladeó la cabeza esperando algún otro tipo de continuación, pero no obtuvo más que una extraña sonrisa de su amiga.
- Eso es lo que quiero saber yo. - Suspiró con fuerza acentuando las últimas silabas, haciendo entender a Angelique que o había hecho algo, o por el contrario que no lo había hecho. - ¿Qué te pasa? Parece que vas a hacer un hoyo en el suelo... ¡De madera!
- Bueno, sería una flexión si ocurriese algo así en realidad... bueno también le puedes decir pan... - Vio la expresión de Eli y comprendió que debía callarse, pero no lo hizo sin antes completar la palabra. - deo... - Inspiró profundo y sus ojos se dirigieron a un costado para no tener que mirarla. - En realidad... Estoy nerviosa. - Se explicó.
- ¿Tú? - Eli entró al cuarto y se sentó a la orilla de la cama siendo seguida por la pelirroja. Parecía una charla que duraría, y eso a Angel no la lograba calmar. Sí, le gustaba pasar tiempo con Eli pero prefería cuando ella hablaba y su trabajo solo era escucharla, y no todo lo contrario.
- Sé que es una tontería ¿Sí? - Miró al suelo. - Pero en primer lugar, nunca he ido a un festival fuera de los del instituto, y menos con Alex... Claro, antes no lo conocía, ni a ti, ni a Hunter... - Se volvió a quedar callada cuando notó que estaba desviando por completo la conversación y Eli trataba de contener la risa por su manera de hacer gestos con las manos mientras intentaba explicar la cosa más normal del mundo.
- Tranquila, entiendo. O eso creo.
- Entonces es un no.
- Es broma, sí. No siempre sales en una cita. - Y notó el rostro de Angel brillar en un lindo rosa poco convencional en ella.
- No es una cita. - Negó rápidamente. - Es un "día libre" o eso creo. - Eli puso los ojos en blanco.
- ¿Van los dos solos?
- Pero otras veces también lo hemos estado.
- No en un festival. - Angel resopló.
- ¿Entonces tú y Hunter también estarán en una? - Ahora la menor se cruzó de brazos esperando por una respuesta. Eli pareció meditarlo y negó.
- No es lo mismo. - Le dio una suave palmada en el hombro. - Ni por asomo, y lo sabes. Aunque él nisiquiera lo sabe.
- Es que se había ido antes de que le pudiese explicar. - Se excusó.
- Eso no importa. Aunque hubieses tenido tiempo no le hubieses dicho nada. - Eli ya conocía mejor a la pelirroja, y si alguien podía dar un mensaje por ella, era mejor de esa manera. De hecho, hasta le había sorprendido que la noche anterior cuando le habló de ello, diciéndole que Alex le había dicho para ir por la ciudad lo hubiese entendido como una actividad para realizar entre todos como un grupo de estudiantes en su viaje de curso. Y es que sabía que Angelique era lista, sí, sabía muchas cosas, pero era lenta para comprender muchas otras, especialmente cuando se trataba de personas, y rogaba que su carrera profesional no tuviese que ver con las mismas; y conociéndola era obvio que no.
- Es verdad... - Solo miró a la almohada y se tentó en acostarse de nuevo. Pero miró al reloj una vez más y no faltaba mucho para la hora de la comida, y si no llegaban a tiempo, lo más seguro es que la casera se molestase con ellas.
Las campanas de la iglesia dieron a saber a la ciudad la llegada del medio día, lo que significaba la hora del almuerzo y el descanso de las actividades matutinas.
La casera de su alojamiento les había pedido a las jóvenes la entrega de la comida a sus compañeros de viaje. Nunca se enteró de que no iban a estar para ese momento así que prefirió guardarlo en recipientes y pedir el favor a que se desperdiciara.
- ¿Señoritas? - Uno de los caballeros de la guardia las detuvo antes de llegar a la entrada, con un rostro de interrogante de un claro "¿Qué hacen aquí?" A lo que ambas de miraron como buscando en la otra que decir: si la verdad o una mentira. Mas, teniendo en cuenta la situación la realidad es que no haría daño la verdad.
- Venimos a dejar esto, de parte de nuestra casera. - Eli levantó la tela que envolvía los recipientes de comida y se la mostró al guardia.
- Hoy ya se tiene racionado para las personas que se encuentran en el entrenamiento.
- No, no lo entiendes... - Volvió a insistir Eli, era el colmo que a pesar de que la conociesen, por un festival se pusiesen tan estrictos para dejar el paso a simplemente dejar comida. - O nos dejas entrar o la señora Fuster vendrá a obligarte a que nos dejes pasar...
- ¿Su casera es la señora Fuster? - Ambas asintieron. El hombre chasqueó la lengua y maldijo en murmullo. - Bueno, pasen, pero dejan la comida y ya.
- Por supuesto. Gracias. - El hombre se apartó y las dos ingresaron con calma.
- ¿Estas personas realmente no saben que la señora Fuster es un algodón de azúcar no? - Angelique miró hacia atrás y observó el pequeño escalofrío que recorrió al guardia.
- Según entendí ella misma se hizo la reputación, y con nosotros solo bajó la guardia porque vivimos con ella. - la más baja se encogió de hombros. - Igual, es divertido ver a cualquiera asustarse con su simple mención.
- Es verdad. - Ambas rieron al recordar el espanto que había dibujado el rostro del anterior hombre.
Pasaron el umbral hasta el patio central donde varios hombres practicaban con diferentes tipos de armamento y algunos hasta sin estos.
El coliseo era un lugar enorme cuando estaba vacío, pero en ese momento estaba abarrotado por todo el espacio que necesitaban para las prácticas, a pesar de que en la realidad iban a poseer prácticamente todo el terreno.
Encontraron al rubio practicando contra un caballero de la guardia original, contra el que después de aparatar su espada y enterrarla en la tierra había ganado, ganándose el aplauso de los pocos espectadores.
El enfrentamiento concluyó con un apretón de manos y dejaron a otras dos personas comenzar su encuentro. Mientras tanto el rubio reparó en las dos jóvenes y especialmente en las curiosas telas que cargaban.
- Ustedes no deberían de estar aquí. - Se había acercado a ellas después de envainar su espada.
- No, pero la señora Fuster es un buen boleto de entrada. - Sonrió Eli con orgullo.
- Creo que hasta en un lugar pagado nos dejarían las cosas gratis solo con su mención. - Añadió la pelirroja, quien después miró de un lado a otro. Hunter notó esto y solo sonrió divertido.
- Está allá. - Señaló al borde del coliseo, parecía totalmente apartado de todo y todos, aburrido como siempre, pero sosteniendo una espada de todas formas y esperando a por algo. Lo que no tardó en llegar al apresurarse a él y fallar el golpe.
- No lo estaba buscando. - Se excusó. ninguno de sus amigos le creyó y lo hicieron notorio con sus miradas. - Solo estaba mirando todo lo que había, es en serio. - Resopló, y luego solo se quedó observando un punto en el espacio. - Les vinimos a dejar la comida. - Añadió.
- ¿Comida? Pero si nos van a dar en una media hora más.
- La señora Fuster se las mandó. Es un castigo por no haberle avisado que no llegarían al almuerzo. - Eli levantó la que cargaba en sus manos con una sonrisa de inocencia. A Hunter no le molestaba para nada comer todo lo que pudiese, pero no estaba seguro que tan bien lo tomarían las mujeres que se encargaban de la comida de la guardia, algunas eran bastante sensibles a la mención de la comida de alguien más, especialmente la jefa de cocina.
- Bueno, no creíamos que nos dejarían aquí hasta tan tarde. - Miró el rededor, todas esas personas estaban dando su mejor intento por no hacerlo mal. - Pero se han emocionado de más, y hasta que los de alto rango no digan lo contrario no nos podemos ir todavía.
- ¿Así que no tienen hora de salida? - Angelique pareció meditarlo, si seguían así, lo más seguro es que le dijese a Alex que era un mentiroso.
- En sí, creo que cuando el festival llegue a su punto cumbre, podremos salir, nos darán la noche. - Angel solo hizo un sonido de entendimiento y estiró lo que cargaba a Hunter. Quien lo tomó dudoso, creía que ella se lo entregaría a Alex.
- Supongo entonces deberíamos dejarlos practicar. - Dijo simplemente, la realidad es que no había dejado de mirar de reojo a Alex y en serio parecía ocupado.
- Es verdad... - Eli también observó en dirección de Alex, y se veía más ocupado que los demás que practicaban.
- Ten - Eli le entregó el almuerzo a Alex cuando notó que había mandado al otro caballero a correr. Angel estaba con ella y Hunter se había hecho un lugar cerca para comer. No quería decepcionar a la casera que tanto los había cuidado.
Alex por su parte se quedó mirando lo que ahora tenía en las manos.
- ¿Qué es esto?
- Comida.
- Es demasiado.
- Pues según la señora Fuster o comes o no te alimenta más. - Alex resopló. Sería una molestia lidiar luego con la comida de las cocineras de la guardia. Él comía pero no era un glotón como Hunter.
- Supongo que no hay opción...
- No puedo creer que la señora Fuster también sea un talón de Aquiles para ti.
- ¿Bromeas? - Levantó una ceja ante la pequeña burla de la pelimorada. - Esa mujer puede llegar a ser un dolor de cabeza si no obedeces. Prefiero la furia de la jefa de cocina que la de ella.
- Entonces.. deberías empezar a co... - La respiración agitada del guardia llegó a los oídos de los cuatro.
- Vuelta lista. - Alcanzó a decir con la respiración pesada.
- Otra.
- ¡¿Qué?!
- ¿Quieres sentir más ligera esa cosa? - Sus labios se torcieron, definitivamente no es que fuese algo malo entrenar a alguien pero era una molestia. - Otra vuelta.
- Sí, señor. - A penas dijo y empezó a trotar nuevamente.
- ¿Es? - Preguntó Eliary viendo como se alejaba.
- Un guardia principiante.
- ¿Un? - Pronunció Angelique por primera vez. Sí, era más alto que ella, pero, no pudo evitar darse cuenta de que no se trataba de "un" sino de "una". Alex decidió unirse al festín de la señora Fuster junto a Hunter recostado a la pared.
- Sí. - Dijo cansado mientras deshacía los nudos. - Es hijo de Nicolás y quiere aprender a manejar la espada, pero no creo que esté listo para mañana, para el próximo año quizá. - Dijo, y Angel solo podía escuchar la manera en que continuaba cambiando el género de esa persona.
- Al menos lo está intentando. - Dijo Hunter cuando terminó de masticar. - Diganle a la señora Fuster que el pescado está delicioso.- Pidió mientras daba otro bocado.
- Se lo diremos, si es que no se nos olvida. - Bromeó Eli, y regresó su mirada a Alex. - ¿Próximo año?
- Aja. Sabe algunas cosas pero no está completamente en forma.
- Bueno, si no los obligasen a utilizar esos trajes...
- Ya sabes.. son necesarios.
- Lo sé... lo sé.
Habían terminado la comida y vuelto a hacer los nudos, la casera les iba a dar un buen sermón cuando regresasen si no le regresaban los recipientes en el momento.
- Bueno, la señora Fuster estará encantada. - Sonrió Eli, Alex Resoplaba y Hunter sonreía satisfecho, aunque todavía podía seguir comiendo, así que no tenía problema en esperar el poco rato que faltaba para la comida de los guardias.
- No se olviden de decirle lo del pescado. - Volvió a repetir, Eli se hizo la loca como si realmente lo hubiese olvidado. - Oh, vamos.
- Alex... - Angel se había acercado a él cuando se había quedado observando la práctica del principiante.
- ¿Mm? - Dijo observando a la pelirroja.
- ¿Por qué la tratas de él? - Preguntó con clara duda. Él abrió los ojos grandes y le tapó la boca con una mano. Ella resopló ante ello.
- Shhhhh. - Pidió, no esperaba que justamente ella lo notara. O quizá no tendría que sorprenderle tenía talentos extraños. - Aquí nadie lo sabe. - Observó cómo lo miraba con el ceño fruncido y la soltó. - Y como es un cabezota su padre necesitaba a alguien que lo entrenase.
- ¿En serio? ¿Entonces por qué debes de entrenar...lo tú? - Ella se cruzó de brazos y su gesto se convirtió en real duda.
- Al parecer me escogió como profesor. - Se encogió de hombros.
- Aja... - Aquella expresión de parte de ella no es que fuese extraña, sino el modo en que la pronunció. -
- ¿Qué?
- No, nada. - Dijo simplemente, luego miró a Eli, ya debían de irse. - Cuando salgas deberías de bañarte. Nos vemos. - Dijo simplemente antes de regresar con Eli para irse de allí. Alex la quedó mirando confundido ¿Qué había sido eso? ¿Acaso apestada? Aunque con lo que sudaba en esa cosa, no lo veía tan imposible.
Oficialmente, hemos alcanzado a Remember, el roll más antiguo que ha sobrevivido en esta zona. Aplausos por favor, aplausos (??
- ¿Angel? - Eli se levantó del cómodo asiento con almohadón que la casera les había prestado para improvisar una sala. ¿Sinceramente? El asiento más cómodo en esa maldita época que había tenido hasta ahora. Por lo que hacerla levantar podría considerarse delito.
La vio entrar nuevamente a la habitación que compartían, y antes de que saliese nuevamente se arrecostó al marco y esperó por su regreso de a penas unos cinco pasos.
- ¡Oh, Eli! - Se sobresaltó al casi chocar con ella por su continua mirada al techo. - ¿Ocurre algo? - La otra joven se cruzó de brazos y ladeó la cabeza esperando algún otro tipo de continuación, pero no obtuvo más que una extraña sonrisa de su amiga.
- Eso es lo que quiero saber yo. - Suspiró con fuerza acentuando las últimas silabas, haciendo entender a Angelique que o había hecho algo, o por el contrario que no lo había hecho. - ¿Qué te pasa? Parece que vas a hacer un hoyo en el suelo... ¡De madera!
- Bueno, sería una flexión si ocurriese algo así en realidad... bueno también le puedes decir pan... - Vio la expresión de Eli y comprendió que debía callarse, pero no lo hizo sin antes completar la palabra. - deo... - Inspiró profundo y sus ojos se dirigieron a un costado para no tener que mirarla. - En realidad... Estoy nerviosa. - Se explicó.
- ¿Tú? - Eli entró al cuarto y se sentó a la orilla de la cama siendo seguida por la pelirroja. Parecía una charla que duraría, y eso a Angel no la lograba calmar. Sí, le gustaba pasar tiempo con Eli pero prefería cuando ella hablaba y su trabajo solo era escucharla, y no todo lo contrario.
- Sé que es una tontería ¿Sí? - Miró al suelo. - Pero en primer lugar, nunca he ido a un festival fuera de los del instituto, y menos con Alex... Claro, antes no lo conocía, ni a ti, ni a Hunter... - Se volvió a quedar callada cuando notó que estaba desviando por completo la conversación y Eli trataba de contener la risa por su manera de hacer gestos con las manos mientras intentaba explicar la cosa más normal del mundo.
- Tranquila, entiendo. O eso creo.
- Entonces es un no.
- Es broma, sí. No siempre sales en una cita. - Y notó el rostro de Angel brillar en un lindo rosa poco convencional en ella.
- No es una cita. - Negó rápidamente. - Es un "día libre" o eso creo. - Eli puso los ojos en blanco.
- ¿Van los dos solos?
- Pero otras veces también lo hemos estado.
- No en un festival. - Angel resopló.
- ¿Entonces tú y Hunter también estarán en una? - Ahora la menor se cruzó de brazos esperando por una respuesta. Eli pareció meditarlo y negó.
- No es lo mismo. - Le dio una suave palmada en el hombro. - Ni por asomo, y lo sabes. Aunque él nisiquiera lo sabe.
- Es que se había ido antes de que le pudiese explicar. - Se excusó.
- Eso no importa. Aunque hubieses tenido tiempo no le hubieses dicho nada. - Eli ya conocía mejor a la pelirroja, y si alguien podía dar un mensaje por ella, era mejor de esa manera. De hecho, hasta le había sorprendido que la noche anterior cuando le habló de ello, diciéndole que Alex le había dicho para ir por la ciudad lo hubiese entendido como una actividad para realizar entre todos como un grupo de estudiantes en su viaje de curso. Y es que sabía que Angelique era lista, sí, sabía muchas cosas, pero era lenta para comprender muchas otras, especialmente cuando se trataba de personas, y rogaba que su carrera profesional no tuviese que ver con las mismas; y conociéndola era obvio que no.
- Es verdad... - Solo miró a la almohada y se tentó en acostarse de nuevo. Pero miró al reloj una vez más y no faltaba mucho para la hora de la comida, y si no llegaban a tiempo, lo más seguro es que la casera se molestase con ellas.
Las campanas de la iglesia dieron a saber a la ciudad la llegada del medio día, lo que significaba la hora del almuerzo y el descanso de las actividades matutinas.
La casera de su alojamiento les había pedido a las jóvenes la entrega de la comida a sus compañeros de viaje. Nunca se enteró de que no iban a estar para ese momento así que prefirió guardarlo en recipientes y pedir el favor a que se desperdiciara.
- ¿Señoritas? - Uno de los caballeros de la guardia las detuvo antes de llegar a la entrada, con un rostro de interrogante de un claro "¿Qué hacen aquí?" A lo que ambas de miraron como buscando en la otra que decir: si la verdad o una mentira. Mas, teniendo en cuenta la situación la realidad es que no haría daño la verdad.
- Venimos a dejar esto, de parte de nuestra casera. - Eli levantó la tela que envolvía los recipientes de comida y se la mostró al guardia.
- Hoy ya se tiene racionado para las personas que se encuentran en el entrenamiento.
- No, no lo entiendes... - Volvió a insistir Eli, era el colmo que a pesar de que la conociesen, por un festival se pusiesen tan estrictos para dejar el paso a simplemente dejar comida. - O nos dejas entrar o la señora Fuster vendrá a obligarte a que nos dejes pasar...
- ¿Su casera es la señora Fuster? - Ambas asintieron. El hombre chasqueó la lengua y maldijo en murmullo. - Bueno, pasen, pero dejan la comida y ya.
- Por supuesto. Gracias. - El hombre se apartó y las dos ingresaron con calma.
- ¿Estas personas realmente no saben que la señora Fuster es un algodón de azúcar no? - Angelique miró hacia atrás y observó el pequeño escalofrío que recorrió al guardia.
- Según entendí ella misma se hizo la reputación, y con nosotros solo bajó la guardia porque vivimos con ella. - la más baja se encogió de hombros. - Igual, es divertido ver a cualquiera asustarse con su simple mención.
- Es verdad. - Ambas rieron al recordar el espanto que había dibujado el rostro del anterior hombre.
Pasaron el umbral hasta el patio central donde varios hombres practicaban con diferentes tipos de armamento y algunos hasta sin estos.
El coliseo era un lugar enorme cuando estaba vacío, pero en ese momento estaba abarrotado por todo el espacio que necesitaban para las prácticas, a pesar de que en la realidad iban a poseer prácticamente todo el terreno.
Encontraron al rubio practicando contra un caballero de la guardia original, contra el que después de aparatar su espada y enterrarla en la tierra había ganado, ganándose el aplauso de los pocos espectadores.
El enfrentamiento concluyó con un apretón de manos y dejaron a otras dos personas comenzar su encuentro. Mientras tanto el rubio reparó en las dos jóvenes y especialmente en las curiosas telas que cargaban.
- Ustedes no deberían de estar aquí. - Se había acercado a ellas después de envainar su espada.
- No, pero la señora Fuster es un buen boleto de entrada. - Sonrió Eli con orgullo.
- Creo que hasta en un lugar pagado nos dejarían las cosas gratis solo con su mención. - Añadió la pelirroja, quien después miró de un lado a otro. Hunter notó esto y solo sonrió divertido.
- Está allá. - Señaló al borde del coliseo, parecía totalmente apartado de todo y todos, aburrido como siempre, pero sosteniendo una espada de todas formas y esperando a por algo. Lo que no tardó en llegar al apresurarse a él y fallar el golpe.
- No lo estaba buscando. - Se excusó. ninguno de sus amigos le creyó y lo hicieron notorio con sus miradas. - Solo estaba mirando todo lo que había, es en serio. - Resopló, y luego solo se quedó observando un punto en el espacio. - Les vinimos a dejar la comida. - Añadió.
- ¿Comida? Pero si nos van a dar en una media hora más.
- La señora Fuster se las mandó. Es un castigo por no haberle avisado que no llegarían al almuerzo. - Eli levantó la que cargaba en sus manos con una sonrisa de inocencia. A Hunter no le molestaba para nada comer todo lo que pudiese, pero no estaba seguro que tan bien lo tomarían las mujeres que se encargaban de la comida de la guardia, algunas eran bastante sensibles a la mención de la comida de alguien más, especialmente la jefa de cocina.
- Bueno, no creíamos que nos dejarían aquí hasta tan tarde. - Miró el rededor, todas esas personas estaban dando su mejor intento por no hacerlo mal. - Pero se han emocionado de más, y hasta que los de alto rango no digan lo contrario no nos podemos ir todavía.
- ¿Así que no tienen hora de salida? - Angelique pareció meditarlo, si seguían así, lo más seguro es que le dijese a Alex que era un mentiroso.
- En sí, creo que cuando el festival llegue a su punto cumbre, podremos salir, nos darán la noche. - Angel solo hizo un sonido de entendimiento y estiró lo que cargaba a Hunter. Quien lo tomó dudoso, creía que ella se lo entregaría a Alex.
- Supongo entonces deberíamos dejarlos practicar. - Dijo simplemente, la realidad es que no había dejado de mirar de reojo a Alex y en serio parecía ocupado.
- Es verdad... - Eli también observó en dirección de Alex, y se veía más ocupado que los demás que practicaban.
- Ten - Eli le entregó el almuerzo a Alex cuando notó que había mandado al otro caballero a correr. Angel estaba con ella y Hunter se había hecho un lugar cerca para comer. No quería decepcionar a la casera que tanto los había cuidado.
Alex por su parte se quedó mirando lo que ahora tenía en las manos.
- ¿Qué es esto?
- Comida.
- Es demasiado.
- Pues según la señora Fuster o comes o no te alimenta más. - Alex resopló. Sería una molestia lidiar luego con la comida de las cocineras de la guardia. Él comía pero no era un glotón como Hunter.
- Supongo que no hay opción...
- No puedo creer que la señora Fuster también sea un talón de Aquiles para ti.
- ¿Bromeas? - Levantó una ceja ante la pequeña burla de la pelimorada. - Esa mujer puede llegar a ser un dolor de cabeza si no obedeces. Prefiero la furia de la jefa de cocina que la de ella.
- Entonces.. deberías empezar a co... - La respiración agitada del guardia llegó a los oídos de los cuatro.
- Vuelta lista. - Alcanzó a decir con la respiración pesada.
- Otra.
- ¡¿Qué?!
- ¿Quieres sentir más ligera esa cosa? - Sus labios se torcieron, definitivamente no es que fuese algo malo entrenar a alguien pero era una molestia. - Otra vuelta.
- Sí, señor. - A penas dijo y empezó a trotar nuevamente.
- ¿Es? - Preguntó Eliary viendo como se alejaba.
- Un guardia principiante.
- ¿Un? - Pronunció Angelique por primera vez. Sí, era más alto que ella, pero, no pudo evitar darse cuenta de que no se trataba de "un" sino de "una". Alex decidió unirse al festín de la señora Fuster junto a Hunter recostado a la pared.
- Sí. - Dijo cansado mientras deshacía los nudos. - Es hijo de Nicolás y quiere aprender a manejar la espada, pero no creo que esté listo para mañana, para el próximo año quizá. - Dijo, y Angel solo podía escuchar la manera en que continuaba cambiando el género de esa persona.
- Al menos lo está intentando. - Dijo Hunter cuando terminó de masticar. - Diganle a la señora Fuster que el pescado está delicioso.- Pidió mientras daba otro bocado.
- Se lo diremos, si es que no se nos olvida. - Bromeó Eli, y regresó su mirada a Alex. - ¿Próximo año?
- Aja. Sabe algunas cosas pero no está completamente en forma.
- Bueno, si no los obligasen a utilizar esos trajes...
- Ya sabes.. son necesarios.
- Lo sé... lo sé.
Habían terminado la comida y vuelto a hacer los nudos, la casera les iba a dar un buen sermón cuando regresasen si no le regresaban los recipientes en el momento.
- Bueno, la señora Fuster estará encantada. - Sonrió Eli, Alex Resoplaba y Hunter sonreía satisfecho, aunque todavía podía seguir comiendo, así que no tenía problema en esperar el poco rato que faltaba para la comida de los guardias.
- No se olviden de decirle lo del pescado. - Volvió a repetir, Eli se hizo la loca como si realmente lo hubiese olvidado. - Oh, vamos.
- Alex... - Angel se había acercado a él cuando se había quedado observando la práctica del principiante.
- ¿Mm? - Dijo observando a la pelirroja.
- ¿Por qué la tratas de él? - Preguntó con clara duda. Él abrió los ojos grandes y le tapó la boca con una mano. Ella resopló ante ello.
- Shhhhh. - Pidió, no esperaba que justamente ella lo notara. O quizá no tendría que sorprenderle tenía talentos extraños. - Aquí nadie lo sabe. - Observó cómo lo miraba con el ceño fruncido y la soltó. - Y como es un cabezota su padre necesitaba a alguien que lo entrenase.
- ¿En serio? ¿Entonces por qué debes de entrenar...lo tú? - Ella se cruzó de brazos y su gesto se convirtió en real duda.
- Al parecer me escogió como profesor. - Se encogió de hombros.
- Aja... - Aquella expresión de parte de ella no es que fuese extraña, sino el modo en que la pronunció. -
- ¿Qué?
- No, nada. - Dijo simplemente, luego miró a Eli, ya debían de irse. - Cuando salgas deberías de bañarte. Nos vemos. - Dijo simplemente antes de regresar con Eli para irse de allí. Alex la quedó mirando confundido ¿Qué había sido eso? ¿Acaso apestada? Aunque con lo que sudaba en esa cosa, no lo veía tan imposible.
Oficialmente, hemos alcanzado a Remember, el roll más antiguo que ha sobrevivido en esta zona. Aplausos por favor, aplausos (??
Shiba- .::♡.Moder*Contest.♡::.
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Re: [Roll]A Puppet world
- Basta. - Ordenó Alex. - Es suficiente. -
Ella simplemente respiraba profundamente, intentando coger aire pero cada bocanada que daba parecía cemento o agua, no sentía que estuviese haciendo la respiración sin añadir de que tenía la cara roja como un tomate y tan mojado por el sudor como si se hubiese lavado el rostro sin secar después.
- No mas entrenamiento por hoy. -
- Arg. - Dijo dejándose caer al suelo provocando un sonido metálico sorprendentemente agradable. - ¿Podré combatir mañana? -
- No. -
- Puedo... Hacerlo.... -
- No, no puedes. - Sentenció Alex indiferente. Sinceramente estaba algo molesto por haber tenido que malgastar su día de aquella manera por no decir de que le inquietaba lo último que le había dicho Angel. No era gran cosa pero definitivamente estaba fuera de lugar ese comentario. - Ve y descansa, es hora de comer. -
Con la poca intención de aguantar a que su aprendiz le volviese a discutir, le dio la espalda y comenzó a caminar hacia el comedor. Ahora tendría que enfrentarse al equipo de cocina y convencerlas con algun tipo de excusa creíble porque si algo odiaban por aquellos lares, era el desperdicio de comida que no sobraba precisamente.
- ¡Maese Alexander! - Le interrumpió una voz. Se giró para encontrarse a uno de los tantos guardias pero con mirada desafiante.
- ¿Si? -
- Un duelo. - Pidió. Alex miró de un lado a otro y notaba como miradas empezaban a congregarse, incluso gente de camino al comedor se detenían a contemplar lo que iba a ser seguramente una de las mejores escenas del día.
- Chico, ahora no es el momento. -
- Insisto. -
- Mas tarde. -
- ¡Maese! - Gritó sin faltar respeto. - Se perfectamente que termina ahora su turno. - Alex simplemente sonrió, le había pillado.
- Bueno, si insistes. -
Tan pronto como había terminado la frase, ya se había formado un coro de curiosos alrdedor de él y el guardia, algunos de mismo rango que el retador y algunos de mayores rangos con una sonrisa soberbia, soberbia de que ya sabían cual sería el resultado.
- Bolas como dos campanas. Mira que desafiar a Maese Alexander... -
- Yo he escuchado que duerme con ojos abiertos... -
Comentarios como aquellos en susurros, le ponían en duda su reputación. De verdad que no sabía cual era origen de todo aquello porque por mas memoria que hiciese, no recordaba haber hecho nada remarcable. ¿Habia salvado a alguien? No. ¿Había cometido un acto heroico contra bandidos? No. Se daba orgullo a si mismo a su política de vagueza, imposible que se involucrara tanto, mas aun sabiendo en el mundo de mentiras en el que estaban.
Alex desenvainó su espada y el guardia hizo lo mismo pero a continuación, Alex clavó su espada en el suelo y asumió postura de autodefensa personal. Por supuesto la reacción no tardó en aparecer con mas susurros y especulaciones.
- Hasta que uno no pueda seguir. Ven. -
Aquello fue suficiente para que algo hiciese click en la cabeza del joven, que acometió con furia. Tan solo bastó diez segundos para que el joven guardia estuviera desarmado en el suelo, con un brazo inmovilizado en la espalda y gritando de dolor.
- Enhorabuena, has durado cinco segundos mas que la mayoría. - Dijo liberándolo y recuperando la espada que había clavado en el suelo. Envainó la hoja y reanudó su camino hacia el comedor.
- ¡Maese! - Alex miró de reojo. - ¿Me enseñaría? -
- Definitivamente no. -
Nada mas entrar, el bullicio recordaba a una taberna pero sin borrachos, con cada cual dando gritos intentando asertar dominancia a sus compatriotas a base de voceríos. Aparentemente, quien gritara más, tendría mas razón.
Entre todo ese estruendo, se acercó a la barra de madera que separaba la cocina del comedor, donde múltiples cocineras se movían de un lado a otro sin parar. Había quienes eran doncellas, otras ya amas de cosa y luego en su propia categoría, estaba la jefa de cocina, comparable a la señora Fuster pero en menor grado.
- Sir Alexander. - Lo llamó una de las cocineras. Era la mas bajita, cosa que le hacía adorable y al mismo tiempo la mas ignorada de todas. - Aquí está tu porción. -
- Verás... Hoy no. - Dijo reuniendo todas sus fuerzas para que no le temblase la voz.
- No es bueno saltarse la comida. -
- No es eso... - Comprobó que nadie estaba escuchando y le susurró. - Ya comí. - Confesó. De todas las cocineras, ella era la mas normal, tolerante y peligrosamente inocente.
- Oh, ya veo... Había guardado especialmente la mejor parte para ti... - Alex suspiró. Poner triste a alguien como ella debía de ser delito.
- Quizás tome algo. - El rostro se le iluminó. - Solo la mitad. La otra mitad es para Hunter. -
- Sí. - Asintió alegre separando la cantidad de comida con una cuchara. - Tome su porción. -
- Gracias. -
Miró la bandeja y se componía de un puré de patatas, unas salchichas de un tamaño exagerado comparado a cuando las compraba en el super cuando estaba vivo de verdad, un pan enano junto a un quesito. Aquello seguía siendo demasiado.
Buscó la mesa mas solitaria posible y ahí se sentó en una esquina pensando en como se iba a tragar todo eso. No negaba que estuviera delicioso pero es que ya estaba lleno, a lo mucho podía con solo un trozo de cada.
Y entonces, como si el cielo hubiese escuchado sus plegarias, notó una presencia a su lado. Dedujo que solo podía ser el pozo sin fondo de Hunter, amigo y salvación de personas como él pero cuando se giró, se encontró con su aprendiz, con una sonrisa de oreja a oreja.
- ¿Que haces? -
- Solo quiero estar contigo Maese, -
- Tengo vida personal. - Cogió cucharadas de su puré, una salchicha y medio pan, y se lo puso en la bandeja de su aprendiz. - Tienes que reponer esas energías. -
- Por cierto, ¡Fue lo mas verte combatir! -
- Aja. -
- Ni siquiera tuviste que usar la espada. -
- Aja. -
- Me atrevería a decir que Maese es mas fuerte que mi padre. -
- Aja. -
- ¡Alex! - Aquella voz si pertenecía a Hunter, quien se sentó al otro lado del azabache. - Gran combate. -
- Sí, sí. - Dijo con desgana. Echó un vistazo a la bandeja de Hunter y no pudo evitar sonreir al ver aquella montaña de comida. Igual si se había pasado dandole la mitad.
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Re: [Roll]A Puppet world
Iban caminado de regreso hacia el alojamiento. Ambas con paso mesurado, disfrutando el aire festivo que se podía percibir en todas las calles de adoquín, había más movimiento que de costumbre, las marionetas parecían realmente disfrutar aquella época. Se esmeraban en decorar incluso las farolas, aunque aún era temprano para verlas en su máximo esplendor, Éliary estaba segura que esa noche, las llamas dentro de ellas iluminarían cada calle y sería un hermoso espectáculo. Su vista se paseaba por cada rincón mientras seguían la ruta que ya conocían casi de memoria. Había un silencio entre ambas, no el típico silencio de tranquilidad y normalidad, sino más bien uno que escondía algún pesar.
-¿Angel? – llamó. La pelirroja hizo un gesto para dar a entender que la escuchaba, aun con la mirada fija en el camino. –Pasó algo ¿verdad? – No, no era una pregunta. Era una afirmación. Éliary sabía que algo había sucedido, algo había afectado el humor de la joven antes de salir del coliseo y eso no lo iba a permitir, la había visto tan emocionada… bueno, a su forma particular de estarlo, y eso le había parecido algo encantador. No siempre veía esa faceta de su amiga, y quería que siguiera así. Se detuvo con la intensión de abordar el tema, tomándole del brazo. Angelique se volteó hacia ella y entendió, así, sin palabras. La pelirroja, hizo un pequeño mohín y luego de una pausa, hizo el ademán de empezar a hablar, pero el destino es odioso y la charla se vio interrumpida aún antes del inicio. Algo había atrapado la atención de la oji azul, una sombra pequeña saliendo de uno de los callejones y corriendo a toda velocidad hacia su dirección. Un pequeño can, color blanco y de manchas marrones, había saltado justo a sus faldas.
-¡Ow! – la joven se agachó y el pequeño se recostó en la acera para que le pudiera hacer cosquillas.
-Es raro ver a uno tan manso. – soltó Angel, y tenía razón, la mayoría de perros que se encontraban en ese pueblo, eran perros preparados para la caza o la guerra, era muy extraño verlos como mascotas.
-Es cierto, pero parece cachorro, a lo mejor por eso- Eli le hacía cariño en la panza y al pequeño le agradaba. Su vista se centró en su cuello, traía un listón azul colgado. –Tiene dueño – lo tomó en brazos y el pequeño no parecía poner resistencia, incluso le lamía el rostro.
-Buscaré a su dueño – La pelirroja pareció meditarlo un momento.
-Llevaré esto, sino la señora Fuster se podría enfadar.- Eli asintió.
-¿Podrás sola?
-Están vacíos y estamos cerca, puedo con ello. Nos vemos luego.
-Está bien, ten cuidado… y Angel, luego terminaremos la charla –Angel asintió y empezó su camino cargando ambos recipientes.
Eli, por su parte, siguió su camino por donde el pequeño había salido minutos antes.
Caminó a través de unos cuantos callejones y pasajes de la ciudad, pero no había ningún rastro de alguien buscando al pequeño. Por fin, volvió a salir a una calle central, cuando observó a una niña un poco angustiada y agitada. Sus miradas se encontraron y una sonrisa empezó a dibujarse en su rostro.
-¡Talbot!- gritó, el pequeño perro empezó a mover su cola. En cuanto estuvo lo suficientemente cerca, la mascota dio un brinco de los brazos de Eli y su dueña pareció atraparlo.
-¡Oh, Talbot! Estaba preocupada. ¿A dónde te habías ido?- restregaba su mejilla contra el pelaje del can mientras lo abrazaba y este la lamía. Lo colocó en el suelo y el perro empezó a brincar a su lado. Eli observaba conmovida la escena. Era la primera vez que recordaba ver a una niña con una mascota en ese mundo, y ese sentimiento provocó que sin querer dibujara una tierna sonrisa en su rostro. La niña se levantó y se dirigió hacia ella con una pequeña reverencia.
–Muchas gracias por encontrar a Talbot, en verdad, muchas…- la mirada café de la menor se detuvo en el rostro de la peli morada, parecía analizarla en cuestión de segundos y pronto, vio cómo se abrieron sus ojos mientras su boca se dibujaba una perfecta O.
-¡Eres Lady Éliary! ¡Definitivamente eres ella! Ese color de cabello es único. ¿Verdad que sí? – Eli solo atinó a sonreír, la emoción en aumento de la pequeña la ponía en una situación en la que no sabía manejarse –No puedo creer que hayas sido tú la que encontró a Talbot. ¡Es increíble!
-Oye…- Eli intentó interrumpir a la pequeña quién seguía en su conversación unilateral con gran emoción. Su mirada azul se prendió en aquel rostro angelical, le daba la impresión de haberlo visto en algún otro lugar pero no podía recordar con exactitud.
-Lo siento. He divagado mucho.
-No te preocupes- restó importancia.
- Mi nombre es Ibb. Lo siento, siempre dicen que hablo demasiado – sonrió. – Pero no puedo evitarlo, es emocionante conocerte al fin.
-¿A mí? ¿Y yo que he hecho para poder ganarme tu emoción? – el tono que empleó era una mezcla entre divertido e incrédulo.
-¡Mucho! Eres la primera mujer que ha logrado acompañar a los escuadrones de búsqueda. Además, de que te hemos visto pelear y hacer todo tipo de trabajo, sin contar que eres bonita y muy amable, todas las chicas en esta ciudad te admiramos mucho… -Eli solo atinó a sonreír nerviosamente, jamás había sido ni lo más remoto a un ídolo o modelo a seguir. De donde viene, a penas y era una persona común que pasaba desapercibida, haciendo lo que quería. No es que era antisocial o mucho menos, pero tampoco entraba en el rango de popularidad…era alguien normal. Y cuando llegó allí, solo intentó sobrevivir y hacer lo que debía hacer, nunca pensó en que alguien podría mirarla con ojos de admiración.
-Muchas gracias, pero no creo que sea para tanto.- se agachó y acarició al pequeño perrito que se había recostado en medio de ambas.
-Bueno, para nosotras es bastante.
-¿Nosotras? – alzó la vista para encontrarse con los orbes cafés de la pequeña.
-Si. – Se detuvo un momento, como si en su mente estuviera teniendo otra conversación, pero esta vez consigo misma. – Lady Éliary ¿podría acompañarme a un lugar?
Seguía los pasos de la pequeña Ibb y de su leal compañero Talbot, quienes la guían a través de la ciudad con paso firme. Si siquiera preguntar su punto de destino, ella había decidido seguirlos.
-Llegamos. – Eli alzó la mirada para observar dónde se encontraba…El ofanato. Quizás por eso Ibb le resultaba familiar, quizás la había visto alguna vez que vinieron a ayudar con alguna tarea… o ¿no? Sus pensamientos se vieron interrumpidos, pues la pequeña tomó su mano y haló de ella hasta entrar. Caminaron por los primeros pasillos cuando una sensación recorrió su cuerpo, había percibido algo que hacía mucho que no lo hacía, no de esa manera. Era música. Una música alegre y divertida. Se podían escuchar los instrumentos sincronizados formando la melodía envolvente. Ibb se detuvo en la entrada de lo que parecía un salón, abrió la puerta y Eli se encontró con un escario algo inesperado. Un salón de tamaño mediano, pero totalmente iluminado por ventanales, habían varias personas en el lugar, en su mayoría jóvenes con trajes llamativos, parecían estar practicando una danza y ninguna parecía pasar de los 18 años, por lo que ella supuso que eran chicas de aquel orfanato. El resto de hombres, estaban en lo que sería los instrumentos.
-¡Ibb!- llamó una de las chicas. -¿Dónde estabas? Las hermanas han preguntado por ti.
-Fui a buscar a Talbot, se salió pero ¡Adivinen a quién me encontré! ¡Miren! ¡La solución a todos nuestros problemas!– presentó la pequeña con entusiasmo. Pero antes de que Eli pudiera preguntar a lo que se refería, observó como en el rostro de cada presente se encendía una sonrisa de emoción y todas se acercaron a rodearla. Eli tragó en seco, ¿en qué demonios se había metido?
Por fin el sol se estaba bajando, lo que significaba que el atardecer estaba próximo. Los mayores habían otorgado el permiso para que se retiraran para prepararse para el primer día del festival y así lo había hecho él. Luego de varios días de entrenamiento y trabajo duro, todo parecía estar dando resultados. Se había empeñado con ayudar en la decoración y se había ofrecido en participar en la exhibición, porque tenía un plan. En cuanto dieron la autorización, se dirigió a guardar sus implementos y luego hacia la salida. Había buscado a Alex para ver si quería regresar con él, pero no lo había encontrado, a lo mejor y se encontraba practicando con su nuevo pupilo. Hunter sonrió para sí, era increíble como su compañero terminaba siempre involucrado en lo que no quería, y él sabía que Alex no quería estar allí, pero tenía qué.
En fin, rápidamente, emprendió su marcha hacia el alojamiento, que en esos meses, se había convertido en su hogar. En el hogar de él y sus amigos. Apuró el paso, a tal punto que casi parecía correr entre las calles. Saludaba a un par de personas que lo reconocían y se detenía a ayudar a alguna otra que lo requería, y en cuestión de unos minutos ya estaba en la entrada.
-¡Éli! – entró casi gritando, esperando encontrar a la pelimorada en su asiento favorito en su improvisada sala, pero solo se encontró con un espacio vacío. Se acercó a la puerta de su habitación, pero solo se encontró con un Angel recostada en su cama mirando el techo.
-Hola – saludó animado- ¿Qué haces?
-Pienso. ¿Tú? – la joven se sentó en la cama.
-Acabo de llegar –respondió con una sonrisa. La pelirroja le respondió el gesto, aun cuando no entendía bien por qué lo hacía. Un segundo de silencio…
-Él llegará pronto- habló dándose vuelta para dirigirse a su habitación. No respondió.
-Ella está fuera desde que volvíamos del coliseo – Él asintió y llevó sus manos a su cabeza.
-Bueno ¿Qué sé le va a hacer? – y con buen humor, Hunter se encaminó hacia la habitación que compartía con el pelinegro. Mientras que Angel volvía a recostarse en su cama mirando perdida al techo, como si allí pudiera encontrar la respuesta a todo.
------------------------------------------
Bueno, intenté hacer lo mejor que pude, no me juzguen(?
Era hora de que Eli y Cris salgan de nuevo~
No sé que más poner ahora~
P.D: sí, me copié la idea de usar separadores con imágenes porque me parecieron muy cuquis!
Es todo~
-¿Angel? – llamó. La pelirroja hizo un gesto para dar a entender que la escuchaba, aun con la mirada fija en el camino. –Pasó algo ¿verdad? – No, no era una pregunta. Era una afirmación. Éliary sabía que algo había sucedido, algo había afectado el humor de la joven antes de salir del coliseo y eso no lo iba a permitir, la había visto tan emocionada… bueno, a su forma particular de estarlo, y eso le había parecido algo encantador. No siempre veía esa faceta de su amiga, y quería que siguiera así. Se detuvo con la intensión de abordar el tema, tomándole del brazo. Angelique se volteó hacia ella y entendió, así, sin palabras. La pelirroja, hizo un pequeño mohín y luego de una pausa, hizo el ademán de empezar a hablar, pero el destino es odioso y la charla se vio interrumpida aún antes del inicio. Algo había atrapado la atención de la oji azul, una sombra pequeña saliendo de uno de los callejones y corriendo a toda velocidad hacia su dirección. Un pequeño can, color blanco y de manchas marrones, había saltado justo a sus faldas.
-¡Ow! – la joven se agachó y el pequeño se recostó en la acera para que le pudiera hacer cosquillas.
-Es raro ver a uno tan manso. – soltó Angel, y tenía razón, la mayoría de perros que se encontraban en ese pueblo, eran perros preparados para la caza o la guerra, era muy extraño verlos como mascotas.
-Es cierto, pero parece cachorro, a lo mejor por eso- Eli le hacía cariño en la panza y al pequeño le agradaba. Su vista se centró en su cuello, traía un listón azul colgado. –Tiene dueño – lo tomó en brazos y el pequeño no parecía poner resistencia, incluso le lamía el rostro.
-Buscaré a su dueño – La pelirroja pareció meditarlo un momento.
-Llevaré esto, sino la señora Fuster se podría enfadar.- Eli asintió.
-¿Podrás sola?
-Están vacíos y estamos cerca, puedo con ello. Nos vemos luego.
-Está bien, ten cuidado… y Angel, luego terminaremos la charla –Angel asintió y empezó su camino cargando ambos recipientes.
Eli, por su parte, siguió su camino por donde el pequeño había salido minutos antes.
Caminó a través de unos cuantos callejones y pasajes de la ciudad, pero no había ningún rastro de alguien buscando al pequeño. Por fin, volvió a salir a una calle central, cuando observó a una niña un poco angustiada y agitada. Sus miradas se encontraron y una sonrisa empezó a dibujarse en su rostro.
-¡Talbot!- gritó, el pequeño perro empezó a mover su cola. En cuanto estuvo lo suficientemente cerca, la mascota dio un brinco de los brazos de Eli y su dueña pareció atraparlo.
-¡Oh, Talbot! Estaba preocupada. ¿A dónde te habías ido?- restregaba su mejilla contra el pelaje del can mientras lo abrazaba y este la lamía. Lo colocó en el suelo y el perro empezó a brincar a su lado. Eli observaba conmovida la escena. Era la primera vez que recordaba ver a una niña con una mascota en ese mundo, y ese sentimiento provocó que sin querer dibujara una tierna sonrisa en su rostro. La niña se levantó y se dirigió hacia ella con una pequeña reverencia.
–Muchas gracias por encontrar a Talbot, en verdad, muchas…- la mirada café de la menor se detuvo en el rostro de la peli morada, parecía analizarla en cuestión de segundos y pronto, vio cómo se abrieron sus ojos mientras su boca se dibujaba una perfecta O.
-¡Eres Lady Éliary! ¡Definitivamente eres ella! Ese color de cabello es único. ¿Verdad que sí? – Eli solo atinó a sonreír, la emoción en aumento de la pequeña la ponía en una situación en la que no sabía manejarse –No puedo creer que hayas sido tú la que encontró a Talbot. ¡Es increíble!
-Oye…- Eli intentó interrumpir a la pequeña quién seguía en su conversación unilateral con gran emoción. Su mirada azul se prendió en aquel rostro angelical, le daba la impresión de haberlo visto en algún otro lugar pero no podía recordar con exactitud.
-Lo siento. He divagado mucho.
-No te preocupes- restó importancia.
- Mi nombre es Ibb. Lo siento, siempre dicen que hablo demasiado – sonrió. – Pero no puedo evitarlo, es emocionante conocerte al fin.
-¿A mí? ¿Y yo que he hecho para poder ganarme tu emoción? – el tono que empleó era una mezcla entre divertido e incrédulo.
-¡Mucho! Eres la primera mujer que ha logrado acompañar a los escuadrones de búsqueda. Además, de que te hemos visto pelear y hacer todo tipo de trabajo, sin contar que eres bonita y muy amable, todas las chicas en esta ciudad te admiramos mucho… -Eli solo atinó a sonreír nerviosamente, jamás había sido ni lo más remoto a un ídolo o modelo a seguir. De donde viene, a penas y era una persona común que pasaba desapercibida, haciendo lo que quería. No es que era antisocial o mucho menos, pero tampoco entraba en el rango de popularidad…era alguien normal. Y cuando llegó allí, solo intentó sobrevivir y hacer lo que debía hacer, nunca pensó en que alguien podría mirarla con ojos de admiración.
-Muchas gracias, pero no creo que sea para tanto.- se agachó y acarició al pequeño perrito que se había recostado en medio de ambas.
-Bueno, para nosotras es bastante.
-¿Nosotras? – alzó la vista para encontrarse con los orbes cafés de la pequeña.
-Si. – Se detuvo un momento, como si en su mente estuviera teniendo otra conversación, pero esta vez consigo misma. – Lady Éliary ¿podría acompañarme a un lugar?
Seguía los pasos de la pequeña Ibb y de su leal compañero Talbot, quienes la guían a través de la ciudad con paso firme. Si siquiera preguntar su punto de destino, ella había decidido seguirlos.
-Llegamos. – Eli alzó la mirada para observar dónde se encontraba…El ofanato. Quizás por eso Ibb le resultaba familiar, quizás la había visto alguna vez que vinieron a ayudar con alguna tarea… o ¿no? Sus pensamientos se vieron interrumpidos, pues la pequeña tomó su mano y haló de ella hasta entrar. Caminaron por los primeros pasillos cuando una sensación recorrió su cuerpo, había percibido algo que hacía mucho que no lo hacía, no de esa manera. Era música. Una música alegre y divertida. Se podían escuchar los instrumentos sincronizados formando la melodía envolvente. Ibb se detuvo en la entrada de lo que parecía un salón, abrió la puerta y Eli se encontró con un escario algo inesperado. Un salón de tamaño mediano, pero totalmente iluminado por ventanales, habían varias personas en el lugar, en su mayoría jóvenes con trajes llamativos, parecían estar practicando una danza y ninguna parecía pasar de los 18 años, por lo que ella supuso que eran chicas de aquel orfanato. El resto de hombres, estaban en lo que sería los instrumentos.
-¡Ibb!- llamó una de las chicas. -¿Dónde estabas? Las hermanas han preguntado por ti.
-Fui a buscar a Talbot, se salió pero ¡Adivinen a quién me encontré! ¡Miren! ¡La solución a todos nuestros problemas!– presentó la pequeña con entusiasmo. Pero antes de que Eli pudiera preguntar a lo que se refería, observó como en el rostro de cada presente se encendía una sonrisa de emoción y todas se acercaron a rodearla. Eli tragó en seco, ¿en qué demonios se había metido?
Por fin el sol se estaba bajando, lo que significaba que el atardecer estaba próximo. Los mayores habían otorgado el permiso para que se retiraran para prepararse para el primer día del festival y así lo había hecho él. Luego de varios días de entrenamiento y trabajo duro, todo parecía estar dando resultados. Se había empeñado con ayudar en la decoración y se había ofrecido en participar en la exhibición, porque tenía un plan. En cuanto dieron la autorización, se dirigió a guardar sus implementos y luego hacia la salida. Había buscado a Alex para ver si quería regresar con él, pero no lo había encontrado, a lo mejor y se encontraba practicando con su nuevo pupilo. Hunter sonrió para sí, era increíble como su compañero terminaba siempre involucrado en lo que no quería, y él sabía que Alex no quería estar allí, pero tenía qué.
En fin, rápidamente, emprendió su marcha hacia el alojamiento, que en esos meses, se había convertido en su hogar. En el hogar de él y sus amigos. Apuró el paso, a tal punto que casi parecía correr entre las calles. Saludaba a un par de personas que lo reconocían y se detenía a ayudar a alguna otra que lo requería, y en cuestión de unos minutos ya estaba en la entrada.
-¡Éli! – entró casi gritando, esperando encontrar a la pelimorada en su asiento favorito en su improvisada sala, pero solo se encontró con un espacio vacío. Se acercó a la puerta de su habitación, pero solo se encontró con un Angel recostada en su cama mirando el techo.
-Hola – saludó animado- ¿Qué haces?
-Pienso. ¿Tú? – la joven se sentó en la cama.
-Acabo de llegar –respondió con una sonrisa. La pelirroja le respondió el gesto, aun cuando no entendía bien por qué lo hacía. Un segundo de silencio…
-Él llegará pronto- habló dándose vuelta para dirigirse a su habitación. No respondió.
-Ella está fuera desde que volvíamos del coliseo – Él asintió y llevó sus manos a su cabeza.
-Bueno ¿Qué sé le va a hacer? – y con buen humor, Hunter se encaminó hacia la habitación que compartía con el pelinegro. Mientras que Angel volvía a recostarse en su cama mirando perdida al techo, como si allí pudiera encontrar la respuesta a todo.
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Bueno, intenté hacer lo mejor que pude, no me juzguen(?
Era hora de que Eli y Cris salgan de nuevo~
No sé que más poner ahora~
P.D: sí, me copié la idea de usar separadores con imágenes porque me parecieron muy cuquis!
Es todo~
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Re: [Roll]A Puppet world
Cuando llegó a la casa, la Sra Fuster se encontraba en su mesedora tejiendo en el pequeño balcón del frente. Angelique subió la pequeña escalera que llevaba al mismo y saludó a la señora Fuster con una suave reverencia, era una mujer viuda y de edad avanzada. Si tuviese que adivinarlo, ya que ella misma nunca los quería decir, Angelique le pondría sin problema 70 años, y no porque tuviese arrugas, ya que se veía mucho más joven y era alguien muy fuerte. Pero había detalles en su manera de hablar y de las cosas que decía que ese cabello azabache no la dejaban mentir acerca de ello. Ella no se consideraba la mejor para juzgar a las personas, simplemente era buena repeliendo cosas desagradables, y la señora Fuster no era una de estas. Le hacía pensar en la abuela que no conoció en su vida pasada.
- He vuelto señora Fuster. - Dijo con una sonrisa. La mujer dejó un momento de tejer la lana y miró a la pelirroja.
- Almita, hola. - Angel se rió de ello, desde el primer día le habia insistido en que ella tenía un problema solo por poseer ese color de cabello. Tan rojo, que sin duda su alma la había abandonado en el momento que salió el primer mechón. - ¿Y Eliary? - Preguntó con sorpresa, Angel quedó un segundo en la nada por no saber como empezar.
- Ella… Bueno, encontramos a un perrito en la calle que al parecer tenia dueño así que lo fue a buscar. - Se encogió de hombros, la mujer dejó las agujas a un lado y se levantó seguido de un gesto para que Angel la siguiese dentro de la casa.
- Esa muchacha va a terminar en problemas algún día, - Decía mientras la menor la seguía, observando su espalda, pensó en que podía llegar a ser bastante entretenida de escuchar. - Pero bueno, deja esos platos aquí. - Señaló el rústico lavavajillas que a penas era una tabla y se sentó en la mesa de ese pequeño pero ameno comedor. Angel obedeció e hizo lo que le pidió con bastante confusión. - Cuéntame ¿Qué te acongoja? - Su codo se había apoyado en la mesa y su mano sostenía su regordeta mejilla, haciéndola ver adorable a ojos de la pelirroja.
- ¿Qué? ¿De qué habla? - Preguntó extrañada, aunque supo a qué se refería, y sin duda cuando se ponía en esa faceta comprendía el miedo que provocaba en los demás. Era tan perceptiva y certera, que era imposible ocultarle algo, era seguro que sabía muchos secretos de muchos, por no decir de todos.
El gesto de insistencia la hizo sentir escalofríos y terminó suspirando.
- Su difunto esposo… ¿Alguna vez… - Se quedó pensando en lo siguiente que diría ¿Era realmente su situación? Es decir, Alex se veía aburrido como siempre, pero no podia sacárselo de la cabeza, no es como si fuese algo a lo que le pidiese llamar celos en realidad, era más bien que sentía que algo iba a salir mal. Y ella era muy perceptiva cuando quería, y esa chica disfrazada de guardia, definitivamente quería otra cosa.
- Cariño… si es sobre mujeres, déjame decirte, no siempre te dejes guiar por tu extraña perspectiva, a Gary le hice muchas cosas que ahora cuando lo pienso eran innecesarias, pero, es divertido recordar. - Dejó salir una risa dócil, había recordado, justo como había dicho, y eso hizo sonreír a la menor.
- Entiendo. Gracias. - Dijo, y la mujer cambió a un tema más trivial, y Angelique aprovechó para ayudarla a dejar limpios los trastes. Era asombroso cómo en su vida pasada las cosas del hogar eran algo que en la vida pensaría hacer, pero en ese mundo, y ese tiempo que habían estado ahí, tuvo que ayudar a la señora Fuster con los mismos. No es que sintiese que quisiese hacer eso de por vida, pero para pasar el tiempo cuando no había tecnología estaba bien.
Cuando llegó Hunter se había quedado en la habitación, y se le hizo extraño verlo llegar sin Alexander, claro, se iba primero y llegaba de último, lo más lógico.
Justamente una hora antes del festival Alex regresó, y se había quedado sentado mirando al techo en la silla al lado de la ventana, como si decidiese cual era el significado de su actual no existencia, y por qué aun la muerte era tan agotadora. Aun después de quince minutos parecía no querer moverse.
- ¿Qué haces? - Angelique llegó atrás suyo como un fantasma, bloqueando su mirada al techo. Pero estaba tan agotado que a penas y movió los ojos para mirarla. Hasta se preguntó por qué estaba peinada.
- Descanso. - Dijo simplemente, ella quedó con una expresión de aversión ante esa respuesta. - ¿Qué? Estoy agotado. - Se explicó. Y unos pasos apurados pasaron atravesando la habitación.
- Hola chicos. - A penas alcanzaron a escuchar la voz de Eliary; y Angel se quedó pasmada al notarla tan extrañamente rápida en ese momento.
- Hola… - Dijo a penas, cuando la vio entrar al cuarto y cerrar la puerta. No podía ser nada grave pues no parecía huir de nada.
- Oye… - Escuchó la voz de Alex y volvió a girar su rostro hacia él. Su largo cabello le había dado en la cara provocando en ella un sobresalto con el que se enderezó la espalda en ese momento.
- Lo siento. - Se apartó y se movió hacia la ventana, estaba anocheciendo, pronto estaría todo oscuros y las calles alumbradas solo por las lámparas amarillentas de la ciudad, eso la tenia emocionada y nerviosa.
- ¿Y Hunter? - Preguntó, había hecho un gesto de que no importaba el anterior accidente, aunque no era tan agradable que de la nada te cayese cabello a la cara. Mas, le hacía entender aún más por qué a las mujeres reclutadas las hacían cortar tanto el cabello.
- Se fue a bañar. - Lo miró, y en esta ocasión estaba presionando el puente de su nariz, era verdad, esa chica le había dicho que tenía que bañarse. No es que no pensase en hacerlo, tener una armadura puesta era sin duda asqueroso, pero, todavía se cuestionaba si realmente la razón era esa u otra cosa extraña de esa mujer. - Tu…
- Ya me voy a bañar… no necesitas decirlo de nuevo…- Compuso su postura para mirarla ella lo quedó observando sorprendida, se había agachado al parecer a recoger algo. Lo que lo hizo arrepentirse.
- No es sobre eso… - Dijo al levantarse, Alex resopló y la imitó. - Tu monedero se cayó.
- Disculpa, estoy agotado.
- Como es típico. - Dijo irónica, Alex puso los ojos en blanco, Angelique se rió de esto, y se lo entregó. Él tomó su mano antes de que soltase el objeto. Y ella quedó mirando la acción mientras su rostro se coloreaba.
- En realidad ¿Qué fue eso de enante?
- ¿Enante? - Levantó el rostro hacia él.
- En el coliseo…
- ¿Qué?
- Parecías molesta.
- Ah… - Ella cayó en cuenta y solo se quedó pensando una excusa. - No, alucinas. - Fue lo único que sacó en su estado. aunque ya su rostro se había calmado, su pulso no tanto.
- ¿Ahora se supone que estoy loco?
- ¿Tú? Para nada. - Negó entre un resoplido, él captó la clara burla en ello dándole su mejor sonrisa cansada y ella se aguantó la risa que lo dejó pensando en cómo ella siempre tenía la guardia baja, al menos con él.
- No te atrevas a reirte.
- No lo hago. - Y después de otro resoplo, largó una carcajada. Para Alexander era como si su sola existencia le diese risa a ella. Apretó su mano con cuidado y ella dejó de reír para mirarlo.
El tiempo se detuvo y hubo silencio. Ella nunca estuvo molesta, simplemente se trataba de inseguridad, la que él de alguna manera mataba con su estúpida charla al hacerla reír aunque no fuese su intención siempre.
Sintió la mano libre de él en su mejilla, y ambas quemaron; al notarlo tan cerca. Después de tanto tiempo de estar con la guardia, el tacto era quizá más áspero que antes, ella no lo sabía en realidad y tampoco le importaba. Solo entendió al siguiente segundo que ya estaba segura de lo que la señora Fuster le dijo. Aun cuando se separó, sabia que eso y muchas cosas más podían convencerla de lo que aparentaba ser real.
Los pasos de Hunter llegando por el pasillo, la hicieron regresar a ese lugar y sintió que sobresaltó cuando lo soltó con fuerza por los nervios yéndose directo a la ventana, y dejándolo para enfrentar al chico.
- Oh Alex… Llegaste. - Dijo el rubio al acercarse, literalmente no había visto a Angelique ya que Alex la tapaba.
- Aja… - Dijo simplemente y miró por donde había llegado el chico. - Voy a bañarme.
- Claro, suerte con eso, el agua a esta hora esta demasiado fría.
- Está bien así. - Dijo simplemente empezando a caminar; aunque de una manera mucho más erguida y tiesa de la que acostumbraba. Para Hunter fue como ver a un robot, lo cual le resultó extraño y gracioso(más que nada extraño), pero pudo reparar en la silueta de Angel a la ventana.
- Hey, Angel. - Llamó, la chica se giró para mirarlo como si tuviese una traba cada grado.
- Ah… Hunter… - Pronunció a penas, su rostro estaba completamente rojo, así como su cabello. - Si quieres saber Eli ya llegó… - Le dijo apenas recordando y señalando la puerta de la habitación, Hunter la miró extrañado, ambos estaban raros, no es que fuesen normales en primer lugar, pero así no se comportaban.
Terminó asintiendo sin decir más, y fue al lugar señalado, tocó la puerta y Eli se asomó para encontrarse con los zafiros.
- Hola. - Saludó en cuanto la vio. Eli asintió.
- Hola. ¿Ocurre algo? - Preguntó al notar que habia una sombra de preocupación en sus ojos.
- Bueno… Angel… - La señaló. Eli observó a la nominada que estaba estática y aun con el rostro rojo, lo qjrnla hizo abrir los ojos grandes y salir de la habitación no sin cerrarla antes y colocarse frente a su amiga para topar su rostro con el dorso de su mano.
- Angel… ¿Estás bien? - La joven solo asintió con la mirada perdida. Eli miró a Hunter, y Hunter le regresó un encogimiento de hombros.
Se habían hecho las ocho de la noche, y el festival estaba en su mayor apogeo, lo que facilitaba chocar con los demás al ir en grupo, por lo que en su momento se separaron para rodear el lugar.
Y aunque era plan de Alexander ir con Angel desde el primer momento, esa situación era algo complicada, a pesar de que hablaban como normalmente hacían, sentía que había regresado un deje de timidez para ambos.
- ¿Dónde quieres ir? - Preguntó, ella dio una media vuelta con la mirada y quedó pensativa, todo relucía en un naranja intenso en cualquier puesto; era seguro que desde el cielo se podía confundir con un incendio, y eso estaba bien para ella, pues su cabello pasaba más desapercibido de esa manera.
- Comida. - Le dijo.
- Vas a engordar. - Ella resopló. y se cruzó de brazos.
- Pues te recuerdo que no hemos comido ¿Estás bien con eso?
- Te enojas por eso ¿En serio? - Suspiró pesadamenre, Angel lo tomó de la muñeca para ir hacia los puestos de comida callejera. - Esto es muy insalubre y lo sabes.
- Solo se muere una vez. - Canturreó, aquello hacía mucha referencia a su situación actual, y la realidad es que a ese paso, quizá serían más.
- Es un muy mal chiste. - Ella lo soltó mientras decidía que era la mejor opción.
- ¿Qué prefieres?
- Lo que sea. - Se encogió de hombros, ella suspiró, no ayudaba pero al final puso su mirada en un panecillo y le pareció buena idea, por lo que lo dejó un momento sin decirle nada y avanzó hasta el puesto. Aun en la actualidad de la que venían; ella sabía que los puestos de la calle nunca iban a ser aseados como prefería, pero, aunque ese fuese el caso el buen olor a recién horneado y el color dorado de su superficie era bastante consistente y atrayente.
Pidió dos, pagó primero y no tardaron en dárselos. Casi se le caen al conservar el calor del horno, pero se lo aguantó, debía de encontrar a Alex para al menos no sentir que se quemaba ambas manos.
Salió del puesto para regresar en donde creyó había dejado a Alex, pero no lo vio, y empezó a preguntarse cómo era posible perder a alguien de su altura. Sin importar cuanta gente hubiese era prácticamente ridículo.
Miró a un costado y luego a otro sin encontrarse con la persona en cuestión. Luego sintió una mano en su hombro y una presencia que la hizo girar el rostro a un costado y hacia arriba; terminó colocando su peor rostro de molestia cansina.
- ¿Me buscabas? - Preguntó, era gracioso cómo se habia sobresaltado, pero eso era algo que ella no iba a aceptar.
- Ya no. - Extendió su mano para dejar un panecillo frente al rostro de él, y aunque poco su calor llegó a empañarle los lentes.
- Oye, oye. - Tuvo que dar un paso hacia atrás para quitárselos y limpiarlos, no era bueno andar con sus ojos pañosos, menos a esas horas. Angel solo se aguantó la risa de su mala broma al girarse a encararlo.
- Ten. - Se lo pasó, Alex lo tomó pero ni tan satisfecho, antes de continuar caminando junto a ella.
- Te perdiste de la nada ¿Qué te pasa?
- Simplemente me dio curiosidad, ademas olia bien. - Dio la primer mordida y el sabor dulzón le hicieron notar que había pedido correctamemte. - Está muy bueno.
- Es solo un pan. - La miró disfrutar demasiado del mismo, es verdad que era un simple pan, la dieta actual de ellos tenía más harina que proteína, pero eso al parecer no la detenía de seguir comiendo más de eso. lo probó porque sí, y aunque Angelique estuviese en lo correcto, tampoco era lo mejor del mundo. - Deberíamos de tomar algo.
- ¿Por? - Ella lo miró, estaba tranquila disfrutando de su comida, él parecia pensar el darle otra mordida.
- Seca la garganta. - Dijo, y ella asintió buscando otro lugar. y cuando él encontró lo único que parecía no ser licor en ese lugar una voz lo hizo poner los pelos de punta.
- Maese Alexander. - El mismo alumno de antes se acercó a saludarlo, Alex suspiró pesadamente, y miró a Angelique, quien habia abierto los ojos de una manera que parecía que se le iban a salir. Giró en dirección a ese sonido, y antes de poder pensarlo ya la tenia frente a él. - No pensé que lo vería aquí Maese. - Sonrió ampliamente.
- Ah… si… yo…
- Voy comprar. - Secamente Angel se alejó y fue directamente al puesto en el que estaba segura el antiguo policía había puesto los ojos.
- Espera…. - A penas pudo decir cuando ya se había ido, era escurridiza cuando quería.
- Entonces ¿Va a estar hasta el final del festival? - Preguntó, a Alex le sorprendía verla que hasta ahí mantenía un perfil bajo como chica.
- No estoy seguro. - Dijo simplemente. - Todavía estamos viendo…
- Oh, ya se, puede intentar los juegos de fuerza.
- ¿Qué?
- De todo lo que se hace aquí, los juegos son lo mejor.
- No sé… mañana…
- Oh vamos, a mi padre le gustan y eso que estoy seguro es mayor. ¿Qué me dice de un uno contra uno? - Angelique regresó con las bebidas y traía una tercera que se la dio a la otra joven.
- ¿Qué haces? - Le susurró Alex cuando ella se puso a su lado.
- Bueno, no evité escuchar que van a los juegos, así que… supongo también querrá hidratarse antes. - Sonrió.
- Oh, usted es la señorita Angelique. Es un gusto. Gracias por esto, y por su trabajo con los heridos. - Levantó el vaso, ella solo le sonrió.
- No es nada. - Ella mantuvo una expresión apacible, seguía sin ser buena con los extraños.
- ¿Vamos a ir? - Volvió a susurrar. Angel suspiró pesadamente y se encogió de hombros.
- Es tu alumno. ¿no? - Alex suspiró pesadamente, eso era un dolor de cabeza. Que ella estuviese de acuerdo era un dolor de cabeza mayor, y es que ella solo quería probarse a sí misma, su punto antes puntuado, y es que no eran celos, sino simple inseguridad machacada.
- He vuelto señora Fuster. - Dijo con una sonrisa. La mujer dejó un momento de tejer la lana y miró a la pelirroja.
- Almita, hola. - Angel se rió de ello, desde el primer día le habia insistido en que ella tenía un problema solo por poseer ese color de cabello. Tan rojo, que sin duda su alma la había abandonado en el momento que salió el primer mechón. - ¿Y Eliary? - Preguntó con sorpresa, Angel quedó un segundo en la nada por no saber como empezar.
- Ella… Bueno, encontramos a un perrito en la calle que al parecer tenia dueño así que lo fue a buscar. - Se encogió de hombros, la mujer dejó las agujas a un lado y se levantó seguido de un gesto para que Angel la siguiese dentro de la casa.
- Esa muchacha va a terminar en problemas algún día, - Decía mientras la menor la seguía, observando su espalda, pensó en que podía llegar a ser bastante entretenida de escuchar. - Pero bueno, deja esos platos aquí. - Señaló el rústico lavavajillas que a penas era una tabla y se sentó en la mesa de ese pequeño pero ameno comedor. Angel obedeció e hizo lo que le pidió con bastante confusión. - Cuéntame ¿Qué te acongoja? - Su codo se había apoyado en la mesa y su mano sostenía su regordeta mejilla, haciéndola ver adorable a ojos de la pelirroja.
- ¿Qué? ¿De qué habla? - Preguntó extrañada, aunque supo a qué se refería, y sin duda cuando se ponía en esa faceta comprendía el miedo que provocaba en los demás. Era tan perceptiva y certera, que era imposible ocultarle algo, era seguro que sabía muchos secretos de muchos, por no decir de todos.
El gesto de insistencia la hizo sentir escalofríos y terminó suspirando.
- Su difunto esposo… ¿Alguna vez… - Se quedó pensando en lo siguiente que diría ¿Era realmente su situación? Es decir, Alex se veía aburrido como siempre, pero no podia sacárselo de la cabeza, no es como si fuese algo a lo que le pidiese llamar celos en realidad, era más bien que sentía que algo iba a salir mal. Y ella era muy perceptiva cuando quería, y esa chica disfrazada de guardia, definitivamente quería otra cosa.
- Cariño… si es sobre mujeres, déjame decirte, no siempre te dejes guiar por tu extraña perspectiva, a Gary le hice muchas cosas que ahora cuando lo pienso eran innecesarias, pero, es divertido recordar. - Dejó salir una risa dócil, había recordado, justo como había dicho, y eso hizo sonreír a la menor.
- Entiendo. Gracias. - Dijo, y la mujer cambió a un tema más trivial, y Angelique aprovechó para ayudarla a dejar limpios los trastes. Era asombroso cómo en su vida pasada las cosas del hogar eran algo que en la vida pensaría hacer, pero en ese mundo, y ese tiempo que habían estado ahí, tuvo que ayudar a la señora Fuster con los mismos. No es que sintiese que quisiese hacer eso de por vida, pero para pasar el tiempo cuando no había tecnología estaba bien.
Cuando llegó Hunter se había quedado en la habitación, y se le hizo extraño verlo llegar sin Alexander, claro, se iba primero y llegaba de último, lo más lógico.
Justamente una hora antes del festival Alex regresó, y se había quedado sentado mirando al techo en la silla al lado de la ventana, como si decidiese cual era el significado de su actual no existencia, y por qué aun la muerte era tan agotadora. Aun después de quince minutos parecía no querer moverse.
- ¿Qué haces? - Angelique llegó atrás suyo como un fantasma, bloqueando su mirada al techo. Pero estaba tan agotado que a penas y movió los ojos para mirarla. Hasta se preguntó por qué estaba peinada.
- Descanso. - Dijo simplemente, ella quedó con una expresión de aversión ante esa respuesta. - ¿Qué? Estoy agotado. - Se explicó. Y unos pasos apurados pasaron atravesando la habitación.
- Hola chicos. - A penas alcanzaron a escuchar la voz de Eliary; y Angel se quedó pasmada al notarla tan extrañamente rápida en ese momento.
- Hola… - Dijo a penas, cuando la vio entrar al cuarto y cerrar la puerta. No podía ser nada grave pues no parecía huir de nada.
- Oye… - Escuchó la voz de Alex y volvió a girar su rostro hacia él. Su largo cabello le había dado en la cara provocando en ella un sobresalto con el que se enderezó la espalda en ese momento.
- Lo siento. - Se apartó y se movió hacia la ventana, estaba anocheciendo, pronto estaría todo oscuros y las calles alumbradas solo por las lámparas amarillentas de la ciudad, eso la tenia emocionada y nerviosa.
- ¿Y Hunter? - Preguntó, había hecho un gesto de que no importaba el anterior accidente, aunque no era tan agradable que de la nada te cayese cabello a la cara. Mas, le hacía entender aún más por qué a las mujeres reclutadas las hacían cortar tanto el cabello.
- Se fue a bañar. - Lo miró, y en esta ocasión estaba presionando el puente de su nariz, era verdad, esa chica le había dicho que tenía que bañarse. No es que no pensase en hacerlo, tener una armadura puesta era sin duda asqueroso, pero, todavía se cuestionaba si realmente la razón era esa u otra cosa extraña de esa mujer. - Tu…
- Ya me voy a bañar… no necesitas decirlo de nuevo…- Compuso su postura para mirarla ella lo quedó observando sorprendida, se había agachado al parecer a recoger algo. Lo que lo hizo arrepentirse.
- No es sobre eso… - Dijo al levantarse, Alex resopló y la imitó. - Tu monedero se cayó.
- Disculpa, estoy agotado.
- Como es típico. - Dijo irónica, Alex puso los ojos en blanco, Angelique se rió de esto, y se lo entregó. Él tomó su mano antes de que soltase el objeto. Y ella quedó mirando la acción mientras su rostro se coloreaba.
- En realidad ¿Qué fue eso de enante?
- ¿Enante? - Levantó el rostro hacia él.
- En el coliseo…
- ¿Qué?
- Parecías molesta.
- Ah… - Ella cayó en cuenta y solo se quedó pensando una excusa. - No, alucinas. - Fue lo único que sacó en su estado. aunque ya su rostro se había calmado, su pulso no tanto.
- ¿Ahora se supone que estoy loco?
- ¿Tú? Para nada. - Negó entre un resoplido, él captó la clara burla en ello dándole su mejor sonrisa cansada y ella se aguantó la risa que lo dejó pensando en cómo ella siempre tenía la guardia baja, al menos con él.
- No te atrevas a reirte.
- No lo hago. - Y después de otro resoplo, largó una carcajada. Para Alexander era como si su sola existencia le diese risa a ella. Apretó su mano con cuidado y ella dejó de reír para mirarlo.
El tiempo se detuvo y hubo silencio. Ella nunca estuvo molesta, simplemente se trataba de inseguridad, la que él de alguna manera mataba con su estúpida charla al hacerla reír aunque no fuese su intención siempre.
Sintió la mano libre de él en su mejilla, y ambas quemaron; al notarlo tan cerca. Después de tanto tiempo de estar con la guardia, el tacto era quizá más áspero que antes, ella no lo sabía en realidad y tampoco le importaba. Solo entendió al siguiente segundo que ya estaba segura de lo que la señora Fuster le dijo. Aun cuando se separó, sabia que eso y muchas cosas más podían convencerla de lo que aparentaba ser real.
Los pasos de Hunter llegando por el pasillo, la hicieron regresar a ese lugar y sintió que sobresaltó cuando lo soltó con fuerza por los nervios yéndose directo a la ventana, y dejándolo para enfrentar al chico.
- Oh Alex… Llegaste. - Dijo el rubio al acercarse, literalmente no había visto a Angelique ya que Alex la tapaba.
- Aja… - Dijo simplemente y miró por donde había llegado el chico. - Voy a bañarme.
- Claro, suerte con eso, el agua a esta hora esta demasiado fría.
- Está bien así. - Dijo simplemente empezando a caminar; aunque de una manera mucho más erguida y tiesa de la que acostumbraba. Para Hunter fue como ver a un robot, lo cual le resultó extraño y gracioso(más que nada extraño), pero pudo reparar en la silueta de Angel a la ventana.
- Hey, Angel. - Llamó, la chica se giró para mirarlo como si tuviese una traba cada grado.
- Ah… Hunter… - Pronunció a penas, su rostro estaba completamente rojo, así como su cabello. - Si quieres saber Eli ya llegó… - Le dijo apenas recordando y señalando la puerta de la habitación, Hunter la miró extrañado, ambos estaban raros, no es que fuesen normales en primer lugar, pero así no se comportaban.
Terminó asintiendo sin decir más, y fue al lugar señalado, tocó la puerta y Eli se asomó para encontrarse con los zafiros.
- Hola. - Saludó en cuanto la vio. Eli asintió.
- Hola. ¿Ocurre algo? - Preguntó al notar que habia una sombra de preocupación en sus ojos.
- Bueno… Angel… - La señaló. Eli observó a la nominada que estaba estática y aun con el rostro rojo, lo qjrnla hizo abrir los ojos grandes y salir de la habitación no sin cerrarla antes y colocarse frente a su amiga para topar su rostro con el dorso de su mano.
- Angel… ¿Estás bien? - La joven solo asintió con la mirada perdida. Eli miró a Hunter, y Hunter le regresó un encogimiento de hombros.
Se habían hecho las ocho de la noche, y el festival estaba en su mayor apogeo, lo que facilitaba chocar con los demás al ir en grupo, por lo que en su momento se separaron para rodear el lugar.
Y aunque era plan de Alexander ir con Angel desde el primer momento, esa situación era algo complicada, a pesar de que hablaban como normalmente hacían, sentía que había regresado un deje de timidez para ambos.
- ¿Dónde quieres ir? - Preguntó, ella dio una media vuelta con la mirada y quedó pensativa, todo relucía en un naranja intenso en cualquier puesto; era seguro que desde el cielo se podía confundir con un incendio, y eso estaba bien para ella, pues su cabello pasaba más desapercibido de esa manera.
- Comida. - Le dijo.
- Vas a engordar. - Ella resopló. y se cruzó de brazos.
- Pues te recuerdo que no hemos comido ¿Estás bien con eso?
- Te enojas por eso ¿En serio? - Suspiró pesadamenre, Angel lo tomó de la muñeca para ir hacia los puestos de comida callejera. - Esto es muy insalubre y lo sabes.
- Solo se muere una vez. - Canturreó, aquello hacía mucha referencia a su situación actual, y la realidad es que a ese paso, quizá serían más.
- Es un muy mal chiste. - Ella lo soltó mientras decidía que era la mejor opción.
- ¿Qué prefieres?
- Lo que sea. - Se encogió de hombros, ella suspiró, no ayudaba pero al final puso su mirada en un panecillo y le pareció buena idea, por lo que lo dejó un momento sin decirle nada y avanzó hasta el puesto. Aun en la actualidad de la que venían; ella sabía que los puestos de la calle nunca iban a ser aseados como prefería, pero, aunque ese fuese el caso el buen olor a recién horneado y el color dorado de su superficie era bastante consistente y atrayente.
Pidió dos, pagó primero y no tardaron en dárselos. Casi se le caen al conservar el calor del horno, pero se lo aguantó, debía de encontrar a Alex para al menos no sentir que se quemaba ambas manos.
Salió del puesto para regresar en donde creyó había dejado a Alex, pero no lo vio, y empezó a preguntarse cómo era posible perder a alguien de su altura. Sin importar cuanta gente hubiese era prácticamente ridículo.
Miró a un costado y luego a otro sin encontrarse con la persona en cuestión. Luego sintió una mano en su hombro y una presencia que la hizo girar el rostro a un costado y hacia arriba; terminó colocando su peor rostro de molestia cansina.
- ¿Me buscabas? - Preguntó, era gracioso cómo se habia sobresaltado, pero eso era algo que ella no iba a aceptar.
- Ya no. - Extendió su mano para dejar un panecillo frente al rostro de él, y aunque poco su calor llegó a empañarle los lentes.
- Oye, oye. - Tuvo que dar un paso hacia atrás para quitárselos y limpiarlos, no era bueno andar con sus ojos pañosos, menos a esas horas. Angel solo se aguantó la risa de su mala broma al girarse a encararlo.
- Ten. - Se lo pasó, Alex lo tomó pero ni tan satisfecho, antes de continuar caminando junto a ella.
- Te perdiste de la nada ¿Qué te pasa?
- Simplemente me dio curiosidad, ademas olia bien. - Dio la primer mordida y el sabor dulzón le hicieron notar que había pedido correctamemte. - Está muy bueno.
- Es solo un pan. - La miró disfrutar demasiado del mismo, es verdad que era un simple pan, la dieta actual de ellos tenía más harina que proteína, pero eso al parecer no la detenía de seguir comiendo más de eso. lo probó porque sí, y aunque Angelique estuviese en lo correcto, tampoco era lo mejor del mundo. - Deberíamos de tomar algo.
- ¿Por? - Ella lo miró, estaba tranquila disfrutando de su comida, él parecia pensar el darle otra mordida.
- Seca la garganta. - Dijo, y ella asintió buscando otro lugar. y cuando él encontró lo único que parecía no ser licor en ese lugar una voz lo hizo poner los pelos de punta.
- Maese Alexander. - El mismo alumno de antes se acercó a saludarlo, Alex suspiró pesadamente, y miró a Angelique, quien habia abierto los ojos de una manera que parecía que se le iban a salir. Giró en dirección a ese sonido, y antes de poder pensarlo ya la tenia frente a él. - No pensé que lo vería aquí Maese. - Sonrió ampliamente.
- Ah… si… yo…
- Voy comprar. - Secamente Angel se alejó y fue directamente al puesto en el que estaba segura el antiguo policía había puesto los ojos.
- Espera…. - A penas pudo decir cuando ya se había ido, era escurridiza cuando quería.
- Entonces ¿Va a estar hasta el final del festival? - Preguntó, a Alex le sorprendía verla que hasta ahí mantenía un perfil bajo como chica.
- No estoy seguro. - Dijo simplemente. - Todavía estamos viendo…
- Oh, ya se, puede intentar los juegos de fuerza.
- ¿Qué?
- De todo lo que se hace aquí, los juegos son lo mejor.
- No sé… mañana…
- Oh vamos, a mi padre le gustan y eso que estoy seguro es mayor. ¿Qué me dice de un uno contra uno? - Angelique regresó con las bebidas y traía una tercera que se la dio a la otra joven.
- ¿Qué haces? - Le susurró Alex cuando ella se puso a su lado.
- Bueno, no evité escuchar que van a los juegos, así que… supongo también querrá hidratarse antes. - Sonrió.
- Oh, usted es la señorita Angelique. Es un gusto. Gracias por esto, y por su trabajo con los heridos. - Levantó el vaso, ella solo le sonrió.
- No es nada. - Ella mantuvo una expresión apacible, seguía sin ser buena con los extraños.
- ¿Vamos a ir? - Volvió a susurrar. Angel suspiró pesadamente y se encogió de hombros.
- Es tu alumno. ¿no? - Alex suspiró pesadamente, eso era un dolor de cabeza. Que ella estuviese de acuerdo era un dolor de cabeza mayor, y es que ella solo quería probarse a sí misma, su punto antes puntuado, y es que no eran celos, sino simple inseguridad machacada.
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Re: [Roll]A Puppet world
Jamás pensó estar en una situación similar. Respiró profundo y exhaló, ya se había comprometido y no podía dar marcha atrás. Mojó su cabello con un poco de agua de la tinaja y lo sacudió. Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro al recordar su aventura de ese día y en lo que terminó metida, después de ver esos rostros sonrientes de gente que decía admirarla, no pudo negarse a aquella petición tan particular. Terminó de echarse el agua en el cabello y recogió la lona que usaba para secárselo.
Regresó a la casa y entró a su habitación. No pasó mucho antes de que Hunter llegara a tocar a su puerta angustiado por la actitud de su amiga. Al principio, se sorprendió por ello, pero luego empezó a atar cavos sueltos. Ella había estado rara desde el coliseo, y cuando llegó vio al anciano hablando con ella…quizás, solo quizás…algo había sucedido. Y si era así, ella estaría más que encantada en apoyarlos. Después de todo, eso hacen los amigos ¿verdad? Río para sí misma. Llevó a la pelirroja a su habitación y cerró la puerta disculpándose con Hunter, alegando una charla de chicas, sin embargo era un banal camuflaje para la tranquilidad de la joven. No quería cuestionarla ni nada, solo quería que se tranquilizara, por lo que la dejó que se sentara en la cama y asimilara lo que sea que haya pasado. Unos ligeros golpes en la puerta la hicieron girarse, ¿era enserio? Acaba de pedir privacidad para ambas. Se levantó a abrir.
-Charlas de chicas, te dije…- la puerta se abrió encontrándose con la señora Foster que traía unos paquete en sus manos.
-¿Entonces me puedo unir? – sonrío. Eli la dejó pasar. – ¿Está todo bien? – preguntó mirando a ambas y quedando su mirada en Angel quien volvía a recuperar el color de su rostro. Eli se acercó y le murmuró unas palabras al oído, a lo que la señora solo atinó a sonreír.
-Ya veo…Bueno, yo vengo a traerles esto – estiró el paquete que llevaba en las manos.
-¿Qué es? – preguntó Éliary curiosa.
-Oh queridas, hoy inician las festividades y quisiera que las disfruten como parte de nosotros. Este es un pequeño obsequio de parte de mía y de algunas vecinas a las que ustedes han ayudado tan amablemente – Les tendió a cada una uno de los paquetes y ambas lo aceptaron. Lo abrieron rápidamente y se encontraron con un vestido cada una. No era algo demasiado ostentoso, era bastante sencillo y de colores básicos, tampoco tenían las mejores telas pero aun así eran bastante bonitos.
-No podemos aceptarlo- soltó Angel.
-Es cierto, esto es… -Eli fue interrumpida por la señora, quién la tomó de las manos.
-Ustedes mis niñas, llegaron a este lugar y nos han dado mucho
-Señora Foster, nosotros solo intentamos compensar su amabilidad – siguió la pelimorada hablando con mucha sinceridad y comprensión.
-Lo sé. Pero igual, insisto en que lo usen. Además, sé que fueron con el modista no hace mucho. Por favor, tómenlo y disfruten las fiestas – ambas amigas se intercambiaron una mirada y sonrieron.
-Lo haremos
-Muchas gracias Señora Foster.
-Bueno mis niñas, me iré a preparar. Yo también quisiera disfrutar el festival. Ya luego seguimos con la charla de chicas- y soltando una pequeña risilla salió de la habitación cerrando la puerta detrás de ella.
Éliary observó aquel vestido con cierta ilusión. Ambas decidieron utilizarlos ese mismo día para no decepcionar a la señora Foster.
Habían salido de la casa cuando el cielo había empezado a teñirse de colores morados. Pasearon por un buen rato mientras charlaban entre ellos, pero algo no le cuadraba a Eli, algo no encajaba. Si bien es cierto, Angel y Alex estaban actuando como normalmente lo hacen con ellos, ella sabía leer entre líneas. Conocía al anciano desde hacía mucho, incluso más de lo que quisiera admitir y había aprendido a leer las actitudes de su amiga, sabía lo que debía de hacer.
-¡Chicos! – Llamó la atención de sus tres acompañantes quienes se detuvieron a observarla. - ¿Saben? Hay un puesto que quiero ir a ver. ¿Les importaría?
-Pues…no, si gustas podemos…- empezó a hablar Cris, pero ella reaccionó. Sabía que si proponía algo, los otros dos se dejarían llevar y el plan no se realizaría. Rápidamente tomó el brazo de Hunter y lo tiró un poco hacia ella.
-Es que, parece que hay demasiada gente, quizás lo mejor sea ir por separado. Además, hay algo que quiero mostrarle a Hunter. ¿Les parece bien? – La pareja de jóvenes solo atinó a asentir, Alex dibujó una ligera sonrisa en su rostro. Sabía que su compañera había entendido el mensaje.
-Bueno, nos vemos más tarde. Vamos – y tiró de él hacia quién sabe dónde, perdiéndose entre la multitud.
Habían huido sin rumbo fijo, pero había logrado su cometido. Volteó para asegurarse que sus amigos no estaban en su radio de visión, y lo consiguió. Se giró nuevamente echando un suspiro de alivio. Ahora sí, observó a su alrededor. Se encontraban en una especie de plaza pequeña con una fuente en el centro. Alrededor muchos puestos, las mayoría vendiendo comidas o alguna que otra artesanía. Las luces de las antorchas y faroles iluminaban perfectamente todo, y eso le pareció hermoso. Había bullicio y muchas personas caminando por las calles: niños correteando con sus padres, ancianos, jóvenes, de todo. Le recordó por un instante a su mundo y eso le trajo una sensación de nostalgia.
-Esto… ¿Eli? – la voz del rubio la sacó de su ensoñación, recordó que no había huido sola, había arrastrado a su amigo sin siquiera consultarle o explicarle la situación.
-¿Eh? – su voz había salido casi inaudible en cuanto lo miró sorprendida. Hunter, por el contrario, la miró curioso.
-¿Estás bien? ¿A dónde querías ir?
-Esto…- recordó la pobre excusa que había lanzado para poder separarse de sus amigos.
-¿Pasa algo? – su voz preocupada ocasionó que una extraña sensación recorriera su cuerpo instalándose en su pecho. Y fue en ese momento, en donde se percató de la sensación cálida que tenía en una de sus manos, su vista recorrió el camino de sus brazos hasta llegar a la unión de ambas manos… la de él y la de ella. ¿En qué momento lo había tomado de la mano? Lo soltó rápidamente colocando ambas manos frente a ella y moviéndolas un poco, como gesto sin importancia.
-Lo siento, lo siento. No me di cuenta- se excusó –Es solo que, ellos parecían…
-¿Querer estar solos?
-¿Te diste cuenta? – preguntó en un tono de incredulidad. Hunter se echó a reír.
-Claro que sí, no soy tonto. A decir verdad, estaba buscando un momento para hacer lo mismo. Sí no lo decías tú, lo decía yo. Te iba a sugerir eso justo antes de que me tomaras de la mano y huyeras – sonrío. A Eli se le tiñeron las mejillas de rosa, en verdad no había considerado siquiera que el rubio pudiera leer la situación de esa manera, y se sintió apenada con él. A veces lo subestimaba demasiado.
-Lo siento – soltó. Él siguió riendo.
-Deja de preocuparte. Ahora dime ¿a dónde vamos? – habló muy animado y con una gran sonrisa. Era aquella actitud, tan brillante y alegre, la que podía contagiar a cualquiera. Esa actitud que le había costado recuperar después de aquella batalla. Hunter no había sido el mismo durante un tiempo, pero poco a poco fue recobrando su vitalidad, sus energías y su sonrisa de sol reluciente, y eso hacía que ella quisiera imitarlo.
-Pues… No sé ¿vamos a comer algo delicioso?- propuso con una sonrisa dibujada en el rostro. Hunter se quedó observándola un momento, hoy había visto a Eli con un semblante distinto, se preguntó si algo bueno le había sucedido pero prefirió aprovechar el momento.
-Te ves muy linda hoy – soltó. Ese comentario la tomó desprevenida, sus mejillas se volvieron a encender y una pequeña interrogante de sorpresa salió de sus labios.
-¿A qué viene eso? – reprochó con un mohín inconsciente. Él sonrió.
-Tu vestido, tu peinado, hoy te has arreglado mucho – Logró controlarse y observó su vestido una vez más, era bonito y le encantaba, aún más por qué significaba el esfuerzo y la amabilidad de muchas personas. Había recogido su cabello y le había pedido ayudar a Ángel para peinarse y así poder lucir aquel corte de las mangas. Angelique no lo revelaría, pero ella también puso bastante atención a su arreglo para esa noche. Quizás tendría que ver que la señora Foster se los obsequió o porque esa era una noche especial, quién sabe.
-Gracias – Aquella sonrisa sincera… sus mejillas aun sonrosadas, su vista iluminada por el brillo de las farolas, aunque su vista esté en aquel vestido y no en él, quería recordar esa escena por siempre.
-¡Bien! Entonces… ¡Vamos!- saltó el rubio sacándola de su ensoñación. Sin pensarlo mucho, el oji azul estiró su mano y tomó la de ella con un ligero apretón, y haló de ella. Ahora era su turno.
-¡Hunter!
-Hay mucha gente, te puedes perder – soltó sin siquiera voltear a verla. Había mucha gente, sí, pero era imposible perderla de vista, igual era una buena excusa.
Regresó a la casa y entró a su habitación. No pasó mucho antes de que Hunter llegara a tocar a su puerta angustiado por la actitud de su amiga. Al principio, se sorprendió por ello, pero luego empezó a atar cavos sueltos. Ella había estado rara desde el coliseo, y cuando llegó vio al anciano hablando con ella…quizás, solo quizás…algo había sucedido. Y si era así, ella estaría más que encantada en apoyarlos. Después de todo, eso hacen los amigos ¿verdad? Río para sí misma. Llevó a la pelirroja a su habitación y cerró la puerta disculpándose con Hunter, alegando una charla de chicas, sin embargo era un banal camuflaje para la tranquilidad de la joven. No quería cuestionarla ni nada, solo quería que se tranquilizara, por lo que la dejó que se sentara en la cama y asimilara lo que sea que haya pasado. Unos ligeros golpes en la puerta la hicieron girarse, ¿era enserio? Acaba de pedir privacidad para ambas. Se levantó a abrir.
-Charlas de chicas, te dije…- la puerta se abrió encontrándose con la señora Foster que traía unos paquete en sus manos.
-¿Entonces me puedo unir? – sonrío. Eli la dejó pasar. – ¿Está todo bien? – preguntó mirando a ambas y quedando su mirada en Angel quien volvía a recuperar el color de su rostro. Eli se acercó y le murmuró unas palabras al oído, a lo que la señora solo atinó a sonreír.
-Ya veo…Bueno, yo vengo a traerles esto – estiró el paquete que llevaba en las manos.
-¿Qué es? – preguntó Éliary curiosa.
-Oh queridas, hoy inician las festividades y quisiera que las disfruten como parte de nosotros. Este es un pequeño obsequio de parte de mía y de algunas vecinas a las que ustedes han ayudado tan amablemente – Les tendió a cada una uno de los paquetes y ambas lo aceptaron. Lo abrieron rápidamente y se encontraron con un vestido cada una. No era algo demasiado ostentoso, era bastante sencillo y de colores básicos, tampoco tenían las mejores telas pero aun así eran bastante bonitos.
-No podemos aceptarlo- soltó Angel.
-Es cierto, esto es… -Eli fue interrumpida por la señora, quién la tomó de las manos.
-Ustedes mis niñas, llegaron a este lugar y nos han dado mucho
-Señora Foster, nosotros solo intentamos compensar su amabilidad – siguió la pelimorada hablando con mucha sinceridad y comprensión.
-Lo sé. Pero igual, insisto en que lo usen. Además, sé que fueron con el modista no hace mucho. Por favor, tómenlo y disfruten las fiestas – ambas amigas se intercambiaron una mirada y sonrieron.
-Lo haremos
-Muchas gracias Señora Foster.
-Bueno mis niñas, me iré a preparar. Yo también quisiera disfrutar el festival. Ya luego seguimos con la charla de chicas- y soltando una pequeña risilla salió de la habitación cerrando la puerta detrás de ella.
Éliary observó aquel vestido con cierta ilusión. Ambas decidieron utilizarlos ese mismo día para no decepcionar a la señora Foster.
Habían salido de la casa cuando el cielo había empezado a teñirse de colores morados. Pasearon por un buen rato mientras charlaban entre ellos, pero algo no le cuadraba a Eli, algo no encajaba. Si bien es cierto, Angel y Alex estaban actuando como normalmente lo hacen con ellos, ella sabía leer entre líneas. Conocía al anciano desde hacía mucho, incluso más de lo que quisiera admitir y había aprendido a leer las actitudes de su amiga, sabía lo que debía de hacer.
-¡Chicos! – Llamó la atención de sus tres acompañantes quienes se detuvieron a observarla. - ¿Saben? Hay un puesto que quiero ir a ver. ¿Les importaría?
-Pues…no, si gustas podemos…- empezó a hablar Cris, pero ella reaccionó. Sabía que si proponía algo, los otros dos se dejarían llevar y el plan no se realizaría. Rápidamente tomó el brazo de Hunter y lo tiró un poco hacia ella.
-Es que, parece que hay demasiada gente, quizás lo mejor sea ir por separado. Además, hay algo que quiero mostrarle a Hunter. ¿Les parece bien? – La pareja de jóvenes solo atinó a asentir, Alex dibujó una ligera sonrisa en su rostro. Sabía que su compañera había entendido el mensaje.
-Bueno, nos vemos más tarde. Vamos – y tiró de él hacia quién sabe dónde, perdiéndose entre la multitud.
Habían huido sin rumbo fijo, pero había logrado su cometido. Volteó para asegurarse que sus amigos no estaban en su radio de visión, y lo consiguió. Se giró nuevamente echando un suspiro de alivio. Ahora sí, observó a su alrededor. Se encontraban en una especie de plaza pequeña con una fuente en el centro. Alrededor muchos puestos, las mayoría vendiendo comidas o alguna que otra artesanía. Las luces de las antorchas y faroles iluminaban perfectamente todo, y eso le pareció hermoso. Había bullicio y muchas personas caminando por las calles: niños correteando con sus padres, ancianos, jóvenes, de todo. Le recordó por un instante a su mundo y eso le trajo una sensación de nostalgia.
-Esto… ¿Eli? – la voz del rubio la sacó de su ensoñación, recordó que no había huido sola, había arrastrado a su amigo sin siquiera consultarle o explicarle la situación.
-¿Eh? – su voz había salido casi inaudible en cuanto lo miró sorprendida. Hunter, por el contrario, la miró curioso.
-¿Estás bien? ¿A dónde querías ir?
-Esto…- recordó la pobre excusa que había lanzado para poder separarse de sus amigos.
-¿Pasa algo? – su voz preocupada ocasionó que una extraña sensación recorriera su cuerpo instalándose en su pecho. Y fue en ese momento, en donde se percató de la sensación cálida que tenía en una de sus manos, su vista recorrió el camino de sus brazos hasta llegar a la unión de ambas manos… la de él y la de ella. ¿En qué momento lo había tomado de la mano? Lo soltó rápidamente colocando ambas manos frente a ella y moviéndolas un poco, como gesto sin importancia.
-Lo siento, lo siento. No me di cuenta- se excusó –Es solo que, ellos parecían…
-¿Querer estar solos?
-¿Te diste cuenta? – preguntó en un tono de incredulidad. Hunter se echó a reír.
-Claro que sí, no soy tonto. A decir verdad, estaba buscando un momento para hacer lo mismo. Sí no lo decías tú, lo decía yo. Te iba a sugerir eso justo antes de que me tomaras de la mano y huyeras – sonrío. A Eli se le tiñeron las mejillas de rosa, en verdad no había considerado siquiera que el rubio pudiera leer la situación de esa manera, y se sintió apenada con él. A veces lo subestimaba demasiado.
-Lo siento – soltó. Él siguió riendo.
-Deja de preocuparte. Ahora dime ¿a dónde vamos? – habló muy animado y con una gran sonrisa. Era aquella actitud, tan brillante y alegre, la que podía contagiar a cualquiera. Esa actitud que le había costado recuperar después de aquella batalla. Hunter no había sido el mismo durante un tiempo, pero poco a poco fue recobrando su vitalidad, sus energías y su sonrisa de sol reluciente, y eso hacía que ella quisiera imitarlo.
-Pues… No sé ¿vamos a comer algo delicioso?- propuso con una sonrisa dibujada en el rostro. Hunter se quedó observándola un momento, hoy había visto a Eli con un semblante distinto, se preguntó si algo bueno le había sucedido pero prefirió aprovechar el momento.
-Te ves muy linda hoy – soltó. Ese comentario la tomó desprevenida, sus mejillas se volvieron a encender y una pequeña interrogante de sorpresa salió de sus labios.
-¿A qué viene eso? – reprochó con un mohín inconsciente. Él sonrió.
-Tu vestido, tu peinado, hoy te has arreglado mucho – Logró controlarse y observó su vestido una vez más, era bonito y le encantaba, aún más por qué significaba el esfuerzo y la amabilidad de muchas personas. Había recogido su cabello y le había pedido ayudar a Ángel para peinarse y así poder lucir aquel corte de las mangas. Angelique no lo revelaría, pero ella también puso bastante atención a su arreglo para esa noche. Quizás tendría que ver que la señora Foster se los obsequió o porque esa era una noche especial, quién sabe.
-Gracias – Aquella sonrisa sincera… sus mejillas aun sonrosadas, su vista iluminada por el brillo de las farolas, aunque su vista esté en aquel vestido y no en él, quería recordar esa escena por siempre.
-¡Bien! Entonces… ¡Vamos!- saltó el rubio sacándola de su ensoñación. Sin pensarlo mucho, el oji azul estiró su mano y tomó la de ella con un ligero apretón, y haló de ella. Ahora era su turno.
-¡Hunter!
-Hay mucha gente, te puedes perder – soltó sin siquiera voltear a verla. Había mucha gente, sí, pero era imposible perderla de vista, igual era una buena excusa.
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Edad : 29
Cumpleaños!! : 30/05/1995
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Re: [Roll]A Puppet world
Desde que el hombre se volvió una critura sociable y empezó a convivir en manada, comenzó a gestarse el sentimiento de la soledad en el sentido de que prefería estar solo que acompañado. Aquella sensación dio fruto a la primera mentira de la historia, una excusa con el propósito de evitar los problemas sociales que conlleva convivir con otras personas.
Y aunque cientos de años habían pasado, irónicamente no encontraba ninguna excusa factible con la que poder escaquearse, menos aún con Angelique. El simple hecho de pensar todo lo que le esperaba por delante, ya le agotaba hasta el punto que prefería estar metido en la cama y durmiendo.
La primera razón por la que no quería involucrarse, es que tampoco tenía tanta fuerza como los demás pensaban. La fuerza bruta estaba bien, nadie lo iba a negar, pero mucho músculo sin saber como usarlo era un arma de doble filo muy peligroso y él precisamente carecía de la fuerza necesaria pero poseía el conocimiento necesario para afrontar hasta el propio hércules si se presentara.
- Tres tristes tigres tragaban trigo en un trigal. - Susurraba Angel. - Tres tristes triges tagraban trigo en un tigral. Tres... -
- Ya te has equivocado, para. - Interrumpió Alex. Ella dejó escapar un "Jum" seguido de una risita, pensando en su próximo movimiento para molestarlo.
Mientras, su aprendiz intentaba ganar un duelo de pulsos del cual el resultado no era muy difícil de pronosticar. Su contrincante era una mole de músculos comparado con su fina y delgada figura, un poco mas tosca que la mayoría de jóvenes por aquel lugar.
Al principio parecía tener problemas en tan siquiera mover un milímetro el puño del contrincante quien simplemente sonreía de oreja a oreja. El hombre mantenía su posición sin mucho esfuerzo y para provocarla, tampoco hacía el esfuerzo de intentar ganar, se quedaba quieto impasible mientras la otra creaba todo tipo de escenarios.
Sorprendentemente, al final logró ganar y lo festejó como si hubiera derrotado a un dragón. Ella era la única que estaba sudando y festejando victoriosa mientras su contrincante ponía una cara de resignación con una sonrisa. Obviamente se había dejado ganar por pena.
- ¡Lo conseguí! - Dijo saludando hacia Alex. El le correspondidó con un mismo saludo pero menos enérgico y llamativo. Lo curioso era que no celebraba sola pues muchos se habían acercado a mirar de curiosidad y quedaron atrapados en el fragor de la batalla.
- Es enérgica. - Comentó la pelirroja.
- Sí, demasiado enérgica. - A Angel le pareció ver una sonrisa de maldad por un segundo. - Verás lo divertido que será mañana. No va a salir de la cama. -
- ¿Por qué? -
- ¿Te acuerdas cuando estabas en la escuela? ¿Cuando después de las vacaciones largas empiezas otro curso, haces deporte y al dia siguiente estas muerto? Pues eso. -
- ¡Maese! - Dijo su discípulo acercandose hacia él con una amplia sonrisa. - Gané. -
- Sí, lo se. - Respondió con su típica monotonía. - Todavía no me ha subido la graduación. - Añadió en un susurro tan bajo que ni Angel lo pudo captar, salvo que había susurrado.
- ¿Entonces mañana puedo participar en el coliseo? -
- Nope. - Alex vió venir de lejos un berrinche que iba a durar toda la vida y su cerebro se apresuró en buscar alguna excusa perfecta, hasta que su salvación llegó como canto de ángeles.
- ¡Noel! -
Una voz fuerte y ronca, del cual solo una persona podía ser dueño, apareció por detrás de su aprendiz y le propinó un puño en la cabeza de tal forma que hubiera hecho "Clonk" si estuviese hueca. Aquella persona era Nicolás y ahora posaba con los brazos cruzados en señal de disgusto.
- ¡Te he dicho que no molestes! -
- ¡Y no molesto! - Se quejó.
- Sí, sí... - Nicolás la agarró del brazo y la obligó a acompañarle.
- ¡Nos vemos mañana! - Dijo Noel mientras se perdía entre la multitud.
De alguna forma logró ver por un segundo un gesto por parte de Nicolás con el pulgar levantado y se preguntó si realmente era tan obvio cuando estaba con Angel. Tan pronto como había venido la tormenta, también se había ido pero simplemente iba a ser por el día de hoy porque presentía que iba a durar un buen tiempo.
- Bueno, se que es tarde... - Se rascó la cabeza. No negaría que estaba nervioso porque nunca antes había estado en una relación y tampoco era el mejor hablando o robando corazones. - ¿pero me acompañas al paseo que te prometí? - Angel soltó un bufido.
- Cualquiera te dejaría si haces algo así. -
La pelirroja extendió su mano y Alex dudó por un momento. Al final tomó su mano y ambos comenzaron a caminar, dedicandose el tiempo que tanto querían para ellos mismos. De vez en cuando paraban en algun puesto de comida por curiosidad de Angel por probar algunas cosas que nunca antes había visto en aquel lugar. Otras veces se detenían enfrente de algún puesto de juego de entretenimiento pero sin participar y otras veces paraban en las decenas de puestos en las que se vendían artesanías y artículos varios.
Muchas cosas llamaban la atención de la pelirroja, pero ninguno era lo suficientemente atractivo como para querer comprarlo sin añadir que tampoco se podían permitir el lujo de malgastar el dinero. Aunque si era para Angel, el azabache tenía la intención de ser un poco mas laxo con la gestión de sus gastos, si era por ella, se lo podía permitir. El dinero era importante pero no valía nada si al morir por segunda vez no lo gastaba.
Continuaron caminando por la calle que parecía la principal del festival. No tenía pérdida puesto que faros de débiles llamas se situaban a ambos lados y cada escasos metros de la calle; resaltaban mucho mas que las otras calles donde se separaban una de otras mucho mas.
No tardaron en llegar al final de la calle que daba lugar a las afueras de la ciudad donde se concentraba una gran multitud de personas formado en pequeños grupos que nunca superaban más de diez. La oscuridad y la única luz de las estrellas en el firmamento, recalcaban aun más las llamas de los farolillos que portaban las personas como si de luciérnagas se tratasen, un paisaje que nunca hubieras encontrado en el mundo moderno.
- Chico. El de la parejita. -
Alex esperaba que no se estuvieran refiriendo a ellos puesto que aquello era pura verguenza ajena pero aun así buscó el propietario de aquella voz y para su mala suerte, pertenecía a un anciano en un puestecillo muy básico, que lo llamaba con la mano para que se acercase.
- ¿Difrutando del festival? - Le dijo socarrón. - ¿Quieres participar en los farolillos? -
- ¿El que? - Apretó su mano contra la de Angel inconscientemente. Todo este tiempo tomados de la mano, había provocado que justo ahora notara que estaba sudando demasiado.
- Farolillos. - Repitió. - Es una especie de lámpara de papel. Enciendes una llama dentro y al cabo de un rato volará solo por el cielo. A la gente le gusta pedir deseos al soltarlas. - Dijo mientras sacaba una para mostrarla. Alex no tardó en reconocer a que se estaba refiriendo porque como agente de la ley que era, sabía que estaban prohibidos en la época moderna. Si encendías uno de eso sin permisos, podías provocar problemas con los aviones. - Todavía estás a tiempo, en breve comenzará la primera tanda. -
- ¿Quieres probar? - Le preguntó a Angel. Ella no dijo nada y tampoco reaccionó pero para él era respuesta suficiente. - Entonces uno. - Le dijo al anciano.
- Será una moneda de plata. - Sonrió. - No me mires así, este viejo tiene que ganarse la vida. -
- Yo no he dicho nada. - Dijo liberando el brazo de Angel para buscar en su monedero. Maldijo por lo bajo la poca luz que había pues apenas podía distinguir si lo que tenía en las manos era cobre, platao plomo u oro.
No vuelvo a escribir mas en mi vida.
Y aunque cientos de años habían pasado, irónicamente no encontraba ninguna excusa factible con la que poder escaquearse, menos aún con Angelique. El simple hecho de pensar todo lo que le esperaba por delante, ya le agotaba hasta el punto que prefería estar metido en la cama y durmiendo.
La primera razón por la que no quería involucrarse, es que tampoco tenía tanta fuerza como los demás pensaban. La fuerza bruta estaba bien, nadie lo iba a negar, pero mucho músculo sin saber como usarlo era un arma de doble filo muy peligroso y él precisamente carecía de la fuerza necesaria pero poseía el conocimiento necesario para afrontar hasta el propio hércules si se presentara.
- Tres tristes tigres tragaban trigo en un trigal. - Susurraba Angel. - Tres tristes triges tagraban trigo en un tigral. Tres... -
- Ya te has equivocado, para. - Interrumpió Alex. Ella dejó escapar un "Jum" seguido de una risita, pensando en su próximo movimiento para molestarlo.
Mientras, su aprendiz intentaba ganar un duelo de pulsos del cual el resultado no era muy difícil de pronosticar. Su contrincante era una mole de músculos comparado con su fina y delgada figura, un poco mas tosca que la mayoría de jóvenes por aquel lugar.
Al principio parecía tener problemas en tan siquiera mover un milímetro el puño del contrincante quien simplemente sonreía de oreja a oreja. El hombre mantenía su posición sin mucho esfuerzo y para provocarla, tampoco hacía el esfuerzo de intentar ganar, se quedaba quieto impasible mientras la otra creaba todo tipo de escenarios.
Sorprendentemente, al final logró ganar y lo festejó como si hubiera derrotado a un dragón. Ella era la única que estaba sudando y festejando victoriosa mientras su contrincante ponía una cara de resignación con una sonrisa. Obviamente se había dejado ganar por pena.
- ¡Lo conseguí! - Dijo saludando hacia Alex. El le correspondidó con un mismo saludo pero menos enérgico y llamativo. Lo curioso era que no celebraba sola pues muchos se habían acercado a mirar de curiosidad y quedaron atrapados en el fragor de la batalla.
- Es enérgica. - Comentó la pelirroja.
- Sí, demasiado enérgica. - A Angel le pareció ver una sonrisa de maldad por un segundo. - Verás lo divertido que será mañana. No va a salir de la cama. -
- ¿Por qué? -
- ¿Te acuerdas cuando estabas en la escuela? ¿Cuando después de las vacaciones largas empiezas otro curso, haces deporte y al dia siguiente estas muerto? Pues eso. -
- ¡Maese! - Dijo su discípulo acercandose hacia él con una amplia sonrisa. - Gané. -
- Sí, lo se. - Respondió con su típica monotonía. - Todavía no me ha subido la graduación. - Añadió en un susurro tan bajo que ni Angel lo pudo captar, salvo que había susurrado.
- ¿Entonces mañana puedo participar en el coliseo? -
- Nope. - Alex vió venir de lejos un berrinche que iba a durar toda la vida y su cerebro se apresuró en buscar alguna excusa perfecta, hasta que su salvación llegó como canto de ángeles.
- ¡Noel! -
Una voz fuerte y ronca, del cual solo una persona podía ser dueño, apareció por detrás de su aprendiz y le propinó un puño en la cabeza de tal forma que hubiera hecho "Clonk" si estuviese hueca. Aquella persona era Nicolás y ahora posaba con los brazos cruzados en señal de disgusto.
- ¡Te he dicho que no molestes! -
- ¡Y no molesto! - Se quejó.
- Sí, sí... - Nicolás la agarró del brazo y la obligó a acompañarle.
- ¡Nos vemos mañana! - Dijo Noel mientras se perdía entre la multitud.
De alguna forma logró ver por un segundo un gesto por parte de Nicolás con el pulgar levantado y se preguntó si realmente era tan obvio cuando estaba con Angel. Tan pronto como había venido la tormenta, también se había ido pero simplemente iba a ser por el día de hoy porque presentía que iba a durar un buen tiempo.
- Bueno, se que es tarde... - Se rascó la cabeza. No negaría que estaba nervioso porque nunca antes había estado en una relación y tampoco era el mejor hablando o robando corazones. - ¿pero me acompañas al paseo que te prometí? - Angel soltó un bufido.
- Cualquiera te dejaría si haces algo así. -
La pelirroja extendió su mano y Alex dudó por un momento. Al final tomó su mano y ambos comenzaron a caminar, dedicandose el tiempo que tanto querían para ellos mismos. De vez en cuando paraban en algun puesto de comida por curiosidad de Angel por probar algunas cosas que nunca antes había visto en aquel lugar. Otras veces se detenían enfrente de algún puesto de juego de entretenimiento pero sin participar y otras veces paraban en las decenas de puestos en las que se vendían artesanías y artículos varios.
Muchas cosas llamaban la atención de la pelirroja, pero ninguno era lo suficientemente atractivo como para querer comprarlo sin añadir que tampoco se podían permitir el lujo de malgastar el dinero. Aunque si era para Angel, el azabache tenía la intención de ser un poco mas laxo con la gestión de sus gastos, si era por ella, se lo podía permitir. El dinero era importante pero no valía nada si al morir por segunda vez no lo gastaba.
Continuaron caminando por la calle que parecía la principal del festival. No tenía pérdida puesto que faros de débiles llamas se situaban a ambos lados y cada escasos metros de la calle; resaltaban mucho mas que las otras calles donde se separaban una de otras mucho mas.
No tardaron en llegar al final de la calle que daba lugar a las afueras de la ciudad donde se concentraba una gran multitud de personas formado en pequeños grupos que nunca superaban más de diez. La oscuridad y la única luz de las estrellas en el firmamento, recalcaban aun más las llamas de los farolillos que portaban las personas como si de luciérnagas se tratasen, un paisaje que nunca hubieras encontrado en el mundo moderno.
- Chico. El de la parejita. -
Alex esperaba que no se estuvieran refiriendo a ellos puesto que aquello era pura verguenza ajena pero aun así buscó el propietario de aquella voz y para su mala suerte, pertenecía a un anciano en un puestecillo muy básico, que lo llamaba con la mano para que se acercase.
- ¿Difrutando del festival? - Le dijo socarrón. - ¿Quieres participar en los farolillos? -
- ¿El que? - Apretó su mano contra la de Angel inconscientemente. Todo este tiempo tomados de la mano, había provocado que justo ahora notara que estaba sudando demasiado.
- Farolillos. - Repitió. - Es una especie de lámpara de papel. Enciendes una llama dentro y al cabo de un rato volará solo por el cielo. A la gente le gusta pedir deseos al soltarlas. - Dijo mientras sacaba una para mostrarla. Alex no tardó en reconocer a que se estaba refiriendo porque como agente de la ley que era, sabía que estaban prohibidos en la época moderna. Si encendías uno de eso sin permisos, podías provocar problemas con los aviones. - Todavía estás a tiempo, en breve comenzará la primera tanda. -
- ¿Quieres probar? - Le preguntó a Angel. Ella no dijo nada y tampoco reaccionó pero para él era respuesta suficiente. - Entonces uno. - Le dijo al anciano.
- Será una moneda de plata. - Sonrió. - No me mires así, este viejo tiene que ganarse la vida. -
- Yo no he dicho nada. - Dijo liberando el brazo de Angel para buscar en su monedero. Maldijo por lo bajo la poca luz que había pues apenas podía distinguir si lo que tenía en las manos era cobre, plata
No vuelvo a escribir mas en mi vida.
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Re: [Roll]A Puppet world
Flashback
Una horda de marionetas equipadas con antorchas, armas y cualquier objeto punzante de uso común, se acercaba agresivamente hacia el granero donde se habían ocultado de la “titiritera falsa”. Los incomprensibles gritos de furia que se avecinaban con un eco peligroso alertaron al grupo.
-¡Vienen para acá! -Gritó Éliary asomándose rauda pero cautelosa por una ventanilla.
-Maldición -Masculló Alex imitándola. Angel, que permaneció donde estaba, tenía los ojos abiertos como platos.
-¿Qué hacemos? -Habló temerosa, casi en una exclamación.
-Irnos, no hay de otra -Ordenó el pelinegro.
El grupo corrió hacia la carroza que poco antes habían estacionado, Eli y Angel tratando de calmar a los caballos que por el alboroto relinchaban y se alzaban sobre sus patas traseras. Alex rápidamente subió al lugar del conductor y tomó las riendas y una vez los caballos se habían tranquilizado un poco, ambas chicas saltaron a la parte trasera del vehículo. El pelinegro dio la orden con un movimiento firme y los caballos empezaron a andar presurosos. Acostumbrados a estar todos listos, no dieron con un detalle: Faltaba Hunter.
Eli dejó escapar un grito de miedo y preocupación, asomándose por la parte trasera de la carroza. Ahí lo vio, al fondo. Estaba de pie, estático, con la espada en manos.
-¡HUNTER!
Una horda de marionetas equipadas con antorchas, armas y cualquier objeto punzante de uso común, se acercaba agresivamente hacia el granero donde se habían ocultado de la “titiritera falsa”. Los incomprensibles gritos de furia que se avecinaban con un eco peligroso alertaron al grupo.
-¡Vienen para acá! -Gritó Éliary asomándose rauda pero cautelosa por una ventanilla.
-Maldición -Masculló Alex imitándola. Angel, que permaneció donde estaba, tenía los ojos abiertos como platos.
-¿Qué hacemos? -Habló temerosa, casi en una exclamación.
-Irnos, no hay de otra -Ordenó el pelinegro.
El grupo corrió hacia la carroza que poco antes habían estacionado, Eli y Angel tratando de calmar a los caballos que por el alboroto relinchaban y se alzaban sobre sus patas traseras. Alex rápidamente subió al lugar del conductor y tomó las riendas y una vez los caballos se habían tranquilizado un poco, ambas chicas saltaron a la parte trasera del vehículo. El pelinegro dio la orden con un movimiento firme y los caballos empezaron a andar presurosos. Acostumbrados a estar todos listos, no dieron con un detalle: Faltaba Hunter.
Eli dejó escapar un grito de miedo y preocupación, asomándose por la parte trasera de la carroza. Ahí lo vio, al fondo. Estaba de pie, estático, con la espada en manos.
-¡HUNTER!
...
Sangre... Tenía sangre.
Repasó por enésima vez la superficie metálica de la espada con su mirada. Cada vistazo le helaba el cuerpo. ¿Qué había hecho? La escena de cuando había enterrado su arma en aquella marioneta se repitió en su mente. ¿En verdad era una marioneta? ¿Estaba jugando con su mente, era una trampa? O quizás... Y si... ¿Y si el titiritero había usado a una persona real atrapada en ese mundo? En ese caso... En ese caso... La había asesinado. Pero la marioneta se había erguido y había girado hacia él con una expresión diabólica, no podía ser una persona. Pero esa sangre... Se veía real. Y la marioneta no tenía el mismo mecanismo interno que las demás. ¡¿Qué estaba pasando?!
Se llevó una mano a la cabeza, los ojos bien abiertos y su mirada aún fija en la afilada hoja de la espada que, una vez plateada, ahora estaba salpicada en brillante sangre roja.
Tenía que limpiarla. Sí, debía hacerlo. Había tomado el retazo de una tela que descansaba olvidada en el suelo, y con manos temblorosas la deslizó a lo largo del arma. Entretanto, sus amigos gritaban y corrían, como un remolino a su alrededor del que él no se percataba.
-¡HUNTER!
Alguien le gritaba, era la voz de Éliary. Despertó de su trance.
Giró el rostro rápidamente, sin entender.
-¡CORRE! ¿QUÉ HACES? -La preocupación de la joven se desbordaba a través de sus palabras.
De pronto, entendió la situación. Escuchaba gritos desmedidos avecinándose, la carroza se alejaba de él a paso veloz. Sin pensarlo, comenzó a correr en dirección al vehículo que ya había traspasado la puerta del granero. Corría ágilmente, con toda la fuerza que daban sus piernas.
-¡Detén la carroza! -Suplicó Éliary que parecía en cualquier momento decidirse a saltar para buscarlo. Angel estaba a su lado, asustada, sin saber qué hacer.
-¡Nos alcanzarán! -Advirtió Alex- ¡Corre, Hunter! -Era una mezcla de orden con súplica.
Cuando Hunter estaba lo suficientemente cerca de la carroza, tomó impulso de su propia velocidad y saltó hacia el interior, mientras ambas chicas se apartaban de su trayecto rápidamente. El joven cayó dentro estrepitosamente, soltando la espada que hasta entonces sostenía, y la cual se deslizó al fondo.
-¡Ya puedes acelerar todo lo que quieras! -Gritó Eli mientras Angel miraba la horda que los perseguía sin descanso. Alex agitó las riendas y, con un tumbo, aumentaron la velocidad- ¿Estás bien? ¿Hunter? -Insistió la pelimorada. El mencionado apenas se estaba incorporando para sentarse.
Hunter volteó a mirarla desconcertado y ella pudo verlo claramente, había angustia en su mirada.
Repasó por enésima vez la superficie metálica de la espada con su mirada. Cada vistazo le helaba el cuerpo. ¿Qué había hecho? La escena de cuando había enterrado su arma en aquella marioneta se repitió en su mente. ¿En verdad era una marioneta? ¿Estaba jugando con su mente, era una trampa? O quizás... Y si... ¿Y si el titiritero había usado a una persona real atrapada en ese mundo? En ese caso... En ese caso... La había asesinado. Pero la marioneta se había erguido y había girado hacia él con una expresión diabólica, no podía ser una persona. Pero esa sangre... Se veía real. Y la marioneta no tenía el mismo mecanismo interno que las demás. ¡¿Qué estaba pasando?!
Se llevó una mano a la cabeza, los ojos bien abiertos y su mirada aún fija en la afilada hoja de la espada que, una vez plateada, ahora estaba salpicada en brillante sangre roja.
Tenía que limpiarla. Sí, debía hacerlo. Había tomado el retazo de una tela que descansaba olvidada en el suelo, y con manos temblorosas la deslizó a lo largo del arma. Entretanto, sus amigos gritaban y corrían, como un remolino a su alrededor del que él no se percataba.
-¡HUNTER!
Alguien le gritaba, era la voz de Éliary. Despertó de su trance.
Giró el rostro rápidamente, sin entender.
-¡CORRE! ¿QUÉ HACES? -La preocupación de la joven se desbordaba a través de sus palabras.
De pronto, entendió la situación. Escuchaba gritos desmedidos avecinándose, la carroza se alejaba de él a paso veloz. Sin pensarlo, comenzó a correr en dirección al vehículo que ya había traspasado la puerta del granero. Corría ágilmente, con toda la fuerza que daban sus piernas.
-¡Detén la carroza! -Suplicó Éliary que parecía en cualquier momento decidirse a saltar para buscarlo. Angel estaba a su lado, asustada, sin saber qué hacer.
-¡Nos alcanzarán! -Advirtió Alex- ¡Corre, Hunter! -Era una mezcla de orden con súplica.
Cuando Hunter estaba lo suficientemente cerca de la carroza, tomó impulso de su propia velocidad y saltó hacia el interior, mientras ambas chicas se apartaban de su trayecto rápidamente. El joven cayó dentro estrepitosamente, soltando la espada que hasta entonces sostenía, y la cual se deslizó al fondo.
-¡Ya puedes acelerar todo lo que quieras! -Gritó Eli mientras Angel miraba la horda que los perseguía sin descanso. Alex agitó las riendas y, con un tumbo, aumentaron la velocidad- ¿Estás bien? ¿Hunter? -Insistió la pelimorada. El mencionado apenas se estaba incorporando para sentarse.
Hunter volteó a mirarla desconcertado y ella pudo verlo claramente, había angustia en su mirada.
Los días siguientes, el grupo se limitó a seguir su camino en busca de la ciudad de las leyendas, Aarun. No hacían mucho más allá de viajar en la carroza, permitir breves descansos a los caballos y acampar cuando fuese necesario. Extrañamente, el más animado del grupo no había hablado demasiado, aunque parecía intentar recuperar el ánimo de a ratos.
-¿Estás bien? -Preguntó una vez más su amiga de cabellos morados.
-Sí, Eli, no te preocupes, se me pasará -Le había respondido eso varias veces ya, acompañado de una sonrisa algo débil. Ella lo miró insatisfecha- Perdóname -Lo miró confundida- Sólo estoy un poco... en shock, es todo. Pasará.
Ese mismo día, se cruzaron con una marioneta de espantoso aspecto, y el muchacho había flaqueado cuando era su turno de atacar. Estaba demasiado distraído.
Tomó un tiempo para que poco a poco se tranquilizara. Pues no sólo recordaba la escena, sino que ésta se colaba en sus sueños seguido, sin dejarlo descansar. Esos días, unas ojeras adornaban sus ojos posándose como una sombra oscura. Y ciertamente, no era el único afectado. Todos estaban algo asustados todavía, y todos habían estado teniendo pesadillas frecuentes. No les quedaba más que apoyarse entre sí.
-¿Estás bien? -Preguntó una vez más su amiga de cabellos morados.
-Sí, Eli, no te preocupes, se me pasará -Le había respondido eso varias veces ya, acompañado de una sonrisa algo débil. Ella lo miró insatisfecha- Perdóname -Lo miró confundida- Sólo estoy un poco... en shock, es todo. Pasará.
Ese mismo día, se cruzaron con una marioneta de espantoso aspecto, y el muchacho había flaqueado cuando era su turno de atacar. Estaba demasiado distraído.
Tomó un tiempo para que poco a poco se tranquilizara. Pues no sólo recordaba la escena, sino que ésta se colaba en sus sueños seguido, sin dejarlo descansar. Esos días, unas ojeras adornaban sus ojos posándose como una sombra oscura. Y ciertamente, no era el único afectado. Todos estaban algo asustados todavía, y todos habían estado teniendo pesadillas frecuentes. No les quedaba más que apoyarse entre sí.
Llevaban ya un mes en Aarun, hacía dos días él y Eli habían salido en su primera expedición. El ánimo del muchacho había retornado hace un tiempo. No era alguien que tardase siglos en superar una experiencia, más aún cuando su situación le exigía superación continua, y su círculo de amigos lo necesitaban también. Sólo recaía de a ratos, de vez en cuando, cuando tenía pesadillas, que por alguna razón eran más macabras cada vez. Pero, por suerte, el ambiente tranquilo de Aarun poco a poco ayudó a disipar ese efecto, y por fin podía dormir tranquilo.
Aunque su amiga de vez en cuando le continuaba preguntando si estaba bien, incluso cuando ya había pasado mucho tiempo del incidente. Era un gesto que lo conmovía, era mucha dulzura para su sensible corazón. Hasta que logró hacerle entender que en verdad estaba bien. Pues realmente se sentía tranquilo, la “vida” que llevaban ahora, meses después, era mucho más agradable, durase lo que durase. Y él estaba feliz, pues ahora compartían más tiempo juntos como compañeros de expedición.
Fin del Flashback
Aunque su amiga de vez en cuando le continuaba preguntando si estaba bien, incluso cuando ya había pasado mucho tiempo del incidente. Era un gesto que lo conmovía, era mucha dulzura para su sensible corazón. Hasta que logró hacerle entender que en verdad estaba bien. Pues realmente se sentía tranquilo, la “vida” que llevaban ahora, meses después, era mucho más agradable, durase lo que durase. Y él estaba feliz, pues ahora compartían más tiempo juntos como compañeros de expedición.
Fin del Flashback
-¡Bien! Entonces… ¡Vamos!- saltó el rubio sacándola de su ensoñación. Sin pensarlo mucho, el oji azul estiró su mano y tomó la de ella con un ligero apretón, y haló de ella. Ahora era su turno.
-¡Hunter!
-Hay mucha gente, te puedes perder – soltó sin siquiera voltear a verla. Había mucha gente, sí, pero era imposible perderla de vista, igual era una buena excusa.
La noche se había asentado hace rato sobre la animada ciudad. Las farolas iluminaban las calles, algunas en una tonalidad amarillenta, y otras exhibiendo diferentes colores pues sus vidrios habían sido decorados para la ocasión.
-¿A dónde vamos? -Preguntó Eli, mirando sus manos entrelazadas, el rubio no ejercía presión más allá de una firmeza suficiente para mantener el agarre.
-Mmm -Esbozó él- No sé -Rió.
-¿Entonces...? -Lo miró divertida.
-Nada, quería hacer lo mismo que tú hiciste antes –Se giró, sonriéndole.
-¿Tomarnos de la mano? -Preguntó dubitativa.
-Sí, me gusta -Admitió con tal transparencia y sinceridad que no daba lugar a dudas.
-¿Eh? -Eli abrió los ojos sorprendida, sonrojándose un poco.
-¿A ti no? -Preguntó de repente, mirándola con atención y una expresión inocente.
-No, no dije eso -Negó preocupándose de haberlo hecho sentir mal.
-Qué bien –Cris amplió su sonrisa- Bueno, a ver... Definitivamente quiero...
-¿Comer algo? -Completó ella sonriendo. Hunter hizo una seña con el dedo índice.
-Exactamente, la pregunta es dónde -Dirigió su mirada cristalina en todas direcciones, habían tantos puestos de comida y tantos aromas deliciosos mezclándose en el aire, que no podía decidirse. Volvió su vista a Eli- ¿Alguna idea?
-¡Hunter!
-Hay mucha gente, te puedes perder – soltó sin siquiera voltear a verla. Había mucha gente, sí, pero era imposible perderla de vista, igual era una buena excusa.
La noche se había asentado hace rato sobre la animada ciudad. Las farolas iluminaban las calles, algunas en una tonalidad amarillenta, y otras exhibiendo diferentes colores pues sus vidrios habían sido decorados para la ocasión.
-¿A dónde vamos? -Preguntó Eli, mirando sus manos entrelazadas, el rubio no ejercía presión más allá de una firmeza suficiente para mantener el agarre.
-Mmm -Esbozó él- No sé -Rió.
-¿Entonces...? -Lo miró divertida.
-Nada, quería hacer lo mismo que tú hiciste antes –Se giró, sonriéndole.
-¿Tomarnos de la mano? -Preguntó dubitativa.
-Sí, me gusta -Admitió con tal transparencia y sinceridad que no daba lugar a dudas.
-¿Eh? -Eli abrió los ojos sorprendida, sonrojándose un poco.
-¿A ti no? -Preguntó de repente, mirándola con atención y una expresión inocente.
-No, no dije eso -Negó preocupándose de haberlo hecho sentir mal.
-Qué bien –Cris amplió su sonrisa- Bueno, a ver... Definitivamente quiero...
-¿Comer algo? -Completó ella sonriendo. Hunter hizo una seña con el dedo índice.
-Exactamente, la pregunta es dónde -Dirigió su mirada cristalina en todas direcciones, habían tantos puestos de comida y tantos aromas deliciosos mezclándose en el aire, que no podía decidirse. Volvió su vista a Eli- ¿Alguna idea?
Habría pasado quizás una hora, más o menos. Ambos chicos se habían decidido por un puesto en el que vendían panecillos dulces y salados, éstos últimos acompañados de un trozo de queso fresco derretido en su superficie. Los dos tomaron dos panecillos cada uno, uno salado y uno dulce. A decir verdad, Hunter hubiese tomado unos diez, pero no podía ni quería abusar del dinero que tenían ahorrado. Y ya más de cuarenta minutos después de que la comida entrara en su estómago, se arrepentía de no haber tomado, por lo menos, uno más. Pero... El festival, la música, los puestos, las actividades, lo entretenían en gran medida, haciendo que no importara su hambre de momento. Eso... Y algo que llevaba un tiempo queriendo hacer.
-Oye, Eli.
-¿Sí, Hunter? -Ambos estaban sentados al borde de la fuente de la plaza central.
-Tengo una pregunta –Dijo suavemente.
-¿Mm? ¿Qué es? -Eli giró cuerpo y rostro hacia él. El tono del muchacho era apacible, más denotaba cierto misterio.
-Quería saber... -El rubio miró al frente, su rostro tranquilo tenía un matiz que tiraba más a la seriedad.
-¿Sí? -Apuró Eli, la verdad es que se le hacía extraño verlo así. Porque sereno no estaba, era diferente.
-¿Tú piensas...? -Se detuvo a reformular la pregunta- ¿Me consideras tonto?
-¿Qué? -Soltó casi inmediatamente, sonriendo por lo extraña que era la pregunta, casi pensando que estaba bromeando. Pensamiento que se esfumó junto a su sonrisa cuando el rubio se giró a mirarla con el mismo semblante serio.
-Te lo pregunto de verdad -Usó el mismo tono de voz que cuando le formuló la pregunta. Y ahora Eli lo entendía bien: El tono con el que lo escuchó preguntarle aquello era un tono dolido.
-¿Cómo? -Dijo, aún tan sorprendida como cuando había escuchado la pregunta. Aunque ahora consciente de que iba en serio- No entiendo por qué me preguntas algo así.
-Es que -Se removió en su lugar, mirando de nuevo al frente- Por ejemplo ahora, con lo de Alex y Angel, no pensaste que me había dado cuenta de lo que estaba pasando, o de lo que tú sugerías -Hizo una pausa en la que ella lo miró, recordando que se había recriminado el haberlo subestimado de nuevo- Y bueno, en general. Supongo que piensas de ese modo. Creo -Hizo una pausa más corta- que en parte te habrá ayudado a concluir eso mi personalidad, o al menos mis acciones. ¿No? -Se giró a mirarla, Eli sólo lo observaba sin habla, aunque quisiera, no podía responder, un nudo en la garganta se lo impedía- Digo... Siempre alegre, siempre alocado y haciendo muchas cosas una detrás de otra, desviándome para ayudar a alguien o con algo. Entonces, quería saber, por lo que parece, si me ves de esa forma -Concluyó, su mirada aún fija en ella.
-Yo... Hunter –Eli parecía tratar de organizar sus ideas- No es cierto. No te veo así, no eres tonto -Él la observó no convencido- No eres un idiota ni nada por el estilo. Perdóname si alguna actitud de mi parte te hizo pensar así -Ahora, las palabras de ella también salían con voz dolida- O si en ocasiones supuse algo incorrecto. Eres una persona espectacular –Cris abrió un poco más los ojos- Sí, lo eres. Tienes tanta empatía, eres capaz de conectar con los demás y comprender lo que necesitan. Además, trabajas muy duro y eres muy atento... -Enumeró Eli mientras poco a poco bajaba la mirada, aún apenada por lo anterior, se le hacía difícil sostenerle la mirada.
Cris tomó su mentón evitando que siguiera bajando el rostro, y haciendo que lo observara. En su semblante serio comenzó a dibujarse una suave sonrisa, con el mismo efecto que tenían los primeros rayos de Sol en el amanecer.
-A decir verdad, es más de lo que pensé que dirías -Con su mano libre, se rascó la nuca, cuando Eli se percató de que sus mejillas estaban sonrosadas.
-¿Por qué? -Alcanzó a preguntar mientras analizaba el rostro del rubio.
-Bueno, no creí que encontrabas tantas cosas buenas en mí -Rió levemente, ella lo miró con regaño- Digo, algunas cosas sí, pero... Ya sabes, fue muy lindo lo que dijiste -Sonrió de nuevo.
-¿Por qué no lo haría? Sólo digo la verdad -Correspondió su sonrisa.
-Y bueno, en eso que mencionaste... Sí, la verdad soy bastante atento a mi alrededor -Soltó con suavidad su mentón y echó sus brazos hacia atrás para apoyarse, dirigiendo su mirada nuevamente al ambiente.
-Entiendo -Añadió Eli imitándolo.
-Y en las personas -Puntualizó Cris. Eli lo miró un instante, él hizo una pausa antes de seguir- Lo de Alex y Angel era obvio, casi desde el principio. -Ella asintió- Creo que no hay momento en el que se hayan separado desde que nos conocimos, excepto cuando ocurrió lo de la familia de ella, más otros cortos instantes hasta ahora.
-Tienes razón -Sonrió Eli.
-Y a ti... -Se detuvo un instante midiendo sus palabras pues su intención no era sonar entrometido. La miró de reojo un segundo- Él. Sentías algo... -Eli abrió los ojos grandes.
-¿A qué te refieres? -Preguntó, aunque temía ya saber la respuesta.
-A Alex -Aclaró con suavidad- Te noté incómoda algunas veces, cuando ellos estaban juntos –Se giró a mirarla.
-¿Qué dices? Estás alucinando –Se negó encarándolo, estaba más bien nerviosa.
-Disculpa, no busco entrometerme. Sólo te digo lo que percibí, quizás me equivoque -Le sonrió tranquilo- Pero tiene sentido. Pasaste mucho tiempo con él. -Notó que el tema la inquietaba, así que decidió continuar, reprimiendo el deseo de preguntarle cómo se sentía ahora respecto a eso, pues no era de su incumbencia, ni tampoco era su idea profundizar en ello en ese momento- Y luego estaba ese chico. Azael. -A su mención, Eli dio un ligero respingo imperceptible.
-¿Qué hay con él? -Se aventuró a preguntar.
-Tú le gustabas -Aseguró de forma tan certera que la descolocó un poco- Bueno, Eli -Rió suavemente- Era muy obvio.
-Él era molesto –Se cruzó de brazos.
-Bueno, tan mal no te caía -Ladeó la cabeza.
-¿Qué quieres decir con eso? -Dijo algo indignada.
-Perdona, no... No me refiero. -Agitó las manos- No dije que fuese mutuo, digo que a veces parecías divertida con él, es todo.
-Bueno, probaste tu punto –Eli se levantó de su lugar con los brazos cruzados, la verdad, esa conversación empezaba a incomodarla. Cris se levantó rápidamente después de ella.
-Discúlpame, espera –La tomó de una mano- Eli. Perdón. No era mi intención, escucha –La hizo girarse hacia él.
-No pasa nada –Se excusó.
-¿Estás molesta? -Soltó con preocupación- Perdona, mi intención sólo era hacerte saber que...
-Has estado al tanto de todo. Está bien, de hecho, discúlpame a mí por haberte subestimado algunas veces –Dijo sin mirarlo.
-No quería incomodarte, y disculpa por haber usado esos ejemplos. Sólo quería que supieras que... Yo... -Se detuvo de nuevo- Bueno, cuentas conmigo.
-¿Qué? -Giró a mirarlo. De todas las conclusiones, no se esperaba esa.
-He notado que siempre lidias sola con las situaciones y con tus sentimientos, y... Pues... Quería que supieras que estoy aquí y que me preocupo por ti, no estás aislada. Y ya que ellos dos están algo ocupados con sus cosas, pues... Que sepas que tienes a alguien con quien contar si te sientes sola en algún momento. -Terminó dibujando una pequeña sonrisa en su rostro, aún apenado por haber perturbado la tranquilidad de la pelimorada.
-Hunter... -Lo miró un instante con una expresión extraña que Cris no logró descifrar, y de pronto, lo que menos esperaba. Le sonrió.- Gracias -Él parpadeó confundido- Eres muy dulce, y sé que tu intención no fue molestarme, sino como siempre, todo lo contrario.
-¿Segura?
-Sí, de verdad. Pero... -Lo miró, él la observaba atento- ¿Prestaste tanta atención a todo eso?
-Bueno, no puedo evitarlo, sólo se me da.
-Mmm... Ya veo -Ladeó la cabeza y su trenza bailó un instante en el aire- ¿No hay otra razón? -Cris de pronto se tensó un poco.
-¿Por qué?
-Es que me sorprende, es todo, generalmente las personas no atienden tanto a esas cosas... A menos que sea por chisme -Lo miró divertida.
-No chismeaba, lo juro -Alzó una mano con rostro sorprendido. Ella rió.
-Yo sé que no, por eso pregunto.
Un nudo de sentimientos encontrados que se habían revuelto dentro de él a lo largo de todo ese tiempo le impidió responder inmediatamente. No estaba del todo seguro de cómo responder, o si tenía algo que decir. O de si quería decirlo.
-Bueno... -Pareció meditarlo un instante, pero luego sólo se encogió de hombros.
-Ya veo -Sonrió ella.
-¿Amigos? -Eli lo observó sin entender, aunque esa palabra le había causado una extraña sensación contradictoria en el pecho.
-¿Cómo?
-Bueno, te molesté hace un momento, cuando era lo último que quería hacer –Cris desvió la mirada un instante- Quería asegurarme...
-Todo está bien –Le sonrió Éliary con sinceridad.
-Entonces, amigos –Le extendió la mano.
Eli quedó un instante mirando el gesto, deslizando su mirada hasta los ojos del muchacho. Lo cual consideró no había sido una buena idea pues se quedó inmediatamente enganchada a ellos. Para ello habría sido suficiente su tonalidad azul cristalina, su intensidad, su transparencia y brillo de siempre, pero esta vez se añadía el resplandor de las luces de colores que los rodeaban, que se reflejaban como lo haría la Luna sobre el lago más puro y tranquilo.
-Amigos –Estrechó su mano con una sonrisa en el rostro que fue correspondida al instante, por una aún más amplia de parte de él.
-Bueno –Cris aprovechó que estaban de la mano de nuevo, para empezar a caminar con ella- La noche es joven todavía. ¿Qué quieres hacer?
-Mmm... Por allá hay un pequeño espectáculo -Señaló Eli. No era nada oficialmente organizado, eran bailarines corrientes haciendo una demostración en la calle que parecía animar bastante a los que estaban cerca presenciándolo.
-Vamos entonces –La pelimorada asintió a ello y empezó a caminar delante de Hunter, aún tomados de la mano.
-Oye Eli...
-¿Sí? -Se giró un poco.
-Te ves muy linda hoy -Repitió por segunda vez esa noche.
Eli separó levemente los labios sonrojada, y sonrió. Siguió caminando mientras el rubio reprimía palabras restantes “...como siempre”.
Pronto, el alboroto y la música de los bailarines envolvieron los sentidos de ambos.
-Oye, Eli.
-¿Sí, Hunter? -Ambos estaban sentados al borde de la fuente de la plaza central.
-Tengo una pregunta –Dijo suavemente.
-¿Mm? ¿Qué es? -Eli giró cuerpo y rostro hacia él. El tono del muchacho era apacible, más denotaba cierto misterio.
-Quería saber... -El rubio miró al frente, su rostro tranquilo tenía un matiz que tiraba más a la seriedad.
-¿Sí? -Apuró Eli, la verdad es que se le hacía extraño verlo así. Porque sereno no estaba, era diferente.
-¿Tú piensas...? -Se detuvo a reformular la pregunta- ¿Me consideras tonto?
-¿Qué? -Soltó casi inmediatamente, sonriendo por lo extraña que era la pregunta, casi pensando que estaba bromeando. Pensamiento que se esfumó junto a su sonrisa cuando el rubio se giró a mirarla con el mismo semblante serio.
-Te lo pregunto de verdad -Usó el mismo tono de voz que cuando le formuló la pregunta. Y ahora Eli lo entendía bien: El tono con el que lo escuchó preguntarle aquello era un tono dolido.
-¿Cómo? -Dijo, aún tan sorprendida como cuando había escuchado la pregunta. Aunque ahora consciente de que iba en serio- No entiendo por qué me preguntas algo así.
-Es que -Se removió en su lugar, mirando de nuevo al frente- Por ejemplo ahora, con lo de Alex y Angel, no pensaste que me había dado cuenta de lo que estaba pasando, o de lo que tú sugerías -Hizo una pausa en la que ella lo miró, recordando que se había recriminado el haberlo subestimado de nuevo- Y bueno, en general. Supongo que piensas de ese modo. Creo -Hizo una pausa más corta- que en parte te habrá ayudado a concluir eso mi personalidad, o al menos mis acciones. ¿No? -Se giró a mirarla, Eli sólo lo observaba sin habla, aunque quisiera, no podía responder, un nudo en la garganta se lo impedía- Digo... Siempre alegre, siempre alocado y haciendo muchas cosas una detrás de otra, desviándome para ayudar a alguien o con algo. Entonces, quería saber, por lo que parece, si me ves de esa forma -Concluyó, su mirada aún fija en ella.
-Yo... Hunter –Eli parecía tratar de organizar sus ideas- No es cierto. No te veo así, no eres tonto -Él la observó no convencido- No eres un idiota ni nada por el estilo. Perdóname si alguna actitud de mi parte te hizo pensar así -Ahora, las palabras de ella también salían con voz dolida- O si en ocasiones supuse algo incorrecto. Eres una persona espectacular –Cris abrió un poco más los ojos- Sí, lo eres. Tienes tanta empatía, eres capaz de conectar con los demás y comprender lo que necesitan. Además, trabajas muy duro y eres muy atento... -Enumeró Eli mientras poco a poco bajaba la mirada, aún apenada por lo anterior, se le hacía difícil sostenerle la mirada.
Cris tomó su mentón evitando que siguiera bajando el rostro, y haciendo que lo observara. En su semblante serio comenzó a dibujarse una suave sonrisa, con el mismo efecto que tenían los primeros rayos de Sol en el amanecer.
-A decir verdad, es más de lo que pensé que dirías -Con su mano libre, se rascó la nuca, cuando Eli se percató de que sus mejillas estaban sonrosadas.
-¿Por qué? -Alcanzó a preguntar mientras analizaba el rostro del rubio.
-Bueno, no creí que encontrabas tantas cosas buenas en mí -Rió levemente, ella lo miró con regaño- Digo, algunas cosas sí, pero... Ya sabes, fue muy lindo lo que dijiste -Sonrió de nuevo.
-¿Por qué no lo haría? Sólo digo la verdad -Correspondió su sonrisa.
-Y bueno, en eso que mencionaste... Sí, la verdad soy bastante atento a mi alrededor -Soltó con suavidad su mentón y echó sus brazos hacia atrás para apoyarse, dirigiendo su mirada nuevamente al ambiente.
-Entiendo -Añadió Eli imitándolo.
-Y en las personas -Puntualizó Cris. Eli lo miró un instante, él hizo una pausa antes de seguir- Lo de Alex y Angel era obvio, casi desde el principio. -Ella asintió- Creo que no hay momento en el que se hayan separado desde que nos conocimos, excepto cuando ocurrió lo de la familia de ella, más otros cortos instantes hasta ahora.
-Tienes razón -Sonrió Eli.
-Y a ti... -Se detuvo un instante midiendo sus palabras pues su intención no era sonar entrometido. La miró de reojo un segundo- Él. Sentías algo... -Eli abrió los ojos grandes.
-¿A qué te refieres? -Preguntó, aunque temía ya saber la respuesta.
-A Alex -Aclaró con suavidad- Te noté incómoda algunas veces, cuando ellos estaban juntos –Se giró a mirarla.
-¿Qué dices? Estás alucinando –Se negó encarándolo, estaba más bien nerviosa.
-Disculpa, no busco entrometerme. Sólo te digo lo que percibí, quizás me equivoque -Le sonrió tranquilo- Pero tiene sentido. Pasaste mucho tiempo con él. -Notó que el tema la inquietaba, así que decidió continuar, reprimiendo el deseo de preguntarle cómo se sentía ahora respecto a eso, pues no era de su incumbencia, ni tampoco era su idea profundizar en ello en ese momento- Y luego estaba ese chico. Azael. -A su mención, Eli dio un ligero respingo imperceptible.
-¿Qué hay con él? -Se aventuró a preguntar.
-Tú le gustabas -Aseguró de forma tan certera que la descolocó un poco- Bueno, Eli -Rió suavemente- Era muy obvio.
-Él era molesto –Se cruzó de brazos.
-Bueno, tan mal no te caía -Ladeó la cabeza.
-¿Qué quieres decir con eso? -Dijo algo indignada.
-Perdona, no... No me refiero. -Agitó las manos- No dije que fuese mutuo, digo que a veces parecías divertida con él, es todo.
-Bueno, probaste tu punto –Eli se levantó de su lugar con los brazos cruzados, la verdad, esa conversación empezaba a incomodarla. Cris se levantó rápidamente después de ella.
-Discúlpame, espera –La tomó de una mano- Eli. Perdón. No era mi intención, escucha –La hizo girarse hacia él.
-No pasa nada –Se excusó.
-¿Estás molesta? -Soltó con preocupación- Perdona, mi intención sólo era hacerte saber que...
-Has estado al tanto de todo. Está bien, de hecho, discúlpame a mí por haberte subestimado algunas veces –Dijo sin mirarlo.
-No quería incomodarte, y disculpa por haber usado esos ejemplos. Sólo quería que supieras que... Yo... -Se detuvo de nuevo- Bueno, cuentas conmigo.
-¿Qué? -Giró a mirarlo. De todas las conclusiones, no se esperaba esa.
-He notado que siempre lidias sola con las situaciones y con tus sentimientos, y... Pues... Quería que supieras que estoy aquí y que me preocupo por ti, no estás aislada. Y ya que ellos dos están algo ocupados con sus cosas, pues... Que sepas que tienes a alguien con quien contar si te sientes sola en algún momento. -Terminó dibujando una pequeña sonrisa en su rostro, aún apenado por haber perturbado la tranquilidad de la pelimorada.
-Hunter... -Lo miró un instante con una expresión extraña que Cris no logró descifrar, y de pronto, lo que menos esperaba. Le sonrió.- Gracias -Él parpadeó confundido- Eres muy dulce, y sé que tu intención no fue molestarme, sino como siempre, todo lo contrario.
-¿Segura?
-Sí, de verdad. Pero... -Lo miró, él la observaba atento- ¿Prestaste tanta atención a todo eso?
-Bueno, no puedo evitarlo, sólo se me da.
-Mmm... Ya veo -Ladeó la cabeza y su trenza bailó un instante en el aire- ¿No hay otra razón? -Cris de pronto se tensó un poco.
-¿Por qué?
-Es que me sorprende, es todo, generalmente las personas no atienden tanto a esas cosas... A menos que sea por chisme -Lo miró divertida.
-No chismeaba, lo juro -Alzó una mano con rostro sorprendido. Ella rió.
-Yo sé que no, por eso pregunto.
Un nudo de sentimientos encontrados que se habían revuelto dentro de él a lo largo de todo ese tiempo le impidió responder inmediatamente. No estaba del todo seguro de cómo responder, o si tenía algo que decir. O de si quería decirlo.
-Bueno... -Pareció meditarlo un instante, pero luego sólo se encogió de hombros.
-Ya veo -Sonrió ella.
-¿Amigos? -Eli lo observó sin entender, aunque esa palabra le había causado una extraña sensación contradictoria en el pecho.
-¿Cómo?
-Bueno, te molesté hace un momento, cuando era lo último que quería hacer –Cris desvió la mirada un instante- Quería asegurarme...
-Todo está bien –Le sonrió Éliary con sinceridad.
-Entonces, amigos –Le extendió la mano.
Eli quedó un instante mirando el gesto, deslizando su mirada hasta los ojos del muchacho. Lo cual consideró no había sido una buena idea pues se quedó inmediatamente enganchada a ellos. Para ello habría sido suficiente su tonalidad azul cristalina, su intensidad, su transparencia y brillo de siempre, pero esta vez se añadía el resplandor de las luces de colores que los rodeaban, que se reflejaban como lo haría la Luna sobre el lago más puro y tranquilo.
-Amigos –Estrechó su mano con una sonrisa en el rostro que fue correspondida al instante, por una aún más amplia de parte de él.
-Bueno –Cris aprovechó que estaban de la mano de nuevo, para empezar a caminar con ella- La noche es joven todavía. ¿Qué quieres hacer?
-Mmm... Por allá hay un pequeño espectáculo -Señaló Eli. No era nada oficialmente organizado, eran bailarines corrientes haciendo una demostración en la calle que parecía animar bastante a los que estaban cerca presenciándolo.
-Vamos entonces –La pelimorada asintió a ello y empezó a caminar delante de Hunter, aún tomados de la mano.
-Oye Eli...
-¿Sí? -Se giró un poco.
-Te ves muy linda hoy -Repitió por segunda vez esa noche.
Eli separó levemente los labios sonrojada, y sonrió. Siguió caminando mientras el rubio reprimía palabras restantes “...como siempre”.
Pronto, el alboroto y la música de los bailarines envolvieron los sentidos de ambos.
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Siglos, han pasado siglos.
¡Hola de nuevo, Puppet! Me tardé, demasiado para mi gusto, pero estoy de vuelta.
Disculpen lo laaaargo de la conti pero bueno, es inevitable en un regreso después de tanto tiempo. Y aún hay cosas que quiero hacer, so, lol.
Y las últimas escenas, que empiezan con un párrafo en negrita, es retomando desde donde lo dejó Xio, para que no haya confusiones como pasó con Lumina(?
Gracias por mantener a Puppet a flote todo este tiempo, chicos ♡
-Abraza a Cris sin soltarlo por el resto de la eternidad- Mi bebé, Sabri ya está aquí.
Cris- .::░ღAdmin~Contest.ღ░::.
-
Edad : 27
Cumpleaños!! : 09/07/1997
Mi llegada : 29/11/2009
Mis Mensajes : 2048
305 1803
Re: [Roll]A Puppet world
Ella se estaba aguantando la risa y él lo sabía, con solo poder percibir ese tic en su rostro al apretar los labios una y otra vez mientras evitaba por todos los medios mirarle la cara, era un detonante para resaltar su error.
Ella insistió en llevar el farolillo a pesar de que Alex se había ofrecido para cargarlo una vez el anciano lo pasó a las manos de Angelique. Él se lo permitió ya que era igual de pesado a como se veía: simple papel y alambre que se combinaban en forma ovalada.
- No puedo creer que en serio casi le dieses una de oro. - Ella recordó ese momento en que el pelinegro daba la moneda entrecerrando los ojos para convencerse de que era la moneda correcta.
Ella no se quería reír de su error pero era casi imposible evitarlo: la expresión de Alexander al notarlo y cómo volvía a buscar en su monedero el valor correcto mientras la mano estirada del anciano esperaba con paciencia para recibir su justa paga y cómo el rostro de Alex volvía a parecer cansado por esto. Para ella, aun sabiendo lo cruel del asunto, no podía evitar recordarlo con gracia mientras imaginaba todo lo que hubiese molestado al joven si no se hubiese dado cuenta.
- Esta muy oscuro y el color de las luces no es el mejor y lo sabes. - Se excusó. Angel solo exhaló con fuerza mientras seguía conteniendo la risa. Lo había molestado tanto antes, que no quería seguir siendo tan mala con él, aunque le estaba resultando difícil.
- Lo sé… - Dijo concentrándose en el farolillo.
En su tiempo, a pesar de conocer su existencia, nunca pudo jugar con uno. El peligro que la rodeaba era un asunto de mayor importancia que la simple diversión de fin de año y su padre siempre le advirtió que era una manera de revelar una ubicación. Pero según su percepción a una temprana edad, ella no tenía de quién esconderse pero cuando creció y se fue revelando el trabajo de su padre como la verdadera amenaza que era, consiguió fobia a cosas como la pirotecnia, y no a la bonita de colores, sino a la que hacía estruendos lo suficientemente fuertes como para confundirlo con algún arma, miedo el cual se fue elevando con el tiempo. Aún recordaba todavía lo mal que lo pasó cuando a los ocho años vivió un secuestro por una recompensa y aun después de haber sido rescatada y después haber muerto años después, creía que su actual destino era menos duro que aquellos días sin comida y sin agua, o tan siquiera un baño.
Por eso, en ese nuevo mundo donde aún estaba en peligro, no era igual. Mantenía una actitud indiferente a muchas cosas pero al menos podía creer en la diversión sin estar restringida al mundo y encender un farolillo era algo que podía convertirse en un buen recuerdo, sin que más tarde se convirtiese en insomnio por la preocupación, tanto así que no podía dejar de sonreír. Por muy tonta que se viese, y aun si Alexander no lo comprendía, aquello era como un pequeño sueño de infancia a punto de ser realizado y solo esperaba poder mantenerlo en su memoria mientras pudiese.
- ¿Crees que si dices el deseo en alto se hará realidad? -
- Estas mal de la cabeza si crees que funcionará. - Ella rió apenas y negó.
- Pero no está de mal intentarlo. - Él se quedó mirándola un momento, cosa que ella intentó disimular que no lo notaba siguiendo con su mirada al frente. Pero era algo difícil de conseguir cuando inspiró aire pesadamente y sus mejillas no dejaban de cosquillear. - Podríamos intentarlo, solo por el recuerdo. -
- ¿Y piensas decir tu deseo en alto? - Dijo Alex. Esperó una respuesta, pero no llegó, por lo que entendió claramente el mensaje. - ¿Ves? Cobarde. - Evitó reír, pero Angelique notó la clara sombra de burla que ocultó, lo que la hizo inflar las mejillas.
- Con pensarlo, supongo estará bien. - Alexander se veía venir esa respuesta y solo la dejó ser. Era vergonzoso siquiera pensar en pedir un deseo, pero si fuese cierto ¿Qué pediría? ¿Lo mismo que le iba a pedir al titiritero cuando lo encontrasen? Las probabilidades eran sin duda estúpidas e intentar razonarlo solo lo iba a llevar a ningún lado.
Avanzaron hasta un lugar que no estuviera tan cerca para no molestar a nadie y por lo poco sociales que eran, ni tan lejos para no despertar alguna curiosidad sobre su comportamiento.
- ¿Cómo se supone que funciona esto?- Preguntó moviendo el farolillo con demasiado cuidado, no quería romperlo y ella se creía muy capaz de ello.
- Solo hay que encenderlo y esperar. - Alex con un ademán le pidió que voltease el farolillo, el mismo que ella había dejado patas arriba hace unos segundos. Ella lo hizo y levantó el mismo para que él alcanzara con más facilidad. - No soy un Titan. - Le señaló los pies que ella había puesto en puntillas y al momento bajó los talones e inmediatamente infló la mejillas para evitar echar una risa.
Él no tardó en encender una llama en la base con un eslabón haciendo que el farolillo por fin pareciese más una linterna que simple papel.
- Y ahora a esperar. - Dijo tomando un lado del objeto, Angelique asintió y se quedó observando cómo de a poco se llenaba de aire caliente al mismo tiempo de que comenzaba a subir por sí mismo, haciendo que Angelique tuviese que soltarlo antes que Alex. Para cuando ya lo dejaron volar con calma, bailaba con gracia junto a los demás en una pequeña danza de luces.
Ella insistió en llevar el farolillo a pesar de que Alex se había ofrecido para cargarlo una vez el anciano lo pasó a las manos de Angelique. Él se lo permitió ya que era igual de pesado a como se veía: simple papel y alambre que se combinaban en forma ovalada.
- No puedo creer que en serio casi le dieses una de oro. - Ella recordó ese momento en que el pelinegro daba la moneda entrecerrando los ojos para convencerse de que era la moneda correcta.
Ella no se quería reír de su error pero era casi imposible evitarlo: la expresión de Alexander al notarlo y cómo volvía a buscar en su monedero el valor correcto mientras la mano estirada del anciano esperaba con paciencia para recibir su justa paga y cómo el rostro de Alex volvía a parecer cansado por esto. Para ella, aun sabiendo lo cruel del asunto, no podía evitar recordarlo con gracia mientras imaginaba todo lo que hubiese molestado al joven si no se hubiese dado cuenta.
- Esta muy oscuro y el color de las luces no es el mejor y lo sabes. - Se excusó. Angel solo exhaló con fuerza mientras seguía conteniendo la risa. Lo había molestado tanto antes, que no quería seguir siendo tan mala con él, aunque le estaba resultando difícil.
- Lo sé… - Dijo concentrándose en el farolillo.
En su tiempo, a pesar de conocer su existencia, nunca pudo jugar con uno. El peligro que la rodeaba era un asunto de mayor importancia que la simple diversión de fin de año y su padre siempre le advirtió que era una manera de revelar una ubicación. Pero según su percepción a una temprana edad, ella no tenía de quién esconderse pero cuando creció y se fue revelando el trabajo de su padre como la verdadera amenaza que era, consiguió fobia a cosas como la pirotecnia, y no a la bonita de colores, sino a la que hacía estruendos lo suficientemente fuertes como para confundirlo con algún arma, miedo el cual se fue elevando con el tiempo. Aún recordaba todavía lo mal que lo pasó cuando a los ocho años vivió un secuestro por una recompensa y aun después de haber sido rescatada y después haber muerto años después, creía que su actual destino era menos duro que aquellos días sin comida y sin agua, o tan siquiera un baño.
Por eso, en ese nuevo mundo donde aún estaba en peligro, no era igual. Mantenía una actitud indiferente a muchas cosas pero al menos podía creer en la diversión sin estar restringida al mundo y encender un farolillo era algo que podía convertirse en un buen recuerdo, sin que más tarde se convirtiese en insomnio por la preocupación, tanto así que no podía dejar de sonreír. Por muy tonta que se viese, y aun si Alexander no lo comprendía, aquello era como un pequeño sueño de infancia a punto de ser realizado y solo esperaba poder mantenerlo en su memoria mientras pudiese.
- ¿Crees que si dices el deseo en alto se hará realidad? -
- Estas mal de la cabeza si crees que funcionará. - Ella rió apenas y negó.
- Pero no está de mal intentarlo. - Él se quedó mirándola un momento, cosa que ella intentó disimular que no lo notaba siguiendo con su mirada al frente. Pero era algo difícil de conseguir cuando inspiró aire pesadamente y sus mejillas no dejaban de cosquillear. - Podríamos intentarlo, solo por el recuerdo. -
- ¿Y piensas decir tu deseo en alto? - Dijo Alex. Esperó una respuesta, pero no llegó, por lo que entendió claramente el mensaje. - ¿Ves? Cobarde. - Evitó reír, pero Angelique notó la clara sombra de burla que ocultó, lo que la hizo inflar las mejillas.
- Con pensarlo, supongo estará bien. - Alexander se veía venir esa respuesta y solo la dejó ser. Era vergonzoso siquiera pensar en pedir un deseo, pero si fuese cierto ¿Qué pediría? ¿Lo mismo que le iba a pedir al titiritero cuando lo encontrasen? Las probabilidades eran sin duda estúpidas e intentar razonarlo solo lo iba a llevar a ningún lado.
Avanzaron hasta un lugar que no estuviera tan cerca para no molestar a nadie y por lo poco sociales que eran, ni tan lejos para no despertar alguna curiosidad sobre su comportamiento.
- ¿Cómo se supone que funciona esto?- Preguntó moviendo el farolillo con demasiado cuidado, no quería romperlo y ella se creía muy capaz de ello.
- Solo hay que encenderlo y esperar. - Alex con un ademán le pidió que voltease el farolillo, el mismo que ella había dejado patas arriba hace unos segundos. Ella lo hizo y levantó el mismo para que él alcanzara con más facilidad. - No soy un Titan. - Le señaló los pies que ella había puesto en puntillas y al momento bajó los talones e inmediatamente infló la mejillas para evitar echar una risa.
Él no tardó en encender una llama en la base con un eslabón haciendo que el farolillo por fin pareciese más una linterna que simple papel.
- Y ahora a esperar. - Dijo tomando un lado del objeto, Angelique asintió y se quedó observando cómo de a poco se llenaba de aire caliente al mismo tiempo de que comenzaba a subir por sí mismo, haciendo que Angelique tuviese que soltarlo antes que Alex. Para cuando ya lo dejaron volar con calma, bailaba con gracia junto a los demás en una pequeña danza de luces.
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Re: [Roll]A Puppet world
Una brisa fresca pasó entre los dos provocando que a la pelirroja le entrase un escalofrío. Alex salió de sus pensamientos cayendo en la cuenta de que ya se estaba haciendo tarde y aunque el festival distaba mucho de terminar, mañana debía de madrugar. Nada de lo que tenía que hacer mañana le daba gracia, no quería esforzarse, no quería combatir contra nadie ni quería ser el ojo de atención de tantos. Ni aun muerto lo dejaban descansar en paz.
- ¿Tienes frío? - Dijo mirando al cielo nocturno. Deseaba que el tiempo se relentizara un poco mas en aquel momento, por ningún motivo en particular.
- Un poco. -
- Entonces volvamos. -
Tener un resfriado no era muy buena idea. Aunque no iban a morir dos veces, eso no quitaba el sufrimiento en el proceso y pedirle un brebaje mágico a un boticario, iba a ser como mínimo, imprudente.
- No era necesario que te arreglases tanto. - Confesó el mayor. A veces se veía obligado a romper el silencio cuando la pelirroja lo miraba demasiado. Él se hacía el tonto pero llegaba un momento que quería taparse (?)
Angel simplemente se quedó perpleja sin saber realmente que contestar. Cualquiera se arreglaría como mínimo para verse con alguien, incluso él estaba ligeramente diferente. Por lo menos sus gafas no estaban llenas de suciedad como siempre.
- ¿No te gusta? - Tanteó.
- Es raro. Siempre te veo con la misma ropa y el mismo peinado. - Y eso sonaba asqueroso porque era la verdad. No había lujos para lavar la ropa todos los días y además, era un suplicio sin la caja mágica, mas conocida en su mundo como la lavadora.
- Bueno. - Actuó su lado mas femenino. - Un cambio no viene mal. - No le pegaba en absoluto ser así por lo que ambos rieron.
- ¿Quieres hacer algo mas? Para mi suerte he de madrugar. - Ella negó con la cabeza.
- Está bien, tengo lo que quiero. - Debido a esa frase y su verdadero significado, Alex quedó en silencio unos segundos antes de responder.
- Bueno, no te arrientas luego porque mañana apenas estaré contigo. Te aburrirás sola. -
- Puedo pasar un día perfectamente sin ti. -
- No, no puedes. -
- Sí puedo. -
- No. - Le apretó con la mano las mejillas provocando que pusiese los labios como un pato. - ¿Quien te recogió el primer día, ah? -
- No cuenta. - Dijo como pudo, que mas bien solo sonaba a un balbuceo incomprensible.
- ¿Tienes frío? - Dijo mirando al cielo nocturno. Deseaba que el tiempo se relentizara un poco mas en aquel momento, por ningún motivo en particular.
- Un poco. -
- Entonces volvamos. -
Tener un resfriado no era muy buena idea. Aunque no iban a morir dos veces, eso no quitaba el sufrimiento en el proceso y pedirle un brebaje mágico a un boticario, iba a ser como mínimo, imprudente.
- No era necesario que te arreglases tanto. - Confesó el mayor. A veces se veía obligado a romper el silencio cuando la pelirroja lo miraba demasiado. Él se hacía el tonto pero llegaba un momento que quería taparse (?)
Angel simplemente se quedó perpleja sin saber realmente que contestar. Cualquiera se arreglaría como mínimo para verse con alguien, incluso él estaba ligeramente diferente. Por lo menos sus gafas no estaban llenas de suciedad como siempre.
- ¿No te gusta? - Tanteó.
- Es raro. Siempre te veo con la misma ropa y el mismo peinado. - Y eso sonaba asqueroso porque era la verdad. No había lujos para lavar la ropa todos los días y además, era un suplicio sin la caja mágica, mas conocida en su mundo como la lavadora.
- Bueno. - Actuó su lado mas femenino. - Un cambio no viene mal. - No le pegaba en absoluto ser así por lo que ambos rieron.
- ¿Quieres hacer algo mas? Para mi suerte he de madrugar. - Ella negó con la cabeza.
- Está bien, tengo lo que quiero. - Debido a esa frase y su verdadero significado, Alex quedó en silencio unos segundos antes de responder.
- Bueno, no te arrientas luego porque mañana apenas estaré contigo. Te aburrirás sola. -
- Puedo pasar un día perfectamente sin ti. -
- No, no puedes. -
- Sí puedo. -
- No. - Le apretó con la mano las mejillas provocando que pusiese los labios como un pato. - ¿Quien te recogió el primer día, ah? -
- No cuenta. - Dijo como pudo, que mas bien solo sonaba a un balbuceo incomprensible.
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Re: [Roll]A Puppet world
Antes de salir de la feria, Angelique aprovechó para comprar un recuerdo como si al día siguiente todo se fuese a esfumar, lo que no era completamente cierto. Varias atracciones si lo harían pero los puestos con características comerciales se mantendrían, por lo que Alexander mentiría si dijese que no le llamó la atención la prisa que esa chica había puesto en cuanto posó sus ojos en lo que ahora llevaba como si fuese un premio guardado en un pequeño bolsillo del vestido.
- Creía que tendrías mejor gusto. - Le dijo Alexander de la nada, ella infló las mejillas.
- Están lindos. - Lo miró frunciendo el ceño.
- Solo digo, habían mejores. -
- Estaban muy caros. - Aceptó y regresó su mirada al camino, se alejaban de la feria, pero las calles seguían iluminadas gracias a las farolas.
- Podías… -
- No. - Dijo inmediatamente, Alex suspiró pesadamente.
- No sabía que te gustaban estas cosas. - Cambió de tema, fijándose específicamente en las ahora descubiertas orejas de la chica. Normalmente cargaba el cabello tapando su rostro, lo que hacía imposible de notarlo, pero ahí estaba las perforaciones que cualquiera pensaría que nisiquiera poseía.
Ante el comentario, ella dudó en cómo contestar y aunque al final de cuentas era un simple, "Sí", prefirió explicar. Aún quedaba camino hasta la casa, por lo que no le quitaba nada de tiempo.
- Desde pequeña era lo que mi hermano más me daba, supongo se me hizo una costumbre. - Dijo con simpleza. - Y desde que llegamos no tuve la oportunidad de conseguir unos, y sin los mismos… eh… - Añadió con nervios al final. Alex solo esperó a que se decidiese a continuar. - Tu sabes, la suciedad se estanca, y no quedas seguro de que está limpio a pesar de haberte echado un montón de agua. - Alexander le respondió con un suave soplido que ella traducía en palabras como: Ridículo. - Es verdad. - Se adelantó a decir y apretó su mano, más por frustración que otra cosa.
- No he dicho nada. - Se defendió.
- Pero entendí el mensaje. -
- Estás demente. - Y recibió un pequeño empujón de costado que prácticamente no hizo nada.
Había llegado el día siguiente y… No había nadie. No estaba Alex, no estaba Hunter y por muy frustrante y extraño que le pareciese, tampoco estaba Eliary. Literalmente fue acabar el desayuno para que su compañera de viaje se levantase de la mesa y dijese: "Regreso más tarde." antes de salir por la puerta como alma que lleva el diablo cuando la ojirojo aún tenía el pan en la boca, dejándola sin poder contestar.
Claramente había dicho que podía pasar todo un día sin Alexander, y sabía que podía, no necesitaba convencerlo de ello, solo quería demostrarlo (Lo que era lo mismo, pero ella se lo seguiría negando a sí misma hasta el final) pero sin ninguno de los otros dos alrededor ¡¿Qué iba a hacer?! La señora Fuster desde que terminaron de desayunar se había ido al pueblo a visitar a sus amigas, por lo tanto tampoco contaba con ella, ni el almuerzo.
Según la misma señora Fuster ni a ella, ni a sus compinches les interesaba el evento en el Coliseo por cuestiones de edad, (subir escaleras o bajarlas era ya demasiado cansado) y de haber visto suficiente de lo mismo siempre. Así que ya solo quedaba ella y su soledad contra la enormes calles de esa ciudad.
No es que la soledad fuese un problema para ella, estaba acostumbrada desde su pasado, pero era desesperante sin nada que hacer, le daba ansiedad, mucho más ahora porque desde que llegó, se había acostumbrado al típico: No nos podemos quedar solos. En cambio, desde que llegaron a ese pueblo, las cosas parecían ser diferentes. Tanto que hasta ella veía natural el salir sola y devolver el saludo de las personas que pasaban a un lado demostrando su educación.
Si se lo ponía a pensar, desde que llegaron, no habían tenido un solo momento de descanso; si no era la guardia y sus trabajos, era alguna otra cosa, como una simple ayuda a un ciudadano, o algo simplemente cotidiano. Mientras, los ataques habían cesado junto con los horrores de las terroríficas experiencias, acechantes en sus recuerdos hasta el final de ese viaje. En ese pueblo… parecían no existir; a cada paso que daban, todo parecía como la ciudad de los sueños en la que cualquiera desearía estar, esa en la que sus mayores preocupaciones se habían desvanecido...
¿Ciudad de los sueños?
…
…
…
¿Desde cuándo… Ese mundo se había convertido en el lugar perfecto? ¿Desde cuándo murieron para entrar al cielo?
La respuesta era nunca. Y por mucho que siempre haya escuchado acerca de ese lugar en su antigua vida, el día en que llegaría al mismo, también era nunca. Entonces ¿Por qué existía una ciudad así en ese mundo?
No quería contestarse, o mas bien no podía. La influencia de la buena vida era demasiado fuerte o quizás estaba demasiado consciente de sí misma ese día al no tener a quien molestar, que sus pensamientos estaban demasiado desordenados como para encontrar algo lógico, lo mismo que la llevó a sobresaltarse y dar un gritillo cuando sintió una mano topar su brazo, pudiendo apenas de manera aparatosa, apartarlo y alejarse dos pasos encogiendo sus hombros con inquietud. Pero más grande fue su sorpresa al bajar la mirada y encontrarse con una niña, la misma niña que magullaba al cachorro del día anterior entre sus brazos.
- Lo siento, no era mi intención asustarla señorita Angelique. - La miraba de manera inocente con sus enormes ojos al igual que el cachorro entre sus brazos, que jadeaba por el largo paseo que habría tenido.
Angelique recompuso su postura reflejándose exageradamente y después miró a la niña nuevamente intentando no ponerse nerviosa. No era buena con los niños, nunca lo había sido, al final siempre tenían una mente e ideas que la dejaban agotada por lo que no le gustaba hablarles, pero la realidad es que… en ese momento, hasta hablar con una niña y su cachorro era mejor que solo caminar sin rumbo hasta la hora del evento.
- No… - Dijo inmediatamente y se agachó para quedar a su altura, era difícil hablarle desde arriba. - Está bien, era yo la distraída. - Se explicó, lo que la niña tomó como una buena noticia que la hizo sonreír. Angel al notar que no le decía nada más, no sabía ya cómo salir de ahí. - ¿Necesitas algo? - Terminó por preguntar. Sabía que no era lo más cortés pero no se le ocurría más y además, era una niña.
- ¿Yo? - Dijo al señalarse, como si se preguntara a sí misma. - ¡Ah! Sí. - Asintió enérgica. - Me da curiosidad verla sola. -
- ¿Qué? - Ella quedó de piedra, no se esperaba eso ¿Reparaban tanto en ella? La niña asintió nuevamente.
- Sí, usted no está con alguno de sus amigos, especialmente con Maese Alexander. - Con lo último le dedicó una sonrisilla pícara que Angelique nisiquiera se dio el lujo de dar por visto.
- Si… bueno, hoy están ocupados… Creo. - Lo último salió más por Eliary, quien había estado actuando extraño desde el día anterior, pero no le decía nada, nisiquiera pudo decirle que se iba.
- Especialmente Maese Alexander ¿Verdad? - Parecía verla con brillos en los ojos, Angelique ya no sabía que decir, por lo que solo se quedó callada mientras se comía por dentro la vergüenza que la estaba haciendo pasar una niña al pegar tales gritos. - ¿Cuándo es la boda? - Preguntó de la nada, haciendo que la mayor casi retrocediese.
- No habrá algo como eso… - Dijo con los nervios de punta mientras intentaba hacer señas comprensibles para la pequeña de que bajase la voz.
- Pero… Todos saben que ustedes tienen algo… - Y entonces sintió recibir un balde de agua fría. Según ella, al menos su persona debía de ser vista con una lupa para que alguien notase eso, y ahora esa niña le derrumbaba todo en lo que creía.
- Eso… no… tiene relevancia en realidad - Intentó articular aun fallando en ciertas partes. - Un evento así no es nada sencillo y… - Tomó aire como pudo y se levantó.
- ¿Quieres ayudarme a buscar a Lady Eliary? - Cambió de tema, la niña comenzó a reír. Por eso no le gustaban los niños, eran muy molestos si se les daba cuerda y no se los podía culpar porque siempre estaba la excusa de: "Son niños y son inocentes"
Inocente una mierda, no esas criaturas.
- Yo sé donde está. - Le dijo mientras dejaba al cachorro en el suelo y tomaba la mano de Angel. - Acompañeme. - Dijo, la joven la dejó que dirigiese el camino mientras el cachorro trotaba tras ellas.
- Creía que tendrías mejor gusto. - Le dijo Alexander de la nada, ella infló las mejillas.
- Están lindos. - Lo miró frunciendo el ceño.
- Solo digo, habían mejores. -
- Estaban muy caros. - Aceptó y regresó su mirada al camino, se alejaban de la feria, pero las calles seguían iluminadas gracias a las farolas.
- Podías… -
- No. - Dijo inmediatamente, Alex suspiró pesadamente.
- No sabía que te gustaban estas cosas. - Cambió de tema, fijándose específicamente en las ahora descubiertas orejas de la chica. Normalmente cargaba el cabello tapando su rostro, lo que hacía imposible de notarlo, pero ahí estaba las perforaciones que cualquiera pensaría que nisiquiera poseía.
Ante el comentario, ella dudó en cómo contestar y aunque al final de cuentas era un simple, "Sí", prefirió explicar. Aún quedaba camino hasta la casa, por lo que no le quitaba nada de tiempo.
- Desde pequeña era lo que mi hermano más me daba, supongo se me hizo una costumbre. - Dijo con simpleza. - Y desde que llegamos no tuve la oportunidad de conseguir unos, y sin los mismos… eh… - Añadió con nervios al final. Alex solo esperó a que se decidiese a continuar. - Tu sabes, la suciedad se estanca, y no quedas seguro de que está limpio a pesar de haberte echado un montón de agua. - Alexander le respondió con un suave soplido que ella traducía en palabras como: Ridículo. - Es verdad. - Se adelantó a decir y apretó su mano, más por frustración que otra cosa.
- No he dicho nada. - Se defendió.
- Pero entendí el mensaje. -
- Estás demente. - Y recibió un pequeño empujón de costado que prácticamente no hizo nada.
Había llegado el día siguiente y… No había nadie. No estaba Alex, no estaba Hunter y por muy frustrante y extraño que le pareciese, tampoco estaba Eliary. Literalmente fue acabar el desayuno para que su compañera de viaje se levantase de la mesa y dijese: "Regreso más tarde." antes de salir por la puerta como alma que lleva el diablo cuando la ojirojo aún tenía el pan en la boca, dejándola sin poder contestar.
Claramente había dicho que podía pasar todo un día sin Alexander, y sabía que podía, no necesitaba convencerlo de ello, solo quería demostrarlo (Lo que era lo mismo, pero ella se lo seguiría negando a sí misma hasta el final) pero sin ninguno de los otros dos alrededor ¡¿Qué iba a hacer?! La señora Fuster desde que terminaron de desayunar se había ido al pueblo a visitar a sus amigas, por lo tanto tampoco contaba con ella, ni el almuerzo.
Según la misma señora Fuster ni a ella, ni a sus compinches les interesaba el evento en el Coliseo por cuestiones de edad, (subir escaleras o bajarlas era ya demasiado cansado) y de haber visto suficiente de lo mismo siempre. Así que ya solo quedaba ella y su soledad contra la enormes calles de esa ciudad.
No es que la soledad fuese un problema para ella, estaba acostumbrada desde su pasado, pero era desesperante sin nada que hacer, le daba ansiedad, mucho más ahora porque desde que llegó, se había acostumbrado al típico: No nos podemos quedar solos. En cambio, desde que llegaron a ese pueblo, las cosas parecían ser diferentes. Tanto que hasta ella veía natural el salir sola y devolver el saludo de las personas que pasaban a un lado demostrando su educación.
Si se lo ponía a pensar, desde que llegaron, no habían tenido un solo momento de descanso; si no era la guardia y sus trabajos, era alguna otra cosa, como una simple ayuda a un ciudadano, o algo simplemente cotidiano. Mientras, los ataques habían cesado junto con los horrores de las terroríficas experiencias, acechantes en sus recuerdos hasta el final de ese viaje. En ese pueblo… parecían no existir; a cada paso que daban, todo parecía como la ciudad de los sueños en la que cualquiera desearía estar, esa en la que sus mayores preocupaciones se habían desvanecido...
¿Ciudad de los sueños?
…
…
…
¿Desde cuándo… Ese mundo se había convertido en el lugar perfecto? ¿Desde cuándo murieron para entrar al cielo?
La respuesta era nunca. Y por mucho que siempre haya escuchado acerca de ese lugar en su antigua vida, el día en que llegaría al mismo, también era nunca. Entonces ¿Por qué existía una ciudad así en ese mundo?
No quería contestarse, o mas bien no podía. La influencia de la buena vida era demasiado fuerte o quizás estaba demasiado consciente de sí misma ese día al no tener a quien molestar, que sus pensamientos estaban demasiado desordenados como para encontrar algo lógico, lo mismo que la llevó a sobresaltarse y dar un gritillo cuando sintió una mano topar su brazo, pudiendo apenas de manera aparatosa, apartarlo y alejarse dos pasos encogiendo sus hombros con inquietud. Pero más grande fue su sorpresa al bajar la mirada y encontrarse con una niña, la misma niña que magullaba al cachorro del día anterior entre sus brazos.
- Lo siento, no era mi intención asustarla señorita Angelique. - La miraba de manera inocente con sus enormes ojos al igual que el cachorro entre sus brazos, que jadeaba por el largo paseo que habría tenido.
Angelique recompuso su postura reflejándose exageradamente y después miró a la niña nuevamente intentando no ponerse nerviosa. No era buena con los niños, nunca lo había sido, al final siempre tenían una mente e ideas que la dejaban agotada por lo que no le gustaba hablarles, pero la realidad es que… en ese momento, hasta hablar con una niña y su cachorro era mejor que solo caminar sin rumbo hasta la hora del evento.
- No… - Dijo inmediatamente y se agachó para quedar a su altura, era difícil hablarle desde arriba. - Está bien, era yo la distraída. - Se explicó, lo que la niña tomó como una buena noticia que la hizo sonreír. Angel al notar que no le decía nada más, no sabía ya cómo salir de ahí. - ¿Necesitas algo? - Terminó por preguntar. Sabía que no era lo más cortés pero no se le ocurría más y además, era una niña.
- ¿Yo? - Dijo al señalarse, como si se preguntara a sí misma. - ¡Ah! Sí. - Asintió enérgica. - Me da curiosidad verla sola. -
- ¿Qué? - Ella quedó de piedra, no se esperaba eso ¿Reparaban tanto en ella? La niña asintió nuevamente.
- Sí, usted no está con alguno de sus amigos, especialmente con Maese Alexander. - Con lo último le dedicó una sonrisilla pícara que Angelique nisiquiera se dio el lujo de dar por visto.
- Si… bueno, hoy están ocupados… Creo. - Lo último salió más por Eliary, quien había estado actuando extraño desde el día anterior, pero no le decía nada, nisiquiera pudo decirle que se iba.
- Especialmente Maese Alexander ¿Verdad? - Parecía verla con brillos en los ojos, Angelique ya no sabía que decir, por lo que solo se quedó callada mientras se comía por dentro la vergüenza que la estaba haciendo pasar una niña al pegar tales gritos. - ¿Cuándo es la boda? - Preguntó de la nada, haciendo que la mayor casi retrocediese.
- No habrá algo como eso… - Dijo con los nervios de punta mientras intentaba hacer señas comprensibles para la pequeña de que bajase la voz.
- Pero… Todos saben que ustedes tienen algo… - Y entonces sintió recibir un balde de agua fría. Según ella, al menos su persona debía de ser vista con una lupa para que alguien notase eso, y ahora esa niña le derrumbaba todo en lo que creía.
- Eso… no… tiene relevancia en realidad - Intentó articular aun fallando en ciertas partes. - Un evento así no es nada sencillo y… - Tomó aire como pudo y se levantó.
- ¿Quieres ayudarme a buscar a Lady Eliary? - Cambió de tema, la niña comenzó a reír. Por eso no le gustaban los niños, eran muy molestos si se les daba cuerda y no se los podía culpar porque siempre estaba la excusa de: "Son niños y son inocentes"
Inocente una mierda, no esas criaturas.
- Yo sé donde está. - Le dijo mientras dejaba al cachorro en el suelo y tomaba la mano de Angel. - Acompañeme. - Dijo, la joven la dejó que dirigiese el camino mientras el cachorro trotaba tras ellas.
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Re: [Roll]A Puppet world
Una vez alguien dijo que el lugar correcto en donde debían estar los soldados, eran en los desfiles de las grandes ciudades y no en la guerra apelotonados todos juntos durante meses en trincheras y agujeros insalubres. Aquella frase casi le incluía porque aunque no era especialmente un soldado, su entrenamiento y el del ejército apenas tenían diferencias. Por lo menos, en el mundo moderno del que venía. Aun así, prefirió omitir el desfile militar que ahora recorría la vena principal de la ciudad anunciando a bombo y platillo el orgullo de la gente y su ciudad.
Esperaba en el coliseo con paciencia, viendo como las gradas de piedra tallada comenzaban a llenarse lentamente por un goteo continuo de gente. ¿Tanta gente tenía ganas de ver como brutos se destrozaban entre si? No lo comprendía.
- Maese Alex. -
Aquella voz le penetró los oídos como una bala o mas bien como un ruido chirriante insoportable. Odiaba ser molestado y esa mujer entraba en la categoría número dos de su lista de odio. No quería ser malo ni odioso pero aquella era la opinión mas sincera que tenía, le gustaba la paz y la tranquilidad y ella se lo estaba arrebatando poco a poco.
No tuvo que girarse para saber que la voz pertenecía a su discípula y que seguramente se acercaba con mas emoción del que debía.
- ¿Que es lo que mira? -
- Contemplo las mil y una decisiones de la vida. -
- Oh~ - Dijo con tono de admiración. - ¡Típico del maese! -
En su mente maldeció aquella mujer, era un dolor de cabeza. No era un héroe ni había descubierto América, podrían dejar de tratarlo como un santo. Y de pronto su mente desvarió en una duda secundaria sin motivo aparente: si hubiera descubierto América, ¿se llamaría Alexia?
- ¿Tan importante es el coliseo? -
- ¡Claro! - Respondió enérgica. Se le hacía raro escuchar su voz femenina. Aunque estaban solos, no debería de descuidar su actuación. - No solo es nuestro entretenimiento, también es honor y gloria. -
- No lo veo. - Dijo dandose la vuelta y apoyándose en el muro.
- Los mas fuertes reciben grandes sumas de dinero por las familias mas ricas a cambio de protección. -
- Ah. - Cerró un momento los ojos y recordó algo. - ¿Que haces aquí? - Noel sudó frío.
- Quería verte... - Empezó a balbucear sin sentido cuando se dio cuenta de lo mal que se había expresado. - Es decir, quería verlo combatir maese. -
- Ya veo. - Se acercó y le dio una palmadita en su hombro. Aunque no había reaccionado, su cara era un desmadre de sentimientos por el intenso agudo dolor que sentía en todo su cuerpo gracias al entrenamiento espartano de Alex. - Espero que no estés intentando participar. -
- N-No Maese... -
- Pues eso. -
Esperaba en el coliseo con paciencia, viendo como las gradas de piedra tallada comenzaban a llenarse lentamente por un goteo continuo de gente. ¿Tanta gente tenía ganas de ver como brutos se destrozaban entre si? No lo comprendía.
- Maese Alex. -
Aquella voz le penetró los oídos como una bala o mas bien como un ruido chirriante insoportable. Odiaba ser molestado y esa mujer entraba en la categoría número dos de su lista de odio. No quería ser malo ni odioso pero aquella era la opinión mas sincera que tenía, le gustaba la paz y la tranquilidad y ella se lo estaba arrebatando poco a poco.
No tuvo que girarse para saber que la voz pertenecía a su discípula y que seguramente se acercaba con mas emoción del que debía.
- ¿Que es lo que mira? -
- Contemplo las mil y una decisiones de la vida. -
- Oh~ - Dijo con tono de admiración. - ¡Típico del maese! -
En su mente maldeció aquella mujer, era un dolor de cabeza. No era un héroe ni había descubierto América, podrían dejar de tratarlo como un santo. Y de pronto su mente desvarió en una duda secundaria sin motivo aparente: si hubiera descubierto América, ¿se llamaría Alexia?
- ¿Tan importante es el coliseo? -
- ¡Claro! - Respondió enérgica. Se le hacía raro escuchar su voz femenina. Aunque estaban solos, no debería de descuidar su actuación. - No solo es nuestro entretenimiento, también es honor y gloria. -
- No lo veo. - Dijo dandose la vuelta y apoyándose en el muro.
- Los mas fuertes reciben grandes sumas de dinero por las familias mas ricas a cambio de protección. -
- Ah. - Cerró un momento los ojos y recordó algo. - ¿Que haces aquí? - Noel sudó frío.
- Quería verte... - Empezó a balbucear sin sentido cuando se dio cuenta de lo mal que se había expresado. - Es decir, quería verlo combatir maese. -
- Ya veo. - Se acercó y le dio una palmadita en su hombro. Aunque no había reaccionado, su cara era un desmadre de sentimientos por el intenso agudo dolor que sentía en todo su cuerpo gracias al entrenamiento espartano de Alex. - Espero que no estés intentando participar. -
- N-No Maese... -
- Pues eso. -
Nya- **Alma*Contest**
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Re: [Roll]A Puppet world
Angelique miró a Eli esperando a que fuese la primera en decir algo, pero no fue así, se había mantenido callada desde el momento en que la vio y parecía que así continuaría hasta el momento en que se le ocurriese que decir.
- Es muy lindo de tu parte. - Como ella nunca se había decidido a romper el silencio, Eliary le mostró una expresión que le dejaba en claro que no era algo de lo que se sintiese orgullosa. - Me preguntaba si algo te habría pasado por como habías estado actuando pero, ya veo que no es así. - Continuó intentando conseguir algo. Ella no era de hablar mucho. Eso que estaba haciendo requería de mucho esfuerzo de su parte. No que Eli tuviese que saberlo pero definitivamente la prefería hablando.
- ¿Crees que es raro? - Preguntó la de ojos azules. Angelique quedó pensativa y negó con una sonrisa.
- No tanto. - Aceptó encogiéndose de hombros, logrando confundir a su amiga. - Ósea, no de ti, eres buena en muchas cosas, aunque nunca creí verte hacer algo como eso. - Esto hizo sonreír a Eli, que Angelique creyese eso era relevante, ya que normalmente parecía estar en las nubes y no saber nada del alrededor. - Si fuese yo, ahí sí sería muy extraño. - Se explicó logrando sacar una sonrisa divertida a Eli.
- Vamos, no creo que se te de tan mal. -
- Nunca lo he hecho y creo que es mejor así. - Negó Angel. Eli la observó de manera inquisitiva.
- No te creo. -
- ¿Qué? -
- Que nunca hayas… - No terminó su frase al notar que la menor volvió a negar enérgicamente. - Vaya… ¿Cuántos años tienes, eh? ¿Uno? - Y eso hizo reír a la pelirroja.
- No, pero nunca tuve la oportunidad, y me gusta dormir. -
- A quien no. -
- A Hunter quizá. -
- Hasta él debe de tener su límite. - Rieron. - Por cierto. Gracias. - Eli se apartó el cabello y dejó ver sus orejas adornadas de un broche metálico, gesto que acompañó con una suave sonrisa. - No tuve tiempo de decírtelo antes. - Se quedó en silencio un momento al tomar una bocanada de aire. - En realidad, no sabía si habías sido tú quien los había dejado ahí. Pero hace un momento me di cuenta. - Señaló al costado de Angel, poseía unos aretes del mismo diseño. - Y como nunca había visto tu letra, nunca podría haber sabido. -
- Sí, eso… Disculpa que no te los diese directamente es que… No soy muy buena con eso. - Miró a sus pies que no dejaron de ir uno frente al otro y luego el suave abrazo de Eli a su brazo la hizo levantar la mirada a ella.
- Está bien. - Levantó el pulgar. - No siempre recibes regalos de tus amigos después de morir. - Bromeó. Angelique resopló en burla.
- Eso es muy malvado. - Dijo entre risas.
- Pero es la verdad. - Aseguró asintiendo con determinación, pero al final fue contagiada por la risa de la pelirroja.
El desfile había terminado hace varios minutos y ellas pudieron continuar su camino hasta el coliseo mientras charlaban. Faltaba poco para el inicio del principal atractivo de esa festividad y aunque no participaran en el mismo, debían de ir a ver a sus compañeros.
Si un inepto bandido osase en penetrar en las varias y desordenadas habitaciones en el hipogeo del que hacía lujo el coliseo bajo la arena, notaría que sin duda era el peor error cometido. Aunque el coliseo era un mero lugar de prácticas y luchas sin un fin realmente importante, era además el atractivo más imponente de toda la ciudad: Su fachada, aunque por mucho más pequeña, no tenía qué envidiarle al coliseo romano, mientras que su interior era semejante a los laberintos del antiguo Egipto. Pero si de pasar el rato se tratase, la entrada recta hacia las gradas era una mejor opción para cualquiera.
Hasta para él con su entrenamiento.
No era que le costase recordar el camino mientras recorría, era que le costaba recorrerlo mientras recordaba y más con Noel haciendo conversación acerca de lo enorme que era el lugar y cómo había aprendido a recorrerlo sin perderse desde muy temprana edad.
No era que molestase, estaba bien escuchar conversaciones del pasado para conocer mejor a una persona, pero en el momento que Hunter apareció, llamando su atención detrás de una pared tratando de pasar de incógnito en un lugar donde prácticamente cualquiera podría verlo, si le destrozó unas cuantas neuronas de sobrecarga. Dejó de escuchar a Noel y se centró en descifrar las extrañas mimicas y muecas que cualquier humano con un razonamiento normal, en su vida habría podido comprender.
Hasta tuvo que pedirle a Noel que dejase de hablar con un gesto solo para poder concentrarse y si esas formas raras que hacía con las manos no significaban: S.O.S, se rendía en intentar comprender a su compañero alguna vez en esa vida/no vida, por lo que sí esperaba equivocarse.
- Un momento. - Le pidió yendo hacia donde Hunter se encontraba. Siempre era extraño pero en ese momento más. - ¿Qué marioneta persona ayuda qué? - Preguntó burlándose de su intento de mímica profesional al llegar ahí, dándole a entender que no estaba siendo lo suficientemente claro.
Hunter tomó el brazo de Alex sin previo aviso, miró de un lado a otro y lo llevó con él hasta la siguiente habitación donde no había nada más además de armas desechadas para posible reparación.
- Creo que hay otro como nosotros. - Dijo en un susurro.
- ¿Qué? - Alex levantó una ceja imitando el tono de voz del rubio, quien asintió tras la pregunta.
- Es la primera vez que lo veo. - Continuó. - Y actúa muy extraño. -
- Más que tú lo dudo. - El tono de Alex regresó a la normalidad. Hunter le pidió con un siseo que bajase la voz nuevamente.
- Eso puede que sea verdad, solo puede. - Recalcó. - Pero lo escuché platicando con el guardia Pit. Y mencionó a Rusia. - Alexander dio un paseo en el tiempo en su mente, y la conclusión era que: lo países siempre funcionan.
- ¿Y si aquí también existe Rusia? - Hunter quedó mudo con su índice elevado mientras procesaba una respuesta que nunca llegó.
- Es probable. - Se quedó pensativo. Alexander suspiro.
- En realidad no creo que exista. - Aceptó, Hunter lo quedó mirando inconforme. - En cualquier caso… Si este es el caso ¿Qué pretendes hacer? - Se cruzó de brazos esperando una respuesta del rubio y al obtener nada más que una enorme sonrisa, se golpeó la frente con su propia mano. Era de esperarse de parte de él ¿No? - Primero, nos tenemos que asegurar. - Dijo simplemente. Hunter hizo un saludo de vicera antes de que ambos regresaran con los demás.
Pronto sería el evento y debían de alistarse, Alex aprovechó para mandar a Noel a las gradas dónde debía de haberse quedado desde el primer momento y se fue a alistar. Su participación no era sino hasta lo último, a diferencia de Hunter que iba a salir entre los primeros, pero era mejor estar listo que esperar a un arrebato de último momento.
Ambas jóvenes pudieron encontrar lugar en la tercer fila de las gradas, las que para su sorpresa estaban lo suficientemente vacías como para estar cómodas y no pegar su hombro con el de algún desconocido.
Como era su primera vez en ese evento, era nuevo para ellas ver el lugar atiborrado de personas y hasta el palco siendo ocupado por el gobernante de esa ciudad con varios guardias a su alrededor.
Anteriormente ellos ya lo habían visto: un hombre serio, con varias canas y arrugas por estrés y edad; algo gruñón y poco paciente, quien parecía ya solo esperar a que llegase el hermoso momento de que lo relevaran del cargo. Fue la persona encargada de decidir la estadía de los cuatro viajeros en la ciudad, y aunque tuviese un exterior poco amigable, les dio asilo bastante complacido cuando los nuevos aceptaron sus condiciones con la guardia.
El que estuviese allí, significaba que sin duda era un evento importante, además de ver por su siguiente adquisición de seguridad.
- Señorita Angelique, Señorita Eliary. - La viva voz de Noel sacó a las nominadas de su pequeño mundo al observar la arena. Ambas solo pudieron regresar el saludo que les estaba haciendo desde el descanso de las gradas.
- ¿Es el discípulo de Alex, no? - Preguntó Eli en baja voz solo para Angel, quien solo logró asentir mientras veía como la joven guardia se metia entre las personas para llegar a ellas.
- Es un gusto conocerla señorita Eliary. - Dijo al sentarse al otro lado de Angelique, la pelimorada suspiró pesadamente.
- Eliary está bien. - Pidió, era extraño escuchar esos honoríficos de alguien que probablemente rondaba su edad.
- Y es bueno verla de nuevo a usted señorita Angelique. - En este caso la nombrada solo asintió, realmente esas cosas le daban igual, y no sabía qué decir. Solo podía pensar en el hecho de que ese día de alguna manera Noel… ¿Se veía más femenina que de costumbre? O también podía ser su imaginación. - ¿Llevan mucho tiempo aquí? - Preguntó. Ambas negaron.
- Acabamos de llegar. - Contestó Eliary. - ¿Tú… Usted? - Se corrigió en seguida, en ese lugar era más difícil de mostrar respeto que en el mundo del que venían. Para su suerte casi que fue ignorado su fallo pues la chica contestó inmediatamente.
- Llevo un poco más de una hora. - Sonrió ampliamente. Ambas se soprendieron pero fue la mayor que tomó la palabra.
- ¿Una hora? ¿No es mucho aburrimiento para esperar?
- Esta bien, estuve conversando con unos cuantos guardias y Maese.
- ¿Maese? - La voz de Angelique a apenas y fue escuchada pero la joven a su lado no reparó en responder.
- Maese Alexander, por supuesto.
- Ah… - La pelirroja no lo iba a decir nunca en voz alta, pero tenía cierta pizca de envidia. Era verdad que en comparación, ella pasaba más tiempo con el pelinegro que la otra chica, pero en esa ocasión quizá, hasta si Hunter le decía eso iba a sentirse igual, y era porque por el orgullo y lo que se prometió a sí misma, nisiquiera lo despidió en la mañana. Y eso la llevó a preguntarse seriamente…
¿Estaba bien que fuese así?
No estaba segura puesto que nunca antes había estado con alguien como con Alexander, pero, sentía que de hecho a veces era engreída con él. O más bien, si lo pensaba bien, era obstinada, no solo con él, sino con todo, y era algo que probablemente debería de cambiar.
- Oh, ya va a empezar. - Las alegres palmadas de Noel regresaron a Angelique de sus pensamientos y puso la mirada en la arena.
La algarabía comenzó cuando varias filas de caballeros se hicieron presentes mirando en dirección al palco del emperador a quien mostraron sus respetos cuando detuvieron su marcha ante la voz de mando del llamado Jefe de guardia: Nicolás, mismo que recibió un asentimiento como agradecimiento de su buen trabajo de parte del emperador.
- Querido pueblo, hoy como cada año, damos la bienvenida a la apertura de nuestro mayor orgullo: La guardia de nuestra hermosa ciudad, Aarun. Hombres de fuerza y valor que demostrarán habilidades para demostrar si son dignos del premio mayor… - Continuó hablando mientras todos los presentes guardaban silencio y prestaban especial atención a lo que decía. La recompensa mayor se suponía que era la cantidad de dinero más exorbitante que pudiesen escuchar y ser protector del mismísimo emperador; cosa que en esa sociedad se consideraba la mayor muestra de honor. Burdos honoríficos para suicidarse sin razón de peso.
Para los cuatro jóvenes, eso no significaba nada. Mas bien el dinero era lo único que les llamaba la atención, hasta en ese mundo tan descabezado, el dinero movía montañas. Si era lo más parecido a una persona normal, el dinero siempre iba a ser la respuesta.
- ¿Quién creen que gane? - Preguntó Noel de la nada, ambas jóvenes la observaron.
- Me da muy igual, la verdad. - Contestó Eli. Angel solo se encogió de hombros.
- Hay muy buenos luchadores. - Noel clavó su mirada en la arena y sonrió ampliamente saludando emocionada. Angel siguió su dirección y notó a Maese Nicolás correspondiendo el gesto de manera muy disimulada. El emperador seguía hablando. - Maesé Nicolás es muy bueno por ejemplo. - Sonrió.
- ¿Él participará?
- Nah, su deber solo está en el entrenamiento. - Sonrió. - Además no lo podrían dejar participar.
- ¿Por qué no? - Eli la miró curiosa.
- La esposa lo aniquilaría. - Rió levemente. - Normalmente los guardias de los primeros puestos son el objetivo principal de las doncellas más jóvenes. - Explicó inclinándose levemente hacia atrás y observar al cielo. Habían escogido un buen día, se notaba que no iba a llover, y aunque el sol brillase no dejaría heridas. - Las recompensas son muy buenas después de todo. Y al parecer no hay mayor honor para una dama. - Suspiró pesadamente, algo que no pasó desapercibido para ninguna de las dos jóvenes, quienes intercambiaron una mirada de no estar seguras de qué hacer.
El discurso había terminado y ya no quedaban soldados en la arena, solo los que se encargarían de llevar y traer objetos y demás dependiendo del acto que se desempeñara.
Lo primero fueron las muestras de habilidad, donde varios soldados individualmente mostrarían el arte del arma en la que eran expertos como agasajo para los espectadores que haría ansiaran más la llegada de los enfrentamientos.
Hunter, a quien le pidieron que participase en los actos demostrativos fue el último en presentarse con su espada, dando un espectáculo limpio sobre el manejo del arma y con varias piruetas para añadirle color al ancho de la arena.
Los ayudantes habían hecho un gran trabajo confiando en su habilidad cuando vino un salto seguido de un corte al testigo de madera sobre la cabeza de uno de ellos, también entre las manos y bajo los pies. Terminó con un giro, corte limpio al muñeco de utilería, envainando su espada y dando una reverencia que llenó el coliseo de aplausos.
En el hipogeo Hunter se juntó con Alexander y otra vez habían comenzado a cuchichear, lo que aunque era un acto algo extraño para los demás, solo le daban la vista gorda al saber que no pertenecían a ese lugar.
- ¿Y? - Preguntó el pelinegro.
- Está en las gradas. Se mezcla bastante bien entre los demás. - Se encogió de hombros y comenzó a pensar. - ¿Deberíamos decirle a las chicas? Quizá tienen más tacto que nosotros. - Alexander quedó estático un momento, y en realidad cualquier cosa estaba bien, le daba igual mientras realmente se tratase de una persona.
- Deberíamos de buscarlas primero, y ahora no podemos salir de aquí. Llamaríamos mucho la atención.
- Oh vamos ¿Qué es lo peor que podría pasar?
- Que nos vea Nicolás y nos corte la cabeza.
- Gracias por ser tan considerado.
- Por nada.
- ¿A qué hora es tu turno? - Cambio de tema y su tono de voz se normalizó.
- No sé, en unos minutos. - Miró a su alrededor. Sin mucho tiempo de haber pasado habían varios derrotados y heridos que apenas estaban siendo tratados de manera rápida. Los combates no tenían tiempo específico, uno debía de ganar sí o sí para poder avanzar a la siguiente ronda. Conociendo eso y que la única regla era no matar al contrincante, era fácil descifrar que tomaría su tiempo.
- Que te vaya bien. - Hunter puso un puño frente a él, el que Alex quedó mirando mientras el chico esperaba casi llegando a impacientarse. - No creo que no sepas… - Dijo bajando sus hombros como un suave berrinche finjido.
- Si sé. Solo… es un poco extraño. -
- ¿Extraño? - Y ante esto, Alex golpeó el puño de Hunter con el suyo. Solo era un mero gesto para desearle suerte sin decirlo.
- Ha pasado mucho tiempo. - Explicó con sencillez. Ser parte de un equipo era bastante complicado, y en ese lugar no existía la excepción del caso. Solo esperaba no tener nada que hacer después de eso.
Había llegado su turno y tuvo que respirar hondo solo por el pensamiento de tener que luchar con un oponente.
No es que el tipo fuera tonto, era simplemente muy charlatan y a cualquiera en su lugar lo terminaría colmando la paciencia. No era nuevo como para decir que estaba siendo irrespetuoso, seguramente hasta llegó años antes que él a ese lugar, lo demostraban los músculos de mastodonte. Pero mostrandolos como un fisicoculturista haría en su época mientras continuaba echándose flores acerca de lo habilidoso que era irritaba especialmente porque podía ver sus venas marcadas, lo que solo hacía que quisiera terminar con eso pronto.
Pero no podía porque el emperador era quien daba la señal de inicio, y se estaba tomando su tiempo, como si en su cabeza estuviese apostando consigo mismo quién ganaría. Y cuando por fin pareció decidirse su brazo levantó en una perfecta línea recta anunciando el comienzo de la penúltima lucha de la primer ronda.
El hombre de gran musculatura se puso en guardia, y Alexander sabía como funcionaban las cosas contra alguien que literalmente te dobla en fuerza en medio de una arena donde no había nada: Atacar antes de que te atrape.
Y cuando su magnífico plan se puso en marcha, de la nada surgió una potente línea de luz del cielo a la tierra, provocando que todos tuviesen la necesidad de mínimo cerrar los ojos con fuerza. Cuando cesó lo más parecido a una serpiente gigante negra como la noche, hizo correr despavorido al gigantón que terminó aplastado por su gran cola. Y de algo Alex estaba completamente seguro, al menos el gigantón no iba a matarlo, pero esa cosa, seguro que sí.
Los sentidos del pelinegro hicieron que se apartase justo a tiempo antes de que la serpiente se lo llevase con todo y colmillos hasta la pared de roca. El coliseo tembló ante tal fuerza.
Los ciudadanos que al principio se notaron confundidos, entraron en pánico después del temblor, descubriendo que no era una mera farsa actuada.
Angelique y Eliary se vieron entre ellas alarmadas, no podía ser otra cosa que una marioneta peligrosa. Noe que estaba a un lado de ellas se golpeó la espalda con la grada posterior ante la sorpresa de tal bestia.
- ¡¿Qué es eso?! - Apenas pudo preguntar al aire.
- Tampoco sabemos pero es peligroso. - Eli estiró la mano para que la hija de Nicolás la tomase y aceptó la ayuda para levantarse. Angelique por su lado se veía muy distraída viendo a la arena, como si la cosa esa fuese la criatura más fascinante que existiese.
- No hay. - Dijo casi en un murmullo.
- ¿Qué cosa? - Eli tuvo que gritar al no entender, entre tantos gritos ella perdía el sentido del tono.
- ¡No tiene ninguna marca! - Gritó y giró hacia ellas con los ojos abiertos y temblorosos. - No la encuentro.
- ¿Marca? - Fue lo único que pudo decir Noel y enfrascó su mirada en la misma dirección que antes veían aquellos ojos rojos. El amigo rubio de Alexander había llegado a ayudarlo e intentar controlar a la serpiente, pero al contrario, parecía como si estuviesen a su merced. Completamente acorralados.
- ¿Viste algo? - Preguntó Alexander agitado en la Arena al juntarse con Hunter, nunca más tenía la intención de correr a esas prisas con una armadura encima.
- No. - El rubio se puso en guardia y sus ojos buscaban en todas las direcciones posibles sin encontrar nada. - ¡No hay nada!
- Quizá porque estamos abajo no la podemos ver. - Pudo decir antes de tener que saltar hacia el lado contrario de Hunter, quien corrió con la misma suerte, para que la enorme cola no se lo llevase.
- Es bastante optimista de su parte. - Hunter observó a la serpiente, sus ojos clavaban en ambos como si fuesen a ser su comida. Pero tras esta pudo observar a las chicas y Eli dando pequeños saltos y un gesto que lo dejaba seguro de lo que había dicho. - ¡No hay marca! - Gritó para que Alex lo escuchase. La serpiente levantó la cola para agitarla hacia el rubio, momento que aprovechó el mismo para esquivarlo rodando bajo ésta y llegando hasta Alexander.
- Nunca esperé ser la cena de una serpiente. - Se encogió de hombros y retiró de su estuche el arma que le habían dado en la guardia, una espada que apenas y le daba uso para cargarla porque así se lo pedían.
- No quiero que me coma un reptil.
- Yo tampoco. - Suspiró cansado. - No queda otra, habrá que rebanarlo, o al menos intentarlo. - Miró a Hunter quien asintió. Y en menos de un segundo ambos corrieron hacia la serpiente mientras evadían como les era posible los ataque de su cola y de vez en cuando cabeza. Hasta por fin llegar a la mitad de esta, en donde con un salto pudieron subir a su larga y escamosa espalda, sobre la cual dieron una corrida hasta su cuello donde decidieron clavar sus espadas. Chillidos agudos y molestos se escuchando retumbar en el lugar ante el factor ajeno. Pero a más de ellos no pasó, fue imposible cortar más. Las espadas a penas y le habían atravesado las escamas, por lo que al intentar moverlas, más parecía que estuviesen siendo trabados por rocas.
La serpiente se empezó a mover con fuerza y ambos se tuvieron que agarrar como pudieron de las escamas y las mismas espadas.
- Parece el juego de carrusel… - Comentó el rubio. Alex no dijo nada, no estaban en una buena situación. Sin marca cualquier cosa era inútil, y sus espadas lo confirmaron.
- Esto está muy mal. - Dijo Eli al notar la situación de sus compañeros. Junto a Angel ya habían dado una vuelta completa a ese nivel de las gradas por encontrar una simple marca que parecía no existía.
- ¿Qué hacemos? - Preguntó la pelirroja.
- Improvisar. - Eli saco su pistola e intentó darle el primer tiro que falló por tanto movimiento sin sentido del animal. Dio un segundo y pudo acertarle cerca del ojo haciendo más incontrolable a la serpiente. - Bueno, al menos sé que se hace algo… - Volvió a disparar esta vez atinando al ojo, y recibiendo un grito que obligó a todos a taparse los oídos o por los menos intentarlo. - No será suficiente así.
- Oigan. - Escucharon una voz, y una joven a unos metros se presentó ante ellas. - Por aquí. - Dijo comenzando a correr ambas chicas se miraron entre sí. Señalaba la salida y esa no era una opción.
- No podemos irnos. - Eliary frunció el ceño en confusión.
- Si que pueden, ellos ya están perdidos. - La seriedad e inhumanidad con la que dijo eso hizo que a las tres chicas, se les prendiese un foco de rabia.
- ¡¿Cómo se te ocurre?! - Reaccionó la pelimorada, quien después de un segundo recordo que algo como eso no valía la pena y volvió a dar un disparo que esta vez fue a dar a la cola.
- Será interminable a este paso. - Comentó Angelique esta vez.
- Bueno, no es como si se vayan a morir por un disparo ¿No? - Dijo Eli en voz alta y apuntó a los chicos, estaban haciendo obstáculo a lo que, si no mal recordaba y funcionaba, era una zona con órganos importante.
- No… Pero… Les va a doler… - Le contestó la pelirroja y miró a Noel. - ¿Tienen armas allá? - Señaló hacia abajo. Noel se quedó procesando la pregunta y recordó.
- ¡Cierto! ¡Recordé algo que podría funcionar! - Dijo en voz alta y con una seña les pidió que la siguiesen, lo extraño fue que la joven desconocida también lo hizo. Aunque les importó poco ya que Eliary se concentró en seguir disparando a pesar de las quejas de los chicos sobre lo cerca de sus cabezas que a veces iban.
- Listos ¡Fuego! - La fuerte voz de Nicolás retumbó y a un lado de él lo acompañaba un cañón que estaba siendo encendido y apuntado por su hija Noel. Tanto Alex como Hunter al escuchar esto supieron que debían de bajar de esa cosa o les iría peor.
Después de unos segundos la potencia del cañón rompió el viento con una gran bola de fuego que fue a dar hasta la dolorida espalda de la serpiente la que enseguida empezó a arder y pronto fue rodeada por las llamas a pesar de su intensa pelea con las misma, terminando aplomada en el suelo una vez su estructura exterior dejó de ser lo que aparentaba y quebada en simple madera tallada y unida de tal forma que formaba una serpiente de juguete que pronto fue reduciendo su tamaño hasta quedarse en uno normal, no superaba los cincuenta centímetros.
- Bien pensado cariño. - Noel recibió el elogio de su padre junto a un suave despeine de cabello que dejó con bastante ilusión a la joven. Mientras tanto Hunter y Alex fueron a recoger sus espadas y de paso el pequeño monstruo que ya no servía ni de juguete para regresar con sus compañeras de viaje.
- La próxima vez apunto a la cabeza. - Eliary sonrió, y Alex solo pudo mirarla mal, mas Hunter solo rió de ello.
- ¿Están bien? - Preguntó Angelique. Ambos asintieron.
- Pero esto es raro. - Alex abrió su palma con lo que había recogido sobre esta. - No tenía marca y aun así le dolía los golpes y fue derrotado con fuego. Nunca antes había aparecido una así.
- ¿Nunca? - Esta vez preguntó Hunter y miró a ambos, Alex y Eli, ellos negaron.
- Siempre han tenido marca. - Eli se acercó con curiosidad y tomó el objeto inanimado. - Parece más un juguete. Es muy diferente a las que normalmente nos manda el loco ese. - Hizo una nueva de desagrado. Si había una nueva manera de llevar las cosas y ellos no lo sabían estaban en desventaja.
- Eso es porque no es una marioneta del Dios de este mundo. - La voz de la chica anterior los hizo voltear a ella y se quedaron estáticos ¿Quién era ella?
Hunter se acercó a Alex y susurró detrás de él.
- Es ella de quien te hablé antes… Es de nuestro mundo, confirmado.
- Así me doy cuenta. - Alexander suspiró pesadamente. Ahora tenían un misterio y a una nueva extraña, no se podían poner peor las cosas.
- Maese Alex. - Nicolás se acercó al grupo y aunque solo llamó a uno todos lo observaron. - El emperador quiere hablar con usted y los demás. - Sonrió y ellos no pudieron hacer más que mirarse entre ellos. Alex sólo pudo pensar que la ley de Murphy no vivía en un solo mundo, al contrario, siempre se mantendría a sus espaldas, como un depredador.
- Es muy lindo de tu parte. - Como ella nunca se había decidido a romper el silencio, Eliary le mostró una expresión que le dejaba en claro que no era algo de lo que se sintiese orgullosa. - Me preguntaba si algo te habría pasado por como habías estado actuando pero, ya veo que no es así. - Continuó intentando conseguir algo. Ella no era de hablar mucho. Eso que estaba haciendo requería de mucho esfuerzo de su parte. No que Eli tuviese que saberlo pero definitivamente la prefería hablando.
- ¿Crees que es raro? - Preguntó la de ojos azules. Angelique quedó pensativa y negó con una sonrisa.
- No tanto. - Aceptó encogiéndose de hombros, logrando confundir a su amiga. - Ósea, no de ti, eres buena en muchas cosas, aunque nunca creí verte hacer algo como eso. - Esto hizo sonreír a Eli, que Angelique creyese eso era relevante, ya que normalmente parecía estar en las nubes y no saber nada del alrededor. - Si fuese yo, ahí sí sería muy extraño. - Se explicó logrando sacar una sonrisa divertida a Eli.
- Vamos, no creo que se te de tan mal. -
- Nunca lo he hecho y creo que es mejor así. - Negó Angel. Eli la observó de manera inquisitiva.
- No te creo. -
- ¿Qué? -
- Que nunca hayas… - No terminó su frase al notar que la menor volvió a negar enérgicamente. - Vaya… ¿Cuántos años tienes, eh? ¿Uno? - Y eso hizo reír a la pelirroja.
- No, pero nunca tuve la oportunidad, y me gusta dormir. -
- A quien no. -
- A Hunter quizá. -
- Hasta él debe de tener su límite. - Rieron. - Por cierto. Gracias. - Eli se apartó el cabello y dejó ver sus orejas adornadas de un broche metálico, gesto que acompañó con una suave sonrisa. - No tuve tiempo de decírtelo antes. - Se quedó en silencio un momento al tomar una bocanada de aire. - En realidad, no sabía si habías sido tú quien los había dejado ahí. Pero hace un momento me di cuenta. - Señaló al costado de Angel, poseía unos aretes del mismo diseño. - Y como nunca había visto tu letra, nunca podría haber sabido. -
- Sí, eso… Disculpa que no te los diese directamente es que… No soy muy buena con eso. - Miró a sus pies que no dejaron de ir uno frente al otro y luego el suave abrazo de Eli a su brazo la hizo levantar la mirada a ella.
- Está bien. - Levantó el pulgar. - No siempre recibes regalos de tus amigos después de morir. - Bromeó. Angelique resopló en burla.
- Eso es muy malvado. - Dijo entre risas.
- Pero es la verdad. - Aseguró asintiendo con determinación, pero al final fue contagiada por la risa de la pelirroja.
El desfile había terminado hace varios minutos y ellas pudieron continuar su camino hasta el coliseo mientras charlaban. Faltaba poco para el inicio del principal atractivo de esa festividad y aunque no participaran en el mismo, debían de ir a ver a sus compañeros.
Si un inepto bandido osase en penetrar en las varias y desordenadas habitaciones en el hipogeo del que hacía lujo el coliseo bajo la arena, notaría que sin duda era el peor error cometido. Aunque el coliseo era un mero lugar de prácticas y luchas sin un fin realmente importante, era además el atractivo más imponente de toda la ciudad: Su fachada, aunque por mucho más pequeña, no tenía qué envidiarle al coliseo romano, mientras que su interior era semejante a los laberintos del antiguo Egipto. Pero si de pasar el rato se tratase, la entrada recta hacia las gradas era una mejor opción para cualquiera.
Hasta para él con su entrenamiento.
No era que le costase recordar el camino mientras recorría, era que le costaba recorrerlo mientras recordaba y más con Noel haciendo conversación acerca de lo enorme que era el lugar y cómo había aprendido a recorrerlo sin perderse desde muy temprana edad.
No era que molestase, estaba bien escuchar conversaciones del pasado para conocer mejor a una persona, pero en el momento que Hunter apareció, llamando su atención detrás de una pared tratando de pasar de incógnito en un lugar donde prácticamente cualquiera podría verlo, si le destrozó unas cuantas neuronas de sobrecarga. Dejó de escuchar a Noel y se centró en descifrar las extrañas mimicas y muecas que cualquier humano con un razonamiento normal, en su vida habría podido comprender.
Hasta tuvo que pedirle a Noel que dejase de hablar con un gesto solo para poder concentrarse y si esas formas raras que hacía con las manos no significaban: S.O.S, se rendía en intentar comprender a su compañero alguna vez en esa vida/no vida, por lo que sí esperaba equivocarse.
- Un momento. - Le pidió yendo hacia donde Hunter se encontraba. Siempre era extraño pero en ese momento más. - ¿Qué marioneta persona ayuda qué? - Preguntó burlándose de su intento de mímica profesional al llegar ahí, dándole a entender que no estaba siendo lo suficientemente claro.
Hunter tomó el brazo de Alex sin previo aviso, miró de un lado a otro y lo llevó con él hasta la siguiente habitación donde no había nada más además de armas desechadas para posible reparación.
- Creo que hay otro como nosotros. - Dijo en un susurro.
- ¿Qué? - Alex levantó una ceja imitando el tono de voz del rubio, quien asintió tras la pregunta.
- Es la primera vez que lo veo. - Continuó. - Y actúa muy extraño. -
- Más que tú lo dudo. - El tono de Alex regresó a la normalidad. Hunter le pidió con un siseo que bajase la voz nuevamente.
- Eso puede que sea verdad, solo puede. - Recalcó. - Pero lo escuché platicando con el guardia Pit. Y mencionó a Rusia. - Alexander dio un paseo en el tiempo en su mente, y la conclusión era que: lo países siempre funcionan.
- ¿Y si aquí también existe Rusia? - Hunter quedó mudo con su índice elevado mientras procesaba una respuesta que nunca llegó.
- Es probable. - Se quedó pensativo. Alexander suspiro.
- En realidad no creo que exista. - Aceptó, Hunter lo quedó mirando inconforme. - En cualquier caso… Si este es el caso ¿Qué pretendes hacer? - Se cruzó de brazos esperando una respuesta del rubio y al obtener nada más que una enorme sonrisa, se golpeó la frente con su propia mano. Era de esperarse de parte de él ¿No? - Primero, nos tenemos que asegurar. - Dijo simplemente. Hunter hizo un saludo de vicera antes de que ambos regresaran con los demás.
Pronto sería el evento y debían de alistarse, Alex aprovechó para mandar a Noel a las gradas dónde debía de haberse quedado desde el primer momento y se fue a alistar. Su participación no era sino hasta lo último, a diferencia de Hunter que iba a salir entre los primeros, pero era mejor estar listo que esperar a un arrebato de último momento.
Ambas jóvenes pudieron encontrar lugar en la tercer fila de las gradas, las que para su sorpresa estaban lo suficientemente vacías como para estar cómodas y no pegar su hombro con el de algún desconocido.
Como era su primera vez en ese evento, era nuevo para ellas ver el lugar atiborrado de personas y hasta el palco siendo ocupado por el gobernante de esa ciudad con varios guardias a su alrededor.
Anteriormente ellos ya lo habían visto: un hombre serio, con varias canas y arrugas por estrés y edad; algo gruñón y poco paciente, quien parecía ya solo esperar a que llegase el hermoso momento de que lo relevaran del cargo. Fue la persona encargada de decidir la estadía de los cuatro viajeros en la ciudad, y aunque tuviese un exterior poco amigable, les dio asilo bastante complacido cuando los nuevos aceptaron sus condiciones con la guardia.
El que estuviese allí, significaba que sin duda era un evento importante, además de ver por su siguiente adquisición de seguridad.
- Señorita Angelique, Señorita Eliary. - La viva voz de Noel sacó a las nominadas de su pequeño mundo al observar la arena. Ambas solo pudieron regresar el saludo que les estaba haciendo desde el descanso de las gradas.
- ¿Es el discípulo de Alex, no? - Preguntó Eli en baja voz solo para Angel, quien solo logró asentir mientras veía como la joven guardia se metia entre las personas para llegar a ellas.
- Es un gusto conocerla señorita Eliary. - Dijo al sentarse al otro lado de Angelique, la pelimorada suspiró pesadamente.
- Eliary está bien. - Pidió, era extraño escuchar esos honoríficos de alguien que probablemente rondaba su edad.
- Y es bueno verla de nuevo a usted señorita Angelique. - En este caso la nombrada solo asintió, realmente esas cosas le daban igual, y no sabía qué decir. Solo podía pensar en el hecho de que ese día de alguna manera Noel… ¿Se veía más femenina que de costumbre? O también podía ser su imaginación. - ¿Llevan mucho tiempo aquí? - Preguntó. Ambas negaron.
- Acabamos de llegar. - Contestó Eliary. - ¿Tú… Usted? - Se corrigió en seguida, en ese lugar era más difícil de mostrar respeto que en el mundo del que venían. Para su suerte casi que fue ignorado su fallo pues la chica contestó inmediatamente.
- Llevo un poco más de una hora. - Sonrió ampliamente. Ambas se soprendieron pero fue la mayor que tomó la palabra.
- ¿Una hora? ¿No es mucho aburrimiento para esperar?
- Esta bien, estuve conversando con unos cuantos guardias y Maese.
- ¿Maese? - La voz de Angelique a apenas y fue escuchada pero la joven a su lado no reparó en responder.
- Maese Alexander, por supuesto.
- Ah… - La pelirroja no lo iba a decir nunca en voz alta, pero tenía cierta pizca de envidia. Era verdad que en comparación, ella pasaba más tiempo con el pelinegro que la otra chica, pero en esa ocasión quizá, hasta si Hunter le decía eso iba a sentirse igual, y era porque por el orgullo y lo que se prometió a sí misma, nisiquiera lo despidió en la mañana. Y eso la llevó a preguntarse seriamente…
¿Estaba bien que fuese así?
No estaba segura puesto que nunca antes había estado con alguien como con Alexander, pero, sentía que de hecho a veces era engreída con él. O más bien, si lo pensaba bien, era obstinada, no solo con él, sino con todo, y era algo que probablemente debería de cambiar.
- Oh, ya va a empezar. - Las alegres palmadas de Noel regresaron a Angelique de sus pensamientos y puso la mirada en la arena.
La algarabía comenzó cuando varias filas de caballeros se hicieron presentes mirando en dirección al palco del emperador a quien mostraron sus respetos cuando detuvieron su marcha ante la voz de mando del llamado Jefe de guardia: Nicolás, mismo que recibió un asentimiento como agradecimiento de su buen trabajo de parte del emperador.
- Querido pueblo, hoy como cada año, damos la bienvenida a la apertura de nuestro mayor orgullo: La guardia de nuestra hermosa ciudad, Aarun. Hombres de fuerza y valor que demostrarán habilidades para demostrar si son dignos del premio mayor… - Continuó hablando mientras todos los presentes guardaban silencio y prestaban especial atención a lo que decía. La recompensa mayor se suponía que era la cantidad de dinero más exorbitante que pudiesen escuchar y ser protector del mismísimo emperador; cosa que en esa sociedad se consideraba la mayor muestra de honor. Burdos honoríficos para suicidarse sin razón de peso.
Para los cuatro jóvenes, eso no significaba nada. Mas bien el dinero era lo único que les llamaba la atención, hasta en ese mundo tan descabezado, el dinero movía montañas. Si era lo más parecido a una persona normal, el dinero siempre iba a ser la respuesta.
- ¿Quién creen que gane? - Preguntó Noel de la nada, ambas jóvenes la observaron.
- Me da muy igual, la verdad. - Contestó Eli. Angel solo se encogió de hombros.
- Hay muy buenos luchadores. - Noel clavó su mirada en la arena y sonrió ampliamente saludando emocionada. Angel siguió su dirección y notó a Maese Nicolás correspondiendo el gesto de manera muy disimulada. El emperador seguía hablando. - Maesé Nicolás es muy bueno por ejemplo. - Sonrió.
- ¿Él participará?
- Nah, su deber solo está en el entrenamiento. - Sonrió. - Además no lo podrían dejar participar.
- ¿Por qué no? - Eli la miró curiosa.
- La esposa lo aniquilaría. - Rió levemente. - Normalmente los guardias de los primeros puestos son el objetivo principal de las doncellas más jóvenes. - Explicó inclinándose levemente hacia atrás y observar al cielo. Habían escogido un buen día, se notaba que no iba a llover, y aunque el sol brillase no dejaría heridas. - Las recompensas son muy buenas después de todo. Y al parecer no hay mayor honor para una dama. - Suspiró pesadamente, algo que no pasó desapercibido para ninguna de las dos jóvenes, quienes intercambiaron una mirada de no estar seguras de qué hacer.
El discurso había terminado y ya no quedaban soldados en la arena, solo los que se encargarían de llevar y traer objetos y demás dependiendo del acto que se desempeñara.
Lo primero fueron las muestras de habilidad, donde varios soldados individualmente mostrarían el arte del arma en la que eran expertos como agasajo para los espectadores que haría ansiaran más la llegada de los enfrentamientos.
Hunter, a quien le pidieron que participase en los actos demostrativos fue el último en presentarse con su espada, dando un espectáculo limpio sobre el manejo del arma y con varias piruetas para añadirle color al ancho de la arena.
Los ayudantes habían hecho un gran trabajo confiando en su habilidad cuando vino un salto seguido de un corte al testigo de madera sobre la cabeza de uno de ellos, también entre las manos y bajo los pies. Terminó con un giro, corte limpio al muñeco de utilería, envainando su espada y dando una reverencia que llenó el coliseo de aplausos.
En el hipogeo Hunter se juntó con Alexander y otra vez habían comenzado a cuchichear, lo que aunque era un acto algo extraño para los demás, solo le daban la vista gorda al saber que no pertenecían a ese lugar.
- ¿Y? - Preguntó el pelinegro.
- Está en las gradas. Se mezcla bastante bien entre los demás. - Se encogió de hombros y comenzó a pensar. - ¿Deberíamos decirle a las chicas? Quizá tienen más tacto que nosotros. - Alexander quedó estático un momento, y en realidad cualquier cosa estaba bien, le daba igual mientras realmente se tratase de una persona.
- Deberíamos de buscarlas primero, y ahora no podemos salir de aquí. Llamaríamos mucho la atención.
- Oh vamos ¿Qué es lo peor que podría pasar?
- Que nos vea Nicolás y nos corte la cabeza.
- Gracias por ser tan considerado.
- Por nada.
- ¿A qué hora es tu turno? - Cambio de tema y su tono de voz se normalizó.
- No sé, en unos minutos. - Miró a su alrededor. Sin mucho tiempo de haber pasado habían varios derrotados y heridos que apenas estaban siendo tratados de manera rápida. Los combates no tenían tiempo específico, uno debía de ganar sí o sí para poder avanzar a la siguiente ronda. Conociendo eso y que la única regla era no matar al contrincante, era fácil descifrar que tomaría su tiempo.
- Que te vaya bien. - Hunter puso un puño frente a él, el que Alex quedó mirando mientras el chico esperaba casi llegando a impacientarse. - No creo que no sepas… - Dijo bajando sus hombros como un suave berrinche finjido.
- Si sé. Solo… es un poco extraño. -
- ¿Extraño? - Y ante esto, Alex golpeó el puño de Hunter con el suyo. Solo era un mero gesto para desearle suerte sin decirlo.
- Ha pasado mucho tiempo. - Explicó con sencillez. Ser parte de un equipo era bastante complicado, y en ese lugar no existía la excepción del caso. Solo esperaba no tener nada que hacer después de eso.
Había llegado su turno y tuvo que respirar hondo solo por el pensamiento de tener que luchar con un oponente.
No es que el tipo fuera tonto, era simplemente muy charlatan y a cualquiera en su lugar lo terminaría colmando la paciencia. No era nuevo como para decir que estaba siendo irrespetuoso, seguramente hasta llegó años antes que él a ese lugar, lo demostraban los músculos de mastodonte. Pero mostrandolos como un fisicoculturista haría en su época mientras continuaba echándose flores acerca de lo habilidoso que era irritaba especialmente porque podía ver sus venas marcadas, lo que solo hacía que quisiera terminar con eso pronto.
Pero no podía porque el emperador era quien daba la señal de inicio, y se estaba tomando su tiempo, como si en su cabeza estuviese apostando consigo mismo quién ganaría. Y cuando por fin pareció decidirse su brazo levantó en una perfecta línea recta anunciando el comienzo de la penúltima lucha de la primer ronda.
El hombre de gran musculatura se puso en guardia, y Alexander sabía como funcionaban las cosas contra alguien que literalmente te dobla en fuerza en medio de una arena donde no había nada: Atacar antes de que te atrape.
Y cuando su magnífico plan se puso en marcha, de la nada surgió una potente línea de luz del cielo a la tierra, provocando que todos tuviesen la necesidad de mínimo cerrar los ojos con fuerza. Cuando cesó lo más parecido a una serpiente gigante negra como la noche, hizo correr despavorido al gigantón que terminó aplastado por su gran cola. Y de algo Alex estaba completamente seguro, al menos el gigantón no iba a matarlo, pero esa cosa, seguro que sí.
Los sentidos del pelinegro hicieron que se apartase justo a tiempo antes de que la serpiente se lo llevase con todo y colmillos hasta la pared de roca. El coliseo tembló ante tal fuerza.
Los ciudadanos que al principio se notaron confundidos, entraron en pánico después del temblor, descubriendo que no era una mera farsa actuada.
Angelique y Eliary se vieron entre ellas alarmadas, no podía ser otra cosa que una marioneta peligrosa. Noe que estaba a un lado de ellas se golpeó la espalda con la grada posterior ante la sorpresa de tal bestia.
- ¡¿Qué es eso?! - Apenas pudo preguntar al aire.
- Tampoco sabemos pero es peligroso. - Eli estiró la mano para que la hija de Nicolás la tomase y aceptó la ayuda para levantarse. Angelique por su lado se veía muy distraída viendo a la arena, como si la cosa esa fuese la criatura más fascinante que existiese.
- No hay. - Dijo casi en un murmullo.
- ¿Qué cosa? - Eli tuvo que gritar al no entender, entre tantos gritos ella perdía el sentido del tono.
- ¡No tiene ninguna marca! - Gritó y giró hacia ellas con los ojos abiertos y temblorosos. - No la encuentro.
- ¿Marca? - Fue lo único que pudo decir Noel y enfrascó su mirada en la misma dirección que antes veían aquellos ojos rojos. El amigo rubio de Alexander había llegado a ayudarlo e intentar controlar a la serpiente, pero al contrario, parecía como si estuviesen a su merced. Completamente acorralados.
- ¿Viste algo? - Preguntó Alexander agitado en la Arena al juntarse con Hunter, nunca más tenía la intención de correr a esas prisas con una armadura encima.
- No. - El rubio se puso en guardia y sus ojos buscaban en todas las direcciones posibles sin encontrar nada. - ¡No hay nada!
- Quizá porque estamos abajo no la podemos ver. - Pudo decir antes de tener que saltar hacia el lado contrario de Hunter, quien corrió con la misma suerte, para que la enorme cola no se lo llevase.
- Es bastante optimista de su parte. - Hunter observó a la serpiente, sus ojos clavaban en ambos como si fuesen a ser su comida. Pero tras esta pudo observar a las chicas y Eli dando pequeños saltos y un gesto que lo dejaba seguro de lo que había dicho. - ¡No hay marca! - Gritó para que Alex lo escuchase. La serpiente levantó la cola para agitarla hacia el rubio, momento que aprovechó el mismo para esquivarlo rodando bajo ésta y llegando hasta Alexander.
- Nunca esperé ser la cena de una serpiente. - Se encogió de hombros y retiró de su estuche el arma que le habían dado en la guardia, una espada que apenas y le daba uso para cargarla porque así se lo pedían.
- No quiero que me coma un reptil.
- Yo tampoco. - Suspiró cansado. - No queda otra, habrá que rebanarlo, o al menos intentarlo. - Miró a Hunter quien asintió. Y en menos de un segundo ambos corrieron hacia la serpiente mientras evadían como les era posible los ataque de su cola y de vez en cuando cabeza. Hasta por fin llegar a la mitad de esta, en donde con un salto pudieron subir a su larga y escamosa espalda, sobre la cual dieron una corrida hasta su cuello donde decidieron clavar sus espadas. Chillidos agudos y molestos se escuchando retumbar en el lugar ante el factor ajeno. Pero a más de ellos no pasó, fue imposible cortar más. Las espadas a penas y le habían atravesado las escamas, por lo que al intentar moverlas, más parecía que estuviesen siendo trabados por rocas.
La serpiente se empezó a mover con fuerza y ambos se tuvieron que agarrar como pudieron de las escamas y las mismas espadas.
- Parece el juego de carrusel… - Comentó el rubio. Alex no dijo nada, no estaban en una buena situación. Sin marca cualquier cosa era inútil, y sus espadas lo confirmaron.
- Esto está muy mal. - Dijo Eli al notar la situación de sus compañeros. Junto a Angel ya habían dado una vuelta completa a ese nivel de las gradas por encontrar una simple marca que parecía no existía.
- ¿Qué hacemos? - Preguntó la pelirroja.
- Improvisar. - Eli saco su pistola e intentó darle el primer tiro que falló por tanto movimiento sin sentido del animal. Dio un segundo y pudo acertarle cerca del ojo haciendo más incontrolable a la serpiente. - Bueno, al menos sé que se hace algo… - Volvió a disparar esta vez atinando al ojo, y recibiendo un grito que obligó a todos a taparse los oídos o por los menos intentarlo. - No será suficiente así.
- Oigan. - Escucharon una voz, y una joven a unos metros se presentó ante ellas. - Por aquí. - Dijo comenzando a correr ambas chicas se miraron entre sí. Señalaba la salida y esa no era una opción.
- No podemos irnos. - Eliary frunció el ceño en confusión.
- Si que pueden, ellos ya están perdidos. - La seriedad e inhumanidad con la que dijo eso hizo que a las tres chicas, se les prendiese un foco de rabia.
- ¡¿Cómo se te ocurre?! - Reaccionó la pelimorada, quien después de un segundo recordo que algo como eso no valía la pena y volvió a dar un disparo que esta vez fue a dar a la cola.
- Será interminable a este paso. - Comentó Angelique esta vez.
- Bueno, no es como si se vayan a morir por un disparo ¿No? - Dijo Eli en voz alta y apuntó a los chicos, estaban haciendo obstáculo a lo que, si no mal recordaba y funcionaba, era una zona con órganos importante.
- No… Pero… Les va a doler… - Le contestó la pelirroja y miró a Noel. - ¿Tienen armas allá? - Señaló hacia abajo. Noel se quedó procesando la pregunta y recordó.
- ¡Cierto! ¡Recordé algo que podría funcionar! - Dijo en voz alta y con una seña les pidió que la siguiesen, lo extraño fue que la joven desconocida también lo hizo. Aunque les importó poco ya que Eliary se concentró en seguir disparando a pesar de las quejas de los chicos sobre lo cerca de sus cabezas que a veces iban.
- Listos ¡Fuego! - La fuerte voz de Nicolás retumbó y a un lado de él lo acompañaba un cañón que estaba siendo encendido y apuntado por su hija Noel. Tanto Alex como Hunter al escuchar esto supieron que debían de bajar de esa cosa o les iría peor.
Después de unos segundos la potencia del cañón rompió el viento con una gran bola de fuego que fue a dar hasta la dolorida espalda de la serpiente la que enseguida empezó a arder y pronto fue rodeada por las llamas a pesar de su intensa pelea con las misma, terminando aplomada en el suelo una vez su estructura exterior dejó de ser lo que aparentaba y quebada en simple madera tallada y unida de tal forma que formaba una serpiente de juguete que pronto fue reduciendo su tamaño hasta quedarse en uno normal, no superaba los cincuenta centímetros.
- Bien pensado cariño. - Noel recibió el elogio de su padre junto a un suave despeine de cabello que dejó con bastante ilusión a la joven. Mientras tanto Hunter y Alex fueron a recoger sus espadas y de paso el pequeño monstruo que ya no servía ni de juguete para regresar con sus compañeras de viaje.
- La próxima vez apunto a la cabeza. - Eliary sonrió, y Alex solo pudo mirarla mal, mas Hunter solo rió de ello.
- ¿Están bien? - Preguntó Angelique. Ambos asintieron.
- Pero esto es raro. - Alex abrió su palma con lo que había recogido sobre esta. - No tenía marca y aun así le dolía los golpes y fue derrotado con fuego. Nunca antes había aparecido una así.
- ¿Nunca? - Esta vez preguntó Hunter y miró a ambos, Alex y Eli, ellos negaron.
- Siempre han tenido marca. - Eli se acercó con curiosidad y tomó el objeto inanimado. - Parece más un juguete. Es muy diferente a las que normalmente nos manda el loco ese. - Hizo una nueva de desagrado. Si había una nueva manera de llevar las cosas y ellos no lo sabían estaban en desventaja.
- Eso es porque no es una marioneta del Dios de este mundo. - La voz de la chica anterior los hizo voltear a ella y se quedaron estáticos ¿Quién era ella?
Hunter se acercó a Alex y susurró detrás de él.
- Es ella de quien te hablé antes… Es de nuestro mundo, confirmado.
- Así me doy cuenta. - Alexander suspiró pesadamente. Ahora tenían un misterio y a una nueva extraña, no se podían poner peor las cosas.
- Maese Alex. - Nicolás se acercó al grupo y aunque solo llamó a uno todos lo observaron. - El emperador quiere hablar con usted y los demás. - Sonrió y ellos no pudieron hacer más que mirarse entre ellos. Alex sólo pudo pensar que la ley de Murphy no vivía en un solo mundo, al contrario, siempre se mantendría a sus espaldas, como un depredador.
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Re: [Roll]A Puppet world
Aclaro por si acaso:
Las escenas de esta conti se sitúan entre los tiempos de las últimas contis.
La primera parte, durante el festival. La segunda parte, es la mañana del día del evento en el coliseo, y luego, lo que sigue hasta donde lo dejó Sil en su conti.
Las escenas de esta conti se sitúan entre los tiempos de las últimas contis.
La primera parte, durante el festival. La segunda parte, es la mañana del día del evento en el coliseo, y luego, lo que sigue hasta donde lo dejó Sil en su conti.
Se habían acercado a la pequeña tarima improvisada en la que varias parejas de bailarines ejecutaban coreografías sencillas y divertidas que se amoldaban al compás de una melodía muy alegre. Este ambiente de feliz algarabía invitaba a muchos transeúntes a unirse, creando así un escenario sin orden específico de figuras que giraban y daban pequeños saltos a lo largo de la plataforma. Eli observó cómo Hunter los contemplaba sonriente mientras aplaudía con entusiasmo al son de la música, lo que ella no tardó en hacer también, casi por instinto.
De repente, vio con sorpresa cómo el rubio era tomado del brazo por una animada joven que estaba subida en la tarima, a lo cual el muchacho accedió sin pensárselo y subió tras ella, sumergiéndose en la ola de personas que bailaban a su alrededor e imitando sus pasos. Éliary dibujó una sonrisa divertida en su rostro, no esperaba menos de él, y aplaudió con ánimo tratando de seguirle el paso con la mirada, viendo cómo éste, siguiendo el patrón del resto, intercambiaba de pareja un par de veces más. Con la última de ellas, dio un traspiés del que tanto él como la joven rieron sin dejar de bailar, aquello, aunque le dio gracia a la pelimorada, le causó una extraña sensación en el estómago que trató de ignorar.
Al poco rato, la canción actual terminó y algunos de los entusiastas se bajaban de la tarima mientras que otros recién llegados se animaban a subir. La siguiente melodía interpretada por los músicos callejeros inició con un ritmo suave para esperar a que las personas se posicionaran. Pudo ver cómo la figura del rubio se abría paso entre las personas hasta llegar donde estaba ella. En cuanto estuvo cerca, notó una mirada de súplica que venía acompañada de una sonrisa juguetona, acto seguido, Hunter estiró la mano derecha hacia ella.
-¿Me concedes esta pieza? -Soltó en un intento de sonar solemne, que no le salió del todo.
-¡¿Qué?! -Exclamó Eli sorprendida, intercalando su vista entre la mano del rubio y su rostro- No, Hunter… -Se negó con cierto nerviosismo mirando a su alrededor.
-¡Vamos, Eli! -Pidió Cris, acentuando aquella mirada, asemejándose a la de un muy convincente perrito abandonado, pero sin dejar de sonreír- No hagas caso a eso. Además, ¿cuándo se va a repetir una ocasión así? -Eli lo miró a los ojos, había razón en sus palabras, pero…- ¿Sí? -Insistió acercando más su mano. Ella pareció pensarlo por un instante y dejó escapar un pequeño suspiro de resignación.
-Vale -Al rubio se le iluminó el rostro- Sólo una canción -Dijo elevando el dedo índice, él asintió enérgicamente y Eli posó su mano sobre la palma de la de Cris, quien ante el contacto se ruborizó un poco, aunque se confundía con el tono sonrosado que habían adquirido sus mejillas por la agitación del baile previo.
La ayudó a subir a la pequeña tarima y se adentraron entre las parejas de bailarines. Hunter la miraba directamente a los ojos, lo que ella trataba de mantener pero es que la mirada era tan intensa que le costaba trabajo. No quería retractarse porque, uno, no quería entristecerlo y dos, tenía razón en lo que había dicho.
-¿Puedo?
Ella lo miró confundida, él señaló a las otras parejas en las que el hombre tomaba por la cintura a su acompañante, a Eli se le subieron los colores al rostro mientras se repetía la resolución de no retractarse y asintió como pudo. Con ello, Cris alzó la mano izquierda de ella, que aún sostenía, hasta colocarla en su hombro, para luego bajar su mano y posarla suavemente en su cintura, entretanto, la mano izquierda de él servía de apoyo para la derecha de Eli. Cuando él iba a empezar a moverse con el ritmo, que comenzaba a aumentar de velocidad, ella habló.
-Espera, no sé hacerlo -Lo detuvo indecisa.
-Yo tampoco -Admitió riendo- Sólo trato de imitarlos a ellos -Miró alrededor y regresó sus orbes hacia ella- Mira, es sencillo. Tres pasos hacia la derecha -La guió haciendo los movimientos- y un pequeño salto. Luego dos a la izquierda, y salto.
-Pero hay que hacerlo medio girando, ¿no? -Se explicó mientras lo seguía.
-Eso sale fácil -Ella lo miró incrédula- En serio, en cuanto te dejas llevar, sale.
Eli dejó salir otro suspiro resignado, ya se había metido en aquello. Inhaló con fuerza y esbozó una sonrisa, asintiendo. Él le sonrió de vuelta, mostrando los dientes, y comenzó a guiar moviéndose al compás de la música. Al principio, le costó un poco seguir los pasos, más por estar indecisa que por hacerlo mal realmente, pero poco a poco, no pudo evitar sucumbir a una melodía tan alegre, sorprendiéndose a sí misma al encontrarse riendo mientras se movía junto al rubio. Sin dejar de bailar, dirigió su vista hacia los otros bailarines, era como un torbellino de felicidad que le hacía sentir como si ese lugar en verdad rebosara de vida. Por otro lado, Hunter fijaba su mirada únicamente en ella, centrándose en lo contenta y relajada que se veía, y llamó su atención en un momento específico, dándole a entender con un gesto que iba a girarla con ayuda de su mano, lo que ella desempeñó con gracia y retornaron a su posición inicial.
La música se intensificó más y más, llevando a todos los presentes a seguir el ritmo con sus movimientos, golpeteando el suelo con ánimo y girando a lo largo de la tarima. Cuando la melodía llegó a su éxtasis, los hombres levantaron a sus parejas de baile en el aire, Cris al ver ésto bajó ambas manos hasta la cintura de Éliary y ella viendo lo que pretendía le advirtió con la mirada, él acentuó su sonrisa y con un impulso la alzó en el aire.
-¡Hunter! -Gritó mientras él reía animado y giraba sobre sus talones. Aunque quería regañarlo, la sensación de estar volando la distrajo y cerró sus ojos por un instante disfrutando la brisa acariciando su rostro, cuando sintió que Hunter la bajaba suavemente.
-¿Divertido, no? -Ella le sacó la lengua y luego se rió.
Las notas musicales anunciaron que la canción estaba llegando a su fin y, trazando sus últimos pasos, las parejas se deslizaron por la plataforma hasta un final rápido en el que todos finalizaron con una reverencia hacia sus respectivas parejas. Eli y Cris se miraron aún en esa posición mientras respiraban agitadamente por el esfuerzo.
De repente, vio con sorpresa cómo el rubio era tomado del brazo por una animada joven que estaba subida en la tarima, a lo cual el muchacho accedió sin pensárselo y subió tras ella, sumergiéndose en la ola de personas que bailaban a su alrededor e imitando sus pasos. Éliary dibujó una sonrisa divertida en su rostro, no esperaba menos de él, y aplaudió con ánimo tratando de seguirle el paso con la mirada, viendo cómo éste, siguiendo el patrón del resto, intercambiaba de pareja un par de veces más. Con la última de ellas, dio un traspiés del que tanto él como la joven rieron sin dejar de bailar, aquello, aunque le dio gracia a la pelimorada, le causó una extraña sensación en el estómago que trató de ignorar.
Al poco rato, la canción actual terminó y algunos de los entusiastas se bajaban de la tarima mientras que otros recién llegados se animaban a subir. La siguiente melodía interpretada por los músicos callejeros inició con un ritmo suave para esperar a que las personas se posicionaran. Pudo ver cómo la figura del rubio se abría paso entre las personas hasta llegar donde estaba ella. En cuanto estuvo cerca, notó una mirada de súplica que venía acompañada de una sonrisa juguetona, acto seguido, Hunter estiró la mano derecha hacia ella.
-¿Me concedes esta pieza? -Soltó en un intento de sonar solemne, que no le salió del todo.
-¡¿Qué?! -Exclamó Eli sorprendida, intercalando su vista entre la mano del rubio y su rostro- No, Hunter… -Se negó con cierto nerviosismo mirando a su alrededor.
-¡Vamos, Eli! -Pidió Cris, acentuando aquella mirada, asemejándose a la de un muy convincente perrito abandonado, pero sin dejar de sonreír- No hagas caso a eso. Además, ¿cuándo se va a repetir una ocasión así? -Eli lo miró a los ojos, había razón en sus palabras, pero…- ¿Sí? -Insistió acercando más su mano. Ella pareció pensarlo por un instante y dejó escapar un pequeño suspiro de resignación.
-Vale -Al rubio se le iluminó el rostro- Sólo una canción -Dijo elevando el dedo índice, él asintió enérgicamente y Eli posó su mano sobre la palma de la de Cris, quien ante el contacto se ruborizó un poco, aunque se confundía con el tono sonrosado que habían adquirido sus mejillas por la agitación del baile previo.
La ayudó a subir a la pequeña tarima y se adentraron entre las parejas de bailarines. Hunter la miraba directamente a los ojos, lo que ella trataba de mantener pero es que la mirada era tan intensa que le costaba trabajo. No quería retractarse porque, uno, no quería entristecerlo y dos, tenía razón en lo que había dicho.
-¿Puedo?
Ella lo miró confundida, él señaló a las otras parejas en las que el hombre tomaba por la cintura a su acompañante, a Eli se le subieron los colores al rostro mientras se repetía la resolución de no retractarse y asintió como pudo. Con ello, Cris alzó la mano izquierda de ella, que aún sostenía, hasta colocarla en su hombro, para luego bajar su mano y posarla suavemente en su cintura, entretanto, la mano izquierda de él servía de apoyo para la derecha de Eli. Cuando él iba a empezar a moverse con el ritmo, que comenzaba a aumentar de velocidad, ella habló.
-Espera, no sé hacerlo -Lo detuvo indecisa.
-Yo tampoco -Admitió riendo- Sólo trato de imitarlos a ellos -Miró alrededor y regresó sus orbes hacia ella- Mira, es sencillo. Tres pasos hacia la derecha -La guió haciendo los movimientos- y un pequeño salto. Luego dos a la izquierda, y salto.
-Pero hay que hacerlo medio girando, ¿no? -Se explicó mientras lo seguía.
-Eso sale fácil -Ella lo miró incrédula- En serio, en cuanto te dejas llevar, sale.
Eli dejó salir otro suspiro resignado, ya se había metido en aquello. Inhaló con fuerza y esbozó una sonrisa, asintiendo. Él le sonrió de vuelta, mostrando los dientes, y comenzó a guiar moviéndose al compás de la música. Al principio, le costó un poco seguir los pasos, más por estar indecisa que por hacerlo mal realmente, pero poco a poco, no pudo evitar sucumbir a una melodía tan alegre, sorprendiéndose a sí misma al encontrarse riendo mientras se movía junto al rubio. Sin dejar de bailar, dirigió su vista hacia los otros bailarines, era como un torbellino de felicidad que le hacía sentir como si ese lugar en verdad rebosara de vida. Por otro lado, Hunter fijaba su mirada únicamente en ella, centrándose en lo contenta y relajada que se veía, y llamó su atención en un momento específico, dándole a entender con un gesto que iba a girarla con ayuda de su mano, lo que ella desempeñó con gracia y retornaron a su posición inicial.
La música se intensificó más y más, llevando a todos los presentes a seguir el ritmo con sus movimientos, golpeteando el suelo con ánimo y girando a lo largo de la tarima. Cuando la melodía llegó a su éxtasis, los hombres levantaron a sus parejas de baile en el aire, Cris al ver ésto bajó ambas manos hasta la cintura de Éliary y ella viendo lo que pretendía le advirtió con la mirada, él acentuó su sonrisa y con un impulso la alzó en el aire.
-¡Hunter! -Gritó mientras él reía animado y giraba sobre sus talones. Aunque quería regañarlo, la sensación de estar volando la distrajo y cerró sus ojos por un instante disfrutando la brisa acariciando su rostro, cuando sintió que Hunter la bajaba suavemente.
-¿Divertido, no? -Ella le sacó la lengua y luego se rió.
Las notas musicales anunciaron que la canción estaba llegando a su fin y, trazando sus últimos pasos, las parejas se deslizaron por la plataforma hasta un final rápido en el que todos finalizaron con una reverencia hacia sus respectivas parejas. Eli y Cris se miraron aún en esa posición mientras respiraban agitadamente por el esfuerzo.
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Caminaban nuevamente por las concurridas calles. Eli iba abanicándose con una de sus manos para bajar el calor de su cuerpo después del baile.
-Toma -Dijo Hunter de repente, extendiéndole un abanico que, aunque sencillo, tenía un bonito diseño.
-¿De dónde rayos sacaste eso? -Soltó la pelimorada, aunque sinceramente no sabía por qué a estas alturas se sorprendía.
-Ah, lo compré hace rato, antes de comer.
-¿Por? -Ella recibió el objeto y empezó a abanicarse con prisa, el gentío a su alrededor no hacía más fácil que se le pasara el calor.
-No sé, se me pareció a ti -Respondió simplemente, cruzando sus brazos detrás de su cabeza.
-¿Es para mí?
-Sip -Respondió girándose a mirarla con una sonrisa- Tranquila, no fue costoso. No gasté mucho de nuestro dinero.
-No es eso… -Él se quedó mirándola sin entender, Eli negó quitándole importancia- Gracias.
-No, gracias a ti -Dijo él repentinamente.
-¿Eh? ¿Por?
-Por concederme aquella pieza -Dijo colocando su mano derecha sobre su pecho, cual caballero. Eli resopló con gracia.
-No te sale.
-Ya sé -Rió él.
-De repente te saldría mejor si no lo exageraras.
-Así es más divertido -Amplió su sonrisa.
-De nada, supongo -Respondió retomando la conversación anterior. La verdad, había tomado esa situación para intentar imitar el ánimo de Hunter, cosa que a veces se veía tentada a hacer sólo para tratar de sentir en carne propia la felicidad que él emanaba casi siempre.
Un instante después, notó que el muchacho acercó su mano hacia un costado de su rostro.
-¿Qué…? -Atinó a preguntar, inclinándose un poco hacia atrás.
-Nada, es que tenías un mechón de cabello en el rostro -Explicó retirándoselo con cuidado. La atención repentina la avergonzó, dando otro paso hacia atrás.
-Ah…
-… -Hunter se percató de que se había quedado mirándola por unos segundos y espabiló, devolviendo su brazo hacia sí, cuando unas luces en el cielo captaron su atención y señaló de repente- ¡Mira, Eli! -Ese cambio brusco la movió de una sorpresa a otra, y miró hacia donde él señalaba- ¡Son globos de deseo! -Exclamó con el ánimo de un niño pequeño.
Eli dejó salir un ruidito de admiración, distrayéndose con el espectáculo de globos que se elevaban con calma hacia el firmamento. Cris hizo igual y ambos quedaron ensimismados contemplando la escena. Cuando éstos ya se habían alejado bastante, los dos retomaron su camino, decidieron regresar a la casa por su cuenta luego de rendirse tras buscar a Alex y Angel entre el gentío, cosa que les resultó imposible aun con lo fácil que solía ser avistar el cabello de la pelirroja.
-Toma -Dijo Hunter de repente, extendiéndole un abanico que, aunque sencillo, tenía un bonito diseño.
-¿De dónde rayos sacaste eso? -Soltó la pelimorada, aunque sinceramente no sabía por qué a estas alturas se sorprendía.
-Ah, lo compré hace rato, antes de comer.
-¿Por? -Ella recibió el objeto y empezó a abanicarse con prisa, el gentío a su alrededor no hacía más fácil que se le pasara el calor.
-No sé, se me pareció a ti -Respondió simplemente, cruzando sus brazos detrás de su cabeza.
-¿Es para mí?
-Sip -Respondió girándose a mirarla con una sonrisa- Tranquila, no fue costoso. No gasté mucho de nuestro dinero.
-No es eso… -Él se quedó mirándola sin entender, Eli negó quitándole importancia- Gracias.
-No, gracias a ti -Dijo él repentinamente.
-¿Eh? ¿Por?
-Por concederme aquella pieza -Dijo colocando su mano derecha sobre su pecho, cual caballero. Eli resopló con gracia.
-No te sale.
-Ya sé -Rió él.
-De repente te saldría mejor si no lo exageraras.
-Así es más divertido -Amplió su sonrisa.
-De nada, supongo -Respondió retomando la conversación anterior. La verdad, había tomado esa situación para intentar imitar el ánimo de Hunter, cosa que a veces se veía tentada a hacer sólo para tratar de sentir en carne propia la felicidad que él emanaba casi siempre.
Un instante después, notó que el muchacho acercó su mano hacia un costado de su rostro.
-¿Qué…? -Atinó a preguntar, inclinándose un poco hacia atrás.
-Nada, es que tenías un mechón de cabello en el rostro -Explicó retirándoselo con cuidado. La atención repentina la avergonzó, dando otro paso hacia atrás.
-Ah…
-… -Hunter se percató de que se había quedado mirándola por unos segundos y espabiló, devolviendo su brazo hacia sí, cuando unas luces en el cielo captaron su atención y señaló de repente- ¡Mira, Eli! -Ese cambio brusco la movió de una sorpresa a otra, y miró hacia donde él señalaba- ¡Son globos de deseo! -Exclamó con el ánimo de un niño pequeño.
Eli dejó salir un ruidito de admiración, distrayéndose con el espectáculo de globos que se elevaban con calma hacia el firmamento. Cris hizo igual y ambos quedaron ensimismados contemplando la escena. Cuando éstos ya se habían alejado bastante, los dos retomaron su camino, decidieron regresar a la casa por su cuenta luego de rendirse tras buscar a Alex y Angel entre el gentío, cosa que les resultó imposible aun con lo fácil que solía ser avistar el cabello de la pelirroja.
"El- -st- bi--... El- -st- bi--..."
No podía entender lo que decía aquella voz a la distancia. Agudizó su oído todo lo que podía.
"Está bien..."
¿Bien?
"Ella está bien..."
Finalmente podía escuchar la frase con claridad pero… ¿A qué se refería? ¿De quién era esa voz? Retumbaba como un eco muy lejano que se perdía en aquel blanco cegador.
"Ella está bien…"
“¿Quién?” Sentía su boca articular pero ningún sonido salía de ella.
"Ella está bien, está bien…"
-¿Quién? -Se escuchó pronunciar a sí mismo a la par que abría sus ojos. Lo recibió la misma habitación de siempre.
Se incorporó en la cama y fijó su mirada en Alex, quien dormía en frente. Debió hablar en voz baja porque por suerte no había perturbado el sueño de su amigo. Giró el rostro hacia la ventana, las oscuras tonalidades le indicaban que aún era de madrugada. Se sentía tan espabilado que sabía que no podría conciliar el sueño de nuevo así que volver a acostarse no era una opción, por ello decidió ir un rato al porche de la casa, allí por lo menos tendría un paisaje qué contemplar más allá de las vigas de madera y la figura de su amigo dormitando.
Una vez fuera de la casa, tomó asiento en una de las viejas mecedoras de madera que reposaban calmas sobre el piso del mismo material. La fría brisa de la madrugada envolvió su cuerpo, con lo cual se estremeció un poco, sin embargo no era algo que lo molestara. Fijó su mirada cristalina en el horizonte: unas tenues, casi imperceptibles líneas de luz anunciaban que no faltaba demasiado tiempo para que se asomara el Sol. Por inercia, movió sus pies levemente contra el suelo para darle impulso a la mecedora que comenzó a oscilar con suavidad. Aquello le trajo un recuerdo que si bien era feliz, en una situación como en la que se encontraba actualmente adquiría un intenso tinte de nostalgia… Esbozó una sonrisa que imprimía en su rostro ese mismo sentimiento y, como si se tratara de una curiosa coincidencia, la voz de la señora Fuster se abrió paso desde el umbral de la puerta.
-Buenos días, querido. ¿Despierto desde tan temprano? -Su voz dulce y cansada lo sacó de sus pensamientos y su presencia levantó su ánimo de manera que se giró para saludarla con su habitual entusiasmo.
-Buenos días, abuela -Exclamó alegremente y tardó un segundo en percatarse de lo que había dicho, tapándose la boca como reacción- Perdón, señora Fuster. -La mencionada sólo amplió su sonrisa, y es que no era la primera vez que el muchacho le decía así sin querer.
-No te preocupes, pequeño. Ya te dije que no me molesta -Estaba claro que Cris no era pequeño con sus más de veinte años, pero tenía ese aura de felicidad y pureza que la hacía verlo de ese modo, incluso percibiéndolo como un nieto para ella, pues así la hacía sentir con su manera de actuar cuando estaba con ella.
-Sí, pero igual, disculpe -Se rascó levemente la nuca- Es sólo que me recuerda un poco a mi abuela -Dijo mientras se levantaba de la mecedora.
-¿Y cómo es ella? -Preguntó, el rubio no pudo reprimir una expresión que le dio a entender a la señora Fuster que había tocado un terreno un poco delicado- Disculpa, querido. ¿Ella está…?
-No, no, no es eso -Negó agitando levemente las manos. Pensó en lo irónico de su pregunta, pues quien había muerto era él, por muy vivo que se sintiera en ese mundo- Ella vive lejos. -Finalizó lo más conciso que pudo, para no entrar en detalles. Y es que tampoco podría, porque sabía que un nudo en la garganta iba a impedírselo.
-Ya veo, ¿la extrañas mucho?
-Todos los días.
Acompañó a la señora Fuster al interior de la casa y decidió ayudarla con los quehaceres matutinos, así se despejaba un poco. No sólo por la cadena de recuerdos que recorría su mente, sino que también había estado tratando, desde que se levantó, de encontrarle sentido a aquel sueño que había tenido.
Terminó las tareas rápidamente ante los ojos de la señora Fuster, quien lo miraba ya sin sorpresa alguna, se había acostumbrado a la energía aparentemente infinita que demostraba tener ese muchacho. Como tenía tiempo aún, Cris decidió hacer un gesto a sus amigos sirviendo los desayunos de todos, de tanto convivir con ellos ya sabía lo que a cada uno le gustaba. Luego de colocar los platos en la mesa, siendo el suyo el más abundante de todos, se sentó en la silla que siempre ocupaba. Sabía que en unos instantes su amigo haría presencia, y así fue.
-¡Buenos días, Alex! -Saludó con entusiasmo.
-Mñn… -Gruñó ininteligiblemente el mencionado. Siempre dormía la misma cantidad de horas y se sentía descansado, pero eso no quitaba que careciera de ánimo a tan tempranas horas. Soltó un bostezo y tomó asiento al lado del rubio, que lo observaba con su sonrisa radiante. Era como si le hiciera competencia al Sol que ya se asomaba por las lejanas colinas.- ¿Hace cuánto te levantaste? -Preguntó ya un poco más despierto después de tomar un sorbo de su jugo.
-Ah, hace como una hora, es que me desperté por un sueño -Explicó mientras engullía con apetito un gran trozo de pan. Alex hizo un vago sonido de entendimiento y también empezó a comer.- Oye, Alex. -Llamó al cabo de un rato, luego de que la señora Fuster abandonara la cocina para dirigirse a su cuarto y alistarse.
-¿Mm?
-¿No te parece que hemos pasado mucho tiempo aquí? -El pelinegro se limitó a observarlo, esperando que continuara su discurso- Es que… -Hunter llevó su mirada al techo por un instante, pensativo- Entiendo que ésto nos ha servido como una tregua para descansar de… Bueno, lo que veníamos sobrellevando, y que incluso hemos podido entrenar y todo, pero… Han sido meses ya. Siento que estamos varados. -Se reclinó en el respaldar de la silla, cruzando sus brazos detrás de su cabeza y regresando su vista hacia Alex.
-Bueno, ya sabes que usamos las expediciones para tratar de avanzar en ello.
-Sí, pero… No hemos logrado casi nada, a lo mucho conocer más terreno.
-Lo sé -Admitió Alex llevándose una uva a la boca.
-Y es extraño, ¿no crees? Que todo sea tan tranquilo por acá. -El otro asintió.
-También me inquieta, por decirlo de algún modo. No me extrañaría que un día pase algo. -Ahora fue el turno del rubio para asentir.
Ambos retomaron su comida y, en cuestión de minutos, Éliary entró en la cocina con un andar tranquilo, aunque ciertamente un poco más enérgico que otras veces.
-Buenos días.
-¡Eli! Te dej… -Exclamó Cris, atragantándose con un pedazo de pan que acababa de meterse a la boca y que se forzó a tragar para poder hablar, cosa que no le costó mucho, mientras su amigo lo observaba aún sin entender cómo funcionaba su aparato digestivo y sin hacer el intento de entenderlo tampoco- Te dejé tu comida allí -Señaló con el tenedor que sostenía en su mano.
-¿Mi desayuno? -Parpadeó un par de veces, aunque ciertamente no era la primera vez que el rubio hacía ese tipo de gestos, siempre le sorprendía recibir tratos así habiéndose acostumbrado al ambiente hostil de aquel mundo.
Cris asintió ante la pregunta y Eli se sentó en su silla, contemplando el plato que tenía al frente: éste contenía todo lo que prefería degustar en el desayuno y que se podía conseguir en esos tiempos.
-Gracias, Hunter -Sonrió y recibió una sonrisa brillante de vuelta- ¿Cómo supiste?
-Los observo a todos -Dijo con voz fingida de misterio, haciendo una mímica de una persona empuñando un telescopio. Eli rió un poco y Alex resopló en gracia. Hunter amplió su sonrisa, para él, verlos felices no tenía precio.
Entraron en una conversación trivial hasta que llegó Angel a la cocina, a quien Hunter saludó con el mismo ánimo y le indicó que su desayuno estaba servido. Se unió a la conversación con el resto, sin embargo, ésto no duró mucho pues a los pocos minutos, el rubio se levantó de su silla.
-¿Ya te vas? -Preguntó Alex.
-Sí, voy a sacar a Diamond e iré con él al coliseo, le hace falta un poco de ejercicio.
-Ya, pero vas a llegar muy pronto.
-Sí, es que voy a ayudar con los últimos preparativos antes del evento -Ante ésto, Alex resopló una vez más dibujando una sonrisa floja en su rostro, tenía que habérselo imaginado- ¿Y tú?
-Me alisto y salgo -Aseguró en un tono de voz que denotaba pereza, aunque sabía que debía hacerlo, aún le hastiaba el hecho de que le fueran otorgadas aquellas responsabilidades en el ejército- Te alcanzo al rato -Cris asintió.
-Nos vemos allá entonces, hasta luego Eli, Angel -Se despidió con un movimiento de la mano, viendo como la pelimorada apuraba un poco la comida y correspondía al saludo con un gesto, igual que Angel.
Una vez fuera de la casa, se dirigió al pequeño establo que servía de refugio para Diamond, al cual saludó y acarició antes de colocarle la montura y las riendas para luego subirse a él e indicarle con un movimiento que avanzase a trote suave. Una vez recorriendo las calles de la ciudad, correspondió al saludo de muchos ciudadanos que lo reconocían, unas jóvenes chillaban llamando su nombre desde la entrada de un local y, cuando estuvo más cerca, lo recibieron con entusiasmo y le entregaron algunas piezas de comida que insistieron en que se llevara como regalo. Él las aceptó entre sorprendido y animado y continuó su camino, la comida extra nunca estaba de más para él y consideró que habían sido muy amables, aunque no llegó a percibir cuando éstas se quedaron atrás cuchicheando emocionadas y discutiendo sobre cuál había interactuado más con él.
No podía entender lo que decía aquella voz a la distancia. Agudizó su oído todo lo que podía.
"Está bien..."
¿Bien?
"Ella está bien..."
Finalmente podía escuchar la frase con claridad pero… ¿A qué se refería? ¿De quién era esa voz? Retumbaba como un eco muy lejano que se perdía en aquel blanco cegador.
"Ella está bien…"
“¿Quién?” Sentía su boca articular pero ningún sonido salía de ella.
"Ella está bien, está bien…"
-¿Quién? -Se escuchó pronunciar a sí mismo a la par que abría sus ojos. Lo recibió la misma habitación de siempre.
Se incorporó en la cama y fijó su mirada en Alex, quien dormía en frente. Debió hablar en voz baja porque por suerte no había perturbado el sueño de su amigo. Giró el rostro hacia la ventana, las oscuras tonalidades le indicaban que aún era de madrugada. Se sentía tan espabilado que sabía que no podría conciliar el sueño de nuevo así que volver a acostarse no era una opción, por ello decidió ir un rato al porche de la casa, allí por lo menos tendría un paisaje qué contemplar más allá de las vigas de madera y la figura de su amigo dormitando.
Una vez fuera de la casa, tomó asiento en una de las viejas mecedoras de madera que reposaban calmas sobre el piso del mismo material. La fría brisa de la madrugada envolvió su cuerpo, con lo cual se estremeció un poco, sin embargo no era algo que lo molestara. Fijó su mirada cristalina en el horizonte: unas tenues, casi imperceptibles líneas de luz anunciaban que no faltaba demasiado tiempo para que se asomara el Sol. Por inercia, movió sus pies levemente contra el suelo para darle impulso a la mecedora que comenzó a oscilar con suavidad. Aquello le trajo un recuerdo que si bien era feliz, en una situación como en la que se encontraba actualmente adquiría un intenso tinte de nostalgia… Esbozó una sonrisa que imprimía en su rostro ese mismo sentimiento y, como si se tratara de una curiosa coincidencia, la voz de la señora Fuster se abrió paso desde el umbral de la puerta.
-Buenos días, querido. ¿Despierto desde tan temprano? -Su voz dulce y cansada lo sacó de sus pensamientos y su presencia levantó su ánimo de manera que se giró para saludarla con su habitual entusiasmo.
-Buenos días, abuela -Exclamó alegremente y tardó un segundo en percatarse de lo que había dicho, tapándose la boca como reacción- Perdón, señora Fuster. -La mencionada sólo amplió su sonrisa, y es que no era la primera vez que el muchacho le decía así sin querer.
-No te preocupes, pequeño. Ya te dije que no me molesta -Estaba claro que Cris no era pequeño con sus más de veinte años, pero tenía ese aura de felicidad y pureza que la hacía verlo de ese modo, incluso percibiéndolo como un nieto para ella, pues así la hacía sentir con su manera de actuar cuando estaba con ella.
-Sí, pero igual, disculpe -Se rascó levemente la nuca- Es sólo que me recuerda un poco a mi abuela -Dijo mientras se levantaba de la mecedora.
-¿Y cómo es ella? -Preguntó, el rubio no pudo reprimir una expresión que le dio a entender a la señora Fuster que había tocado un terreno un poco delicado- Disculpa, querido. ¿Ella está…?
-No, no, no es eso -Negó agitando levemente las manos. Pensó en lo irónico de su pregunta, pues quien había muerto era él, por muy vivo que se sintiera en ese mundo- Ella vive lejos. -Finalizó lo más conciso que pudo, para no entrar en detalles. Y es que tampoco podría, porque sabía que un nudo en la garganta iba a impedírselo.
-Ya veo, ¿la extrañas mucho?
-Todos los días.
Acompañó a la señora Fuster al interior de la casa y decidió ayudarla con los quehaceres matutinos, así se despejaba un poco. No sólo por la cadena de recuerdos que recorría su mente, sino que también había estado tratando, desde que se levantó, de encontrarle sentido a aquel sueño que había tenido.
Terminó las tareas rápidamente ante los ojos de la señora Fuster, quien lo miraba ya sin sorpresa alguna, se había acostumbrado a la energía aparentemente infinita que demostraba tener ese muchacho. Como tenía tiempo aún, Cris decidió hacer un gesto a sus amigos sirviendo los desayunos de todos, de tanto convivir con ellos ya sabía lo que a cada uno le gustaba. Luego de colocar los platos en la mesa, siendo el suyo el más abundante de todos, se sentó en la silla que siempre ocupaba. Sabía que en unos instantes su amigo haría presencia, y así fue.
-¡Buenos días, Alex! -Saludó con entusiasmo.
-Mñn… -Gruñó ininteligiblemente el mencionado. Siempre dormía la misma cantidad de horas y se sentía descansado, pero eso no quitaba que careciera de ánimo a tan tempranas horas. Soltó un bostezo y tomó asiento al lado del rubio, que lo observaba con su sonrisa radiante. Era como si le hiciera competencia al Sol que ya se asomaba por las lejanas colinas.- ¿Hace cuánto te levantaste? -Preguntó ya un poco más despierto después de tomar un sorbo de su jugo.
-Ah, hace como una hora, es que me desperté por un sueño -Explicó mientras engullía con apetito un gran trozo de pan. Alex hizo un vago sonido de entendimiento y también empezó a comer.- Oye, Alex. -Llamó al cabo de un rato, luego de que la señora Fuster abandonara la cocina para dirigirse a su cuarto y alistarse.
-¿Mm?
-¿No te parece que hemos pasado mucho tiempo aquí? -El pelinegro se limitó a observarlo, esperando que continuara su discurso- Es que… -Hunter llevó su mirada al techo por un instante, pensativo- Entiendo que ésto nos ha servido como una tregua para descansar de… Bueno, lo que veníamos sobrellevando, y que incluso hemos podido entrenar y todo, pero… Han sido meses ya. Siento que estamos varados. -Se reclinó en el respaldar de la silla, cruzando sus brazos detrás de su cabeza y regresando su vista hacia Alex.
-Bueno, ya sabes que usamos las expediciones para tratar de avanzar en ello.
-Sí, pero… No hemos logrado casi nada, a lo mucho conocer más terreno.
-Lo sé -Admitió Alex llevándose una uva a la boca.
-Y es extraño, ¿no crees? Que todo sea tan tranquilo por acá. -El otro asintió.
-También me inquieta, por decirlo de algún modo. No me extrañaría que un día pase algo. -Ahora fue el turno del rubio para asentir.
Ambos retomaron su comida y, en cuestión de minutos, Éliary entró en la cocina con un andar tranquilo, aunque ciertamente un poco más enérgico que otras veces.
-Buenos días.
-¡Eli! Te dej… -Exclamó Cris, atragantándose con un pedazo de pan que acababa de meterse a la boca y que se forzó a tragar para poder hablar, cosa que no le costó mucho, mientras su amigo lo observaba aún sin entender cómo funcionaba su aparato digestivo y sin hacer el intento de entenderlo tampoco- Te dejé tu comida allí -Señaló con el tenedor que sostenía en su mano.
-¿Mi desayuno? -Parpadeó un par de veces, aunque ciertamente no era la primera vez que el rubio hacía ese tipo de gestos, siempre le sorprendía recibir tratos así habiéndose acostumbrado al ambiente hostil de aquel mundo.
Cris asintió ante la pregunta y Eli se sentó en su silla, contemplando el plato que tenía al frente: éste contenía todo lo que prefería degustar en el desayuno y que se podía conseguir en esos tiempos.
-Gracias, Hunter -Sonrió y recibió una sonrisa brillante de vuelta- ¿Cómo supiste?
-Los observo a todos -Dijo con voz fingida de misterio, haciendo una mímica de una persona empuñando un telescopio. Eli rió un poco y Alex resopló en gracia. Hunter amplió su sonrisa, para él, verlos felices no tenía precio.
Entraron en una conversación trivial hasta que llegó Angel a la cocina, a quien Hunter saludó con el mismo ánimo y le indicó que su desayuno estaba servido. Se unió a la conversación con el resto, sin embargo, ésto no duró mucho pues a los pocos minutos, el rubio se levantó de su silla.
-¿Ya te vas? -Preguntó Alex.
-Sí, voy a sacar a Diamond e iré con él al coliseo, le hace falta un poco de ejercicio.
-Ya, pero vas a llegar muy pronto.
-Sí, es que voy a ayudar con los últimos preparativos antes del evento -Ante ésto, Alex resopló una vez más dibujando una sonrisa floja en su rostro, tenía que habérselo imaginado- ¿Y tú?
-Me alisto y salgo -Aseguró en un tono de voz que denotaba pereza, aunque sabía que debía hacerlo, aún le hastiaba el hecho de que le fueran otorgadas aquellas responsabilidades en el ejército- Te alcanzo al rato -Cris asintió.
-Nos vemos allá entonces, hasta luego Eli, Angel -Se despidió con un movimiento de la mano, viendo como la pelimorada apuraba un poco la comida y correspondía al saludo con un gesto, igual que Angel.
Una vez fuera de la casa, se dirigió al pequeño establo que servía de refugio para Diamond, al cual saludó y acarició antes de colocarle la montura y las riendas para luego subirse a él e indicarle con un movimiento que avanzase a trote suave. Una vez recorriendo las calles de la ciudad, correspondió al saludo de muchos ciudadanos que lo reconocían, unas jóvenes chillaban llamando su nombre desde la entrada de un local y, cuando estuvo más cerca, lo recibieron con entusiasmo y le entregaron algunas piezas de comida que insistieron en que se llevara como regalo. Él las aceptó entre sorprendido y animado y continuó su camino, la comida extra nunca estaba de más para él y consideró que habían sido muy amables, aunque no llegó a percibir cuando éstas se quedaron atrás cuchicheando emocionadas y discutiendo sobre cuál había interactuado más con él.
Cuando salió a la arena para llevar a cabo su número en el espectáculo de apertura, pudo vislumbrar de nuevo a aquella chica presuntamente humana en las gradas, aunque fue apenas por unos segundos pues en cuanto llegó al centro se concentró en sus acrobacias, que desempeñó con agilidad y destreza para luego terminar con una reverencia seguida por las ovaciones descontroladas de los espectadores. Hunter se enderezó para responder a los aplausos con un gesto de la mano y una sonrisa cerrada pero amplia. En ese momento, también pudo avistar a sus dos amigas en el público, dirigiendo un segundo saludo hacia ellas antes de encaminarse de nuevo a los cuarteles internos.
El resto del evento se desarrolló como estaba previsto, al menos la primera ronda, donde participó en el antepenúltimo encuentro con un soldado que, aunque más alto y fornido que él, no le ganaba en habilidad. Ciertamente, no tenía la obligación de participar en las peleas pero, como siempre, se había apuntado por voluntad propia y entusiasmo, más que ganar su objetivo era entretenerse y ver hasta dónde podía llegar, tampoco quería "matarse" en algo tan banal como eso.
La súbita aparición de aquella serpiente gigante confirmó las sospechas que había discutido en la mañana con Alex, para él, más bien había tomado mucho tiempo para que finalmente pasara algo así y estaba preparado mentalmente para ello así que no dudó un segundo en ir a asistir a su amigo en la pelea. Cuando ésta terminó, se dirigió con el resto del grupo a los aposentos del emperador, previendo que probablemente solicitaría servicios de resguardo luego de ver su desempeño en esa lucha repentina, aunque el torneo que decidía aquello apenas había empezado. Y eso… Significaba más tiempo atascados en ese lugar, a menos que hubiese otra alternativa. Cris suspiró ante el pensamiento y luego deslizó su mirada discretamente hacia la misteriosa chica que los acompañaba. Como siempre, en ese lugar siempre tenía más preguntas que respuestas.
El resto del evento se desarrolló como estaba previsto, al menos la primera ronda, donde participó en el antepenúltimo encuentro con un soldado que, aunque más alto y fornido que él, no le ganaba en habilidad. Ciertamente, no tenía la obligación de participar en las peleas pero, como siempre, se había apuntado por voluntad propia y entusiasmo, más que ganar su objetivo era entretenerse y ver hasta dónde podía llegar, tampoco quería "matarse" en algo tan banal como eso.
La súbita aparición de aquella serpiente gigante confirmó las sospechas que había discutido en la mañana con Alex, para él, más bien había tomado mucho tiempo para que finalmente pasara algo así y estaba preparado mentalmente para ello así que no dudó un segundo en ir a asistir a su amigo en la pelea. Cuando ésta terminó, se dirigió con el resto del grupo a los aposentos del emperador, previendo que probablemente solicitaría servicios de resguardo luego de ver su desempeño en esa lucha repentina, aunque el torneo que decidía aquello apenas había empezado. Y eso… Significaba más tiempo atascados en ese lugar, a menos que hubiese otra alternativa. Cris suspiró ante el pensamiento y luego deslizó su mirada discretamente hacia la misteriosa chica que los acompañaba. Como siempre, en ese lugar siempre tenía más preguntas que respuestas.
Última edición por Yue el Mar 19 Ene - 18:37, editado 1 vez
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Re: [Roll]A Puppet world
Cuando los vio ingresar a sus aposentos como había mandado, el emperador de Aarum se levantó de su proclamado y cómodo trono, pero no avanzó, al contrario con un gesto mandó a un lacayo a que le entregase un rollo de papel a las manos de Alexander y otro a las de Hunter.
Alexander miró al alto mando con extrañeza, pero el hombre solo volvió a hacer un gesto que pedía abrir el rollo. Alex lo hizo y solo quería morirse de nuevo, se trataba de un nombramiento de guardia oficial, por lo que deducía que era lo mismo para Hunter, y eso no eran buenas nuevas.
- Con esto en sus manos, sepan que les estoy dejando no solo mi protección sino la de mi pueblo en sus armas.
- ¿Necesita algo en específico? - Preguntó el antiguo policía. Algo no le olía bien.
Habían ido hasta ahí, y prácticamente arrastraron un poco a la chica recién conocida que se había quedado en el salón principal a esperar junto a Angelique y Eliary pues no las dejaron avanzar más allá aunque quisieran ir con ellos. ¿Razones? Las mujeres son demasiado para la antigüedad y por eso no las querían (?.
A pesar de ser posible, no era normal encontrarse a otra persona vagando por ahí como ellos. Hasta ese día solo había pasado dos veces contando esta ocasión. La anterior había aceptado que su caso era perdido, mientras que ésta parecía saber mucho de otras cosas. No conocían sus circunstancias por lo que podía resultar complicado, y eso era tener que lidiar con otra cosa, lo que ya iba más allá de simple cansancio mental, hasta estando muerto tenía que estar en esas cosas, al parecer no había sido suficiente en su antigua vida.
- Necesito que averigüen de dónde salió ese monstruo y se aseguren que nada como eso llegue de nuevo por aquí.
- Creo que nos está dando algo demasiado…
- ¿Fácil? - Alex suspiró cansado, ya estaba demasiado viejo para tratar con personas como él.Quien si era viejo pero parecía pensar como un adolescente idiota. - Me han dicho que ustedes son una gran adquisición para la guardia, así que dispongo de ello para esta misión. Aunque no crean, este no es el primer ataque. Sí el de esta temporada, pero sabemos que volverán a llegar bestias como esa una y otra vez. - Se volvió a sentar calmado observando a ambos jóvenes, para el mayor era difícil aceptar que ya no tenía la juventud que veía en ellos, especialmente la energía que desprendía el rubio. - Mis soldados ya han intentado, y no han salido victoriosos en ello, por eso, ustedes como extranjeros y viajeros, deben de tener un poco más de experiencia con estas cosas, o esa es la conclusión a la que llegamos todos, y por esta razón, como actual guardia real, les ordeno que nos ayuden con esto. - Concluyó. Aunque no era más que una de las muchas trampas que habían en ese mundo. Alexander decidió que si no querían tener problemas como los primeros días, lo mejor sería acatar aquello.
Miró al rubio quien parecía entender lo que estaba pensando, y en cuanto asintió regresó su mirada al emperador.
- Está bien, lo haremos.
- Deben de. - Corrigió el mayor. - ¿Cuándo inician?
- Podemos comenzar ahora. - Dijo Hunter, realmente era terrible tener a alguien dando órdenes a pesar de no hacer nada.
- Oh no, hoy y mañana no es posible.
- ¿Por qué?
- Hoy se anuncia al ganador de la competencia, y mañana es el banquete en favor de las festividades y la guardia, no olviden que el ganador tiene asiento especial. - Sonrió. Hunter y Alexander se volvieron a mirar y solo se encogieron de hombros, una vez entendido cómo se maneja ese mundo era mejor no refutar nada al que estaba a cargo.
Concluyeron con una corta reverencia y salieron de ahí para ir con las demás.
▬▬▬
- ¿Y, algo resaltante? - Preguntó Eliary al verlos.
- Nada, somos sus payasos de circo, y ya. - Explicó Alex y dejó en sus manos el rollo de papel para que ella misma se informe sobre ello.
- Así que eres formalmente parte de la guardia ahora. - No sabía nada realmente pero lo entendía igual.
- No solo yo. - Señaló a Hunter, quien extendió el rollo mostrando su contenido.
- Es un poco extraño, ¿Quién ganó entonces?. - Esto detuvo el andar del pelinegro hacia Angelique, realmente no lo sabía, y solo esperaba que no lo fuesen a fastidiar a él, además seguro Hunter disfrutaría más de la atención.
- No tengo idea. - Dijo simplemente y continuó su camino para preguntar por el estado de la pelirroja.
- Me parece muy injusto que no me hayan tomado en cuenta. - Dijo Eli observando ambos papeles, hasta en ese mundo había que soportar ese tipo de trato indiferente solo por su género.
- No sé qué esperas de esta época. - Bromeó Alexander y luego vio a Angelique quien aunque le contestó, parecía ida.
- Trato justo. - Dijo controlando la burla que le daba.
- Eso es soñar en grande. - Apoyó la pelirroja.
- Hay que hacerlo, nosotras también tenemos habilidades. - Agregó ella, de hecho, haber conseguido viajar con la guardia antes, había sido algo de tener que convencer a los demás de que se podía cuidar sola, por tanto, el ser conocida por ciudadanos no era tan sorprendente.
- Es verdad, todos deben de tener su oportunidad - Dijo Hunter sonirente. - ¿Y dónde está… ehh…? - Comenzó a pensar en alguna manera de nombrar a la persona, pero no pudo sacar nada más allá. - ¿Rusia? - Tanto Eliary como Angelique lo miraron raro al no comprender aquello, en cambio Alex pareció recordar que tenían ese asunto y buscó con la mirada. Casi inmediatamente encontró su objetivo caminando hacia ellos e irrumpiendo en su típica formación de semi ronda que habían formado.
- Me llamo Diane. - Aclaró y se cruzó de brazos, se notaba claramente lo poco contenta que estaba respecto a ser llevada ahí con ellos. Con las chicas se pasó en una conversación trivial a otra, especialmente con Eliary, puesto que Angelique solo se mantuvo escuchando y casi escudándose con la pelimorada, podría haberse hecho muy amiga de todos, pero su trato con desconocidos no iba a cambiar del día a la mañana, peormente sabiendo que no era una simple marioneta. - Explíquenme, el venir hasta aquí. - Exigió.
- Tenemos preguntas. - Aclaró el de lentes, siendo sorprendido por un sonido gutural que hizo a todos desviar a la dirección de su proveniencia: el Abdomen de Cris.
- ¿Les parece una comida mientras tanto? - Preguntó el rubio con una sonrisa mientras le daba palmaditas a su abdomen dando calma. - Estuvimos todo el día en el Coliseo, no hemos comido desde la mañana. - Entonces recordó. - ¡Ah! Tengo una cesta de comida… - Que había dejado en el coliseo con todo el alboroto. - Olvídenlo.- Su estómago volvió a sonar.
Alex entendía a Hunter, se encontraba en la misma situación. Moverse tanto por horas sin siquiera un poco de agua para beber era exhaustivo, sin importar cuánta resistencia tuvieses, eran cosas naturales del ser humano la necesidad de recargar energías, en el caso de Hunter eso era la comida, en su caso, quizá tumbarse a morir otra vez. Pero no era nada que le pudiese criticar. Aun cuando creía que cualquiera podía empezar su propia banda de vecindario para despertar a la cuadra solo con el estómago de Cris.
Después de una rápida cena provista por los lacayos del emperador, salieron de lo que el mayor cargo llamaba casa, los demás: el municipio de Aarum y Angelique: Un lugar horrible sin estatuas suficientes para distraerse.
▬▬▬
Se dirigieron a un pequeño pozo a las afueras de la ciudad, nadie los escucharía ahí, especialmente porque nadie vivía ni pasaba por este lugar, un descubrimiento viejo de Diane, responsable en la guía.
Angelique decidió sentarse, acomodada en la piedra del pozo, Alex se quedó a un lado de pie solo por si a ella se le ocurría caerse. Eli mientras tanto no se alejó mucho de Diane, era demasiado sospechoso su alta cooperación, mientras que Cris pensó que el césped se veía tentador para tomar una siesta, mas, prefirió quedarse de pie por cualquier cosa y reaccionar rápido.
- Entonces, También eres como nosotros. - Eli tomó la palabra. Diane reviró los ojos.
Los viajeros ya sabían que la chica no quería tratar con ellos, pero si los soportó tanto tiempo, y de paso lo llevó a ese lugar; era porque tenía que decirles o advertirles algo importante.
- Sí, pero no, hay una enorme diferencia entre ustedes y yo. - Hizo una pausa y pareció meditar lo siguiente que diría, en su lugar, prefirió acercarse a Cris. - Cortame.
- ¡¿Qué?! - Fue la reacción de todos, Angelique quien se había apoyado mal, sintió caer para atrás cuando Alexander a tiempo la retuvo de la espalda y la empujó hasta que sola se pudiese parar tierra firme, donde quedó de pie.
- Es en serio, el brazo, no pasa nada. - Insistió ubicando frente a él la parte nombrada. Cris se negó, no iba a pasar por lo mismo dos veces. - Bien. - Ella se agachó y arremetió un fuerte puño contra una piedra que sobresalía de la tierra. Todos quedaron perplejos al notar lo que ocurrió. El brazo se rompió en fragmentos que no dejaban de acumularse uno sobre el otro en el suelo. - Eso es lo que me diferencia. Yo no siento dolor alguno, y tampoco sangro como ustedes aun son capaces de, soy solo una cáscara. - Unos segundos después el brazo de una muñeca fue formado donde ya no había y después se revistió con piel, como si lo anterior nunca hubiese ocurrido.
- Eres una marioneta. Ahora, no es tan… nuevo. - Eli mantuvo la calma como pudo, si bien, ya conocían esta situación, ver el cómo acababa no era agradable. - ¿Algún familiar? - Preguntó. Diane negó.
- Es diferente, es la ciudad. - Aseguró. - ¿Cuánto tiempo tienen aquí?
- Dos meses. - Alex respondió.
- Bueno, no es suficiente para que esto ocurra. - Se encogió de hombros. - Pero yo la abandonaría en el momento más oportuno. Aunque siendo sincera, es imposible.
- ¿A qué te refieres?
- Esta ciudad es una trampa. y no una cualquiera. - Los miró. - Es una marioneta que alberga otras marionetas. Si se fijan bien, cada vez que intentan la salida de la misma solos, siempre ocurre algo que se los impedirá.
- Entonces… ¿Lo de la serpiente fue parte de eso? - Preguntó Cris confundido.
- En realidad, no, eso es otra cosa. No sé qué era, pero no es parte de este circo. Los monstruos de esta ciudad no salen de la montaña en la que están cautivos y si lo hacen nunca entran a los espacios poblados, menos aún a destruir el coliseo. Puede ser otra marioneta.
- Pero no tenía sello. - Dio a notar Angelique con clara preocupación.
- Entonces era la mascota de alguien. - Se encogió de hombros. - ¿Ustedes saben, no? En este mundo existen marionetas que controlan otras, es como la ciudad, pero en personas. - Eso sí causó consternación en todos, recordaban a la titiritera, a quien confundieron como el titiritero en primer instancia, pero ahora sabían que no era el caso.
- ¿Otra marioneta?
Diane negó.
- Es alguien como ustedes, no estoy segura de cómo funciona, pero hay quienes tienen otra oportunidad pero es por un intercambio. - La dejaron continuar, no quisieron interrumpirla por muchas preguntas que tuviesen en su cabeza. - Dan un alma a la nada, y ellos regresan al juego principal, el que ustedes tienen ahora. - Quedaron mudos mirándose entre sí, si eso era verdad, ni siquiera los humanos que se topasen en el camino eran de fiar, o bien nunca lo fueron. Y eso si es que lograban continuar el camino. - En cualquier caso, hay dos opciones: seguir haciendo todo lo que la ciudad les propone hasta quedarse de por vida, o... Salir. Pero como las demás marionetas, es muy seguro que es con un sello, uno que parece imposible de encontrar. Llevo el suficiente tiempo para saber que al menos dentro de la ciudad no está.
- No hay alternativa entonces. - Murmuró Eli. Diane negó.
- Excepto encontrar el sello. - Alex se cruzó de brazos.
- A veces salimos con la guardia, quien sabe, podríamos encontrar algo. - Dijo Hunter con optimismo,
- Ahora que somos parte de la misma deberemos de estar atentos. - Secundó Alex, pero sin energía desbordante, ni nada parecido a su compañero.
- Hagan lo que quieran, como les dije, es imposible. Pero les deseo suerte, es lo único que rige a este mundo.- Concluyó y se alejó de ellos tranquila. La siguieron por simple protección aunque no la necesitase en ese lugar. Pero si lo que decía era verdad, y la serpiente no era parte de ese teatro, había otra persona en ese lugar intentando matarlos.
En la casa de la señora Foster conversaron primero sobre estrategias para evitar caer en el juego de esa ciudad, a pesar de no dar con ninguna, todos sabían que la solución era simplemente encontrar el sello y la marca.
Después fueron a dormir o más bien a desvelarse en sus camas viendo al techo y conversando sobre cualquier cosa con su compañero de cuarto.
▬▬▬
El siguiente día, a pesar de que no podían sacarse de la cabeza todo lo que les había dicho Diane, era peligroso separarse, pero era inevitable con toda la actividad con la que todos contaban para ese día. Todos excepto Angelique.
Por alguna extraña razón la Señora Foster los fue a despertar, y a una hora mucho más temprana pidiéndoles ayuda con las compras, y de paso, invitó el desayuno en la panadería, para finalmente comprar una chuchería diferente a cada uno a un vendedor ambulante de caramelos al regreso a casa.
Cuando llegó la hora Alexander y Hunter tuvieron que partir al coliseo; la guardia los esperaba para un ensayo de presentación al gobernador antes del agasajo, en el que serían bendecidos con la aprobación del mismo, y si sus palabras eran escuchadas tendría la venia de los dioses de su lado.
Eliary mientras tanto también tuvo que irse, y esta vez no regresó al almuerzo, por lo que Angelique tuvo otra larga plática con la señora Foster acerca de su pasado.
- Pero ya he hablado mucho de mí pequeña, dime algo referente a ti.
- ¿Yo? - Se señaló sorprendida, no es que no le gustase hablar, pero se le hacía difícil cuando era tan de repente y no sabía que inventarse.
- Sí, nadie más que nosotras está aquí.- Le sonrió. Angelique suspiró.
- No sabría que contarle, no es tan divertido como sus historias. - La mayor le quitó importancia con un gesto y la pelirroja se quedó pensando para después sonreír. - Mi familia es de Otpige. - Recordó el nombre de la ciudad en la que terminaron. - Son comerciantes, viví por mucho tiempo con mi hermano y mi padre, además de sus subordinados… - La sorpresa en la expresión de la mujer la interrumpió y ahí es cuando supo Angel que había dicho algo que no debía.
- ¿Subordinados? ¿Qué eras muchacha, un tipo de princesa o algo así? Es muy extraño que haya subordinados para una familia tan pequeña.
- ¿Dije subornados? Quise decir... subalternos.
- ¿Y qué es eso? - Y otra vez se congeló.
- Ah… es como… los amigos más cercanos trabajando todos en lo mismo.
- ¿Y eso es? - La chica empezó a sentir presión pero intentó respirar profundo antes de seguir diciendo estupideces.
- Mi papá creía que lo mejor era ampliar el negocio, entonces necesitaba aliarse con varias personas para ello, así trataría de abarcar la mayoría del terreno. - Dijo, la mujer la felicitó por lo que era al parecer bastante ingenio, y le dio recomendaciones que Angelique más que tomarlas simplemente apartó de su mente.
- ¿Y por qué estás aquí ahora? ¿No les fue bien en el trabajo que andas por ahí? - Otra vez la chica se congeló.
- Es que… - Buscó en su mente la mejor manera de zafar, pero la respuesta llegó de los labios de la mayor.
- Ay, querida. Que no te de pena. - Pidió, la menor se confundió. - Es normal, a tu edad estar enamorado y querer escaparse con esa persona es todo un cuento de hadas. - Sonrió, Angelique se quedó aún más muda, agradecía mucho estar sola con la mujer o estaría echando humo para esos instantes. - Cuéntame todo.
Y allí comenzó a inventarse entre gagueos y descuadres una historia lo suficientemente normal para que sea convincente.
▬▬▬
Eli llegó a la casa para alistarse y ayudar a Angelique con las cosas femeninas que la pelirroja seguía sintiendo raras en su persona. Más tarde, ya habían terminado los arreglos y se pusieron a preparar unos pequeños refrigerios junto a la señora Foster para soportar hasta el banquete, en medio de esto llegaron los muchachos. Hunter más feliz que Alex, como era normal, pero Angelique no los dejó ni saludar cuando corrió hasta el pelinegro lo tomó de la mano y lo llevó casi corriendo a la parte superior de la casa, lo más lejos posible de la cocina y la dueña de la casa.
- ¿Ahora qué pasa? - Preguntó levantando una ceja, debía de aceptar que lo tomó por sorpresa.
- Escucha con atención. - Le dijo a penas cuando comenzó a lanzar cosas que él consideraba sin sentido. - De ahora en adelante, yo soy la hija de un comerciante muy rico, tú uno de los guardaespaldas de mi padre, llegaste a Otpige de tierras lejanas, buscando un cáliz de oro que concede deseos, pero te desmayaste de inanición porque te habías quedado sin dinero suficiente, mi padre te recogió gracias a que de casualidad estaba en uno de sus paseos en una de sus enormes y caras carrozas, te trajo a nuestra casa, dónde notó que tenías talento así que como le debías la vida, tú le debes un favor y ese es protección. - Alexander asintió simplemente ahorrándose varias cosas para sí mismo. Ella continuó. - Ese mismo día nos conocimos, y luego de un año mi padre relevó mi cuidado a ti, yo ya te gustaba, pero no sabías que tu a mí también así que una vez que pasamos más tiempo juntos nos dimos cuenta de que no lo podíamos evitar, pero cuando mi padre se enteró enfureció, te exilió y decidimos escapar juntos en busca del cáliz de oro. Conocimos a Eli, la ágil trapecista de un teatro al que nos colamos. Ya sabía sobre el cáliz y decidió acompañarnos, después conocimos a Hunter, un misterioso espadachín quien al escuchar lo que buscábamos sintió curiosidad por lo que decidió acompañarnos, y desde ese día todos vivimos viajando de un lado a otro en busca de este cáliz de oro que hasta la fecha aún esperamos encontrar por muy imposible que parezca. - Alexander, sin soltar su mano, se sentó en un mueble para procesar todo el trabalenguas que su enamorada le había contado como si fuese algo fácil de recordar. Pero al final se terminó riendo de lo estúpido que era todo y necesitó soltarla.
- ¿No pudiste inventar algo mejor? - La miró con clara burla, Angelique infló las mejillas e hizo un sonido de molestia por ello. - Nunca antes habías hablado tanto en tan poco tiempo. - Ella empezó a jugar con sus dedos por la vergüenza que sintió.
- La señora Foster indagó mucho.
- ¿Y tu solución fue inventar cosas?
- Es que comencé con mi familia, y no le podía decir que había muerto y de pronto resucitado aquí donde ya estaban todos ustedes ¿Sabes? - Resopló al cruzarse de brazos. - Además… aprovechó el tiempo y salió a contarle a la vecinas. - Se llevó una mano a la cabeza. - No me vuelvan a dejar sola con nadie. - Pidió en quejido. Alexander solo resopló y se levantó para acercarse a Angelique y palmar su cabeza, ella lo miró en regaño.
- Está bien, no pasa nada. - Volvió a resoplar cortando una risa. Ella lo notó y le lanzó un golpecito al costado. - ¿Así que ahora soy un guardaespaldas, Eli una trapecista y Hunter un espadachín? - Angelique asintió. - ¿Ellos lo saben?
- Eli, pero está bien, no es como que la señora Foster les vaya a preguntar algo raro a ellos ¿No? - Intento ser positiva. Alexander solo le dedicó una mirada. - Mejor vamos. - Dijo redireccionando su caminar nuevamente con los demás, Alexander volvió a tomarle la mano.
- Claro cariño. - Ante estas palabras Angelique hizo un quejido de haber muerto de asco por dentro. - ¿Sabes que fui yo quien te encontró, no? - Cambió de tema, pues terminó haciendo un gesto parecido al de ella por la misma razón.
- ¡Eso no importa ahora!
▬▬▬
Pronto sería la hora del banquete y ya se sabía que tanto Alexander como Hunter estarían cada uno a un lado del emperador, durante todo el agasajo, como si eso fuese el mayor honor que le podrían dar a una persona, no le molestaba, pero más parecía que el emperador era la novia de ambos, hasta los agarró del brazo, en el camino hasta la gran mesa de invitados especiales, los demás se quedaban en mesas colocadas alrededor del escenario central.
Ya habían sido nombrados caballeros en el municipio frente de todo el pueblo.
- ¿Celosa? - Preguntó La señora Foster con picardía. Les habían apartado una mesa en primera fila por ser conocidas de los nuevos caballeros, Angelique infló las mejillas, no era nada de eso, simplemente se le hacía una falta de respeto que ese hombre se atragantara con toda la mejor comida. Además Eli les haya dicho que tenía algo que hacer, así que estaba sola otra vez con la mujer, no le molestaba, era simpática pero era mejor cuando no le preguntaba cosa que requerían de pensar demasiado la respuesta correcta.
- ¿De un viejo con aires de realeza? Por favor, soy mejor que eso. - Dijo en tonos aunque graves, bastante engreídos. No era una sorpresa para nadie que Angelique decía lo que creía, por tanto era una broma, pero al mismo tiempo no lo era. La mujer rió.
- ¿Ves? Celosa. - Le pellizcó la mejilla, ella se sobó ese lado.
- Es que… Por culpa de ese hombre ellos han estado ocupados todos estos días, apenas y hemos conversado, siento que no sé nada de sus vidas. - Se excusó. Se escondía en eso para no parecer una glotona.
- Angelique, querida… Acabas de verlos enante.
- ¡Ah! Verdad. - La mayor rió de su expresión y Angelique la acompañó de manera más sutil con una simple sonrisa.
- Más tarde lo verás en la casa y le reclamarás el haberte cambiado por un viejo con falda.
- Eso haré. - Asintió decidida, y continuaron viendo el espectáculo y por fin, llegó un poco de comida a sus mesas, por las que la pelirroja ya se sintió tranquila.
El rayo McQueen me dicen (?
Alexander miró al alto mando con extrañeza, pero el hombre solo volvió a hacer un gesto que pedía abrir el rollo. Alex lo hizo y solo quería morirse de nuevo, se trataba de un nombramiento de guardia oficial, por lo que deducía que era lo mismo para Hunter, y eso no eran buenas nuevas.
- Con esto en sus manos, sepan que les estoy dejando no solo mi protección sino la de mi pueblo en sus armas.
- ¿Necesita algo en específico? - Preguntó el antiguo policía. Algo no le olía bien.
Habían ido hasta ahí, y prácticamente arrastraron un poco a la chica recién conocida que se había quedado en el salón principal a esperar junto a Angelique y Eliary pues no las dejaron avanzar más allá aunque quisieran ir con ellos. ¿Razones? Las mujeres son demasiado para la antigüedad y por eso no las querían (?.
A pesar de ser posible, no era normal encontrarse a otra persona vagando por ahí como ellos. Hasta ese día solo había pasado dos veces contando esta ocasión. La anterior había aceptado que su caso era perdido, mientras que ésta parecía saber mucho de otras cosas. No conocían sus circunstancias por lo que podía resultar complicado, y eso era tener que lidiar con otra cosa, lo que ya iba más allá de simple cansancio mental, hasta estando muerto tenía que estar en esas cosas, al parecer no había sido suficiente en su antigua vida.
- Necesito que averigüen de dónde salió ese monstruo y se aseguren que nada como eso llegue de nuevo por aquí.
- Creo que nos está dando algo demasiado…
- ¿Fácil? - Alex suspiró cansado, ya estaba demasiado viejo para tratar con personas como él.Quien si era viejo pero parecía pensar como un adolescente idiota. - Me han dicho que ustedes son una gran adquisición para la guardia, así que dispongo de ello para esta misión. Aunque no crean, este no es el primer ataque. Sí el de esta temporada, pero sabemos que volverán a llegar bestias como esa una y otra vez. - Se volvió a sentar calmado observando a ambos jóvenes, para el mayor era difícil aceptar que ya no tenía la juventud que veía en ellos, especialmente la energía que desprendía el rubio. - Mis soldados ya han intentado, y no han salido victoriosos en ello, por eso, ustedes como extranjeros y viajeros, deben de tener un poco más de experiencia con estas cosas, o esa es la conclusión a la que llegamos todos, y por esta razón, como actual guardia real, les ordeno que nos ayuden con esto. - Concluyó. Aunque no era más que una de las muchas trampas que habían en ese mundo. Alexander decidió que si no querían tener problemas como los primeros días, lo mejor sería acatar aquello.
Miró al rubio quien parecía entender lo que estaba pensando, y en cuanto asintió regresó su mirada al emperador.
- Está bien, lo haremos.
- Deben de. - Corrigió el mayor. - ¿Cuándo inician?
- Podemos comenzar ahora. - Dijo Hunter, realmente era terrible tener a alguien dando órdenes a pesar de no hacer nada.
- Oh no, hoy y mañana no es posible.
- ¿Por qué?
- Hoy se anuncia al ganador de la competencia, y mañana es el banquete en favor de las festividades y la guardia, no olviden que el ganador tiene asiento especial. - Sonrió. Hunter y Alexander se volvieron a mirar y solo se encogieron de hombros, una vez entendido cómo se maneja ese mundo era mejor no refutar nada al que estaba a cargo.
Concluyeron con una corta reverencia y salieron de ahí para ir con las demás.
▬▬▬
- ¿Y, algo resaltante? - Preguntó Eliary al verlos.
- Nada, somos sus payasos de circo, y ya. - Explicó Alex y dejó en sus manos el rollo de papel para que ella misma se informe sobre ello.
- Así que eres formalmente parte de la guardia ahora. - No sabía nada realmente pero lo entendía igual.
- No solo yo. - Señaló a Hunter, quien extendió el rollo mostrando su contenido.
- Es un poco extraño, ¿Quién ganó entonces?. - Esto detuvo el andar del pelinegro hacia Angelique, realmente no lo sabía, y solo esperaba que no lo fuesen a fastidiar a él, además seguro Hunter disfrutaría más de la atención.
- No tengo idea. - Dijo simplemente y continuó su camino para preguntar por el estado de la pelirroja.
- Me parece muy injusto que no me hayan tomado en cuenta. - Dijo Eli observando ambos papeles, hasta en ese mundo había que soportar ese tipo de trato indiferente solo por su género.
- No sé qué esperas de esta época. - Bromeó Alexander y luego vio a Angelique quien aunque le contestó, parecía ida.
- Trato justo. - Dijo controlando la burla que le daba.
- Eso es soñar en grande. - Apoyó la pelirroja.
- Hay que hacerlo, nosotras también tenemos habilidades. - Agregó ella, de hecho, haber conseguido viajar con la guardia antes, había sido algo de tener que convencer a los demás de que se podía cuidar sola, por tanto, el ser conocida por ciudadanos no era tan sorprendente.
- Es verdad, todos deben de tener su oportunidad - Dijo Hunter sonirente. - ¿Y dónde está… ehh…? - Comenzó a pensar en alguna manera de nombrar a la persona, pero no pudo sacar nada más allá. - ¿Rusia? - Tanto Eliary como Angelique lo miraron raro al no comprender aquello, en cambio Alex pareció recordar que tenían ese asunto y buscó con la mirada. Casi inmediatamente encontró su objetivo caminando hacia ellos e irrumpiendo en su típica formación de semi ronda que habían formado.
- Me llamo Diane. - Aclaró y se cruzó de brazos, se notaba claramente lo poco contenta que estaba respecto a ser llevada ahí con ellos. Con las chicas se pasó en una conversación trivial a otra, especialmente con Eliary, puesto que Angelique solo se mantuvo escuchando y casi escudándose con la pelimorada, podría haberse hecho muy amiga de todos, pero su trato con desconocidos no iba a cambiar del día a la mañana, peormente sabiendo que no era una simple marioneta. - Explíquenme, el venir hasta aquí. - Exigió.
- Tenemos preguntas. - Aclaró el de lentes, siendo sorprendido por un sonido gutural que hizo a todos desviar a la dirección de su proveniencia: el Abdomen de Cris.
- ¿Les parece una comida mientras tanto? - Preguntó el rubio con una sonrisa mientras le daba palmaditas a su abdomen dando calma. - Estuvimos todo el día en el Coliseo, no hemos comido desde la mañana. - Entonces recordó. - ¡Ah! Tengo una cesta de comida… - Que había dejado en el coliseo con todo el alboroto. - Olvídenlo.- Su estómago volvió a sonar.
Alex entendía a Hunter, se encontraba en la misma situación. Moverse tanto por horas sin siquiera un poco de agua para beber era exhaustivo, sin importar cuánta resistencia tuvieses, eran cosas naturales del ser humano la necesidad de recargar energías, en el caso de Hunter eso era la comida, en su caso, quizá tumbarse a morir otra vez. Pero no era nada que le pudiese criticar. Aun cuando creía que cualquiera podía empezar su propia banda de vecindario para despertar a la cuadra solo con el estómago de Cris.
Después de una rápida cena provista por los lacayos del emperador, salieron de lo que el mayor cargo llamaba casa, los demás: el municipio de Aarum y Angelique: Un lugar horrible sin estatuas suficientes para distraerse.
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Se dirigieron a un pequeño pozo a las afueras de la ciudad, nadie los escucharía ahí, especialmente porque nadie vivía ni pasaba por este lugar, un descubrimiento viejo de Diane, responsable en la guía.
Angelique decidió sentarse, acomodada en la piedra del pozo, Alex se quedó a un lado de pie solo por si a ella se le ocurría caerse. Eli mientras tanto no se alejó mucho de Diane, era demasiado sospechoso su alta cooperación, mientras que Cris pensó que el césped se veía tentador para tomar una siesta, mas, prefirió quedarse de pie por cualquier cosa y reaccionar rápido.
- Entonces, También eres como nosotros. - Eli tomó la palabra. Diane reviró los ojos.
Los viajeros ya sabían que la chica no quería tratar con ellos, pero si los soportó tanto tiempo, y de paso lo llevó a ese lugar; era porque tenía que decirles o advertirles algo importante.
- Sí, pero no, hay una enorme diferencia entre ustedes y yo. - Hizo una pausa y pareció meditar lo siguiente que diría, en su lugar, prefirió acercarse a Cris. - Cortame.
- ¡¿Qué?! - Fue la reacción de todos, Angelique quien se había apoyado mal, sintió caer para atrás cuando Alexander a tiempo la retuvo de la espalda y la empujó hasta que sola se pudiese parar tierra firme, donde quedó de pie.
- Es en serio, el brazo, no pasa nada. - Insistió ubicando frente a él la parte nombrada. Cris se negó, no iba a pasar por lo mismo dos veces. - Bien. - Ella se agachó y arremetió un fuerte puño contra una piedra que sobresalía de la tierra. Todos quedaron perplejos al notar lo que ocurrió. El brazo se rompió en fragmentos que no dejaban de acumularse uno sobre el otro en el suelo. - Eso es lo que me diferencia. Yo no siento dolor alguno, y tampoco sangro como ustedes aun son capaces de, soy solo una cáscara. - Unos segundos después el brazo de una muñeca fue formado donde ya no había y después se revistió con piel, como si lo anterior nunca hubiese ocurrido.
- Eres una marioneta. Ahora, no es tan… nuevo. - Eli mantuvo la calma como pudo, si bien, ya conocían esta situación, ver el cómo acababa no era agradable. - ¿Algún familiar? - Preguntó. Diane negó.
- Es diferente, es la ciudad. - Aseguró. - ¿Cuánto tiempo tienen aquí?
- Dos meses. - Alex respondió.
- Bueno, no es suficiente para que esto ocurra. - Se encogió de hombros. - Pero yo la abandonaría en el momento más oportuno. Aunque siendo sincera, es imposible.
- ¿A qué te refieres?
- Esta ciudad es una trampa. y no una cualquiera. - Los miró. - Es una marioneta que alberga otras marionetas. Si se fijan bien, cada vez que intentan la salida de la misma solos, siempre ocurre algo que se los impedirá.
- Entonces… ¿Lo de la serpiente fue parte de eso? - Preguntó Cris confundido.
- En realidad, no, eso es otra cosa. No sé qué era, pero no es parte de este circo. Los monstruos de esta ciudad no salen de la montaña en la que están cautivos y si lo hacen nunca entran a los espacios poblados, menos aún a destruir el coliseo. Puede ser otra marioneta.
- Pero no tenía sello. - Dio a notar Angelique con clara preocupación.
- Entonces era la mascota de alguien. - Se encogió de hombros. - ¿Ustedes saben, no? En este mundo existen marionetas que controlan otras, es como la ciudad, pero en personas. - Eso sí causó consternación en todos, recordaban a la titiritera, a quien confundieron como el titiritero en primer instancia, pero ahora sabían que no era el caso.
- ¿Otra marioneta?
Diane negó.
- Es alguien como ustedes, no estoy segura de cómo funciona, pero hay quienes tienen otra oportunidad pero es por un intercambio. - La dejaron continuar, no quisieron interrumpirla por muchas preguntas que tuviesen en su cabeza. - Dan un alma a la nada, y ellos regresan al juego principal, el que ustedes tienen ahora. - Quedaron mudos mirándose entre sí, si eso era verdad, ni siquiera los humanos que se topasen en el camino eran de fiar, o bien nunca lo fueron. Y eso si es que lograban continuar el camino. - En cualquier caso, hay dos opciones: seguir haciendo todo lo que la ciudad les propone hasta quedarse de por vida, o... Salir. Pero como las demás marionetas, es muy seguro que es con un sello, uno que parece imposible de encontrar. Llevo el suficiente tiempo para saber que al menos dentro de la ciudad no está.
- No hay alternativa entonces. - Murmuró Eli. Diane negó.
- Excepto encontrar el sello. - Alex se cruzó de brazos.
- A veces salimos con la guardia, quien sabe, podríamos encontrar algo. - Dijo Hunter con optimismo,
- Ahora que somos parte de la misma deberemos de estar atentos. - Secundó Alex, pero sin energía desbordante, ni nada parecido a su compañero.
- Hagan lo que quieran, como les dije, es imposible. Pero les deseo suerte, es lo único que rige a este mundo.- Concluyó y se alejó de ellos tranquila. La siguieron por simple protección aunque no la necesitase en ese lugar. Pero si lo que decía era verdad, y la serpiente no era parte de ese teatro, había otra persona en ese lugar intentando matarlos.
En la casa de la señora Foster conversaron primero sobre estrategias para evitar caer en el juego de esa ciudad, a pesar de no dar con ninguna, todos sabían que la solución era simplemente encontrar el sello y la marca.
Después fueron a dormir o más bien a desvelarse en sus camas viendo al techo y conversando sobre cualquier cosa con su compañero de cuarto.
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El siguiente día, a pesar de que no podían sacarse de la cabeza todo lo que les había dicho Diane, era peligroso separarse, pero era inevitable con toda la actividad con la que todos contaban para ese día. Todos excepto Angelique.
Por alguna extraña razón la Señora Foster los fue a despertar, y a una hora mucho más temprana pidiéndoles ayuda con las compras, y de paso, invitó el desayuno en la panadería, para finalmente comprar una chuchería diferente a cada uno a un vendedor ambulante de caramelos al regreso a casa.
Cuando llegó la hora Alexander y Hunter tuvieron que partir al coliseo; la guardia los esperaba para un ensayo de presentación al gobernador antes del agasajo, en el que serían bendecidos con la aprobación del mismo, y si sus palabras eran escuchadas tendría la venia de los dioses de su lado.
Eliary mientras tanto también tuvo que irse, y esta vez no regresó al almuerzo, por lo que Angelique tuvo otra larga plática con la señora Foster acerca de su pasado.
- Pero ya he hablado mucho de mí pequeña, dime algo referente a ti.
- ¿Yo? - Se señaló sorprendida, no es que no le gustase hablar, pero se le hacía difícil cuando era tan de repente y no sabía que inventarse.
- Sí, nadie más que nosotras está aquí.- Le sonrió. Angelique suspiró.
- No sabría que contarle, no es tan divertido como sus historias. - La mayor le quitó importancia con un gesto y la pelirroja se quedó pensando para después sonreír. - Mi familia es de Otpige. - Recordó el nombre de la ciudad en la que terminaron. - Son comerciantes, viví por mucho tiempo con mi hermano y mi padre, además de sus subordinados… - La sorpresa en la expresión de la mujer la interrumpió y ahí es cuando supo Angel que había dicho algo que no debía.
- ¿Subordinados? ¿Qué eras muchacha, un tipo de princesa o algo así? Es muy extraño que haya subordinados para una familia tan pequeña.
- ¿Dije subornados? Quise decir... subalternos.
- ¿Y qué es eso? - Y otra vez se congeló.
- Ah… es como… los amigos más cercanos trabajando todos en lo mismo.
- ¿Y eso es? - La chica empezó a sentir presión pero intentó respirar profundo antes de seguir diciendo estupideces.
- Mi papá creía que lo mejor era ampliar el negocio, entonces necesitaba aliarse con varias personas para ello, así trataría de abarcar la mayoría del terreno. - Dijo, la mujer la felicitó por lo que era al parecer bastante ingenio, y le dio recomendaciones que Angelique más que tomarlas simplemente apartó de su mente.
- ¿Y por qué estás aquí ahora? ¿No les fue bien en el trabajo que andas por ahí? - Otra vez la chica se congeló.
- Es que… - Buscó en su mente la mejor manera de zafar, pero la respuesta llegó de los labios de la mayor.
- Ay, querida. Que no te de pena. - Pidió, la menor se confundió. - Es normal, a tu edad estar enamorado y querer escaparse con esa persona es todo un cuento de hadas. - Sonrió, Angelique se quedó aún más muda, agradecía mucho estar sola con la mujer o estaría echando humo para esos instantes. - Cuéntame todo.
Y allí comenzó a inventarse entre gagueos y descuadres una historia lo suficientemente normal para que sea convincente.
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Eli llegó a la casa para alistarse y ayudar a Angelique con las cosas femeninas que la pelirroja seguía sintiendo raras en su persona. Más tarde, ya habían terminado los arreglos y se pusieron a preparar unos pequeños refrigerios junto a la señora Foster para soportar hasta el banquete, en medio de esto llegaron los muchachos. Hunter más feliz que Alex, como era normal, pero Angelique no los dejó ni saludar cuando corrió hasta el pelinegro lo tomó de la mano y lo llevó casi corriendo a la parte superior de la casa, lo más lejos posible de la cocina y la dueña de la casa.
- ¿Ahora qué pasa? - Preguntó levantando una ceja, debía de aceptar que lo tomó por sorpresa.
- Escucha con atención. - Le dijo a penas cuando comenzó a lanzar cosas que él consideraba sin sentido. - De ahora en adelante, yo soy la hija de un comerciante muy rico, tú uno de los guardaespaldas de mi padre, llegaste a Otpige de tierras lejanas, buscando un cáliz de oro que concede deseos, pero te desmayaste de inanición porque te habías quedado sin dinero suficiente, mi padre te recogió gracias a que de casualidad estaba en uno de sus paseos en una de sus enormes y caras carrozas, te trajo a nuestra casa, dónde notó que tenías talento así que como le debías la vida, tú le debes un favor y ese es protección. - Alexander asintió simplemente ahorrándose varias cosas para sí mismo. Ella continuó. - Ese mismo día nos conocimos, y luego de un año mi padre relevó mi cuidado a ti, yo ya te gustaba, pero no sabías que tu a mí también así que una vez que pasamos más tiempo juntos nos dimos cuenta de que no lo podíamos evitar, pero cuando mi padre se enteró enfureció, te exilió y decidimos escapar juntos en busca del cáliz de oro. Conocimos a Eli, la ágil trapecista de un teatro al que nos colamos. Ya sabía sobre el cáliz y decidió acompañarnos, después conocimos a Hunter, un misterioso espadachín quien al escuchar lo que buscábamos sintió curiosidad por lo que decidió acompañarnos, y desde ese día todos vivimos viajando de un lado a otro en busca de este cáliz de oro que hasta la fecha aún esperamos encontrar por muy imposible que parezca. - Alexander, sin soltar su mano, se sentó en un mueble para procesar todo el trabalenguas que su enamorada le había contado como si fuese algo fácil de recordar. Pero al final se terminó riendo de lo estúpido que era todo y necesitó soltarla.
- ¿No pudiste inventar algo mejor? - La miró con clara burla, Angelique infló las mejillas e hizo un sonido de molestia por ello. - Nunca antes habías hablado tanto en tan poco tiempo. - Ella empezó a jugar con sus dedos por la vergüenza que sintió.
- La señora Foster indagó mucho.
- ¿Y tu solución fue inventar cosas?
- Es que comencé con mi familia, y no le podía decir que había muerto y de pronto resucitado aquí donde ya estaban todos ustedes ¿Sabes? - Resopló al cruzarse de brazos. - Además… aprovechó el tiempo y salió a contarle a la vecinas. - Se llevó una mano a la cabeza. - No me vuelvan a dejar sola con nadie. - Pidió en quejido. Alexander solo resopló y se levantó para acercarse a Angelique y palmar su cabeza, ella lo miró en regaño.
- Está bien, no pasa nada. - Volvió a resoplar cortando una risa. Ella lo notó y le lanzó un golpecito al costado. - ¿Así que ahora soy un guardaespaldas, Eli una trapecista y Hunter un espadachín? - Angelique asintió. - ¿Ellos lo saben?
- Eli, pero está bien, no es como que la señora Foster les vaya a preguntar algo raro a ellos ¿No? - Intento ser positiva. Alexander solo le dedicó una mirada. - Mejor vamos. - Dijo redireccionando su caminar nuevamente con los demás, Alexander volvió a tomarle la mano.
- Claro cariño. - Ante estas palabras Angelique hizo un quejido de haber muerto de asco por dentro. - ¿Sabes que fui yo quien te encontró, no? - Cambió de tema, pues terminó haciendo un gesto parecido al de ella por la misma razón.
- ¡Eso no importa ahora!
▬▬▬
Pronto sería la hora del banquete y ya se sabía que tanto Alexander como Hunter estarían cada uno a un lado del emperador, durante todo el agasajo, como si eso fuese el mayor honor que le podrían dar a una persona, no le molestaba, pero más parecía que el emperador era la novia de ambos, hasta los agarró del brazo, en el camino hasta la gran mesa de invitados especiales, los demás se quedaban en mesas colocadas alrededor del escenario central.
Ya habían sido nombrados caballeros en el municipio frente de todo el pueblo.
- ¿Celosa? - Preguntó La señora Foster con picardía. Les habían apartado una mesa en primera fila por ser conocidas de los nuevos caballeros, Angelique infló las mejillas, no era nada de eso, simplemente se le hacía una falta de respeto que ese hombre se atragantara con toda la mejor comida. Además Eli les haya dicho que tenía algo que hacer, así que estaba sola otra vez con la mujer, no le molestaba, era simpática pero era mejor cuando no le preguntaba cosa que requerían de pensar demasiado la respuesta correcta.
- ¿De un viejo con aires de realeza? Por favor, soy mejor que eso. - Dijo en tonos aunque graves, bastante engreídos. No era una sorpresa para nadie que Angelique decía lo que creía, por tanto era una broma, pero al mismo tiempo no lo era. La mujer rió.
- ¿Ves? Celosa. - Le pellizcó la mejilla, ella se sobó ese lado.
- Es que… Por culpa de ese hombre ellos han estado ocupados todos estos días, apenas y hemos conversado, siento que no sé nada de sus vidas. - Se excusó. Se escondía en eso para no parecer una glotona.
- Angelique, querida… Acabas de verlos enante.
- ¡Ah! Verdad. - La mayor rió de su expresión y Angelique la acompañó de manera más sutil con una simple sonrisa.
- Más tarde lo verás en la casa y le reclamarás el haberte cambiado por un viejo con falda.
- Eso haré. - Asintió decidida, y continuaron viendo el espectáculo y por fin, llegó un poco de comida a sus mesas, por las que la pelirroja ya se sintió tranquila.
El rayo McQueen me dicen (?
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Re: [Roll]A Puppet world
La comida era ligeramente superior a lo que solían comer ellos por costumbre. Se notaba que en general, los productos eran mas frescos pero que lo podrían haber sido más si el mandatario hubiese estado dispuesto a hacer uso un poco mas de las arcas públicas. Por supuesto, el emperador disponía de un festín incomparable al suyo y no solo la comida, hasta el menaje era de la mas alta calidad posible.
Miró su plato desganado y volvió a volcar su vista en su entorno analizandolo disimuladamente mientras fingía partir un trozo de pan aún ligeramente caliente. Tenía a su lado a Hunter y a otras tantas personas que también compartían la mesa con ellos por pertenecer a la misma clase, recién nombrados guardias y completos desconocidos que le daba una cierta sensación de incomodez.
Y es que una vez había escuchado que compartir mesa con alguien en la comida, era la mejor forma de intimar. Quizás estaban en lo correcto y estaba por lo menos seguro de que en aquella verdad faltaba aclarar que primero tenían que ser tus amigos o por lo menos conocidos y haber intercambiado mas de una frase.
Hizo el esfuerzo de ignorar la realidad misma y se obligó a concentrarse en su comida ya que después de todo, no siempre tenía el lujo permitirse esa calidad. Salvo su plato, Angelique por supuesto, y la voraz forma en la que comía Hunter casi sin masticar, omitió todo lo demás para disfrutar de su tour gourment teniendo cuidado de no mancillar su "traje de graduación" dispuesto por el emperador. Distaba mucho del tipico traje negro y liso que conocía de la vida moderna pero era lo mas cercano. La diferencia era que este parecía arrugarse fácil y portentaba mas detalles decorativos pero siempre siendo mas simple que el de aquellas personas mas importantes que él.
- Volveré. - Fue lo único que le dijo a Hunter antes de levantarse y salir a paso rápido de aquel sofocante lugar.
- ¿Ya te vas? - Preguntó tras tragar.
- Dije que volveré. Tengo que ir al baño un momento. - Dijo mientras se levantaba de su asiento.
- Por eso no me gustan los plebeyos. -
Alex no pudo evitar volver a mirar hacia la mesa, encontrandose con la mirada de mas de uno clavada en él incluyendo a Hunter, quien casi mirandolo de reojo y con la boca llena, había dejado de masticar y se encontraba estático incapaz de mover ni un solo músuclo, no por miedo, si no porque no se lo esperaba y tampoco estaba muy seguro de como proceder de una súbita atmosfera tensa.
De entre todas las miradas de aquella mesa, Alexander se encontró con una en particular el cual le estaba irritando la vista desde que se había sentado ahí puesto que no paraba de mirarlo de arriba a abajo. Poco mas y parecía que su ojos lo estaban violando.
- ¿Osas desgraciar a su majestad abandonado el banquete? - Volvió a decir y con ello se delató y Alex pudo ubicar el dueño de tal problemática actitud. Era quien ya sospechaba desde el principio con unos aires de superioridad que le incitaban a la violencia.
- El único quien falta el respeto a su amo eres tú. El emperador me ha elegido él mismo como alguien competente. ¿Eres tu quien desgracia su jucio? - Le respondió de la misma forma siguiendo el juego.
Notó como el hombre parecía a punto de estallar de ira pero no llegaba a tal punto puesto que su compañero de al lado lo intentaba tranquilizar. Antes de que armase un jaleo delante del emperador y más importante, que el resto de los presentes ajeno a todo se diesen cuenta de lo que sucediese, procedió a abandonar la sala con cierta desgana. Era por cosas como esas que no le gustaba el gentío. Una vez mas, pensó en lo mucho que daría por estar cómodo en una cama perdiendo el tiempo.
Una vez que había abandonado la sala y se encontraba a solas, comenzó a andar mas lento y descuidado tomándose su tiempo en recorrer aquellos amplios pasillos hasta llegar a lo que parecía un jardín interior bastante amplio delimitado por largos y simples asientos de madera sin respaldo.
Las pocas antorchas que iluminaban el lugar, no daban abasto junto a la Luna para alumbrar todo el jardín, quedando la mayoría del lugar a oscuras. Si algún asesino se estaba escondiendo ahí, no le sorprendería si tuviera un filo en el cuello ahora mismo pero honestamente le importaba bien poco. De hecho le harían un favor si terminaban con su sufrimiento definitivamente.
Eligió un lugar poco iluminado y desde donde se pudiese ver la Luna en su cuarto menguante para sentarse, tumbarse y relajarse, con las manos tras la cabeza para evitar pulir su dura cabeza contra el incómodo material para nada blando. Inspiró hondo con los ojos cerrados y tras exhalar, ya se sentía mas tranquilo. Había estado evitando a toda costaconvertirse en el centro de atención pero parecía tarea imposible hasta para él.
- El emperador estaría decepcionado de ti si te viera holgazaneando. - Reconocería aquella voz en cualquier lado y abrió sus ojos simplemente para confirmar lo que ya sabía, la voz de Angelique y su persona ligeramente inclinada hacia él. Aun así, no podía ver claramente su rostro.
- ¿Que haces aquí? -
- Voy al baño. -
- Que casualidad, yo también. - Aunque no se veían muy bien, estaba seguro de que ella estaría sonriendo tontamente al igual que él.
Parte del cabello de Angel se deslizó sobre sus hombros hasta caer en Alex y este se tuvo que incorporar con pocas ganas puesto que prácticamente se acababa de tumbar. Se sentó mirando al oscuro jardín y dio unas palmaditas a su lado invitando a la pelirroja a acompañarlo. Por supuesto, ella aceptó.
Casi de reojos, volvió a mirar a la pelirroja y no pudo evitar pensar lo cerca que estaba comparado a cuando la conoció. Había pasado mucho tiempo desde aquel día y eso se traducía en que estaban gastando demasiado tiempo en esa ciudad tal y como Diane había dicho. No quería pensar en el futuro y quedar calvo de la preocupación pero tenía la obligación de hacerlo, por lo menos por ella.
Volvió la vista al cielo estrellado que contemplaba Angelique y suspiró.
- ¿Tanto lo odias? - Preguntó Angelique. Alexander simplemente respondió con un "¿Hm?" hasta que después de medio minuto, logró comprender que estaba diciendo la chica. Lo mas sorprendente es que ella tampoco insistiese mas en el tema por treinta segundos.
- Ah, estabas mirando. -
- Sí. -
- ¿Como sabes? Ni siquiera fue un alboroto lo suficientemente grande. -
- Pero lo ví. - Por un momento se mantuvo en silencio y antes de responder, le golpeó suavemente la frente.
- Que haces mirándome cuando debías de estar disfrutando del banquete. -
- ¿A eso le llamas banquete? - Dijo con cierta indignación.
- Disculpe usted por no poder ofrecerle un sous vide o una ensalada de trufas. - Angel puso cara de asco. No tenía nada particularmente en contra de ello pero prefería mas comida normal, aquello sonaba a platos extremadamente pequeños de cantidad y aunque en el caso de que estuvieran deliciosos, jamás llenarían su apetito. - ¿No? Entonces McDonals será. -
- ¿A un McDonals me llevarías? -
- Si te gusta, sí. -
- No eres nada romántico. - Alex suspiró.
- Así soy, así seré y así moriré. -
Miró su plato desganado y volvió a volcar su vista en su entorno analizandolo disimuladamente mientras fingía partir un trozo de pan aún ligeramente caliente. Tenía a su lado a Hunter y a otras tantas personas que también compartían la mesa con ellos por pertenecer a la misma clase, recién nombrados guardias y completos desconocidos que le daba una cierta sensación de incomodez.
Y es que una vez había escuchado que compartir mesa con alguien en la comida, era la mejor forma de intimar. Quizás estaban en lo correcto y estaba por lo menos seguro de que en aquella verdad faltaba aclarar que primero tenían que ser tus amigos o por lo menos conocidos y haber intercambiado mas de una frase.
Hizo el esfuerzo de ignorar la realidad misma y se obligó a concentrarse en su comida ya que después de todo, no siempre tenía el lujo permitirse esa calidad. Salvo su plato, Angelique por supuesto, y la voraz forma en la que comía Hunter casi sin masticar, omitió todo lo demás para disfrutar de su tour gourment teniendo cuidado de no mancillar su "traje de graduación" dispuesto por el emperador. Distaba mucho del tipico traje negro y liso que conocía de la vida moderna pero era lo mas cercano. La diferencia era que este parecía arrugarse fácil y portentaba mas detalles decorativos pero siempre siendo mas simple que el de aquellas personas mas importantes que él.
- Volveré. - Fue lo único que le dijo a Hunter antes de levantarse y salir a paso rápido de aquel sofocante lugar.
- ¿Ya te vas? - Preguntó tras tragar.
- Dije que volveré. Tengo que ir al baño un momento. - Dijo mientras se levantaba de su asiento.
- Por eso no me gustan los plebeyos. -
Alex no pudo evitar volver a mirar hacia la mesa, encontrandose con la mirada de mas de uno clavada en él incluyendo a Hunter, quien casi mirandolo de reojo y con la boca llena, había dejado de masticar y se encontraba estático incapaz de mover ni un solo músuclo, no por miedo, si no porque no se lo esperaba y tampoco estaba muy seguro de como proceder de una súbita atmosfera tensa.
De entre todas las miradas de aquella mesa, Alexander se encontró con una en particular el cual le estaba irritando la vista desde que se había sentado ahí puesto que no paraba de mirarlo de arriba a abajo. Poco mas y parecía que su ojos lo estaban violando.
- ¿Osas desgraciar a su majestad abandonado el banquete? - Volvió a decir y con ello se delató y Alex pudo ubicar el dueño de tal problemática actitud. Era quien ya sospechaba desde el principio con unos aires de superioridad que le incitaban a la violencia.
- El único quien falta el respeto a su amo eres tú. El emperador me ha elegido él mismo como alguien competente. ¿Eres tu quien desgracia su jucio? - Le respondió de la misma forma siguiendo el juego.
Notó como el hombre parecía a punto de estallar de ira pero no llegaba a tal punto puesto que su compañero de al lado lo intentaba tranquilizar. Antes de que armase un jaleo delante del emperador y más importante, que el resto de los presentes ajeno a todo se diesen cuenta de lo que sucediese, procedió a abandonar la sala con cierta desgana. Era por cosas como esas que no le gustaba el gentío. Una vez mas, pensó en lo mucho que daría por estar cómodo en una cama perdiendo el tiempo.
Una vez que había abandonado la sala y se encontraba a solas, comenzó a andar mas lento y descuidado tomándose su tiempo en recorrer aquellos amplios pasillos hasta llegar a lo que parecía un jardín interior bastante amplio delimitado por largos y simples asientos de madera sin respaldo.
Las pocas antorchas que iluminaban el lugar, no daban abasto junto a la Luna para alumbrar todo el jardín, quedando la mayoría del lugar a oscuras. Si algún asesino se estaba escondiendo ahí, no le sorprendería si tuviera un filo en el cuello ahora mismo pero honestamente le importaba bien poco. De hecho le harían un favor si terminaban con su sufrimiento definitivamente.
Eligió un lugar poco iluminado y desde donde se pudiese ver la Luna en su cuarto menguante para sentarse, tumbarse y relajarse, con las manos tras la cabeza para evitar pulir su dura cabeza contra el incómodo material para nada blando. Inspiró hondo con los ojos cerrados y tras exhalar, ya se sentía mas tranquilo. Había estado evitando a toda costaconvertirse en el centro de atención pero parecía tarea imposible hasta para él.
- El emperador estaría decepcionado de ti si te viera holgazaneando. - Reconocería aquella voz en cualquier lado y abrió sus ojos simplemente para confirmar lo que ya sabía, la voz de Angelique y su persona ligeramente inclinada hacia él. Aun así, no podía ver claramente su rostro.
- ¿Que haces aquí? -
- Voy al baño. -
- Que casualidad, yo también. - Aunque no se veían muy bien, estaba seguro de que ella estaría sonriendo tontamente al igual que él.
Parte del cabello de Angel se deslizó sobre sus hombros hasta caer en Alex y este se tuvo que incorporar con pocas ganas puesto que prácticamente se acababa de tumbar. Se sentó mirando al oscuro jardín y dio unas palmaditas a su lado invitando a la pelirroja a acompañarlo. Por supuesto, ella aceptó.
Casi de reojos, volvió a mirar a la pelirroja y no pudo evitar pensar lo cerca que estaba comparado a cuando la conoció. Había pasado mucho tiempo desde aquel día y eso se traducía en que estaban gastando demasiado tiempo en esa ciudad tal y como Diane había dicho. No quería pensar en el futuro y quedar calvo de la preocupación pero tenía la obligación de hacerlo, por lo menos por ella.
Volvió la vista al cielo estrellado que contemplaba Angelique y suspiró.
- ¿Tanto lo odias? - Preguntó Angelique. Alexander simplemente respondió con un "¿Hm?" hasta que después de medio minuto, logró comprender que estaba diciendo la chica. Lo mas sorprendente es que ella tampoco insistiese mas en el tema por treinta segundos.
- Ah, estabas mirando. -
- Sí. -
- ¿Como sabes? Ni siquiera fue un alboroto lo suficientemente grande. -
- Pero lo ví. - Por un momento se mantuvo en silencio y antes de responder, le golpeó suavemente la frente.
- Que haces mirándome cuando debías de estar disfrutando del banquete. -
- ¿A eso le llamas banquete? - Dijo con cierta indignación.
- Disculpe usted por no poder ofrecerle un sous vide o una ensalada de trufas. - Angel puso cara de asco. No tenía nada particularmente en contra de ello pero prefería mas comida normal, aquello sonaba a platos extremadamente pequeños de cantidad y aunque en el caso de que estuvieran deliciosos, jamás llenarían su apetito. - ¿No? Entonces McDonals será. -
- ¿A un McDonals me llevarías? -
- Si te gusta, sí. -
- No eres nada romántico. - Alex suspiró.
- Así soy, así seré y así moriré. -
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